sábado, 19 de julio de 2014

LEYENDAS
Nacimiento de la Guitarra

Hilario no conocía más que la soledad. Y al principio no le importaba. ¿Qué podía faltarle a un gaucho joven, si tenía un rancho donde cobijarse, un caballo incansable y unas cuantas ovejas que atender? Andar por esos campos interminables que su caballo tan bien conocía, hilvanando y deshilvanando un silbido que corte el silencio del campo que se aquieta...

Así fue como comenzaron Hilario a cansarse de su soledad y las cosas a suceder. El aborrecía el silencio. Por eso buscaba el rumor del arroyo, o se entretenía escuchando el canto de los pájaros. Azuzar las ovejas, el "vamos bonito" mientras picaba con el rebenque el anca sudada del caballo, eran los pocos diálogos de su vida solitaria.

Una tarde que anunciaba lluvia, Hilario se fue a dormir, lo hizo de a ratos sobresaltado por los rayos y relámpagos, hasta que al fin se durmió profundamente. Soñó con la lluvia de voz serena y melodiosa. Cuando despertó, Hilario ya sabía: necesitaba compañera.

La tarde siguiente lo encontró a Hilario con camisa limpia, domando su pelo tieso. Llegó al pueblo y no la vio al principio, entre la gente que se juntaba frente a la pulpería.

Fue cuando dio vuelta a las casas para buscar el pozo que la escuchó cantar un aire alegre inclinada sobre el fuentón. Era la muchacha con la que había soñado, con su voz, su cara y su cuerpo, y se llamaba Rosa. El la llevó al rancho y allí se acabó su soledad. El, ahora, apuraba el regreso de su trabajo. Rosa resumía toda su felicidad.

La desgracia vino un día en que Amuray, el cacique de una tribu indígena, también se enamoró de esa criolla tan graciosa, tan amante y tan fiel. El indio esperó la oportunidad, primero quiso seducir a Rosa, inútilmente, finalmente, una tarde, un rato antes de que Hilario regresara, asaltó el rancho y se la llevó.

Hilario se extraño de que su mujer no saliera a esperarlo. Al llegar al claro el viejo silencio volvió de pronto, pero esta vez era un grito. El gaucho comprendió, no tuvo más que ver el desorden del rancho, el agua volcada en el patio y las manchas de sangre sobre la tierra. Al galope y con el corazón apretado, siguió el rastro.

La persecusión duró poco, pero la lucha fue feroz. Al ver a Rosa herida, Hilario se abalanzó


sobre Amuray y con un certero puntazo de cuchillo hizo que soltara a la cautiva. A duras penas pudo sostener a la desmayada Rosa, que, antes de llegar al rancho, ya estaba muerta.

Hilario, abrazado al cadáver, llamó a su amada con el sinfín de palabras que ella le había enseñado y lloró con toda la pena mientras caía la noche.

El gaucho se quedó dormido bajo las estrellas con la cabeza sobre el cuerpo querido, sólo con el sueño llegó el alivio.

No lo despertó el alboroto de los pájaros ni el resplandor del sol, sino una música desconocida y tan cercana que parecía brotar de su propio cuerpo. Cuando tomó conciencia, llegó la pena del recuerdo y la sorpresa de ver que sus brazos ya no rodeaban el cuerpo de su compañera sino una caja de madera con forma de mujer apenas perlada por el tenue rocío del amanecer.

El colibrí es un hermoso y diminuto pajarillo de América, que ofrece el encanto de su plumaje, en el que se confunden los colores del iris. Tiene tres centímetros de largo. Su plumaje brillante de color verde azulado, con reflejos dorados en el cuerpo, la cabeza y el cuello, lo convierten en una verdadera joya alada.
Fue el personaje de muchas leyendas y cuentos sudamericanos, pero hay una leyenda Guaraní, que es hermosa, en donde se lo trata como el recolector de almas, y quién las envía al paraíso.
Por eso cada vez que vemos uno en el jardín, nos viene a avisar que las almas de quienes amamos, están muy bien.


