jueves, 29 de enero de 2015

ABENÁMAR
( Romances de Andalucía )

- ¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.

Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que decía:

- No te la diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho
mi madre me lo decía:
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto pregunta, rey,
que la verdad te diría.

- Yo te agradezco, Abenámar,
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquellos?
¡Altos son y relucían!

- El Alhambra era, señor,
y la otra la mezquita;
los otros los Alijares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día
y el día que no los labra
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía.
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:

- Si tú quisieras, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.

- Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.
BUTAYNA BINT AL MUTAMID

ESCUCHA Y ATIENDE MIS PALABRAS..

¡Escucha y atiende mis palabras,
pues ésta es la actitud de los nobles!
Sabréis que fui hecha cautiva,
yo que era hija de un rey de las Banu Abbad,
un gran rey en una época ya lejana,
pues el tiempo conduce siempre a la ruina.
Cuando Dios quiso separarnos
y nos hizo probar el sabor de la tristeza,
se alzó la hipocresía contra mi padre en su reino
y la separación, que nadie quería, se hizo presente.
Salí huyendo y se apoderó de mí un hombre
que no fue justo en sus actos, pues me vendió como esclava,
aunque a alguien que de todo me protege
excepto de la adversidad
y quiere casarme con un hijo suyo,
casto, adornado de las bellas cualidades de los nobles
y que ha ido a ti a pedirte si estás de acuerdo:
ya ves que actuó correctamente.
Ojalá, padre mío,
me hagas conocer si esperar puedo mi amor,
y ojala Rumaykiyya, la real, con su favor,
pida para nosotros la felicidad y la dicha.

JAIME DÁVALOS
SUDAMERICA

Nadie la para ya,
No pueden detenerla,
ni la calumnia, ni el boicot, ni nada.
Este es un continente de aventura,
que a los aventureros se los traga.
Les sube por la sombra, despacito
y el ojo codicioso les socava.
Vendrán los deshauciados de la tierra,
buscando sus riquezas legendarias,
hasta que un día, en una sola greda,
confundan las lenguas y las razas.
América, animal de leche verde,
por la gran Cordillera vertebrada,
hunde el hocico austral bajo del Polo,
y descansa en su fuerza proletaria.
Camina hacia la luz, lenta y segura,
con el pólen del sol en las entrañas,
y su destino torrencial,
fijado está en el tiempo por la Vía Láctea.
El hambre, la violencia, la injusticia,
la voluntad del pueblo traicionada,
no harán sino aumentar su rebeldía,
no harán sino apurar en sus entrañas
el hijo de la luz, que viene a unirnos
en una sola espiga esperanzada.
PORQUE AMERICA, tierra del futuro,
igual que la mujer, ¡vence de echada!
29 DE ENERO NACE
ANTÓN CHÉJOV
(Antón Pávlovich Chéjov; Taganrog, 1860 - Badenweiler, 1904) Narrador y dramaturgo ruso. Considerado el representante más destacado de la escuela realista en Rusia, su obra es una de las más importantes de la dramaturgia y la narrativa de la literatura universal. Su estilo está marcado por un acendrado laconismo expresivo y por la ausencia de tramas complejas, a las que se sobreponen las atmósferas líricas que el autor crea ayudado por los más sutiles pensamientos de sus personajes. Chéjov se apartó decididamente del moralismo y la intencionalidad pedagógica propios de los literatos de su época en una Rusia convulsa y preocupada por su destino, para apostar por un tipo de escritor carente de compromiso y pasión, plasmando una idea de la literatura que rechazaba el principio del autor como narrador omnisciente.

Antón Chéjov

Procedía de una familia de hábitos sencillos y escasos medios, cuya cabeza, el modesto mercader Pavel, era nieto de un siervo de la gleba. Chéjov acabó los estudios secundarios en Taganrog, donde permaneció solo tras la marcha de sus familiares a Moscú. Entre 1879 y 1884 cursó medicina en la universidad de la capital; pero, más interesado en la literatura que en la ciencia médica desde hacía algunos años, pospuso ésta a aquélla, y pronto difundió su nombre a través de varias narraciones humorísticas, reunidas en un libro titulado Cuentos de varios colores (1886).

