martes, 8 de julio de 2014

El Pasado.
Percy Bysshe Shelley (1792-1822)

¿Olvidarás las horas felices que enterramos
En las dulces alcobas del amor,
Hacinando sobre sus fríos cadáveres
Los ecos efímeros de una hoja y una flor?
Flores dónde la alegría cayó,
Y hojas dónde aún habita la esperanza.

¿Olvidarás a los muertos, al pasado?
Todavía no son fantasmas que puedan vengarse;
Recuerdos que hacen del corazón su tumba,
Lamentos que se deslizan sobre la penumbra,
Susurrando con horribles voces
Que la felicidad sentida se convierte en dolor.

8 DE JULIODE 1822 MUERE Percy Bysshe Shelley
(Field Place, 1792 - golfo de La Spezia, 1822) Poeta británico. Cursó estudios en Eton (1804-1810) y en el University College de Oxford, de donde fue expulsado (1811) por la publicación del libelo La necesidad del ateísmo. Ese mismo año, en Londres, se enamoró de una joven de 16 años, Harriet Westbrook, con quien, tras huir y casarse, vivió en el distrito de los Lagos, en York, en Irlanda y en el País de Gales, donde escribió su primer poema importante, La reina Mab (1813).

De nuevo en Londres, conoció a W. Godwin, de cuyo pensamiento filosófico se declaró seguidor, y se enamoró de su hija Mary, con quien marchó al continente en 1814 y con quien se casó en 1816, año en que publicó Alástor o el espíritu de la soledad y en que, durante una estancia en Suiza, conoció a Lord Byron.

A su regreso en Londres, se enteró del suicidio de Harriet y perdió la tutela de los dos hijos que había tenido de su primer matrimonio. Aquejado de tisis, abandonó su país y en 1818 se instaló en Italia en compañía de Mary. Vivió en Milán, Lucca, Venecia, Nápoles y Florencia y escribió durante sus últimos cuatro años de vida sus obras maestras: el drama lírico Prometeo liberado (1819), la tragedia Los Cenci (1819), diversos poemas líricos (Oda al viento del Oeste, Oda a una alondra, La mimosa y la Oda a Nápoles), la elegía Adonais (1821), inspirada por la muerte de John Keats, y el tratado La defensa de la poesía (1821).

Shelley es uno de los principales poetas de la segunda generación de románticos ingleses. Su obra está impregnada de idealismo y de fe entusiasta en el futuro de la humanidad, pero también de melancolía ante las desdichas de la existencia; en ella desempeña un importante papel la naturaleza, concebida como vínculo entre el hombre y los valores absolutos.

8 DE JULIO NACE
Jean de La Fontaine
(Château-Thierry, Francia, 1621-París, 1695) Poeta francés cuya fama se debe a sus doce libros de Fábulas, consideradas modelo del género. Nació en una familia acomodada: era el hijo mayor de un consejero del rey encargado de la guarda de dominios forestales y de caza. A su llegada a París, en 1635, fue novicio en una orden religiosa durante un año y medio y luego siguió estudios de derecho. En 1652 compró el cargo de maestro particular trienal de Aguas y Bosques y en 1658 heredó de su padre otros dos semejantes. El ejercicio de sus funciones le dio ocasión de observar la vida rústica y le permitió consagrarse a las letras al mismo tiempo.
En 1654 dio a conocer una adaptación de la comedia de Terencio, El eunuco, que le valió los favores del ministro de Finanzas Nicolás Fouquet, a quien en 1658 dedicó su poema Adonis, inspirado en Ovidio, y al que en adelante proporcionó madrigales, sonetos y otros versos a cambio de su mecenazgo. Le Songe de Vaux, manifestación de la estética galante, obra interrumpida por la caída en desgracia de Nicolás Fouquet en 1661, también estuvo dedicada a la gloria de su protector. Arrestado éste, La Fontaine le manifestó su apoyo componiendo la Elegía a las ninfas de Vaux como una especie de apelación dirigida al rey. Privado de apoyo y tras una temporada en el exilio, buscó un nuevo protector en la persona del duque de Bouillon. Frecuentó los salones y al mismo tiempo estableció contactos con los medios jansenistas.
Los años de 1660 fueron los más productivos de su vida literaria. En 1665 publicó sus primeros Cuentos, inspirados en autores como Boccaccio o La Salle, cuyas historias alteró notablemente, y en 1668 sus primeras Fábulas. Obtuvo un rápido éxito, en parte por el escándalo generado por el carácter licencioso de sus Cuentos, que muy pronto fueron censurados y cuya difusión se prohibió.
Todavía mayor fama obtuvo, sin embargo, con sus Fábulas, conjunto de narraciones en verso protagonizadas por animales que actúan como seres racionales, y cuyo objetivo es ofrecer una enseñanza moral. Inspiradas en las fábulas clásicas y dotadas de un agudo sentido del humor, fueron agrupadas en doce libros y publicadas entre 1668 y 1694. Las Fábulas constituyen deliciosas comedias y dramas en miniatura, con personajes excelentemente caracterizados, escritas en un lenguaje de gran naturalidad y fluidez expresiva; a través de ellas legó a la posteridad una visión irónica y un tanto escéptica de la sociedad.
En los años siguientes publicó la novela Psyché, el poema mitológico Clymène y otros poemas. Al mismo tiempo que escribió estas obras profanas, a menudo galantes, a veces licenciosas, compuso y publicó obras de carácter religioso como La Captivité de saint Malc y Recueil de poésies chrétiennes, con lo que se manifestó como uno de los autores más fecundos de su época, cosa que la tradición dejó un poco de lado, al no reconocer más que las Fábulas y, accesoriamente, los Cuentos.
Después de haber disfrutado de los sucesivos mecenazgos de la duquesa de Orléans y de Madame de La Sablière, se incorporó al círculo de protegidos de Madame de Montespan, junto a Jean Racine y Nicolás Boileau. Los tres constituyeron el núcleo del partido de los tradicionalistas en la querella de "antiguos y modernos" que se empezaba a gestar en ese momento. Por aquellos años, La Fontaine elaboró su segundo compendio de Fábulas y publicó los libros del VII al XI de esta obra en 1678 y 1679. También intentó, pero sin éxito, imponerse en la producción teatral. En 1683 fue elegido miembro de la Academia Francesa. En 1682 y 1685 dio a la imprenta nuevos compendios de poesías, y siguió luego trabajando en sus últimas Fábulas, publicadas en 1694.
La fábulas de La Fontaine se agrupan en doce libros. Los seis primeros, que contienen 124 fábulas, fueron publicados en 1668; los cinco siguientes (89 fábulas), en 1678-79, y el último (27 fábulas), en 1694. Su título exacto, Fábulas escogidas y puestas en verso, declara ya el intento del autor: dar forma poética a las mejores composiciones de los maestros antiguos (el griego Esopo y el latino Fedro) y de otros autores modernos. Al comienzo de la obra, La Fontaine traza una biografía un tanto fantástica del inventor del género, Esopo.
El fin de la fábula siempre es el de instruir: el autor lo recuerda a menudo, afirmando a la vez su voluntad artística, al declarar que abre un nuevo camino, el de la fábula poética. La fábula, que para los humanistas italianos (Bevilacqua, Faerno) y para los franceses del siglo XVI (Haudent, Guéroult) era un género inferior, con La Fontaine alcanza la grandeza de los antiguos, con un más acusado carácter artístico, abandonando la excesiva brevedad de Fedro. Dejándose llevar por su gusto por la narración, La Fontaine aúna en sus fábulas este amor al relato con la seriedad moral y con la infinita variedad de motivos.
Los primeros seis libros respetan discretamente los modelos y las formas tradicionales, con descarnados apólogos al comienzo ("La cigarra y la hormiga"); más adelante, trata los argumentos cada vez con mayor libertad, de modo que los viejos asuntos resultan transformados y renovados, a veces con sabor de cuento ("La joven viuda"). La Fontaine satiriza la vanidad y la envidia y deplora la maldad humana ("El león viejo"). En general, la suya es una moral de la experiencia, llevada con la serena aceptación de una realidad en la que domina el mal, y que impone la prudencia y la astucia, sin excluir el amor y la piedad. Los animales aparecen tal como los ha fijado la tradición fabulista: no siempre verdaderos según la ciencia, pero siempre vivos.
El frecuente uso del verso libre, la rica variedad de la lengua, el acento personal, lírico, convierten ya en una verdadera y nueva creación esta recopilación primera. Pero la plenitud artística se consigue en la segunda (el último libro añadirá ya pocos méritos), donde el autor demuestra ser uno de los más originales y ricos poetas franceses. La fábula alcanza amplitud de sátira política ("Los animales enfermos de peste"), denuncia el egoísmo hipócrita ("El topo retirado del mundo"), pronuncia palabras de alta sabiduría ("La muerte y el moribundo") o se convierte en tierna elegía ("Los dos pichones", "Los dos amigos"). En ellas aparece un pensamiento más maduro, una intransigencia más viva ante los vicios del hombre, un reconocimiento más elevado de los mejores bienes (la amistad, el sentido humanitario), y una más decidida entrega a lo lírico y lo fantástico.

