viernes, 7 de octubre de 2016

EDGAR ALLAN POE 
Sobre la cripta 
Envuelta entre halos de palabras
que oscurecían las páginas,
y devoraban la psique,
llegaste y trajiste un mundo diferente.
Un mundo espejo que nos mostraba
tal cual somos,
como monstruos de avernos
inventados y sortilegios
para espantar credos.
Con tu tinta de carmín espeso
Y sedienta sed de horror,
Diste vida a macabros
hedores y espeluznantes narradores.
Dibujaste en la piel del lector,
los tatuajes que surcan aún,
los estertores narrativos,
los renglones que tiemblan
en los párrafos del abismo.
Sálvate de tu cuervo,
que tu corazón no nos delate.
No hostigues a este sombrío homenaje
que sobre tu sepulcro olvidado
abandona cual manto sin linaje,
las monedas del espanto.
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EDGAR ALLAN POE 
(1809-1849)
Un Sueño dentro de un Sueño.
¡Toma este beso sobre tu frente!
Y, me despido de ti ahora,
No queda nada por confesar.
No se equivoca quien estima
Que mis días han sido un sueño;
Aún si la esperanza ha volado
En una noche, o en un día,
En una visión, o en ninguna,
¿Es por ello menor la partida?
Todo lo que vemos o imaginamos
Es sólo un sueño dentro de un sueño.

Me paro entre el bramido
De una costa atormentada por las olas,
Y sostengo en mi mano
Granos de la dorada arena.
¡Qué pocos! Sin embargo como se arrastran
Entre mis dedos hacia lo profundo,
Mientras lloro, ¡Mientras lloro!
¡Oh, Dios! ¿No puedo aferrarlos
Con más fuerza?
¡Oh, Dios! ¿No puedo salvar
Uno de la implacable marea?
¿Es todo lo que vemos o imaginamos
Un sueño dentro de un sueño?
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EDGAR ALLAN POE
El valle intranquilo
Hubo un tiempo en que el valle sonreía,
silencioso, aunque nadie allí vivía;
su gente había marchado hacia la guerra
confiando el cuidado de esa sierra,
por la noche, a la mirada fiel
de las estrellas desde su azul cuartel
y de día, a los rojos resplandores
del sol que dormitaba entre las flores.
Mas ahora para todo visitante
el valle triste es inquieto e inquietante.
Nada allí se detiene un solo instante...
nada salvo el aire que se cierne
sobre la soledad mágica y perenne.
¡Ah, ningún viento agita los ramajes
que palpitan como el glacial oleaje
en torno a las Hébridas salvajes!
¡Ah, ningún viento empuja el furtivo
manto de nubes que, sin respiro,
surcan durante el día el cielo esquivo
sobre las violetas allí esparcidas
como ojos humanos de mil medidas...!
sobre las ondeantes azucenas
que lloran junto a las tumbas ajenas!
Ondean: y en sus pétalos más tiernos
se juntan gotas de rocío sempiterno.
Lloran: y por sus tallos claudicantes
bajan perennes lágrimas como diamantes.


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7 DE OCTUBRE DE 1849 MUERE: EDGAR ALLAN POE


