jueves, 22 de enero de 2015

22 DE EENERO DE 1993 MUERE
KIMIFUSA ABE O "ABE KOBO"

Novelista y dramaturgo japonés, nacido el 7 de marzo de 1924 en Tokio y fallecido el 22 de enero de 1993 en la misma ciudad, cuyo verdadero nombre es Abe Kobo. En sus obras evocó situaciones extrañas y alegóricas para subrayar el aislamiento del hombre individual. Creador de excelentes retratos sobre la alienación y la pérdida de identidad en la vida moderna, llegó al gran público, tanto en el Japón de postguerra como en el resto del mundo. Sus escritos retratan la sensación de pérdida y la soledad entre la desolación de la vida urbana (uno de sus personajes se transforma en planta; otro se convierte en una caja para estar libre del mundo). Leyó no sólo a los escritores orientales, sino también a Kafka y Dostoievsky, y fue a menudo comparado con este último.
Creció en Mukden (ahora Shen-yang) en Manchuria, cuando esa parte de China estaba bajo la ocupación del ejército japonés, donde su padre enseñaba en una escuela médica. En su juventud estuvo interesado en la colección de insectos, en las matemáticas y en la lectura de las obras de Fyodor Dostoievsky, Martin Heidegger, Karl Jaspers, Franz Kafka, Friedrich Nietzsche, y Edgar Allan Poe. Viajó a Japón en 1941 y en 1943 comenzó a estudiar medicina en la Universidad de Tokio, aunque regresó a Manchuria para afrontar el final de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, también se graduó en Medicina (1948) en la Universidad de Tokio, aunque nunca la practicó.
Publicó en 1947 sus Poemas de un poeta desconocido, costeada por él mismo. Consiguió cierta reputación con la novela La señal del camino al final de la calle, publicada en 1948. Su trabajo más conocido es la novela Suna no onna (1962), publicada en inglés en 1964 como La Mujer en las Dunas. El libro se tradujo a una veintena de idiomas, y Abe escribió el guión para una versión cinematográfica que fue premiada. Muchas de sus más importantes novelas se han llamado "kafkianas", como Entre los hielos (1959); La Cara de otro (1964); El mapa en ruinas (1967); El Hombre Caja (1973); Cita secreta (1977); y El Arca Sakura (1984).
En total, publicó trece novelas y más de cincuenta relatos breves, así como algunas obras de teatro y espacios dramáticos para radio y televisión. Más allá de la Curva (1990) fue la primera colección de cuentos aparecida en inglés. Algunas de sus obras, como Los amigos (1967), tuvieron una inmediata edición en inglés. Dirigió su propia compañía de teatro en Tokio para la cual escribía cada temporada varias obras. Se estima que sus libros vendieron más de nueve millones de copias en todo el mundo. Ganó varios premios y reconocimientos, tanto en Japón como en el extranjero.

LORD BYRON
EL PRIMER BESO DE AMOR

Ausente con tus ficciones de endebles romances,
Aquellos harapos de falsedad tejidos por la locura;
Dadme el espíritu fugaz con su débil resplandor,
O el arrebato que habita en el primer beso de Amor.

Si, poetas, vuestros pechos con fantasías brillarán,
Aquella pasión en la arboleda danzará con ardor;
Y de la bendita inspiración vuestros sonetos fluirán,
¿Pero podrán alguna vez saborear el primer beso de amor?

Si Apolo debe rehusar su asistencia,
O las Nueve dispuestas están a tu servicio;
No las invoquéis, decidle adiós a las Musas,
Y prueba el efecto del primer beso de amor.

Los odio, y odio vuestras frías composiciones,
Aunque el prudente me condene,
Y el intolerante lo repruebe;
Yo abrazo las delicias que brotan del corazón,
Cuyos latidos y alegría son el primer beso de amor.

Vuestros pastores y sus rebaños, aquellos temas fantásticos,
Tal vez puedan divertir pero nunca conmoverán.
Arcadia se despliega como un sueño de bello color,
¿Pero cómo podría compararse con el primer beso de amor?

¡Oh, cesad de afirmar que el hombre, desde que surgió
Del linaje de Adán, ha luchado contra la miseria!
Algunas parcelas del Cielo vibran en la Tierra,
Y el Edén resurge con el primer beso de amor.

