martes, 9 de junio de 2020
9 JUNIO DE 1956 FUSILAMIENTOS EN JOSÉ LEÓN SUÁREZ
domingo, 7 de junio de 2020
FRANCISCO "PACO" URONDO LA VERDAD ES LA ÚNICA REALIDAD
FRANCISCO "PACO" URONDO
LA VERDAD ES LA ÚNICA REALIDAD
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la
explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos
hijos, aquellos gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de
policía cualquiera son parte de la memoria, no suponen
necesariamente el presente, pero pertenecen a
la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo
inmenso cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad,
como la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la
convalecencia del miedo, ese aire que se resiste a volver
después del peligro como los designios de todo un pueblo que
marcha hacia la victoria o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a
defenderse, a rescatar lo suyo, su realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.
Poema escrito desde la Cárcel de Villa Devoto, en abril de 1973.
7 DE JUNIO DE 1987 MUERE: HUMBERTO COSTANTINI
Su producción literaria recoge prácticamente todos los géneros literarios, novela, teatro, cuento, poesía; obras en las que refleja las peculiaridades de una sociedad predominantemente urbana, a la que retrata con gran fidelidad en sus particularidades lingüísticas y psicológicas. A pesar de haber practicado esta gran variedad en su obra, Costantini destaca principalmente por su labor como cuentista. De su extensa producción destacan los títulos: De por aquí no más (1958), Un señor alto, rubio, de bigotes y Tres monólogos para teatro (ambas del año 1963), Cuestiones de la vida (1964), Una vieja historia de caminantes (1966) y Libro de Trelew (1973). Se ha hecho popularmente conocido por Háblenme de Funes (1970), una adaptación del mito de Orfeo al tango.
domingo, 31 de mayo de 2020
JUAN SASTURAIN FALTA PALMIERI
JUAN SASTURAIN
FALTA PALMIERI
El agregado comercial es un hombre joven y preferiría escuchar
cualquier otra cosa esta tarde, pero al secretario del embajador le
gusta Rivero con guitarras. Y cuanto más lunfardo mejor:
–Escuche Ramos lo que es eso, olvídese del sonido sucio. Esa letra: ....y en la lona de los giles, me tendió en el cuarto round– canta Beltrame. El secretario de voz finita entona sobre los graves del cantor.
El agregado no dice nada. Se levanta despacio del otro sillón de caña, coloca la novela de Soriano abierta y boca abajo a un costado, deja al secretario solo y tendido en la lona y camina hasta la ventana. Las guitarras que puntean y subrayan las amarguras tangueras de Barajando acompasan a sus espaldas mientras afuera no comienza o no termina de atardecer sobre el raleado jardín y las palmeras excesivas. En la avenida de asfalto roto con canteros de tierra roja, los taxis verdes y negros brillan como escarabajos bajo la lluvia.
–Siempre me da la impresión de que los guitarristas de Gardel tocaran bajo el agua –dice Ramos–. Parecen metidos adentro de una pileta llena, por ese ruido metálico, distorsionado que hacen las guitarras: tingui-ting, ting-tingui,tingui-ting.
–Pero estas no... –corrige el secretario.
–Ya sé que no canta Gardel, Beltrame. En estos meses me ha hecho escuchar más tango que en el resto de mi vida. Pero estas violas también suenan así...
–No. Esta grabación de Rivero no es acústica. Por la fecha; es del sesenta y pico.
–Estas también hacen tingui tingui –se obstina el agregado–. Debe ser por este puto clima...
El exabrupto no es común en el trato entre ambos y confirma que es un día muy especial, un domingo raro en que la embajada está abierta y escuchan música alevosa. Cierto mínimo sentido del pudor les impide estar tomando mate pero a esa altura casi han desagotado una preciosa botella de Legui aportada por uno de los primeros votantes.
–Ya está lloviendo otra vez –agrega Ramos, tapa la puteada anterior con un parchecito convencional–. Creo que no me voy a acostumbrar nunca.
