jueves, 4 de febrero de 2016

BORIS VIAN (1920-1959) EL LOBO-HOMBRE (Le Loup-garo)

BORIS VIAN (1920-1959)
EL LOBO-HOMBRE 
(Le Loup-garo)

En el Bois des Fausses-Reposes, al pie de la costa de Picardía, vivía un muy agraciado lobo adulto de negro pelaje y grandes ojos rojos. Se llamaba Denis, y su distracción favorita consistía en contemplar cómo se ponían a todo gas los coches procedentes de Ville-d'Avray, para acometer la lustrosa pendiente sobre la que un aguacero extiende, de vez en cuando, el oliváceo reflejo de los árboles majestuosos. También le gustaba, en las tardes de estío, merodear por las espesuras para sorprender a los impacientes enamorados en su lucha con el enredo de las cintas elásticas que, desgraciadamente, complican en la actualidad lo esencial de la lencería. Consideraba con filosofía el resultado de tales afanes, en ocasiones coronados por el éxito, y, meneando la cabeza, se alejaba púdicamente cuando ocurría que una víctima complaciente era pasada, como suele decirse, por la piedra.

Descendiente de un antiguo linaje de lobos civilizados, Denis se alimentaba de hierba y de jacintos azules, dieta que reforzaba en otoño con algunos champiñones escogidos y, en invierno, muy a su pesar, con botellas de leche birladas al gran camión amarillo de la Central. La leche le producía náuseas, a causa de su sabor animal y, de noviembre a febrero, maldecía la inclemencia de una estación que le obligaba a estragarse de tal manera el estómago.

Denis vivía en buenas relaciones con sus vecinos, pues éstos, dada su discreción, ignoraban incluso que existiese. Moraba en una pequeña caverna excavada, muchos años atrás, por un desesperado buscador de oro, quien, castigado por la mala fortuna durante toda su vida, y convencido de no llegar a encontrar jamás el «cesto de las naranjas» (cito a Louis Boussenard), había decidido acabar sus días en clima templado sin dejar de practicar, empero, excavaciones tan infructuosas como maníacas. En dicha cueva Denis se acondicionó una confortable guarida que, con el paso del tiempo, adornó con ruedas, tuercas y otros recambios de automóvil recogidos por él mismo en la carretera, donde los accidentes eran el pan nuestro de cada día. Apasionado de la mecánica, disfrutaba contemplando sus trofeos, y soñaba con el taller de reparaciones que, sin lugar a dudas, habría de poner algún día. Cuatro bielas de aleación ligera sostenían la cubierta de maletero utilizada a manera de mesa; la cama la conformaban los asientos de cuero de un antiguo Amilcar que se enamoró, al pasar, de un opulento y robusto plátano; y sendos neumáticos constituían marcos lujosos para los retratos de unos progenitores siempre bien queridos. El conjunto armonizaba exquisitamente con los elementos más triviales reunidos, en otros tiempos, por el buscador.

Cierta apacible velada de agosto, Denis se daba con parsimonia su cotidiano paseo digestivo. La luna llena recortaba las hojas como encaje de sombras. Al quedar expuestos a la luz, los ojos de Denis cobraban los tenues reflejos rubíes del vino de Arbois. Aproximábase ya al roble que constituía el término ordinario de su andadura, cuando la fatalidad hizo cruzarse en su camino al Mago del Siam, cuyo verdadero nombre se escribía Etienne Pample, y a la diminuta Lisette Cachou, morena camarera del restaurante Groneil arrastrada por el mago con algún pretexto ingenioso a las Fausses-Reposes. Lisette estrenaba un corsé Obsesión último diseño, cuya destrucción acababa de costar seis horas al Mago del Siam, y era a tal circunstancia, a la que Denis debía agradecer tan tardío encuentro.

Por desgracia para este último, la situación era en extremo desfavorable. Medianoche en punto; el Mago del Siam con los nervios de punta; y, dándose en abundancia por los alrededores, la consuelda, el licopodio y el conejo albo que, desde hace poco, acompañan inevitablemente los fenómenos de licantropía o, mejor dicho, de antropolicandria, como tendremos ocasión de leer en las páginas que siguen. Enfurecido por la aparición de Denis que, sin embargo, se alejaba ya tan discreto como siempre barbotando una excusa, y desencantado también de Lisette, por cuya culpa conservaba un exceso de energía que pedía a gritos ser descargada de una u otra manera, el Mago del Siam se abalanzó sobre la inocente bestia, mordiéndole cruelmente el codillo. Con un gañido de angustia, Denis escapó a galope. De regreso a su guarida, se sintió vencido por una fatiga fuera de lo común, y quedó sumido en un sueño muy pesado, entrecortado por turbulentas pesadillas.

No obstante, poco a poco fue olvidando el incidente, y los días volvieron a pasar tan idénticos como diversos. El otoño se acercaba y, con él, las mareas de septiembre, que producen el curioso efecto de arrebolar las hojas de los árboles. Denis se atracaba de níscalos y de setas, llegando a atrapar a veces alguna peziza casi invisible sobre su plinto de cortezas, mas huía como de la peste del indigesto lengua de buey. Los bosques, a la sazón, se vaciaban a muy temprana hora de paseantes y Denis se acostaba más temprano. Sin embargo, no por eso descansaba mejor, y en la agonía de noches entreveradas de pesadillas, se despertaba con la boca pastosa y los miembros agarrotados. Incluso sentía menguar paulatinamente su pasión por la mecánica, y el mediodía le sorprendía cada vez con más frecuencia amodorrado y sujetando con una zarpa inerte el trapo con el que debía haber lustrado una pieza de latón cardenillo. Su reposo se hacía cada vez más desasosegado, y a Denis le preocupaba no descubrir las razones.

Tiritando de fiebre y sobrecogido por una intensa sensación de frío, en mitad de la noche de luna llena despertó brutalmente de su sueño. Se frotó los ojos, quedó sorprendido del extraño efecto que sintió y, a tientas, buscó una luz. Tan pronto como hubo conectado el soberbio faro que le legase algunos meses atrás un enloquecido Mercedes, el deslumbrante resplandor del aparato iluminó los recovecos de la caverna. Titubeante, avanzó hacia el retrovisor que tenía instalado justo encima de la coqueta. Y si ya le había asombrado darse cuenta de que estaba de pie sobre las patas traseras, aún quedó más maravillado cuando sus ojos se posaron sobre la imagen reflejada en el espejo. En la pequeña y circular superficie le hacía frente, en efecto, un extravagante y blancuzco rostro por completo desprovisto de pelaje, y en el que sólo dos llamativos ojos rufos recordaban su anterior apariencia.

Dejando escapar un breve grito inarticulado se miró el cuerpo y al instante comprendió la causa de aquel frío sobrecogedor que le atenazaba por todas partes. Su abundante pelambrera negra había desaparecido. Bajo sus ojos se alargaba el malformado cuerpo de uno de estos humanos de cuya impericia amatoria solía con tanta frecuencia burlarse. Resultaba forzoso moverse con presteza. Denis se abalanzó hacia el baúl atiborrado de las más diferentes ropas, reunidas según el caprichoso azar de la sucesión de los accidentes. El instinto le hizo escoger un traje gris con rayitas blancas, de aspecto bastante distinguido, con el cual combinó una camisa lisa de tono tallo de rosa, y una corbata burdeos. Cuando estuvo cubierto con tal indumentaria, admirado todavía de poder conservar un equilibrio que en absoluto comprendía, empezó a sentirse mejor, y los dientes cesaron de castañetearle. Fue entonces cuando su extraviada mirada vino a fijarse en el irregular y espeso montoncillo de negra pelambrera esparcido alrededor de su lecho, y no pudo impedir llorar su perdida apariencia.

Hizo empero, un violento esfuerzo de voluntad para serenarse, e intentó explicarse el fenómeno. Sus lecturas le habían enseñado muchas cosas, y el asunto acabó por parecerle diáfano. El Mago del Siam debía ser un hombre-lobo y él, Denis, mordido por la alimaña, acababa de convertirse, recíprocamente, en ser humano.

Ante la idea de que debía disponerse a vivir en un mundo desconocido, en un primer momento se sintió presa de pánico. ¡Qué peligros no habría de correr como hombre entre los humanos! La evocación de las estériles competiciones a que se entregaban día y noche los conductores en tránsito de la Côte de Picardie le anticipaba simbólicamente la atroz existencia a la que, de buena o mala gana, sería preciso adaptarse. Pero luego reflexionó. Según todas las apariencias, y si los libros no mentían, la transformación habría de ser de duración limitada. Y en tal caso, ¿por qué no aprovecharla para hacer una incursión a la ciudad...? Llegados a este punto, preciso es reconocer que determinadas escenas entrevistas en el bosque se reprodujeron en la imaginación del lobo sin provocar en él las mismas reacciones que antes. Al contrario: se sorprendió incluso pasándose la lengua por los labios, cosa que le permitió constatar de paso que, a pesar de la metamorfosis, seguía siendo tan puntiaguda como siempre.

Volvió al retrovisor para contemplarse más de cerca. Sus rasgos no le disgustaron tanto como había temido. Al abrir la boca pudo constatar que su paladar seguía siendo de un negro llamativo, y, por otro lado, que también conservaba incólume el control de sus orejas, tal vez una pizca sospechosas por ser en exceso alargadas y pilosas. Mas consideró que el rostro que se reflejaba en el pequeño y esférico espejo, con su forma oval un algo prolongada, su pigmentación mate y sus blancos dientes, haría un papel aceptable entre los que conocía. Así que, después de todo, lo mejor sería sacar partido de lo inevitable y aprender algo de provecho para el porvenir. Consideración no obstante la cual un ramalazo de prudencia le obligó antes de salir a hacerse con unas gafas oscuras que, en caso de necesidad, atemperarían la rojiza brillantez de sus cristalinos. Proveyóse asimismo de un impermeable que se echó al brazo, y ganó la puerta con paso decidido. Pocos instantes después, cargado con una maleta ligera, y olfateando una brisa matinal que parecía singularmente desprovista de fragancia, se encontraba en la cuneta de la carretera, alargando el pulgar sin complejo alguno al primer automóvil que divisó en lontananza. Había decidido ir en dirección a París aconsejado por la experiencia cotidiana de que los coches rara vez se detienen al empezar la cuesta arriba y sí, en cambio, cuesta abajo, cuando la gravedad les permite volver a arrancar con facilidad.

