viernes, 27 de marzo de 2020

ELENA BARRIO

ACABAR CON TODO ESTO

No sé si quiero renunciar .                                   a mi dentadura                                   a mis huesos fuertes                                   a mi cabellera brillante .                                   a las pocas dioptrías negativas que me quedan .                                   a la piel firme y entera de mi estómago.
No sé si quiero perder el dominio sobre mi vejiga y .                                        tener que andar todo el día comprimiendo unas bolas .                                        chinas en mi interior para evitar el pañal para adultos.
No sé si quiero renunciar .                                   a mi silencio .                                   a mi alimentación improvisada .                                   a las noches en vela por un libro demasiado interesante .                                   a mi habitación limpia, con olor a lavanda, .                                   a mi sueño en fin de semana, profundamente invernal.
No sé si quiero vivir a través de alguien,
cuando mi vida me basta bien.
No sé si soy tan generosa.
No. Diría que no lo soy.
No aún, por lo menos.

Quizás no sea mamá.
Quizás borre del horizonte “lo mejor que me puede pasar en la vida”.
Quizás no traiga a nadie nuevo a este lugar extraño para que también,
si me sale mujer,
tenga que plantearse todo esto.


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jueves, 26 de marzo de 2020

26 DE MARZO DE 1911 NACE:

TENNESSEE WILLIAMS

(Thomas Lanier Williams; Columbus, EE UU, 1911 - Nueva York, 1983) Dramaturgo, poeta y novelista estadounidense. Miembro de una familia puritana sureña, desde muy joven sintió vocación por el teatro. Comenzó los estudios superiores en la Universidad de Missouri, que luego continuó en la de San Louis (en el mismo estado), y finalmente se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Iowa. Años antes había dejado la casa paterna por desavenencias con sus padres, y para sobrevivir había trabajado en los más variados oficios. Fruto de una decepción amorosa, a los once años había empezado a escribir, tomando como modelos a Chéjov, D. H. Lawrence y el poeta simbolista Hart Crane. Se licenció en la Universidad de Iowa en 1940, el mismo año en que estrenó, sin éxito, su primera obra teatral.

Sus primeras piezas fueron interpretadas por un grupo del sur de los Estados Unidos con el que colaboró y con el que coincidía en su apreciación de que "el arte es una forma de anarquía y el teatro una forma de arte". Vivió la bohemia de Nueva Orleans, hasta que, movido por un sentimiento de culpabilidad hacia su hermana, que había sufrido una lobotomía, escribió el que sería su primer gran éxito teatral, El zoo de cristal (1944), inicio de una ferviente producción que lo consolidaría como el más importante dramaturgo estadounidense de su tiempo.
Sus personajes se hallan frecuentemente enfrentados con la sociedad y se debaten entre conflictos de gran intensidad, en los que terminan por aflorar las pasiones y culpas en su forma original, ajena a los convencionalismos sociales. La intriga es escasa en sus obras, que se centran en la expresión desgarrada de los personajes, inmersos en un ambiente opresivo, y cuyos diálogos transmiten poesía y sensualidad.
El Sur natal proporciona a Tennessee Williams el escenario más frecuente para sus creaciones, como en su famosa pieza La gata sobre el tejado de cinc (1955), que sería llevada al cine en varias ocasiones (la primera en 1958, por R. Brooks). Sus obras alcanzaron durante los años cincuenta un renombre internacional, sobre todo Un tranvía llamado Deseo (1947), que le valió el Premio Pulitzer y también sería llevada a la pantalla (en 1952, por Elia Kazan).
Casi todas las obras de esos años fueron llevadas al cine, con guiones del mismo Tennessee Williams en la mayoría de los casos, y sus versiones obtuvieron, igualmente, un gran reconocimiento. Tennessee Williams es, seguramente, el dramaturgo del que más piezas se han visto en la pantalla, y esto se debe a que las características por las que tantos triunfos cosecharon en el teatro las hacen sumamente aptas para ser trasladadas al celuloide: la intensidad dramática, el dinamismo de la acción, los diálogos fluidos, la hondura psicológica de los personajes (sobre todo los femeninos) y su profundo lirismo, que son los puntales en los que se apoya el autor para analizar la violencia primitiva que subyace en la civilización norteamericana.
Sin embargo, tras esta etapa dorada siguió una época dura para Williams, víctima de calmantes y drogas, solo y abrumado por las críticas adversas, en la que no consiguió escribir más que algunas piezas menores. En 1967 publicó el libro de poemas In the winter of cities y en 1975 sus Memorias, que resultan muy interesantes para conocer el panorama del teatro norteamericano contemporáneo. Murió solo en una habitación de hotel, tras ingerir un tubo de pastillas contra el insomnio. A lo largo de su vida recibió diversos premios, entre ellos dos veces el Pulitzer por Un tranvía llamado Deseo y La gata sobre el tejado de cinc.

