sábado, 12 de diciembre de 2015



EUNICE ODIO

POEMA PRIMERO (Posesión en el sueño)

Ven
Amado

Te probaré con alegría.
Te soñaré conmigo esta noche.

Tu cuerpo acabará
donde comience para mí
la hora de tu fertilidad y tu agonía;
y porque somos llenos de congoja
mi amor por ti ha nacido con tu pecho,
es que te amo en principio por tu boca.

Ven
Comeremos en el sitio de mi alma.

Antes que yo se te abrirá mi cuerpo
como mar despeñado y lleno
hasta el crepúsculo de peces.
Porque tú eres bello,
hermano mío,
eterno mío dulcísimo.

Tu cintura en que el día parpadea
llenando con su olor todas las cosas,
tu decisión de amar,
de súbito,
desembocando inesperado a mi alma,

Tu sexo matinal
en que descansa el borde del mundo
y se dilata.

Ven

Te probaré con alegría.

Manojo de lámparas será a mis pies tu voz.

Hablaremos de tu cuerpo
con alegría purísima,
como niños desvelados a cuyo salto
fue descubierto apenas, otro niño,
y desnudado su incipiente arribo,
y conocido en su futura edad, total , sin diámetro,
en su corriente genital más próxima,
sin cauce, en apretada soledad.

Ven
te probaré con alegría.

Tú soñarás conmigo esta noche,
y anudarás aromas caídos nuestras bocas.

Te poblaré de alondras y semanas
eternamente oscuras y desnudas.

viernes, 11 de diciembre de 2015


NAGUIB MAHFUZ

UNA VOZ TURBADORA

Estaba sentado en el casino Al Sagara, su local matutino, tomando café y fumando un cigarrillo. Observaba el agua tranquila del Nilo o el cielo claro de julio, cuyo color desvanecía la fuerza del sol.

Pensaba con inquietud. Cerró los ojos para concentrarse, y al abrirlos de nuevo vio su cuaderno de notas abierto por una página en blanco y el lápiz atravesado, como para indicar algo.

Miró en torno al jardín y vio que había solo dos personas en un sitio y otras dos en otro. Incluso el camarero estaba sentado en el antepecho del Nilo, como si estuviera de vacaciones.

Él no era el único que había ido allí para trabajar, intentando inspirarse en aquel cálido día de julio para escribir un nuevo artículo con que llenar su columna «Ayer y hoy» en su revista semanal.

Cada semana tenía que escribir sobre un tema nuevo, y su felicidad dependía de su éxito en el trabajo: su bonito apartamento, su esposa, su hijo de dos años, su coche Opel, además de su apartamento de soltero en el edificio Al Sharq que le servía para cualquier situación imprevista.

«Que el cielo sea generoso en ideas.»

Miró a través de las gafas el palacio situado al otro lado del río. Las puertas y las ventanas estaban cerradas, y las paredes parecían arder bajo los intensos rayos del sol. No se percibía el menor movimiento en ningún sitio, incluso los árboles estaban inmóviles como estatuas.

«¡Si viviera en un palacio y no tuviera que preocuparme por ganarme la vida ni nada que hacer, excepto la contemplación!»

El hombre suspiró y, mirando los posos del café en el fondo de la taza, pensó:

«Tengo ideas y proyectos, pero me paso la vida registrando observaciones inútiles y encontrando soluciones conocidas para los consabidos problemas. ¡Uff!»

-Profesor Adham -dijo una suave voz por encima de su cabeza-. Buenos días.

El hombre se dio la vuelta, disimulando su sorpresa con una sonrisa. Luego, dejando a un lado sus pensamientos, dijo:

-Nadra, qué alegría verte.

Se estrecharon la mano y ella se sentó frente a él, colocando su bolso blanco sobre la página en blanco.

-Lo he visto de espaldas desde la calle y lo he reconocido.

-¿Cuándo me reconocerás de frente, igual que de espaldas?

-Su rostro está impreso en mi corazón -bromeó ella.

El hombre miró la figura perfecta de la chica y su cara, rebosante de juventud. A pesar de que era una adolescente, iba completamente maquillada y con las uñas pintadas.

Sin dar importancia a su broma, él le preguntó:

-¿Ibas o volvías de una cita?

-No me gustan las citas matutinas. Solo estaba dando una vuelta con el coche, sin ningún propósito.

«¡Sin ningún propósito! Vaya forma de hablar, pero tú tienes treinta y cinco años y ella diecisiete. Está lo suficientemente liberada como para provocar el interés de un hombre casado, con un apartamento de soltero.»

