lunes, 15 de febrero de 2016

15 DE FEBRERO DE 1898 NACE :

IBUSE MASUJI

(Fukuyama, 1898 - Tokio, 1993) Escritor y ensayista japonés. Su primera obra de éxito fue el cuento alegórico-satírico La salamandra (1929). Las técnicas simbolistas, a las que Ibuse, influenciado por la literatura occidental, recurrió con bastante frecuencia, dejaron paso más tarde a la experimentación de la técnica narrativa de la novela autobiográfica, que se convertirá en una constante de gran parte de su producción.

Ibuse Masuji

En Ibuse es característica una tristeza latente que, sin embargo, el autor resuelve con un toque de ironía en la descripción de la gente normal y en su afán por solucionar los problemas de la vida cotidiana, como ocurre en Ninguna visita hoy, de 1950. En la variedad de sus propuestas narrativas se encuentra también la novela de argumento histórico, por ejemplo Crónica de guerra de Sazanami, de 1930-1938, ambientada en el Japón del siglo XII, y El naufragio de John Manjiro, de 1937, la historia de un náufrago que, tras haber llegado a las costas de América, consigue volver al Japón a pesar de la prohibición de las autoridades Tokugawa.

La obra más significativa de Ibuse es La lluvia negra, de 1969, en la que sin retórica, con profunda sensibilidad y un contenido y solidario sufrimiento, el autor narra el trágico holocausto de Hiroshima. La brutal inmediatez del acontecimiento es transmitida a través de los recuerdos de los personajes y de la lectura de fragmentos de sus diarios. A través de una atenta descripción de historias particulares de dolor y gestos de fraternidad, la novela se transforma en la expresión coral de una tragedia y el testimonio de la fe en la vida. Por ello surge como una obra maestra en la literatura sobre la bomba atómica.
Anteriormente (1954-1955), la alucinante aventura narrada en Usaburo, el náufrago, obra entroncada en el género histórico, le había valido el premio de la Academia de las Artes, de la que fue miembro a partir de 1960.

15 de Febrero de 1898 nace :

Conrado Nalé Roxlo

(Buenos Aires, 1898 - id., 1971) Escritor argentino. Cultivó todos los géneros con un amplio registro que, en su poesía, va desde la ternura y el humor (El grillo, 1923) hasta la melancolía y la reflexión (Claro desvelo, 1937; De otro cielo, 1952). Sus dramas recrean poéticamente argumentos de origen legendario: así, en La cola de la sirena (1941), El pacto de Cristina (1945) y Judith y las rosas (1956). Fue autor de escritos humorísticos, publicados bajo el seudónimo de Chamico, que tuvieron una gran aceptación y algunos de los cuales se recogieron en colecciones de cuentos. Junto con M. Mármol escribió las biografías de Amadeo Villar (1963) y Alfonsina Storni (1965).
Aun cuando su popularidad se cimentó en sus relatos de humor, el argentino Conrado Nalé Roxlo fue también un profundo y lírico cultivador de la poesía y el teatro. En sus inicios literarios se vinculó al grupo Martín Fierro, pero luego abandonó la estética vanguardista y derivó hacia la sencillez compositiva. Su producción literaria comenzó con el libro de poemas El grillo (1923), en el que supo combinar la ternura y el humor. En su obra poética de madurez predomina, en cambio, la melancolía y la reflexión, en una poesía meditativa y amarga de gran contención formal, como en Claro desvelo (1937) y en De otro cielo (1952), o la ironía, como en Antología apócrifa (1969), en la que glosa el estilo de varios autores de forma humorística.
Aspecto destacado de su producción fue el humorismo: nombrado director de la publicación humorística Don Goyo, Nalé Roxlo escribió para ella bajo el seudónimo de Chamico una serie de relatos de singular comicidad e ironía, cuyo inmediato éxito hizo que fueran recopilados en volúmenes como Cuentos de Chamico (1941), El muerto profesional (1943), Cuentos de cabecera (1946), La medicina vista de reojo (1952), Libro de quejas, El humor de los humores, Nuevos cuentos de Chamico y Mi pueblo (los cuatro de 1953); Sumarios policiales (1955) y El ingenioso hidalgo (1965).
Su obra dramática está formada por la farsa Una viuda difícil (1944) y por algunos dramas en los que, con un tratamiento poético, recrea antiguas leyendas, como La cola de la sirena (1941), El pacto de Cristina (1945) y Judith y las rosas (1956). Para La cola de la sirena (1941), Conrado Nalé Roxlo tomó el argumento de un cuento de Hans Christian Andersen: la sirena Alga se ha enamorado del marinero Patricio y permite que éste la pesque en el mar. Alga anhela pertenecer también al amado como mujer y está desesperada por su cola de pez; una operación la transforma finalmente en un ser terrestre normal. Sigue conservando su misteriosa hermosura, pero a través de esta transformación ha perdido también las especiales facultades de las sirenas: ya no puede cantar ni nadar. Todo esto lo habría sacrificado Alga con agrado si con ello hubiese podido estar segura del amor de Patricio, pero Patricio se aparta de ella en el momento en que la ve como mujer humana: ha desaparecido lo maravilloso, lo fantástico, que le atraía de ella, y entonces dedica su amor a una aviadora que para él, simple marinero, es nuevamente un ser con un encanto misterioso.
El crítico León Mirlas escribió: "La cola de la sirena es la comedia de la ilusión y un canto de amor. Pero no del amor hacia la mujer en sí, sino hacia la ilusión que la mujer es capaz de despertar en nosotros." Este es en realidad el tema propiamente dicho de esta obra: el hombre, incapaz de amar a otra persona como ser humano, ama siempre solamente el sueño con el que rodea a la otra persona. Si este sueño adquiere alguna vez una forma palpable adaptándose a la vida real, entonces se extingue el amor y el hombre se dirige hacia otro sueño. Nalé Roxlo evita con un humor caprichoso y lleno de fantasía el peligro de caer en un sentimentalismo romántico; de este modo resulta una comedia extraordinariamente densa y sugerente, con un contenido expresivo muy personal.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...