26 DE MARZO DE 1942 NACE:
ERICA JONG

(Nueva York, 1942) Escritora estadounidense. Hija de judíos escapados de Rusia, su madre, pintora de profesión, le inculcó a ella y a sus hermanas el feminismo. Se graduó en el exclusivo Barnard College y posteriormente obtuvo el doctorado en Literatura inglesa del XVIII en la Universidad de Columbia (Nueva York). Fue miembro del Departamento de Inglés de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, en los períodos 1964-65 y 1969-70.
Posteriormente publicó Loveroot (1975); How to Save Your Own Life (Cómo salvar su propia vida, 1977); Fanny (1980), libro que estuvo en la lista de los best-sellers durante más de un año; Sereníssima; Paracaídas y besos, y Canción triste de cualquier mujer (1990). En noviembre de 1995 publicó Miedo a los cincuenta. En este último libro, Jong realiza un amplio retrato de la mujer norteamericana cuando se acerca a los cincuenta, a través de su propia biografía. En 1999 salió a la calle Bendita memoria, una saga de cuatro mujeres, bisabuela, abuela, madre e hija, que abarca todo el siglo XX.

sábado, 14 de marzo de 2020


RAFEEF ZIADAH
HADEEI

Hadee| tiene nueve.
no, disculpen,
Hadee| tenía nueve años.
Un funcionario israelí dijo que lamentan
                                                   [su muerte
los misiles se tienen que acabar,
la resistencia se tiene que acabar»
o continuarán, continuaran, continuarán,
bombardeando a Gaza,
hasta que renunciemos a la poca dignidad
                                               [que nos queda.
Hasta que elijamos a quién ellos quieren,
firmemos lo que ellos quieren y
muramos, muramos, muramos en silencio
como ellos quieren.
Sonríen y lamentan la muerte como un
                               [accidente ocasional
y lamentan cómo los niños palestinos mueren
en una cámara de tortura colectiva: Gaza.
ven…
la seguridad de Israel es absoluta y
está escrita con sangre
y con tapadoras
y el arte de las mujeres voceras
porque la muerte es más tolerable si viene
                                                   [de una mujer
la muerte, me dicen,
es más cortés y elegante si viene de una mujer.
¿Y quién,
quién le dirá a la madre de Hadee|
ocupada horneando pan y za'atar
que las palomas no volverán a volar sobre Gaza/
las palomas no volverán a volar sobre Gaza.
Hadee| se ha ido
y su hermano Ahmed perdió la vista.
Las palomas... las palomas/ no volverán
                                       [a volar sobre Gaza.
Hadeel...
Ninguna plegaria que recuerde
ninguna plegaria que recuerde
o que más o menos recuerde
te traerá de vuelta.
ninguna plegaria que busque dentro de mi
                                                            [interior
te traerá de vuelta.
Mientras te envuelves en relatos de Palestina
te escondes bajo tu cama
esperando al próximo soldado
que tire abajo tu puerta/
para expulsarnos de una historia
que cargamos sobre nuestras espaldas.
Hadeel... Hadeel... Hadeel...
¿Quién?
¿Quién de ustedes le dirá a Hadee| que nada
cambio el día que ella murió?
La siguiente reunión...
el próximo tren...
La siguiente reunión...
el próximo tren...
ni una pausa… ni una lágrima.

¿Merece esto un comunicado de prensa?
¿merece esto un comunicado de prensa?
sólo la perdida de otro palestino
¿merece esto un comunicado de prensa?
la solidaridad desde lejos como una broma
                                                  [de mal gusto
una mala historia para contarle a un niño.
Pero las palomas
las palomas no vuelan sobre Gaza nuevamente
las palomas no vuelan sobre Gaza nuevamente.
Hadee| se ha ido para siempre.
Se ha ido.
No hay palabras finales
sólo un vacío en el corazón de su madre
sólo un vacío en el corazón de su madre.
Y me dicen...
continúan diciéndome,
no llores por los mártires
continúa la lucha
continúa la lucha
continúa la lucha»
pero por Hadee|
por Hadee| denme tan solo un momento
                                                 [de silencio
dame un momento de silencio...
No.
Denme un momento de sincera resistencia/
Sincera resistencia/
así podrán mantener la poca dignidad que
                                                        [les queda
Por Hadeel.
Resultado de imagen para RAFEEF ZIADAH HADEEL.