Ella era una lectora apasionada de Françoise Sagan y le había atraído desde la misma noche que la conoció con un grupo de amigos en el Sans souci.

Hablaba de forma extraordinaria sobre el arte y la vida, y no tenía reparos, en determinadas circunstancias, en contar algún chiste verde. Había estudiado escenografía, tras abandonar los estudios universitarios, y tal vez aspiraba a convertirse en actriz. Había escrito algunos guiones pero, a pesar de su belleza, no se los habían publicado en ninguna revista ni los habían difundido por la radio.

La última vez que se encontraron, en presencia de varios amigos, ella explicó que se sentía atraída por el existencialismo y el ateísmo.

-¿Qué te pido? -dijo él, y luego continuó en un tono casi serio-: ¿O lo dejamos para cuando estemos en mi apartamento?

-Pídeme un café, y deja de soñar.

El hombre le ofreció un cigarrillo y se lo encendió. La joven empezó a beber el café haciendo caso omiso a sus insistentes miradas, hasta que él le preguntó en broma:

-¿Cómo van tus inquietudes existencialistas?

-Bien. Pero anoche no dormí más de dos horas.

-Piensa y filosofa.

-Una discusión con mis padres, como sabes.

El hombre recordó con inquietud el tema que quería tratar en serio. Sin embargo, ella continuó, imitando el tono de sus padres:

-Continúa tus estudios... cásate... no trasnoches como los jóvenes...

Un disco rayado. Pero la chica era guapa, y el encuentro una fuente de inspiración. ¡Quién sabe! Mas él tenía que terminar su artículo, aunque tuviera que cancelar los compromisos nocturnos.

-¿Y cómo van a comprender a una joven filósofa? -preguntó él.

Con un gesto en el que le daba a entender que se dejara de bromas, ella respondió:

-Nadie quiere reconocer que me estoy esforzando en vivir a mi manera, pero vivo con la gente de la caverna.

El hombre recordó la aparición del padre de ella en la televisión y dijo:

-Yo creía que tu padre era un hombre moderno.

-¡Moderno!

-Al menos, comparado con el mío.

-¿Comparado con la edad de piedra? -dijo la joven, conteniendo la risa.

Él miró a lo lejos, como si estuviera soñando, y dijo con fascinación:

-¡La edad de piedra! Si pudiéramos regresar a ese periodo, aunque fuera durante una hora, te llevaría en mi espalda, sin ningún reparo, a mi caverna en el edificio de Al Sharq.

-Te he dicho que dejes de soñar. Y déjame decirte a qué he venido.

-¡Ah! Entonces ¿no nos hemos encontrado por casualidad?

-Sabes bien que conozco tu costumbre de escribir aquí cada mañana.

-Entonces, vamos a mi apartamento, que es un sitio más adecuado para hablar de algo tan importante -dijo él con cierta ironía.

La chica, sin parar de fumar, contestó:

-¿No ves que no estoy bromeando?

Luego, mirándolo fijamente con sus ojos color miel, añadió:

-Una vez me prometiste que me presentarías al profesor Ali Al Kabir.

-¿Lo dices en serio? -preguntó él con interés.

-Completamente.

-Sin duda, le admiras como actor.

-Claro.

Se miraron, y luego él dijo:

-Tiene cuarenta y cinco años.

-Ya lo sé. ¿No has oído hablar de la fascinación del tiempo?

-Ya lo creo, pero aún he oído hablar más de la tragedia del tiempo.

-Eres como una especie de consejero moral en la columna de «Ayer y hoy», en cambio aquí...

-¿Cuál es mi papel en la historia?

-Tú eres su mejor amigo.

-Tiene una hija de tu edad.

-Sí, creo que estudia en la Facultad de Derecho.

Él se quedó pensativo; luego dijo:

-Dime qué estás pensando. ¿Quieres destruir su matrimonio y casarte con él?

La chica sonrió y respondió:

-Yo no quiero destruir nada.

-¿Se trata solo de amor?

Ella se limitó a encogerse de hombros, sin decir nada.

-¿Crees que eso te convertirá en una estrella? -preguntó él.

-¡No soy una oportunista!

-¿Entonces?

-Debes mantener tu promesa.

De pronto él tuvo una idea y exclamó:

-Me has inspirado para escribir un artículo.

-¿De qué se trata?

-El amor libre, antes y ahora.

-Dime más.

El hombre continuó, sin intentar frenar su entusiasmo:

-Por ejemplo, antes, cuando una chica se comportaba como tú, se decía que era una perdida. Sin embargo, ahora se dice que se debe a la ansiedad propia de la época o que es un síntoma de ansiedad filosófica.

