jueves, 4 de agosto de 2016

4 DE AGOSTO DE 1904 NACE:

WITOLD GOMBROWICZ
(Maloszyce, Opatow, 1904 - Vence, Francia, 1969) Escritor polaco, uno de los más destacados narradores de la vanguardia de entreguerras. Miembro de una rica familia de industriales y terratenientes, pasó la mayor parte de su infancia en Varsovia, donde obtuvo la licenciatura en derecho en 1926. Tras un viaje a París trabajó en los juzgados de la capital polaca; se preparaba para ejercer la abogacía, pero después de publicar el libro de relatos Memorias del tiempo de la inmadurez(1933) decidió dedicarse exclusivamente a la literatura y a la crítica literaria, labor que desarrolló para diversas publicaciones.

Witold Gombrowicz
El estallido de la segunda guerra mundial lo sorprendió en el transcurso de un viaje por Argentina, en cuya capital decidió entonces instalarse. Durante largos años la obra de Witold Gombrowicz fue despreciada e ignorada por los medios conservadores y por la crítica adepta al realismo socialista, pero finalmente consiguió reconocimiento, y en 1963 obtuvo una beca de la Fundación Ford para viajar a Berlín occidental, desde donde trasladó su residencia primero a las cercanías de París y luego a Vence, ciudad en la que murió, poco después de que le fuera concedido el Premio Formentor Internacional de Editores.
Su primera obra, la recopilación de cuentos Memorias del tiempo de la inmadurez, data de 1933, y en ella ya se manifiesta su actitud irónica y cargada de humor absurdo respecto de las herencias literarias anteriores, que manipuló y subordinó a sus propios objetivos. En realidad, su prosa enlazaba con la postulada una década antes por S. I. Witkiewicz, y tenía entre sus premisas básicas la convicción de que el formalismo perfeccionista de la cultura occidental había conducido a la esterilidad del arte. La forma, para él, es un medio de relación de los individuos entre sí, pero es preciso desenmascararla para librarse de sus ataduras.
Suele estimarse como su mejor obra la sátira cultural Ferdydurke (1937), insolente ya desde el mismo sinsentido de su título. Singular, futurista y surrealista, esta novela es en realidad una especie de compendio que incluye géneros tan diversos como diarios, panfletos, ensayos, monólogos y diálogos, y resulta en definitiva una suerte de crítica al sistema educativo y a la escala de valores éticos de la sociedad de la época. El protagonista es Momo, un "adulto" de 30 años, escritor fracasado, que vive la esquizofrenia de sentirse atrapado por su adolescencia, como si no la hubiera terminado de vivir. Momo comienza a revivir experiencias y relaciones que pertenecen a su vida pasada, a la de ese adolescente de dieciséis años, del que por momentos no puede escapar. Reaparecerá en su vida el profesor Pimko, una especie de censor, más que un estricto tutor, que hace volver a Momo al colegio para que termine de ser "educado".
Este colegio, o mejor, internado, se convierte en una especie de prisión de la que Momo "adulto" intenta escapar infructuosamente. En otro momento de la novela y de la vida de Momo, el profesor Pimko lo lleva a residir junto a la familia de un ingeniero conocido por Jovencillos. Momo comienza a vivir en una casa llena de referencias modernas, donde sus habitantes adoptan constantemente poses a través de las cuales manifiestan su yo. La hija del ingeniero, una adolescente de dieciséis años llamada Zutka, cautiva el corazón de Momo, pero ella no corresponde a su amor. Tantos fracasos y tanta incomprensión hacen que Momo escape de esa casa, de esa vida y con ello de todas las poses. Comienza a vagabundear y a vivir otras experiencias, van desapareciendo las máscaras y, al final, Momo se ve obligado a reconocer "que sólo podemos huir del hombre en otro hombre", y que deberá huir de continuo "en otros hombres y correr, correr, correr a través de toda la humanidad". El hombre, y en ello se visualiza la filosofía de Gombrowicz, sólo se realiza a través del hombre.
En 1938 publicó la obra dramática Yvonne, princesa de Borgoña, y al año siguiente, en la prensa y por entregas, la novela Los hechizados. Después de la guerra, en 1953, apareció la novela Transatlántico y, ese mismo año, el drama El matrimonio. Más tarde se editó Pornografía (1960), Cosmos (1965), por la que obtuvo el Premio Formentor, y la pieza teatral Opereta (1966). El teatro y la novela de Gombrowicz están íntimamente relacionados, no sólo por su sentido de lo grotesco y por el contenido de sus tramas, sino porque en ambos géneros los personajes adoptan papeles que les son impuestos y que encarnan al modo de estereotipos, mediante un lenguaje hecho de gestos y muecas. Gombrowizc publicó además tres volúmenes de sus Diarios (1957, 1962, 1966), que son una suerte de diálogo provocativo con el lector a propósito de diversos hechos de su vida, y en particular sobre las manifestaciones sociales del pensamiento estético y literario.

4 DE AGOSTO DE 2859 NACE:


KNUT HAMSUN
(Seudónimo de Knut Pedersen; Lomnel Gudbrandsdal, 1859 - Grimstad, 1952) Novelista noruego que despertó sentimientos encontrados entre sus compatriotas, por su obra existencial, y obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1920.
Fue hijo de una antigua familia campesina y su apellido era Pedersen. Llevó una existencia nómada, en cuyo transcurso ejerció las profesiones más diversas: aprendiz de zapatero en Bodö, y luego, siempre en la Noruega septentrional, carbonero, maestro de escuela, picapedrero, obrero de carreteras, empleado comercial, vendedor ambulante y escribiente de un puesto de policía. Intentó además, pero sin éxito, el periodismo.