–Yo decía lo mismo hace cuatro años –dice el secretario, interesado de repente–. Y seguro que me costó más que a usted, porque mi destino anterior fue Luxemburgo, que es otro mundo en serio. En cambio, esta humedad es como la de Buenos Aires. Como si fuera Buenos Aires.
Y el agregado siente que el otro lo descalifica: son años de servicio exterior, una ristra de países; él en cambio es un recién llegado al club.
–La verdad, una de las razones por las que quiero que pierdan hoy es que seguro nos van a mandar de vuelta. Si no, renuncio igual –exagera Ramos–. Me voy.
Hace solo ocho meses que está en la isla y se supone que debería hacer negocios, firmar acuerdos comerciales, vender zapatos y camperas de cuero, pero ya ha comprobado que –como dice en sus cartas a casa– “estos morochos son marcianos que prefieren andar en patas y solo conocen el frío por las películas”. Sin embargo, según el embajador, para superar esos detalles se supone que ha estudiado Comercio Exterior en la mejor privada.
En realidad, para Ramos, desde que llegó el único comercio exterior efectivo han sido tres oscuras excursiones a un burdel de la islita de enfrente, la misma que se apoya verde en la repisa del horizonte borroneado por la lluvia, cortado por la bandera que pende del mástil frente a la ventana.
La memoria de aquellas transacciones acordadas por señas universales acaso no sea del todo grata porque el agregado se aparta de la ventana y dice:
–Con todo respeto, Beltrame: no le parece que tenemos una bandera bastante boluda.
–Es cierto –concede imprevistamente el secretario–. Y es una cosa que uno siente de pibe. En la escuela, cuando mirábamos el cuadro de las banderas de América para el 12 de Octubre no decíamos nada pero nos parecía la más aburrida de todas.
–Con ese celestito maricón. Ni siquiera el sol es algo original. Un país de mierda como este tiene una mucho más vistosa: tiene rojo, amarillo, verde, dibujitos...
–Que no lo escuche el embajador.
–No hay peligro. Está viendo el rugby: Argentina-Francia en el Mundial.
El agregado mira el reloj:
–¿Qué hora es ahora en Buenos Aires?
Debería saberlo y tal vez lo sabe pero no le gusta hacer la cuenta. Al secretario sí, porque él es quien se comunica regularmente.
–Tenemos diez horas de diferencia.
Ramos nunca sabe si es a favor o en contra, más tarde o más temprano, sin embargo se larga a afirmar porque está harto de la espera.
–Quiere decir que allá ya se acabó todo –dice como si mirara una estrella demasiado lejana–. Levantemos y listo.
–Hay que esperar. Media hora más. Después abrimos, hacemos el acta, firmamos y mandamos un e-mail con todo.
–Es tan ridículo. Estamos acá como unos pelotudos custodiando un cajoncito como si fuera un velorio.
–¿Y a quién estamos enterrando hoy?
El agregado señala con un cabezazo el retrato del Presidente que gobierna ortodoxamente la sala desde detrás del escritorio.
–¿Les parece? Este no se va a morir nunca –dice el embajador desde la puerta de la otra sala–. Ya van a ver.
Con un gesto mínimo, un toquecito apenas al equipo, Beltrame reduce los poderosos versos de Audacia por Rivero a un susurro.
–Terminó el primer tiempo –anuncia el embajador y deja pasar a la colorida pero calladísima Tanya–. Es en diferido; todo es en diferido acá.
Y se ríe. No se puede saber si el gordo está contento por el resultado del partido, por las elecciones o porque está fuera de horario y de programa con la única mujer que trabaja en la embajada.
Ramos tiene que admitir que Tanya está muy buena, dentro del estilo de las mujeres del lugar. Las mujeres son un problema. El embajador está separado, su mujer se volvió con los hijos chicos el año pasado, Ramos es soltero, Beltrame también: “Un trolo melancólico” sospecha y escribe el agregado en sus quejosas cartas a Buenos Aires.