Cuando los años hielen la sangre, cuando nuestros placeres pasen,
(Flotando durante años en las alas de una paloma)
El recuerdo más amado será siempre el último,
Nuestro monumento más dulce, el primer beso de amor.

22 DE ENERO DE 1788 NACE
LORD BYRON

(George Gordon; Londres, Gran Bretaña, 1788-Missolonghi, actual Grecia, 1824) Poeta británico. Perteneciente a una familia de la aristocracia de su país, perdió a su padre a los tres años. En 1798, al morir su tío abuelo William, quinto barón Byron, heredó el título y las propiedades.
Educado en el Trinity College de Cambridge, etapa en la que curiosamente se distinguió como deportista, a pesar de tener un pie deforme de nacimiento, Lord Byron vivió una juventud amargada por su cojera y por la tutela de una madre de temperamento irritable. A los dieciocho años publicó su primer libro de poemas, Horas de ocio, y una crítica adversa aparecida en el Edimburgh Review provocó su violenta sátira titulada Bardos ingleses y críticos escoceses, con la que alcanzo cierta notoriedad.

En 1809, al ser declarado mayor de edad, Lord Byron emprendió una serie de viajes en los que recorrió España, Portugal, Grecia y Turquía. A su regreso publicó, como memoria poética de su viaje, los dos primeros cánticos de La peregrinación de Childe Harold, que le valieron rápidamente la fama. El héroe del poema, Childe Harold, parece basado en elementos autobiográficos, aunque sin duda recreados y aumentados para configurar lo que sería el típico héroe byroniano -al que él mismo trató de emular en su vida-, caracterizado por la rebeldía frente a la moral y las convenciones establecidas y marcado por una vaga nostalgia y exaltación de sentimientos, en especial el sufrimiento por un indeterminado pecado original.
En 1815 se casó con Anna Isabella Mibanke, con quien tuvo una hija, Augusta Dada, aunque se separaron al cabo de un año. El personaje libertino y amoral que Lord Byron encarnaba frente a la sociedad terminó por volverse contra él, sobre todo a partir de los rumores sobre sus relaciones incestuosas con su hermanastra Augusta, por lo que terminó por abandonar el Reino Unido en 1816, para no regresar jamás y convertirse en poeta errante por Europa.
En Suiza, de donde había llegado procedente de Bélgica, Lord Byron convivió con el poeta Shelley y sostuvo relaciones amorosas con Claire Clairmont. Tras una estancia en Génova, se trasladó a Venecia, donde inició, en 1819, una nueva y turbulenta relación amorosa con la condesa Guiccioli y llevó una vida fastuosa y salpicada de escándalos; más tarde fue a Ravena.
En esta época terminó el cuarto canto de Childe Harold y su Manfredo (1817), que le permitió sostener correspondencia con Goethe, quien diría de él que se trataba del «primer talento de su siglo». En 1819 inició su famoso Don Juan, considerada por muchos como su mejor obra, en la que recrea al mítico personaje en un tono que oscila entre la gravedad y la ironía. En 1822, y junto a los poetas Shelley y Leigh Hunt, fundó en Pisa la revista The Liberal, cuya publicación se interrumpió enseguida debido a la muerte del primero y a la disputa de Byron con Hunt.
Orientado cada vez más hacia la causa liberal, en 1823, a raíz de la rebelión de los griegos contra los turcos, Lord Byron reclutó un regimiento para la causa de la independencia griega, aportó sumas económicas importantes y se reunió con los insurgentes en julio de 1823 en Missolonghi. Murió de unas fiebres en esta misma ciudad poco después, a los treinta y seis años de edad.
La fama de que gozó en su época se ha visto reducida en gran medida con el paso de los años y el aumento de la perspectiva histórica. Se ha discutido el valor literario y sobre todo el carácter innovador de sus composiciones líricas, mientras que su facilidad versificadora y su expresión ágil e incisiva mantienen el interés de sus sátiras y composiciones narrativas. Byron encarnó para sus coetáneos el ideal del héroe romántico, tanto en su obra como en su vida, y como tal fue considerado y admirado por no pocos escritores, José de Espronceda y Gustavo Adolfo Bécquer entre ellos.

PABLO NERUDA
BELLA

BELLA,
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bella.

Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
así te veo,
bella.

Bella,
con un nido de cobre enmarañado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombría
donde mi corazón arde y reposa,
bella.

Bella,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
en tus ojos,
mi patria está en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.