Knut Hamsun
En 1882 emigró a América, donde trabajó singularmente en Wisconsin y Minnesota. Después de varios fracasos, volvió en 1884 a Noruega, país que abandonó de nuevo para marchar otra vez a los Estados Unidos. En esta segunda etapa americana hizo de agricultor en Dakota, fue tranviario en Chicago, y dio conferencias en Minnesota ante un pequeño grupo de compatriotas.
Comentó a Ibsen, Björnson, Strindberg, Zola, Tolstoi y Dostoievski, y contó luego sus impresiones de América, casi exclusivamente negativas, en el amargo libro La vida espiritual de la América moderna (1889); las de la dura vida en su patria aparecieron en la novela con la cual se dio a conocer, Hambre, y que le proporcionó inmediatamente la celebridad. En esta novela figura por vez primera el héroe característico de Knut Hamsun, el nómada perdido en la civilización y atraído siempre por la llamada de su bosque nativo. Al carácter esquemático del naturalismo opone el análisis del alma humana en su incoherencia y su misterio, y al estilo "científico" el impulso lírico y musical y el lenguaje de lo inconsciente e incognoscible.
Hambre siguieron una trilogía dramática influida por Nietzsche -A las puertas del Reino (1895), El juego de la vida (1896) y Ocaso (1898)-, la colección de composiciones líricas El coro salvaje (1904), y novelas, cuentos y varios relatos de viajes y de episodios de la existencia vivida, siempre en relación con el tema desarrollado en HambrePan (1894), Siesta (1897), Victoria (1898), Un país de ensueño (1903), Un vagabundo toca con sordina (1909), Hombres de hoy (1913),Los frutos de la tierra (1917), etc. En 1917 fue galardonado con el Premio Nobel.
Aunque en la caracterización psicológica de sus personajes, nuestro autor revela haber aprendido mucho de Dostoievski y Mark Twain, su naturalismo místico presenta posiblemente la expresión más original y elevada de la poesía noruega después de Ibsen. El mejor de sus libros, Pan, aparece invadido por el sentimiento panteísta de la naturaleza; en Los frutos de la tierra, en cambio, se da éste, con un carácter religioso, en la figura del aventurero Isak, gigantesco dominador y casi divinidad ctónica, situado sobre el fondo de la fecunda tierra de la cual ha surgido.
En los libros siguientes, Hamsun, ya padre de familia y hacendado, volvió a sus misantrópicos sarcasmos y a sus paradojas falaces, que, sin embargo, dejan vislumbrar siempre una excepcional intuición psicológica, sobre todo al presentar los vicios más detestados por el autor: la presunción y el dogmatismo, como enMujeres en la fuente (1920) y Último capítulo (1923). En sus últimas novelas,Vagabundos (1928), Augusto (1930), La vida continúa (1934), El círculo se ha cerrado (1937), reaparece el tema principal: la antítesis naturaleza-cultura, que culmina en una especie de mito del nómada, reivindicador de un individualismo anárquico y de un ingenuo idealismo ante los progresos del materialismo en la civilización moderna.
Conservador e incluso arrogantemente antidemocrático y germanófilo en la primera y segunda guerras mundiales, Hamsun fue sometido a proceso al terminar la última, desposeído de sus bienes por sentencia de un tribunal noruego y declarado enfermo mental. En 1949 apareció el diario escrito durante su reclusión: Por senderos donde crece la hierba.

4 DE AGOSTO DE 1834 NACE:


GASPAR NÚÑEZ DE ARCE
(Valladolid, 1834 - Madrid, 1903) Poeta español. Estudió en Toledo y Madrid, intervino en la política de su tiempo y fue cronista de la campaña de África (1859-60), como Alarcón. Del partido de Sagasta, desempeñó cargos políticos, entre otros el de gobernador de Barcelona (1868) y el de ministro de Ultramar.

Gaspar Núñez de Arce
Como escritor fue autor dramático y poeta lírico. En colaboración con Antonio Hurtado compuso dramas mediocres tales como El laurel de ZubiaHerir en la sombra y La jota aragonesa. Otros le pertenecen por completo: Deudas de la honra,Quien debe, pagaJusticia providencial y El haz de leña (1872). De todos ellos sólo este último es digno de salvarse del olvido. El tema de esta obra es la prisión y muerte del príncipe Carlos, hijo de Felipe II. En la interpretación del episodio, Núñez de Arce se apartó de Schiller, Alfieri y Quintana y se atuvo a una versión más fiel, al parecer, a la verdad histórica, por lo que eliminó la supuesta pasión amorosa del príncipe por la reina.
Con todo, sus mejores ensayos dramáticos palidecen ante sus poesías líricas, en las que abundan las descripciones, los temas religiosos, morales y políticos, los asuntos histórico-literarios. En 1875 publicó un tomo de poesías titulado Gritos del combate en el que recogió su producción de 1868 a 1874; el desencanto de la política extremista, los excesos del libertinaje tan típicos de las revoluciones españolas, el ansia de orden, de paz, de libertad, el cansancio y el escepticismo del alma, constituyen las ideas fundamentales desarrolladas en estas composiciones cuya más notable característica es el cuidado de la forma, la fluidez expresiva, la elocuencia a veces ampulosa y vacua, todo ello con caldas al prosaísmo y la obviedad.
La duda se titula una de las poesías del volumen, y éste fue uno de los tópicos de nuestro autor. Raimundo Lulio es un poema simbólico en tercetos dantescos, cuyo tema son las pasiones y arrepentimiento del beato mallorquín; La selva oscura(1879) es una imitación de la Divina ComediaLa última lamentación de lord Byron(1879), canto puesto en boca del poeta inglés, en bien cortadas octavas, está lleno de tópicos literarios, mitológicos, filosóficos y políticos; El vértigo, es una leyenda moral-descriptiva, escrita en décimas impecables; en La visión de fray Martín, el poeta presenta a Lutero conmovido por la duda; la Elegía a Alejandro Herculano está dedicada a los portugueses y a sus pasadas glorias, con motivo de la muerte del historiador y poeta luso; en Maruja (1886), se exalta el amor conyugal y los sentimientos caritativos; La pesca (1884) viene a ser un cuento de costumbres marinas.
Núñez de Arce es un valor de época; como poeta es desigual, pero no se le puede negar un notable virtuosismo formal. Su obra juzgada en conjunto ofrece más calidad que la de su contemporáneo Campoamor, con el que tiene, no obstante, muchas semejanzas, sobre todo en su aspecto de expositor en verso de lugares comunes filosófico morales.