–¿Quién falta? –dice ahora el embajador consultando el padroncito de argentinos residentes que se han encolumnado para cumplir deberes cívicos tan lejos de casa y sin necesidad.
–Hace más de una hora que votó el último –dice el agregado comercial desde la ventana y dispuesto a irse ya.
–Sí, pero falta Palmieri –dice el secretario.
–¿Qué Palmieri?
–Palmieri, Imperio. Clase 1928 –y Beltrame señala casi al final de la lista, junto al número de documento cómicamente bajo.
–¿Quién es este viejo?
El embajador tira la pregunta con fastidio. Cree o debe creer que conoce a todos los argentinos diseminados por la isla.
–No es de la capital; es de un lugar del interior, de la selva –asegura Tanya.
Asomada sobre el hombro del secretario, señala el domicilio, uno de esos largos nombres locales impronunciables que ella pronuncia y que no dicen nada a los demás.
–Comerciante no es –se cubre el agregado.
–Bueno... Sea quien sea no va a venir ya –dice el gordo mirando la hora–. Dejémoslo ahí. Contamos los votos, hacemos el acta y usted se queda a enviar el e-mail, Beltrame...
–Esperen... –interrumpe Ramos siempre en la ventana–. Me parece que ahí viene Palmieri.
El vehículo, un viejo jeep con todas las lonas desplegadas y las ruedas cubiertas de barro se detiene en la puerta de la embajada. No llueve ya, pero el atardecer es un hecho y no se ven los rostros con claridad desde la ventana. Sin embargo, el agregado ve que el chofer que da la vuelta al jeep es un hombre joven y que la monja a la que ayuda a bajar es una especie de Madre Teresa algo encorvada pero ágil, de hábito blanco, bastón vigoroso y botas de goma amarillas desproporcionadamente grandes para su tamaño.
Dos minutos después, acompañada por el chofer y con las botas en la mano, la monja está adentro.
–Vengo a votar. Espero que no sea demasiado tarde –dice en un argentino raro, viejo, contaminado de inflexiones–. ¿Puedo pasar?
–Pase, hermana. ¿Cómo es su nombre?
–Eva me puse cuando entré a la orden. Soy la Madre Eva ahora, desde hace muchos años... –le apunta al gordo y no le erra–. Señor embajador...
–Sí.
–No quiero ensuciar el piso con las botas una vez que estoy en mi tierra... ¿Tenés un diario o algo? –dice volviéndose a la mujer.
Tanya le alcanza un periódico local y un ejemplar viejo de La Nación. La monja pone las botas encima y se queda mirando el diario.
–El camino desde la misión está muy malo en algunas partes –dice excusándose–. Aunque ha mejorado mucho con el afirmado. Hace cincuenta años no había nada en este país; ni caminos, ni agua potable ni nada. Yo le decía a Bamboli –y le toca la camisa al muchacho que la acompaña– que en la Argentina nunca llueve así. Al menos en Mendoza de donde soy yo. Pero qué puede entender él, esto es lo único que conoce, solo le queda imaginárselo.
–Claro.
Están todos a su alrededor. Nadie hace nada. Hasta que el secretario se anima:
–Bueno: viene a votar.
–Por primera vez.
Hay sonrisas. Por alguna estupida razón esa vieja monja provoca cierta actitud condescendiente, como si fuera un chico.
–Es la primera vez que voy a votar porque antes no nos dejaban y casi seguro que va a ser la última, porque tengo algo acá –y se señala el corazón– que no creo que me deje llegar muy lejos.
–No diga eso. Venga, siéntese. Usted se llama...
–Imperio Palmieri.
La monja se sienta frente al escritorio y saca una vieja libreta cívica que el secretario hojea con cuidado.
–No es un nombre común.
–Mi madre me puso Imperio por una cantante muy buena que vivió muchos años en España: Imperio Argentina.