19 de julio muere
Curzio Malaparte

(Kurt Suckert; Prato, 1898 - Roma, 1957) Escritor italiano. Su padre era alemán, pero desde su infancia fue separado de su familia y confiado a unos pobres campesinos toscanos, en cuyo hogar se mantenía aún viva la tradición popular del republicanismo garibaldino. Seguía con brillantez los estudios secundarios en Prato cuando el 2 de agosto de 1914 se fugó, pasó la frontera y se alistó en el Ejército francés. Hizo toda la guerra, primero en la Legión extranjera y luego en el 408.º regimiento de infantería. Condecorado por méritos de guerra, en 1918 quedó inútil para el servicio militar por acción de los gases.

Entró luego en la carrera diplomática, asistió a la conferencia de la paz en Versalles y después formó parte de la legación italiana en Polonia. En 1921 regresó a Italia y abandonó la carrera administrativa. Atraído por la figura de Mussolini, entonces todavía muy próximo a sus orígenes socialistas, se adhirió al partido fascista en 1922. Un año antes había publicado su primer libro (La revuelta de los santos malditos) y se hacía llamar Malaparte. Un día Mussolini le preguntó por qué había escogido este nombre funesto, a lo que contestó el escritor: "Napoleón se llamaba Bonaparte y terminó mal, yo me llamo Malaparte y terminaré bien".

Durante algún tiempo fue delegado de las "haces" en el extranjero, pero no tardó en presentar la dimisión. La decisión obedeció tan sólo a un deseo de independencia, ya que Malaparte continuó siendo uno de los intelectuales más brillantes del movimiento acaudillado por el Duce. Director del semanario fascista La Conquista dello Stato, publicaba ensayos de títulos virulentos: Las bodas de los eunucos (1922), Italia contra Europa (1923), La Italia bárbara (1925), en los que exponía un nietzcheísmo político basado esencialmente en la antítesis entre la plebe italiana "que no quiere sufrir", y el héroe-superhombre (evidentemente Mussolini) que debía convertirse forzosamente en un tirano si quería llevar al país al desempeño de un gran papel histórico.

Con todo, en ese tiempo, Malaparte ya se permitía pequeñas rebeldías cada vez más frecuentes con respecto a la disciplina del partido y del mismo Duce. Administrador de las célebres ediciones de la Voce, a menudo entraba en conflicto con los dirigentes fascistas. Pero a raíz del pacto de Letrán, en 1929, atacó directamente a Mussolini en un breve libelo aparecido en una revista genovesa bajo el significativo título de Don Camaleón. Las autoridades prohibieron su publicación en volumen y Mussolini decidió alejar a Malaparte de Roma y confiarle la dirección del gran diario turinés La Stampa.

Después de un largo viaje por Europa, África y Asia, nuestro autor abandonó ruidosamente el partido fascista en enero de 1931. Refugiado en París, publicó allí en francés dos obras capitales: Técnica del golpe de estado (1931) y Le Bonhomme Lénine (1932), que le valieron por fin la vasta notoriedad que no había podido alcanzar con su novela Aventure d'un capitano di sventura ni con su libro de poemas, también autobiográfico, L'Archiitaliano, cantate di Malaparte.

Establecido en Londres, Malaparte iniciaba allí su carrera de corresponsal político cuando Mussolini, en 1933, le ordenó que regresara a Italia. Malaparte obedeció, por bravata, pero fue detenido al apearse del tren "por manifestaciones antifascistas en el extranjero". (Sus dos libros Técnica del golpe de estado y Le Bonhomme Lénine estaban prohibidos en Italia y Alemania). Tras un encarcelamiento de algunos meses, el escritor fue condenado a cinco años de confinamiento en las islas Lipari. Allí escribió Fughe in prigione (1936) y Sangue (1937).

