sábado, 17 de septiembre de 2016

ORTEGA Y GASSET 

LA REBELIÓN DE LAS MASAS 

(FRAGMENTO)




EL CARDO LEYENDA ARAUCANA

El sol caía a plomo sobre la pampa, calcinando la tierra. Los pastos habían desaparecido y los árboles resecos mostraban sus ramas desnudas y pardas cubiertas con el polvo gris que se levantaba del suelo.
Los pocos animales que quedaban, escuálidos y desganados, hundían sus hocicos donde creían encontrar el suelo húmedo o se echaban sin exhalar un quejido, pues ya no les quedaban fuerzas ni para eso.
Se hicieron muchas rogativas, pero el huenu se negaba a enviar el agua bienhechora.
En la tribu del gulmén Huiltrú reinaba la desesperación y la muerte. Los nativos no recordaban haber pasado jamás una sequía semejante.
Varios pobladores de la aldea habían tratado de alejarse en busca de algún lugar donde no faltara el agua, pero fue en vano. Debieron volver porque en mucha distancia a la redonda el panorama era aún más desolador.
Gulmén Huiltrú decidió realizar esa mañana el hillatrún, la fiesta que se celebraba cada dos años para rogar por el bienestar del pueblo, y que aunque no correspondía, dado el tiempo transcurrido desde que se realizara la última, era necesario efectuar a fin de que los ruegos fueran escuchados por los espíritus bienhechores.
Toda la tribu acogió la idea con vivas muestras de satisfacción, y de inmediato comenzaron los preparativos.
Se improvisó la capilla en medio del campo. Allí se depositaron las más variadas imágenes a quienes se dedicaba el huillatrún.
Buscaron luego un indiecito y una indiecita de ocho años más o menos, a los que pintaron los rostros con celeste y blanco, dándoles un aspecto original y llamativo. Así debía ser, pues estaban destinados a ser los ídolos de la fiesta.
Ellos, con su inocencia, eran los encargados de interceder entre los indígenas y los espíritus a quienes iban dirigidos los ruegos.
Se oyó a lo lejos el redoble de un cultrún. Un grupo de gente se acercaba encabezado por el machi más anciano de la tribu, que era quien ejecutaba el redoble monótono e interminable.
Llegó el grupo a la capilla improvisada. y allí, de pie, rogaron todos por el perdón de las malas acciones cometidas y pidieron con toda unción el agua bienhechora que los salvara de la muerte.
Después de pasado un tiempo bastante largo se hizo una pausa para dar oportunidad de descansar a los que realizaban las rogativas, pausa que aprovecharon no sólo para reposar sino para beber pulcu de. manzana y para comer carne de guanaco.
Varios descansos como este realizaron durante la mañana y todos con la misma finalidad.
A mediodía se dio por terminada la ceremonia.
Esa noche, mientras una suave brisa refrescaba el ambiente caldeado e insoportable, volvió el machi a invocar a los dioses haciendo conjuros para expulsar a Huecuvú, que era, sin duda, el culpable de los sinsabores y las desgracias que los habían alcanzado.
Los animales, extenuados, que se tiraban en el campo reseco y endurecido, no se volvían a levantar. Víctimas de una completa inanición, se dejaban morir...
Los hombres, vencidos por el calor y la fatiga, se echaban sobre la tierra desnuda, de la que se desprendía un calor de infierno.
El hechicero no dejaba de invocar a los dioses tutelares, previendo, con toda razón, que si una lluvia abundante no caía sobre la región; el fin de todos estaría muy próximo.
Después de medianoche, cuando el lucero del alba se hizo visible a sus ojos cansados, lanzó un grito de júbilo. El Espíritu del Agua, sensible a sus ruegos, se hizo presente y prometió. acceder a las súplicas de la tribu. Enviaría la tan esperada lluvia... Pero a cambio de un sacrificio que exigía.
No había sacrificio que los indígenas no estuvieran dispuestos a realizar a cambio del agua, que era para ellos esperanza de vida.
Sin embargo, no creyeron que las exigencias del Espíritu del Agua fueran tan terribles.
El hechicero, consciente de la magnitud de la demanda, repitió apesadumbrado las duras palabras del Genio de las Aguas:
-La más hermosa de las doncellas deberá acompañarme a las regiones ignotas del más allá, donde sólo tienen cabida las almas de los mortales. Para que su transformación
sea posible, toma este líquido. El será el encargado de quitarle la vida permitiendo al alma desprenderse de él y volar al Alhué Mapú.
Consternados escucharon los indígenas y un murmullo de asombro acompañó las últimas palabras del machi. No cabía la menor duda: la doncella más hermosa era Rayen, la hija preferida del cacique.
Temerosos pronunciaron su nombre:
-Rayen. .. Rayen...
El cacique nada dijo. Oyó imperturbable la sentencia. Su hermosa hija, presente en ese momento, se adelantó y acercándose al hechicero, le pidió:
-Dame, Curá... El veneno ha sido destinado para mí y yo me siento orgullosa de sacrificar mi vida por salvar la de mi padre y la de mi pueblo.
El cacique, desesperado al tener que perder a su hija predilecta, a cambio de la salvación de la tribu, con gesto rebelde y palabra amarga, mirando a los astros, se quejó:
-¿Por qué para conseguir la vida de unos, es necesario el sacrificio de la vida de otros?
Para conformarlo, el hechicero le respondió:
-Mi señor, los mandatos del Genio del Agua deben ser cumplidos sin protestas si no queremos que su venganza recaiga sobre todos. Pensad en vuestro pueblo, señor...
-En él pienso... Pero también pienso que para que mi pueblo se salve, debo sacrificar a mi hija, a quien no hay otra doncella que iguale en belleza ni la aventaje en bondad. ¡Yo no puedo sacrificar a mi hija!
Rayen, que sin que su padre lo notara había oído sus desconsoladas palabras, se acercó a él y acariciando su cabeza vencida por el dolor lo conformó:
-No te doblegue la pena, padre mío. Bello destino es el de mi vida si con ella logro salvar a mis hermanos. A ellos la ofrezco. A ellos y a ti, para quien deseo una existencia muy larga dedicada al bien y a la felicidad de tu pueblo al que gobiernas con tanta bondad y justicia.
Y sin que su padre pudiera evitarlo acercó a sus labios el recipiente que le entregara el machi, y de un sorbo, apuró el contenido.
-¿Has visto padre? Fue fácil y ya está. Que mi sacrificio sea la felicidad de los míos...
- Dio unos pasos por el campo seco y a poco cayó sin vida.
El cacique dio un grito y los que lo rodeaban bajaron la cabeza impresionados por tanto dolor.
La aurora, que había comenzado a teñir el cielo por oriente de rosado y añil, se vio interrumpida en su tarea de distribuir luz y colores por negros nubarrones que cubrieron el firmamento.
Un trueno resonó a lo lejos, acompañado de agudas lenguas de fuego que parecían hendir las nubes.
Desde ese momento no cesaron los truenos ensordecedores y los relámpagos impresionantes. Cayeron grandes gotas que desaparecían al instante absorbidas con ansias por la tierra reseca.
Resonó un trueno más fuerte que los otros y una cortina de agua unió, al instante, el cielo con la tierra. Una lluvia copiosa y refrescante no cesó de caer. Ávidos bebían los indígenas, y en un arranque de exaltación y de locura corrían bajo el agua hasta empaparse, mientras destemplados gritos de júbilo saludaban la llegada del agua salvadora.
Cuando la tormenta amainó, la tierra mojada prometía vida y bienestar.
El cacique, entonces, queriendo dar un último abrazo al cuerpo exánime de su hija, corrió al lugar donde cayera... pero no la halló.
Rayen había desaparecido.
En el lugar donde la bella y valiente hija del cacique, había exhalado su último suspiro, una planta nueva, espinosa, elevaba sus hojas verdegrisáceas sobre la superficie.
Entre ellas surgían unas hermosas flores azules que guardaban en su tallo el agua que tanto había costado conseguir.
Así nació el cardo.
Esta planta previsora guarda en su seno el agua vivificante que la ayuda a sobrevivir y que se ofrece al ganado cuando la sequía devasta los campos, la hierba desaparece y las llanuras desoladas son un páramo donde la vida se extingue.
Y vuelve así a repetirse el sorprendente milagro por el que inmoló su vida la hermosa y
abnegada hija del cacique Huiltrú.