Bella,
tus senos son como dos panes hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.

Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
pasó mil años por tu dulce cuerpo,
bella.

Bella,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bella.

Bella, mi bella,
tu voz, tu piel, tus uñas
bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
todo eso es mío, bella,
todo eso es mío, mía,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
eres mía, mi bella,
siempre.
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miércoles, 21 de enero de 2015

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS EL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS

ROBERTO ARLT

AGUAFUERTES PORTEÑAS

EL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS

El señor Monner Sans, en una entrevista concedida a un repórter de El Mercurio, de Chile, nos alacranea de la siguiente forma:

“En mi patria se nota una curiosa evolución. Allí, hoy nadie defien­de a la Academia ni a su gramática. El idioma, en la Argentina, atraviesa por momentos críticos… La moda del gauchesco' pasó; pero ahora se cierne otra amenaza, está en formación ellunfardo’, léxico de origen es­purio, que se ha introducido en muchas capas sociales pero que sólo ha encontrado cultivadores en los barrios excéntricos de la capital argenti­na. Felizmente, se realiza una eficaz obra depuradora, en la que se hallan empeñados altos valores intelectuales argentinos”.

¿Quiere usted dejarse de macanear? ¡Cómo son ustedes los gramáti­cos! Cuando yo he llegado al final de su reportaje, es decir, a esa fraseci­ta: “Felizmente se realiza una obra depuradora en la que se hallan empe­ñados altos valores intelectuales argentinos”, me he echado a reír de bue­nísima gana, porque me acordé que a esos “valores” ni la familia los lee, tan aburridores son.

¿Quiere que le diga otra cosa? Tenemos un escritor aquí -no recuerdo el nombre- que escribe en purísimo castellano y para decir que un señor se comió un sandwich, operación sencilla, agradable y nutritiva, tuvo que emplear todas estas palabras: “y llevó a su boca un emparedado de ja­món”. No me haga reír, ¿quiere? Esos valores, a los que usted se refiere, .; insisto: no los lee ni la familia. Son señores de cuello palomita, voz grue­sa, que esgrimen la gramática como un bastón, y su erudición como un escudo contra las bellezas que adornan la tierra. Señores que escriben li­bros de texto, que los alumnos se apresuran a olvidar en cuanto dejaron las aulas, en las que se les obliga a exprimirse los sesos estudiando la dife­rencia que hay entre un tiempo perfecto y otro pluscuamperfecto. Estos caballeros forman una colección pavorosa de “engrupidos” -¿me per­mite la palabreja?- que cuando se dejan retratar, para aparecer en un diario, tienen el buen cuidado de colocarse al lado de una pila de libros, para que se compruebe de visu que los libros que escribieron suman una altura mayor de la que miden sus cuerpos.

Querido señor Monner Sans: La gramática se parece mucho al bo­xeo. Yo se lo explicaré:

Cuando un señor sin condiciones estudia boxeo, lo único que hace es repetir los golpes que le enseña el profesor. Cuando otro señor estudia boxeo, y tiene condiciones y hace una pelea magnífica, los críticos del pu­gilismo exclaman: “¡Este hombre saca golpes de `todos los ángulos’!” Es decir, que, como es inteligente, se le escapa por una tangente a la esco­lástica gramatical del boxeo. De más está decir que éste que se escapa de la gramática del boxeo, con sus golpes de “todos los ángulos”, le rompe el alma al otro, y de allí que ya haga camino esa frase nuestra de “boxeo europeo o de salón”, es decir, un boxeo que sirve perfectamente para ex­hibiciones, pero para pelear no sirve absolutamente nada, al menos fren­te a nuestros muchachos antigramaticalmente boxeadores.

Con los pueblos y el idioma, señor Monner Sans, ocurre lo mismo. Los pueblos bestias se perpetúan en su idioma, como que, no teniendo ideas nuevas que expresar, no necesitan palabras nuevas o giros extraños; pero, en cambio, los pueblos que, como el nuestro, están en una continua evolución, sacan palabras de todos los ángulos, palabras que indignan a los profesores, como lo indigna a un profesor de boxeo europeo el hecho inconcebible de que un muchacho que boxea mal le rompa el alma a un alumno suyo que, técnicamente, es un perfecto pugilista. Eso sí; a mí me parece lógico que ustedes protesten. Tienen derecho a ello, ya que nadie les lleva el apunte, ya que ustedes tienen el tan poco discernimiento peda­gógico de no darse cuenta de que, en el país donde viven, no pueden obli­garnos a decir o escribir: “llevó a su boca un emparedado de jamón”, en vez de decir: “se comió un sandwich”. Yo me jugaría la cabeza que usted, en su vida cotidiana, no dice: “llevó a su boca un emparedado de jamón”, sino que, como todos diría: “se comió un sandwich”. De más está decir que todos sabemos que un sandwich se come con la boca, a menos que el autor de la frase haya descubierto que también se come con las orejas.