Su elegante aspecto le reportó ser rápidamente aceptado como acompañante por una persona con no demasiada prisa. Y confortablemente acomodado a la derecha del conductor, se dispuso a abrir sus ardientes ojos a todo lo desconocido del vasto mundo. Veinte minutos más tarde se apeaba en la Plaza de la Ópera. El tiempo estaba despejado y fresco, y la circulación se mantenía dentro de los límites de lo decente. Denis se lanzó osadamente entre los tachones del asfalto y, tomando el bulevar, caminó en dirección al Hotel Scribe, en el que alquiló una habitación con cuarto de baño y salón. Dejó su maleta al cuidado de la servidumbre y salió acto seguido a comprar una bicicleta.

La mañana se le fue en un abrir y cerrar de ojos. Fascinado, no sabía bien hacia dónde pedalear. En el fondo de su yo experimentaba, sin lugar a dudas, el íntimo y oculto deseo de buscar un lobo para morderle, pero pensaba que no le resultaría demasiado fácil encontrar una víctima y, por otro lado, quería evitar dejarse influenciar en demasía por el contenido de los tratados. No ignoraba en absoluto que, con un poco de suerte, no le sería imposible acercarse a los animales del Jardín des Plantes, pero prefirió reservar tal posibilidad para un momento de mayor apremio. La flamante bicicleta absorbía en aquel momento toda su atención. Aquel artilugio niquelado le encandilaba, y, por otra parte, no dejaría de serle útil a la hora de regresar a su guarida.

A mediodía estacionó la máquina delante del hotel, ante la mirada un tanto reticente del portero. Pero su elegancia, y sobre todo aquellos ojos que semejaban carbúnculos, parecían privar a la gente de la capacidad de hacerle el mas mínimo reproche. Con el corazón exultante de alegría, se entretuvo en la búsqueda de un restaurante. Finalmente eligió uno tan discreto como de buena pinta. Las aglomeraciones le impresionaban todavía y, a pesar de la amplitud de su cultura general, temía que sus maneras pudiesen evidenciar un ligero provincianismo. Por eso pidió un sitio apartado y diligencia en el servicio.

Pero lo que Denis ignoraba era que precisamente en ese lugar de tan sosegado aspecto se celebraba, justo aquel día, la reunión mensual de los Aficionados al Pez de Agua Dulce Rambouilletiano. Cuando estaba a medio comer vio irrumpir de repente una comitiva de caballeros de resplandeciente tez y joviales maneras que, en un abrir y cerrar de ojos, ocuparon siete mesas de cuatro cubiertos cada una. Ante tan súbita invasión, Denis frunció el
ceño. Mas, como se temía, el maître acabó por acercarse cortésmente a la suya.

-Lo siento mucho, señor -dijo aquel hombre lampiño y cabezón-, ¿pero podría hacernos el favor de compartir su mesa con la señorita?

Denis echó una ojeada a la zagala, desfrunciendo el ceño al mismo tiempo.

-Encantado -dijo incorporándose a medias.
-Gracias, caballero -gorjeó la criatura con voz musical. Voz de sierra musical, para ser más exactos.
-Si usted me lo agradece a mí -prosiguió Denis- ¿a quién deberé yo? Agradecérselo, se sobreentiende.
-A la clásica providencia, sin duda -opinó la monada.

Y a continuación dejó caer su bolso, que Denis recogió al vuelo.

-¡Oh! -exclamó ella-. ¡Tiene usted unos reflejos extraordinarios!
-Sí... -confirmó Denis.
-Sus ojos son también bastante extraños -añadió la joven al cabo de cinco minutos-. Los veo parecidos a... a...
-¡Ah! -comentó Denis.
-A granates -concluyó ella.
-Es la guerra... -musitó Denis.
-No le entiendo...
-Quería decir -explicó Denis-, que esperaba que le recordasen a rubíes. Pero al oír que sólo ha dicho granates, no he podido por menos que pensar en restricciones. Concepto que, por una relación de causa efecto, me ha llevado acto seguido al de guerra.
-¿Estudió usted Ciencias Políticas? -preguntó la morenita.
-Le juro que no volveré a hacerlo.
-Le encuentro bastante fascinante -aseguró llanamente la señorita, que, entre nosotros, lo había dejado de ser muchas ya más veces de las que pudiera contar.
-De buena gana le devolvería el piropo, pero pasándolo al género femenino -expresóse Denis, madrigalesco.

Salieron juntos del restaurante. La lagarta confió al lobo convertido en hombre que, no lejos de allí, ocupaba una encantadora habitación en el Hotel del Pasapurés de Plata.

-¿Por qué no viene a ver mi colección de grabados japoneses? -acabó susurrando al oído de Denis.
-¿Sería prudente? -inquirió éste-. ¿Su marido, su hermano o algún otro de sus parientes no lo vería con inquietud?
-Digamos que soy un poco huérfana -gimió la pequeña, haciéndole cosquillas a una lágrima con la punta de su ahusado índice.
-Una verdadera lástima -comentó cortésmente su distinguido acompañante.

Al llegar al hotel creyó darse cuenta de que el recepcionista parecía llamativamente distraído. También constató que tanta felpa roja amortiguante hacía diferir notablemente ese establecimiento de aquel otro en el que él se había alojado. Pero en la escalera se distrajo contemplando primero las medias y luego las pantorrillas, inmediatamente adyacentes, de la señorita. En el afán de instruirse, la dejó tomar hasta seis escalones de ventaja. Y una vez que se creyó bastante instruido, apretó nuevamente el paso.

Por lo que tenía de cómica, la idea de fornicar con una mujer no dejaba de chocarle. Pero la evocación de Fausses-Reposes hizo desaparecer finalmente aquel elemento retardatario y, muy pronto se encontró en condiciones de poner en práctica con el tacto, los conocimientos que en el añorado bosque le entraran por la vista. Llegados a determinado punto plugo a la hermosa reconocerse, a gritos, satisfecha; y el artificio de tales afirmaciones, mediante las cuales aseguraba haber llegado a la cúspide, pasó inadvertido al entendimiento poco experimentado en ese terreno del bueno de Denis.

Apenas si comenzaba éste a salir de una especie de coma bastante distinto de todo cuanto hubiese conocido hasta entonces, cuando oyó sonar el despertador. Sofocado y pálido, se incorporó a medias en el lecho y quedó boquiabierto viendo cómo su compañera, con el culo al aire, dicho sea con todo respeto, registraba con diligencia el bolsillo interior de su americana.

-¿Desea una foto mía? -dijo sin pensarlo dos veces, creyendo haber comprendido.

Se sintió halagado pero, por el sobresalto que empinó la bipartita semiesfera que ante sus narices tenía, al instante se dio cuenta del inmenso error de tan aventurada suposición.

-Esto... eh... sí, querido mío -acabó por decir la dulce ninfa, sin saber muy bien si se le estaba o no tomando la cabellera.

Denis volvió a fruncir el ceño. Se levantó, y fue a comprobar el contenido de su cartera.

-¡Así que es usted una de esas hembras cuyas indecencias pueden leerse en la literatura del señor Mauriac! -explotó finalmente-. ¡Una prostituta, por decirlo de algún modo!

Se disponía ella a replicar, y en qué tono, que se cagaba en tal y en cual, que se lo montaba con su cuerpo serrano, y que no acostumbraba a tirarse a los pasmados por el gusto de hacerlo, cuando un cegador destello procedente de los ojos del lobo antropomorfizado le hizo tragarse todos y cada uno de los proyectados exabruptos.

De las órbitas de Denis emanaban, en efecto, dos incesantes centellas rojas que, cebándose en los globos oculares de la morenita, la sumieron en muy curiosa confusión.

-¡Haga el favor de cubrirse y de largarse en el acto! -sugirió Denis.

Y para aumentar el efecto, tuvo la inesperada idea de lanzar un aullido. Hasta entonces, nunca semejante inspiración se le había pasado por las mientes. Mas, a pesar de tal falta de experiencia, la cosa resonó de manera sobrecogedora.

Aterrorizada, la damisela se vistió sin decir ni pío, en menos tiempo del que necesita un reloj de péndulo para dar las doce campanadas. Una vez solo, Denis se echó a reír. Se sentía asaltado por una viciosa sensación bastante excitante.

-Debe ser el sabor de la venganza -aventuró en voz alta.

Volvió a poner donde correspondía cada uno de sus avíos, se lavó donde más lo necesitaba y salió a la calle. Había caído la noche, el bulevar resplandecía de manera maravillosa. No había caminado ni dos metros, cuando tres individuos se le acercaron. Vestidos un poco llamativamente, con ternos demasiado claros, sombreros demasiado nuevos y zapatos demasiado lustrados, lo cercaron.

-¿Podemos hablar con usted? -dijo el más delgado de todos, un aceitunado de recortado bigotillo.
-¿De qué? -se asombró Denis.
-No te hagas el tonto -profirió uno de los otros dos, coloradote y grueso.
-Entremos ahí.. -propuso el aceitunado según pasaban por delante de un bar.

Lleno de curiosidad, Denis entró. Hasta aquel momento, la aventura le parecía interesante.
-¿Saben jugar al bridge? -pregunto a sus acompañantes.

-Pronto vas a necesitar uno -sentenció el grueso coloradote sombríamente. Parecía irritado.
-Querido amigo -dijo el aceitunado una vez que hubieron tomado asiento-, acaba usted de comportarse de una manera muy poco correcta con una jovencita.

Denis comenzó a reír a mandíbula batiente.

-¡Le hace gracia al muy rufián! -observó el colorado-. Ya veréis como dentro de poco le hace menos.
-Da la casualidad -prosiguió el flaco- de que los intereses de esa muchacha son también los nuestros.

Denis comprendió de repente.

-Ahora entiendo -dijo-. Ustedes son sus chulos.