lunes, 2 de marzo de 2020

2 DE MARZO DE 1942 NACE
JOHN IRVING
(Exeter, New Hampshire, 1942) Novelista estadounidense. Tras cursar estudios superiores de Lengua y Literatura inglesas en las universidades de Pittsburgh, Vienna y New Hampshire, en 1967 comenzó su carrera docente e investigadora en el Departamento de Inglés de la Universidad de Mount Holyoke.
Al tiempo que ejercía la enseñanza se enfrascó en el cultivo de una marcada vocación literaria que venía sintiendo desde que era un niño. Y así, en 1969 dio a la imprenta su primera novela, titulada Libertad para los osos, que fue recibida de forma muy elogiosa por parte de la crítica y los lectores norteamericanos. Animado por este buen comienzo, en 1972 presentó su segunda narración, llamada La epopeya del bebedor de agua, a la que siguieron otras dos exitosas novelas: Doble pareja (1974) y El mundo según Garp (1978)
La aparición de estas obras -especialmente de la última de ellas, que logró enseguida una aceptación y una difusión admirables, y fue candidata al National Book Award (Premio Nacional del Libro) y al National Book Critics Circle Award (Premio Nacional del Libro de la Asociación de Críticos)- permitió a John Irving el abandono de sus tareas docentes, para poder dedicarse plenamente al cultivo de la literatura de ficción.
Convertido ya en un escritor consagrado, en 1981 sacó a la luz una nueva narración, El hotel New Hampshire, cuya recepción por parte del público norteamericano animó al director de cine Tony Richardson a llevarla a la gran pantalla un año más tarde. Posteriormente dio a la imprenta otras dos novelas, tituladas Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra (1985) y Oración por Owen Meany (1989), para probar luego fortuna con el difícil género del relato corto ( Tratando de salvar a Piggy Sneed, de 1993). Su regreso a la narración extensa tuvo lugar al año siguiente, con la publicación de Un hijo del circo.
En mayo de 1999 apareció su novena novela Una mujer difícil y al año siguiente publicó Mis líos con el cine, donde recoge su experiencia en el mundo del celuloide, un mundo que le dio una satisfacción ese mismo año cuando recibió el Oscar de la Academia por el guión adaptado de la película Las normas de la casa de la sidra. En 2001 publicó La cuarta mano, una comedia bastante disparatada sobre un atractivo periodista que pierde una mano devorada por un león.
Tras el libro para niños El ruido que hace alguien cuando no quiere hacer ruido (2004), en 2005 llegó a las librerías una nueva novela, Hasta que te encuentre, que narra, en primera persona, el viaje que un niño emprende junto a su madre por diversas ciudades portuarias europeas para encontrar a su padre, periplo que el niño volverá a realizar muchos años después.

martes, 25 de febrero de 2020

25 DE FEBRERO DE 1778 NACE

JOSÉ DE SAN MARTÍN

(José Francisco de San Martín y Matorras; Yapeyú, hoy San Martín, Corrientes, Argentina, 1778 - Boulogne-sur-Mer, Francia, 1850) Héroe de la independencia americana, libertador de Chile y Perú.
La singularidad del perfil heroico de José de San Martín viene dada, más que por sus hazañas exteriores, por la grandeza interior de su carácter. Pocos hombres públicos pueden exhibir una trayectoria tan limpia en la historia de América: habiendo alcanzado la máxima gloria militar en las batallas más decisivas, renunció luego con obstinada coherencia a asumir el poder político, conformándose con ganar para los pueblos hispanoamericanos la anhelada libertad por la que luchaban.

José de San Martín
Sus campañas militares cambiaron el signo de la historia americana durante el proceso de descolonización acaecido a principios del siglo XIX. A su lucidez estratégica se deben los planteamientos militares que llevarían a la independencia de Chile y de Perú, centro neurálgico del poderío español cuya caída conduciría a la de todo el continente. Si luego dejó en manos menos nobles las extenuantes guerras civiles y partidistas que acabaron por malbaratar los más bellos sueños de los patriotas, fue por esa misma pureza y rectitud de principios. Achacoso, postergado y ciego, San Martín moriría decentemente en su cama, en un remoto rincón de Francia, cargado de honores y exonerado de toda responsabilidad sobre el destino tortuoso de aquellas amadas tierras cuya independencia había ganado con el valor de su sable.
Biografía
Hijo de Juan de San Martín, teniente gobernador de Corrientes, y de Gregoria Matorras, el pequeño José Francisco se crió en el seno de una familia española que no tardó en preferir volver a su país a quedarse en aquellos turbulentos estados coloniales. En 1784 pasó con su familia a España; en 1787 ingresó en el Seminario de Nobles de Madrid, donde aprendió retórica, matemáticas, geografía, ciencias naturales, francés, latín, dibujo y música.
Dos años después pidió y obtuvo el ingreso como cadete en el Regimiento de Murcia. Fue éste el origen de una brillante y vertiginosa carrera militar que tendría su bautismo de fuego en el sitio de Orán (1791), en la campaña de Melilla; trece años tenía entonces el futuro libertador.