4 DE AGOSTO DE 1792 NACE:

PERCY BYSSHE SHELLEY

(Field Place, 1792 - golfo de La Spezia, 1822) Poeta británico. Cursó estudios en Eton (1804-1810) y en el University College de Oxford, de donde fue expulsado (1811) por la publicación del libelo La necesidad del ateísmo. Ese mismo año, en Londres, se enamoró de una joven de 16 años, Harriet Westbrook, con quien, tras huir y casarse, vivió en el distrito de los Lagos, en York, en Irlanda y en el País de Gales, donde escribió su primer poema importante, La reina Mab (1813).

Shelley
De nuevo en Londres, conoció a W. Godwin, de cuyo pensamiento filosófico se declaró seguidor, y se enamoró de su hija Mary, con quien marchó al continente en 1814 y con quien se casó en 1816, año en que publicó Alástor o el espíritu de la soledad y en que, durante una estancia en Suiza, conoció a Lord Byron.
A su regreso en Londres, se enteró del suicidio de Harriet y perdió la tutela de los dos hijos que había tenido de su primer matrimonio. Aquejado de tisis, abandonó su país y en 1818 se instaló en Italia en compañía de Mary. Vivió en Milán, Lucca, Venecia, Nápoles y Florencia y escribió durante sus últimos cuatro años de vida sus obras maestras: el drama lírico Prometeo liberado (1819), la tragedia Los Cenci(1819), diversos poemas líricos (Oda al viento del OesteOda a una alondraLa mimosa y la Oda a Nápoles), la elegía Adonais (1821), inspirada por la muerte deJohn Keats, y el tratado La defensa de la poesía (1821).
Shelley es uno de los principales poetas de la segunda generación de románticos ingleses. Su obra está impregnada de idealismo y de fe entusiasta en el futuro de la humanidad, pero también de melancolía ante las desdichas de la existencia; en ella desempeña un importante papel la naturaleza, concebida como vínculo entre el hombre y los valores absolutos.

martes, 2 de agosto de 2016

2 DE AGOSTO DE 1942 NACE :
ISABEL ALLENDE
(Lima, 1942) Escritora chilena. Hija de un diplomático chileno que le inculcó su afición por las letras, Isabel Allende cursó estudios de periodismo. Mientras se iniciaba en la escritura de obras de teatro y cuentos infantiles, trabajó como redactora y columnista en la prensa escrita y la televisión.
En 1960 Isabel Allende entró a formar parte de la sección chilena de la FAO, la organización de las Naciones Unidas que se ocupa de la mejora del nivel de vida de la población mediante un exhaustivo aprovechamiento de las posibilidades de cada zona. En 1962 contrajo matrimonio con Miguel Frías, del que habría de divorciarse en 1987, después de haber tenido dos hijos: Paula -que falleció, víctima de porfiria, en 1992- y Nicolás. En 1973, tras el golpe militar chileno encabezado por el general Pinochet, en el que murió su tío, el presidente Salvador Allende, abandonó su país y se instaló en Caracas, donde inició su producción literaria.
La primera gran novela de Isabel Allende, La casa de los espíritus, próxima al llamado «realismo mágico» fue publicada en 1982. Fueron precisamente el ambiente y los sucesos previos que condujeron al golpe militar los materiales narrativos que dieron forma esta obra, con la que se consagró definitivamente como una de las grandes escritoras hispanoamericanas de todos los tiempos. Recibida como un brillante epígono en la estela del "Boom" iniciado en los años sesenta, y comparada con Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, esta primera narración extensa de la autora chilena se convirtió de inmediato en un best-seller en numerosos países del subcontinente americano (a pesar de que su publicación había sido rechazada por varias editoriales de Hispanoamérica), en España y en otras naciones de Europa.
Once años después de su primera salida a la calle, el éxito de la historia pergeñada por Isabel Allende recibió un poderoso impulso de proyección internacional merced a la adaptación cinematográfica realizada por el cineasta sueco Bille August (The house of the spirits, 1993), quien contó con la colaboración de la propia autora para elaborar el guión, y con un prestigioso elenco de intérpretes en el que figuraban Meryl Streep, Glenn Close, Jeremy Irons, Winona Ryder, Antonio Banderas y Vanessa Redgrave.
Basada en los recuerdos de infancia y juventud de la propia escritora, La casa de los espíritus narra las peripecias de la saga familiar de los Trueba a lo largo de cuatro generaciones. Isabel Allende rememora y convierte en substancia narrativa las vivencias en la vieja casona familiar habitada por sus abuelos y sus excéntricos tíos, una mansión rodeada por una fecunda atmósfera liberal e intelectual que despertó su feraz imaginación y le inculcó el gusto por la lectura y la narración de historias. Al hilo de las peripecias de las mujeres que componen este núcleo familiar (auténticas protagonistas de la trama), la desbordada fantasía de la autora se va enhebrando con el repaso de los principales acontecimientos políticos de la historia reciente de Chile, hasta situar al lector en los primeros y dramáticos compases de la sangrienta dictadura militar.
Transcurridos dos años desde la publicación de La casa de los espíritus, Isabel Allende volvió a los anaqueles de las librerías con otra espléndida novela que mezclaba de nuevo la enrarecida situación política de su patria (en este caso, los asesinatos de los "desaparecidos" durante la dictadura de Pinochet) con otros materiales literarios procedentes de la poderosa imaginación de la autora (concretados, aquí, en una historia de amor). Se trata de la obra titulada De amor y de sombra, recibida también con grandes elogios por parte de la crítica y los lectores, y considerada como el hito que venía a señalar que el éxito internacional de La casa de los espíritus no había sido fruto de la casualidad.
La historia aquí relatada arranca con el hallazgo, en una explotación minera del norte de Chile, de una tumba clandestina en la que yacen sepultados los restos mortales de numerosos campesinos asesinados por los servicios de seguridad de la dictadura de Augusto Pinochet. La relación amorosa de dos jóvenes sirve de hilo conductor para el seguimiento de los hechos, que al cabo de los meses pone de manifiesto la horrorosa constatación de los crímenes cometidos por los golpistas, delatados por la aparición de otros muchos cementerios clandestinos.
A estas grandes obras les siguieron otras, entre la que destacan Eva Luna (1987), El plan infinito (1991), Paula (1994), Afrodita (1998), Hija de la fortuna (1999), Retrato en sepia (2000) y el libro de memorias Mi país inventado (2003). Sus obras, que ocupan siempre los primeros puestos en las listas de ventas no sólo americanas sino también europeas, han sido traducidas a más de 25 idiomas.
 2 DAGOSTO DE 1997 MUERE :
WILLIAM BURROUGHS