Un pueblo impone su arte, su industria, su comercio y su idioma por prepotencia. Nada más. Usted ve lo que pasa con Estados Unidos. Nos mandan sus artículos con leyendas en inglés, y muchos términos ingleses nos son familiares. En el Brasil, muchos términos argentinos (lunfardos) son populares. ¿Por qué? Por prepotencia. Por superioridad.

Last Reason, Félix Lima, Fray Mocho y otros, han influido mucho más sobre nuestro idioma, que todos los macaneos filológicos y gramati­cales de un señor Cejador y Frauca, Benot y toda la pandilla polvorienta y malhumorada de ratones de biblioteca, que lo único que hacen es revolver archivos y escribir memorias, que ni ustedes mismos, gramáticos in­signes, se molestan en leer, porque tan aburridas son.

Este fenómeno nos demuestra hasta la saciedad lo absurdo que es pretender enchalecar en una gramática canónica, las ideas siempre cam­biantes y nuevas de los pueblos. Cuando un malandrín que le va a dar una puñalada en el pecho a un consocio, le dice: “te voy a dar un punta­zo en la persiana”, es mucho más elocuente que si dijera: “voy a ubicar mi daga en su esternón”. Cuando un maleante exclama, al ver entrar a una pandilla de pesquisas: “¡los relojié de abanico!”, es mucho más grá­fico que si dijera: “al socaire examiné a los corchetes”.

Señor Monner Sans: Si le hiciéramos caso a la gramática, tendrían que haberla respetado nuestros tatarabuelos, y en progresión retrogresi­va, llegaríamos a la conclusión que, de haber respetado al idioma aque­llos antepasados, nosotros, hombres de la radio y la ametralladora, ha­blaríamos todavía el idioma de las cavernas. Su modesto servidor.

PERCY SHELLEY (1792-1822)
Temo tus besos.

Temo tus besos, gentil doncella.
Tú no necesitas temer los míos;
Mi espíritu abrumado en el vacío,
No puede atormentar el tuyo.

Temo tu porte, tus gestos, tu razón.
Tú no necesitas temer los míos;
Es inocente la devoción y el sentido
con los que te adora mi corazón.

21 DE ENERO DE 1950 MUERE GEORGE ORWELL

21 DE ENERO DE 1950 MUERE GEORGE ORWELL
(Seudónimo de Eric Blair; Motihari, India, 1903 - Londres, 1950) Escritor británico. Estudió en el Colegio Eton y luego formó parte de la Policía Imperial Inglesa en Asia, experiencia que lo llevó a escribir Días en Birmania (1934).
Vivió varios años en París y en Londres, donde conoció la pobreza; de este difícil período de su vida nació su novela Sin blanca en París y en Londres (1933).
Sus experiencias como colaborador de los republicanos en la Guerra Civil española (Orwell era socialista) las recogió en su interesante libro Homenaje a Cataluña (1938). Durante la Segunda Guerra Mundial formó parte de la Home Guard y actuó en la radio inglesa. En 1943 entró en la redacción del diario Tribune, y después colaboró de un modo regular en el Observer. En este periodo escribió muchos de sus ensayos.
En general, toda su obra, incluida esta primera etapa y las posteriores sátiras distópicas, reflejaron sus posiciones políticas y morales, pues subrayaron la lucha del hombre contra las reglas sociales establecidas por el poder político. Sus títulos más populares son Rebelión en la granja (1945) y 1984 (1949), ficciones en las cuales describió un nuevo tipo de sociedad controlada totalitariamente por métodos burocráticos y políticos. Ambas se enmarcan en el género de la literatura antiutópica o de sátira de las instituciones.