Cumplida la condena, pudo establecerse en Roma, pero quedó bajo la vigilancia de la policía y aun fue detenido durante la visita de Hitler a Roma en 1938. Con todo, en 1939 fundaba Malaparte la revista de oposición Prospettive, en la que publicó textos de antifascistas notorios como Moravia y, durante la guerra, poemas de Eluard e inclusive artículos de escritores judíos. Parecía, no obstante, que Mussolini trataba a su antiguo discípulo con cierta benevolencia, por cuanto en 1940, a raíz de la entrada de Italia en la guerra, Malaparte, que acababa de publicar su novela Donna come me, recibió el nombramiento de corresponsal de guerra y fue agregado a un regimiento de tropas alpinas.

Pero, dando una nueva prueba de su incurable espíritu de libertad, Malaparte se puso a escribir su novela Il Sole e' cieco, condenación moral de la agresión contra una Francia que se hallaba ya al borde de la derrota. El libro fue confiscado y Malaparte, enviado al servicio armado, hizo la campaña de Grecia a bordo de un avión de bombardeo. En 1941 pudo reintegrarse a sus funciones de corresponsal de guerra y partió, al frente de Rusia con el cuerpo italiano del general Messe. Pero sus artículos desfavorables a Alemania originaron su expulsión del frente ucraniano a fines de 1941.

Su estancia en la Europa del Este ocupada por los alemanes y sus sorprendentes encuentros con jefes nazis como Franck, gobernador-títere de Polonia, e incluso con Himmler, le suministraron la materia del más conocido de sus libros, Kaputt, que fue publicado en 1944, en Nápoles, ocupado ya por los norteamericanos, y rápidamente traducido a todas las lenguas.

Después de pasar el año 1942-43 en el frente de Finlandia, Malaparte se refugió en Suecia y, a la caída de Mussolini, pasó a la parte de Italia controlada por los aliados y luchó hasta la paz con los resistentes de la División Potente. Asqueado por el espectáculo de la Italia de la inmediata postguerra (La Pelle, 1949), Malaparte decidió en 1945 instalarse en París e incluso pensó en escribir solamente en francés. En francés estrenó con poco éxito dos obras de teatro: Du coté de chez Proust (1948) y Das Kapital (1949). Vuelto a Italia, vivió en su casa de Capri, donde realizó algunas apreciables tentativas cinematográficas.

En 1956 hizo un gran viaje a China y afirmó sus simpatías por el régimen comunista. Pero en 1957, poco después de la aparición de su último libro, Maledetti Toscani, sufrió unos ataques pulmonares y cardíacos, secuela de sus heridas de guerra. Llevado a Roma en avión, empezó entonces una patética lucha de cuatro meses contra la muerte, que afrontó con gran valor y plena conciencia, hasta el punto de registrar en una cinta magnetofónica sus impresiones de agonizante. Días antes de su muerte, Malaparte, que era protestante y había visto su libro La Pelle incluido en el índice en 1949, se convirtió al catolicismo.

Aun cuando es difícil emitir ahora un juicio sobre Malaparte, no parece aventurado afirmar que ha sido uno de los más vigorosos temperamentos literarios de nuestra época. A pesar de las exageraciones voluntarias que contienen, libros como Kaputt y La Pelle quedarán probablemente como testimonios decisivos de la tragedia de los años 1939-45. Se le ha reprochado con razón el cinismo de que hace gala, pero es posible que este cinismo no haya sido para Malaparte más que la máscara tras la que se ocultaba su lúcida desesperación ante la decadencia europea.



19 de julio nace Edgar Degas

(Hilaire Germain Edgar Degas; París, 1834 - 1917) Pintor impresionista francés. A pesar de que inició sus estudios de derecho, gracias a la desahogada economía familiar y al beneplácito de su padre (cuya cultura y sensibilidad ante lo artístico resultó fundamental en su etapa de formación), Edgar Degas se dedicó bien pronto a la pintura. En 1853 ingresó en el taller del pintor Barriasy y en 1854 recibió las enseñanzas de Louis Lamothe, seguidor de Ingres.