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(Saint Louis, 1914 - Lawrence, 1997) Escritor norteamericano. Novelista estadounidense, de prosa experimental y ligada estrechamente a las experiencias con las drogas y los viajes, identificado generalmente como miembro del movimiento beatnik de finales de la década de 1950, de la literatura underground del decenio siguiente y considerado padrino y gurú de la generación rock punk de los años posteriores.
Miembro rebelde de una familia emparentada con la de la industria de máquinas calculadoras, estudia en varias escuelas privadas del Sur y del Oeste norteamericano antes de matricularse en Harvard, donde en 1936 se gradúa en literatura inglesa. Siguen años de estudios de medicina en Viena, y de antropología en Harvard, durante los cuales Burroughs se mantiene dedicándose a los más diversos oficios.
Sus primeros intentos literarios se remontan a 1938, cuando escribe a cuatro manos con un amigo una novela policíaca al estilo de Hammett y Chandler. Durante la guerra Burroughs conoce de cerca los bajos fondos de Nueva York y empieza a experimentar con toda clase de drogas. En 1944 entra en contacto con Jack Kerouac y Allen Ginsberg, el escritor y el poeta más famosos de la que, una década después, sería conocida como Beat Generation.
Kerouac convence a Burroughs para que vuelva a escribir. Y significativamente Burroughs inicia con Kerouac una novela negra, pero, también ahora, la tentativa fracasa. En la inmediata posguerra, el descenso de Burroughs a los infiernos de la droga se hace imparable, a pesar de los esporádicos intentos del escritor de liberarse de ella. Después de haber vivido en varias localidades del Sur de los EE.UU., se traslada a México donde, accidentalmente, mata a su mujer.
El escritor se ve obligado a dejar Ciudad de México, viaja durante varios meses por Sudamérica y luego, de 1953 a 1959, se establece en Tánger, Marruecos, donde era más fácil procurarse la morfina de la que se había convertido en esclavo. Pero el demonio de la literatura no le abandona, ni siquiera en aquellos años en que está dominado por la droga.
Su primera novela es Yonqui (1953), publicada bajo el seudónimo de William Lee, autobiografía de tono todavía realista de un toxicómano, mientras en Tánger escribe un millar de páginas que, gracias a la ayuda de Kerouac, transformará en la famosa trilogía: El almuerzo desnudo (1959), The Soft Machine (1961) y Nova Express (1964). El almuerzo desnudo dio origen a un proceso por obscenidad.
Tras la publicación de la trilogía Burroughs se convirtió en uno de los escritores beat y no beat más interesantes de la segunda postguerra norteamericana. En cuanto beat, Burroughs ha sido uno de los santones a los que han mirado los jóvenes norteamericanos protagonistas de la contracultura de los años sesenta. Y como escritor, forma parte con todo mérito de los innovadores más eficaces de un género literario, la novela, entonces considerada en decadencia.
Burroughs toma el camino de la negación de una cultura y de una sociedad que detesta, aunque evitando los tonos proféticos de Ginsberg. En él es evidente la intención de "atacar por la espalda" a la sociedad norteamericana mediante la utilización puntual y muy eficaz de la sátira, la cual, significativamente, no desemboca en sarcasmo. No por ello su acusación de toda la sociedad norteamericana, dominada por un estado de "dependencia" similar al de la droga, que él llama "el álgebra de la necesidad", resulta menos eficaz y feroz. También, porque persigue su objetivo por caminos estrictamente literarios y artísticos.
En realidad, aplicándole términos de otras artes, como la pintura, puede decirse que Burroughs desarrolla técnicas narrativas como el cut-up (corte) y el fold in (repliegue) para mostrar no sólo sus alucinaciones personales, sino también las del norteamericano medio. No debe olvidarse señalar la estructura cinemática de sus novelas; de ahí, su guión cinematográfico, escrito en 1969, Las últimas palabras de Dutch Schultz.
A partir de 1971, es decir, desde la publicación de Muchachos salvajes (The wild Boys) hasta la de Ah Pook is Here and Others Texts (1979) y de la más reciente Ciudades de la noche roja (1981), en sus novelas aparecen nuevos temas y técnicas narrativas. Su interés pasa de la droga a la problemática sexual. El sexo se convierte en símbolo de liberación y metáfora central de la obra. La prosa alucinada de las primeras novelas de paso a una narrativa más coherente, imitación (irónica) de la literatura de consumo.
En 1985 aparece una amplia colección de ensayos anteriores: The Adding Machine. Ese mismo año editó finalmente Queer (1985), obra que, a pesar de haber sido escrita treinta años antes, el autor no había querido dar a la imprenta, debido a la abierta descripción del deseo homosexual que expone en ella. Son posteriores los relatos The Cat Inside (1986) y El fantasma accidental (Ghost of Chance, 1991), así como la novela Tierras del Occidente (The Western Lands, 1987) e Interzone (1989).