En la primera, parodió el modelo del socialismo soviético: los personajes son animales de una granja que se rebelan contra sus dueños, los hombres, aunque luego crean una estructura social peor que la de sus antiguos dueños: Lenin, Stalin, Trotski y otras figuras de la escena política son representados por dichos animales. Como literatura, esta obra reúne las cualidades de las fábulas tradicionales y la influencia satírica de J. Swift.

La segunda lleva como título el año en que se ubica la acción: 1984. En ella imaginó una ficción tan pesadillesca como en la anterior: un mundo regido por grandes potencias, Eurasia, Oceanía y Asia del Este. El personaje protagónico, Winston Smith, es un funcionario del "Ministerio de la Verdad", entidad encargada de controlar la información; conoce a Julia y comienzan una relación amorosa; luego tratan de luchar contra el poder de "El Gran Hermano" (sucedáneo del Máximo Líder político), "jefe de la Hermandad" (representante del Partido en la política real), y se ven arrojados a las peripecias propias de un Estado totalitario moderno: la mirada policial que lo penetra todo, incluso la intimidad.
En tal sociedad el lenguaje es adulterado por el poder para distorsionar los hechos, o más exactamente, para crear una nueva realidad artificial; los sentimientos, al igual que los placeres (incluido el sexual), están prohibidos. Smith y Julia tratarán infructuosamente de cambiar las reglas de juego, en un mundo donde el lavado de cerebro, el soborno, el control y la manipulación de la verdad son las claves del totalitarismo perverso previsto por Orwell, características y modos que poco después serían habituales en numerosos países. Smith termina por convertirse en traidor, atrapado en la red de la estructura social.
La prosa de Orwell es realista y de gran cualidad narrativa. En 1968 se publicaron los volúmenes de Ensayos Completos: Periodismo y cartas (1968). Entre otros de sus trabajos críticos destacan los estudios que realizó sobre C. Dickens. Sus ensayos sobre problemas de política social poseen una franqueza y clarividencia sin precedentes en la literatura inglesa.
JOSE ÁNGEL BUESA
Carta a Usted
Señora:

Según dicen ya tiene usted otro amante.
Lástima que la prisa nunca sea elegante.
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,
se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.

Y me parece injusto discutirle el derecho
de compartir sus penas sus goces y su lecho
pero el amor señora cuando llega el olvido
también tiene el derecho de un final distinguido.

Perdón... Si es que la hiere mi reproche... Perdón
aunque sé que la herida no es en el corazón
Y para perdonarme... Piense si hay más despecho
que en lo que yo le digo, que en lo que usted ha hecho.

Pues sepa que una dama con la espalda desnuda
sin luto en una fiesta, puede ser una viuda.
Pero no como tantas de un difunto señor
sino para ella sola, viuda de un gran amor.

Y nuestro amor recuerdo, fue un amor diferente
al menos al principio, ya no, naturalmente.

Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,
que según quien lo mire será hermoso o vulgar.
Usted será la flor que según quien la corta,
es algo que no muere o algo que no importa.

O acaso cierta noche de amor y de locura
yo vivía un ensueño y... y usted una aventura.
Si... usted juró cien veces ser para siempre mía
yo besaba sus labios pero no lo creía.

Usted sabe y perdóneme que en ese juramento
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante
a quien quizás le jure lo mismo en este instante.

Y como usted señora ya aprendió a ser infiel
a mí así de repente me da pena por él.

Sí es cierto... alguna noche su puerta estuvo abierta
y yo en otra ventana me olvidé de su puerta
O una tarde de lluvia se iluminó mi vida
mirándome en los ojos de una desconocida.

Y también es posible que mi amor indolente
desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.
Sin embargo señora... Yo con sed o sin sed
nunca pensaba en otra... si la besaba a usted.

Perdóneme de nuevo si le digo estas cosas
pero ni los rosales dan solamente rosas.
Y no digo estas cosas por usted ni por mí
sino por... por los amores que terminan así.

Pero vea señora... que diferencia había
entre usted que lloraba... y yo que sonreía.
Pues nuestro amor concluye con finales diversos
usted besando a otro... Yo escribiendo estos versos.
JORGE TEILLIER
BELLA DURMIENTE SIGLO XX

Elle avoit eu le temps de songer..."
Charles Perrault.

¿En qué soñaba la Bella Durmiente
en su sueño que duró cien años?
¿Soñaba con la música muda
de los polvorientos oboes,
o con el hervir de las ollas
que las cocineras descuidaban?