–¿Y lo de Madre Eva?
–Lo de Eva lo elegí yo misma. No por la Eva de la Biblia, claro que no, Dios me libre y guarde. Fue por Evita, que era tan buena. Usted sabe, ella les dio el voto a las mujeres. Y fíjese lo que son las cosas: si no se hubiera muerto tan joven y yo no me hubiera hecho monja por cosas que me pasaron cuando tenía dieciocho años, la hubiera votado, pobrecita...
El secretario está a punto de interrumpirla, de decirle que no se pueden hacer comentarios políticos en esas circunstancias pero Imperio Palmieri está más allá de toda sospecha o voluntad de trasgresión.
–Hace más de cincuenta años que estoy en la misión –dice ahora–. Primero el Señor me quiso en la India, y después acá. Hay mucho que hacer. Siempre hay mucho que hacer.
–Claro–. El secretario le da el sobre con una sonrisa forzada y le indica el camino–. Ahí, en la otra habitación, están todas las boletas.
Entonces la Madre Eva, sobre en mano por primera vez, vacila:
–¿Quiénes? ¿Quiénes son?
–¿Quiénes son quiénes?
–Los candidatos, los que hay que elegir –y recupera La Nación que en sus manos arrugadas es repentinamente nueva, inédita, valiosa– ¿Están acá, se pueden conocer? Para verlos una vez al menos, cómo son. Un ratito.
–Seguro que están –dice el secretario.
El agregado comercial no sabe si reírse o qué. Pero el embajador le hace un gesto con el mentón y primero con timidez y después con absoluta vergüenza se sienta junto a Imperio Palmieri, la Madre Eva, a analizar los candidatos contra reloj.
–¿Este qué tal es? –y señala a uno subido a un palco lleno de gente.
Mientras comienza a explicar en voz baja, Ramos oye la respiración regular, siente la concentración de la vieja monja, ve de reojo el ceño perplejo del joven Bamboli, asomado, y se siente repentinamente muy bien y enseguida muy mal.
Diez minutos después, Imperio Palmieri ha votado y el embajador firma con cuidado su libreta cívica vieja y virgen. La monja les da un beso a cada uno, les acaricia la cara y sale con las botas puestas a la noche precozmente estrellada.
Finalmente abren la urna y hay empate entre los dos mayoritarios. En el acta consignan, además, tres votos en blanco y uno nulo. Ha quedado todo disperso sobre la mesa.
–Vuelvan a meter todo en la urna y mande un e-mail con el acta, Beltrame –dice el embajador–. Me voy a ver el segundo tiempo de Los Pumas.
Antes de irse con él, Tanya abre el sobre impugnado y se lleva la estampita.
viernes, 29 de mayo de 2020
29 DE MAYO DE 1265 NACE "DANTE ALIGHIERI"
lunes, 25 de mayo de 2020
25 DE MAYO DE 1925 NACE: ROSARIO CASTELLANOS
25 DE MAYO DE 1925 NACE:
ROSARIO CASTELLANOS
(Ciudad de México, 1925 - Tel Aviv, 1974) Narradora y poeta mexicana, considerada en este segundo género la más importante del siglo XX en su país. Durante su infancia vivió en Comitán (Chiapas), de donde procedía su familia. Cursó estudios de letras Universidad Nacional Autónoma de México. En Madrid complementaría su formación con cursos de estética y estilística.
Rosario Castellanos
JUAN RULFO ES QUE SOMOS MUY POBRES
ES QUE SOMOS MUY POBRES
Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se la había llevado el río.
El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño.
Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar. Se notaba en que el ruido del río era más fuerte y se oía más cerca. Se olía, como se huele una quemazón, el olor a podrido del agua revuelta.
A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas. Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba metiéndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la -Tambora. El chapaleo del agua se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y venía caminando por lo que era ya un pedazo de río, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a ezuuiidci a algún lugar donde no les llegara la corriente.
Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado, quién sabe desde cuándo, el tamarindo que estaba en el solar de mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el río en muchos años.
Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero de agua que cada vez se hace más espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar. el puente. Allí nos estuvimos horas y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por la barranca, porque queríamos oír bien lo que decía la gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidazal y sólo se ven las bocas de muchos que se abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por eso nos subímos por la barranca, donde también hay gente mirando el río y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que el río se había llevado a la Serpentina, la vaca esa que era de mí hermana Tacha porque mi papá se la regaló para el día de su cumpleaños y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.
No acabo de saber por qué se le ocurriría a la Serpentina pasar el río este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía de a diario. La Serpentina nunca fue tan atarantado. Lo más seguro es que ha de haber venido dormida para dejarse matar así nomás por nomás. A mí muchas veces me tocó despertarla cuando le abría la puerta del corral, porque si no, de su cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados, bien quieta y suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.
Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió despertar al sentir que el agua pesada -le golpeaba las costillas. Tal vez entonces se asustó y trató de regresar; pero al volverse se encontró entreverado y aca. lambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bramó pidiendo que le ayudaran. Bramó como sólo Dios sabe cómo.
Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no había visto también al becerrito que andaba con ella. Pero el hombre dijo que no sabía si lo había visto. Sólo dijo que la vaca manchada pasó patas arriba muy cerquita de donde él estaba y que allí dio una voltereta y luego no volvió a ver ni los cuernos ni las patas ni ninguna señal de vaca. Por el río rodaban muchos troncos de árboles con todo y raíces y él estaba muy ocupado en sacar leña, de modo que no podía fijarse si eran animales o troncos los que arrastraba.
Nomás por eso, no sabemos si el becerro está vivo, o si se fue detrás de su madre río abajo. Si así fue, que Dios los ampare a los dos.
La apuración que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha se quedó sin nada. Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas las más grandes.
Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran' muy retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces, cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.
Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo que pudo; pero más tarde ya no pudo aguantarlas más y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o no sé para donde; pero andan de pirujas.
Por eso le entra la mortificación a mi papá, ahora por la Tacha, que no quiere vaya a resultar como sus otras dos hermanas, al sentir que se quedó muy pobre viendo la falta de su vaca, viendo que ya no va a tener con qué entretenerse mientras le da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para siempre. Y eso ahora va a estar difícil. Con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado quien se hiciera el ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse también aquella vaca tan bonita.
La única esperanza que nos queda es que el becerro esté todavía vivo. Ojalá no se le haya ocurrido pasar el río detrás de su madre. Porque si así fue, mi hermana Tacha está tantito así de retirado de hacerse piruja. Y mamá no quiere.
Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia, desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy obedientes y no le cometían irreverencias a nadie. Todos fueron por el estilo. Quién sabe de dónde les vendría a ese par de hijas suyas aquel mal ejemplo. Ella no se acuerda. Le da vuelta a todos sus recuerdos y no ve claro dónde estuvo su mal o el pecado de nacerle una hija tras otra con la misma mala costumbre. No se acuerda. Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: «Que Dios las ampare a las dos.»
Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención.
-Sí -dice-, le llenará los ojos a cualquiera donde quiera que la vean. Y acabará mal; como que estoy viendo que acabará mal.
Esa era la mortificación de mi papá.
Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río.
Está aquí, a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella.
Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con más ganas. De su boca sale un ruido semejante al que se arrastra por las orillas del río, que la hace temblar y sacudiese todita, y, mientras, la creciente sigue subiendo. El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición.
domingo, 24 de mayo de 2020
24 DE MAYO DE 1905 NACE:
Nacido en la región militar del Don, Shólojov no era de origen cosaco, aunque supo describir magistralmente las condiciones de vida y la reacción de las gentes del sur ante el hecho revolucionario, la guerra civil y la colectivización. Ello se aprecia en los numerosos relatos que escribió entre los años 1923 y 1927, en su mayoría recogidos en la colección Cuentos del Don (1926).
