miércoles, 23 de diciembre de 2015

JOSÉ SARAMAGO

Acerca de la inmigración en el estrecho de Gibraltar

Que tire la primera piedra quien nunca haya tenido manchas de emigración en su árbol genealógico... Así como en la fábula del lobo malo que acusaba al inocente cordero de enturbiar el agua del arroyo de donde ambos bebían, si tú no emigraste, emigró tu padre, y si tu padre no necesitó mudar de sitio fue porque tu abuelo, antes, no tuvo otro remedio que ir, cargando la vida sobre la espalda, en busca de la comida que su propia tierra le negaba. Muchos portugueses (¿y cuántos españoles?) murieron ahogados en el río Bidasoa cuando, noche oscura, intentaban alcanzar a nado la otra orilla, donde se decía que el paraíso de Francia comenzaba. Centenas de millares de portugueses (¿y cuántos españoles?) tuvieron que adentrarse en la llamada culta y civilizada Europa de allá de los Pirineos, en condiciones de trabajo infame y salarios indignos. Los que consiguieron soportar las violencias de siempre y las nuevas privaciones, los supervivientes, desorientados en medio de sociedades que los despreciaban y humillaban, perdidos en idiomas que no podían entender, fueron poco a poco construyendo, con renuncias y sacrificios casi heroicos, moneda a moneda, céntimo a céntimo, el futuro de sus descendientes. Algunos de esos hombres, algunas de esas mujeres no perdieron ni quisieron perder la memoria del tiempo en que padecieron todos los vejámenes del trabajo mal pagado y todas las amarguras del aislamiento social. Gracias sinceras les sean dadas por haber sido capaces de preservar el respeto que debían a su pasado. Otros muchos, la mayoría, cortaron los puentes que los unían a aquellas horas sombrías, se avergonzaron de haber sido ignorantes, pobres, a veces miserables, se comportaron como si la vida decente, para ellos, sólo hubiera comenzado verdaderamente y por fin el día felicísimo en que pudieron comprar su propio automóvil. Esos son los que estarán siempre dispuestos a tratar con idéntica crueldad e idéntico desprecio a los emigrantes que atraviesan ese otro Bidasoa más largo y más hondo que es el Estrecho de Gibraltar, donde los ahogados abundan y sirven de pasto a los peces, si la marea y el viento no prefirieron empujarlos a la playa, hasta que la guardia civil aparezca y se los lleve. A los supervivientes de los nuevos naufragios, a los que pusieron pie en tierra y no fueron expulsados, les espera el eterno calvario de la explotación, de la intolerancia, del racismo, del odio a la piel, de la sospecha, del envilecimiento moral. Aquel que antes fue explotado y perdió la memoria de haberlo sido, acabará explotando a otro. Aquel que antes fue despreciado y finge haberlo olvidado, refinará su propia capacidad de despreciar. Aquel a quien ayer humillaron, humillará hoy con más rencor. Y helos aquí, todos juntos, tirándole piedras a quien llega hasta esta orilla del Bidasoa, como si ellos nunca hubieran emigrado, o los padres, o los abuelos, como si nunca hubieran sufrido de hambre y desesperación, de angustia y de miedo. En verdad, en verdad os digo, hay ciertas maneras de ser feliz que son simplemente odiosas.
José Saramago Portugal, 1922
Premio Nobel de Literatura 1998

GERLILIBROS: WISLAWA SZYMBORSKABAJO UNA PEQUEÑA ESTRELLAQue...

GERLILIBROS: WISLAWA SZYMBORSKA BAJO UNA PEQUEÑA ESTRELLA Que...: WISLAWA SZYMBORSKA BAJO UNA PEQUEÑA ESTRELLA Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad. Que me disculpe la necesidad, si ...
 WISLAWA SZYMBORSKA

BAJO UNA PEQUEÑA ESTRELLA


WISLAWA SZYMBORSKA

BAJO UNA PEQUEÑA ESTRELLA

Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco de un minué.
Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre,
absuélveme, aunque fueras un ave disecada.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos, cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas y que me esfuerce
después para que parezcan ligeras.

Wislawa Szymborska (Polonia, 1923-2012)
Premio Nobel de Literatura 1996

DINAH CRAIK UN SUEÑO DE MUERTE

DINAH CRAIK 
UN SUEÑO DE MUERTE
¿Hacia dónde navegaremos? ' - Así dijo, creí,
Una voz que sólo podría ser oída en sueños:
Y nos deslizamos sin mástil ni remos,
Un bote maravilloso sobre un espléndido mar.

De pronto la orilla se torció hacia una bahía,
Amplia, tranquila, con magníficas algas ondeando
Bajo el agua, como los pensamientos que se agitan
En el misterioso y profundo corazón de los poetas.

Tan quieta, tan justa, tan rosada en el alba
Dormía esa bahía brillante: aunque parecía respirar,
Tal vez del aire, o de las olas susurrantes,
O de aquella voz, tan cercana como la propia alma.

"Hubo un naufragio anoche". ¿Un naufragio? ¿entonces dónde
El buque, dónde la tripulación? - el mar que todo lo sepulta,
Sobre el cual no hay mandamientos ni crónicas,
Yace sobre ellos con su sonrisa de cristal.

"El naufragio ocurrió anoche". Mirando abajo,
Profundamente debajo de la superficie, advertimos
Los rostros sombríos con sus ojos abiertos
Hacia el amanecer que no podían ver.