¿Soñaba con los trabajos
de su hermana la Primavera
que sin esfuerzo le preparaba
el encaje de los duraznos
para su boda interminable?
¿O con aquellos dedales de oro
que ella olvidó entregarle
para que la amaran las agujas?

Tal vez soñaba que era una cierva
y que el cocinero piadoso
la hería para salvar a una nuera de una Ogresa.
O soñaba que su hijo era el día
y que la aurora era su hija
y que su abuelo era el tiempo
que pretendía devorarlos.

Tal vez soñaba con bosques
donde no habrá ardillas ni lobos,
ni príncipes que pierden su camino
ni niños que crean en hadas.

Tal vez soñaba con los tiempos
donde se preguntará qué es un pájaro
y donde la luna será sólo
una moneda inservible.

Amigo, no preguntes nunca
en qué soñaba la Bella Durmiente,
que este refrán te lo recuerde:
no hay mejor despertar que el sueño.

21 DE ENERO DE 1879 NACE

EDUARDO MARQUINA

(Barcelona, 1879 - Nueva York, 1946) Poeta y dramaturgo español. De familia aragonesa, estudió en su ciudad natal. Aun cuando en su juventud escribió un drama lírico en catalán (Emporium, 1906), no se sumó al poderoso movimiento modernista de Cataluña, presidido por la alta figura de Maragall; compuso su obra en castellano y sobre todo en su teatro histórico en verso fue el cantor del Cid y de la España mística e imperialista.

Inició su labor literaria con la publicación de poemarios de signo modernista como Las vendimias (1901), Églogas (1902) y Elegías (1905), aunque después se orientó hacia una temática más apegada a la realidad social en Canciones del momento (1910) y Tierras de España (1914). Escribió también novelas que ofrecen un interés menor.

Su teatro, más importante por su volumen y su éxito, está formado por una serie de estampas históricas de gusto modernista en las que lo lírico predomina sobre lo dramático. Se trata en su mayoría de dramas históricos en verso son representativos de un teatro poético que ensalza los valores de un pasado glorioso. También cultivó temas orientales de un decorativismo superficial. De su producción dramática destacan En Flandes se ha puesto el sol (1910) Las hijas del Cid (1908), Doña María la Brava, El monje blanco (1930), Pasos y trabajos de Santa Teresa de Jesús (1943) y La Santa Hermandad (1939).

martes, 20 de enero de 2015

Michel Foucault
(Poitiers, Francia, 1926-París, 1984) Filósofo francés. Estudió filosofía en la École Normale Supérieure de París y, ejerció la docencia en las universidades de Clermont-Ferrand y Vincennes, tras lo cual entró en el Collège de France (1970).

20 DE ENERO NACE
ERNESTO CARDENAL

(Granada, Nicaragua, 1925) Poeta nicaragüense. Poeta revolucionario y sacerdote católico, se dio a conocer con la obra El corno emplumado. Comprometido políticamente con los conflictos sociales de su país, desde 1954 participó en las luchas contra el dictador Somoza, y posteriormente fue ordenado sacerdote, tras lo cual residió durante un tiempo en un monasterio de Estados Unidos. Esta reclusión religiosa supuso para el poeta un oasis de serenidad frente a la deslumbrante ciudad moderna. De regreso en Nicaragua fundó una comunidad en la isla de Solentiname. Su poesía, reflejo de su radicalismo personal, denunció el sufrimiento y la explotación de las llamadas repúblicas bananeras, temática que centra su Canto nacional. También se aproximó a las ideas de la teología de la liberación, las cuales se dejan entrever en sus poemarios Salmos, de 1964, y Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, de 1965.

Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal ingresó en 1935 en el Colegio Centro América de los Jesuitas en Granada, donde estudió el bachillerato. Cursó luego filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, graduándose en 1947. Entre 1948 y 1949 hizo el posgrado en la Universidad de Columbia, Nueva York. Discípulo de J. Coronel Urtecho, integró la llamada "Generación del 40" junto con los poetas E. Mejía Sánchez y C. Martínez Rivas. Viajó por Europa y en 1950 regresó a Nicaragua. Empezó a escribir sus poemas históricos y a traducir con Coronel Urtecho poesía norteamericana, hasta formar una voluminosa antología.