Alentado por el escritor Grigorovich y el director del periódico Novoe vremja (Tiempo nuevo), Suvorin, con quien estableció una cordial y duradera amistad, y librado ya de las formas un tanto forzadas del cuento humorístico, hacia el año 1888 ya era ampliamente conocido por el público, tanto por su obra humorística como por textos de alcance más profundo, en los que la incisiva descripción de las miserias y la existencia humanas fueron desplazando los recursos humorísticos.

En ese año apareció, en la revista Severny Vestnik de San Petersburgo, el relato La estepa, inspirado en un viaje al sur del país, donde los idílicos paisajes de su infancia habían desaparecido por la industrialización, contra la que el autor se rebela. Aquí introdujo uno de los elementos más característicos de su enfoque narrativo: la supeditación del argumento a la atmósfera del relato. El punto de vista del autor omnisapiente se diluye en la mirada de un personaje, Egorushka, que no alcanza a comprender lo que sucede a su alrededor. Los elementos que mueve este relato aparecerán una y otra vez en la obra de Chéjov, pues La estepa está poblada por una galería de personajes (el campesino Dymov, el empresario Varlamov o el pope Kristofor) que constituyen una genuina representación del "inconsciente colectivo" de la Rusia finisecular.

Otro significativo relato del período que se abre a partir de 1888 (en el que el autor disminuyó el ritmo de su producción literaria: de unos cien relatos al año en 1886, pasa a escribir diez en 1888) es Una historia aburrida (1889), penetrante estudio de la mente de un viejo profesor de medicina, profesión que ejerció esporádicamente el propio Chéjov. Pertenece a una serie de obras del autor que fueron llamadas "clínicas", por tener como personajes a enfermos físicos o mentales. Acaso el relato más conocido de esa serie sea Palata Nº 6 (1892), acerba crítica de la psiquiatría en el que la relación entre el paciente Gromov y el doctor Ragin se resuelve dramáticamente con el ingreso del segundo en su propia clínica, para terminar muerto por mano de uno de los celadores.



En adelante, la existencia del autor careció de acontecimientos relevantes, excepto un viaje a la isla de Sakhalin, realizado a través de Siberia a la ida, y a lo largo de las costas de la India al regreso; de tal expedición dejó constancia en el libro La isla de Sakhalin (1891). Durante la penuria de 1892-93, que azotó a la Rusia meridional, Chéjov participó en la obra de socorro sanitario. Luego vivió largo tiempo en la pequeña propiedad de Melichovo, no lejos de Moscú, donde escribió la mayor parte de sus narraciones y de sus textos teatrales más famosos. Enfermo de tuberculosis, hubo de trasladarse a Crimea, y desde allí, por razones de la cura, realizó frecuentes viajes a Francia y Alemania.

En los últimos años del siglo se produjeron en su existencia dos hechos que sin duda modificaron su curso: la nueva orientación del escritor hacia la izquierda, que le alejó de su amigo Suvorin, conservador, y el éxito de su drama La gaviota en el Teatro de Arte de Moscú, de Stanislavski y Nemirovich-Danchenko. A sus nuevas tendencias y al ejemplo de Korolenko se debió también su dimisión de la Academia, que, tras haber nombrado miembro honorario a Gorki, acató la orden del gobierno y tuvo que anular el nombramiento.

La fortuna de La gaviota convenció inesperadamente a Chéjov de su capacidad como escritor dramático, tras sus propias dudas acerca de ello debidas al fracaso del mismo drama en el Teatro Aleksandrinski de San Petersburgo. A la obra citada siguieron, con no menor éxito, El tío Vania en 1898-99, Tres hermanas en 1901 y El jardín de los cerezos en 1904. Mientras tanto, el número de sus narraciones había aumentado considerablemente, y a algunas de ellas se debió su progresiva fama como representante asimismo del humor y el espíritu de su época y del característico producto de ésta, la "inteligentzia" (así Mi vida, La sala n.º 6, Relatos de un desconocido, El monje negro, Una historia aburrida, etc.).