lunes, 7 de julio de 2014

7 de julio nació pintor Marc Chagall
(Vitebsk, 1887 - Saint-Paul-de-Vence, 1985) Pintor francés de origen ruso. Nacido en una pequeña aldea rusa, sus inquietudes artísticas le llevaron a París en 1910, donde alcanzó su madurez artística.
Volvió a Rusia en 1914 y participó activamente en la renovación cultural de su país, pero sus disputas con Malevich y las exigencias revolucionarias de vincular compromiso político y obra artística le llevarían a marchar a Alemania en 1924. Su condición de judío le obligaría después a un peregrinaje por Francia y Estados Unidos, que le devolvería definitivamente a Francia al concluir la Segunda Guerra Mundial.
Su asimilación de las dos vanguardias señeras, fauvismo y cubismo, es patente en los cuadros que realizó en sus primeros años parisienses. Composiciones como El poeta (1911, Philadelphia Museum of Art) y Homenaje a Apollinaire (1912, Stedelijk van Abben Museum, Eindhoven) son plenamente cubistas, mientras otras, como El padre (1911, Colección privada, París) siguen a rajatabla las consignas fauvistas.
Desde el primer momento, sin embargo, estas influencias formales se funden con el sustrato más profundo de sus propias vivencias personales, profundamente arraigadas en su Vitebsk natal y en el hecho de pertenecer a la comunidad judía. De esta doble condición extrae Chagall su particular repertorio de imágenes, un reducido vocabulario iconográfico al que se mantiene fiel a lo largo de toda su vida. Su pintura es la encarnación de una memoria que funde los recuerdos personales con la imaginería del folclore popular ruso y constituye una unidad indisoluble entre realidad y fantasía, entre la lógica simbólica y la irracionalidad del subconsciente.
La aldea y yo (1911, MOMA, Nueva York), realizado apenas un año después de su llegada a París, resulta ejemplar respecto a esa síntesis específicamente chagalliana entre vanguardia y tradición popular, y posee el cromatismo brillante y emancipado de la realidad que aprendió del fauvismo y que será un rasgo dominante en toda su producción. La aparente anarquía de sus imágenes, mezcladas sin una clara lógica espacial y narrativa que justifique las superposiciones, la heterogeneidad de tamaños y la transgresión de las leyes de la física, están sin embargo sujetas a una cuidada composición radial que sigue las enseñanzas del cubismo; éstas se evidencian en el diseño de líneas que articulan las diversas imágenes entre sí y establecen conexiones entre las figuras en primer término y el fondo.
Las referencias al mundo campesino en el que pasó su infancia -las casas aldeanas, la ordeñadora, la pareja de labriegos- así como el motivo vegetal en primer término, son algunas de las imágenes que con mayor constancia repitió a lo largo de toda su obra. Todas ellas tienen como referente común el mundo de su niñez y Chagall hace uso de ellas encastándolas con la arbitrariedad del ensueño y la nostalgia.
En otras ocasiones, la apariencia ilógica de sus imágenes deriva de la simple transcripción al lenguaje visual de expresiones comunes del lenguaje hablado, que Chagall retoma y visualiza como forma de revelar experiencias psíquicas. Así puede interpretarse el flotar en el aire de la pareja de amantes en cuadros como El cumpleaños (1915, MOMA, Nueva York), pintado poco después de su matrimonio con Bella, su musa durante largos años.
La idea de "perder la cabeza" se materializa en A Rusia, los asnos y los demás (1911-1912, Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, París); donde la cabeza separada del tronco no es sino una arbitrariedad explicable, al igual que la vaca roja sobre un tejado o la ingravidez de la mujer, por el placer de crear una fábula visual donde la irrealidad no necesita justificarse.
Chagall construye un mundo de asociaciones a través del cual quiere poner de manifiesto el mensaje secreto de las cosas, pero su mirada está más cerca de la ingenuidad infantil, que prescinde de la funcionalidad inmediata de los objetos y de la coherencia lógica, que de la búsqueda de revelaciones concretas. De ahí que rehúse adherirse al movimiento surrealista a pesar de la insistencia y los elogios de Breton. La existencia de imágenes que coexisten fuera de la lógica racional es para él un hecho real y lo acepta como algo consustancial a la vida misma, no como producto de un refinado juego intelectual o un viaje a las profundidades del inconsciente.