VOCABULARIO
bullet
HUENU: Cielo
bullet
GULMÉN: Cacique
bullet
HUILTRÚ: Caldén
bullet
HUECUVÚ: Demonio
bullet
ALHUÉ MAPÚ: País de los muertos
bullet
CULTRÚN: Tambor
bullet
RAYEN: Flor
bullet
PULCU: Chicha. Bebida fermentada
bullet
CURÁ: Piedra
bullet
MACHI: Hechicero, curandero

MILAN KUNDERA 

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER

(FRAGMENTO)
1
La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás
filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa
repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?
El mito del eterno retorno viene a decir, per negatio-nem, que una vida que desaparece de una
vez para siempre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha
sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan. No es necesario
que los tengamos en cuenta, igual que una guerra entre dos Estados africanos en el siglo catorce que no
cambió en nada la faz de la tierra, aunque en ella murieran, en medio de indecibles padecimientos,
trescientos mil negros.
¿Cambia en algo la guerra entre dos Estados africanos si se repite incontables veces en un
eterno retorno?
Cambia: se convierte en un bloque que sobresale y perdura, y su estupidez será irreparable.
Si la Revolución francesa tuviera que repetirse eternamente, la historiografía francesa estaría
menos orgullosa de Robespierre. Pero dado que habla de algo que ya no volverá a ocurrir, los años
sangrientos se convierten en meras palabras, en teorías, en discusiones, se vuelven más ligeros que una
pluma, no dan miedo. Hay una diferencia infinita entre el Robespierre que apareció sólo una vez en la
historia y un Robespierre que volviera eternamente a cortarle la cabeza a los franceses.
Digamos, por tanto, que la idea del eterno retorno significa cierta perspectiva desde la cual las
cosas aparecen de un modo distinto ha como las conocemos: aparecen sin la circunstancia atenuante de
su fugacidad. Esta circunstancia atenuante es la que nos impide pronunciar condena alguna. ¿Cómo es
posible condenar algo fugaz? El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la
nostalgia; todo, incluida la guillotina.
No hace mucho me sorprendí a mí mismo con una sensación increíble: estaba hojeando un
libro sobre Hitler y al ver algunas de las fotografías me emocioné: me habían recordado el tiempo de mi
infancia; la viví durante la guerra; algunos de mis parientes murieron en los campos de concentración
de Hitler; ¿pero qué era su muerte en comparación con el hecho de que las fotografías de Hitler me
habían recordado un tiempo pasado de mi vida, un tiempo que no volverá?
Esta reconciliación con Hitler demuestra la profunda perversión moral que va unida a un
mundo basado esencialmente en la inexistencia del retorno, porque en ese mundo todo está perdonado
de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido.

viernes, 16 de septiembre de 2016

16 de septiembre de 1.955:
Se instala en la Argentina la Revolución Fusiladora


El 16 de Septiembre de 1955, las Fuerzas Armadas Argentinas se olvidaron que las armas se las da el pueblo para defenderlo, y no para alzarse contra él. Los fusiladores tomaban el poder. Ya habían demostrado su furia asesina en el bombardeo cobarde y asesino a civiles inocentes en Plaza de Mayo, en el cañoneo sobre Mar del Plata, en las bombas colocadas por los comandos civiles, para matar obreros en las puertas de los subtes. Quince mil compañeros presos, un millón de desocupados y un sin número de muertos, que tiñeron con su sangre de peronista este suelo.
El desprecio por la vida, y la crueldad de los golpistas no tuvo límites. Fusilaron a la Patria vilmente, en la figura de Valle, cobardemente, por la espalda, en León Suárez. Anónimamente, en las esquinas, en las fábricas y las casas obreras.
“En cada cementerio hay una tumba abierta por sus manos” escribía Susana Valle al dictador Aramburu en Junio del 63, año en que el General golpista presentaba su candidatura a Presidente. “…. El suyo es un camino tenebroso de sangre, de humillación y de dolor…”, continúa “…solo la antipatria y el odio podrán poner en las urnas su boleta. El pueblo no lo hará y UD. NO VOLVERÁ JAMÁS A ENSANGRENTAR ESTA TIERRA”

Resultado de imagen para revolución libertadora

Imagen relacionada

16 SEPTIEMBRE (1973)
ASESINAN A VÍCTOR JARA 

Es asesinado en el Estadio Nacional de Santiago de Chile el músico, cantor, compositor y director teatral Víctor Jara. Había sido secuestrado el 11 de septiembre, día del golpe de estado que derrocó al presidente Salvador Allende y remitido al estadio Chile, donde fue sometido a bárbaras torturas.

