martes, 25 de julio de 2023

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT     

  AGUAFUERTES PORTEÑAS  

  YO NO TENGO LA CULPA  

Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se me hacen algunos elogios. Pues bien, hoy he recibido una carta en la que no se me elogia. Su autora, que debe ser una respetable anciana, me dice:

"Usted era muy pibe cuando yo conocía a sus padres, y ya sé quién es usted a través de su Arlt".

Es decir, que supone que yo no soy Roberto Arlt. Cosa que me está alarmando, o haciendo pensar en la necesidad de buscar un pseudónimo, pues ya el otro día recibí una carta de un lector de Martínez, que me preguntaba:

"Dígame, ¿usted no es el señor Roberto Giusti, el concejal del Partido Socialista Independiente?"

Ahora bien, con el debido respeto por el concejal independiente, manifiesto que no; que yo no soy ni puedo ser Roberto Giusti, a lo más soy su tocayo, y más aún: si yo fuera concejal de un partido, de ningún modo escribiría notas, sino que me dedicaría a dormir truculentas siestas y a "acomodarme" con todos los que tuvieran necesidad de un voto para hacer aprobar una ordenanza que les diera millones.

Y otras personas también ya me han preguntado: "¿Dígame, ese Arlt no es pseudónimo?".

Y ustedes comprenden que no es cosa agradable andar demostrándole a la gente que una vocal y tres consonantes pueden ser un apellido.

Yo no tengo la culpa que un señor ancestral, nacido, vaya a saber en qué remota aldea de Germanía o Prusia, se llamara Arlt. No, yo no tengo la culpa.

Tampoco puedo argüir que soy pariente de William Hart, como me preguntaba una lectora que le daba por la fotogenia y sus astros; mas tampoco me agrada que le pongan sambenitos a mi apellido, y le anden buscando tres pies. ¿No es, acaso, un apellido elegante, sustancioso, digno de un conde o de un barón? ¿No es un apellido digno de figurar en chapita de bronce en una locomotora o en una de esas máquinas raras, que ostentan el agregado de "Máquina polifacética de Arlt"?

Bien: me agradaría a mí llamarme Ramón González o Justo Pérez. Nadie dudaría, entonces, de mi origen humano. Y no me preguntarían si soy Roberto Giusti, o ninguna lectora me escribiría, con mefistofélica sonrisa de máquina de escribir: "Ya sé quién es usted a través de su Arlt". Ya en la escuela, donde para dicha mía me expulsaban a cada momento, mi apellido comenzaba por darle dolor de cabeza a las directoras y maestras. Cuando mi madre me llevaba a inscribir a un grado, la directora, torciendo la nariz, levantaba la cabeza, y decía:

-¿Cómo se escribe "eso"?

Mi madre, sin indignarse, volvía a dictar mi apellido. Entonces la directora, humanizándose, pues se encontraba ante un enigma, exclamaba:

-¡Qué apellido más raro! ¿De qué país es? 

-Alemán.

-¡Ah! Muy bien, muy bien. Yo soy gran admiradora del káiser -agregaba la señorita. (¿Por qué todas las directoras serán "señoritas"?) En el grado comenzaba nuevamente el vía crucis. El maestro, examinándome, de mal talante, al llegar en la lista a mi nombre, decía:

-Oiga usted, ¿cómo se pronuncia "eso"? ("Eso" era mi apellido.) Entonces, satisfecho de ponerlo en un apuro al pedagogo, le dictaba:

-Arlt, cargando la voz en la ele.

Y mi apellido, una vez aprendido, tuvo la virtud de quedarse en la memoria de todos los que lo pronunciaron, porque no ocurría barbaridad en el grado que inmediatamente no dijera el maestro:

-Debe ser Arlt.

Como ven ustedes, le había gustado el apellido y su musicalidad. 

Y a consecuencia de la musicalidad y poesía de mi apellido, me echaban de los grados con una frecuencia alarmante. Y si mi madre iba a reclamar, antes de hablar, el director le decía:

-Usted es la madre de Arlt. No; no señora. Su chico es insoportable.

Y yo no era insoportable. Lo juro. El insoportable era el apellido. Y a consecuencia de él, mi progenitor me zurró numerosas veces la badana.

Está escrito en la Cábala: "Tanto es arriba como abajo". Y yo creo que los cabalistas tuvieron razón. Tanto es antes como ahora. Y los líos que suscitaba mi apellido, cuando yo era un párvulo angelical, se producen ahora que tengo barbas y "veintiocho septiembres", como dice la que sabe quién soy yo "a través de su Arlt".

Y a mí, me revienta esto.

Me revienta porque tengo el mal gusto de estar encantadísimo con ser Roberto Arlt.