Sin embargo, su privilegiada condición social, que determinará toda su vida y una buena parte de su obra, le permitió acceder a las colecciones particulares de pintura de la clase alta parisiense y formarse en la tradición clásica como autodidacta a través de múltiples viajes. En Florencia, conoció en casa de su tío, el barón Bellelli, copias y originales de Rafael, Mantegna, Pollaiuolo, Ghirlandaio y Botticelli.

Por los testimonios de la época se sabe que Degas era un hombre tímido, sensible, algo retraído, con una gran vida interior que a veces le dificultaba la relación con sus semejantes, tal como puede observarse en la serie de autorretratos que realizó entre 1854 y 1858, donde se aprecia la influencia de Ingres. En la década de los sesenta, la posibilidad de entender la pintura como un ejercicio artístico, ajeno a las alegorías y al trasfondo moralista de los grandes cuadros de historia, era todavía incierta y dudosa.

Sin embargo, las recientes muertes de Vernet, Delacroix e Ingres abrieron un hueco en el que pudo desarrollarse, de la mano de Manet y Degas, lo que Baudelaire denominó enfáticamente el "heroísmo de la vida moderna". La familia Bellelli (1858-1875, Museo de Orsay, París) surge de unos retratos de sus primas que Degas pintó durante su primera estancia en Florencia, y muestra un análisis visual de la familia en el que los caracteres de los personajes (la atenta e inquieta tía Laura, su esposo Genaro, las dos niñas), junto con la verosimilitud del mobiliario y los objetos personales, constituyen una composición realista, fiel testimonio de la vida moderna.
La obra, sin embargo, puede entenderse también como una alegoría de la continuidad temporal familiar, pues el dibujo que cuelga de la pared representa al abuelo Degas, patriarca de la familia, mientras delante de él, la propia Laura Bellelli se encuentra embarazada; son cuatro y no dos -como parece a simple vista-, las generaciones plasmadas en el cuadro: el pasado alimenta al presente para proyectarse en el futuro, como ocurre en toda la obra de Degas.

De regreso a París, tras una estancia en la villa Médicis de Roma, Degas descubrió el fascinante mundo escénico que tanto exaltó en su pintura. Aunque de connotaciones alegóricas, el retrato de Mademoiselle Fiocre en el ballet La Source (1868, Brooklyn Museum, Nueva York) expuesto en el Salón de 1868, representa su aparición en el panorama artístico parisiense.
Su obra Orquesta de la ópera (1868-1869, Museo de Orsay, París), debía haber sido un retrato del fagotista Désiré Dihau, pero finalmente se convirtió en una composición en la que algunos de sus amigos, como el compositor Emmanuel Chabrier y otros músicos -pintados casi a la manera de Ingres-, se encuentran coronados por un friso de bailarinas decapitadas. Tras la visión instantánea y objetiva de encuadre espontáneo se esconde un complejo artificio compositivo que reclama el derecho a establecer nuevas reglas para la representación realista de la imagen de una época.

Las relaciones de Degas con el movimiento impresionista fueron bastante complejas. A pesar de que participó en siete de las ocho exposiciones del grupo y mantuvo diferentes contactos con todos los pintores que lo constituían, se negó sistemáticamente a practicar la pintura al aire libre y su obra posee indudables resonancias realistas e incluso clásicas.

La captación visual del instante en Degas no puede asociarse al paisaje, que apenas practicó, aunque sí puede reconocerse en algunas pinturas relacionadas con la música, el baile o la escena. El padre de Degas escuchando a Lorenzo Pagans (1869, Museo de Orsay, París), representa un momento preciso de una de las veladas musicales que su padre organizaba en su propio domicilio; el instante es retenido, pero no sólo a través de la referencia visual, sino también por medio del gesto del cantante y guitarrista Lorenzo Pagans -boca abierta y mirada perdida-, así como por el movimiento capturado de sus manos durante la ejecución de una pieza y la expresión de ensimismamiento del padre.