Resultado de imagen para victor jara
16 SEPTIEMBRE (1976)
NOCHE DE LOS LÁPICES
En la llamada "Noche de los Lápices", por orden del general Ramón Camps, las fuerzas de seguridad secuestran a diez estudiantes secundarios, en su mayoría militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios. Trasladados por diversos centros de detención y salvajemente torturados, cuatro podrán salir con vida, quedando a disposición del Poder Ejecutivo. Los jóvenes asesinados y desaparecidos fueron Claudio de Acha, de 16 años; Daniel Alberto Racedo, de 18, Horacio Angel Ungaro, de 17, María Clara Ciocchini, de 18 años, María Claudia Falcone y Francisco López Muntaner, ambos de 16 años. Años después, este hecho será conocido por la opinión pública gracias a las denuncias de los sobrevivientes Pablo Díaz, Emilce Moler y Gustavo Calotti. El 14 de mayo de 1998 la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sanciona
con fuerza de Ley que se establece la fecha del 16 de Setiembre, en conmemoración a "La Noche de los Lápices¨, como Día de los Derechos del Estudiante Secundario, el cual quedará incorporado al calendario escolar de cada ciclo lectivo.

jueves, 15 de septiembre de 2016



Carta de amor de
Adolfo Bioy Casares a 
Elena Garro
Mi querida, aquí estoy recorriendo desorientado las tristes galerías del barco y no volví a Víctor Hugo. Sin embargo, te quiero más que a nadie... Desconsolado canto, fuera de tono, Juan Charrasqueado (pensando que no merezco esa letra, que no soy buen gallo, ni siquiera parrandero y jugador) y visito de vez en vez tu fotografía y tu firma en el pasaporte. Extraño las tardes de Víctor Hugo, el té de las seis y con adoración a Helena. Has poblado tanto mi vida en estos tiempos que si cierro los ojos y no pienso en nada aparecen tu imagen y tu voz. Ayer, cuando me dormía, así te vi y te oí de pronto: desperté sobresaltado y quedé muy acongojado, pensando en ti con mucha ternura y también en mí y en cómo vamos perdiendo todo. Te digo esto y en seguida me asusto: en los últimos días estuviste no solamente muy tierna conmigo sino también benévola e indulgente, pero no debo irritarte con melancolía; de todos modos cuando abra el sobre de tu carta (espero, por favor que me escribas) temblaré un poco. Ojalá que no me escribas diciéndome que todo se acabó y que es inútil seguir la correspondencia... Tú sabes que hay muchas cosas que no hicimos y que nos gustaría hacer juntos. Además, recuerda lo bien que nos entendemos cuando estamos juntos... recuerda cómo nos hemos divertido, cómo nos queremos. Y si a veces me pongo un poco sentimental, no te enojes demasiado... Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte cartas maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a repetir por milésima vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti, que te admiro, que te respeto, que me gustas, que me diviertes, que me emocionas, que te adoro. Que el mundo sin ti, que ahora me toca, me deprime y que sería muy desdichado de no encontrarnos en el futuro. Te beso, mi amor, te pido perdón por mis necedades.