Cierto es que preferiría llamarme Pierpont Morgan o Henry Ford o Edison o cualquier otro "eso", de esos; pero en la material imposibilidad de transformarme a mi gusto, opto por acostumbrarme a mi apellido y cavilar, a veces, quién fue el primer Arlt de una aldea de Germanía o de Prusia, y me digo: ¡Qué barbaridad habrá hecho ese antepasado ancestral para que lo llamaran Arlt! O, ¿quién fue el ciudadano, burgomaestre, alcalde o portaestandarte de una corporación burguesa, que se le ocurrió designarlo con estas inexpresivas cuatro letras a un señor que debía gastar barbas hasta la cintura y un rostro surcado de arrugas gruesas como culebras?

Mas en la imposibilidad de aclarar estos misterios, he acabado por resignarme y aceptar que yo soy Arlt, de aquí hasta que me muera; cosa desagradable, pero irremediable. Y siendo Arlt no puedo ser Roberto Giusti, como me preguntaba un lector de Martínez, ni tampoco un anciano, como supone la simpática lectora que a los veinte años conoció a mis padres, cuando yo "era muy pibe". Esto me tienta a decirle: "Dios le dé cien años más, señora; pero yo no soy el que usted supone".

En cuanto a llamarme así, insisto: Yo no tengo la culpa. 

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jueves, 23 de marzo de 2023

MARIO BENEDETTI HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO

-GERLILIBROS-GERLILIBROS-GERLILIBROS-

MARIO BENEDETTI

HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO

Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quien se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas.

Que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos.

Realmente no sabían un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan solo una palabra aguda
que muerte era tan solo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula.

Olvidaban poner el acento en el hombre.

La culpa no era exactamente de ellos
sino de otros más duros y siniestros
y estos sí
cómo nos ensartaron
en la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros
y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles.

Uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos.

Por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos.

Vos ya sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio.

Y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías.

Y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre.

Botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides.

Por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones
todas estas llagas, hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre.

Pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar.

Que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos.

Y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa.

Y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar.

Una cosa es morirse de dolor
y otra cosa es morirse de vergüenza.

Por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder.

Uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere.

Llora nomás botija
son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos.

Gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse.
-GERLILIBROS-GERLILIBROS-GERLILIBROS-

viernes, 18 de noviembre de 2022

18 DE NOVIEMBRE DE 1922 MUERE MARCEL PROUST

 18 DE NOVIEMBRE DE 1922 MUERE

MARCEL PROUST

(París, 1871 - 1922) Escritor francés. Hijo de Adrien Proust, un prestigioso médico de familia tradicional y católica, y de Jeanne Weil, alsaciana de origen judío, dio muestras tempranas de inteligencia y sensibilidad. A los nueve años sufrió el primer ataque de asma, afección que ya no le abandonaría, por lo que creció entre los continuos cuidados y atenciones de su madre. En el liceo Condorcet, donde cursó la enseñanza secundaria, afianzó su vocación por las letras y obtuvo brillantes calificaciones. Tras cumplir el servicio militar en 1889 en Orleans, asistió a clases en la Universidad de La Sorbona y en la École Livre de Sciences Politiques.

Durante los años de su primera juventud llevó una vida mundana y aparentemente despreocupada, que ocultaba las terribles dudas que albergaba sobre su vocación literaria. Tras descartar la posibilidad de emprender la carrera diplomática, trabajó un tiempo en la Biblioteca Mazarino de París, decidiéndose finalmente por dedicarse a la literatura. Frecuentó los salones de la princesa Mathilde, de Madame Strauss y Madame de Caillavet, donde conoció a Charles Maurras, Anatole France y Léon Daudet, entre otros personajes célebres de la época.

Sensible al éxito social y a los placeres de la vida mundana, el joven Proust tenía, sin embargo, una idea muy diferente de la vida de un artista, cuyo trabajo sólo podía ser fruto de «la oscuridad y del silencio». En 1896 publicó Los placeres y los días, colección de relatos y ensayos que prologó Anatole France. Entre 1896 y 1904 trabajó en la obra autobiográfica Jean Santeuil, en la que se proponía relatar su itinerario espiritual, y en las traducciones al francés de La biblia de Amiens y Sésamo y los lirios, de John Ruskin.

Después de la muerte de su madre (1905), el escritor se sintió solo, enfermo y deprimido, estado de ánimo propicio para la tarea que en esos años decidió emprender, la redacción de su ciclo novelesco En busca del tiempo perdido, que concibió como la historia de su vocación, tanto tiempo postergada y que ahora se le imponía con la fuerza de una obligación personal. Anteriormente, había escrito para Le Fígaro diversas parodias de escritores famosos (Saint-Simon, Honoré de Balzac, Gustave Flaubert), y comenzó a redactar Contre Sainte-Beuve, obra híbrida entre novela y ensayo con varios pasajes que luego pasarían a En busca del tiempo perdido.

Consumado su aislamiento social, se dedicó en cuerpo y alma a ese proyecto; el primer fruto de ese trabajo sería Por el camino de Swann (1913), cuya publicación tuvo que costearse él mismo ante el desinterés de los editores. El segundo tomo, A la sombra de las muchachas en flor (1918), en cambio, le valió el Premio Goncourt. Los últimos volúmenes de la obra fueron publicados después de su muerte por su hermano Robert.

