martes, 26 de enero de 2016



26 DE ENERO DE 1884 MUERE :

GÉRARD DE NERVAL


(Gérard Labrunie; París, 1808-id., 1855) Escritor francés. Huérfano de madre, se crió con su abuelo en Valois. En 1822 se trasladó a París, donde llevó una existencia bohemia. En los últimos años de su vida, los más fecundos, sufrió graves trastornos y estuvo internado en varias ocasiones; finalmente se suicidó. Tras publicar una traducción libre del Fausto de Goethe (1827) y crónicas teatrales y ensayos en distintas revistas, en 1854 apareció la colección de novelas cortas Las hijas del fuego, que incluía el relato Sylvie, de estilo clásico y temática estrictamente romántica. Ese mismo año publicó Las quimeras, colección de sonetos simbolistas que prefiguró la poética de Baudelaire y Mallarmé. En 1855 apareció Aurelia, que mezclaba sueño y realidad y fue considerada una de las obras fundacionales de la literatura moderna.

Figura marginal en su época del romanticismo francés, la posterioridad ha convertido a Gérard de Nerval en el poeta romántico por excelencia de su lengua y en un gran precursor de la poesía contemporánea. Hijo de médico, quedó huérfano de madre a los dos años y se trasladó a vivir con su tío al pueblecito de Mortefontaine, en los bosques de Valois, hecho que posteriormente apareció en su obra Sylvie (1853), entre otros recuerdos de infancia. A la edad de seis años regresó a París con su padre, pero siguió visitando Valois durante los períodos de vacaciones.


Nerval cursó estudios de medicina, que nunca llegaría a concluir. En 1827 inició la traducción de Fausto de Goethe, que entusiasmó al propio autor hasta el punto de llegar a preferirla al original alemán. Goethe, junto con Hoffmann y Heine, le influyeron decisivamente. Conoció a Victor Hugo, asistió al estreno de Hernani y estuvo entre los organizadores de la famosa batalla. Por participar en los motines de 1832 y por escándalo público entró y salió de la cárcel un par de veces.


Al cumplir los veintiséis años, cuando ya había adoptado el seudónimo de Nerval, nombre que tomó de un pequeño dominio de su familia, heredó 30.000 francos en oro. Con el dinero viajó a Italia, y a su vuelta a París se movió por los cafés, teatros y salones vestido como un dandy, e hizo de su casa el centro de reunión de iluminados y ocultistas. Fue la época de su gran amor por la actriz inglesa Jenny Colon, personaje que aparece en Sylvie, la primera de las nouvelles que reunió bajo el título Las hijas del fuego.


Incitado por Balzac, fundó una revista de teatro, Le Monde Dramatique, proyecto que le llevó a la ruina en un año. Emprendió un viaje por Europa, parte del cual realizó acompañado por Alejandro Dumas, con quien firmó un contrato, y por Teófilo Gautier, compañero suyo desde el liceo. En Viena se enamoró de M. Pleyel, una discípula de Liszt. A los treinta y tres años, en 1841, le detuvieron desnudo cuando iba tras una estrella que, según él, le guiaba hacia Oriente. Este hecho tuvo como consecuencia una estancia en la clínica del doctor Blanche, el primero de los internamientos que se irían sucediendo desde entonces en adelante, pues las alucinaciones fueron un suceso común en su vida.


Una vez que salió de la clínica, su editor le adelantó dinero y emprendió el deseado viaje a Oriente. Un año después regresó para escribir Escenas de la vida Oriental (1851), una obra maestra del periodismo poético. Tradujo a Heine, a quien conoció personalmente, y prosiguió sus viajes por Europa: Bélgica, Holanda, Inglaterra y Alemania. Por esas fechas ya carecía de un domicilio fijo, no tenía objetos personales ni dinero. A los cuarenta y seis años realizó un último viaje a Alemania y publicó Las quimeras (1854), la serie de herméticos sonetos que lo consagraron como el precursor de Mallarmé y del simbolismo, y que sería uno de los libros de cabecera de los abanderados surrealistas, más de medio siglo más tarde.


En un amanecer del invierno de 1855, un borracho encontró el cuerpo de Nerval cubierto de nieve en el callejón de la Vielle-Lanterne. En sus bolsillos llevaba las últimas páginas de Aurelia o el sueño y la vida, su mejor novela, que se publicaría póstumamente en 1855, junto con las admirables crónicas de La bohemia galante. A pesar de que se le halló ahorcado con su propio cinturón, ninguno de sus amigos aceptó que Nerval se hubiese quitado la vida; afirmaban que planeaba un viaje a Grecia y que nadie se ahorcaría con el sombrero puesto. Dos días antes había dejado a su tía, en cuya casa habitaba, una nota: "No me esperes esta tarde, porque la noche será negra y blanca".

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