Uno fue movido por las algas: otro se estremecía,
Los peces teñidos de rojo se deslizaban sobre su pecho;
Alguien, con el cabello flotando, se mecía silenciosamente
Sobre la aguda horquilla, como un niño.

"El naufragio ha sido" -dijo la voz melódica-
"Y todo está en paz. Los muertos, que, mientras dormíamos,
Lucharon por sus vidas, ahora descansan sin temer a la tormenta:
No lloremos sobre ellos cuando sonríen las olas".

Y navegamos sobre las arenas diamantinas,
Flores de mar brillantes, y caras blancas en una calma pedregosa,
Antes que las olas nos arrastren al mar abierto,
Y el gran sol surgió sobre el mundo.

sábado, 19 de diciembre de 2015

18 DE DICIEMBRE DE 1915 NACE EDITH PIAF

18 DE DICIEMBRE DE 1915 NACE EDITH PIAF

Edith Giovanna Gassion; París, 1915 - Provenza, 1963 Cantante y letrista francesa. Su vida estuvo marcada por la desdicha desde su más tierna infancia, lo que ejerció una influencia decisiva sobre su estilo interpretativo, lírico y desgarrado al mismo tiempo. Su aspecto desvalido le valió el nombre por el que es universalmente conocida: Piaf («gorrión»).
Hija de un contorsionista acróbata y de una cantante de cabaret, su infancia fue triste. Sus padres se separaron muy pronto; la madre, alcoholizada y enferma, dejó la custodia de Edith a su marido (también alcohólico) y a una abuela paterna. Dada la precaria situación económica de la familia, Edith tenía que ganarse unas monedas cantando en calles y cafés de París.
La situación empeoró cuando Edith, con 16 años, se quedó embarazada. En 1932 tuvo una hija a la que llamó Marcelle, pero murió a los dos años. La vida de la cantante quedó marcada por esta tragedia. Siguió cantando en cafés y clubes de la calle Pigalle, en el mundo que rodeaba a los barrios menos recomendables del París de la época.
Su vida cambió cuando, cantando en la calle, un transeúnte muy elegante se paró a escucharla. Ese hombre resultó ser Louis Leplée, propietario del cabaret Gerny's, uno de los más conocidos de París. Tras una pequeña prueba, Edith fue contratada de inmediato. Su éxito no tardó en llegar y fue conocida como "Môme Piaf" ("pequeño gorrión"). El propio Leplée instruyó a Edith para convertirla en una gran figura del cabaret. Era 1937, y había nacido una nueva estrella: Edith Piaf.
Sin embargo, la vida volvió a castigar a la joven Piaf, ya que Leplée fue encontrado muerto de un disparo en el club que regentaba; la cantante fue sospechosa del asesinato. La prensa la acusó y la sociedad elitista parisina le volvió la espalda. Volvió a mezclarse con lo peor de los barrios bajos de París, cantando en tugurios y llevando una vida desordenada.
Su consagración llegó tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se convirtió en la musa de poetas e intelectuales del París existencialista y se ganó la admiración incondicional del público. Un letrista conocido como Raymond Asso, que era su amante, la ayudó a sobreponerse. Edith Piaf remontó el vuelo y volvió a los grandes escenarios de Francia, de Europa y de América. Se hizo amiga de la actriz Marlene Dietrich y se convirtió en la gran dama de la canción francesa, ayudando a talentos emergentes como Charles Aznavour, Georges Moustaki, Yves Montand o Gilbert Bécaud, y relacionándose con intelectuales como Jean Cocteau.
En 1946 viajó a Nueva York y conoció al amor de su vida, el boxeador Marcel Cerdan, quien murió en 1949 al estrellarse el avión en que viajaba. Esto hundió nuevamente a Edith en una profunda depresión, que superó a base de alcohol y tranquilizantes. Fue a la vez la época de sus grandes éxitos: La vie en rose o Les trois cloches.
En 1950 colaboró con Charles Aznavour en canciones como Jezébel; fue el año además en que triunfó en el Olympia, mientras que en 1956 lo haría en el Carnegie Hall de Nueva York. Tras un accidente, Edith quedó maltrecha y se hizo adicta a la morfina. Una larga lista de enfermedades le fueron diagnosticadas, y en 1959 se le descubrió un cáncer.
Sus últimos años vivió alejada de los escenarios junto a su nuevo marido, el griego Theo Lambukas. En junio de 1961 fue premiada por la Academia Charles Cros por toda su carrera artística. Murió en Provenza el 11 de octubre de 1963. En su entierro, el cortejo fúnebre fue seguido por una multitud de 40.000 personas.
Entre las muchas canciones que popularizó cabe destacar Mon légionnaire, Je ne regrette rien, La vie en rose, Les amants de Paris, Hymne a l’amour, Mon dieu y Milord. También actuó en películas (French-can can, Étoile sans lumière, Paris, chante toujours) y tuvo otros romances con cantantes del relieve de Charles Aznavour, Georges Moustaki o Yves Montand. En los últimos años de su vida escribió una autobiografía con el título de Au bal du chance.

jueves, 17 de diciembre de 2015

GERLILIBROS: JULIO CORTAZAR Canada Dry Sé que me acordaré de...

GERLILIBROS: JULIO CORTAZAR Canada Dry Sé que me acordaré de...: JULIO CORTAZAR Canada Dry Sé que me acordaré de un cielo raso donde las manchas de humedad eran un gato, un número, una mano cortada. ...

JULIO CORTAZAR
Canada Dry 

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JORGE LUIS BORGES
El jardín de los senderos que se bifurcan


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Cuento azul*
* Inédito hasta 1993

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...