viernes, 13 de febrero de 2015


ELIZABETH BARRET BROWING
SI HAS DE AMARME...

Si has de amarme que sea sólo
por amor de mi amor. No digas nunca
que es por mi aspecto, mi sonrisa, la melodía
de mi voz o por mi dulce carácter

que concuerda contigo o que aquel día
hizo que nos sintiéramos felices...
Porque, amor mío, todas estas cosas
pueden cambiar, y hasta el amor se muere.

No me quieras tampoco por las lágrimas
que piadosamente limpias de mi rostro...
¡Porque puedo olvidarme de llorar

gracias a ti, y así perder tu amor!
Por amor de mi amor quiero que me ames,
para que habite en los cielos, eternamente.

PORFIRIO BARBA JACOB
CINTIA DELEITOSA

Como una flor arcana, llameando
bajo el turquí del cielo apareció.
Fue su amor mi almohada matutina;
su seno azul, de gota coralina
en el pezón, de noche mi almohada.

Y era esencia tan dulce y regalada
la de su carne en flor, la de su boca
por enjambres de besos habitada,
la de su axila, ¡leche con canela!,
que un ansia de gozarla me extenuó.

Cintia concentra la onda de la vida.
el campo es de Ella y grana para Ella.
Mi sangre está en su carne consumida;
su alma radia con mi luz ardida,
y ella está en mí porque yo estoy en Ella.

-Dame tu axila, ¡leche con canela!
Dame tu beso, dámelo, y la lengua
fina y caliente y roja y ternezuela…

-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
fatiga dulce, letal desvarío…

-¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
No más, amorcito mío,
que me muero…
RICARDO GÜIRALDES

Proa

Hace mar fuerte…fuerte…
Los egocultores decimos así a lo
que nos vence y no es el caso.
El mar arrea cordilleras renovadas,
que columpian al vapor
en cuya proa frenetizo de borrasca.
Busco una metáfora pluriforme
e inmensa; algo como fijar el alma
caótica,que se empenacha de pedrería.
¿Cómo decir?…Mar…mar…y mientras
insuflo el cráneo de espacio
para cantarle mi visión, el insolente
me escupió la cara.

13 DE FEBRERO DE 1866 NACE :

RICARDO GÜIRALDES

(Buenos Aires, 1866 - París, 1927) Narrador argentino, uno de los mayores exponentes hispanoamericanos de la novela autóctona, con su obra maestra Don Segundo Sombra (1926). Nació en el seno de una adinerada familia que en 1887 se trasladó a París. Puede decirse que se educó en francés y el castellano fue su segunda lengua. Los Güiraldes regresaron a Buenos Aires y alternaron su residencia en la ciudad con largos períodos en su estancia de San Antonio de Areco.

Ricardo Güiraldes

Sin duda en ese período el joven Ricardo se impregnó de imágenes de la tierra y figuras de hombres de campo, a la par que comenzó a sentir la vocación de escritor. En 1904 acabó el bachillerato e ingresó en la facultad de arquitectura; pasó luego a estudiar derecho, pero finalmente abandonó la universidad y marchó a París.

Este viaje fue fundamental en su vida: comenzó a preocuparse por la ética y la metafísica, a la vez que se vinculaba con pintores, músicos y escritores. Realizó un periplo por diversos países europeos y Oriente; regresó a París, decidido ya a ser escritor, y más tarde a Buenos Aires. Hacia 1912 frecuentaba un grupo que reunía a artistas y escritores de las clases altas, donde conoció a Adelina del Carril, con quien se casó un año más tarde.

En 1915 decidió publicar lo que tenía escrito: El cencerro de cristal, poesía, y Cuentos de muerte y sangre, relatos al estilo de H. Quiroga, por cuya mediación algunos aparecieron en Caras y Caretas. La crítica no recibió bien ni a uno ni a otro libro y Güiraldes, decepcionado, emprendió un nuevo viaje, esta vez a las Antillas, que le proporcionó material para una novela, Xaimaca (1923), que obtuvo parecida respuesta. A ésta siguieron Raucho (1917), con elementos autobiográficos, y Un idilio de estación (1918), publicada luego con el título de Rosaura.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial Güiraldes regresó a París, donde escribió los primeros capítulos de Don Segundo Sombra, en cuya redacción trabajó los años siguientes. Atraído por la teosofía y el esoterismo, estas disciplinas le inspiraron los Poemas místicos, Poemas solitarios y El sendero (todos publicados póstumamente por su viuda). De regreso a su país natal se vinculó a los jóvenes vanguardistas, participó en la dirección de Proa y colaboró con Martín Fierro y Valoraciones.

Tras los fracasos anteriores, el autor encontró su voz definitiva en Don Segundo Sombra (1926), que obtuvo un éxito inmediato. Con prosa cuidada, la novela narra en primera persona la historia del joven Fabio Cáceres, quien encuentra en el arriero Segundo Ramírez Sombra al maestro que le permite convertirse en hombre. Don Segundo Sombra es una novela de aprendizaje en la que se narran las vicisitudes de la vida del campo y las particularidades de ese ámbito rural amenazado de extinción por la expansión del progreso. De ahí su fuerte tono elegíaco, a través del que se configuran una mirada melancólica respecto al pasado y una decidida apuesta de rescate de unos valores que se proponen como intrínsecamente argentinos.

La prosa de Güiraldes tiene una notoria tendencia al registro poético. De esta manera, Don Segundo Sombra, al tiempo que queda marcada por la sensibilidad de su tiempo, se liga a una tradición de la literatura gauchesca, que determina también la elección del narrador en primera persona, con la consiguiente visión desde la conciencia de un paisano resero, representante de ese mundo que encuentra grandes dificultades para hacerse un lugar dentro de la vida moderna.

La novela presenta variados cuadros de ambiente con excelentes descripciones de carácter criollista y regionalista, amenizadas con detenidas observaciones acerca de la vida y las faenas campestres. La narración central está interpolada por relatos breves, como el cuento de Miseria o el del paisanito Dolores, extraídos del repertorio popular y muy conocidos por entonces entre los habitantes de la campaña.

Güiraldes dedicó varios años a la composición de esta novela: comenzó a escribirla en París en 1920 y la concluyó en Argentina años después, cuando el panorama literario porteño estaba ya dominado por las propuestas de vanguardia. Los poetas aglutinados en torno a las revistas Martín Fierro y Proa se contaron entre sus primeros lectores y fueron también quienes dedicaron elogios y reconocimientos que borraron definitivamente el estigma del "fracaso" asociado a la figura de Güiraldes, consecuencia de la casi nula aceptación crítica de sus primeras obras.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...