-¡Tú perteneces a la edad de piedra! -dijo ella, enfadada-, aunque vayas de progresista.

-¿Y qué esperas de alguien cuyos antepasados vivían en la edad de piedra?

-¿Es que no puedes considerarme un ser humano, exactamente igual que tú?

-Si tú eres narcisista...

-Tú te burlas de mí, y mi padre me regaña.

-¿Y tú?

-Te repito que debes mantener tu promesa.

-Permíteme que primero te informe sobre él. Es un gran artista, un primer actor, según la opinión de muchos. Y sigue una táctica habitual a la que no está dispuesto a renunciar: cuando conoce a una chica como tú, se la lleva inmediatamente a su apartamento, cerca de las pirámides, y comienza donde otros terminan.

-Te agradezco tu amable consejo.

-¿Todavía quieres conocerlo?

-Sí.

-Bien -dijo él desafiante-, pero te pido un pago por anticipado.

La chica movió la cabeza con gesto interrogativo y un mechón de cabello negro le cayó por la frente.

Quiero que me pagues viniendo al apartamento de Al Sharq.

Ella sonrió, incrédula, sin hacer ningún comentario.

-¿De acuerdo? -insistió él.

-Estoy segura de que tu mente es más limpia que todo eso.

-¡Qué le voy a hacer! Estoy contagiado del espíritu de la época.

-No mezcles las bromas con las cosas serias.

Luego añadió, disculpándose:

-Te he hecho perder tu valioso tiempo.

Ella encendió el tercer cigarrillo. Se intercambiaron una larga mirada y sonrieron. Él empezó a pensar de nuevo en su artículo; se había despejado el malentendido y volvía a tener una sensación de calor y humedad.

-Eres un reaccionario disfrazado de moderno -le dijo ella en broma.

-Nada de eso. Lo que sucede es que tú no eres sincera contigo misma. Pero eres deliciosa y tus bromas son muy divertidas. Prepararé el encuentro en mi oficina. Ven, por casualidad, el miércoles a las nueve.

-Gracias.

-Soy yo quien debe darte las gracias por mi próximo artículo.

-Veremos lo que eres capaz de hacer.

-Cuando escribo, me convierto en alguien totalmente distinto.

Ella se rió y le rectificó:

-Te atienes a lo que crees que debes decir, aun a costa de mentirte a ti mismo.

-Tal vez. La verdad es que lo mejor de mí todavía no se ha expresado.

La chica, al darse cuenta de que él miraba su cuaderno de notas, cogió su bolso y lo puso en una silla vacía. Él estaba observando de nuevo el palacio cerrado a cal y canto, admirando su magnificencia. Le gustaban los balcones que daban al jardín, y aún más los del piso de arriba, sostenido cada uno por dos columnas en forma de obelisco. ¡Qué bello sería sentarse en uno de esos balcones a la luz de la luna, libre para pensar, sin compromisos ni tradiciones. O poseer un yate y viajar por los mares conociendo gente y países sin fronteras, mientras tu mujer te espera sin moverse de El Cairo. Jugar con flores en Hawái y olvidar la columna «Ayer y hoy» y todos los problemas relacionados con la pobreza, la ignorancia y la enfermedad... mirando hacia lo desconocido y dejando de lado en un momento toda la historia humana.

«Tienes numerosas dudas acerca de tu talento, pero las eclosiones las disuelven. Son extraños estallidos que provocan el asombro e ignoran el concepto de responsabilidad, ininteligibles, incuestionables e incontrolables, aunque los comentaristas de las tabernas y fumaderos de opio se ofrezcan a explicarlos.»

-Nadra, ¿qué piensas del absurdo?

-Lo encuentro muy razonable -dijo ella con entusiasmo.

-Juega conmigo como un sueño.

-Yo estoy pensando en escribir una obra de teatro del absurdo y presentarla en el teatro El Aráis -dijo Nadra; luego añadió, suspirando con tristeza-: Si no hubiera sido por mi padre, habría podido escribir una historia descabellada, basada en mis experiencias.

-Me gustaría que me incluyeras en esas experiencias -bromeó él.

-En lugar de burlarte, piensa en el rotundo éxito que podría tener.

Ambos permanecieron un rato en un delicioso silencio, dejándose llevar por la fantasía. De pronto, una voz fuerte les hizo volver a la realidad. La voz gritó: «¡Hu!» Vieron a un hombre que iba en una barca con las velas plegadas, como si estuviera parado o se moviera de forma tan lenta que parecía que no avanzaba. Estaba a punto de alcanzar el antepecho del Nilo por la otra parte, a unos dos metros de donde ellos estaban sentados. El hombre tiraba de la barca con una cuerda larga enrollada a su espalda. Se echaba hacia delante, forzando los músculos con gran empeño, y la barca se deslizaba más lenta que una tortuga sobre el agua inmóvil y bajo un aire como muerto.