miércoles, 2 de julio de 2014

2 DE JULIO NACE Hermann Hesse
(Calw, 1877 - Montagnola, 1962) Novelista alemán que en ocasiones utilizó el seudónimo de Emil Sinclair; obtuvo el premio Nobel en 1946. Vástago de una familia de misioneros pietistas, fue destinado al estudio de la teología y enviado en 1891 al seminario de Maulbronn.
De allí se fugó en 1894 e hizo el aprendizaje de relojero en Calw. En 1895 fue aprendiz de librero en Tubinga y trabajó como tal en Basilea a partir de 1899. Después del éxito de Peter Camenzind (1904) se instaló a orillas del lago de Constanza dedicado a la literatura. En 1911 viajó a la India, más tarde se fue a vivir a Berna y finalmente a Montagnola, cerca de Lugano.

Peter Camenzind (1904) puede ser considerada un arquetipo del género conocido como "novela de formación", de escritura reflexiva y melancólica, sobre un joven que llega del campo a la ciudad para acabar huyendo de la cultura urbana y regresar a la naturaleza y la vida sencilla. En esa misma línea, Bajo la rueda (1906) expresa la rebelión contra la autoridad.

Pero el título que marca el paso del ecuador dentro de la obra de Hesse es sin duda Demian (1919), cuyas primeras ediciones se publicaron bajo el seudónimo Emil Sinclair y con el significativo subtítulo "Una historia de juventud": escrita en medio de una profunda depresión, la novela es sin embargo un canto a la amistad, al arte y a la vida. Siddharta (1922), diametralmente distinta, recoge la experiencia del autor en la India y se convertiría, una generación más tarde, en el libro de cabecera de los primeros "hippies", difusores en Occidente de la cultura budista.

El lobo estepario (1927) es acaso el más célebre de los títulos de Hesse e inicia sin duda la etapa de madurez de su obra: está construido a partir de las notas póstumas del artista Harry Haller, introducidas por los comentarios de un editor, y es un lúcido análisis sobre la locura de una época en la que muere lo viejo sin que haya nacido algo nuevo. Narciso y Goldmundo (1930), situada en una imprecisa alba del Renacimiento, presenta la contraposición de Narciso, el monje ascético, y Goldmundo, el artista, en una escuela monástica, donde traban amistad. Es la confrontación entre el mundo paterno, encarnado en el logos y la ciencia, y el arte maternal, que no representa una certeza sino una búsqueda de por vida.

El juego de los abalorios (1943), cierra lo que puede entenderse como una trilogía de culminación de la obra de Hesse, a través de un nuevo intento de reunión (los abalorios) del mundo de las artes y de las ciencias: un auténtico resumen de los esfuerzos anteriores del autor por reflejar la inquietante dualidad entre el pensamiento y el espíritu. Siguieron luego colecciones de cuentos, relatos y meditaciones, y en 1951 la antología literaria de este educador humano, que une la interioridad de la lucha sostenida para la existencia del espíritu, consciente de su propia responsabilidad, con la advertencia dirigida a su misma época en peligro y al pueblo alemán. La edición completa de las obras de Hermann Hesse, en seis tomos, apareció en 1952.

2 DE JULIO DE 1971 MUEREConrado Nalé Roxlo
(Buenos Aires, 1898 - id., 1971) Escritor argentino. Cultivó todos los géneros con un amplio registro que, en su poesía, va desde la ternura y el humor (El grillo, 1923) hasta la melancolía y la reflexión (Claro desvelo, 1937; De otro cielo, 1952). Sus dramas recrean poéticamente argumentos de origen legendario: así, en La cola de la sirena (1941), El pacto de Cristina (1945) y Judith y las rosas (1956). Fue autor de escritos humorísticos, publicados bajo el seudónimo de Chamico, que tuvieron una gran aceptación y algunos de los cuales se recogieron en colecciones de cuentos. Junto con M. Mármol escribió las biografías de Amadeo Villar (1963) y Alfonsina Storni (1965).

Aun cuando su popularidad se cimentó en sus relatos de humor, el argentino Conrado Nalé Roxlo fue también un profundo y lírico cultivador de la poesía y el teatro. En sus inicios literarios se vinculó al grupo Martín Fierro, pero luego abandonó la estética vanguardista y derivó hacia la sencillez compositiva. Su producción literaria comenzó con el libro de poemas El grillo (1923), en el que supo combinar la ternura y el humor. En su obra poética de madurez predomina, en cambio, la melancolía y la reflexión, en una poesía meditativa y amarga de gran contención formal, como en Claro desvelo (1937) y en De otro cielo (1952), o la ironía, como en Antología apócrifa (1969), en la que glosa el estilo de varios autores de forma humorística.

Aspecto destacado de su producción fue el humorismo: nombrado director de la publicación humorística Don Goyo, Nalé Roxlo escribió para ella bajo el seudónimo de Chamico una serie de relatos de singular comicidad e ironía, cuyo inmediato éxito hizo que fueran recopilados en volúmenes como Cuentos de Chamico (1941), El muerto profesional (1943), Cuentos de cabecera (1946), La medicina vista de reojo (1952), Libro de quejas, El humor de los humores, Nuevos cuentos de Chamico y Mi pueblo (los cuatro de 1953); Sumarios policiales (1955) y El ingenioso hidalgo (1965).