lunes, 1 de agosto de 2016

1 DE AGOSTO DE 1894 NACE:
JUAN FILLOY
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Narrador argentino, nacido en la ciudad austral de Córdoba el 1 de agosto de 1894 y fallecido en su ciudad natal el 15 de julio de 2000. Autor de una exquisita y singularísima producción literaria, está considerado como uno de los grandes escritores enigmáticos de las Letras hispanoamericanas del siglo XX, debido en parte a la rareza intrínseca de su obra, y en parte a su permanente voluntad de mantenerse alejado de los círculos y cenáculos culturales frecuentados por el resto de sus colegas. Aunque el misterio y la confusión con que ha rodeado su propia figura y su obra de creación han contribuido a desorientar a la crítica especializada, según sus propias confesiones cabe atribuir a su pluma la redacción de más de cincuenta libros originales, de los cuales sólo publicó en un principio siete (tres narraciones extensas calificadas por el propio autor como novelas, y cuatro recopilaciones de prosas poéticas), editados todos ellos en la década de los años treinta. Tal vez también obedezca a una intención premeditada la publicación de esta cabalística cantidad de obras, pues todo el universo literario de Juan Filloy se organiza en torno al número siete, como queda patente en los títulos de esas obras suyas que han pasado por los tórculos, siempre compuestos por siete letras: Periplo(Buenos Aires: Imprenta Ferrari Hnos. [Cuadernos de Juan Filloy], 1931), ¡Estafen!(Id. Id., 1932), Balumba (Id. Id., 1933), Op Oloop (Id. Id., 1934), Aquende (Id. Id., 1936), Caterva (Id. Id., 1937) y Finesse (Id. Id., 1939).
¡Estafen! (donde se exalta la supremacía estética de la delincuencia), Op Oloop (en la que se relata la incursión en la locura de un pobre estadígrafo que pierde la razón después de haberse enamorado) y Caterva son las tres novelas publicadas por Juan Filloy, quien -como se desprende de las referencias bibliográficas recién citadas en el parágrafo anterior- se negó a integrarse en los círculos editoriales más poderosos de su tiempo, a pesar de que sus obras merecieron los elogios unánimes de los pocos afortunados que pudieron conseguir algún ejemplar de las reducidas tiradas que lanzó a la calle dentro de una modesta colección creada exclusivamente para difundir de forma selectiva su producción literaria. Ajeno -a pesar de ese reconocimiento que le tributaron dichos lectores, escritores y críticos privilegiados- al bullicio, los fastos y las intrigas del mundillo literario y editorial argentino del segundo tercio del siglo XX, Juan Filloy continuó durante muchos años ejerciendo su cargo de juez en la alejada localidad provinciana de Río Cuarto, y cultivando una curiosa afición intelectual que, en las escasas entrevistas que concedió a los medios de comunicación, antepuso siempre a la importancia que pudiera conceder a su obra de creación literaria: la construcción de palíndromos (o frases que pueden ser leídas de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, sin mudar por ello de significado). En una de esas contadas ocasiones en que el escritor de Córdoba franqueó de buen grado los muros de su retiro provinciano para ofrecer unas declaraciones a la prensa cultural, se definió a sí mismo como "recordman de palindromía, mil veces por encima de la performance de León VI, emperador de Bizancio".
Sin duda alguna, esta acusada inclinación hacia la vertiente lúdica -pero infinitamente compleja- de la creación literaria (plasmada, además, en su constante apelación a los recursos gráficos que le ofrecía la imprenta de la época) contribuyó poderosamente a estrechar aún más el selecto círculo de lectores capaces de degustar con provecho las exquisitas obras de Filloy, a quien buena parte de la crítica de su tiempo tildó también de preciosista, decadente y aristocratizante, comparándole con la figura de cualquier dandy caduco y provinciano que, absorbido por la búsqueda de la elegancia absoluta, se queda recluido en su pequeño ámbito local, satisfecho con la consecución de esos logros estéticos que dan cumplida satisfacción a sus rarezas y obsesiones. Nada hizo, en efecto, Juan Filloy por desmentir esta imagen de creador ensimismado en su pequeña torre de marfil, aunque a finales de la década de los años sesenta permitió que una editorial de Buenos Aires publicase sendas reediciones de sus novelas ¡Estafen! y Op Oloop, lo que dio pie a su vez a que las principales publicaciones culturales argentinas se interesasen por la vida y la obra de este enigmático autor. A pesar de este interés tardío suscitado entre la crítica literaria, la elaborada complejidad de la narrativa de Juan Filloy -no exenta de una constante sutileza irónica que la dota de gran amenidad- siguió manteniendo alejado al lector común, circunstancia que en buena medida vino a demostrar el acierto del escritor de Córdoba a la hora de elegir para su producción impresa el selecto cauce de las ediciones restringidas.
Con todo, a partir de este reconocimiento tardío se empezaron a difundir algunos datos acerca del autor de estas extrañas, provocativas y deslumbrantes novelas, datos que contribuyeron aún más a consolidar la imagen de "raro" que había cultivado el escritor de Córdoba, como su confesada afición a los ambientes prostibularios y su odio manifiesto a la ciudad de Buenos Aires y a cuantas cosas y personas ostentasen con orgullo el calificativo de porteñas. Declaró también el escritor de Córdoba en algunas de esas entrevistas que concedió en su vejez que su nombre "se pronuncia Fiyoy y no Filoy, porque es gallego y no irlandés", y que su infancia y juventud fueron felices en su entorno provinciano, donde creció alejado de cualquier moda o influencia literaria. Entre sus aficiones, destacó el dibujo (de joven fue caricaturista) y, sobre todo, los deportes, que le impulsaron a tomar parte activa en la fundación del famoso club de fútbol Talleres de Córdoba y, ya en su destino como magistrado, del Golf Club de Río Cuarto. En esta ciudad fundó también el Museo de Bellas Artes.
