domingo, 9 de abril de 2017


JORGE LUIS BORGES 

 LA LLUVIA

Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto

Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.

Resultado de imagen para LA LLUVIA BORGES
VINICIUS DE MORAES
Mujer al sol
Una mujer al sol es todo mi deseo,

viene del mar, desnuda, con los brazos en cruz
y la flor de los labios abierta para el beso
y en la piel refulgente el polen de la luz.
Una hermosa mujer, los senos en reposo

y caliente de sol, nada más se precisa.
El vientre terso, el pelo húmedo y una sonrisa
en la flor de los labios, abierta para el gozo.
Una mujer al sol sobre quien yo me arroje

y a quien beba y me muerda y con quien me lamente,
y que al someterse se enfurezca y solloce,
e intente rechazarme, y que al sentirme ausente

me busque nuevamente y se quede a dormir
cuando yo, apaciguado, me disponga a partir.
Imagen relacionada



sábado, 8 de abril de 2017

MACEDONIO FERNÁNDEZ

CUANDO NUESTRO DOLOR FÍNGESE AJENO

Voz de un dolor se alzó del camino y visitó la noche,
trance gimiente por una boca hablaba.
Eran las sombras dondequiera. Mis manos
apartándolas para mis pasos
heridos de la impaciencia y el tropiezo
buscando aquel pedido de persona dolida.
Grito que ensombreció la sombra
volvió a enfriar el pulsar de mi vida.
Y tropezando con el alma y el paso
no de mi pena, de ajena pena,
creí afligirme, cuando hallé sangrando
mi corazón, por mí clamando,
¿qué desterrado de mi pecho habría?
Porque sólo al recuerdo su latido daba
y solo en el recuerdo mi dolor estaba
y así desde el camino me llamaba
y apenas cerca me sintió, acogiose
a mi pecho triunfante como enojado dueño,
y al instante se dio a clavarme aquel latido;
el latir de su lloro del dolor del recuerdo.

Y hoy desterrarlo de nuevo ya no quiero.
Que ese dolor es el dolor que quiero.
Es Ella,
y soy tan solo ese dolor, soy Ella,
soy Su ausencia, soy lo que está solo de Ella;
mi corazón mejor que yo lo ordena.

Resultado de imagen para MACEDONIO FERNÁNDEZ  CUANDO NUESTRO DOLOR FÍNGESE AJENO

jueves, 6 de abril de 2017

miércoles, 5 de abril de 2017

ZERÓN LINA


Antes de amarnos

¿Qué fuimos antes de amarnos?
¿Quién eras tú?
¿Y yo quién era?
Fría lumbre en los labios contenida,
rígido corazón opaco,
áspero fruto mi vientre,
ligero ropaje de verano tu mirada.

Ahora que nos amamos...
fuego somos donde mariposas se suicidan,
cuerpos de luz,
piel ardiendo en rojas llamas,
hechizo inacabable.

Unidas en el mismo cuerpo sombras somos,
sueños revelados en poemas,
atraídas mareas por la luna,
enormes olas de amores fatigadas.

Ahora que te amo...
un insecto que nace en las mañanas
y muere por la tarde entre tus muslos soy,
suspendidas gotas de placer,
suspiro de Sol en el cenit,
sirena de agua dulce,
develada estrella bajo tu cuerpo.

Ahora que tú me amas...
eres símbolo de alianza entre los dioses,
amuleto colgando de mi cuello,
turbulenta agua con que mis flores riego,
lámpara que guía a los ciegos soy.

Ahora que nos amamos...
somos raíces cálidas de la tierra.