Los tres se levantaron como movidos por un resorte.

-¡No nos busques las vueltas! -amenazó el más grueso.

Denis los contemplaba.

-Noto que voy a encolerizarme -dijo finalmente con mucha calma-. Será la primera vez en mi vida, pero reconozco la sensación. Tal como ocurre en los libros.

Los tres individuos parecían desorientados.

-¡Arreglado vas si piensas que nos asustas, gilipollas! -tronó el grueso.

Al tercero no le gustaba hablar. Cerrando el puño, tomó impulso. Cuando estaba a punto de alcanzar el mentón de Denis, éste se zafó, atrapó de una dentellada la muñeca del agresor y apretó. La cosa debió doler.

Una botella vino a aterrizar sobre la cabeza de Denis, que parpadeó y reculó.

-Te vamos a escabechar -dijo el aceitunado.

El bar se había quedado vacío. Denis saltó por encima de la mesa y del adversario gordo. Sorprendido, se quedó un instante aturdido, pero llegó a tener el reflejo de agarrar uno de los pies calzados de ante del solitario de Fausses-Reposes.

Siguió una breve refriega al final de la cual, Denis, con el cuello de la camisa desgarrado, se contempló en el espejo. Una cuchillada le adornaba la mejilla, y uno de sus ojos tendía al índigo. Prestamente, acomodó los tres cuerpos inertes bajo las banquetas. El corazón le latía con furia. Y, de repente, sus ojos fueron a fijarse en un reloj de pared. Las once.

«¡Por mis barbas», pensó, «es hora de marcharse!»

Se puso apresuradamente las gafas oscuras y corrió hacia su hotel. Sentía el alma pletórica de odio, pero la proximidad de su partida le apaciguó. Pagó la cuenta, recogió el equipaje, montó en su bicicleta, y se puso a pedalear incansablemente como un verdadero Coppi. Estaba llegando al puente de Saint-Cloud, cuando un agente le dio el alto.

-¿O sea que va usted sin luces? -preguntó aquel hombre semejante a tantos otros.
-¿Cómo? -se extrañó Denis-. ¿Y por qué no? Veo de sobra.
-No se llevan para ver -explicó el agente- sino para que le vean a uno. ¿Y si le ocurre un accidente? Entonces, ¿qué?
-¡Ah! -exclamó Denis-. Sí; tiene usted razón. ¿Pero puede explicarme cómo funcionan las luces de este armatoste?
-¿Se está burlando de mí? -indagó el alguacil.
-Escuche -se puso serio Denis-. Llevo tanta prisa que ni siquiera tengo tiempo de reírme de nadie.
-¿Quiere usted que le ponga una multa? -dijo el infecto municipal.
-Es usted pelmazo de más -replicó el lobo ciclista.
-¡De acuerdo! -sentenció el innoble bellaco-. Pues ahí va...

Y sacando la libreta y un bolígrafo, bajó la nariz un instante.

-¿Su nombre, por favor? -preguntó volviendo a levantarla.

Después, sopló con todas sus fuerzas en el interior de su tubito sonoro, pues, muy lejos ya, alcanzó a ver la bicicleta de Denis lanzada, con él encima, al asalto del repecho.

En el mencionado asalto, Denis echó el resto. Al asfalto, pasmado, no le quedaba más que ceder ante su furioso avance. La costana de Saint-Cloud quedó atrás en un abrir y cerrar de ojos. Atravesó a continuación la parte de la ciudad que costea Montretout -fina alusión a los sátiros que vagan por el parque dedicado al antes nombrado santo- y giró después a la izquierda, en dirección hacia el Pont Noir y Ville-d'Avray. Al salir de tan noble ciudad y pasar frente al Restaurante Cabassud, advirtió cierta agitación a sus espaldas. Forzó la marcha y, sin previo aviso, se internó por un camino forestal. El tiempo apremiaba. A lo lejos, de repente, algún carillón comenzaba a anunciar la llegada de la medianoche.

Desde la primera campanada, Denis notó que la cosa no marchaba. Cada vez le costaba más trabajo llegar a los pedales; sus piernas parecían irse acortando paulatinamente. A la luz del claro de luna seguía sin embargo escalando, montado sobre su rayo mecánico, por entre la gravilla del camino de tierra. Pero en cierto momento se fijó en su sombra: hocico alargado, orejas erguidas. Y al instante dio de morros en el suelo, pues un lobo en bicicleta carece de estabilidad.

Felizmente para él. Pues apenas tocó tierra se perdió de un salto en la espesura. La moto del policía, entretanto, colisionó ruidosamente contra la recién caída bicicleta. El motorista perdió un testículo en la acción a la vez que el treinta y nueve por ciento de su capacidad auditiva. Apenas recobrada la apariencia de lobo y sin dejar de trotar hacia su guarida, Denis consideró el extraño frenesí que lo había asaltado bajo las humanas vestiduras de segunda mano. Él, tan apacible y tranquilo de ordinario, había visto evaporarse en el aire tanto sus buenos principios como su mansedumbre. La ira vengadora, cuyos efectos se habían manifestado sobre los tres chulos de la Madeleine -uno de los cuales, apresurémonos a decirlo en descargo de los verdaderos chulos, cobraba sueldo de la Prefectura, Brigada Mundana-, le parecía a la vez inimaginable y fascinante. Meneó la cabeza. ¡Qué mala suerte la mordedura del Mago del Siam! Felizmente, pensó no obstante, la penosa transformación habría de limitarse a los días de plenilunio. Pero no dejaba de sentir sus secuelas, y esa cólera latente, ese deseo de venganza no dejaban de inquietarlo.

4 DE FEBRERO DE 1995 MUERE: PATRICIA HIGHSMITH

4 DE FEBRERO DE 1995 MUERE:
PATRICIA HIGHSMITH
Narradora estadounidense nacida en Fort Worth (en el estado de Texas) el 19 de enero de 1921 y fallecida en Locarno (Suiza) el 4 de febrero de 1995. Autora de una copiosa producción novelística en la que sobresale, por su extensión y calidad, la saga protagonizada por el famoso coleccionista de arte Ripley -sin duda alguna, su personaje más universal-, está considerada como una de las grandes autoras del siglo XX cultivadoras del género de la novela policíaca.
Entre los numerosos autores norteamericanos que se han adentrado con profundidad en el complejo subgénero de la novela negra, Patricia Highsmith se singulariza por haber ambientado la mayor parte de sus tramas argumentales en Europa. Su personaje emblemático, el refinado asesino Tom Ripley, constituye un magnífico ejemplo de la agudeza de la autora a la hora de analizar con frialdad los caracteres masculinos; no obstante, también ha sabido indagar con perspicacia en el universo femenino, como queda patente en algunas obras suyas tan difundidas como Little tales of misoginy (Pequeños cuentos misóginos, 1975) o Edith's diary (El diario de Edith, 1977).
El interés suscitado en todo el mundo por las novelas de Patricia Highsmith (especialmente, las encuadradas en la "serie negra") ha llevado a varios cineastas a realizar diferentes adaptaciones de sus escritos para la gran pantalla; este interés ha permitido que algunas de sus narraciones, como su opera prima Strangers in the Train (Extraños en un tren, 1950), hayan gozado de un reconocimiento mundial sin precedentes. El genio del celuloide Alfred Hitchcock rodó, en 1951, una exitosa versión de esta primera novela de la escritora tejana, a la que después seguirían otras adaptaciones cinematográficas como A pleno sol (1959), del director francés René Clément (que supuso el lanzamiento internacional de Alain Delon, en el papel del amoral Tom Ripley), o El amigo americano (1977), del cineasta alemán Wim Wenders, basada en la famosa novela de la Highsmith Ripley's Game. Asimismo, la directora sueca Mai Zetterling realizó, a comienzos de los años noventa, una serie televisiva inspirada en su obra The Stuff of Madness.
Entre los títulos más conocidos de su "serie negra", conviene recordar aquí The Talented Mr. Ripley (El astuto Mr. Ripley, 1955), obra que, publicada en España bajo el epígrafe de A pleno sol, supuso la aparición de ese aventurero que luego habría de protagonizar algunas de las novelas más exitosas de la autora tejana; A Suspension of Mercy (Una privación de clemencia, 1965); Ripley Under Ground (Ripley bajo tierra, 1971); Ripley's Game (El juego de Ripley, 1974); y The Boy Who Followed Ripley (El muchacho que seguía a Ripley, 1980). También cabe citar, entre las mejores novelas de la Highsmith, algunas obras que no pertenecen al género policíaco, como El espantapájaros (1979), Catástrofes (1987) y Carol (1990).
Aunque resulta muy difícil compendiar en este artículo todos los títulos que configuran la extensa producción literaria de Patricia Highsmith, se ofrece a continuación una relación lo más exhaustiva posible de sus narraciones publicadas en lengua castellana, citadas por orden alfabético: A merced del viento (Barcelona: Planeta, 1985), traducida por Helena Valentí; A pleno sol. El talento de Ripley (Barcelona: Círculo de Lectores, 1988), traducida por Jordi Beltrán; Acabar con todo (Madrid: Compañía Europea de Comunicación e Información, 1992), traducida por Maribel de Juan); El amigo americano: el juego de Ripley (Barcelona: Círculo de Lectores, 1987), traducida por Jordi Beltrán; Los cadáveres exquisitos (Barcelona: Anagrama, 1995); Carol (Barcelona: Círculo de Lectores, 1991), traducida por Montserrat Morera; La casa negra (Madrid: Alianza Editorial, 1995), traducida por Maribel de Juan; Catástrofes (Barcelona: Anagrama, 1988), traducida por Jordi Beltrán; La celda de cristal (Barcelona: Círculo de Lectores, 1989), traducida por Amalia Martín Gamero; Clara Tambe (Barcelona: Edicions 62, 1988), traducida por Ramón Folch i Camarasa; La coartada perfecta (Barcelona: Bibliotex, 1993), traducida por Domingo Santos; Crímenes bestiales (Barcelona: Planeta, 1985), traducida por B. V. A.; Crímenes imaginarios (Barcelona: Mundo Actual de Ediciones, 1984), traducida por Jordi Beltrán; El cuchillo (Barcelona: Bruguera, 1981), traducida por Ernesto Ruiz Ibáñez; El diario de Edith (Barcelona: Círculo de Lectores, 1989), traducida por José Luis López Muñoz; Las dos caras de enero (Madrid: Alianza Editorial, 1995), traducida por Amalia Martín Gamero; Ese dulce mal (Barcelona: Círculo de Lectores, 1988), traducida por José Luis López Muñoz; Extraños en un tren (Barcelona: Círculo de Lectores, 1985), traducida por Jordi Beltrán; Gente que llama a la puerta (Barcelona: Círculo de Lectores, 1988), traducida por Jordi Beltrán; El grito de la lechuza (Barcelona: Mundo Actual de Ediciones, 1982), traducida por Joaquín Llinás; El hechizo de Elsie (Barcelona: Círculo de Lectores, 1987), traducida por Jordi Beltrán; El juego de Ripley y otros (Barcelona: Ediciones Orbis, 1987), traducida por Jordi Beltrán; El juego del escondite (Barcelona: Anagrama, 1990), traducida por Jordi Beltrán; Un juego para los vivos (Barcelona: Anagrama, 1989), traducida por Jordi Beltrán; Mar de fondo (Barcelona: Bruguera, 1986), traducida por Marta Sánchez Martín; La máscara de Ripley (Barcelona: Anagrama, 1992), traducida por Jordi Beltrán; Once (Barcelona: Planeta, 1988), traducida por P. Elías; Pequeños cuentos misóginos (Madrid: Alfaguara, 1995), traducida por Maribel de Juan; Lo que trajo el gato (Madrid: Compañía Europea de Comunicación e Información, 1992), traducida por Maribel de Juan; Rescate por un perro (Barcelona: Anagrama, 1987), traducida por Jordi Beltrán; Ripley en peligro (Barcelona. Círculo de Lectores, 1992), traducida por Isabel Núñez; Sirenas en el campo del golf (Barcelona: Anagrama, 1987), traducida por Jordi Beltrán; Small G: un idilio de verano (Barcelona: Anagrama, 1995), traducida por Elsa Mateo; Suspense: cómo se escribe una novela (Barcelona: Círculo de Lectores, 1987), traducida por Jordi Beltrán; El temblor de la falsificación (Madrid. Alianza Editorial, 1993), traducida por Maribel de Juan; Terror (Barcelona: Llibres del Trapezi, 1991), traducida por Isabel Forn; y Tras los pasos de Ripley (Barcelona, Anagrama, 1988), traducida por Jordi Beltrán.