Su obra dramática está formada por la farsa Una viuda difícil (1944) y por algunos dramas en los que, con un tratamiento poético, recrea antiguas leyendas, como La cola de la sirena (1941), El pacto de Cristina (1945) y Judith y las rosas (1956). Para La cola de la sirena (1941), Conrado Nalé Roxlo tomó el argumento de un cuento de Hans Christian Andersen: la sirena Alga se ha enamorado del marinero Patricio y permite que éste la pesque en el mar. Alga anhela pertenecer también al amado como mujer y está desesperada por su cola de pez; una operación la transforma finalmente en un ser terrestre normal. Sigue conservando su misteriosa hermosura, pero a través de esta transformación ha perdido también las especiales facultades de las sirenas: ya no puede cantar ni nadar. Todo esto lo habría sacrificado Alga con agrado si con ello hubiese podido estar segura del amor de Patricio, pero Patricio se aparta de ella en el momento en que la ve como mujer humana: ha desaparecido lo maravilloso, lo fantástico, que le atraía de ella, y entonces dedica su amor a una aviadora que para él, simple marinero, es nuevamente un ser con un encanto misterioso.

El crítico León Mirlas escribió: "La cola de la sirena es la comedia de la ilusión y un canto de amor. Pero no del amor hacia la mujer en sí, sino hacia la ilusión que la mujer es capaz de despertar en nosotros." Este es en realidad el tema propiamente dicho de esta obra: el hombre, incapaz de amar a otra persona como ser humano, ama siempre solamente el sueño con el que rodea a la otra persona. Si este sueño adquiere alguna vez una forma palpable adaptándose a la vida real, entonces se extingue el amor y el hombre se dirige hacia otro sueño. Nalé Roxlo evita con un humor caprichoso y lleno de fantasía el peligro de caer en un sentimentalismo romántico; de este modo resulta una comedia extraordinariamente densa y sugerente, con un contenido expresivo muy personal.

martes, 1 de julio de 2014

“Veinticuatro toneladas de fuego y memoria” | Por Mempo Giardinelli
Hoy, 26 de junio, es la fecha en que la dictadura ordenó quemar millones de libros del Centro Editor de América Latina. Ese 26 de junio de 1980 está en la memoria más horrible de la Argentina y escribo esto pensando una vez más en todo el dolor que todavía nos deben.
Propongo recordar lo sucedido. Propongo que imaginemos aquel 26 de junio de aquel 1980. Día frío y gris, pero no llueve. La acción en Sarandí, partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. A corta distancia de lo que entonces se llamaba Capital Federal, vemos que de un gran depósito sobre las calles O’Higgins y Agüero (hoy Crisólogo Larralde) entran y salen camiones cargados de libros. Son 24 toneladas de libros. En silencio, suboficiales, soldados y policías vacían lentamente el depósito bajo las escrutadoras severas miradas de oficiales del Ejército Argentino, algunos muy jóvenes.
El depósito –un amplio galpón– y todos los libros, pertenecen a la conocida editorial Centro Editor de América Latina, una de las más prestigiosas y originales casas editoras de libros del país y el continente, fundada y dirigida por Boris Spivacow, un respetado matemático de 65 años, hijo de inmigrantes rusos.
(…) Las fuerzas armadas de la época tenían a Spivacow, como se decía entonces, “marcado”. La supervivencia casi milagrosa de la editorial durante los primeros años de la dictadura tenía, por lo tanto, los días contados. Y el final fue ese día, ese 26 de junio del año ’80, en que llegaron las tropas en sus camiones y empezaron a cargar libros, paquete por paquete, y en sucesivos viajes llevaron 24 toneladas de cultura y conocimiento desde el depósito de Agüero y O’Higgins hasta un baldío que había entonces a muy pocas cuadras, en la calle Ferré, entre Agüero y Lucena.
Allí, una vez descargados los libros –posiblemente un par de millones de ejemplares– un valiente oficial habrá dado la marcial y ceremoniosa orden de prenderles fuego. “Procedan”, habrá dicho con firmeza y yo imagino que sin inmutarse, sin culpa alguna, sin siquiera darse cuenta de la atrocidad que cometía en ese instante miserable.
Así se quemaron esos libros, aquel 26 de junio de 1980, y con ellos se quemaron años de saber, de cultura, de investigaciones, de sueños y ficciones y poesías. Y se quemó una parte esencial de la Argentina más hermosa, incinerada por la Argentina más horrenda y criminal.

GERLILIBROS: Anaïs Nin“El amor nunca muere por causas naturale...

GERLILIBROS: Anaïs Nin “El amor nunca muere por causas naturale...: Anaïs Nin “El amor nunca muere por causas naturales. Muere porque no sabemos rellenar su fuente. Muere de ceguera emocional, de nuestros...
Anaïs Nin
“El amor nunca muere por causas naturales.
Muere porque no sabemos rellenar su fuente.

Muere de ceguera emocional, de nuestros errores y traiciones.

Muere a causa de nuestras enfermedades y heridas del corazón,

De cansancio, por falta de riego.

Cuando se vuelve opaco y deja de brillar,

Entonces el amor muere.”
El Carruaje de la Muerte.
The Dead Coach, Katharine Tynan Hinkson.

En la noche, cuando los enfermos yacen despiertos,
Escucho pasar al Carruaje de la Muerte;
Lo oí pasar salvaje, por senderos desiertos,
Y supe que mi hora aún no había llegado.

Click-clack, click-clack, los cascos pasaron,
Tirando del Carruaje, viajando en rápidas alas,
Viajando lejos, a través de la lúgubre noche.
Los muertos deben descansar hasta el alba.

Si alguien caminase sigiloso tras sus huellas,
El Carro y los caballos, negros como la medianoche,
Verá viajando a la Sombra de la Perdición,
Que atrae a todos, y a cada uno por venir.

Dios es piadoso con los que aguardan en la noche,
Escuchando al Carruaje de la Muerte en el umbral,
Y aquel que lo oiga, aunque sea débilmente,
El espantoso Carro se detendrá para él.

Él partirá con el rostro lívido,
Subiendo al Carro y tomando su lugar,
La puerta se cerrará, sin nunca vacilar.
Rápido se cabalga en compañía de los muertos.

Click-clack, click-clack, la Hora es fría,
El Carruaje de la Muerte sube la distante colina.
Ahora, Dios, Padre de todos nosotros,
Limpia de tu viuda las lágrimas que caen.