Su narrativa temprana gira fundamentalmente en torno a los conflictos de clase que se producían en las aldeas cosacas durante la guerra civil, ejemplo de lo cual es el relato La prueba" (1923). A pesar de que la mayoría de esos relatos no están especialmente bien escritos, evidenciaron que su autor poseía una voz propia, un ojo preciso para los detalles, un fino sentido del humor y, sobre todo, un dominio de la jerga cosaca, que le valió el reconocimiento de A. Serafimóvich, también cosaco.
En 1925 comenzó a trabajar en su novela épica El Don apacible (1928-1940), una especie de reivindicación de los cosacos, tenidos por contrarrevolucionarios en la Rusia soviética a partir de su implicación en el sangriento fin de las revueltas durante la revolución de 1905. De los cuatro libros que componen la novela, el primero está dedicado a la vida en las aldeas cosacas antes de la guerra y a la participación de la caballería cosaca en la lucha contra las tropas alemanas, el segundo al rechazo de los cosacos a la monarquía de Kornilov y al inicio de la fatal contienda entre Rojos y Blancos en las tierras del Don, y los dos últimos a las penurias producidas por la colectivización de la agricultura.
El tema principal es la resistencia cosaca a entregar su tierra patria a un poder impuesto desde fuera, así como a renunciar a una estructura económica y familiar que les había dado unidad y prosperidad durante siglos. Otras obras de Shólojov, como La tierra erguida (1932), La ciencia del odio (1942) o El destino de un hombre(1967) expresan como el autor se fue plegando a los dictados de la literatura estatal soviética.
En 1965 se le concedió el premio Nóbel de Literatura, en un gesto que fue interpretado como una cortesía de la Academia Sueca por haber provocado el "affaire Pasternak" y la concesión a éste último del mismo premio en 1958, lo que no fue del agrado de las autoridades soviéticas. En la mayoría de sus artículos y discursos, Shólojov, que fue miembro del Comité Central del Partido Comunista desde 1961 hasta su muerte y miembro de Unión de Escritores Soviéticos desde 1934, siguió la línea orientada por el Partido Comunista, atacando con saña a los escritores disidentes.
viernes, 22 de mayo de 2020
22 DE MAYO DE 1808 NACE :
Gérard de Nerval
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3 JUNIO DE 1770 NACE: MANUEL BELGRANO (Buenos Aires, 1770-1820) Abogado, político y militar argentino, una de las figuras ...
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ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS CAUSA Y SINRAZÓN DE LOS CELOS Hay buenos muchachitos, con metejones de primera agua, que le amargan la ...
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20 DE JUNIO DE 1820 MUERE : MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO Manuel Belgrano (Buenos Aires, 1770-1820) Abo...
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LA MÁQUINA DE FOLLAR de Bukowski "texto completo" Hacía mucho calor aquella noche en el Bar de Tony. ni siquiera pensaba en...
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29 MAYO DE 1892 NACE ALFONSINA STORNI (Sala Capriasca, Suiza, 1892 - Mar del Plata, Argentina, 1938) Poetisa argentina de origen suiz...
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OLIVERIO GIRONDO 12 Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se o...
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PEDRO BONIFACIO PALACIOS (ALMAFUERTE) ¡Avanti! Si te postran diez veces, te levantas otras diez, otras cien, otras quinientas: ...
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11 DE NOVIEMBRE DE 1821 NACE FIÓDOR DOSTOIEVSKI (Fiódor Mijailovich Dostoievski; Moscú, 1821 - San Petersburgo, 1881) Novelista ruso. ...
16 DE JUNIO DE 1955 ES BOMBARDEADA LA PLAZA DE MAYO
16 DE JUNIO DE 1955 ES BOMBARDEADA LA PLAZA DE MAYO Pocas veces en la historia mundial, miembros de las Fuerzas Armadas de un país, con la c...