Un anciano vestido con galabeya y turbante se puso de pie en la proa y observó con lástima el esfuerzo del otro.

El hombre y la mujer, por su parte, sintieron rabia e impotencia pero no dijeron nada.

El que tiraba de la barca continuó con su duro trabajo, poniendo en él todo su esfuerzo, hasta que llegó al punto donde ellos estaban sentados. Era un joven de unos veinte años, de piel oscura y rasgos marcados. Llevaba la cabeza afeitada, iba descalzo y vestía una galabeya descolorida que dejaba ver parte del pecho y de las piernas, estas con las venas hinchadas por el esfuerzo.

Tenía los ojos saltones y la boca rígida, y agachaba la cabeza para protegerse el rostro del intenso sol. Cada vez que se sentía exhausto, se paraba un momento para respirar profundamente. Entonces el anciano le gritaba:

-¡Vamos, con fuerza! Y él exclamaba:

-¡Hu!

El joven continuó su dura lucha. Cuando pasó junto a ellos, aspiraron el olor de su cuerpo, mezcla de sudor y polvo. Hicieron un gesto de asco, y Nadra acercó su delicada nariz a un pañuelo perfumado. Intentaron disimular el fastidio y siguieron mirando atentamente la dura lucha sostenida por el joven. Le vieron moverse paso a paso hasta que se cansaron y dirigieron su atención a otra parte. Luego se miraron sonrientes y encendieron un cigarrillo.

FIN

jueves, 10 de diciembre de 2015


EMILY DICKINSON

No era la Muerte, pues yo estaba de pie...

No era la Muerte, pues yo estaba de pie
Y todos los muertos están acostados,
No era de noche, pues todas las campanas
Agitaban sus badajos a mediodía.

No había helada, pues en mi piel
Sentí sirocos reptar,
Ni había fuego, pues mis pies de mármol
Podían helar un santuario.

Y, sin embargo, se parecían a todas
Las figuras que yo había visto
Ordenadas para un entierro
Que rememoraba como el mío.

Como si mi vida fuera recortada
Y calzada en un marco
Y no pudiera respirar sin una llave
Y era como si fuera medianoche

Cuando todo lo que late se detiene
Y el espacio mira a su alrededor
La espeluznante helada, primer otoño que llora,
Repele la apaleada tierra.

Pero todo como el caos,
Interminable, insolente,
Sin esperanza, sin mástil
Ni siquiera un informe de la tierra
Para justificar la desesperación.

GERLILIBROS: DULCE MARÍA LOYNAZLa hija pródiga¿Qué me queda ...

GERLILIBROS: DULCE MARÍA LOYNAZ La hija pródiga ¿Qué me queda ...: DULCE MARÍA LOYNAZ La hija pródiga ¿Qué me queda por dar, dada mi vida? Si semilla, aventada a otro surco, si linfa, derramada en todo ...
10 DE DICIEMBRE DE 1903 NACE:

DULCE MARIA LOYNAZ

(Dulce María Loynaz y Muñoz; La Habana, 1903 - 1997) Poeta y narradora cubana cuya primera obra se inscribe en el posmodernismo insular, dentro del cual fue la figura más representativa de la línea purista. La lírica de Loynaz sedujo por su sencillez y naturalidad y el ritmo y la musicalidad de sus versos, en los que predominó una temática en ocasiones fruto de la angustia y del enigma y motivada por el amor.

Fue la mayor de cuatro hermanos nacidos de la unión entre María de las Mercedes Muñoz Sañudo y el general Enrique Loynaz del Castillo. Última descendiente de una estirpe de fundadores, sus antepasados provenían del País Vasco, y entre ellos se contaban varios personajes ilustres que habían destacado sobre todo en el ámbito militar y religioso. En su familia no existían, sin embargo, antecedentes literarios, aparte de algunas composiciones de su padre, escritas como aficionado.

Su infancia transcurrió en una casa del popular barrio cubano de El Vedado, donde había nacido y donde vivió la mayor parte de su vida. Creció, junto con sus hermanos Enrique, Carlos Manuel y Flor, rodeada por un ambiente cultivado, en el que se fomentaba la expresión artística y que acogió con satisfacción la incipiente sensibilidad poética que despertaba en ella. Se educó en su hogar bajo la atenta mirada y los cuidados de su padre, y ni ella ni sus hermanos asistieron jamás a un colegio. Pese a ello, adquirió y asimiló en profundidad una vasta cultura, que alimentaría toda su trayectoria literaria y que se reflejaría en cada una de sus palabras.