Francisco Luis Bernárdez
Soneto enamorado

Dulce como el arroyo soñoliento,
mansa como la lluvia distraída,
pura como la rosa florecida
y próxima y lejana como el viento.

Esta mujer que siente lo que siente
y está sangrando por mi propia herida
tiene la forma justa de mi vida
y la medida de mi pensamiento.

Cuando me quejo, es ella mi querella,
y cuando callo, mi silencio es ella,
y cuando canto, es ella mi canción.

Cuando confío, es ella la confianza,
y cuando espero, es ella la esperanza,
y cuando vivo, es ella el corazón.

GERLILIBROS: Federico García Lorca      El poeta pide a su amor...

GERLILIBROS: Federico García Lorca      El poeta pide a su amor...: Federico García Lorca       El poeta pide a su amor que le escriba Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra esc...
Federico García Lorca      
El poeta pide a su amor que le escriba

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.


1 DE JULIO MUERE
Erik Satie
(Honfleur, Francia, 1866-París, 1925) Compositor y pianista francés. La excentricidad, la irreverencia y una actitud dadaísta son los ingredientes que configuran la vida y la música de Satie. Huérfano de madre, fue educado por su abuelo y un tío, que le transmitieron su afición a dejarse llevar por todo tipo de fantasías e historias fabulosas. Habiendo demostrado unas especiales aptitudes para la música, en 1879 entró en el Conservatorio de París. Sin embargo, poco dado al trabajo continuado, la disciplina y las reglas, hacia 1886 sustituyó las clases por los cabarets de Montmartre. Los títulos de sus obras son suficientemente elocuentes sobre su carácter estrafalario y socarrón: Trois gymnopédies (1888), Trois gnossiennes (1890), Trois morceaux en forme de poire (1903), Pièces froides (1907), En habit de cheval (1911). De factura simple, todas estas composiciones, escritas para el piano, denotan un lirismo sutil que ejerció una incontestable influencia sobre músicos tan diferentes como Claude Debussy, Maurice Ravel y los integrantes del Grupo de los Seis. A Satie se le deben también ballets como Parade (1917) y
Relâche (1924).

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Balada del ausente
Juan Carlos Onetti
Entonces no me des un motivo por favor
No le des conciencia a la nostalgia,
La desesperación y el juego.
Pensarte y no verte
Sufrir en ti y no alzar mi grito
Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,
En lo único que puede ser
Enteramente pensado
Llamar sin voz porque Dios dispuso
Que si Él tiene compromisos
Si Dios mismo le impide contestar
Con dos dedos el saludo
Cotidiano, nocturno, inevitable
Es necesario aceptar la soledad,
Confortarse hermanado
Con el olor a perro, en esos días húmedos del sur,
En cualquier regreso
En cualquier hora cambiable del crepúsculo
Tu silencio
Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda
Que no responde al sombrero enlutado
Golpeando las rodillas
Que teme a Dios y se preocupa
Por lo que opine, condene, rezongue, imponga.
No me des conciencia, grito, necesidad ni orden.
Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron
Giro hacia el mundo y su secreto de musgo,
Hacia la claridad dolorosa del mundo,
Desnudo, sólo, desarmado
bamboleo mi cuerpo enmagrecido
Tropiezo y avanzo
Me acerco tal vez a una frontera
A un odio inútil, a su creciente miseria
Y tampoco es consuelo
Esa dulce ilusión de paz y de combate
Porque la lejanía
No es ya, se disuelve en la espera
Graciosa, incomprensible, de ayudarme
A vivir y esperar.
Ningún otro país y para siempre.
Mi pie izquierdo en la barra de bronce
Fundido con ella.
El mozo que comprende, ayuda a esperar, cree lo que ignora.
Se aceptan todas las apuestas:
Eternidad, infierno, aventura, estupidez
Pero soy mayor
Ya ni siquiera creo,
En romper espejos
En la noche
Y lamerme la sangre de los dedos
Como si la hubiera traído desde allí
Como si la salobre mentira se espesara
Como si la sangre, pequeño dolor filoso,
Me aproximara a lo que resta vivo, blando y ágil.
Muerto por la distancia y el tiempo
Y yo la, lo pierdo, doy mi vida,
A cambio de vejeces y ambiciones ajenas
Cada día más antiguas, suciamente deseosas y extrañas.
Volver y no lo haré, dejar y no puedo.
Apoyar el zapato en el barrote de bronce
Y esperar sin prisa su vejez, su ajenidad, su diminuto no ser.
La paz y después, dichosamente, en seguida, nada.
Ahí estaré. El tiempo no tocará mi pelo, no inventará arrugas, no me inflará las mejillas
Ahí estaré esperando una cita imposible, un encuentro que no se cumplirá.

1 DE JULIO NACE
George Sand
(Aurore Dupin, baronesa Dudevant; París, 1804-Nohant, 1876) Escritora francesa. Se educó con su abuela paterna en la propiedad de Nohant. Contrajo matrimonio con el barón Casimir Dudevant (1822), de quien tuvo dos hijos y de quien se separó en 1830. En 1831 se instaló en París. Fue amante del novelista J. Sandeau, con quien escribió, bajo el seudónimo común de Jules Sand, la novela Rose y Blanche (1831).
En 1832, ya con el seudónimo de George Sand, publicó Indiana y Valentine y al año siguiente obtuvo un gran éxito con la novela Lélia. Tras la ruptura con Sandeau, inició sus relaciones con Alfred de Musset (1833-1834). A este período corresponden sus novelas Jacques (1834), André (1835) y Mauprat (1837). De regreso a Nohant, Michel de Bourges le hizo interesarse por la política; trató a Liszt y a Lamennais y se hizo discípula entusiasta del socialista P. Leroux.

En 1838 inició su larga relación con Chopin, uno de cuyos episodios es la estancia en la cartuja de Valldemosa (1838-1839), que la escritora evoca en Un invierno en Mallorca (1842). A esta época, marcada por sus ideales sociales y humanitarios, pertenecen sus novelas Spiridion (1839), El «compagnon» de la vuelta a Francia (1841) -la primera novela francesa que tiene por protagonista a un obrero-, Horace (1842), Consuelo (1843), La condesa de Rudolstadt (1844), El molinero de Angibault (1845) y El pecado de Monsieur Antoine (1846).