4 DE FEBRERO DE 1937 NACE: FÉLIX GRANDE

4 DE FEBRERO DE 1937 NACE:
FÉLIX GRANDE
(Mérida, 1937 - Madrid, 2014) Poeta, narrador y ensayista español. Se le considera uno de los más destacados autores de la generación nacida durante la Guerra Civil. Cuando tenía dos años, su familia se trasladó a Tomelloso (Ciudad Real), donde se crió; posteriormente fijaría su residencia en Madrid. Ejerció diversos empleos antes de abandonar su trabajo como guitarrista flamenco para dedicarse a la literatura. En 1961 entró a trabajar en la revista literaria Cuadernos hispanoamericanos, de la que se convertiría en director al retirarse Luis Rosales.
Su carrera literaria comenzó al recibir el Premio Adonais de Poesía en 1963 por su obra Las piedras, libro de talante existencial en el que explora el tema de la soledad. Tres años después publicó Música amenazada (Premio Guipúzcoa, 1965), libro en el que su angustia existencial, ya presente en su anterior colección de poemas, se extiende al terror cósmico de la especie, agravada por un sentimiento radical de culpa; a la vez, se manifiesta un mayor dominio de sus medios expresivos.
Su tercer libro, Blanco Spirituals (Premio Casa de las Américas, 1967), aúna la denuncia contra una civilización fracasada que perpetúa la injusticia con una nota de compasión. El libro se caracteriza por su tono conminatorio y un vocabulario en el que no duda en utilizar el léxico más variado, incluyendo el proveniente de las entrañas. Escrito en versículos, carece de puntuación, y su ritmo tiende hacia la prosa.
En 1978 recibió el Premio Nacional de Literatura por Las rubáiyátas de Horacio Martín, que constituye una exploración del sentido de la experiencia erótica desde un punto de vista existencial. Su obra poética se ha visto recopilada en sucesivas ocasiones, enriqueciéndose con las nuevas obras: Biografía (1971), ampliada en un primer momento en 1977 y puesta al día en 1986 con el título Poesía completa: 1958-1984, edición que a su vez se vería aumentada en 1989.
Cultivó desde muy pronto la narrativa, y fue galardonado en 1965 con el Premio Eugenio d'Ors de novela corta por Las calles. Ha prestado también atención al relato breve, del que pueden ser ejemplo los títulos Parábolas (1975), Lugar siniestro este mundo, caballeros (1980) o Fábula (1991).
Como ensayista puede señalarse el temprano Apuntes sobre poesía española de posguerra (1970), Mi música es para esta gente (1975) y su monumental Memoria del flamenco (1979), obra básica para una aproximación al arte flamenco, forma cultural a la que ya había rendido tributo anteriormente al elaborar los textos en prosa y verso del disco Persecución (1976), cantado por El Lebrijano.
Por último, no se puede dejar de mencionar su libro La calumnia (1987), en el que defiende a Luis Rosales de los varios y malintencionados ataques que recibió a propósito de la detención y asesinato de Federico García Lorca, que se había refugiado en casa de los Rosales en Granada. En su obra están presentes una honda angustia existencial y una intensa preocupación por el hombre y por la injusticia sobre la que se alza la sociedad, así como el amor y el erotismo. Su lenguaje poético es una constante búsqueda de nuevos modos de expresión, siguiendo los pasos de los surrealistas y en especial de César Vallejo, a quien dedicó su libro Taranto: homenaje a César Vallejo (1978).

4 DE FEBRERO DE 1688 NACE: PIERRE DE MARIVAUX

4 DE FEBRERO DE 1688 NACE:
PIERRE DE MARIVAUX

(Pierre Carlet de Chamblain de Marivaux; París, 1688- id., 1763) Dramaturgo y novelista francés. Es el renovador del género de la comedia y uno de los precursores de la Ilustración. Se dio a conocer con la novela Los sorprendentes efectos de la simpatía (1712-1714) y con una versión paródica de la Ilíada (1717). En 1720 abordó el teatro. Fundó diversos periódicos (Le Spectateur Français, 1722-1723; LÍndigent Philosophe, 1728; Le Cabinet du Philosophe, 1734). Escribió unas cuarenta obras teatrales, entre las que destacan sus comedias ideológicas y satíricas (La isla de los esclavos, 1725; La isla de la razón, 1727), y, sobre todo, sus comedias de análisis, llamadas marivaudage por sus contemporáneos (La sorpresa del amor, 1722; La doble inconstancia, 1723; El juego del amor y del azar, 1730; Las falsas confidencias, 1737). También son notables sus novelas inacabadas La vida de Marianne (1731-1741) y El campesino enriquecido (1735-1736)

4 DE FEBRERO DE 1524 NACE:
LUIS VAZ DE CAMÕES

(Lisboa, 1524-id., 1580) Escritor portugués. Frecuentó la corte real de Lisboa, pero la indiferencia que le mostró el rey le incitó a afincarse en Ceuta (1547), donde formó parte de la guarnición de la plaza. A finales de 1549 se hallaba de vuelta en Lisboa, y una rencilla con un criado de palacio le supuso la cárcel en 1552, a pesar de lo cual al año siguiente pudo emprender el viaje que había planeado hacia la India. En 1555 se hallaba en Goa, y no tardó en embarcarse de nuevo en una expedición. Instalado en Macao, fue acusado de prevaricación y viajó hasta la India para defenderse. En el viaje de regreso a Goa, en 1559, su barco naufragó. En 1567 emprendió el viaje de vuelta a Portugal, y, tras una estancia de varios años en Mozambique, llegó a Lisboa en 1570. Como poeta lírico, Camoes cultivó las formas petrarquistas, y dominaba perfectamente la ejecución del soneto. Es autor también de tres comedias: Anfitrión, El rey Seleuco (1545) y Filodemo (1555). Pero su verdadera importancia como escritor radica en la poesía épica. En 1572 apareció la obra que le hizo célebre, Los Lusíadas, epopeya semimítica en verso en la línea de Virgilio y Tasso que narra la expansión portuguesa por el mundo, sin que falten elementos pertenecientes a la tradición legendaria de Portugal, como el episodio de Inés de Castro.

miércoles, 3 de febrero de 2016

GERLILIBROS: 3 DE FEBRERO NACE:PAUL AUSTER(Newark, Nuev...

GERLILIBROS: 3 DE FEBRERO NACE: PAUL AUSTER (Newark, Nuev...: 3 DE FEBRERO NACE: PAUL AUSTER (Newark, Nueva Jersey, 1947) Escritor, guionista y director de cine estadounidense que figura entre l...

 3 DE FEBRERO NACE:

PAUL AUSTER


(Newark, Nueva Jersey, 1947) Escritor, guionista y director de cine estadounidense que figura entre los novelistas más influyentes del panorama literario actual.
3 DE FEBRERO DE 1947 NACE:

PAUL AUSTER


(Newark, Nueva Jersey, 1947) Escritor, guionista y director de cine estadounidense que figura entre los novelistas más influyentes del panorama literario actual. Los enigmáticos juegos y las laberínticas tramas encadenadas por el azar de su narrativa y su prosa despojada y elegante han marcado un nuevo punto de partida para la novela norteamericana.
Paul Auster se graduó en la Universidad de Columbia en 1970, donde estudió literatura francesa, italiana e inglesa. Tras un breve período en el que fue marino en un petrolero, viajó a Francia (1970-1974), donde vivió de la traducción de autores franceses como Mallarmé, Sartre y Simenon.