En 1919 publicó sus dos primeros poemas, Vesperal e Invierno de almas, en el diario La Nación, que significaron la entrada de Loynaz en el mundo de las Letras. Posteriormente, estudió Derecho Civil en la Universidad de La Habana, y se doctoró en 1927. Fue doctor "Honoris Causa" por esta misma universidad. En 1928 empezó a escribir su novela lírica Jardín, que terminaría siete años después y que no se publicaría en España hasta 1951.

Esta obra es una especie de autobiografía poetizada en la que son elementos fundamentales la memoria, la imaginación y el sueño. Se nutre de sentimientos y recuerdos de los años pasados un su casa de El Vedado y, sobre todo, en el jardín que la rodeaba. La autora convierte lo que fue un lugar real, en el que transcurrieron muchos momentos de su vida, en un mundo imaginario, ensoñador y simbólico, en su paisaje íntimo, a través del cual percibe, entiende y expresa los movimientos y recovecos de su alma. En esta obra, como en el resto de su producción poética y novelística, la autora expresa su deseo de comunión con los demás, con la naturaleza y con los objetos, en una especie de unión mística con el mundo.

Es fundamental en su estilo la influencia de Juan Ramón Jiménez. En las composiciones de Loynaz encontramos una ternura, delicadeza y melancolía que recuerdan, sin duda alguna, la expresión intimista de Platero y yo, la popular obra del poeta. Él mismo reconoce estas semejanzas entre ambos en un artículo del año 1942, que publica en la revista semanal Buenos Aires. En 1929 viajó a Turquía, Siria, Libia, Palestina y Egipto. En este momento escribió su obra Cartas de amor al Rey Tut-Ank-Amen, inspirada por su visita a la tumba del famoso faraón. Un año después conoció a García Lorca, con el que mantuvo una entrañable amistad y que fue uno de los muchos amigos que hizo en España.
En el año 1937 se casó con su primo Enrique de Quesada y Loynaz, pero su matrimonio fracasó, y la pareja se divorció siete años después. En 1938 publica Versos, una recopilación de poemas escritos entre 1920 y 1938, y Canto a la mujer estéril. En 1946 contrajo matrimonio con el periodista Pablo Álvarez de Cañas, originario de las Islas Canarias. A partir de este momento inició una serie de viajes que la llevarían por gran parte de América del Sur (Chile, Argentina, Uruguay y Brasil), y desde 1947 hasta 1958, también por España, país con el que mantuvo una profunda relación y que visitó en numerosas ocasiones.

Dedicó a esta tierra gran parte de su obra, que tuvo en ella una enorme y cálida acogida. Su persona siempre fue recibida con honores, y fue galardonada en diversas ocasiones por su talento poético. En 1947 recibió la Cruz de Alfonso X el Sabio, en 1951 fue elegida Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Arte y Letras, y homenajeada en las Islas Canarias, donde fue declarada Hija Adoptiva de Puerto de la Cruz. Un año más tarde, Gabriela Mistral la propuso como candidata al Premio Nobel de Literatura. En 1953 la Universidad de Salamanca le otorgó a modo de homenaje la cátedra Fray Luis de León, y el mismo año asistió como delegada al Segundo Congreso de Poesía, presidido por Azorín. Dos años después fue nombrada académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.

De esta época son las obras Juegos de agua; versos del agua y del amor (1947); Mi poesía autocrítica (1951); Poemas sin nombre (1953); Obra lírica (1955), que recopila todos sus versos anteriores; Últimos días en una casa (1958) y Un verano en Tenerife, publicado el mismo año. También durante este período escribió diversas crónicas en las que dio a conocer sus impresiones acerca de sus viajes por América del Sur, Europa y España. Algunos de estos artículos, que aparecen en periódicos como El País y Excélsior, son: Impresiones de un cronista (1947); Crónicas de América del Sur (1947); El Succés de la semana (1948); Crónicas de ayer (1954) y Entre dos primaveras (1954). Dio recitales de poesía por toda la Península, además de numerosas conferencias, como Gertrudis Gomez de Avellaneda, La Gran Desdeñada; Poetisas de América; Mujer entre dos islas y El último rosario de la reina, ambas de 1951, y Gabriela y Lucila (1957).

Un año más tarde regresó a su tierra natal y a la paz de su casa de El Vedado para dedicarse desde allí a la literatura. También en Cuba se reconoció su valía, y se la tuvo en gran estima, siendo elegida miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua en 1959, condecorada con la Distinción Por la Cultura Nacional por el Ministerio de Cultura de Cuba en 1981, y proclamada miembro Emérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1989.