La novela, que el mismo Proust comparó con la compleja estructura de una catedral gótica, es la reconstrucción de una vida a través de lo que llamó «memoria involuntaria», única capaz de devolvernos el pasado a la vez en su presencia física, sensible, y con la integridad y la plenitud de sentido del recuerdo, proceso simbolizado por la famosa anécdota de la magdalena, cuyo sabor hace renacer ante el protagonista una época pasada de su vida.

El tiempo al que alude Proust es el tiempo vivido, con todas las digresiones y saltos del recuerdo, por lo que la novela alcanza una estructura laberíntica. El más mínimo detalle merece el mismo trato que un acontecimiento clave en la vida del protagonista, Marcel, réplica literaria del autor; aunque se han realizado estudios para contrastar los acontecimientos de la novela con la vida real de Proust, lo cierto es que nunca podrían llegar a confundirse, porque, como afirma el propio autor, la literatura comienza donde termina la opacidad de la existencia.

El estilo de Proust se adapta perfectamente a la intención de la obra: también la prosa es morosa, prolija en detalles y de períodos larguísimos, laberínticos, como si no quisiera perder nada del instante. La obra de Proust, junto a la de autores como Franz KafkaJames Joyce o William Faulkner, constituye un hito fundamental en la literatura contemporánea.

18 DE NOVIEMBRE DE 1952 MUERE PAUL ÉLUARD

 18 DE NOVIEMBRE DE 1952 MUERE

PAUL ÉLUARD

(Seudónimo de Eugène Grindel; Saint-Denis, 1895 - Charenton-le-Pont, 1952) Poeta francés, considerado el maestro de la poesía surrealista. Hijo de un agente inmobiliario, su familia perteneció a la pequeña burguesía y estudió en el Liceo Colbert. Después de pasar una temporada en Suiza, a causa de una grave enfermedad, volvió a París en 1913 y comenzó a escribir sus primeros poemas. En 1914 fue llamado a filas, pero abandonó las armas afectado por una gangrena pulmonar.

En el transcurso de la Primera Guerra Mundial, Paul Éluard publicó su primera obra poética, El deber y la inquietud (1917). En 1918 continuó con Poemas para la paz, y entró en contacto con Louis Aragon, André Breton, Philippe Soupault, Jean Paulhan y Francis Picabia, con quienes participó en París en todas las manifestaciones del movimiento dadaísta. Con ellos inauguró poco después el surrealismo. En 1921 publicó un pequeño libro titulado Les nécessités de la vie et les conséquences des rêves.

Éluard es el poeta del surrealismo por excelencia y uno de los miembros más destacados del movimiento; su perfil se distinguía del de sus contemporáneos y destacaba con personalidad propia. Cultivo un lirismo muy personal; el fin de su poesía fue descubrir y revelar lo real. Tanto lo onírico como la acción llevan al poeta hacia el amor, a una comunicación fraterna. En 1924 partió sin rumbo fijo, sin dar jamás una explicación del por qué de esa huida que duró siete meses. De regreso a París fue uno de los primeros en hacer una distinción entre textos surrealistas, relatos de sueños y poemas, al igual que también marcó la diferencia entre poesía involuntaria y poesía intencional.

Por entonces publicó Morir por no morir (1924), Capital del dolor (1926), El amor, la poesía (1929), La vie inmediate (1932), La rose publique (1934), Les yeux fertiles (1936), Les hommes et leurs animaux, les animaux et leurs hommes (1937), Chanson complète (1939), Donner à voir (1939), Choix de poèmes (1941) y La Inmaculada Concepción (1930), ésta última escrita en colaboración con André Breton. Realizó un viaje por España, poco antes del estallido de la Guerra Civil, y a partir de ahí adoptó una postura comprometida con la política, aunque sin perder su estilo y temática personales.

Pasó en París la ocupación alemana, se afilió en 1942 al partido comunista y publicó varios textos de carácter poético en colaboración con la resistencia, uno de los cuales se convirtió en canto nacional. Poésie et vérité (1942), Dignes de vivre (1944) y Au rendez-vous allemand (1944) son obras que se fundamentarán en esas poesías clandestinas. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, abundó en la temática social: de esta época son Poèmes politiques (1948) y Une leçon de morale (1949); esta evolución respondía al deseo del autor de que el hombre se encuentre en armonía con la sociedad que le rodea.

A pesar de que el surrealismo deja en el poeta un lenguaje conciso y oscuro, idóneo para despertar cierta violencia, se puede decir de él que es un lírico excepcional que encuentra el equilibrio perfecto en la expresión de emociones contradictorias, donde el amor se opone a la desesperación y le sirve de contrapeso. Por ello, además de ser el máximo exponente de la poesía surrealista, Paul Éluard ha pasado a la historia como uno de los grandes maestros de la lírica francesa. De manera póstuma se publicaron Lettres de jeunesse, avec poèmes inédits (1962) y Le poète et son ombre (1964).

miércoles, 9 de noviembre de 2022

9 DE NOVIEMBRE DE 1953 MUERE DYLAN THOMAS

 