15 DE SEPTIEMBRE DE 1914 NACE: ADOLFO BIOY CASARES


15 DE SEPTIEMBRE DE 1914 NACE:
ADOLFO BIOY CASARES

(Buenos Aires, 1914 - 1999) Escritor argentino, uno de los más destacados autores de la literatura fantástica universal. Miembro de una familia de hacendados bonaerenses, en 1929 escribió Prólogo, manuscrito que revisó y mandó a imprimir su padre. Su temprana vocación por las letras fue estimulada por su familia, y ya en 1933 publicó el volumen de cuentos Diecisiete disparos contra lo porvenir.
Pronto se vinculó culturalmente al círculo cosmopolita de la revista Sur; su amistad con Jorge Luis Borges sería decisiva en su carrera literaria. En 1932 conoció a Borges en casa de Victoria Ocampo, y también a su hermana Silvina Ocampo, quien se convirtió en su esposa en 1940. La estrecha amistad con Borges duró hasta la muerte de éste en 1986 y dio origen a una serie de obras escritas en colaboración y firmadas con los seudónimos de B. Suárez Lynch, H. Bustos Domecq, B. Lynch Davis y Gervasio Montenegro: Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), Dos fantasías memorables (1946), Un modelo para la muerte (1946), Crónicas de Bustos Domecq (1967), Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977) y también a dos guiones cinematográficos, Los orilleros y El Paraíso de los creyentes (ambos de 1955).
El mismo año de su boda publicó La invención de Morel (1940), su obra más famosa y un clásico de la literatura contemporánea. Narrada en primera persona y ambientada en una isla desierta, en la trama se entrecruzan el delirio, la pasión amorosa y la idea de inmortalidad. Un fugitivo, cuyo nombre no se conoce, llega a una isla en la que vive Faustine, mujer de la que se enamora, aunque se limita a observarla escondido en los atardeceres. Allí el científico Morel había inventado una máquina capaz de reproducir todos los sentidos, pero para poder recrear un ser humano, éste antes tiene que morir. El fugitivo pone en marcha la máquina y se graba durante siete días al lado de Faustine. Como estaba sentenciado, el protagonista muere, aunque será inmortal en la eterna reproducción de su imagen.
Para entonces Bioy Casares había renegado de sus escritos anteriores, entre ellos las narraciones La estatua casera (1936) y Luis Greve, muerto (1937). En la fructífera década de 1940 publicó los volúmenes de relatos La trama celeste (1944), El perjurio de la nieve (1948) y Las vísperas de Fausto (1949), además de la novela Plan de evasión (1945), que relata una diabólica propuesta del Dr. Castel, gobernador de la isla del Diablo y discípulo de William James, consistente en practicar sobre unos prisioneros una nueva teoría de la percepción. En colaboración con su mujer escribió la novela policíaca Los que aman, odian (1946); codirigió con J. L. Borges la prestigiosa colección del género El Séptimo Círculo y los tres compaginaron la Antología de la literatura fantástica (1940).
En el decenio de los cincuenta publicó los cuentos de Historia prodigiosa (1956) y Guirnalda con amores (1959). El sueño de los héroes (1954), quizás su mejor novela, narra cómo una pandilla de amigos recorre los suburbios de Buenos Aires durante los tres días del carnaval de 1927 en busca de aventuras y diversiones; años después el protagonista, Gauna, intenta regresar al pasado ignorando que el viaje puede originar el despliegue de posibilidades anteriormente evitadas.
En esta obra la geografía del barrio porteño está inmersa en un clima alucinante que vuelve a encontrarse en Diario de la guerra del cerdo (1969), sobre la guerra de los jóvenes contra los viejos, y en Dormir al sol (1973), centrada en el informe que Lucio Bordenave escribe en un sanatorio frenopático en el que ha sido confinado. Humor, ironía y parodia aparecen en los cuentos de El lado de la sombra (1962), El gran Serafín (1967) y El héroe de las mujeres (1978). Por otra parte, Breve diccionario del argentino exquisito (1971) es una observación sobre el lenguaje.
Obras posteriores de Bioy Casares son las novelas La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985) y los cuentos de Historias desaforadas (1986) y Una muñeca rusa (1991). En la década de los noventa publicó la novela Un campeón desparejo (1993); los libros de recuerdos Memorias. Infancia, adolescencia y cómo se hace un escritor (1994) y De jardines ajenos (1997) y el volumen de cuentos Una magia modesta (1998).
Su obra narrativa le valió diversos galardones, como el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en 1975 y el Premio Cervantes en 1990. Se lo distinguió como Miembro de la Legión de Honor de Francia (1981) y Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (1986). Fueron llevadas al cine El perjurio de la nieve, con el título de El crimen de Oribe, Diario de la guerra del cerdo (dirigida por Leopoldo Torre Nilsson) y El sueño de los héroes (con dirección de Sergio Renán).
La narrativa de Bioy Casares se caracteriza por un racionalismo calculado y por un anhelo de geometrizar sus composiciones literarias. El contrapunto a este afán ordenador viene dado por un constante uso de la paradoja y por un agudísimo sentido del humor. Para Bioy, el mundo está hecho de infinitos submundos, a la manera de las muñecas rusas, y la barrera entre verdad y apariencia es sumamente endeble, como se revela especialmente en las ya citadas obras La invención de Morel (1940), Plan de evasión (1945), La trama celeste (1948) o El sueño de los héroes (1954).
La aparición de La invención de Morel situó inmediatamente a Bioy Casares entre los primeros que en la Argentina abordaron con maestría el género fantástico; de hecho, esa novela actuó como referencia insoslayable para las siguientes generaciones de escritores, que se interesaron por conocer y profundizar en las estrategias del género. La invención de Morel es una historia de amor en la que los enamorados viven vidas incompatibles, que transcurren en ámbitos y tiempos enfrentados. Uno de ellos, el fugitivo, es un hombre real de carne y hueso; el otro, Faustine, es un fantasma, el repertorio de apariencias de una mujer grabadas por la máquina de Morel y proyectadas sin cesar. Años más tarde, en La trama celeste, Bioy insistirá en entablar curiosas relaciones entre realidades en principio incompatibles, dibujadas sobre un tejido de espacios y tiempos paralelos.