Tras la guerra franco-prusiana, en la que participó alistándose en la Guardia Nacional, Degas regresó a París y frecuentó el ballet de la Ópera de la calle Peletier, iniciando sus primeras y míticas series de bailarinas hacia 1872. Dos años después, cuando participó en la primera muestra impresionista, su pintura fue una de las menos criticadas debido al perfecto dominio del dibujo, entendido éste sólo como un análisis de la realidad.

En la tercera exposición impresionista que se celebró en 1877, en cuya organización Degas participó activamente, su pintura se decantó momentáneamente hacia los temas sociales como consecuencia de la influencia de Zola y de las tertulias en el café Guerbois. De esa época cabe destacar Las planchadoras (1884, Museo de Orsay, París) y La absenta (1876, Museo de Orsay, París), obra en la que el artista se solidariza con dos personajes marginales, un mendigo y una prostituta, cuyos atuendos crean una sutil relación cromática y metonímica con sus respectivas bebidas. La perspectiva oblicua que introduce al espectador en la escena no es más que un recurso de verosimilitud pictórica que apunta hacia la objetividad y preocupación por lo social.

Sin embargo, Degas, que seguía el código de la buena sociedad tan elocuentemente descrito por Proust, no habría de pasar a la historia de la pintura por sus reivindicaciones sociales, sino, principalmente, por los efectos del movimiento que logró plasmar tan magistralmente en su obra, sobre todo en la serie de las bailarinas, de planchadoras o de figuras femeninas en general: mujeres bailando, bañándose o secándose, captadas en ese instante preciso de la realidad. Su pintura se interesó por la figura femenina, a la que consagró la mayor parte de su obra.

A partir de los años ochenta, Degas realizó numerosas variaciones sobre el tema de las bailarinas; sin embargo, la idea de la mujer estuvo muy vinculada a su vida artística y privada. Degas perdió a su madre cuando contaba apenas trece años. No se casó nunca y no se le conoció ninguna relación amorosa -Mademoiselle Volkonska y Marie Dihau no son más que meras suposiciones-; ante ello el artista comentó en una ocasión: "Hubiera sufrido durante toda mi vida el temor de que mi esposa dijera: Te ha quedado bonita, después de haber acabado una pintura."

Al margen de las connotaciones misóginas de semejante afirmación, lo cierto es que sus complejas relaciones con las mujeres influyeron notablemente en su arte y propiciaron su curiosidad a través de la mirada, un "voyeurismo" que se manifiesta en esos cuerpos que, en realidad, parecen haber sido robados a la intimidad femenina, mientras las mujeres se preparan para la escena, como en Clase de baile (1872, Museo de Orsay, París), Bailarina sentada frotándose el tobillo izquierdo (1881-1883, Museo de Orsay, París) y Bailarinas entre bastidores (1890, Museo de Orsay, París), o mientras realizan sus aseos cotidianos como en Mujer peinándose (1887-1890, Museo de Orsay, París) o Mujer secándose el pelo al aire libre (1903, Museo de Orsay, París).

Mujer peinándose es uno de sus más clásicos desnudos. En una versión posterior del mismo tema, Doncella peinando a la señora (1896, National Gallery, Londres), los contornos de la mujer y la criada surgen de un campo cromático rojo anaranjado que parece anticipar el Estudio rojo de Matisse (1911, MOMA, Nueva York) quien, curiosamente, fue propietario de esta pintura de Degas.

Degas fue un pintor clásico de la vida moderna que mantuvo una apasionada relación con la pintura del pasado: "Está muy bien copiar lo que uno ve; pero es mucho mejor dibujar lo que ya no ve, salvo en el recuerdo. Es una transformación en la que la imaginación y la memoria trabajan juntas. Sólo se reproduce lo que llamó la atención, es decir, lo realmente necesario. De este modo los recuerdos y las fantasías se liberan de la tiranía de la naturaleza. Por este motivo los cuadros hechos así, por un hombre que tiene una memoria cultivada y que conoce tanto su oficio como a los viejos maestros, son casi siempre obras notables." De hecho, muchas de las figuras que parece haber plasmado con objetividad paseando por alguna calle de París pueden reconocerse en obras de Ingres, Watteau o algún pintor desconocido de los siglos XVII o XVIII.