Al término de sus estudios de Leyes, llegó a la citada población de Río Cuarto hacia 1920, sólo con la intención de ejercer durante un par de meses la abogacía, aunque a la postre pasó allí más de la mitad de su longeva existencia (en concreto, sesenta y cuatro años de los cientos seis que duró su enigmática vida). Alejado, pues, por voluntad propia de todos los foros culturales y editoriales de Buenos Aires, y consagrado a su oficio de magistrado, Juan Filloy fue alimentando una leyenda de escritor solitario que empezó a raíz de su extraña relación con la imprenta: después de haber publicado sus siete primeras obras entre 1931 y 1939 (las citadas en parágrafos superiores), permaneció durante casi tres decenios sin publicar una sola página, aunque durante todo ese tiempo no dejó de escribir ni un sólo día (al parecer, la desenvuelta impudicia de casi todos sus escritos y su afición por las opiniones polémicas se avenían mal con su severo cargo judicial, por lo que tuvo que optar entre conservar su trabajo o difundir sus obras literarias). A mediados de los años sesenta, cuando la obligada jubilación le había eximido ya de mantener la gravedad exigida a un juez, se avino a entregar a la editorial bonaerense Paidós las novelas ¡Estafen!, Op Oloop y Caterva, que vieron la luz entre 1967 y 1973 y dieron lugar a la creación y asimilación, por parte de los sorprendidos lectores argentinos, del "mito Filloy", un curioso fenómeno literario que se sustenta, básicamente, en la asombrosa calidad de los textos del misterioso escritor de Córdoba, pero también en otros factores no menos llamativos dentro del mundillo editorial contemporáneo (como la compleja personalidad del autor; la enorme cantidad de títulos que mantenía inéditos -más de cuarenta-; la costumbre de utilizar siempre siete letras en cada uno de sus títulos; la utilización de todas y cada una de las letras del abecedario para encabezar al menos uno de sus libros; y, en suma, ese cúmulo de manías personales -como la fobia antiporteña- y aficiones intelectuales -v. gr., a la palindromía- que contribuyeron a dibujar ese perfil de rareza que envuelve tanto su obra como su propia persona).
Tal vez convenga, antes de pasar adelante, ilustrar con algunos ejemplos esa originalidad que se ha convertido en la marca distintiva de la obra del enigmático autor de Córdoba. A continuación se ofrece una relación lo más exhaustiva posible de los títulos que configuran la peculiarísima bibliografía de Juan Filloy, no sin dejar de advertir que muchos de ellos permanecen todavía inéditos (se señalan con un asterisco los que han pasado por los tórculos): Ambular; Aquende*; Balumba*;Caterva*; Chagui; Churque; Decio 8a*; Don Juan*; Elegías*; Eran así; ¡Estafen!*;Esto Fui*; Finesse*; Gaudium; Gentuza*; Homo sum; Ignitus*; Ironike; Item más;Jjasond*; Karcino*; L'ambigú*; La Potra*; La Purga*; Los Ochoa*; Llovizna;Metopas*; Mujeres*; Nepente; Nefilim; Ñampilm*; Op Oloop*; Periplo*; Quolibet;Recital; Revenar; Sagesse*; Sexamor*; Sicigia; Tal cual*; Tanatos; Todavía;Urumpta*; Usaland*; Vil & Vil*; Yo, yo y yo*; Xinglar; y Zodíaco. Como muestra de su maestría en la composición de palíndromos, he aquí uno de los que más celebridad le dieron: "Allí tápase Menem esa patilla".
Con este bagaje de ingenio y originalidad a sus espaldas, cabe reconocer que, a pesar de su tardío reconocimiento, Juan Filloy sigue ocupando en las historias de la literatura argentina un puesto mucho menos elevado del que realmente le corresponde. Bien es cierto que ha dejado de ser un ilustre desconocido, pero su obra sigue siendo inaccesible para muchos lectores y -lo que es más penoso e injusto- incomprendida por buena parte de la crítica oficial, que no reconoce en él a uno de los genuinos introductores de la parodia en la literatura hispanoamericana del siglo XX. Frente a este desconocimiento -intencionado o no- de la crítica, cabe señalar que las jóvenes generaciones de escritores argentinos han convertido a Filloy en uno de sus maestros indiscutibles, si bien es cierto también que muchas de sus influencias -bien patentes para los buenos conocedores de sus obras- no llegan a ser expresamente reconocidas por los autores que son deudores de su talento. Como ha señalado la parte más independiente de la crítica austral, "la influencia de Filloy sobre sus contemporáneos es mucho más evidente que admitida. De hecho, algunas de las obras más importantes de la narrativa argentina de las últimas décadas tienen deudas con la producción filloyana, aunque en ningún caso esa influencia ha sido estudiada y mucho menos admitida".
Gracias a las ediciones que cedió a Paidós a finales de los años sesenta (a partir de 1973 volvió a sus queridas ediciones de autor), Juan Filloy venció en parte estos recelos de la crítica y llegó a ser reconocido no sólo por los lectores, sino por algunas de las instancias más representativas de las Letras argentinas e Hispanoamericanas. Entre los galardones y las distinciones más significativas que recayeron en su persona y en su obra, cabe recordar aquí el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), que le fue otorgado en 1971; el premio Pluma de Plata, concedido por el Pen Club en 1978; el Premio Esteban Echeverría, Gente de Letras, que recayó en él en 1991; y el premio Trayectoria, otorgado por el Fondo Nacional de las Artes en 1993. Además, Juan Filloy fue elegido miembro de la Academia Argentina de Letras (1980), investido como Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Río Cuarto (1989); y condecorado por las altas instancias culturales de dos países que se sintieron halagados por su apasionada defensa de la cultura europea: Italia (que le concedió en 1986 la Orden al Mérito de la República) y Francia (que le nombró Chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres en 1990).
Después de haber permanecido durante sesenta y cuatro años en la ciudad de Río Cuarto, ya a muy avanzada edad regresó a su Córdoba natal, donde la muerte le sorprendió, mientras dormía la siesta, en la tarde del 15 de julio del año 2000, cuando estaba a punto de cumplir los ciento seis años.
1 DE AGOSTO DE 1819 NACE :
HERMAN MELVILLE
(Nueva York, 1819 - id., 1891) Novelista estadounidense. A los once años se trasladó con su familia a Albany, donde estudió hasta que, dos años después, tras la quiebra de la empresa familiar, tuvo que ponerse a trabajar. La dificultad para encontrar un empleo estable le llevó, en 1841, a enrolarse en un ballenero. Fruto de sus experiencias en alta mar fueron Typee (1846) y Omoo (1847), escritas a su regreso a Estados Unidos en 1844.