  7 DE OCTUBRE DE 1849   MUERE:
  EDGAR ALLAN POE  

(Boston, EE UU, 1809-Baltimore, id., 1849) Poeta, cuentista y crítico estadounidense. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron cuando él era todavía un niño. Edgar Allan Poe fue educado por John Allan, un acaudalado hombre de negocios de Richmond, y de 1815 a 1820 vivió con éste y su esposa en el Reino Unido, donde comenzó su educación.
Después
de regresar a Estados Unidos, Edgar Allan Poe siguió estudiando en centros privados y asistió a la Universidad de Virginia, pero en 1827 su afición al juego y a la bebida le acarreó la expulsión. Abandonó poco después el puesto de empleado que le había asignado su padre adoptivo, y viajó a Boston, donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas (Tamerlane and Other Poems, 1827).
Se alistó luego en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y obtuvo, por influencia de su padre adoptivo, un cargo en la Academia Militar de West Point, de la que a los pocos meses fue expulsado por negligencia en el cumplimiento del deber.
En 1832, y después de la publicación de su tercer libro, Poemas (Poems by Edgar Allan Poe, 1831), se desplazó a Baltimore, donde contrajo matrimonio con su jovencísima prima Virginia Clem, que contaba sólo catorce años de edad. Por esta época entró como redactor en el periódico Southern Baltimore Messenger, y más tarde en varias revistas en Filadelfia y Nueva York, ciudad en la que se había instalado con su esposa en 1837.
Su labor como crítico literario incisivo y a menudo escandaloso le granjeó cierta notoriedad, y sus originales apreciaciones acerca del cuento y de la naturaleza de la poesía no dejarían de ganar influencia con el tiempo. La larga enfermedad de su esposa convirtió su matrimonio en una experiencia amarga; cuando ella murió, en 1847, se agravó su tendencia al alcoholismo y al consumo de drogas, según testimonio de sus contemporáneos. Ambas fueron, con toda probabilidad, la causa de su muerte.
La obra de Edgar Allan Poe
Según Poe, la máxima expresión literaria era la poesía, y a ella dedicó sus mayores esfuerzos. Es justamente célebre su extenso poema El cuervo (The Raven, 1845), donde su dominio del ritmo y la sonoridad del verso llegan a su máxima expresión. Las campanas (The Bells, 1849), que evoca constantemente sonidos metálicos, Ulalume (1831) y Annabel Lee (1849) manifiestan idéntico virtuosismo.
Pero la genialidad y la originalidad de Edgar Allan Poe encuentran quizás su mejor expresión en los cuentos, que, según sus propias apreciaciones críticas, son la segunda forma literaria, pues permiten una lectura sin interrupciones, y por tanto la unidad de efecto que resulta imposible en la novela.
Publicados bajo el título Cuentos de lo grotesco y de lo arabesco (Tales of the Grotesque and Arabesque, 1840), aunque hubo nuevas recopilaciones de narraciones suyas en 1843 y 1845, la mayoría se desarrolla en un ambiente gótico y siniestro, plagado de intervenciones sobrenaturales, y en muchos casos preludian la literatura moderna de terror; buen ejemplo de ello es La caída de la casa Usher (The Fall of the House of Usher).
Su cuento Los crímenes de la calle Morgue (The Murders in the Rue Morgue) se ha considerado, con toda razón, como el fundador del género de la novela de misterio y detectivesca. Destaca también su única novela Las aventuras de Arthur Gordon Pym (The Narrative of Arthur Gordon Pym), de crudo realismo y en la que reaparecen numerosos elementos de sus cuentos. La obra de Poe influyó notablemente en los simbolistas franceses, en especial en Charles Baudelaire, quien lo dio a conocer en Europa.

jueves, 6 de octubre de 2016

ROBERTO ARLT La muchacha del atado (Aguafuertes porteñas)


ROBERTO ARLT
La muchacha del atado (Aguafuertes porteñas)