9 DE NOVIEMBRE DE 1953

 MUERE 

DYLAN THOMAS

(Swansea, Reino Unido, 1914 - Nueva York, 1953) Poeta galés en lengua inglesa, sin duda uno de los poetas británicos de la primera mitad del siglo XX con mayor renombre y resonancia internacional, gracias a la profunda originalidad de su poesía y al humor de sus cuentos y piezas teatrales. Durante un tiempo trabajó como periodista para el South Wales Evening Post y, durante la Segunda Guerra Mundial, como guionista para la BBC. Se dio a conocer como poeta con Dieciocho poemas (1934), al que siguieron los volúmenes Veinticinco poemas (1936) y Mapa de amor (1939), con los que se consolidó como máximo representante del movimiento poético Nuevo Apocalipsis, que practicaba un tipo de poesía de evocación, de tono metafísico y con cierto fondo romántico, en el que Thomas adoptaba el papel de poeta-profeta. Alcanzó su plenitud poética con el volumen Defunciones y nacimientos (1946). Autor de un volumen autobiográfico en el que defiende sus concepciones estéticas, Retrato del artista cachorro (1904), escribió además diversos guiones radiofónicos y cinematográficos.

Dylan Thomas completó su educación básica en una Grammar School de su Gales natal, escuela donde su padre ejercía la docencia, y conoció ya durante su infancia la poderosa atracción de la poesía. Poeta eminentemente precoz, a los doce años asombraba a parientes y amigos con sus composiciones, de fuerte originalidad. Cuando acabó sus estudios de enseñanza media viajó a Londres, y un año más tarde aparecía su primer libro, Dieciocho poemas (1934), publicado después de ganar un premio organizado por la revista Sunday Referee. Tenía diecinueve años cuando se publicó, e incluía trece poemas escritos entre 1933 y 1934 y otros cinco compuestos de mayo a octubre de 1934. Se negó a realizar estudios universitarios y prefirió una formación autodidacta

Al este premiado y poco difundido libro le siguieron Veinticinco poemas (1936) y Mapa de amor (1939). En 1936 contrajo matrimonio con una humilde muchacha irlandesa, Caitlin Macnamara, con quien tendría dos hijos y una hija, y se estableció en Laugahrne, en una casa situada frente al mar. Su nombre apareció cada vez con mayor frecuencia en las antologías poéticas contemporáneas, y fue creciendo en la admiración de críticos y poetas. Sin embargo, como suele ocurrir (y algo también por el carácter tumultuoso del escritor, genuino e intolerable bohemio y bebedor empedernido), su situación económica resultó siempre difícil; así lo revelan las cartas de Thomas que conocemos, en las cuales aparecen continuamente ansiosas peticiones de préstamos y auxilios de todo género.

Por esa época escribió los textos lírico-narrativos del Retrato de un artista cachorro (1940), una colección de diez cuentos, en gran parte autobiográficos, que describen el mundo provinciano en que se desarrollan y rememoran en imágenes transparentes, aunque fragmentarias, las primeras experiencias infantiles del poeta, desde los días de los juegos y de la fabulosa despreocupación hasta el momento en que, todavía adolescente, entró como reportero en el periódico de la ciudad. También es de esos años su poemario más bello y conocido, Defunciones y nacimientos (1946), que incluye las composiciones más representativas de su madurez. Los temas dominantes de este volumen son la añoranza de la edad feliz, de los afectos sencillos y familiares, evocada con acentos elegíacos, y la conciencia dolorosa de los años de guerra.


Dylan Thomas y Caitlin Macnamara

Su personal voz y el poderoso arrastre de su sonoridad hicieron famosas sus lecturas públicas y sus grabaciones para la BBC, por lo que realizó cuatro giras por Estados Unidos para leer su poesía en colegios y universidades. Durante el cuarto de sus viajes, en 1953, sufrió un coma etílico después de una intensa y prolongada depresión y murió en un hospital de Nueva York a los 39 años. Aunque la turbulenta etapa final de su vida quizás haya contribuido a valorarlo de manera especial, no cabe duda sobre su importancia como poeta ni sobre sus elevadas dotes retóricas.

Sus Collected Poems (Poemas completos) vieron la luz en 1952 y comprenden toda su producción poética hasta dicho año, más siete poemas inéditos. Thomas escribió también el guión cinematográfico de The Doctor and the Devils (1953), la comedia radiofónica Under Milk Wood (Bajo el bosque lácteo, 1954, galardonada con el premio Italia este mismo año), la novela incompleta Adventures in the Skin-Trade (1955, póstuma), y dos volúmenes de ensayos, conversaciones radiofónicas y narraciones tituladas respectivamente Quite Early One Morning (1954) y A Prospect of the Sea (1955, póstumo).