19 de julio de 1980 muere
Manuel J. Castilla
nació en la casa ferroviaria de la Estación de Cerrillos (Salta), el día 14 de agosto de 1918. Realizó estudios primarios en la Escuela Zorrilla para luego estudiar el secundario en el Colegio Nacional de su provincia natal.

Se dedicó al periodismo y las letras. Es uno de los escritores fundadores del grupo "La Carpa". Además de sus colaboraciones en diarios y revistas nacionales, publicó los siguientes poemarios:

Agua de lluvia (1941), Luna Muerta (1944), La niebla y el árbol (1946), Copajira (1949,1964, 1974), La tierra de uno (1951, 1964), Norte adentro (1954), El cielo lejos (1959), Bajo las lentas nubes (1963), Amantes bajo la lluvia (1963), Posesión entre pájaros (1966), Andenes al ocaso (1967), Tres veranos (1970), El verde vuelve (1970) y Cantos del gozante (1972), Triste de la lluvia (1977), Cuatro Carnavales (1979). También publicó un texto en prosa: De solo estar (dos ediciones en 1957) y el libro Coplas de Salta (1972, con prólogo y recopilación de Castilla).
En 1957 obtuvo el Premio Regional de Poesía del Norte (trienio 1954-56, Dirección General de Cultura de la Nación), por su libro Norte adentro fue galardonado con el Premio "Juan Carlos Dávalos" para obras de imaginación en la producción literaria (trienio 1958-60, Gobierno de Salta) por el poemario El cielo lejos, y con el Premio del Fondo Nacional de las Artes (Mendoza, Trienio 1962-64) por su libro Bajo las lentas nubes. En 1967 recibió el Tercer Premio Nacional de Poesía por su obra Posesión entre pájaros. Entre otras de sus más importantes distinciones se incluyen el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (1973), el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1970-72) y el Primer Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de la Nación (trienio 1973-75). Falleció en Salta, el 19 de julio 1980 por razones de diabetes.

En la escritura de Manuel J. Castilla convergen narración, poesía y mito. En el libro De sólo estar, la estructura prosaica y la intensidad lírica condensan la presencia de los mitos del tiempo y del carnaval. La línea de conciencia social trazada por Castilla en su producción lírica y narrativa es fundante en la literatura del NOA y posteriormente otros escritores retomarán esa problemática, como Héctor Tizón, Daniel Moyano, Francisco Zamora o Carlos Hugo Aparicio.



19 JULIO 2007 Muere el Negro Fontanarrosa
ESCRITOR, DIBUJANTE Y HUMORISTA
Gran escritor, dibujante y humorista, creador de notables personajes como "Inodoro Pereyra" y "Boogie el aceitoso", fue autor de cuentos y novelas de rara calidad, entre los que cabe mencionar "El mundo ha vivido equivocado", "No sé si he sido claro", "Best Seller", "El mayor de mis defectos", "El área 18", "Los trenes matan a los autos", "La Gansada", "La mesa de los galanes" y "El rey de la milonga", entre otros. Gran parte de la enorme cantidad de chistes que publicó en diversos medios del país han sido recopilados en los volúmenes "¿Quién es Fontanarrosa?", "Fontanarrisa", "El sexo de Fontanarrosa", "Fontanarrosa contra la cultura", "El futbol es sagrado", "Fontanarrosa de penal", etc. Había nacido el 26 de noviembre de 1944 en Rosario, ciudad en la que residió a lo largo de toda su vida y de la que se ha convertido en su personalidad más emblemática.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...