lunes, 14 de julio de 2014

Muere Nadine Gordimer, Nobel de Literatura

Muere Nadine Gordimer, Nobel de Literatura
A la Memoria.
To Memory; Mary Elizabeth Coleridge (1861-1907).

Extraño Poder, quién eres yo no lo sé,
Asesino o doncella de mi fe.
Sólo sé que prefiero el castigo
Del más implacable enemigo,
Que vivir -como ahora vivo-
Mutilada veinte veces al día por ti.

Sin embargo, cuando logre someterte,
Lo ridículo será un vano pretexto,
Murmurando en mi oído una canción
Largo tiempo amada, hoy lejos de la razón;
Y sobre mi frente he de sentir el beso
Que me haría desear morir antes de perderlo.

GERLILIBROS: Fue al pasar.Delmira Agustini (1886-1914)Yo creí ...

GERLILIBROS: Fue al pasar. Delmira Agustini (1886-1914)Yo creí ...: Fue al pasar. Delmira Agustini (1886-1914) Yo creí que tus ojos anegaban el mundo... Abiertos como bocas en clamor... Tan dolientes que un...
Fue al pasar.
Delmira Agustini (1886-1914)

Yo creí que tus ojos anegaban el mundo...
Abiertos como bocas en clamor... Tan dolientes
que un corazón partido en dos trozos ardientes
parecieron... Fluían de tu rostro profundo

como dos manantiales graves y venenosos...
fraguas a fuego y sombra, ¡tus pupilas!... tan hondas
que no sé desde dónde me miraban, redondas
y oscuras como mundos lontanos y medrosos.

¡Ah, tus ojos tristísimos como dos galerías
abiertas al Poniente!... ¡Y las sendas sombrías
de tus ojeras donde reconocí mis rastros!...

¡Yo envolví en un gran gesto mi horror como en un velo,
y me alejé creyendo que cuajaba en el cielo
la medianoche húmeda de tu mirar sin astros!

GERLILIBROS: Al Destino.Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-18...

GERLILIBROS: Al Destino. Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-18...: Al Destino. Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) Escrito estaba, sí: se rompe en vano Una vez y otra la fatal cadena, Y mi vigor p...
Al Destino.
Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873)

Escrito estaba, sí: se rompe en vano
Una vez y otra la fatal cadena,
Y mi vigor por recobrar me afano.
Escrito estaba: el cielo me condena
A tornar siempre al cautiverio rudo,
Y yo obediente acudo,
Restaurando eslabones
Que cada vez más rígidos me oprimen;
Pues del yugo fatal no me redimen
De mi altivez postreras convulsiones.

¡Heme aquí! ¡Tuya soy! ¡Dispón, destino,
De tu víctima dócil! Yo me entrego
Cual hoja seca al raudo torbellino
Que la arrebata ciego.
¡Tuya soy! ¡Heme aquí! ¡Todo lo puedes!
Tu capricho es mi ley: sacia tu saña...
Pero sabe, ¡oh cruel!, que no me engaña
La sonrisa falaz que hoy me concedes.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...