Dylan Thomas pertenece a una generación de poetas que ya apuntaron sus inquietudes poco antes de la Segunda Guerra Mundial, pero que después de ella cobró madurez. Con Henry Treece, Anne Ridler, David Gascoyne y otros, Thomas participó (aunque con mucha independencia) en el movimiento poético llamado "Nuevo Apocalipsis", grupo que reaccionó contra la generación anterior, la que se hizo famosa alrededor de 1930 y que se conoce como la generación de Oxford: a ella pertenecieron W. H. Auden, Day-Lewis, MacNeice y Spender. Frente a esta generación, que prefería el realismo, el tema social y la sátira política, y que derivaba, aunque con reservas, de la actitud desolada y crítica de Tierra baldía de Eliot, la de Dylan Thomas revaloriza el poder creador de la imaginación y la gran función alumbradora que el mundo cotidiano y el mítico, entremezclados, tienen para la poesía.

Thomas depura su lírica de todo lo que, según su teoría poética, sea bastardo: prosaísmos, evocación no transfigurada de la realidad, lenguaje coloquial y todo lo que sea sórdido y desquiciado y no conserve un hálito elemental de lirismo puro, romantizante. Si a veces el desgarro y la vulgaridad del mundo moderno aparecen en sus versos es de una manera indirecta, simbólica, antieliotiana, como para justificar que no es un esteta y que vive los problemas de su tiempo. En la poesía de Dylan Thomas la fusión de su ardor vital y de su verbo creador y casi fabuloso levantan un mundo alucinante: es el camino iluminado de William Blake, Arthur Rimbaud y otros visionarios. La claridad meridiana, sin embargo, no es su norma; con razón se le ha calificado de oscuro y se le ha adscrito a la línea poética que va desde Vaughan a Hopkins y W. B. Yeats.

Como para muchos artistas, el surrealismo supuso para él una liberación sensorial y expresiva, si bien la tremenda fuerza imaginativa y el sentido de la musicalidad y el ritmo ya le eran propios. El mundo de Dylan Thomas está próximo a un cierto surrealismo, pero más apasionado y humano, menos onírico y sin la carga de elementos impuros que aporta el subconsciente. En su mundo la vida y la muerte son los extremos de un mismo arco, el contrapunto eficaz que mueve su energía creadora. Para el poeta la sola existencia es ya algo extraordinario, una sorpresa renovada cada minuto, y canta sus goces y sus pesares como algo inseparable, como un don glorioso que hay que agradecer al Creador que nos lo brinda. El misterio ontológico, la pasión por el hombre, los sueños prenatales, la niñez paradisíaca, son temas que Thomas evoca con magia de bardo. El sentido alusivo o críptico de algunas de sus metáforas, imágenes o estrofas lo emparenta con la Biblia y con Joyce.

Su verbo es tan prístino, tan virginal, que parece llegar directamente de las fuentes no enturbiadas del lenguaje. Cada verso es una aventura, la lógica poética permite que todo sea una continua sorpresa. El lector intuye que el poema se ha concebido sin un esquema previo; el impulso creador lo ha puesto en marcha como un fuego que avanza con todas sus alas. Por eso no hay en sus poemas zonas intermedias o grises, de descanso, o poco inspiradas. El meollo de su mundo son las imágenes que se suceden, se contradicen, se interfieren y se destruyen. Poeta de inspiración auténtica y creador de imágenes vigorosas y llenas de color, en su intento destinado a alcanzar, a través del caos, una expresión espontánea y total de los elementos humanos conscientes e inconscientes, supo trasladar sus principales obsesiones a sus versos y consiguió dotarlos de resonancias mágicas y de gran aliento.

miércoles, 26 de octubre de 2022

26 DE OCTUBRE DE 1890 MUERE CARLO COLLODI

 26 DE OCTUBRE DE 1890 MUERE

CARLO COLLODI

(Carlo Lorenzini, llamado Carlo Collodi; Florencia, 1826-1890) Escritor y periodista italiano. Fundó los periódicos Il Lampione (1848) y La Scaramuccia (1853). Es autor de Pinocho (1883), una de las más célebres obras de la literatura infantil; la maravillosa lengua del relato, vivaz y directa, contribuyó mucho a la perduración de esta extraordinaria fábula moderna.

A los veintidós años luchó como voluntario en la batalla de Curtatone y Montanara, contra los austriacos (1848). De regreso en Florencia, fundó y dirigió dos periódicos humorísticos: Il Lampione y La Scaramuccia. En 1859 formó parte de las fuerzas de Garibaldi en la segunda guerra de la independencia italiana. En la polémica en favor de la anexión de Toscana al Piamonte empezó a utilizar el seudónimo Collodi, nombre del pueblo natal de su madre.

Aparte de la obra que le daría fama inmortal, Carlo Collodi escribió algunas comedias mediocres (Gli amici di casaL'onore del marito, etc.), el oscuro drama Anna Buontalenti, dos novelas insulsas (Un romanzo in vapore e I misteri di Firenze) y algunos bocetos de vida ciudadana algo más logrados. A partir de 1875 se dedicó a la literatura infantil, ya como narrador de cuentos tradicionales (publicó una traducción muy libre de los cuentos de Charles Perrault y otros autores franceses) o componiendo libros educativos protagonizados por Giannettino (Juanito). Alentado por el éxito, cultivó la literatura didáctica en títulos como Primo viaggio di Giannettino per l'ItaliaLa Grammatica di Giannettino o Il libro di lezioni per la seconda classe.