Al producirse la revolución de 1848, acudió a París y participó de forma activa en los acontecimientos; sin embargo, tras imponerse la reacción del mes de junio, regresó a Nohant, donde residió casi de forma permanente hasta su muerte y desde donde protegió a escritores jóvenes, como G. Flaubert. Completó una serie de novelas sobre la vida campesina, que había iniciado con El pantano del diablo (1846): François le Champi (1848), La pequeña Fadette (1849) y Los maestros campaneros (1853).

Ya en el umbral de su vejez publicó una serie de relatos idílicos: Los apuestos caballeros de Bois-Doré (1857), El marqués de Villemer (1861), Mademoiselle La Quintinie (1863) y Laura (1864). Es autora también de libros de memorias (Historia de mi vida, 1855; Ensueños y recuerdos, 1871-1872; Impresiones y recuerdos, 1873-1876), y tras su muerte se publicaron su copiosa correspondencia y su Diario íntimo (1926).

01 JULIO (1909)
Nace Juan Carlos Onetti
(Montevideo, 1908 - Madrid, 1994) Novelista uruguayo, considerado no sólo el escritor más importante que ha dado la literatura de su país, sino uno de los máximos creadores de la narrativa en lengua castellana del siglo XX.

Hijo segundo de un funcionario de aduanas descendiente de emigrados irlandeses (ONetty, parece haber sido el apellido original) y de una brasileña que pertenecía a una familia de hacendados gaúchos, desertó de los estudios de derecho a mitad de la carrera, y desde la temprana adolescencia frecuentó las redacciones de periódicos y revistas de ambas márgenes del Río de la Plata, viviendo alternativamente en Montevideo y Buenos Aires, ciudad esta última en la que se instaló por primera vez, y ya independiente de los suyos, cuando sólo contaba veinte años.

Secretario de redacción del mítico semanario Marcha, donde firmaba sus críticas y colaboraciones con el popular seudónimo de Periquito el Aguador, asiduo del diario La Prensa y de la revista Vea y Lea, y encargado posteriormente de la sucursal rioplatense de la agencia Reuter, vivió un cuarto de siglo entre ambas capitales, de cuya síntesis surgiría la fantasmal Santa María donde transcurren sus principales ficciones (y algo más tarde Lavanda, resumen o boceto de la Banda Oriental).

Afincado en Montevideo, entre 1955 y 1975 fue director de bibliotecas municipales del distrito montevideano y luego integrante de la junta directiva de la Comedia Nacional, hasta que en el último de los citados años fue acusado de actividades subversivas por la dictadura que gobernaba su país, y eligió el exilio madrileño que ya no abandonaría hasta su muerte. En Uruguay había obtenido el Premio Nacional de Literatura, en 1962, y en España se le concedió el Cervantes, en 1980, y un año antes el de la Crítica por Dejemos hablar al viento, votado por los especialistas en forma unánime como el mejor libro de habla española publicado durante 1979.

Después de sus primeros relatos (ganó un concurso del género, convocado por el diario La Prensa, de Buenos Aires, en 1934) se inició en la novela con El pozo (1939), que los críticos han considerado el más claro antecedente hispánico de la llamada literatura existencialista, difundida por Sartre y Camus, que dominaría como tendencia, durante el decenio siguiente, la narrativa occidental. Tras ella escribió Tiempo de abrazar (1940), Tierra de nadie (1941), Para esta noche (1943), Los adioses (1954) y Para una tumba sin nombre (1959), además de las sucesivas colecciones de cuentos Un sueño realizado (1951), La cara de la desgracia (1960), El infierno tan temido (1962) y Tan triste como ella (1963).

Pero el pasaje a la madurez y la absoluta autonomía de una obra que aportaba no sólo un lenguaje inédito en la narrativa hispánica, sino un universo conjetural por el que los personajes y las secuencias transitaban de un libro a otro, enriqueciendo en forma creciente el conjunto, se produjo con la escritura de La vida breve (1950), su primera obra maestra, que tendría posterior continuidad en otros dos títulos igualmente magistrales: El astillero (1961) y Juntacadáveres (1967), que constituyen la llamada "trilogía de Santa María", por transcurrir las tres novelas en la misma ciudad imaginaria, y ser habitadas por los mismos personajes que se van cediendo el protagonismo de las páginas de una a las de las otras, sin dejar por ello de ser cada una de ellas obras cerradas y autosuficientes en sí mismas.

Los temas y la atmósfera que van configurando la producción de Onetti son comunes y sórdidos: la soledad, la prostitución, la rutina, el dinero. La vida breve (entre las mencionadas) es por su exasperado realismo una auténtica obra maestra: relata el desdoblamiento de un ser tímido y sin aliento, José María Braussen, que se inventa otro yo, José María Arce, personaje violento que planea un crimen. En ella se da la fundación de Santa María, una ciudad mítica y ficticia (como Macondo de García Márquez y Comala de Rulfo), de indeterminado emplazamiento rioplatense, escenario de todo el ciclo narrativo.

El astillero y Juntacadáveres se centran en la historia del personaje Junta Larsen. La última, aunque escrita posteriormente, se refiere a hechos anteriores de Larsen, cuando éste proyecta organizar científicamente un burdel en la hipócrita sociedad de Santa María. En El astillero (su título más celebrado) relata el delirio y la derrota del personaje, enredado en la reorganización del astillero de un tal Petrus y en la seducción de la hija de éste.

Ya en el exilio español, Onetti agregó todavía un estremecedor epílogo a la serie con las densas páginas de Dejemos hablar al viento (1979), una suerte de Apocalipsis de la ciudad imaginada y de sus reiterados habitantes; trata también sobre un personaje de imprecisa identidad, Medina, que ejercita sucesivamente la medicina y la pintura (bajo la protección de una prostituta) y, de regreso a Santa María, actúa como comisario, sumido en una total degradación física y moral.

El ciclo se completó con dos títulos que recuperan historias ocurridas en la vecina Lavanda o en el deteriorado y postrero refugio de Monte (los dos igualmente imaginarios), y cierran con espléndida contundencia la propuesta narrativa del autor uruguayo: Cuando entonces (1987) y ese testamento de la ficción onettiana que publicó un año antes de morir y tituló Cuando ya no importe (1993).