Todos los días, a las cinco de la tarde, tropiezo con muchachas que vienen de buscar costura.
Flacas, angustiosas, sufridas. El polvo de arroz no alcanza a cubrir las gargantas donde se marcan los tendones; y todas caminan con el cuerpo in­clinado a un costado: la costumbre de llevar el atado siempre del brazo opuesto:
Y los bultos son macizos, pesados: dan la sensación de contener plo­mo: de tal manera tensionan la mano.
No se trata de hacer sentimentalismo barato. No. Pero más de una vez me he quedado pensando en estas vidas, casi absolutamente dedica­das al trabajo. Y si no, veamos.
Cuando estas muchachas cumplieron ocho o nueve años, tuvieron que cargar un hermanito en los brazos. Usted, como yo, debe haber visto en el arrabal estas mocosas que cargan un pebetito en el brazo y que ce pa­sean por la vereda rabiando contra el mocoso, y vigiladas por la madre que salpicaba agua en la batea.
Así hasta los catorce años. Luego, el trabajo de ir a buscar costuras; las mañanas y las tardes inclinadas sobre la Neumann o la Singer, hacien­do pasar todos los días metros y más metros de tela y terminando a las cuatro de la tarde, para cambiarse, ponerse el vestido de percal, preparar el paquete y salir; salir cargadas y volver lo mismo, con otro bulto que hay que “pasarlo a la máquina”. La madre siempre lava la ropa; la ropa de los hijos, la ropa del padre. Y ésas son las muchachas que los sábados a la tarde escuchan la voz del hermano, que grita:
-Che, Angelita: apurate a plancharme la camisa, que tengo que sa­lir.
Y Angelita, María o Juana, la tarde del sábado trabajan para los her­manos. Y planchan cantando un tango que aprendieron de memoria en El Alma que Canta; que esto, las novelas por entregas y alguna sección de biógrafo, es la única fiesta de las muchachas de que hablo.
Digo que estas muchachas me dan lástima. Un buen día se ponen de novias, y no por eso dejan de trabajar, sino que el novio (también un mu­chacho que la yuga todo el día) cae a la noche a la casa a hacerle el amor.
Y como el amor no sirve para pagar la libreta del almacén, trabajan hasta tres días antes de casarse, y el casamiento no es un cambio de vida para la mujer de nuestro ambiente pobre, no; al contrario, es un aumento de trabajo, y a la semana de casados se puede ver a estas mujercitas sobre la máquina. Han vuelto a la costura, y al año hay un pibe en la cuna, y esa muchacha ya está arrugada y escéptica, ahora tiene que trabajar pa­ra el hijo, para el marido, para la casa… Cada año un nuevo hijo y siem­pre más preocupaciones y siempre la misma pobreza; la misma escasez, la misma medida del dinero, el igual problema que existía en la casa de sus padres, se repite en la suya, pero mayor y más arduo.
Y ahora las ve usted a estas mujeres cansadas, flacas, feas, nerviosas, estridentes.
Y todo ello ha sido originado por la miseria, por el trabajo; y de pronto usted asocia los años de vida, hasta la madurez y con asombro, casi mez­clado de espanto, se pregunta uno:
-En tantos años de vida, ¿cuántos minutos dé felicidad han tenido estas mujeres?
Y usted, con terror, siente que desde adentro le contesta una voz que estas mujeres no fueron nunca felices. ¡Nunca! Nacieron bajo el signo del trabajo y desde los siete o nueve años hasta el día en que se mueren, no han hecho nada más que producir, producir costura e hijos, eso y lo otro, y nada más.
Cansadas o enfermas, trabajaron siempre. ¿Que el marido estaba sin’ trabajo? ¿Que un hijo se enfermó y había que pagar deudas? ¿Que murie­ron los viejos y hubo que empeñarse para el entierro? Ya ve usted; nada más que un problema: el dinero, la escasez de dinero. Y junto a esto una espalda encorvada, unos ojos que cada vez van siendo menos brillosos, un rostro que año tras año se va arrugando un poquito más, una voz que pierde a medida que pasa el tiempo todas las inflexiones de su primitiva dulzura, una boca que sólo se abre para pronunciar estas palabras:
-Hay que hacer economía. No se puede gastar.
Si uste no ha leído El sueño de Makar, de Vladimiro Korolenko, trate de leerlo.
El asunto es éste. Un campesino que va a ser juzgado por Dios. Pero Dios, que lleva una cuenta de todas las barrabasadas que hacemos noso­tros los mortales, le dice al campesino:
-Has sido un pillete. Has mentido. Te has emborrachado. Le has pe­gado a tu mujer. Le has robado y levantado falso testimonio a tu vecino. -Y la balanza cargada de las culpas de Makar se inclina cada vez más hacia el infierno, y Makar trata de hacerle trampa a Dios pisando el plati­llo adverso; pero aquél lo descubre, y entonces insiste-: ¿Ves como tengo razón? Eres un tramposo, además. Tratas de engañarme a mí, que soy Dios.
Pero, de pronto, ocurre algo extraño. Makar, el bruto, siente que una indignación se despierta en su pecho, y entonces, olvidándose que está en presencia de Dios, se enoja, y comienza a hablar; cuenta sus sacrificios, sus penas, sus privaciones. Cierto es que le pegaba a su mujer, pero le pe­gaba porque estaba triste; cierto es que mentía, pero otros que tenían mu­cho más que él también mentían y robaban. Y Dios se va apiadando de Makar, comprende que Makar ha sido, sobre la tierra, como la organiza­ción social lo había moldeado, y súbitamente, las puertas del Paraíso se abren para él, para Makar.
Me acordé del sueño de Makar, pensando que alguien in mente diría que no conocía yo los defectos de la gente que vive siempre en la penuria y en la pena. Ahora sabe usted el porqué de la cita, y lo que quiere decir el “sueño de Makar”.