Ilustración de la edición prínceps de Pinocho (1883)

Ninguna de estas obras resulta comparable a la historia de su célebre muñeco de madera, Pinocho, obra maestra de la literatura infantil mundial. A instancias de Ferdinando Martini, que en 1880 dirigía el Giornale per i bambini, y también, según se dice, para poder saldar algunas deudas contraídas en el juego, Collodi puso manos a la obra casi a desgana, y prolongó la composición del citado texto desde julio de 1881 hasta enero de 1883.

Tras aparecer por entregas en el Giornale per i bambini, la obra fue publicada en un volumen en Florencia en 1883, con ilustraciones de Enrico Mazzanti; su titulo completo era Las aventuras de Pinocho. Historia de un muñeco. Del éxito del libro derivó la multitud de ediciones; es preciso destacar la de 1911, ilustrada por el pintor Attilio Mussino, quien estableció la representación visual del muñeco hasta la adaptación cinematográfica de Walt Disney (1940), bastante alejada de la significación del original.

Traducido a todas las lenguas, Pinocho trata un tema universal: el del aprendizaje y forja de una personalidad a través de sucesivas experiencias. Tras varias pruebas y alternativas entre el bien y el mal, y con el auxilio del Hada de los cabellos de turquesa, el muñeco encuentra a su perdido padre, el carpintero Geppetto, y se convierte en niño, o sea en hombre normal. A menudo se han señalado paralelismos entre el Pinocho de Collodi y el Peter Pan de James Matthew Barrie; ambos representan el tránsito a la vida adulta, deseado en el primero y rechazado en el segundo. En 1887, Carlo Collodi trazó otros argumentos semejantes para sus Storie allegre; pero el intento no alcanzó el nivel de su inesperada obra maestra.

viernes, 21 de octubre de 2022

SLAVOMIR MROZEK REVOLUCIÓN

-GERLILIBROS-GERLILIBROS-

SLAVOMIR MROZEK

REVOLUCIÓN


En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa.
Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí.
Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver.
Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable.
Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista.
La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida.
Pero al cabo de cierto tiempo la novedad dejó de ser tal y no quedo más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio.
Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.
Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por ese «cierto tiempo». Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario.
Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución.
Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna.
Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez «cierto tiempo» también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio—es decir, el cambio seguía siendo un cambio—, sino que, al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo.
De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama.
Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba.
Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario.

Sławomir Mrożek fue un escritor, dibujante, periodista y dramaturgo polaco que exploraba en sus obras el comportamiento humano, la alienación y el abuso de poder de los sistemas totalitarios.



domingo, 25 de septiembre de 2022

25 DE SEPTIEMBRE DE 1897 NACE WILLIAM FAUKNER

 25 DE SEPTIEMBRE DE 1897 NACE

WILLIAM FAULKNER

(William Falkner; New Albany, Estados Unidos, 1897 - Oxford, id., 1962) Escritor estadounidense. William Faulkner figura entre los grandes novelistas que, en el periodo de entreguerras, impulsó con su obra la renovación de las técnicas narrativas y la superación de las tendencias realistas y naturalistas de la centuria anterior. Por la relevancia de su producción y la influencia que había de ejercer, se le sitúa al mismo nivel de los maestros europeos del periodo: Marcel Proust, Franz Kafka y James Joyce.Pertenecía a una familia tradicional y sudista, marcada por los recuerdos de la guerra de Secesión, sobre todo por la figura de su bisabuelo, el coronel William Clark Falkner, personaje romántico y autor de una novela de éxito efímero. En Oxford, la escasa atención que prestaba Faulkner a sus estudios y al puesto que le consiguió su familia en Correos anduvo paralela a su avidez lectora, bajo la guía de un amigo de la familia, el abogado Phil Stone.A pesar de que su vida transcurrió en su mayor parte en el Sur, que le serviría de inspiración literaria casi inagotable, viajó bastante: conocía perfectamente ciudades como Los Ángeles, Nueva Orleans, Nueva York o Toronto y vivió casi cinco años en París, donde cabe destacar que no frecuentó los círculos literarios de la llamada Generación Perdida.Perseguía muy conscientemente el éxito literario, que no alcanzó, sin embargo, hasta la publicación de El ruido y la furia (1929), novela de marcado tono experimental en que la anécdota es narrada por cuatro voces distintas (entre ellas la de un retrasado mental), siguiendo la técnica del «torrente de conciencia», es decir, la presentación directa de los pensamientos que aparecen en la mente antes de su estructuración racional.El experimentalismo de Faulkner siguió apareciendo en sus siguientes novelas: en ¡Absalón, Absalón! (1936), la estructura temporal del relato se convierte en laberíntica, al seguir el hilo de la conversación o del recuerdo, en lugar de la linealidad de la narración tradicional, mientras que Las palmeras salvajes (1939) es una novela única formada por dos novelas, con los capítulos intercalados, de modo que se establece entre ellas un juego de ecos e ironías nunca cerrado por sus lectores ni por los críticos.El mito presenta a William Faulkner como un escritor compulsivo, que trabajaba de noche y en largas sesiones, mito que cultivó él mismo y que encuentra su mejor reflejo en su personalísimo estilo, construido a partir de frases extensas y atropelladas, de gran barroquismo y potencia expresiva, que fue criticado en ocasiones por su carácter excesivo, pero a cuya fascinación es difícil sustraerse y que se impuso finalmente a los críticos.A pesar de haber conseguido el reconocimiento en vida, e incluso relativamente joven, Faulkner vivió muchos años sumido en un alcoholismo destructivo. La publicación, en 1950, de sus Narraciones completas, unida al Premio Nobel que recibió ese mismo año, le dio el espaldarazo definitivo que necesitaba para ser aceptado, en su propio país, como el gran escritor que era.Su existencia cambió a partir de este momento: recibió numerosos honores, escribió guiones de cine para productoras cinematográficas de Hollywood (trabajo que aceptaba principalmente por motivos económicos, dado su elevado ritmo de gasto) y se convirtió, en suma, en un hombre público, e incluso fue nombrado embajador itinerante por el presidente Eisenhower. Los últimos años de su vida, que transcurrieron entre conferencias, colaboraciones con el director de cine Howard Hawks, viajes, relaciones sentimentales efímeras y curas de desintoxicación, dan la impresión de una angustia creciente y nunca resuelta.«No se escapa al Sur, uno no se cura de su pasado», dice uno de los personajes de El ruido y la furia, y, en efecto, el escenario de la mayoría de sus novelas es el imaginario condado sureño de Yoknapatawpha, cuyas connotaciones y poder simbólico le confieren un aura casi bíblica. En este sentido, la obra de Faulkner debe ser contemplada como un todo, en la medida en que toda ella se halla marcada por esta voluntad de recrear la vida del sur de Estados Unidos, por más que tal localismo no impide que sus personajes y sus obsesiones, tan circunscritos a un tiempo y un lugar concretos, adquieran una proyección universal.