5 DE ABRIL DE 1837 NACE:
ALGERNON CHARLES SWINBURNE

(Londres, 1837 - 1909) Poeta y crítico inglés. Importante creador e iconoclasta, Swinburne transformó el estilo y el lenguaje poético victorianos de forma radical, e introdujo toda una gama de recursos (variaciones tonales, ritmos, aliteraciones, rimas internas, sintestesia) que de manera inevitable lo condujeron al impresionismo. Junto a Percy Bysshe Shelley y Lord Byron, es uno de los pocos poetas, desde W. Raleigh y P. Sidney, que provenía de una familia aristocrática. Dueño de un conocimiento crítico notable y apasionado por la literatura, su florida, irreverente y original producción se acercó al puro rito verbal, musical y rítmico.
Su padre fue almirante, y su abuelo materno ostentó el título de tercer conde de Ashburnham; sin embargo, Swinburne se educó junto a su abuelo paterno en la Francia del antiguo régimen, que seguía, en indumentaria y costumbres, los usos de la aristocracia dieciochesca. Su abuelo paterno y su madre fueron quienes lo acercaron a la literatura italiana y francesa.
Swinburne irrumpió en el mundo literario victoriano y, a partir de su célebre encuentro con Dante Gabriel Rossetti y William Morris en Oxford, arremetió de manera frontal contra las instituciones y las creencias religiosas, políticas y poéticas; Rossetti y Morris formaban parte del grupo de poetas llamados "prerrafaelitas" que, inspirados en el arte pictórico y orientados hacia la causa del "arte por el arte", revolucionaron la poesía victoriana.
Su primera publicación incluyó dos obras de teatro, La reina madre y Rosamond (1860), pero no obtuvo mucho eco; en cambio, Atalanta en Calidón (1865), con la estructura de un drama clásico griego pero moderno en su tratamiento, fue un éxito. Tanto aquí como en su primera obra poética, Poemas y baladas, y en la trilogía sobre la reina María de Escocia, sus heroínas son presas de obsesiones sexuales dignas de uno de sus principales maestros, el marqués de Sade.
El mismo sentido blasfemo, el ataque frontal contra la moral convencional y su imposibilidad de mostrarse indiferente ante la religión, estructuran el cuerpo poético de Hymn to Prosperine, A Forsaken Garden y Before a Crucifix. La segunda serie de Poemas y baladas (1878) consiguió una difusión algo menor que la primera, y su tercer volumen, editado en 1879, fue prácticamente un fracaso. Su novela erótica Lesbia Brandon permaneció inédita hasta 1952.
Próximo a la muerte a causa del alcoholismo, su asesor legal lo alojó en su casa de las afueras de Londres y lo obligó a mantener un ritmo de vida más ordenado y saludable. Allí pasó los últimos años de su vida, cada vez más aislado y solo, hasta que murió de neumonía en 1909.
Los escritos en prosa de Swinburne son valiosos desde el punto de vista de la crítica literaria. Escribió monografías sobre William Shakespeare (1880), Victor Hugo (1886) y Ben Jonson (1889), y agudos ensayos críticos sobre muchos autores, entre ellos Charles Dickens y las hermanas Brontë.

lunes, 3 de abril de 2017

ANTONIN ARTAUD: CARTA A LOS DIRECTORES DE LOS ASILOS DE LOCOS

ANTONIN ARTAUD:

CARTA A LOS DIRECTORES DE LOS ASILOS DE LOCOS

Señores:

Las leyes, las costumbres, les conceden el derecho de medir el espíritu. Esta jurisdicción soberana y terrible, ustedes la ejercen con su entendimiento. No nos hagan reír. La credulidad de los pueblos civilizados, de los especialistas, de los gobernantes, reviste a la psiquiatría de inexplicables luces sobrenaturales. La profesión que ustedes ejercen está juzgada de antemano. No pensamos discutir aquí el valor de esa ciencia, ni la dudosa realidad de las enfermedades mentales. Pero por cada cien pretendidas patogenias, donde se desencadena la confusión de la materia y del espíritu, por cada cien clasificaciones donde las más vagas son también las únicas utilizables, ¿cuántas nobles tentativas se han hecho para acercarse al mundo cerebral en el que viven todos aquellos que ustedes han encerrado? ¿Cuántos de ustedes, por ejemplo, consideran que el sueño del demente precoz o las imágenes que lo acosan, son algo más que una ensalada de palabras?
No nos sorprende ver hasta qué punto ustedes están por debajo de una tarea para la que sólo hay muy pocos predestinados. Pero nos rebelamos contra el derecho concedido a ciertos hombres -incapacitados o no- de dar por terminadas sus investigaciones en el campo del espíritu con un veredicto de encarcelamiento perpetuo.
¡Y qué encarcelamiento! Se sabe -nunca se sabrá lo suficiente- que los asilos, lejos de ser “asilos”, son cárceles horrendas donde los recluidos proveen mano de obra gratuita y cómoda, y donde la brutalidad es norma. Y ustedes toleran todo esto. El hospicio de alienados, bajo el amparo de la ciencia y de la justicia, es comparable a los cuarteles, a las cárceles, a los penales.
No nos referimos aquí a las internaciones arbitrarias, para evitarles la molestia de un fácil desmentido. Afirmamos que gran parte de sus internados -completamente locos según la definición oficial- están también recluidos arbitrariamente. Y no podemos admitir que se impida el libre desenvolvimiento de un delirio, tan legítimo y lógico como cualquier otra serie de ideas y de actos humanos. La represión de las reacciones antisociales es tan quimérica como inaceptable en principio. Todos los actos individuales son antisociales. Los locos son las víctimas individuales por excelencia de la dictadura social. Y en nombre de esa individualidad, que es patrimonio del hombre, reclamamos la libertad de esos galeotes de la sensibilidad, ya que no está dentro de las facultades de la ley el condenar a encierro a todos aquellos que piensan y obran.
Sin insistir en el carácter verdaderamente genial de las manifestaciones de ciertos locos, en la medida de nuestra aptitud para estimarlas, afirmamos la legitimidad absoluta de su concepción de la realidad y de todos los actos que de ella se derivan.
Esperamos que mañana por la mañana, a la hora de la visita médica, recuerden esto, cuando traten de conversar sin léxico con esos hombres sobre los cuales, reconózcanlo, sólo tienen la superioridad que da la fuerza.


Philip Larkin


Al fracaso


No viniste al modo dramático, con dragones

De esos que se llevarían mi vida entre sus garras
Y me arrojarían ya deshecho tras las caravanas
Con los caballos empanicados, ni como una frase
Que se enuncia claramente para apaciguar lo que pudo perderse,
Lo que sale del bolsillo y debe aguantar
Los gastos, ni como una fantasma al que se ve
Ciertas mañanas correr por el pasto.

Son estas tardes sin sol en las que descubro

Que te has instalado en mi hombro como el aburrimiento.
Los avellanos están cargados de silencio.
Soy consciente de que los días pasan más rápido que antes,
Que huelen diferente. Y que una vez que quedan atrás
Parecen arruinados. Ahí has estado por cierto tiempo.

Imagen relacionada

domingo, 2 de abril de 2017



Bajo una pequeña estrella
Wislawa Szymborska
Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco de un minué.
Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre,
absuélveme, aunque fueras un ave disecada.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos, cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas y que me esfuerce
después para que parezcan ligeras.
Wislawa Szymborska (Polonia, 1923)
No hay texto alternativo automático disponible.

miércoles, 29 de marzo de 2017

ALEJANDRA PIZARNIK

LA DE LOS OJOS ABIERTOS 

la vida juega en la plaza  
con el ser que nunca fui 

y aquí estoy 

baila pensamiento  
en la cuerda de mi sonrisa    

y todos dicen que esto pasó y es 

va pasando  
va pasando  
mi corazón  
abre la ventana 

vida  aquí estoy  mi vida  
mi sola y aterida sangre  
percute en el mundo 

pero quiero saberme viva  
pero no quiero hablar  
de la muerte 
 ni de sus extrañas manos.

Resultado de imagen para la de los ojos abiertos pizarnik

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...