Como en los dramas, también en las narraciones resulta posible percibir una atmósfera determinada: la que fue llamada precisamente "chejoviana", particular estado de ánimo definido por Korolenko como el de un alegre melancólico. Cabe advertir que existe un nexo entre el Chéjov jovial e irreflexivo de la adolescencia y la primera juventud, interesado, según describe su hermano, en la recopilación de anécdotas destinadas a facilitar su colaboración en las revistas humorísticas, y el de la madurez, inquieto como una gaviota que, en vuelo sobre el mar, no sabe dónde posarse (según la bella imagen empleada por la actriz Olga Knipper, que en 1898 llegó a ser su esposa).

La aguda intuición de la tristeza de la vida, que muchos atribuyen erróneamente sólo al Chéjov de los años maduros, se hallaba ya en él precisamente tras la alegría y la despreocupación del joven estudiante de medicina, oculto, como si de revelar su propia naturaleza se avergonzara, bajo algunos seudónimos. De la misma forma, la capacidad de ver a las criaturas humanas en envolturas hechas adrede para provocar la risa continuó caracterizando su estilo, aun cuando atenuada en matices de parodia, fantasía o espejismo, y de transposición, finalmente, fuera de la realidad cotidiana, hacia un hipotético futuro lejano.

Dentro de su diversidad, efectivamente, Chéjov resultó uniforme en cuanto a los aspectos artístico y espiritual. Como lo afirmó él de la existencia, se mostró a la vez extraordinariamente simple y complejo, y si pese a no juzgarse pesimista puso de relieve los pliegues más tristes y ocultos de la naturaleza humana, fue precisamente porque, según dijo él mismo, amó la vida. Todo ello, como es natural, quedó también reflejado en la forma, o sea en el estilo propiamente dicho. Sin embargo, la plena conciencia del valor artístico de la obra de Chéjov no se alcanzó hasta más tarde; sea como fuere, cabe recordar la admiración que hacia ella experimentaron Tolstoi y Gorki y la influencia ejercida por Chéjov, ya fuera de Rusia, en Katherine Mansfield.