Herman Melville
En 1847 contrajo matrimonio, y dos años después publicó Mardi. Dado que había sido etiquetado de autor de novelas de viajes y aventuras, el simbolismo de esta obra desconcertó a crítica y público, que la rechazaron.
También en 1849 apareció Redburn y un año después La guerrera blanca, en la que arremetía ferozmente contra la rigidez de la marina estadounidense. Con estas obras recuperó el favor del público, pero se advertía ya la creciente complejidad que iba a caracterizar sus obras posteriores, influidas por el simbolismo de Nathaniel Hawthorne.
En 1850 publicó Moby Dick, obra también rechazada. Esta novela, considerada una de las grandes obras de la literatura universal, escondía una gran metáfora del mundo y la naturaleza humana: la incensante búsqueda del absoluto que siempre se escapa y la coexistencia del bien y del mal en el hombre, y ello tras un argumento aparentemente simple: la obsesión del capitán Ahab por matar a Moby Dick, la ballena blanca.
Pierre (1852) y Cuentos del mirador (1856), que contiene el relato «Bartleby el escribiente», considerado uno de los antecedentes de la obra de Kafka, dejaban ver el creciente desprecio del autor por la hipocresía humana. Israel Potter (1855) y El confidente (1857) fueron las últimas obras que publicó en vida. Olvidado por todos, su novela Billy Budd no apareció hasta 1924. La obra de Melville se tiene como una de las cimas de la corriente romántica estadounidense.