En 1952 fundó una editorial exclusiva del género, El hilo azul, y en 1954 participó en un movimiento armado que intentó asaltar el Palacio Presidencial, que fue conocido como la Rebelión de Abril. En 1956 escribió su extenso poema político "Hora cero". Pero ese año cambió el rumbo de su vida: resolvió profesar e ingresó al Monasterio de Nuestra Señora de Gethsemani, en Kentucky, Estados Unidos, donde Thomas Merton fue su maestro y mentor espiritual. Continuó sus estudios religiosos en México y en Colombia.

Ordenado sacerdote en Managua en 1965, viajó a Estados Unidos para planear la creación de una pequeña comuna contemplativa en Nicaragua, que fundó al año siguiente en el archipiélago de Solentiname. En 1970 visitó Cuba, relatando su experiencia de la revolución en el libro En Cuba. También conoció los procesos del Perú y Chile. En octubre de 1977, cuando se inició la primera ofensiva insurreccional, participaron en ella como guerrilleros un grupo de jóvenes de Solentiname, que asaltaron el cuartel San Carlos, por lo que la Guardia somocista destruyó su comunidad y Cardenal fue condenado en ausencia a muchos años de prisión. En 1979, con el triunfo de la Revolución Sandinista, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que desempeñó hasta 1988.


La obra de Ernesto Cardenal es coloquialista y a la vez profundamente lírica. Su poesía, una de las más sólidas y reconocibles de América Latina, se sustenta en el legado del modernismo norteamericano (sobre todo Pound y Williams), pero con otras influencias como la cultura popular o las tradiciones religiosas y científicas, a través de un verso claro pero de gran impacto.

Perteneciente a un brillante grupo de poetas entre los que destacan Coronel Urtecho, P. A. Cuadra y Joaquín Pasos, ya en sus primeros libros, La ciudad deshabitada (1946) y El conquistador (1947), muestra su inclinación hacía una poesía narrativa y épica. Fue decisiva, para su futura poesía, su lectura de Ezra Pound. En verso libre, con una ironía y un sentido mágico de lo cotidiano, su mejor poesía capta la intensidad alucinante de la vida moderna y se inspira en motivos de su compromiso cívico y en sus experiencias religiosas: Hora cero (1960), Epigramas (1961), Gethsemani Ky (1960) Salmos (1964), Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965), El estrecho dudoso (1966) y Homenaje a los indios americanos (1969).

A partir de los años setenta su poesía se radicaliza y se vuelve primordialmente instrumento de la acción política: Canto nacional (1972), Oráculo sobre Managua (1973), Tocar el cielo (1981) y Vuelos de victoria (1984). Entre sus últimos libros de poesía se encuentran Cántico cósmico (1989), Los ovnis de oro (1992), Telescopio en la noche oscura (1993), Antología nueva (1996) y Vida en el amor (1997). Como ensayista son destacables el volumen dedicado a La poesía nicaragüense de Pablo Antonio Cuadra (1973) y Cristianismo y revolución (1974). En 1998 se publicó el primer volumen de su autobiografía.

lunes, 19 de enero de 2015

19 DE ENERO MUERE
ESTEBAN ECHEVERRÍA

(José Esteban Echeverría; Buenos Aires, 1805 - Montevideo, 1851) Escritor argentino, una de las figuras fundamentales del romanticismo argentino e hispanoamericano. Hijo de español y criolla, quedó huérfano de padre a temprana edad. Confesó luego haber llevado una vida disipada entre los quince y los dieciocho años, pero fue buen alumno en el estricto Colegio de Ciencias Morales hasta 1823, cuando lo abandonó para dedicarse al comercio.