29 DE ENERO DE 1915 NACE MIGUEL ETCHEBARNE

29 DE ENERO DE 1915 NACE
MIGUEL ETCHEBARNE
“Nací el 29 de enero de 1915 en Tigre, donde también han nacido mi padre y mi madre. Cuando tenía un año ellos se radicaron en el campo, cumpliendo un lejano anhelo.
Así, pues, levantaron casa y plantaron monte cerca de la estación San Eladio, del Ferrocarril Central Gran Buenos Aires, partido de Mercedes. Allí corrieron los primeros años de mi infancia, solo en el invierno, hasta que mi hermana, que fue siempre el mejor de mis amigos, pudo compartir mis juegos. En verano, casi siempre teníamos la compañía de los primos. De todo aquello evoco, en ráfagas, algunos acontecimientos. Uno, muy vivo, el de la tarde en que mi madre se rompió un brazo y tuvieron que llevarla a Mercedes, de noche y con malos caminos, en una volanta tirada por cuatro caballos. Recuerdo que nos quedamos acongojados y que un peón viejo que nos cuidaba nos hizo unos sables de madera. Le agradezco, a través del tiempo, el consuelo.
Cuando tenía siete años, dejamos San Eladio para instalarnos en el partido de Magdalena, zona de campos largos, donde todavía se salva el paisano frente a la soledad y lejanía. Allí comienza, desde la llegada, la época más dichosa de mi infancia. Vivimos en una casa grande, oculta en un monte de plantas añosas. El campo, quebrado y virgen, estaba cruzado de arroyos que corrían mansamente en verano y se desbordaban de invierno. Aún los veo platear a lo lejos, después de las lluvias.
Allí tuve un perro negro cuyo nombre siempre evocamos en nuestras charlas, un rifle del 9 y un petizo colorado, que todavía vive, gordo y bichoco, pero aún con mañas.
De ahí datan, también, mis primeros recuerdos literarios. El primero, de “Los Caranchos de La Florida”, de Benito Lynch, que oí leer en voz alta; después el de “Amalia”, de José Mármol, que leí por mi cuenta, a los nueve años. Mi madre me enseñó las primeras letras y me transmitió su amor por la naturaleza. Mi padre, su afición por el campo; los dos, el cariño intenso por las cosas, por su presente, y su historia.
Más tarde tuvimos una maestra particular y exámenes de fin de año en Buenos Aires. Aquellos viajes influían notablemente en mi espíritu. Sentía en la ciudad una sensación de angustia. La gente me desconcertaba con su seguridad y rapidez para todo. Aún me ocurre algo de eso. Me ha quedado para siempre el ritmo tranquilo y sosegado del campo.
Nunca olvidaré las personas que pasaron por mi casa. Ellos fueron mis amigos y mis maestros en cosas de campo y hasta en filosofía de la vida: Juan Paniagua, Heriberto Bello, Aristóbulo Velásquez, Florencio Dorado, tantos otros. Los tengo presente a todos, con sus rostros serios o taimados. Más que a ninguno al que creció conmigo, Juan Chiclana, de recuerdo y amistad imborrables. Junto a ellos aprendí a mirar el campo, a conocer sus trabajos y sus secretos; el nombre de cada yuyo, los pelos de los caballos, las gracias de las comparaciones. También a sufrir callado y a conformarse con lo que venga.
A los 12 años (1927) ingresé como pupilo en el Colegio Euskal-Echea, de Llavallol. Al principio sufrí lo indecible, pero, poco a poco me fue absorbiendo el ambiente. El dolor se repetía todos los años al final de las vacaciones que, sin excepción, pasé en el campo. En ese colegio cursé el quinto y sexto grado y todo el bachillerato. Allí también se despertó mi vocación poética. Lo primero que escribí fue un largo poema gauchesco en cuartetas, Destino Gaucho, que corría de mano en mano, subrepticiamente, en las horas de estudio. Mis lecturas, en general, eran malas: los libros que encontraba en la biblioteca y algunas novelas que entraban de contrabando. Me salvaba en los poetas: clásicos castellanos y algunos románticos franceses.
Tuve un profesor de literatura, el padre Bernardino de Estella, que me dio buenos consejos, que no siempre aproveché. Ningún compañero de vocación literaria, pero sí excelentes amigos.
Finalizados los estudios secundarios, partí para el campo. Mi familia se había instalado nuevamente en San Eladio. Esta época está fijada en el poema así llamado que apareció en “Región de Soledad”. Allí estudié, malamente, el ingreso a la Facultad de Derecho, completamente absorbido por la poesía. Escribía mucho y muy mal. Me daba cuentan de ello, de la falsedad de los temas, del mal empleo de las palabras, del desconocimiento del idioma. Aprobé el ingreso a la Facultad mencionada, pero me resultaron muy penosos los estudios jurídicos, que abandoné en 1936, para pasar a la Facultad de Filosofía y Letras, donde me gradué en 1942.
De ese tiempo conservo algunos buenos recuerdos. Mi reconocimiento de estudiante se detiene en los nombres de Carmelo M. Bonet y José María Monner Sans.
Desde 1936 he estado poco en el campo. Incorporada mi vida a la ciudad, me acostumbré a quererla y comprenderla. Para ella será seguramente, la segunda parte de mi canto.
Mi primer libro, “Poema de Arroyo y Alma”, apareció a fines de 1937. lo había escrito de un tirón en San Eladio durante las vacaciones de julio. El poema se quedó en el propósito por precipitado y entusiasta. Pero tuvo el mérito de indicarme el rumbo del pasado, donde después se ha gestado toda mi obra.
En 1941, “El Arroyo Perdido” señala una época de transición, de búsqueda, de
afán de síntesis. Así como en el primer libro pudo haber influido un poco el Bernárdez de El Buque, en éste tal vez, haya ocurrido otro tanto con el Molinari de Elegía de las Altas Torres. En el fondo no fue más que postura. Entonces, yo ya sabía que mi mensaje era distinto al de todos
Por fin, en 1943, “Región de Soledad” reúne bajo su título unos cuantos poemas donde mi voz se aclaraba.
No he pertenecido a ningún cenáculo literario, a ninguna agrupación de poetas jóvenes, ni he colaborado en ninguna de sus revistas. Mi primera colaboración apareció en La Prensa (…). Desde entonces sigo publicando regularmente en ese diario.
29 DE ENERO DE 1915 NACE
JAIME DE NEVARES
Sacerdote católico designado obispo de Neuquén en 1961, participó en el célebre Concilio Vaticano II y en la Confederación Episcopal Latinoamericana de Medellín.
Defensor de los obreros de la construcción que llevaron adelante varias medidas de protesta durante la edificación de la represa de El Chocón, fue creador de los equipos pastorales Migraciones, Social, Carcelaria, adhiriendo al Equipo Diocesano de Pastoral Aborigen.
Firme opositor a la dictadura militar, fue cofundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humano y del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, integró en 1983 la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas y en 1994 fue electo convencional constituyente para la reforma de la Constitución de 1994, a la que renunció ruidosamente debido a que la convención era manejada a su conveniencia por Carlos Menem y Raúl Alfonsín de acuerdo a lo establecido en el Pacto de Olivos.
Falleció en Neuquén, el 19 de mayo de 1995.