Cabe destacar también sus obras Nueve poetas cubanos del siglo XX; Fe de vida; La novia de Lázaro; Antología lírica; Poesías escogidas (1985); Bestiarium (1991), que recoge algunos de sus pomas breves escritos en los años veinte, y Poemas náufragos (1991), por los que recibió el Premio de la Crítica en Cuba de 1992. Este mismo año se le otorgó el Premio Miguel de Cervantes de Literatura en España, siendo elegida entre candidatos como Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela y Rosa Chacel, entre otros. Por la pureza de su voz lírica y su cautivadora expresividad, se la considera una de las representantes femeninas más ilustres de la poesía latinoamericana.

10 DE DICIEMBRE DE 1830 NACE:

EMILY DICKINSON

(Amherst, 1830 - id., 1886) Poetisa estadounidense cuya obra, por su especial sensibilidad, misterio y profundidad, ha sido celebrada como una de las más grandes de habla inglesa de todos los tiempos.
Su padre, miembro del Congreso y tesorero del Amherst College, fue un abogado culto y austero, según el estilo burgués de Nueva Inglaterra. Dickinson estudió en la Academia de Amherst y en el seminario Femenino de Mount Holyoke, en Massachussets, donde recibió una rígida educación calvinista que dejó huellas en su personalidad y a la que se enfrentaría con su carácter escéptico. A través de Benjamín F. Newton conoció muy temprano la obra de Emerson. También leyó a Thoreau, a Hawthorne y a Beecher Stowe.


Emily Dickinson

Muy pronto decidió aislarse del mundo, manteniendo contacto solamente con unas pocas amistades, como el escritor Samuel Boswell, con quien sostuvo una larga correspondencia. A los veintitrés años, Dickinson tenía conciencia de su propia vocación casi mística, y a los treinta su alejamiento del mundo era ya absoluto, casi monástico. Retirada en la casa paterna, se dedicaba a las ocupaciones domésticas y garabateaba en pedazos de papel (con frecuencia ocultados en los cajones) sus apuntes y versos que, después de su muerte, se revelaron como uno de los logros poéticos más notables de la América del siglo XIX. En su aislamiento sólo vistió de color blanco ("mi blanca elección", según sus propias palabras), rasgo que expresaba la ética y transparencia de su poesía.

Uno de sus biógrafos escribió acerca de su naturaleza poética: "Era una especialista de la luz". Su escritura puede ser descrita como producto de la soledad, del retiro de cualquier tipo de vida social, incluida la relativa a la publicación de sus poemas. De ella dijo Jorge Luis Borges: "No hay, que yo sepa, una vida más apasionada y solitaria que la de esa mujer. Prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y tenerlo". Algunos de sus poemas reflejan la decepción que sufrió por un amor (dirigía cartas a un hombre al que llamaba "Master", del que no se conoce su verdadero nombre), y la ulterior sublimación y trasvase de ese amor a Dios.


Sus primeros poemas fueron convencionales, según el estilo corriente de la poesía en esos momentos, pero ya a comienzos de 1860 escribió versos más experimentales, sobre todo en lo que respecta al lenguaje y a los elementos prosódicos. Su escritura se volvió melódica y a la vez precisa, despojada de palabras superfluas y exploradora de nuevos ritmos, unas veces lentos y otras veloces, según el momento y la intención y no como un patrón rígido, como era usual. Su poesía devino intelectual y meditativa, sin que esto supusiera una merma de su sensibilidad.