José de San Martín (detalle de un retrato de François Joseph Navez, c. 1824)
Más tarde intervino en las guerras del Rosellón (1793) y de las Naranjas (1801), mereciendo sucesivos ascensos por su actuación; en 1803 era ya capitán de infantería en el regimiento de voluntarios de Campo Mayor. Cuando la invasión napoleónica de la península dio lugar a la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), su arrojo contra los invasores franceses en la batalla de Bailén (1808) le valdría ser nombrado teniente coronel de caballería.
La emancipación de América
Tras esta fulgurante carrera en el ejército español, y poco después de estallar la revolución emancipadora en América, San Martín, que había mantenido contactos con las logias masónicas que simpatizaban con el movimiento independentista, reorientó su vida hacia la causa emancipadora. El sentimiento de su identidad americana y su ideario liberal, desarrollado en el clima espiritual surgido tras la Revolución Francesa y en la lectura de los enciclopedistas e ilustrados franceses y españoles, lo determinaron a contribuir a la libertad de su patria.
Inició así una nueva etapa de su vida que lo convertiría, junto con Simón Bolívar, en una de las personalidades más destacadas de la guerra de emancipación americana. Solicitó la baja en el ejército español y marchó primero a Londres (1811), donde permaneció casi cuatro meses. Allí asistió a las sesiones de la Gran Reunión Americana, fundada por Francisco de Miranda, que fue la organización madre de varias otras esparcidas por América con idénticos fines: la independencia y organización de los pueblos americanos.
Desde Inglaterra se embarcó hacia Buenos Aires (1812), donde esperaba que su experiencia militar en numerosas batallas le permitiese rendir excelentes servicios al ideal que animaba a su país. A causa de sus veintidós años de servicio en el ejército realista, no fue recibido con entusiasmo por los dirigentes; pero, ante la debilidad militar del movimiento patriota, la Junta gubernativa le confirmó en su rango de teniente coronel de caballería y le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo, al frente del cual obtendría la victoria en el combate de San Lorenzo (3 de febrero de 1813).
El mismo año de su llegada había conocido en una tertulia política a la que sería su esposa y compañera, doña María Remedios de Escalada, con quien contrajo matrimonio enseguida, el 19 de septiembre, en la catedral porteña. En 1813 renunció a la jefatura del Ejército de Buenos Aires, y en 1814 aceptó sustituir a Manuel Belgrano al frente del Ejército del Alto Perú, maltrecho por sus derrotas. El duro revés que Belgrano había sufrido en Vilcapugio y Ayohuma a manos de los realistas cerraba prácticamente las posibilidades de avanzar sobre Perú, al tiempo que hacía vulnerable esa frontera, cuya custodia encargó a Martín Miguel de Güemes, caudillo de Salta.
La gesta de los Andes
Incómodo ante las suspicacias bonaerenses, y de acuerdo con sus compañeros de la logia Lautaro, José de San Martín pensaba que todos los esfuerzos debían orientarse hacia la liberación de Perú, principal bastión realista en América. Bloqueada la ruta del Alto Perú (la actual Bolivia), empezó a madurar su plan de conquista de Perú desde Chile; con este objetivo obtuvo la gobernación de Cuyo, lo que le permitió establecerse en Mendoza (1814) y preparar desde allí su ofensiva.
Mientras tanto, en Chile, Bernardo O'Higgins y José Miguel Carrera habían unido sus fuerzas para sostener la estratégica ciudad de Rancagua; con su derrota a manos de los realistas finalizaba la intentona independentista chilena del periodo denominado la Patria Vieja (1810-1814). La caída de la Patria Vieja y la llegada a Mendoza de los refugiados chilenos complicó los planes de San Martín, que esperaba atacar Perú desde un Chile independiente y aliado; era prioritario, pues, liberar Chile.