viernes, 2 de septiembre de 2022

2 DE AGOSTO DE 1805 NACE ESTEBAN ECHEVERRÍA

2 DE AGOSTO DE 1805 NACE

ESTEBAN ECHEVERRÍA

(José Esteban Echeverría; Buenos Aires, 1805 - Montevideo, 1851) Escritor argentino, una de las figuras fundamentales del romanticismo argentino e hispanoamericano. Hijo de español y criolla, quedó huérfano de padre a temprana edad. Confesó luego haber llevado una vida disipada entre los quince y los dieciocho años, pero fue buen alumno en el estricto Colegio de Ciencias Morales hasta 1823, cuando lo abandonó para dedicarse al comercio.

Entre los años 1826 y 1830, el joven Echeverría, becado por el gobierno de Bernardino Rivadavia para formarse profesionalmente en París, tuvo la oportunidad de observar de cerca el auge del movimiento romántico francés, llegado de Alemania a principios del siglo XIX de la mano de François-René de Chateaubriand y de Madame de Staël. No era ajeno a esta nueva tendencia artística y literaria un sesgo utópico, de carácter socialista y liberal, que se enriquecía con el aporte de pensadores como Henri de Saint-Simon y Gaston Leroux.

Las notas salientes del romanticismo, como la exaltación del color local, el estudio de la historia nacional o la búsqueda de un lenguaje propio como elemento diferenciador de una cultura, no dejaron de llamar la atención de Echeverría, quien las vio como un catálogo de principios susceptibles de ser trasladados a la nueva realidad americana. En efecto, tales principios estéticos y filosóficos parecían adecuarse a la perfección a los ideales de la Revolución de 1810.

Ya en Buenos Aires y con Juan Manuel de Rosas en el gobierno, Esteban Echeverría publicó de manera anónima, en 1832, Elvira o la novia del Plata. Considerada como la primera obra romántica de la América de habla castellana y una de las primeras de la lengua, en ella se perciben algunas marcas del nuevo ideario estético.

La importancia de esta obra, así como la de sus siguientes libros (Los consuelos, 1834, y Rimas, 1837, que contiene el célebre poema La cautiva), reside más en sus temas y en la oportunidad de su tratamiento que en la calidad literaria de sus versos. La cautiva es un extenso poema de 2.142 versos divididos en nueve partes y un epílogo; cuenta la historia del trágico destino de Brian, un soldado prisionero de los indios, y de María, su mujer, cautiva en la misma toldería. Pero no son las alternativas de su fuga penosa y fracasada lo que importa del poema, sino la incorporación del paisaje nacional (en este caso, el desierto argentino), el desarrollo de una temática local (las tolderías, los malones, los cautivos) y la utilización de algunas acepciones particulares del castellano hablado en la Argentina de la época.