Paul Auster


Ya de vuelta en su país, y radicado en Nueva York, publicó artículos de crítica literaria y recopilaciones de sus poemas. En 1976 apareció Squeeze Play (Jugada de presión), publicada bajo el seudónimo de Paul Benjamin; se trataba de una especie de novela negra que tuvo escasa repercusión. La muerte de su padre (ocurrida en 1979, al poco de haberse divorciado) cambió totalmente su situación personal, tanto en el aspecto material, ya que la herencia que recibió le aportó los medios para consagrarse por entero a la novela, como en lo literario, al actuar en Auster como un auténtico detonante.

En 1980 apareció Espacios blancos, a la que siguieron, en 1982, The Random House Book of Twentieth Century French Poetry, antología de la poesía francesa contemporánea, El arte del hambre, recopilación de ensayos, y su primera novela, La invención de la soledad, en la que aparecen los temas del abandono, la miseria y la búsqueda del padre, que serían luego frecuentes en otros títulos de su producción.
Con el impulso de este libro inaugural, Auster escribió La trilogía de Nueva York, formada por Ciudad de cristal (1985), Fantasmas (1986) y La habitación cerrada (1986). En este deslumbrante esfuerzo el autor consiguió amalgamar sus diversas influencias literarias (Franz Kafka, Samuel Beckett, Miguel de Cervantes) en un juego de espejos en el que se incluye a sí mismo, haciendo una relectura posmoderna de la novela negra; la trilogía fue un clamoroso éxito, especialmente en Francia.
Auster enlazó sus siguientes obras plasmando en ellas episodios tomados de su propia vida, aunque sin intención autobiográfica. El Palacio de la Luna (1989) le valió la consagración internacional. La música del azar (1990) fue llevada al cine en 1993 por el director Philip Haas. En Tombuctú (1999), protagonizada por un perro llamado Mr. Bones, se encuentran motivos recurrentes de sus creaciones: el hijo sin padre, la fuerza de los recuerdos y el poder de la casualidad. Brooklyn Follies (2006) relata la historia de un hombre que sobrevive a un cáncer de pulmón y decide volver al Brooklyn de su infancia, para buscar "un lugar tranquilo donde morir".
Leviatán (1992), Mr. Vértigo (1994), El libro de las ilusiones (2003), La noche del oráculo (2004), y Viajes por el Scriptorium (2007) son otros de sus títulos destacados. En 1998 publicó un libro de memorias, A salto de mata, que describe sus años de aprendizaje, justo antes de que el éxito entrara en su vida. En 2006 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Junto a la mezcla de fantasía y realidad, el uso de los elementos policíacos y la fusión entre modernidad y tradición, otra de las características de la narrativa de Auster es su combinación elementos propios de la literatura con los del cine. Pero su vinculación con el séptimo arte es aún mayor. En 1998 se estrenó como director con la película Lulú on the bridge. Auster afrontó el reto de rodarla después de su experiencia como guionista en Smoke (1994) y de codirigir Blue in the face (1995).
Para esta primera aventura cinematográfica como director llevó a la pantalla un guión en el que se encuentran sus constantes literarias: el azar, la capacidad salvadora del amor, la búsqueda de la identidad, el mito literario y la soledad de la vida actual. En su reparto contó con actores de la talla de Harvey Keitel y Mira Sorvino.
En el Festival de Cine de San Sebastián de 2007, la figura de Auster estuvo presente por partida doble: como presidente del certamen en su 55ª edición y como director que presentó (aunque fuera de concurso) su nueva película, La vida interior de Martin Frost (2007).
FUMIKO KANEKO
...La Insumisa

El 25 de enero de 1902 nace en Yokohama la militante anarquista Fumiko Kaneko. Nacida en una familia muy pobre, donde los padres no estaban casados y pasaban de una relación a otra, fue criada en Corea por una tía. A su vuelta a Japón, trabajó en Tokio de criada y de vendedora de diarios y de jabón en polvo a domicilio. En estos años leyó muchísimo, sobre todo temas políticos y sociales. En Tokio conocerá al militante libertario y anti imperialista coreano Yôl Park, fundador del grupo clandestino anarconihilista «Futeisha» (Sociedad de los Insumisos o Revoltosos), con quien compartirá su vida, el pensamiento anarquista y los deseos de liberación de la opresión nipona en Corea. Ambos fundaron la «Sociedad Negra de los Trabajadores». Después del gran terremoto de Kanto del 1 de septiembre de 1923, las autoridades imperiales aprovecharon la ocasión para deshacerse de los revolucionarios e inventó una presunta confabulación encaminada a asesinar el Emperador. Detenidos y juzgados, Fumiko Kaneko y Yôl Park, con falsas confesiones, fueron condenados a muerte el 25 de marzo de 1926 por alta traición; pero el 5 de abril las penas fueron conmutadas, debido a presiones diplomáticas, por trabajos forzados a perpetuidad. Cuando el director de la prisión de Ichigaya le entregó el certificado de la conmutación, lo destrozó en pedazos ante él. Trasladada a la prisión de Utsunomiya, se negó a realizar ningún trabajo y fue encerrada en régimen de aislamiento. Después de tres meses pidió trabajar en el taller de realización de cuerdas de cáñamo. Fumiko Kaneko se suicidó el día siguiente, el 23 de julio de 1926 en la prisión de mujeres de Utsonomiya, con una cuerda que ella misma había elaborado. Después de su muerte, el hermano mayor de Park trasladó el cuerpo a Corea, donde fue enterrado en el cementerio familiar de los Park a Pallyeong-ni. Su compañero, Yôl Park, permanecerá encarcelado hasta octubre de 1945, al acabar la Segunda Guerra Mundial.
Kaneko dejó escritas unas memorias sobre su estancia en la prisión y sobre su interrogatorio, que sólo fueron publicadas después de la guerra del Pacífico y que han sido traducidas al inglés y al francés, donde revela sus ideas políticas (igualitarismo radical, antimilitarismo, antiimperialismo, críticas al socialismo y al cristianismo, etc.) y feministas (crítica a la estructura familiar nipona, divorcio, etc.). En noviembre de 2003 el cuerpo de Kaneko fue trasladado y enterrado nuevamente en el jardín de la casa donde nació Park a Maseong-myeon. La televisión pública coreana estrenó el agosto de 2006 una película documental (Kaneko Fumiko) sobre su vida.


GERTRUDE STEIN

Tres vidas (fragmento)

" Era un temprano día de primavera en el sur. Los campos y los bosques estaban pesados de las húmedas lluvias. Los caballos arrastraban el carruaje lentamente sobre el largo camino pegajoso, de barro marrón y áspero con masas de piedras lanzadas aquí y allá para ser rotas y pisadas por los grupos que pasarían después. A través de la húmeda tierra estaba el plumaje primaveral, el brote de pequeñas flores, de jóvenes hojas y de helechos. Las tres colinas estaban rojas y amarillas, con brillantes destellos blancos y verdes magníficos. Abajo todo el aire estaba lleno de neblina elevándose desde la pesada y empapada agua en la tierra, mezclada con el cálido y placentero olor del humo azul de los fuegos primaverales en todos los campos abiertos. Y sobre todo esto estaba el claro y elevado aire, y las canciones de los pájaros y la alegría de los rayos del sol y de los días alargándose. La languidez y el revuelo, el calor y el peso y el fuerte sentido de vida de las profundidades de la tierra que llega siempre con la temprana y húmeda primavera, cuando no es respondida con una activa y ferviente alegría, siempre da enojo, irritación y descontento. Para Ana allí sola en el carruaje, siempre atraída por la lucha con su señora, la calidez, la lentitud, el salto sobre las piedras, el vapor de los caballos, los llantos de los hombres y animales y pájaros, y la nueva vida a su alrededor eran simplemente enloquecedoras.
-Baby! Si no te quedas quieto, creo que te mataré. No puedo soportar esto más-. "
3 DE FEBRERO DE 1874 NACE:

GERTRUDE STEIN

Gertrude Stein
(Alleghany, 1874-Neuilly-sur-Seine, 1946) Escritora estadounidense. Estudió psicología con W. James en Harvard y medicina en la Universidad de Johns Hopkins (Baltimore). En 1903 se instaló en París y convirtió su residencia en punto de encuentro de escritores (Apollinaire, Cocteau) y pintores de vanguardia (Matisse, Picasso). Reunió una importante colección de arte moderno y, en los años veinte, ejerció gran influencia sobre los escritores estadounidenses de paso por Europa (Scott Fitzgerald, Hemingway). Se hizo famosa por sus experimentos lingüísticos, calificados por unos críticos de profundos, considerados por otros ejemplos del «culto a lo ininteligible». Dislocando las palabras de sus asociaciones comunes, buscaba restablecer su fuerza y sus significados originales; usaba la puntuación que convenía al ritmo de la oración. Sus obras más notables son: Tres vidas (1909), La hechura de los americanos (1925), Autobiografía de Alice B. Toklas (1933), París, Francia (1940), Las guerras que he visto (1945) y Las cosas como son (1950).

martes, 2 de febrero de 2016

2 DE FEBRERO DE 1882 NACE:


JAMES JOYCE


James Joyce


(Dublín, 1882 - Zurich, 1941) Escritor irlandés en lengua inglesa. Nacido en el seno de una familia de arraigada tradición católica, estudió en el colegio de jesuitas de Belvedere entre 1893 y 1898, año en que se matriculó en la National University de Dublín, en la que comenzó a aprender varias lenguas y a interesarse por la gramática comparada.