San Martín y O'Higgins en la travesía de los Andes
San Martín decidió apoyarse en O'Higgins, con quien preparó el plan de invasión que sería aprobado por los gobiernos de Gervasio Antonio de Posadas y de Juan Martín de Pueyrredón. En Mendoza, durante tres años (1814-1817) y con pobres recursos, San Martín organizó pacientemente el ejército con la ayuda de la población de los Andes; a la empresa se sumó también con celo su esposa, doña Remedios, que entregó sus joyas para aliviar en algo las penurias de los patriotas. En 1816 esta abnegada mujer dio al general su única hija, Merceditas, que sería el bálsamo de San Martín en su solitaria vejez.
Finalmente, en 1817 inició la gran campaña que habría de dar un giro nuevo a la guerra, en el momento más difícil para la causa americana, cuando la insurrección estaba vencida en todas partes con excepción de la Argentina. Su objetivo era invadir Chile cruzando la cordillera de los Andes, y su realización, en sólo veinticuatro días, constituiría la mayor hazaña militar americana de todos los tiempos. Superadas las cumbres andinas, el 12 de febrero de 1817 derrotó al ejército realista al mando del general Marcó del Pont en la cuesta de Chacabuco, y el 14 entró en Santiago de Chile. La Asamblea constituida proclamó la independencia del país y le nombró director supremo, cargo que declinó en favor de O'Higgins.
La liberación de Perú
Pero esta gran hazaña de San Martín perseguía, como ya se ha indicado, una meta mucho más ambiciosa, y respondía a la estrategia continental del libertador. Desde esa perspectiva más amplia, la conquista de Chile era sólo un paso necesario: San Martín comprendió que para sacudir el yugo español del continente era preciso conseguir el dominio naval del Pacífico y la ocupación del virreinato del Perú, verdadero centro del poder realista. El mismo virrey peruano Pezuela consideró con lucidez la situación creada tras el cruce de los Andes y la batalla de Chacabuco, señalando que esta campaña "trastornó enteramente el estado de las cosas, dio a los disidentes puestos cómodos para dominar el Pacífico y cambió el teatro de la guerra para dominar el poder español en sus fundamentos."
A partir de este momento, los esfuerzos de San Martín se centraron en la organización de la gran escuadra que había de transportar a las tropas libertadoras a Perú. Viajó a Buenos Aires a fin de solicitar lo necesario para la campaña; sin embargo, lo que recibió fue la oferta de intervenir directamente en las disputas internas del país, cosa que rechazó.

El abrazo de Maipú (detalle de un cuadro de Pedro Subercaseaux)
A su regreso a Chile, las fuerzas patriotas fueron derrotadas en Cancha Rayada por el ejército realista de Mariano Osorio. San Martín reorganizó las desmoralizadas tropas criollas y venció a Osorio en los llanos de Maipú (5 de abril de 1818); al término de esta batalla, con la que quedaba asegurada la libertad chilena, tuvo lugar el célebre abrazo entre San Martín y O'Higgins. Aún después de destruidos los últimos focos de resistencia española, San Martín tuvo que vencer tremendos obstáculos: la falta de dinero, las diferencias políticas y la rivalidad y envidia de sus enemigos; pero los muchos meses dedicados a la organización de la campaña de Perú acabarían dando su fruto.
Finalizados los preparativos, la escuadra zarpó de Valparaíso (Chile) el 20 de agosto de 1820, transportando un ejército de 4.500 hombres, y desembarcó en la playa de Paracas (cerca de Pisco, Perú) el 8 de septiembre. San Martín intentó una negociación con el virrey Pezuela, y luego con su sucesor, José de la Serna, con el que se entrevistó el 2 de junio de 1821: el libertador expuso allí su oferta de un arreglo pacífico, que incluía la independencia de Perú y la implantación de un régimen monárquico con un rey español, ofreciendo a La Serna la regencia interina. Fracasadas las negociaciones, San Martín ocupó Lima y proclamó solemnemente la independencia (28 de julio), pese a que el ejército realista aún controlaba gran parte del territorio virreinal.