Actualmente algunos especialistas subrayan esa complejidad intelectual, pues por lo general la crítica había jerarquizado su lirismo como un valor supremo, o su feminidad como categoría poética que la separaba de los demás autores norteamericanos. En su poesía pesan la extrañeza y la oscuridad como cualidades esenciales, y la sutilidad dialéctica entre las imágenes, las sensaciones y los conceptos. Influyó en poetas posteriores (como E. Bishop, A. Rich, W. Stevens y otros) por esa capacidad de crear un lenguaje a la vez metafísico y emotivo.
Únicamente cinco de sus composiciones poéticas fueron publicadas, con carácter anónimo, durante la vida de la autora. Hasta pasados cuatro años de su muerte no se publicó su primer poemario; posteriormente, a lo largo de sucesivas ediciones, llegaron a rescatarse alrededor de 1.800 poemas. No fue hasta a partir de 1920 que Dickinson alcanzó su posición prominente en la historia de la literatura norteamericana. En este aspecto constituyó una fecha notable el año 1924, en el que su sobrina Martha Dickinson Bianchi publicó The Life and Letters of Emily Dickinson, texto al cual opuso Geneviève Taggard en 1930 The Life and Mind of Emily Dickinson.
La poesía de Emily Dickinson
La obra de Dickinson es copiosa y desigual; muchos textos son piezas fragmentarias, pero en los mejores poemas, todos breves, se revela una fuerza excepcional de expresión, una concisión que es la condensación del pensamiento o de la impresión en una "evocatividad" metafísica como sólo se encuentra en algunos de los mejores poetas de nuestro tiempo. A esto se une una forma nítida, segura, que logra los máximos efectos con medios muy simples, y un personalísimo ritmo desarrollado usualmente en poemas de ocho o doce versos, de ordinario dos cuartetos yámbicos o bien tres cuartetos con rima ABCB.
Sus composiciones se agrupan en diversos apartados: "La vida" ["Life"], "La naturaleza" ["Nature"], "El amor" ["Love"], "El tiempo y la eternidad" ["Time and Eternity"], lo que da una idea de las líneas de su inspiración. La naturaleza, con sus desconcertantes leyes, encuentra en Emily Dickinson una comentarista aguda y serena que, como en el poema "Muerte y vida" ["Death and Life"], sabe expresar, en el consabido esquema de los dos cuartetos, uno de los más tormentosos problemas que turban la mente y el corazón del hombre:


En apariencia sin sorpresa

para la flor feliz,
el hielo, jugando, la decapita
valiéndose de su momentáneo poder.
El rubio asesino prosigue,
el sol avanza sin conmoverse
a medir otro día,
para un Dios que lo aprueba.


En los poemas que tienen como tema el amor (todos ellos inspirados por la única e infeliz pasión de la poetisa) domina la nota personal, y la feminidad de Dickinson, casi siempre sofocada, halla aquí a veces un desahogo. Son, sin embargo, rarísimos los gritos de pasión; más a menudo Dickinson nota, con delicada sensibilidad, las pequeñas alegrías de un casto sentimiento correspondido o el sentimiento por lo que nunca podrá ser.

No es, sin embargo, en este grupo donde se hallan sus logros mejores. El tiempo y la eternidad, descubriendo más vastos y menos personales horizontes interiores, le dan mayor libertad y felicidad de expresión. Así, en "Ha habido una muerte en la casa de enfrente" [There's been a Death in the opposite house"], hallamos la sobria y casi prosaica descripción de lo que, mirando por la ventana, se puede adivinar de la casa de enfrente por su aspecto externo: "Los vecinos se mueven dentro y fuera, el coche del doctor se va. Una ventana se abre mecánicamente, de golpe, de un modo súbito; alguien saca un colchón. Los niños pasan apretando el paso, se preguntan si Eso se muere allá arriba. Así hacia yo, de niña. El sacerdote entra tranquilo como si la casa fuese suya... y después la modista, y el hombre de la triste profesión, para tomar las medidas de la caja". Dickinson logra comunicar al lector el sentido trágico y conmovedor de la muerte humana, con sus pequeñas ceremonias siempre iguales, con sus exterioridades tan míseras, frente al misterio. Misterio al que Dickinson no tiene miedo:


No he visto nunca una landa,

nunca he visto el mar,
y sin embargo, sé cómo está hecho el yermo,
y sé lo que debe ser la ola.
Nunca he hablado con Dios,
nunca he visto el Cielo,
y sin embargo, conozco el lugar
como si tuviese un mapa de él.

Los versos comprendidos en el apartado "Un solo sabueso" ["A single Hound"] se inspiran siempre en los mismos temas, pero tienen el semblante más vivo, menos cuidado. La variedad y la bizarría de los ritmos se enfrentan con una incierta y menos profunda actitud mental. Es difícil encuadrar a la Dickinson en una época o en una escuela. Toda su obra expresa un tormento sutil a través de una intensa castidad estilística, y la meditada exigüidad de los medios formales y literarios da lugar a logros reservados a artistas verdaderamente geniales que siguen conmoviendo la sensibilidad actual.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

GERLILIBROS: 9 DE DICIEMBRE NACEJOHN MILTON(Londres, 1608 - i...

GERLILIBROS: 9 DE DICIEMBRE NACE JOHN MILTON (Londres, 1608 - i...: 9 DE DICIEMBRE NACE JOHN MILTON (Londres, 1608 - id., 1674) Poeta inglés. Su padre, un notario apasionado por la música, le animó a estudi...