En general, en las novelas y los relatos de Bioy se cuestionan de modo obsesivo y recurrente los estatutos del orden espacial y temporal. Sus personajes se presentan atrapados por fantasmagóricas tramas, obligados a descifrar la compleja estructura de las percepciones, en las que las misteriosas combinaciones entre realidad y apariencia rigen sus existencias cotidianas. Además de un hábil y exquisito manejo del humor y la ironía, la prosa de Bioy Casares suele ser considerada como una de las más depuradas y elegantes que ha dado la literatura latinoamericana.
Resultado de imagen para bioy casares
15 DE SEPTIEMBRE DE 1891 NACE:
AGATHA CHRISTIE
(Torquay, Reino Unido, 1891-Wallingford, id., 1976) Autora inglesa del género policíaco, sin duda una de las más prolíficas y leídas del siglo XX. Hija de un próspero rentista de Nueva York que murió cuando ella tenía once años de edad, recibió educación privada hasta la adolescencia y después estudió canto en París. Se dio a conocer en 1920 con El misterioso caso de Styles. En este primer relato, escrito mientras trabajaba como enfermera durante la Primera Guerra Mundial, aparece el famoso investigador Hércules Poirot, al que pronto combinó en otras obras con Miss Marple, una perspicaz señora de edad avanzada.
En 1914 se había casado con Archibald Christie, de quien se divorció en 1928. Sumida en una larga depresión, protagonizó una desaparición enigmática: una noche de diciembre de 1937 su coche apareció abandonado cerca de la carretera, sin rastros de la escritora. Once días más tarde se registró en un hotel con el nombre de una amante de su marido. Fue encontrada por su familia y se recuperó tras un tratamiento psiquiátrico. Dos años después se casó con el arqueólogo Max Mallowan, a quien acompañó en todos sus viajes a Irak y Siria. Llegó a pasar largas temporadas en estos países; esas estancias inspiraron varios de sus centenares de novelas posteriores, como Asesinato en la Mesopotamia (1930), Muerte en el Nilo (1936) y Cita con la muerte (1938).
La estructura de la trama de sus narraciones, basada en la tradición del enigma por descubrir, es siempre similar, y su desarrollo está en función de la observación psicológica. Algunas de sus novelas fueron adaptadas al teatro por la propia autora, y diversas de ellas han sido llevadas al cine. Entre sus títulos más populares se encuentran Asesinato en el Orient-Express (1934), Muerte en el Nilo (1937) y Diez negritos (1939). En su última novela, Telón (1974), la muerte del personaje Hércules Poirot concluye una carrera ficticia de casi sesenta años.
Quizá su mejor obra es una de las primeras, El asesinato de Roger Ackroyd (1926), en la que la autora se sirvió del relato en primera persona para ocultar y al mismo tiempo revelar la identidad del asesino. En El asesinato de Roger Ackroyd, el médico rural Sheppard no sólo representa el papel de ayudante del detective belga Hércules Poirot, sino que anota también los acontecimientos originados por un asesinato por envenenamiento ocurrido con anterioridad, un suicidio y el crimen mencionado en el título. Proyecta publicar cierto día su informe como uno de los pocos casos "no resueltos" por el famoso Poirot, y mantiene tan refinadamente encubiertos los datos relativos a su propio papel, que al final permite que el propio Poirot vea sus anotaciones.
Lo que según sus propias manifestaciones seducía a Agatha Christie de esta constelación era la necesidad de formular determinados pasajes del informe de una manera tan ambigua, que al final, cuando Poirot reúne las piezas sueltas del rompecabezas, el consternado lector tiene que confesar que erróneamente no incluyó al farsante Sheppard en sus consideraciones. Esta refinada construcción ha convertido El asesinato de Roger Ackroyd en una de aquellas raras novelas policíacas cuya segunda lectura produce en el aficionado a este género más placer intelectual que la primera.
Agatha Christie ha tenido admiradores y detractores entre escritores y críticos. Se le acusa de conservadurismo y de exaltación patriótica de la superioridad británica. Pero se reconoce también su habilidad para la recreación de ambientes rurales y urbanos de la primera mitad del siglo XX de la isla inglesa, su oído para el diálogo, la verosimilitud de las motivaciones psicológicas de sus asesinos, e incluso su radical escepticismo respecto de la naturaleza humana: cualquiera puede ser un asesino, hasta la más apacible dama de un cuidado jardín de rosas de Kent.
Además de investigadores ocasionales, como un voluminoso y burocrático detective, imitación del míster Pond de G. K Chesterton, o una pareja de jóvenes espías ingleses adiestrados en la Primera Guerra Mundial, inventó dos de los detectives más famosos del género: Hércules Poirot, belga residente en Londres, ayudado por un inepto coronel Hastings que homenajea al Watson de Arthur Conan Doyle, y Miss Marple, una solterona chismosa que extrae de lo observado en su pueblo natal, St. Mary Mead, el saber necesario para descubrir, mediante sorprendentes analogías, la autoría de crímenes misteriosos en las casas de campo o en los hoteles y balnearios que suele visitar.
Agatha Christie fue también autora teatral de éxito, con obras como La ratonera o Testigo de cargo. La primera, estrenada en 1952, se representó en Londres ininterrumpidamente durante más de veinticinco años; la segunda fue llevada al cine en 1957 en una magnífica versión dirigida por Billy Wilder. Utilizó un seudónimo, Mary Westmaccot, cuando escribió algunas novelas de corte sentimental, sin demasiado éxito. En 1971 fue nombrada Dama del Imperio Británico.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