FRANZ KAFKA

Una confusión cotidiana

Un incidente cotidiano, del que resulta una confusión cotidiana. A tiene que cerrar un negocio con B en H. Se traslada a H para una entrevista preliminar, pone diez minutos en ir y diez en volver, y se jacta en su casa de esa velocidad. Al otro día vuelve a H, esta vez para cerrar el negocio. Como probablemente eso le exigirá muchas horas, A sale muy temprano. Aunque las circunstancias (al menos en opinión de A) son precisamente las de la víspera, tarda diez horas esta vez en llegar a H. Llega al atardecer, rendido. Le comunican que B, inquieto por su demora, ha partido hace poco para el pueblo de A y que deben haberse cruzado en el camino. Le aconsejan que espere. A, sin embargo, impaciente por el negocio, se va inmediatamente y vuelve a su casa.
Esta vez, sin poner mayor atención, hace el viaje en un momento. En su casa le dicen que B llegó muy temprano, inmediatamente después de la salida de A, y que hasta se cruzó con A en el umbral y quiso recordarle el negocio, pero que A le respondió que no tenía tiempo y que debía salir en seguida.
A pesar de esa incomprensible conducta, B entró en la casa a esperar su vuelta. Y ya había preguntado muchas veces si no había regresado aún, pero seguía esperándolo siempre en el cuarto de A. Feliz de hablar con B y de explicarle todo lo sucedido, A corre escaleras arriba. Casi al llegar tropieza, se tuerce un tendón y a punto de perder el sentido, incapaz de gritar, gimiendo en la oscuridad, oye a B -tal vez muy lejos ya, tal vez a su lado- que baja la escalera furioso y que se pierde para siempre.
FIN


TRISTAN TZARA
Amiga
Amiga
Mamie, no comprenderás pero escucha
el dolor no me lo puedo llorar en un pañuelo
Las palabras son graves como una procesión de reyes
para tu alma con lagos secos y tristes.
Te he llamado con mucho amor
Tus senos son flores sin tiestos
y punzan frambuesas con sabor de leche
la almohada nube traspasada por la noche
En tu cabello hay cáscaras de naranja, en el deseo manada de caballos
En tus ojos hay sol, en los labios ganas de comer
La carne huele a hierba después de llover
durazno maduro, miel de mayo y frescura
Te compraré sin falta pendientes
de los joyeros judíos
Te daré semillas de flores raras
para enriquecer tus gatos literarios
¿Quieres? Acaríciame, arrúllame
se me ha muerto la novia
Pregúntame quién era
y dime cuándo te vas
Mamie, no comprenderás
pero es cosa bella estar en un poema
Has entrado como un insecto florido en
mi cuerpo con moho y aperos de fragua