Convencido desde sus inicios del radical epigonismo de la literatura hispanoamericana, y contrario a la tendencia grandilocuente y retórica en los autores del continente desde los años de las guerras independentistas, que se había visto favorecida por las sucesivas influencias de románticos y modernistas, Onetti se planteó para sí mismo una escritura lacónica, que unida a su temperamento escéptico y desencantado produjo un estilo que no tiene antecedentes y que abrió una vía tan fructífera como inédita antes de él en la narrativa en lengua española.
01 JULIO (1974)
Fallece Juan Domingo Perón
Tres veces presidente de los argentinos, creador del movimiento peronista, el mayor partido de masas del mundo occidental, luchó incesantemente por mejorar el destino de los desposeídos y establecer la justicia social, alterando la base productiva agraria y dependiente del país y promoviendo su acelerada industrialización. Creador y nacionalizador de los instrumentos básicos de un Estado industrialista y promotor, en sólo nueve años de gobierno nacionalizó la empresa petrolífera YPF, la red de ferrocarriles, el comercio exterior y los depósitos bancarios, creando Agua y Energía Eléctrica, Gas del Estado, Aerolíneas Argentinas, ELMA. Líneas Marítimas del Estado, la Comisión Nacional de Energía Atómica y el Centro Atómico Bariloche, haciendo particular hincapié en el desarrollo tecnológico como factor clave de la independencia económica. Creó también el CONICET y la Universidad Obrera, estableciendo la gratuidad de toda la enseñanza pública, construyó una inusitada cantidad de escuelas y llevó a cabo una auténtica revolución sanitaria, no sólo en el aumento exponencial de las camas disponibles en el sistema de salud pública sino también en la abrupta reducción de la mortalidad infantil y el exitoso combate contra tres males endémicos: el paludismo, la tuberculosis y la sífilis. A instancias de su esposa Eva Perón se consiguió al fin sancionar el voto femenino, con lo que nuestro sistema electoral fue por primera vez, realmente universal. Tomó antiguos reclamos sindicalistas, anarquistas y socialistas, así como leyes que no se llevaban a la práctica, y adaptándolas a los nuevos tiempos puso en marcha y en efectiva ejecución una formidable legislación social y laboral, dentro de la que cabe mencionar estatuto del peón, los derechos del trabajador, los derechos de la ancianidad, los convenios colectivos de trabajo, la ley de previsión social, la ley de accidentes de trabajo, la ley de vivienda obrera, el sueldo anual complementario, las escuelas sindicales, la ley de creación de la justicia del trabajo, los regímenes de jubilación, las reglamentaciones de las condiciones del trabajo y del descanso, las proveedurías sindicales, introduciendo además, las agregadurías obreras en las delegaciones diplomáticas en el exterior. Pero tal vez el mayor aporte de su obra, la reforma más trascendente de la historia argentina en el siglo XX, fuera la Constitución de 1949, la primera junto a las de México y la República de Weimar en adscribir al constitucionalismo social que concibe al ser humano no sólo como un poseedor de derechos individuales sino fundamentalmente como acreedor de derechos sociales cuya satisfacción debe garantizar ineludiblemente el Estado. La avanzada Constitución de 1949, que sancionaba además la estratégica nacionalización del subsuelo argentino fue absurda e
ilegalmente anulada mediante un decreto presidencial de un régimen de facto ante la algarabía de una constelación de fuerzas y dirigentes políticos superados por la historia. Las transformaciones producidas en tan sólo nueve años de gobiernos fueron tan significativas y de tal magnitud que, mientras fue principal obsesión de todos los gobiernos posteriores a 1955 anularlas y volverlas atrás, al mismo tiempo garantizaron, a pesar de las persecuciones y las campañas de silenciamiento y difamación, la vigencia tanto del movimiento peronista como de su líder, quien pudo regresar al país recién tras 17 años de exilio. La proscripción que pesaba sobre él se prolongó un año más, y fue recién en 1973 que en las elecciones convocadas tras la renuncia a la primera magistratura de su delegado Héctor J. Cámpora, pudo presentarse a elecciones presidenciales, en las que se impuso con más del 60% de los votos. Lamentablemente para el país, su salud se encontraba seriamente deteriorada y su edad era muy avanzada, por lo que pudo gobernar apenas unos meses. El país igualitario, justo, pujante e industrialista que creó sólo pudo ser destruido tras 45 años de dictaduras, masacres, asesinatos y gobiernos débiles y sólo gracias a la defección de hombres de su propio partido.

lunes, 30 de junio de 2014

Gérard de Nerval
El desdichado
Yo soy el Tenebroso, -el viudo-, el Sin Consuelo,
Principe de Aquitania de la Torre abolida:
Mi única estrella ha muerto, y mi laúd constelado
lleva en sí el negro sol de la Melancolía.
En la Tumba nocturna, Tú que me has consolado,
devuélveme el Pausílipo y el mar de Italia, aquella
flor que tanto gustaba a mi alma desolada,
y la parra do el Pámpano a la Rosa se alía.
¿Soy Amor o soy Febo?.. Soy Lusignan o ¿Biron?
Mi frente aún enrojece del beso de la Reina;
he soñado en la Gruta do nada la Sirena...
He, doble vencedor, traspuesto el Aqueronte:
Modulando unas veces en la lira de Orfeo
suspiros de la Santa y, otras, gritos del Hada.

José Emilio Pacheco
Alta traición
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.

30 DE JUNIO NACE
José Emilio Pacheco
(Ciudad de México, 1939 - 2014) Poeta, narrador, ensayista y traductor mexicano, cuya cultura literaria y sensibilidad poética lo convirtieron en uno de los miembros más destacados de la llamada Generación del Medio Siglo.

Estudió derecho y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y allí comenzó a colaborar con la revista Medio Siglo. Más tarde formó parte de la dirección del suplemento Ramas Nuevas de la revista Estaciones, junto a otro reconocido autor mexicano, Carlos Monsiváis, y de la redacción de la Revista de la UNAM. Fue asimismo jefe de redacción del suplemento México en la Cultura, en colaboración con Fernando Benítez.
Profesor en varias universidades de México, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, se dedicó también a la investigación en el Departamento de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); como resultado de esta labor de investigación y reconstrucción de la vida cultural mexicana de los siglos XIX y XX, publicó numerosas ediciones y antologías. Sus libros han sido traducidos al inglés, francés, alemán y ruso.