domingo, 31 de julio de 2016

FRANZ KAFKA
SER INFELIZ
Cuando ya eso se había vuelto insoportable -una vez al atardecer, en noviembre-, y yo me deslizaba sobre la estrecha alfombra de mi pieza como en una pista, estremecido por el aspecto de la calle iluminada, me di vuelta otra vez, y en lo hondo de la pieza, en el fondo del espejo, encontré no obstante un nuevo objetivo, y grité, solamente por oír el grito al que nada responde y al que tampoco nada le sustrae la fuerza de grito, que por lo tanto sube sin contrapeso y no puede cesar aunque enmudezca; entonces desde la pared se abrió la puerta hacia afuera así de rápido porque la prisa era, ciertamente, necesaria, e incluso vi los caballos de los coches abajo, en el pavimento, se levantaron como potros que, habiendo expuesto los cuellos al enemigo, se hubiesen enfurecido en la batalla.
Cual pequeño fantasma, corrió una niña desde el pasillo completamente oscuro, en el que todavía no alumbraba la lámpara, y se quedó en puntas de pie sobre una tabla del piso, la cual se balanceaba levemente encandilada en seguida por la penumbra de la pieza, quiso ocultar rápidamente la cara entre las manos, pero de repente se calmó al mirar hacia la ventana, ante cuya cruz el vaho de la calle se inmovilizó por fin bajo la oscuridad. Apoyando el codo en la pared de la pieza, se quedó erguida ante la puerta abierta y dejó que la corriente de aire que venía de afuera se moviese a lo largo de las articulaciones de los pies, también del cuello, también de las sienes. Miré un poco en esa dirección, después dije: "buenas tardes", y tomé mi chaqueta de la pantalla de la estufa, porque no quería estarme allí parado, así, a medio vestir. Durante un ratito mantuve la boca abierta para que la excitación me abandonase por la boca. Tenía la saliva pesada; en la cara me temblaban las pestañas. No me faltaba sino justamente esta visita, esperada por cierto. La niña estaba todavía parada contra la pared en el mismo lugar; apretaba la mano derecha contra aquélla, y, con las mejillas encendidas, no le molestaba que la pared pintada de blanco fuese ásperamente granulada y raspase las puntas de sus dedos. Le dije:
-¿Es a mí realmente a quien quiere ver? ¿No es una equivocación? Nada más fácil que equivocarse en esta enorme casa. Yo me llamo así y asá; vivo en el tercer piso. ¿Soy entonces yo a quien usted desea visitar?
-¡Calma, calma! -dijo la niña por sobre el hombro-; ya todo está bien.
-Entonces entre más en la pieza. Yo querría cerrar la puerta.
-Acabo justamente de cerrar la puerta. No se moleste. Por sobre todo, tranquilícese.
-¡Ni hablar de molestias! Pero en este corredor vive un montón de gente. Naturalmente todos son conocidos míos. La mayoría viene ahora de sus ocupaciones. Si oyen hablar en una pieza creen simplemente tener el derecho de abrir y mirar qué pasa. Ya ocurrió una vez. Esta gente ya ha terminado su trabajo diario; ¿a quién soportarían en su provisoria libertad nocturna? Por lo demás, usted también ya lo sabe. Déjeme cerrar la puerta.
-¿Pero qué ocurre? ¿Qué le pasa? Por mí, puede entrar toda la casa. Y le recuerdo; ya he cerrado la puerta; créalo. ¿Solamente usted puede cerrar las puertas?
-Está bien, entonces. Más no quiero. De ninguna manera tendría que haber cerrado con la llave. Y ahora, ya que está aquí, póngase cómoda; usted es mi huésped. Tenga plena confianza en mí. Lo único importante es que no tema ponerse a sus anchas. No la obligaré a quedarse ni a irse. ¿Es que hace falta decírselo? ¿Tan mal me conoce?
-No. En realidad no tendría que haberlo dicho. Más todavía: no debería haberlo dicho. Soy una niña; ¿por qué molestarse tanto por mí?
-¡No es para tanto! Naturalmente, una niña. Pero tampoco es usted tan pequeña. Ya está bien crecidita. Si fuese una chica no habría podido encerrarse, así no más, conmigo en una pieza.
-Por eso no tenemos que preocuparnos. Solamente quería decir: no me sirve de mucho conocerle tan bien; sólo le ahorra a usted el esfuerzo de fingir un poco ante mí. De todos modos, no me venga con cumplidos. Dejemos eso, se lo pido, dejémoslo. Y a esto hay que agregar que no lo conozco en cualquier lugar y siempre, y de ninguna manera en esta oscuridad. Sería mucho mejor que encendiese la luz. No. Mejor no. De todos modos, seguiré teniendo en cuenta que ya me ha amenazado.
-¿Cómo? ¿Yo la amenacé? ¡Pero por favor! ¡Estoy tan contento de que por fin esté aquí! Digo "por fin" porque ya es tan tarde. No puedo entender por qué vino tan tarde. Además es posible que por la alegría haya hablado tan incongruentemente, y que usted lo haya interpretado justamente de esa manera. Concedo diez veces que he hablado así. Sí. La amenacé con todo lo que quiera. Una cosa: por el amor de Dios, ¡no discutamos! ¿Pero, cómo pudo creerlo? ¿Cómo pudo ofenderme así? ¿Por qué quiere arruinarme a la fuerza este pequeño momentito de presencia suya aquí? Un extraño sería más complaciente que usted.
-Lo creo. Eso no fue ninguna genialidad. Por naturaleza estoy tan cerca de usted cuanto un extraño pueda complacerle. También usted lo sabe. ¿A qué entonces esa tristeza? Diga mejor que está haciendo teatro y me voy al instante.
-¿Así? ¿También esto se atreve a decirme? Usted es un poco audaz. ¡En definitiva está en mi pieza! Se frota los dedos como loca en mi pared. ¡Mi pieza, mi pared! Además, lo que dice es ridículo, no sólo insolente. Dice que su naturaleza la fuerza a hablarme de esta forma. Su naturaleza es la mía, y si yo por naturaleza me comporto amablemente con usted, tampoco usted tiene derecho a obrar de otra manera.
-¿Es esto amable?
-Hablo de antes.
-¿Sabe usted cómo seré después?
-Nada sé yo.
Y me dirigí a la mesa de luz, en la que encendí una vela. Por aquel entonces no tenía en mi pieza luz eléctrica ni gas. Después me senté un rato a la mesa, hasta que también de eso me cansé. Me puse el sobretodo; tomé el sombrero que estaba en el sofá, y de un soplo apagué la vela. Al salir me tropecé con la pata de un sillón. En la escalera me encontré con un inquilino del mismo piso.
-¿Ya sale usted otra vez, bandido? -preguntó, descansando sobre sus piernas bien abiertas sobre dos escalones.
-¿Qué puedo hacer? -dije-. Acabo de recibir a un fantasma en mi pieza.
-Lo dice con el mismo descontento que si hubiese encontrado un pelo en la sopa.
-Usted bromea. Pero tenga en cuenta que un fantasma es un fantasma.
-Muy cierto: ¿pero cómo, si uno no cree absolutamente en fantasmas?
-¡Ajá! ¿Es que piensa usted que yo creo en fantasmas? ¿Pero de qué me sirve este no creer?
-Muy simple. Lo que debe hacer es no tener más miedo si un fantasma viene realmente a su pieza.
-Sí. Pero es que ése es el miedo secundario. El verdadero miedo es el miedo a la causa de la aparición. Y este miedo permanece, y lo tengo en gran forma dentro de mí.
De pura nerviosidad, empecé a registrar todos mis bolsillos.
-Ya que no tiene miedo de la aparición como tal, habría debido preguntarle tranquilamente por la causa de su venida.
-Evidentemente, usted todavía nunca ha hablado con fantasmas; jamás se puede obtener de ellos una información clara. Eso es un de aquí para allá. Estos fantasmas parecen dudar más que nosotros de su existencia, cosa que por lo demás, dada su fragilidad, no es de extrañar.
-Pero yo he oído decir que se les puede seducir.
-En ese punto está bien informado. Se puede. ¿Pero quién lo va a hacer?
-¿Por qué no? Si es un fantasma femenino, por ejemplo -dijo, y subió otro escalón.
-¡Ah, sí...! -dije-, pero aún así no vale la pena. Recapacité.
Mi vecino estaba ya tan alto que para verme tenía que agacharse por debajo de una arcada de la escalera.
-Pero no obstante -grité-, si usted ahí arriba me quita mi fantasma, rompemos relaciones para siempre.
-¡Pero si fue solamente una broma! -dijo, y retiró la cabeza.
-Entonces está bien -dije.
Y ahora sí que, a decir verdad, podría haber salido tranquilamente a pasear; pero como me sentí tan desolado preferí subir, y me eché a dormir.

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