Algunos de los cantos de La cautiva fueron leídos, en el mismo año de su publicación, en el Salón Literario que dirigía Marcos Sastre (1809-1887). En efecto, en la Librería Argentina, propiedad de Sastre (quien después destacaría como pedagogo y autor de una singular novela, El temple argentino, publicada en 1848), se desarrolló en 1837 una serie de reuniones, convocadas por Echeverría, para exponer y discutir temas de índole política y literaria. Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Marcos Sastre y el mismo Echeverría fueron los más destacados y entusiastas miembros del Salón.

El progresivo cariz político de la actividad del Salón provocó su clausura por parte del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Pero algunos de los contertulios siguieron reuniéndose en la clandestinidad, y en ese marco, en junio de 1838, fue fundada la Asociación de Mayo, para la que Esteban Echeverría redactó las Palabras simbólicas, también conocidas como Credo o Creencia de la Joven Argentina. Se trata en realidad de un listado de quince enunciados que resumen el espíritu de la nueva generación; fueron aprobadas en agosto de ese mismo año, cuando la policía del gobierno de Rosas ya había descubierto la actividad clandestina de la Asociación de Mayo.

El primero de enero de 1839, ya exiliado en Montevideo, Juan Bautista Alberdi publicó el Credo de Echeverría en el periódico El Iniciador, bajo el título de Código o declaración de los principios que constituyen la creencia social de la República Argentina. Ese mismo año se recrudeció la represión del gobierno de Rosas para con sus opositores políticos, lo cual obligó a casi todos los miembros de la Asociación a emprender el camino del destierro: Gutiérrez y Alberdi se marcharon a Montevideo, y Echeverría a Colonia primero y a Montevideo después, donde moriría años más tarde.

En 1846, Echeverría publicó en esa ciudad el Dogma socialista, desarrollo doctrinario de los quince principios del Credo. Su contenido se vincula al ideario demócrata liberal, por lo que la palabra "socialista" del título debe entenderse en el sentido de "social". Los románticos rioplatenses (Echeverría, pero también Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento y José Mármol) iniciaron así la búsqueda de un sistema que permitiera cerrar y superar la antinomia entre unitarios y federales, al tiempo que luchaban contra el carácter autoritario del régimen rosista. En esas coordenadas se incluyen tanto el Dogma socialista como las Bases (1852) de Alberdi, el Facundo (1845) de Sarmiento y Amalia (1851) de Mármol.

También el célebre relato de Echeverría El matadero (escrito entre 1838 y 1840, pero inédito hasta 1871, cuando Gutiérrez lo publicó en La Revista del Río de la Plata) debe ser visto en esta perspectiva, ya que a pesar de su consistente realismo es una alegoría sobre la violencia larvada en todos los niveles de la sociedad bonaerense de entonces: tras un planteamiento de apariencia costumbrista, se cuenta la historia de un joven unitario torturado por los rosistas. Obra sin duda singular, con ella se anticipó a modos de concepción, de realización y hasta de forma que luego serían empleados por el realismo y el naturalismo europeos. La obra de Esteban Echeverría puede resultar más relevante desde el punto de vista político que desde el literario; sin embargo, su valor es insoslayable en la constitución de la literatura argentina.

El primero de enero de 1839, ya exiliado en Montevideo, Juan Bautista Alberdi publicó el Credo de Echeverría en el periódico El Iniciador, bajo el título de Código o declaración de los principios que constituyen la creencia social de la República Argentina. Ese mismo año se recrudeció la represión del gobierno de Rosas para con sus opositores políticos, lo cual obligó a casi todos los miembros de la Asociación a emprender el camino del destierro: Gutiérrez y Alberdi se marcharon a Montevideo, y Echeverría a Colonia primero y a Montevideo después, donde moriría años más tarde.

En 1846, Echeverría publicó en esa ciudad el Dogma socialista, desarrollo doctrinario de los quince principios del Credo. Su contenido se vincula al ideario demócrata liberal, por lo que la palabra "socialista" del título debe entenderse en el sentido de "social". Los románticos rioplatenses (Echeverría, pero también Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento y José Mármol) iniciaron así la búsqueda de un sistema que permitiera cerrar y superar la antinomia entre unitarios y federales, al tiempo que luchaban contra el carácter autoritario del régimen rosista. En esas coordenadas se incluyen tanto el Dogma socialista como las Bases (1852) de Alberdi, el Facundo (1845) de Sarmiento y Amalia (1851) de Mármol.

También el célebre relato de Echeverría El matadero (escrito entre 1838 y 1840, pero inédito hasta 1871, cuando Gutiérrez lo publicó en La Revista del Río de la Plata) debe ser visto en esta perspectiva, ya que a pesar de su consistente realismo es una alegoría sobre la violencia larvada en todos los niveles de la sociedad bonaerense de entonces: tras un planteamiento de apariencia costumbrista, se cuenta la historia de un joven unitario torturado por los rosistas. Obra sin duda singular, con ella se anticipó a modos de concepción, de realización y hasta de forma que luego serían empleados por el realismo y el naturalismo europeos. La obra de Esteban Echeverría puede resultar más relevante desde el punto de vista político que desde el literario; sin embargo, su valor es insoslayable en la constitución de la literatura argentina.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...