miércoles, 5 de octubre de 2016

FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ
PARA RECOBRAR
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
5 DE OCTUBRE DE 1924 NACE:
JOSÉ DONOSO 
Narrador chileno, nacido en 1924 y muerto en 1996. Perteneciente a una familia de clase burguesa, cursó estudios en el Instituto Pedagógico de Chile y, en 1951, obtuvo el grado de Bachiller en Artes en la Universidad de Princeton, donde dio sus primeros pasos en la narrativa breve en lengua inglesa. Enseñó inglés en el Instituto Pedagógico de la Universidad Católica y en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. Residió en Estados Unidos en la década de los 60, así como en España en la de los 70, hecho que motivó que su obra se conociese fuera de su país.
Obra.
Su primera colección de relatos, titulada Veraneo y otros cuentos, salió a la luz en 1955, en publicaciones periódicas. Posteriormente apareció El charlestón (1960), pero para entonces, ya había publicado su primera novela larga, Coronación (1957), tras la que escribió Este domingo (1966), El lugar sin límites (1967), El obsceno pájaro de la noche (1970), Tres novelitas burguesas (1973), Casa de campo (1978), La misteriosa desaparición de la marquesita de Loria (1980), El jardín de al lado (1981) y Cuatro para Delfina (1982). La última novela que publicó en vida fue La desesperanza (1986), ya que su obra postrera, El Mocho, vio la luz póstumamente en 1997. En 1972, en su Historia personal del "boom", analizó el fenómeno de la novela hispanoamericana en los años sesenta y setenta .
El tema principal de José Donoso en sus obras es la desintegración, tanto del individuo (y de la familia, el núcleo social) como de la sociedad (y no sólo de la sociedad burguesa), y del sistema de valores y creencias en que se fundamentaba tradicionalmente la vida individual y social.
En su Historia personal del boom (1972), José Donoso no sóIo nos ofrece una descripción memorable del impacto de la nueva novela en el mundo literario asfixiante chileno a principios de los años 60, sino que tiene el valor (y la modestia) de declararse hijo del boom. A escritores como Donoso les costaba un trabajo inmenso romper “las barreras de la sencillez y del realismo como destino único de nuestra literatura”, y desbaratar “el dogma chileno de la necesidad de un lenguaje transparente y limpio en que se encarnara nuestra ironía”.
Coronación (1956) se estructura en torno a la decadencia de una familia de la clase alta chilena, los Abalos, representada principalmente por la abuela misiá Elisa, ya nonagenaria, y su nieto cincuentón don Andrés. La locura ya incurable de aquélla va poco a poco contagiando a éste hasta que, tras un estallido de erotismo reprimido provocado con su contacto con la criada Estela y el consecuente fracaso grotesco, Andrés termina aceptando, casi conscientemente, el destino de su abuela, la locura, prefiriéndola a la angustia y a la soledad en que de pronto se encuentra. Y es verdad, como sugieren algunos críticos, que Coronación, a pesar de los elementos surrealistas y freudianos que contiene, viene a ser, con Las buenas conciencias de Fuentes, la última novela galdosiana escrita en Hispanoamérica.
Si bien el estudio de la decadencia de la sociedad chilena ocupa un lugar de importancia en Coronación, Donoso ha protestado, una y otra vez, contra los que no han percibido “algo más allá de esa superficie”. Lo que queda más allá de la superficie de la novela es la progresiva alienación de don Andrés, su pérdida de “ese orden que era la esencia misma de la vida”. En las afirmaciones de este personaje podemos encontrar una clave para la comprensión de la obra posterior de Donoso:
“Todo no es más que un desorden, una injusticia, un juego de locura deI Cosmos. Si hay un Dios que vele por el destino de los hombres, no puede ser sino un Dios loco. ¿Qué locura más completa que haber dotado a los hombres de conciencia para darse cuenta del desorden y del terror, pero no haberles dotado de algo para vencerlos?...El único orden es la locura, porque los locos son los que se han dado cuenta del caos total”.
El tema fundamental en la obra de Donoso es su nostalgia de la fe, de un Dios vigilante de un ‘orden’ existencial, sin el cual no hay más que caos. El autor mismo ha declarado: “Quisiera que el lector inmerso en mi mundo novelesco sintiera el temor, el terror, el amor al caos”. Perdida toda fe en un orden divino, sólo queda el caos. El mundo se convierte de golpe en “un mundo en que los seres comienzan a deformarse, a perder sus dimensiones llamadas normales y se transforman en algo casi irreconocible, en que las pautas de la normalidad moral, sexual, pasional, etc., pierden su significado y empiezan a trivializarse”.
En 1997 se editó su última novela, El mocho, testamento literario de José Donoso, escrita, ya irremediablemente enfermo, en los postreros días de su vida y que no alcanzó a verla publicada.