San Martín desembarca en Paracas (1820)
Nombrado Protector de Perú, mientras enviados suyos gestionaban en las Cortes europeas el establecimiento de una monarquía, la incertidumbre de su situación militar contrastaba con la consolidación de Simón Bolívar en la Gran Colombia y la total liberación de Quito tras la Batalla de Pichincha. Hostilizado por los españoles que se habían hecho fuertes en las montañas, con su ejército desgastado por la prolongada campaña y con su poder minado por las disensiones entre los patriotas, San Martín hubo de sostener una lucha constante.
La ocupación de Guayaquil, ciudad reivindicada por Perú, fue el motivo inmediato de su célebre entrevista con Simón Bolívar (julio de 1822), en la que había de tratarse el futuro del continente y cuyo contenido exacto es aún objeto de múltiples discusiones, pero que sin duda debió de desalentar a San Martín; nada más regresar a Lima, y ante la creciente oposición peruana a su política, convocó el Congreso y presentó la renuncia a su cargo de Protector (20 de septiembre de 1822), dos años antes de que la victoria de Ayacucho pusiera fin definitivamente a la dominación española en Perú y en todo el continente.
El retiro
San Martín había decidido retirarse; consideraba cumplido su deber de liberar a los pueblos y no quiso participar en las luchas intestinas por el poder. En octubre de 1822 llegó a Chile; en verano de 1823 cruzó los Andes y pasó a Mendoza con la idea de establecerse allí, apartado de la vida pública. Pero las muchas críticas adversas que le atribuían aspiraciones de mando y el fallecimiento de su esposa lo determinaron a partir en febrero de 1824 rumbo a Europa, acompañado por su hija Merceditas, que en esa época tenía siete años.
Residió un tiempo en Gran Bretaña y de allí se trasladó a Bruselas (Bélgica), donde vivió modestamente; su menguada renta apenas le alcanzaba para pagar el colegio de Mercedes. Hacia 1827 se deterioró su salud, resentida por el reumatismo, y su situación económica: las rentas apenas le llegaban para su manutención. Durante esos años en Europa arrastró además una incurable nostalgia de su patria.

José de San Martín en una imagen de 1848
Su última tentativa de regreso tuvo lugar en 1829. Dos años antes había ofrecido sus servicios a las autoridades argentinas para la guerra contra el Imperio brasileño; en esta ocasión, embarcó hacia Buenos Aires con la intención de mediar en el devastador conflicto entre federalistas y centralistas. Sin embargo, al llegar encontró su patria en tal grado de descomposición por las luchas fraticidas que desistió de su intento, y, pese a los requerimientos de algunos amigos, no puso pie en la añorada costa argentina.
Regresó a Bélgica y en 1831 pasó a París, donde residió junto al Sena, en la finca de Grand-Bourg. Gracias a la solicitud de su pródigo amigo don Alejandro Aguado, compañero de armas en España, pudo pasar el postrero tramo de su vida sin vergonzosas estrecheces. En 1848 se instaló en su definitiva residencia de Boulogne-sur-Mer (Francia), donde moriría en 1850.