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9 DE DICIEMBRE MUERE
CLARICE LISPECTOR
Novelista y cuentista brasileña de origen ruso, nacida en Tchetchelnick (Ucrania) el 10 de diciembre de 1920 y fallecida en Río de Janeiro en 1977. La crítica brasileña sitúa su obra en el centro de la narrativa de vanguardia.

sábado, 5 de diciembre de 2015



HOWARD PHILLIP LOVECRAFT

LA NOVIA DEL MAR

La Novia del Mar.
The Bride of the Sea, Howard Phillip Lovecraft.

Negro telar de riscos, tierras altas detrás de mí,
Oscuras son las arenas de la distante costa;
Sombríos son los caminos rocosos que me recuerdan
Con tristeza los días perdidos en el Nunca Más.

Suaves, las olas del océano acarician las rocas,
Dulce y familiar es aquel sonido hondo;
Aquí, con su cabeza sobre mi hombro
He caminado con Unda, La Novia del Mar.

Brillante fue la aurora de mi juventud cuando la conocí,
Dulce como la brisa que sopla sobre la hierba.
Rápido fui capturado en las más sólidas cadenas del Amor,
Era feliz estando aquí, y Ella era feliz conmigo.

Nunca le pregunté por dónde había vagado,
Nunca me preguntó por mi pasado:
Felices como niños: no pensamos ni soñamos,
Sólo disfrutamos de la abundancia de la tierra y el océano.

Cuando la luz de la luna tocó su suave melodía,
Alta en el acantilado, sobre las aguas que contemplamos,
Su cabello fue atado con una guirnalda de sauces,
Desplumado en la fuente de un bosque encantado.

Extrañamente, ella miraba aquel vaivén repentino,
Deslumbrada ante la luz, encantada por el sonido:
Entonces las olas de salvaje aspecto la reclamaron,
Severas como el océano y crueles como la noche.

Fríamente ella me dejó, sorprendido y llorando,
De pie, en soledad, entre las legiones que ella bendijo:
Hacia abajo, siempre abajo. A medias cayendo, a medias volando,
La dulce Unda robó los secretos malditos del mar.

La calma creció sobre las aguas, y los azotes tumultuosos
Fueron un monótono balanceo mientras Unda, la Hermosa,
Pasó por las arenas húmedas con afectuoso saludo,
Oculta para mí, ya nunca estuvo allí.

Largos años vagué por las rocas donde ella se desvaneció,
Altas lunas ascendieron y cayeron otra vez.
Gris rompió el alba hasta que la triste noche fue desterrada,
Mi corazón permaneció allí, con su infinito dolor.

He recorrido el amplio mundo en busca de mi amada;
Vagué por el lejano desierto y las distantes aguas.
Hasta que sobre una ola, mientras la tormenta rugía,
Vislumbré un rostro que me embargó de calma y felicidad.

Nunca en mi inquietud he tropezado
Al buscar los pálidos destellos de mi camino.
Ahora me he extraviado donde las olas tiemblan,
De vuelta en el escenario del ayer abandonado.

¡Mira! La luna se alza roja sobre las brumas del mar,
Se eleva en una ominosa grandeza, digna de contemplar;
Extraño es su rostro, como mis torturados ojos que ven
Sobre el inabarcable reflejo de la luz y el azul.

Directo desde la luna, hasta la orilla donde estoy suspirando,
Surge un puente brillante, hecho de anhelos y diamantes.
Frágil puede ser, pero qué sencillo resulta intentarlo:
Vagar desde la tierra hasta el orbe de los sueños olvidados.

¿Qué rostro aparece bajo el luctuoso ojo de la luna?
¿He encontrado por fin a la doncella que huyó?
Sobre el puente delicado mis pasos se acercan,
Su fantasma de ternura acelera mi marcha.

Las corrientes me rodean, y suave me balanceo,
Lejos, sobre el sendero de la luna finalmente la veo.
Impaciente, a medias cayendo, a medias rezando,
Avancé hasta alcanzar aquella visión de la Gracia.

Las aguas murmurantes se cierran sobre mi,
Suave, la visión se acerca con ternura.
Mis hechos han concluido. Mi corazón reposa sin lugar,
A salvo eternamente con mi amada: La Novia del Mar.

viernes, 4 de diciembre de 2015

GERLILIBROS: ANTONIN ARTAUDMensaje al PapaNo eres tú el confe...

GERLILIBROS: ANTONIN ARTAUD Mensaje al Papa No eres tú el confe...: ANTONIN ARTAUD Mensaje al Papa No eres tú el confesionario, ¡oh Papa!, lo somos nosotros; comprendemos y que los católicos nos comprendan...

ANTONIN ARTAUD
Mensaje al Papa
No eres tú el confesionario, ¡oh Papa!, lo somos nosotros; compréndenos y que
los católicos nos comprendan.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...