Su formación jesuítica, que siempre reivindicó, le inculcó un espíritu riguroso y metódico que se refleja incluso en sus composiciones literarias más innovadoras y experimentales. Manifestó cierto rechazo por la búsqueda nacionalista de los orígenes de la identidad irlandesa, y su voluntad de preservar su propia experiencia lingüística, que guiaría todo su trabajo literario, le condujo a reivindicar su lengua materna, el inglés, en detrimento de una lengua gaélica que estimaba readoptada y promovida artificialmente.
En 1902 se instaló en París, con la intención de estudiar literatura, pero en 1903 regresó a Irlanda, donde se dedicó a la enseñanza. En 1904 se casó y se trasladó a Zurich, donde vivió hasta 1906, año en que pasó a Trieste, donde dio clases de inglés en una academia de idiomas. En 1907 apareció su primer libro, el volumen de poemas Música de cámara (Chamber Music) y en 1912 volvió a su país con la intención de publicar una serie de quince relatos cortos dedicados a la gente de Dublín, Dublineses (Dubliners), que apareció finalmente en 1914.
Durante la Primera Guerra Mundial vivió pobremente junto a su mujer y sus dos hijos en Zurich y Locarno. La novela semiautobiográfica Retrato del artista adolescente (Portrait of the Artist as a Young Man), de sentido profundamente irónico, que empezó a publicarse en 1914 en la revista The Egoist y apareció dos años después en forma de libro en Nueva York, lo dio a conocer a un público más amplio.
Pero su consagración literaria completa sólo le llegó con la publicación de su obra maestra, Ulises (Ulysses, 1922), novela experimental en la que intentó que cada uno de sus episodios o aventuras no sólo condicionara, sino también «produjera» su propia técnica literaria: así, al lado del «flujo de conciencia» (técnica que había usado ya en su novela anterior), se encuentran capítulos escritos al modo periodístico o incluso imitando los catecismos. Inversión irónica del Ulises de Homero, la novela explora meticulosamente veinticuatro horas en la vida del protagonista, durante las cuales éste intenta no volver a casa, porque sabe que su mujer le está siendo infiel.
Una breve estancia en Inglaterra, en 1922, le sugirió el tema de una nueva obra, que emprendió en 1923 y de la que fue publicando extractos durante muchos años, pero que no alcanzaría su forma definitiva hasta 1939, fecha de su publicación, con el título de Finnegan's wake. En ella, la tradicional aspiración literaria al «estilo propio» es llevada al extremo y, con ello, al absurdo, pues el lenguaje deriva experimentalmente, desde el inglés, hacia un idioma propio del texto y de Joyce. Para su composición, el autor amalgamó elementos de hasta sesenta idiomas diferentes, vocablos insólitos y formas sintácticas completamente nuevas. Durante la Segunda Guerra Mundial se trasladó de nuevo a Zurich, donde murió ya casi completamente ciego.

Joyce en una imagen de 1904


La obra de Joyce está consagrada a Irlanda, aunque vivió poco tiempo allí, y mantuvo siempre una relación conflictiva con su realidad y conflicto político e histórico. Sus innovaciones narrativas, entre ellas el uso excepcional del «flujo de conciencia», así como la exquisita técnica mediante la que desintegra el lenguaje convencional y lo dobla de otro, completamente personal, simbólico e íntimo a la vez, y la dimensión irónica y profundamente humana que, sin embargo, recorre toda su obra, lo convierten en uno de los novelistas más influyentes y renovadores del siglo XX.


lunes, 1 de febrero de 2016

1 DE FEBRERO DE 1930 NACE
MARÍA ELENA WALSH
(Buenos Aires, 1930) Poeta y compositora argentina que renovó el modo de abordar la literatura infantil en lengua castellana y cambió sus parámetros, despojándola de un propósito didáctico.
A partir de 1945 publicó poemas y notas en las revistas El Hogar, Sur y en los diarios La Nación, Clarín y La Razón. En 1948 egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes y fue invitada a Estados Unidos por el poeta español Juan Ramón Jiménez. Entre 1952 y 1956 residió en París, donde compuso canciones infantiles y folclóricas. Ya en Argentina realizó programas de televisión para niños y adultos, recorrió el norte del país cantando con Leda Valladares y estrenó espectáculos teatrales para niños.

María Elena Walsh a los 17 años
Poetisa precoz, con sólo diecisiete años publicó su primer libro de poemas, Otoño imperdonable, marcado por las tendencias dominantes de la generación del cuarenta. En sus libros posteriores (Baladas con Ángel, 1952; Hecho a mano, 1965), Walsh mantuvo las características formales de su primer libro, tales como los versos medidos y las estrofas rimadas, pero fue virando la temática, confesional e intimista, hacia una más atenta al lenguaje coloquial y la realidad externa, tal como se pone de manifiesto en poemas como "Carta de recomendación", "Solicitud de empleo", "Rechazando una invitación a ir al cine o participar en cualquier otra actividad mundana" o "Eva".
Luego de una recordada experiencia televisiva a finales de la década de 1950, en la que dio a conocer sus personajes Doña Disparate y Bambuco, estrenaría en Buenos Aires el espectáculo para chicos Canciones para mirar, compuesto por una serie de canciones, poemas y cuentos breves que luego fue publicando tanto en libros -Tutú Marambá (1960), El reino del revés (1965), Zoo loco (1965), Dailan Kifki (1966), Cuentopos del Gulubú (1966) y Versos tradicionales para cebollitas (1967)- como en discos: Canciones para mirar (1963), Canciones para mí (1963), En el país de Nomeacuerdo (1967), Juguemos en el mundo (1968) y Cuentopos (1968), entre otros. La pintora Norah Borges, hermana del afamado escritor Jorge Luis Borges, ilustró alguno de sus libros.
La obra para chicos de Walsh, basada en las nursery rhymes inglesas, pero también en las coplas españolas, en la utilización de la rima como juego y en el disparate conceptual, se encuentra en la base de la formación intelectual, cultural y afectiva de por lo menos cuatro generaciones de argentinos. Sin duda, buena parte del enorme prestigio intelectual y moral que ha llegado a tener María Elena Walsh debe su origen a esta magnífica obra para chicos, que pertenece ya a la categoría de clásico indiscutible de la cultura argentina.
María Elena Walsh es también autora de un libro de memorias, Novios de antaño, de la recopilación de artículos País jardín de infantes (1990) y del libro de lectura Aire libre (1967). Ha sido galardonada y homenajeada en reiteradas ocasiones y en distintos ámbitos: obtuvo el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC) y el Premio del Fondo Nacional de las Artes. Es doctora honoris causa por la Universidad Nacional de Córdoba y Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires; la embajada de Polonia la condecoró con la Orden de la Sonrisa.

jueves, 28 de enero de 2016




TRES POEMAS DE

SERGIO LOO

CABALLITOS DESBOCADOS DE HOCICO CONTRA EL MURO

y ahí vamos de nuevo al juego gira­to­rio de los cabal­los para salir volando
lesion­a­dos de silen­cios incó­mo­dos y besos remen­da­dos que me saben
a reproches añe­ja­dos o bril­lantes ben­galas de aux­ilio sáquenme
de esta sala mien­tras le cam­bias al tele­vi­sor brilla
car­ca­jeán­dose de nosotros el con­duc­tor del pro­grama mues­tra su
den­tadura son­ri­ente cuando en vez debiera abrirnos de par en par
sus sen­timien­tos redondi­tos con los pan­talones abajo y decla­marnos com­er­ciales
de pro­duc­tos que de tan mila­grosos cop­u­la­tivos de nuevo tú
desabotonán­dome la camisa y te trepas a cabal­lito arre arre cabal­lito
que nos lle­vará directo al choque al muro del te acuer­das pero no
me acuerdo cómo lle­gar a las plan­tas
de tus pies sep­a­radas en mis manos y tus ganas de acel­erar
la tarde hasta que ter­mine y me tenga que ir o el pro­grama final­ice con
un enorme aplauso de parte de todos los telev­i­dentes llenos atas­ca­dos
de una feli­ci­dad idén­tica a quí­tame la camisa que quiero revol­carme
en tu arre arre acel­era acel­era para salir
volando como una par­vada de aplau­sos lesion­a­dos de no vamos
a lograr esa dicha de nuevo pero
momen­tánea­mente nue­stros silen­cios en la sala más col­ori­dos
que estar solos frente a inter­net bus­cando un pedazo de carne o
agu­jer­ito con nom­bre de telen­ov­ela como Pedro
Fran­cisco Javier Alonso Fer­nando San­ti­ago Gómez de la Garza
y Garza con­toneán­dose cer­vatillo inde­ciso de quitarse la ropa o
decirnos ojos grandes siento algo espe­cial por ti no tengo casa quiero
mudarme con­tigo o si no
retomar eso de los ami­gos y sus con­stantes ay ey uy ay y
sus chismes bobos de tan locales tan secos tan sin ti sin sexo sin tu vente aquí
aquí te quiero carne para mi solito pero ya no sabe­mos cómo
regre­sar a ese justo pan­tone de anaran­jado de mi sofá o
tu cama ape­nas cruzábamos la puerta de donde ahora mismo sem­bramos
ecológi­cos arboli­tos de silen­cios entrecor­ta­dos por los gri­tos
de los con­cur­santes del pro­grama de tele­visión que quieren sueñan
ganarse un viaje a la playa o un auto o un refri o
una tosta­dora o lo que sea pero no regre­sar
a la casa con las manos con de nada



TODAVÍA NO ME APRENDO LOS DIÁLOGOS DE ESTA COMEDIA ROMÁNTICA

y ahí vamos de nuevo al juego gira­to­rio de los cabal­li­tos del
car­rusel lleno de focos y frases que ya sabe­mos de memo­ria que
el cru­ci­grama se resuelve con tan sólo escribir las letras que jun­tas dicen yo
no tuve la culpa ni tú tuviste la culpa pero ya
se jodió todo con letra de molde o man­u­scrita el punto es
que quede bien clar­ito y leg­i­ble para que nunca jamás lo podamos pero
ahí vamos de nuevo al cabal­lito gira­to­rio del car­rusel que
no avanza nues­tra des­dicha o nue­stro tedio le par­al­izó el hocico
de plás­tico inox­id­able implaca­ble tu risa que de tan rísp­ida
relinchido de nervios porque no vamos no a poder regre­sar al caramelo
de los besos y las lla­madas inter­minables y los arru­ma­cos que
ensoñadores cabal­li­tos de car­rusel ter­mi­naron deviniendo en
El Guer­nica o El Grito o Las señori­tas de Avi­gnon o todos los planes
que ya no pero dán­donos vueltas nuevas vueltas nuevas opor­tu­nidades y eso
que dijiste no lo voy a tomar en cuenta o bus­camos la forma el
cómo retrac­tarnos pero ya no enca­jan mis
pier­nas con tus pier­nas y los reproches se nos en cabeza y
bus­camos la forma de cómo regre­sar la forma de regre­sar el cómo y ahí
vamos de nuevo al juego gira­to­rio de marearnos la cabeza y ahí
vamos de nuevo al juego gira­to­rio de remen­darnos la cabeza y ahí
vamos de nuevo a reírnos de nue­stros malos fal­li­dos inten­tos de empezar
los errores de nuevo