Esteban Echeverría

Entre los años 1826 y 1830, el joven Echeverría, becado por el gobierno de Rivadavia para formarse profesionalmente en París, tuvo la oportunidad de observar de cerca el auge del movimiento romántico francés, llegado de Alemania a principios del siglo XIX de la mano del vizconde de Chateaubriand y de Madame de Staël. No era ajeno a esta nueva tendencia artística y literaria un sesgo utópico, de carácter socialista y liberal, que se enriquecía con el aporte de pensadores como Saint-Simon y Gaston Leroux.
Las notas salientes del romanticismo, como la exaltación del color local, el estudio de la historia nacional o la búsqueda de un lenguaje propio como elemento diferenciador de una cultura, no dejaron de llamar la atención de Echeverría, quien las vio como un catálogo de principios susceptibles de ser trasladados a la nueva realidad americana. En efecto, tales principios estéticos y filosóficos parecían adecuarse a la perfección a los ideales de la Revolución de 1810.
Ya en Buenos Aires y con Rosas en el gobierno, Echeverría publicó de manera anónima, en 1832, Elvira o la novia del Plata. Considerada como la primera obra romántica de la América de habla castellana y una de las primeras de la lengua, en ella se perciben algunas marcas del nuevo ideario estético.
La importancia de esta obra, así como la de sus siguientes libros (Los consuelos, 1834, y Rimas, 1837, que contiene el célebre poema La cautiva), reside más en sus temas y en la oportunidad de su tratamiento que en la calidad literaria de sus versos. La cautiva es un extenso poema de 2.142 versos divididos en nueve partes y un epílogo; cuenta la historia del trágico destino de Brian, un soldado prisionero de los indios, y de María, su mujer, cautiva en la misma toldería. Pero no son las alternativas de su fuga penosa y fracasada lo que importa del poema, sino la incorporación del paisaje nacional (en este caso, el desierto argentino), el desarrollo de una temática local (las tolderías, los malones, los cautivos) y la utilización de algunas acepciones particulares del castellano hablado en la Argentina de la época.
Algunos de los cantos de La cautiva fueron leídos, en el mismo año de su publicación, en el Salón Literario que dirigía Marcos Sastre (1809-1887). En efecto, en la Librería Argentina, propiedad de Sastre (quien después destacaría como pedagogo y autor de una singular novela, El temple argentino, publicada en 1848), se desarrolló en 1837 una serie de reuniones, convocadas por Echeverría, para exponer y discutir temas de índole política y literaria. Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Sastre y Echeverría fueron los más destacados y entusiastas miembros del Salón.
El progresivo cariz político de la actividad del Salón provocó su clausura por parte del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Pero algunos de los contertulios siguieron reuniéndose en la clandestinidad, y en ese marco, en junio de 1838, fue fundada la Asociación de Mayo, para la que Echeverría redactó las Palabras simbólicas, también conocidas como Credo o Creencia de la Joven Argentina. Se trata en realidad de un listado de quince enunciados que resumen el espíritu de la nueva generación; fueron aprobadas en agosto de ese mismo año, cuando la policía del gobierno de Rosas ya había descubierto la actividad clandestina de la Asociación de Mayo.
El primero de enero de 1839, ya exiliado en Montevideo, Juan Bautista Alberdi publicó el Credo de Echeverría en el periódico El Iniciador, bajo el título de Código o declaración de los principios que constituyen la creencia social de la República Argentina. Ese mismo año se recrudeció la represión del gobierno de Rosas para con sus opositores políticos, lo cual obligó a casi todos los miembros de la Asociación a emprender el camino del destierro: Gutiérrez y Alberdi se marcharon a Montevideo, y Echeverría a Colonia primero y a Montevideo después, donde moriría años más tarde.
En 1846, Echeverría publicó en esa ciudad el Dogma socialista, desarrollo doctrinario de las quince palabras del Credo. Su contenido se vincula al ideario demócrata liberal, por lo que la palabra "socialista" del título debe entenderse en el sentido de "social". Los románticos rioplatenses (Echeverría, pero también Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, José Mármol) iniciaron así la búsqueda de un sistema que permitiera cerrar y superar la antinomia entre unitarios y federales, al tiempo que luchaban contra el carácter autoritario del régimen rosista. En esas coordenadas se incluyen tanto el Dogma socialista como las Bases (1852) de Alberdi, el Facundo (1845) de Sarmiento y Amalia (1851) de Mármol.
También el célebre relato El matadero, de Echeverría (escrito entre 1838 y 1840, pero inédito hasta 1871, cuando Gutiérrez lo publicó en La Revista del Río de la Plata), debe ser visto en esta perspectiva, ya que a pesar de su consistente realismo es una alegoría sobre la violencia larvada en todos los niveles de la sociedad bonaerense de entonces: tras un planteamiento de apariencia costumbrista, se cuenta la historia de un joven unitario torturado por los rosistas. Obra sin duda singular, con ella se anticipó a modos de concepción, de realización y hasta de forma que luego serían empleados por el realismo y el naturalismo europeos. La obra de Esteban Echeverría puede resultar más relevante desde el punto de vista político que desde el literario; sin embargo, su valor es insoslayable en la constitución de la literatura argentina.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...