viernes, 21 de febrero de 2020

21 DE FEBRERO DE 1903 NACE ANAÏS NIN

 21 DE FEBRERO DE 1903 NACE
ANAÏS NIN
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Anais Nin nació en Neuilly, cerca de París, el 21 de febrero de 1903. Su padre era el famoso compositor y pianista cubano-español Joaquín Nin y su madre, Rosa Culmell, era hija de un diplomático danés establecido en La Habana.
Su padre Joaquín Nin, era un notable pianista, padre adorado por Anais, en 1914 cuando Anaïs contaba sólo once años, sufrió el mayor y más determinante desconsuelo que marcaría el resto de sus días: su padre se enamoró de una joven heredera y abandonó a su mujer y a los tres hijos habidos de ese matrimonio.
Anais Nin nació en Neuilly, cerca de París, el 21 de febrero de 1903. Su padre era el famoso compositor y pianista cubano-español Joaquín Nin y su madre, Rosa Culmell, era hija de un diplomático danés establecido en La Habana.
Rosa Culmell decidió entonces poner mar de por medio, y embarcó junto con sus hijos rumbo a Nueva York. Anais confía en que la separación será temporal; pero cuando se reencuentre con su padre habrá cumplido ya los treinta.
Y lo que sucederá entonces entre ellos dará un nuevo y dramático vuelco a una relación que nunca fue muy regular…
En su viaje a New York, durante el largo viaje, inaugura un hábito del que nunca se desprendería: la escritura de todo lo que iba viviendo en un diario personal.
Un año más tarde, escribe: «Nunca me he tomado la molestia de describirme en el Diario, tiene gracia hablar con alguien sin decirle quién se es. Ahora voy a cumplir ese pequeño deber.
Soy Angeles, Anais, Juana, Antolina, Rosa, Edelmira Nin y Culmell. Tengo doce años y estoy bastante alta para mi edad, todo el mundo lo dice. Soy delgada, tengo los pies grandes y las manos también, con los dedos largos, que suelo crispar por nerviosismo. Tengo la cara muy pálida, unos grandes ojos castaños, perdidos, y temo que revelen mis insensatos pensamientos. La boca grande, me río muy mal, y sonrío regular.
Cuando me enfado, hago una mueca con los labios. En general estoy seria, un poco distraída. Mi nariz es un poco Culmell, quiero decir, un poco larga, como la de la abuela. Tengo el pelo castaño, no muy claro, que me llega un poco por debajo del hombro. Mamá dice que son mechas, y yo siempre las oculto en una trenza o recogiéndomelo con una cinta. Mi carácter: me enfado con facilidad, no puedo soportar la menor broma, pero me gusta hacerlas».
Anaís llegó a escribir un diario del que se conservaron quince mil páginas, repletas de erotismo y sinceridad, en el que describe sin ningún tipo de censura sus variadas y múltiples relaciones sexuales, sus sentimientos más íntimos en una búsqueda permanente de conocerse a sí misma a través de su voz interior; una vez más, una mujer retaba a su tiempo sobreviviendo a los prejuicios que imperaban en los primeros años del siglo pasado.
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En Nueva York, después de estudiar hasta los dieciséis años, ya adolescente, se hizo bailarina de flamenco y modelo.
Para divertirse con sus hermanos, Anais improvisa situaciones teatrales en las que muestra su temperamento dramático: es Juana de Arco en la hoguera, María Antonieta conducida hacia la guillotina o Carlota Corday apuñalando a Marat.
Son tiempos difíciles, en los que la niña destaca en la escuela, a pesar de sus dificúltales iniciales con el inglés, pero vive mortificada por su apariencia: se mira en el espejo y sólo ve el gastado vestido de sarga azul que antes usó su prima.
Cuando por fin estrena un vestido, lo anota en su diario, fascinada por el cambio en la imagen reflejada: ojos y labios brillantes, cuerpo erguido, Anais la coqueta se siente otra.
En esa ciudad fue donde conoció al que sería su marido, Hugh Guiler, un banquero norteamericano con el que se casó en 1923 con sólo veinte años. Parece ser que el matrimonio no se consumó hasta dos años después, ya que Anais sentía verdadero temor ante la posibilidad de mantener reilaciones sexuales.
Ella se había casado sin estar enamorada y él esperó pacientemente a que la joven madurara y pudiera dar rienda suelta a sus sentimientos. Ambos llegaban al matrimonio sin ningún tipo de experiencia sexual. Por un tiempo largo, hasta tuvieron problemas para consumar la unión…
La joven comenzó a reflexionar cada vez más sobre el sexo y su importancia en la vida de la mujer, a contramano de la visión de una sociedad pacata. Después de ocho años de casados, en 1931, se radican en la efervescente París de los «tiempos modernos». Anais quiere a su marido, pero está insatisfecha: «Hugo huele a banco», escribe en su diario. Y comienza a frecuentar la bohemia parisina.
Un año más tarde, conoció al escritor Henry Miller y a su mujer June. Entre los tres se creó una relación apasionada y absolutamente insólita. Se querían los tres, se tenían celos y admiración, a veces se odiaban pero la mayor parte del tiempo fue una relación fructífera y productiva. Este triángulo amoroso se mantuvo durante un año; aunque Anais intentaba engañar a su marido, él constituía en cierta medida la cuarta pata de la mesa. Hugh sabía que la única forma de retener a Anais para que permaneciera a su lado era dándole la libertad que necesitaba y no preguntar, sólo amarla.
En 1932, Anáís conoció al psicoanalista francés Allendy, quien fue el cofundador, junto con Sigmund Freud, de la Sociedad Psicoanalítica de París. Pronto se estableció una relación íntima entre ambos Ella buscaba conciliar con el psicoanálisis los diferentes matices de mi personalidad lo real y lo simbólico, la pasión y la razón, los acontecimientos y los deseos.