EL VIERNES DE QUINCENA ES UNA BALADA PARA NOSOTROS

cam­bia de nom­bre hoy dime cómo te lla­mas aquí
apesta apesta a soledad barata de can­ción bal­ada de can­tante fal­l­ida de pelo espon­jado
vienen con su mejor camisa de siem­pre con su loción oficin­ista a ver si así
sólo así con su per­fumito car­iñoso por favor no me dejes te com­pro
cosas caras y col­ori­das de marca impor­tadas de moda hedionda de can­ción chafa
escuchada una y otra la bal­ada de los setenta la foto de los Car­pen­ters
con su gato juguetón puñetero de mierda y luz tenue de mediodía me tiene
me tiene hasta la pero me gusta el brillo de tus ojos flotando en el fondo
de mi cerveza volverá a mí
la maldita pri­mav­era te canta diá­fana y prodi­giosa y grá­cil
pero no me remite ya a nada de flo­recitas ni siquiera de plás­tico por favor ya
no hay para ti no hay para mí más que el tufo de la bal­ada román­tica repetida
a ver si así sólo así alguien cae y te vas con­migo a la casa o yo a la tuya para ver
si cabe­mos bien o renta­mos algo jun­tos los mue­bles min­i­mal­is­tas tú los esco­ges
porque sé te gus­taría ser la ver­sión remix mod­erna ren­o­vada la can­ción de tu madre
aunque se ve se nota tú eres difer­ente a los demás y yo te quiero decir te quiero
inmo­bil­iario de este puto bar de soñadores de tufo de miel pero por favor
dime que sientes lo mismo que yo inmo­bil­iario
de este bar ran­cio que viene ven­i­mos todas las noches para ser siem­pre ser
nuevos y sen­tir por primera vez eso
brotando de nue­stros ojos ger­mi­nantes relu­cientes de ilusión y telen­ov­e­las
del canal 2 ado­les­centes des­cu­bier­tos por primera vez dis­puestos
a la égloga y el bail­able de ir al cine y meter mano en lo oscuro y meter
lengua en lo blando arriba abajo arriba no me dejes por favor
tocan nues­tra can­ción no te vayas hijo de tu pinche puta madre no
te vayas porque que así no quiero no ter­mina el video­clip de mi vida vete
a chin­gar a tu madre culero Sísifo chichifeante de bar en bar que yo y mis jeans pega­dos
nos mere­ce­mos más que este video alco­holizado y la can­tante
que no canta y ape­nas baila pero oh qué nal­gas tiene todos
quieren ser ese par de nal­gas tier­nas pero rudas pero sen­si­bles que bailan bailan
y seducen a los hom­bres sum­iendo la panza o lig­ando en lo oscuro por favor
no me veas así soy una per­sona muy sen­si­ble y yo sé que tú
eres igual que yo somos dis­tin­tos
porque me lo dicen tus ojos tu boca tus dedos tus todos tus lugares comunes
y la son­risa bobal­i­cona que no aguanta no aguanto más ¿voy
o vienes a mi casa?



28 DE ENERO DE 

2014 MUERE:

SERGIO LOO


Nació en 1982 en la Ciudad de México.

Entre 1997 a 2003 conformó el colectivo multidisciplinario Parodia de Vivos, también preparó una antología de poetas mexicanos nacidos desde 1977.

En 2003 fue incluido en las obra Fantasiofrénia. Antología del cuento dañado, en 2004 Paso del Frente, Descifrar el Laberinto en 2005, y en 2006 El fungible: especial de relatos y escribió Claveles automáticos

En 2007 publicó el libro de poemas Sus brazos labios en mi boca rodando, con una versión digital que fue publicado en 2013 por la editorial española Foc.

En 2011 su novela, House: retratos desmontables (México, Ediciones B), compuesta por microcapítulos ordenados evocando el ritmo de música house y con episodios de inspiración almodovariana, en los que abunda el sexo y la marginalidad. Según Fidel Reyes Rodríguez, la novela
es la crónica dolorida y sentimental de una generación, de una época; es un canto a la amistad y a la deslealtad; es un grito de horror ante la fugacidad de las cosas, de la vida. Y es, asimismo, el autorretrato de seres marginados que encuentran un refugio a sus diferencias en otros seres marginados. (Drogadictos, homosexuales, identidades dark, narcotraficantes…)
En 2012 publicó Guía Roji.

Fue becario de Poesía de Jóvenes Creadores entre 2013-2014.

Nunca negó su condición de homosexual, algo importante para comprender su obra.

Falleció el 28 de enero de 2014, a la edad de 31 años, por las complicaciones del cáncer que padecía, detectado en una pierna en 2011.


martes, 26 de enero de 2016

GÉRARD DE NERVAL

Era él, ese loco, el sublime insensato...

¡Era él, ese loco, el sublime insensato...
Ese Ícaro olvidado que escalaba los cielos,
ese faetón perdido bajo el rayo divino,
el bello Atis herido que Cibeles reanima!

El augur consultaba el flanco de la víctima,
la tierra se embriagaba de esa sangre preciosa...
El cosmos aturdido colgaba de sus ejes,
y el Olimpo un instante vaciló hacia el abismo.

"¡Dime!" gritaba César a Júpiter Ammón,
¿quién es el nuevo dios, que se ha impuesto a la tierra?
¿Y si acaso no es dios es un demonio al menos... ?

Mas se calló por siempre el invocado oráculo;
uno sólo en el mundo explicar tal misterio
podía: -el que entregó el alma a los hijos del limo.






26 DE ENERO DE 1848 NACE:

JUSTO SIERRA

(Campeche, 1848 - Madrid, 1912) Escritor y político mexicano, uno de los forjadores del México moderno. Abogado y periodista liberal, luchó al lado de Juárez; con posterioridad adoptó posiciones conservadoras y, durante el porfiriato, fue subsecretario de Instrucción Pública. Apoyó después a Madero, fundó la Universidad Nacional de México (1910) y representó a su país en España (1911-1912).

Hijo de Justo Sierra O'Reilly, autor de novelas clásicas como La hija del judío, Justo Sierra obtuvo el título de abogado en el Colegio de San Ildefonso, antecedente de la Universidad Nacional, tras lo cual se incorporó a los círculos literarios de su época, en la que se multiplicaban las tertulias. Sus primeros ensayos se dieron a conocer hacia 1868. Participó en el periódico El Renacimiento, donde publicó por entregas la novela El ángel del porvenir, pieza muy marcada por las influencias europeas de su tiempo. Sus famosas "Conversaciones del domingo", aparecidas en El Monitor Republicano (1868), dieron forma, tiempo después, a uno de sus volúmenes más importantes: Cuentos románticos.

Discípulo de Ignacio Manuel Altamirano, a la muerte de éste en 1893 ocupó su sitio como figura tutelar de las letras nacionales y educador de las jóvenes generaciones, desde una plataforma ideológica netamente positivista. Amigo del malogrado poeta Manuel Acuña, se reunió con los impulsores de la Revista Azul y ejerció una poderosa influencia sobre autores como Luis Gonzaga Urbina.

Sus cargos públicos ampliaron su visión de México desde distintas perspectivas. La conjunción de estas experiencias con su cultura clásica y un hondo conocimiento de la historia nacional lo llevó a revalorizar el pasado y a plantear nuevas opciones para México. Fue magistrado, profesor, diputado y ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes con Porfirio Díaz (1905-1911); durante su etapa ministerial puso en pie la moderna Universidad Nacional de México (1910) y pronunció el discurso de inauguración, modelo de oratoria, en el que trazó las orientaciones del futuro cultural de su país.

Como educador, Justo Sierra promovió el cambio del concepto de "instrucción" por el de "educación", la unificación lingüística del país, la autonomía de los jardines de niños, el reconocimiento del magisterio en el nivel superior, un sistema de becas para los alumnos más aventajados y la difusión de las bellas artes. Representó a México en el Congreso Hispanoamericano de Madrid, y después del triunfo de la Revolución, el presidente Francisco Madero lo envió como ministro plenipotenciario a España, donde murió. Su cadáver fue repatriado solemnemente a su país.

Obras de Justo Sierra

Justo Sierra es una de las figuras más completas del México moderno. Encarnó el modelo prototípico del erudito del siglo XIX a través de una obra en la que se dan cita todos los géneros: poesía, prosa poética, teatro, crítica y artículos literarios, periodismo político, discursos, libros de viajes y ensayos.

Poeta posromántico en su juventud, formado con Victor Hugo y apasionado admirador de Gustavo Adolfo Bécquer, hizo algunas versiones de Los Trofeos de Heredia y compuso algunos sonetos de excelente calidad y otras composiciones, algunas de las cuales, como por ejemplo Playeras, pasan por anticipos modernistas, según frase de Anderson Imbert. Otros destacadas composiciones suyas fueron la oda A Dios y el poema El beato Calasanz.

Brillante narrador al estilo becqueriano, sus Cuentos románticos contienen pequeñas joyas como Playera y episodios históricos novelados, junto a fantasías de diversa índole. Escritos de 1868 a 1873, entre sus veinte y sus veinticinco años, el propio Sierra los calificó de pequeños poemas en prosa. Los Cuentos románticos cerraron propiamente la etapa juvenil del escritor. De todos ellos el más recordado es Playera, del que el propio autor dijo que no era un cuento, ni siquiera una leyenda, "sino un poemilla muy lírico, muy subjetivo; es decir, muy del alma para adentro..., que en lugar de estar escrito en verso, está compuesto en prosa lo más verso posible". La escena es la mansa orilla de las playas natales, donde Lila, tras bañarse con su hermanito, se queda dormida, y halla al despertar delante de sí un hermoso mancebo (un ángel) con su arpa, que le cubre de besos la frente. También intentó el teatro con Piedad (1870), pecado de juventud que no volvió a intentar en serio.