HUGO BALL 
CABARET
1.
Tras el telón posa a fuerza el exhibicionista
y lo seduce Pimpronella en rojos corpiños.
Koko el dios verde ruidoso palmea.
Entonces se inflaman los viejos patiños.
¡Tsingtara! Es un largo instrumento de viento.
Le sale un banderín de baba y dice “sierpe”.
En cajas de violín guardan todos a sus damas
y luego se deforman. Les dará pronto miedo.
Reposa en la entrada Camodina la aceitosa.
Como chaquiras se estrella lingotes en los muslos.
Él arranca los ojos a una lámpara de arco,
Y el techo en llamas se derumba en sus hombros.
2.
De la oreja afilada de un burro cacha moscas
un clown, que viene de otras naciones.
Por pequeños tubillos que se tuercen verdosos
sostiene contacto en la ciudad con barones.
En las pistas altas del aire, donde enarmónicas
se trozan las cuerdas, uno en su llano se esfuma,
platónico intenta montar un camello de bajo
calibre; a la felicidad con ello abruma.
El exhibicionista, que nunca tras telón
había servido, calmo y celoso a la dulzura,
de pronto se olvida del velo de sucesos,
y conduce una tropa de chicas en frescura.
( foto de Hugo Ball en el Cabaret Voltaire)

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...