Sin embargo, Rene Allendy, en su intento de curarla, trató de castrar su personalidad, su desenfreno, intentando eliminar todo aquello que definía su ser, por lo que Anaís después de un periodo de tratamiento y sexo, terminó por evitar a aquel hombre que pretendía que ella fuera una mujer «normal».
Anais escribe en su diario su relación con los hombres: «Es absolutamente cierto que nunca pienso en Hugh cuando estoy con Allendy o con Henry, como tampoco pienso en Henry cuando estoy con Allendy. Una especie de separación tiene lugar en ese momento -una totalidad pasajera-, que impide cualquier duda o parálisis. Es sólo después cuando se revela la mezcla y el conflicto. No veo nada malo en acostarme con Henry en la cama de Hugh, como tampoco vería nada malo en entregarme a Allendy en la misma cama. No tengo ninguna moralidad. Sé que la gente se horroriza, pero no yo. Ninguna moralidad mientras el daño hecho no se manifieste por sí mismo».
Mas tarde Anais comienza una nueva etapa de psicoanálisis con un recién conocido Dr. Otto Rank , y surge entre ellos un amor y una amistad profundas. En 1933,Anais parece necesitar más que nunca de la terapia: como si no tuviese bastante con Miller y Allendy, además de los amores fugaces con el poeta surrealista Antonin Artaud y de los esfuerzos para no herir a Hugh, el 5 de mayo de ese año se reencuentra con su padre, y —según se cuenta en los diarios no expurgados, que comenzaron a ver la luz recién a mediados de los ’80— mantiene con él una relación incestuosa.
Anais había vivido desde la infancia con la obsesión de volver a verlo, que al fin se concreta en un viaje de él a París. Su padre no la decepciona: le gustan sus arrugas, la firmeza de su mandíbula, la risa juguetona que le ilumina el rostro… El le dice que se ha convertido en «la mujer ideal». Se ven casi a diario, y un mes y medio después del reencuentro van a un agradable hotel en Valescure donde toman dos habitaciones.
El 2 de julio de 1933, después de contar (en contra del pedido de su padre) con abrumadores, ardientes detalles las relaciones con Joaquín, concluye: «Quería que mi amor incestuoso quedara sin escribir. Había prometido a mi Padre el más absoluto secreto. Pero una noche, aquí en el hotel, cuando me di cuenta de que no había nadie para hablarle de mi Padre, me sentí ahogada. Y empecé a escribir otra vez, mientras Henry leía a mi lado. Era inevitable. No podía eliminar mi diario cuando alcanzaba el climax de mi vida, en el preciso momento en que más lo necesitaba para conservar mi sinceridad, por grande que fuera mi crimen.»
En 1934 Otto Rank en invitado a New York y éste invita a Anais a que lo acompañé y que también aproveche su tiempo para estudiar psicología. Ya en New York sumamente dedicada al estudio serio del psicoanálisis, se convierte en la ayudante del Dr. Rank, aunque en 1935 decide regresar a Francia y dedicarse a lo que mas le gusta, escribir.
Allí funda una casa editora, Ediciones Siana, en parte porque ninguna editorial se anima a publicar sus audaces obras. El resto de su vida alternará la residencia en Estados Unidos con estadías más breves en Europa.
Entre los avatares vitales y literarios de Anais, hay uno muy difundido que se inició a finales de 1940 en Nueva York. Ya había publicado Invierno de artificio, pero el reconocimiento no llegaba; en un momento en que sus propios medios económicos no le alcanzaban para apoyar a todos los jóvenes escritores que requerían su protección, quiso la casualidad que apareciera un coleccionista de libros solicitándole a Henry Miller que escribiera para él unas decenas de cuentos eróticos. Miller empezó a hacerlo por diversión, pero luego, todos los amigos necesitados se reunían y contaban historias amorosas verdaderas o falsas, para elaborar con ellas el material necesario.
Comienza a psicoanalizarse con una mujer, la doctora Martha Jaeger, y ésta le hace ver el agotamiento al que la ha llevado su exagerada entrega a las necesidades de los demás, que la persiguen con exigencias cada vez más locas y disparatadas. Anai’s nunca dejará de ser solidaria; pero para un poco la máquina, deja de correr todo el día y se dedica sin culpa a escribir, escuchar música y disfrutar de la vida.
Luego, se editan: Escaleras hacia el fuego (1946), La casa del incesto (1949), Una espía en la casa del amor(1954), Ciudades interiores (1959), Seducción del Minotauro (1961) y Collages (1964). En 1966 publica su primer diario, El diario deAnais Nin, que no tiene pensado continuar. Pero la repercusión es importante y decide editar seis libros más —igualmente, sólo una parte le las quince mil páginas originales, expurgada además de todo lo que pudiese herir y dejar en mal lugar a Hugh—. Así, las relaciones con Henry, con June, con el peruano Gonzalo More —otro de sus amores—, con tantos amigos, muestran gran riqueza humana e intelectual.
Los manuscritos originales de sus diarios, que constan de 35.000 páginas, se encuentran actualmente en el Departamento de Colecciones Especiales de la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles).
Anais nunca cesó de escribir, ni de frecuentar y estimular a los jóvenes escritores. Sus últimos años, en los que publica La novela del futuro (1972), Pájaros de fuego y Delta de Venus (1977), los vivió junto a Rupert Pole, un actor más joven que ella que fue su compañero y albacea literario. Pero la amistad y el respeto hacia Hugh Guiler, el hombre que la dejó crecer y creció con ella —llegando a dirigir cine y a ilustrar varios relatos de su esposa— nunca se perdieron. Cuando Anáis enferma de cáncer y siente la muerte cercana, imparte instrucciones precisas a Rupert de no publicar el contenido completo de los diarios mientras Hugh viva. Anais parte de este mundo en 1977, en Los Ángeles, y Hugh lo hará ocho años después.

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