La personalidad de Sierra, sin embargo, es más la de un historiador y reformador que la de un literato, y se proyectó espléndidamente en sus reformas y en sus trabajos históricos y sociológicos. Manual escolar de Historia General (1891) y Catecismo de Historia Patria (1896) son obras menores en las que aún se advierte el lírico romántico influido por las ideas positivistas, que tanto peso tendrían en su obra reformadora. Quizá su obra fundamental es Evolución política del pueblo mexicano (1900-1902). Se trata de una síntesis, luminosa y profunda, de la historia política de México, dividida en tres libros. El primero trata de las civilizaciones aborígenes y la conquista; el segundo del período colonial y la independencia; y el tercero, de la república. Este último comprende tres partes: la anarquía (1825-1848), la Reforma y la era actual. Destaca también entre sus libros Juárez: su obra y su tiempo (1905), que le ayudó a terminar su compatriota el historiador Carlos Pereyra


26 DE ENERO DE 1884 MUERE :

GÉRARD DE NERVAL


(Gérard Labrunie; París, 1808-id., 1855) Escritor francés. Huérfano de madre, se crió con su abuelo en Valois. En 1822 se trasladó a París, donde llevó una existencia bohemia. En los últimos años de su vida, los más fecundos, sufrió graves trastornos y estuvo internado en varias ocasiones; finalmente se suicidó. Tras publicar una traducción libre del Fausto de Goethe (1827) y crónicas teatrales y ensayos en distintas revistas, en 1854 apareció la colección de novelas cortas Las hijas del fuego, que incluía el relato Sylvie, de estilo clásico y temática estrictamente romántica. Ese mismo año publicó Las quimeras, colección de sonetos simbolistas que prefiguró la poética de Baudelaire y Mallarmé. En 1855 apareció Aurelia, que mezclaba sueño y realidad y fue considerada una de las obras fundacionales de la literatura moderna.

Figura marginal en su época del romanticismo francés, la posterioridad ha convertido a Gérard de Nerval en el poeta romántico por excelencia de su lengua y en un gran precursor de la poesía contemporánea. Hijo de médico, quedó huérfano de madre a los dos años y se trasladó a vivir con su tío al pueblecito de Mortefontaine, en los bosques de Valois, hecho que posteriormente apareció en su obra Sylvie (1853), entre otros recuerdos de infancia. A la edad de seis años regresó a París con su padre, pero siguió visitando Valois durante los períodos de vacaciones.


Nerval cursó estudios de medicina, que nunca llegaría a concluir. En 1827 inició la traducción de Fausto de Goethe, que entusiasmó al propio autor hasta el punto de llegar a preferirla al original alemán. Goethe, junto con Hoffmann y Heine, le influyeron decisivamente. Conoció a Victor Hugo, asistió al estreno de Hernani y estuvo entre los organizadores de la famosa batalla. Por participar en los motines de 1832 y por escándalo público entró y salió de la cárcel un par de veces.


Al cumplir los veintiséis años, cuando ya había adoptado el seudónimo de Nerval, nombre que tomó de un pequeño dominio de su familia, heredó 30.000 francos en oro. Con el dinero viajó a Italia, y a su vuelta a París se movió por los cafés, teatros y salones vestido como un dandy, e hizo de su casa el centro de reunión de iluminados y ocultistas. Fue la época de su gran amor por la actriz inglesa Jenny Colon, personaje que aparece en Sylvie, la primera de las nouvelles que reunió bajo el título Las hijas del fuego.


Incitado por Balzac, fundó una revista de teatro, Le Monde Dramatique, proyecto que le llevó a la ruina en un año. Emprendió un viaje por Europa, parte del cual realizó acompañado por Alejandro Dumas, con quien firmó un contrato, y por Teófilo Gautier, compañero suyo desde el liceo. En Viena se enamoró de M. Pleyel, una discípula de Liszt. A los treinta y tres años, en 1841, le detuvieron desnudo cuando iba tras una estrella que, según él, le guiaba hacia Oriente. Este hecho tuvo como consecuencia una estancia en la clínica del doctor Blanche, el primero de los internamientos que se irían sucediendo desde entonces en adelante, pues las alucinaciones fueron un suceso común en su vida.


Una vez que salió de la clínica, su editor le adelantó dinero y emprendió el deseado viaje a Oriente. Un año después regresó para escribir Escenas de la vida Oriental (1851), una obra maestra del periodismo poético. Tradujo a Heine, a quien conoció personalmente, y prosiguió sus viajes por Europa: Bélgica, Holanda, Inglaterra y Alemania. Por esas fechas ya carecía de un domicilio fijo, no tenía objetos personales ni dinero. A los cuarenta y seis años realizó un último viaje a Alemania y publicó Las quimeras (1854), la serie de herméticos sonetos que lo consagraron como el precursor de Mallarmé y del simbolismo, y que sería uno de los libros de cabecera de los abanderados surrealistas, más de medio siglo más tarde.


En un amanecer del invierno de 1855, un borracho encontró el cuerpo de Nerval cubierto de nieve en el callejón de la Vielle-Lanterne. En sus bolsillos llevaba las últimas páginas de Aurelia o el sueño y la vida, su mejor novela, que se publicaría póstumamente en 1855, junto con las admirables crónicas de La bohemia galante. A pesar de que se le halló ahorcado con su propio cinturón, ninguno de sus amigos aceptó que Nerval se hubiese quitado la vida; afirmaban que planeaba un viaje a Grecia y que nadie se ahorcaría con el sombrero puesto. Dos días antes había dejado a su tía, en cuya casa habitaba, una nota: "No me esperes esta tarde, porque la noche será negra y blanca".

lunes, 25 de enero de 2016

25 DE ENERO DE 1882 NACE: VIRGINIA WOOLF

25 DE ENERO DE 1882 NACE:
VIRGINIA WOOLF
(Adeline Virginia Stephen; Londres, Reino Unido, 1882 - Lewes, id., 1941) Escritora británica. El nombre de Virginia Woolf figura junto con el de James Joyce, Thomas Mann o Franz Kafka entre los grandes renovadores de la novela moderna. Experimentando con la estructura temporal y espacial de la narración, perfeccionó en sus novelas el monólogo interior, procedimiento por el que intenta representar los pensamientos de un personaje en su forma primigenia, en su fluir inconsciente, tal y como surgen en la mente. Algunas de sus obras más famosas, como La señora Dalloway (1925), Al faro (1927) o Las olas (1931), ejemplifican este recurso mediante un poderoso lenguaje narrativo en el que se equilibran perfectamente el mundo racional y el irracional.

Woolf fue además pionera en la reflexión sobre la condición de la mujer, la identidad femenina y las relaciones de la mujer con el arte y la literatura, que desarrolló en algunos de sus ensayos; entre ellos, destaca por la repercusión que posteriormente tendría para el feminismo Una habitación propia (1932). No sólo abordó este tema en los ensayos, sino que también lo hizo en novelas como la inquietante y misteriosa Orlando (1928), en la que se difuminan las diferencias entre la condición masculina y la femenina encarnadas en el protagonista, un aristócrata dotado de la facultad de transformarse en mujer.
Hija de sir Leslie Stephen, distinguido crítico e historiador, Virginia Woolf creció en un ambiente frecuentado por literatos, artistas e intelectuales. Tras el fallecimiento de su padre, en 1905, se estableció con su hermana Vanessa -pintora que se casaría con el crítico Clive Bell- y sus dos hermanos en el barrio londinense de Bloomsbury, que se convirtió en centro de reunión de antiguos compañeros universitarios de su hermano mayor, entre los que figuraban intelectuales de la talla del escritor E. M. Forster, el economista J. M. Keynes y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, y que sería conocido como el grupo de Bloomsbury. Elementos comunes de esta heterogénea elite intelectual fueron la búsqueda del conocimiento y del placer estético entendidos como la tarea más elevada a que debe tender el individuo, así como un anticonformismo político y moral.

En 1912, cuando contaba treinta años, casó con Leonard Woolf, economista y miembro también del grupo, con quien fundó en 1917 la célebre editorial Hogarth Press, que editó la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores, como Katherine Mansfield, T. S. Eliot o S. Freud. Sus primeras novelas, Viaje de ida y Noche y día, ponen ya de manifiesto la intención de la escritora de romper los moldes narrativos heredados de la novelística inglesa anterior, en especial la subordinación de personajes y acciones al argumento general de la novela, así como las descripciones de ambientes y personajes tradicionales; sin embargo, estos primeros títulos apenas merecieron consideración por parte de la crítica.

Sólo con la publicación de La señora Dalloway y Alfaro comenzaron a elogiar los críticos su originalidad literaria. En estas obras llaman ya la atención la maestría técnica y el afán experimental de la autora, quien introducía además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes hasta entonces más propios de la poesía. Desaparecidas la acción y la intriga, sus narraciones se esfuerzan por captar la vida cambiante e inasible de la conciencia.

Influida por la filosofía de Henri Bergson, experimentó con especial interés con el tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual, en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje, como en su relación con el tiempo histórico y colectivo. Así, Orlando constituye una fantasía libre, basada en algunos pasajes de la vida de Vita Sackville-West, amiga y también escritora, en que la protagonista vive cinco siglos de la historia inglesa. En Las olas presenta el «flujo de conciencia» de seis personajes distintos, es decir, la corriente preconsciente de ideas tal como aparece en la mente, a diferencia del lógico y bien trabado monólogo tradicional.

Escribió también una serie de ensayos que giraban en torno de la condición de la mujer, en los que destacó la construcción social de la identidad femenina y reivindicó el papel de la mujer escritora, como en Una habitación propia. Destacó a su vez como crítica literaria, y fue autora de dos biografías: una divertida recreación de la vida de los Browning a través de los ojos de su perro (Flush) y otra sobre el crítico Robert Fry (Fry). En uno de los accesos de una enfermedad mental que había obligado a ingresarla en varias ocasiones a lo largo de su vida, el 28 de marzo de 1941 desapareció de su casa de campo, hasta que días después su cuerpo fue hallado en el río Ouse.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...