La poesía de Pacheco se caracteriza por una depuración extrema. Sus versos carecen de ornamentos inútiles y están escritos con un lenguaje cotidiano que los hace engañosamente sencillos. La conciencia de lo efímero es uno de sus temas centrales, pero su poesía es a menudo irónica, llena de notas de humor negro y parodia, y muestra una continua experimentación en el plano formal. Para Pacheco, el poeta es el crítico de su tiempo y un metafísico preocupado por el sentido de la historia. Cree en el carácter popular de la escritura, que carece de autor específico y pertenece a todos.

Su producción poética alternó así lo trascendente y lo inmediato, siempre con un estilo muy personal. Ello se aprecia en Los elementos de la noche (1963), El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1964) y Los trabajos del mar (1983). Respecto a sus traducciones, que incluyen poemas de diversas lenguas, el autor prefirió llamarlas "aproximaciones", por estar convencido de la intraducibilidad del género.

En el terreno de la narrativa corta, escribió libros como El principio del placer (1972), donde demostró su dominio del relato breve e hiperbreve. Sus dos novelas son ejemplo de sabiduría narrativa: la primera, Morirás lejos (1967), es un audaz experimento que juega con diversos planos narrativos; la segunda, Las batallas en el desierto (1981), es una evocadora y agridulce historia de amor imposible, llena de nostalgia.

Sus artículos y ensayos son numerosos y casi todos versan sobre literatura, aunque también abordan asuntos políticos y sociales. Entre los galardones que distinguieron su obra se cuentan los premios Magda Donato (1967), Xavier Villaurrutia (1973), Nacional de Lingüística y Literatura de México (1992), Octavio Paz (2003), Pablo Neruda (2004), García Lorca (2005), Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Cervantes (recibidos ambos en 2009).

Czeslaw Milosz
Honesta descripción de mí mismo
Tomándome un whisky en un aeropuerto,
digamos que en Mineápolis
Mis oídos captan cada vez menos las conversaciones,
mis ojos se debilitan, pero siguen siendo insaciables.
Veo sus piernas en minifalda, en pantalones o envueltas
en telas ligeras.
A cada una la observo por separado, sus traseros y
sus muslos, pensativo, arrullado por sueños porno.
Viejo verde, ya sería tiempo de que te fueras a la tumba
en lugar de entretenerte con juegos y diversiones de jóvenes.
No es verdad, hago solamente lo que siempre he hecho,
ordenando las escenas de esta tierra bajo el dictado
de la imaginación erótica.
No deseo a esas criaturas en particular, lo deseo todo,
y ellas son como el signo de una relación extática.
No es mi culpa que así estemos constituidos: la mitad
de contemplación desinteresada y la mitad de apetito.
Si después de morir me voy al cielo, tendrá que ser
como aquí, sólo que liberado de estos torpes sentidos,
de estos pesados huesos.
Transformado en mirar puro, seguiré devorando las
proporciones del cuerpo humano, el color de los lirios,
esa calle parisina en un amanecer de junio, y toda la
extraordinaria, inconcebible multiplicidad de las cosas visibles.
30 DE JUNIO NACE Czeslaw Milosz
(Szetejnic, 1911 - Cracovia, 2004) Escritor polaco, uno de los mayores del siglo XX, de gran influjo en su país y fuera de él, que obtuvo el premio Nobel en 1980. Estudió derecho en la Universidad de Vilna, y a los veinte años participó en la creación del grupo Vanguardia de Vilna, de marcado carácter catastrofista y partidario de la estética del absurdo, al tiempo que trabajaba como redactor literario en la radio. A ese período pertenecen Poema del tiempo congelado (1933) y Tres inviernos (1936).
Pasó la guerra entre Vilna y Varsovia, trabajando en bibliotecas y sin tomar parte en las actividades bélicas, aunque sí escribió poesía de tono patriótico que publicó con seudónimo. Finalizada la contienda, aceptó el puesto de agregado cultural en la embajada de Washington (1945) y más tarde en la de París (1951), ciudad en la que se exilió ese mismo año; allí apareció El pensamiento cautivo (1953), libro que pretende explicar al mundo las condiciones en las que se desarrolló la creación en la Polonia comunista y que tuvo gran repercusión internacional.

En 1960 se trasladó a Berkeley, donde fijó definitivamente su residencia e impartió clases de literatura polaca en la Universidad de California. La concesión del Nobel representó el reconocimiento internacional de su obra, pero también de la muy abundante literatura polaca del exilio.

La obra literaria de Czeslaw Milosz se extiende al ámbito del ensayo y la novela, pero es sobre todo la poesía el género en el que destaca su genio y con el que ejerce una influencia mayor en la literatura polaca, al tiempo que expresa para el mundo su vivencia del duro y contradictorio período que le ha tocado vivir. Durante el período de residencia en París escribió y publicó dos entregas poéticas, Luz del día (1953) y El rey Popiel y otros poemas (1962), que tendrían continuación en su período norteamericano con Pepito encantado (1964), Ciudad sin nombre (1969), Donde el sol sale y se oculta (1974), Himno sobre la perla (1983), Crónicas (1987), Poemas (1987) y Regiones lejanas (1991).

Su poesía, como toda su obra literaria, es la de un escritor que es testigo de su tiempo, y esto le convierte en un paradigma de una época, de alguien situado al margen de conmociones y aventuras, que no tiene, por tanto, avatar ninguno que contar acerca de su propia vida, sino que expresa precisamente, sin aspavientos, la existencia del hombre característico del siglo XX, el ser anónimo de las grandes ciudades, carente de heroicidad, que sobrevive, produce, se reproduce y en todo ello encuentra suficiente razón para la existencia, integrando religión y ser social, patriotismo y esperanzada confianza en el ser humano.

Esta actitud será ásperamente criticada por algunos de sus compatriotas, sobre todo por Z. Herbert, quien lo acusa de carecer de norte y de convicciones. Entre sus obras narrativas se cuentan El poder cambia de manos (1953), de corte político, y El valle de Issa (1955), libro de recuerdos de su infancia y adolescencia sobre el fondo de una Lituania fantástica. De su amplia producción ensayística merece un particular relieve El pensamiento cautivo (1953), obra que trata sobre la mentalidad del intelectual bajo el estalinismo, y Otra Europa (1959), especie de guía en el filo de la biografía de la realidad histórico-cultural polaca y de la Europa centro-oriental.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...