martes, 4 de octubre de 2016

4 DE OCTUBRE DE 1917 NACE:

VIOLETA PARRA
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(San Carlos, Chillán, 1917 – Santiago, 1967) Cantautora y folclorista chilena, hermana del poeta Nicanor Parra.
Hija de Nicanor Parra y Clara Sandoval, realizó sus primeros estudios en Lautaro y en Chillán, y en 1934 ingresó a la Escuela Normal, donde permaneció menos de un año. En 1938 se casó con Luis Cereceda, el padre de sus hijos Ángel e Isabel, que adoptarían el apellido de su madre.
Desde pequeña sintió afición por la música y el folclore chilenos; su padre, profesor de escuela primaria, fue un conocido folclorista de la región. Tras instalarse en Santiago, comenzó a actuar con su hermana Hilda en el Dúo Hermanas Parra. En 1942 ganó el primer premio en un concurso de canto español organizado en el Teatro Baquedano, y a partir de entonces fue contratada con frecuencia hasta que partió a Valparaíso, donde encontró su verdadera vocación.
El constante viajar por todo el país le puso en contacto con la realidad social chilena, plagada de desigualdades económicas. Violeta Parra adoptó una postura política de militante de izquierdas que le llevó a buscar las raíces de la música popular. En 1952 recorrió los barrios más pobres de Santiago de Chile, las comunidades mineras y las explotaciones agrarias, recogiendo canciones anónimas que después repetirá, ya en 1954, en una serie de programas radiofónicos para Radio Chilena, emisora que la proyectó al primer plano del folclore nacional. En 1954 recibió el premio Caupolicán; ese mismo año contrajo matrimonio con Luis Arce, del que nacieron Carmen Luisa y Rosa Clara. En 1953 había conocido a Pablo Neruda.
Su creatividad la llevó también a cultivar la cerámica, la confección de tapices, la pintura y la poesía. Los dolores y las alegrías de su vida alientan los versos de A lo humano y a lo divino. Desgraciadamente, como consecuencia de una fuerte depresión, Violeta Parra acabó con su vida el 5 de febrero de 1967, momentos antes de salir a un escenario.
A mitad de los años cincuenta realizó un viaje por los países de la Europa socialista y de regreso, a su paso por Francia, tuvo la oportunidad de plasmar temas del folklore chileno para el catálogo del sello Le Chant Du Monde. En 1956, ya de regreso a Chile, grabó el primer álbum de la colección El folclore de Chile, serie que impedirá que se pierdan multitud de temas, la mayoría de autoría anónima. Fue designada directora del museo de Arte Popular de la Universidad de Concepción y retomó sus actuaciones en Radio Chilena.
Pasó los primeros años de la década de 1960 en Europa, donde realizó actuaciones en diversos países. En 1964 tuvo la oportunidad de organizar una exposición individual de su obra plástica en el Museo del Louvre, la primera realizada por un artista latinoamericano. Nuevamente en Santiago, junto con su hermano Nicanor y sus hijos mayores, animaron la "Peña de los Parra", un nombre de resonancias legendarias en la música popular de América Latina.
Además de una artista excepcional, Violeta Parra fue una investigadora del folclore chileno; su obra recopilada es inmensa y comprende numerosos géneros, como tonadas, parabienes o villancicos. Su labor de difusora de la expresión del pueblo campesino la volcó en composiciones musicales como Casamientos de negros(1955), Yo canto la diferencia (1961), Una chilena en París (1965), Qué dirá el Santo Padre (1965), Rin del angelito (1966), Run run se fue pal Norte (1966),Volver a los diecisiete (1966) y Gracias a la vida (1966), muchas de las cuales han sido grabadas por destacados intérpretes.
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ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...