29 DE ENERO DE 1921 NACE JAIME DÁVALOS

29 DE ENERO DE 1921 NACE
JAIME DÁVALOS
Jaime Dávalos es la más formidable catapulta de la mejor poesía y música del Noroeste a partir de la segunda mitad de los años cuarenta.
Nació en San Lorenzo, Provincia de Salta, el 20 de enero de 1921, y desde la cuna tenía el destino marcado: Su padre era Juan Carlos Dávalos, nada menos. Cursó estudios en su ciudad natal. Recorrió íntegramente su suelo patrio, de uno a otro confín, en contacto íntimo con la tierra y sus hombres.
Treinta y nueve años pasaron hasta que este salteño empezó a salir del velo del anonimato, aunque había empezado a publicar a los veintiseis. Y a partir de 1960 libros, y poesías, y cancioneros se sucedieron, y también los premios y los reconocimientos. Musicalmente se inició con la armónica pero al igual qeu sus seis hermanos, se inclinaría por el canto con guitarra. Entre fines del 50' y principios del 60' tuvo sus propios espacios en televisión: "El Patio de Jaime Dávalos" y "Desde el Corazón de la Tierra", éste último ganador del Martín Fierro otorgado por los periodistas de radio y televisión.
Formó una dupla inigualable con otro salteño, Eduardo Falú. Todos saben lo que salió de esa mezcla: la mejor letra con la mejor música. Y ganas de renovar el folklore, que por esos años ya sufría lo que sigue sufriendo hoy. Mal de muchos, consuelo de tontos. Junto con Manuel Castilla y Cuchi Leguizamón, los de estos dos salteños quedan grabados en el folklore serio de la época.
Cuentan que tocaba de oído la guitarra y el charango. Que, como buen poeta, nunca pudo estar mucho tiempo quieto y salió a buscar al país como dibujante, alfarero y titiritero. En cuál de esas tardes habrán nacido las obras maestras como Río de tigres, Zamba de la Candelaria o Las Golondrinas.
Jaime Dávalos tuvo siete hijos: de su primer matrmonio con Rosa, tuvo a Julia Elena (conocida cantante), Luz María, Jaime Arturo y Constanza. De su segundo matrimonio (con María Rosa Poggi) tuvo a Marcelo, Valeria y Florencia. Todos de alguna manera se mantuvieron ligados a la música y al arte, continuando la tradición de una familia de artistas.
Según el crítico René Vargas Vera, "Jaime Dávalos era una celebración de la vida, de la inventiva, de la libertad. Era báquico por la inspiración que le dictaba su inseparable vino; epicúreo por celebrar el goce espiritual de la creación; sibarita por su espíritu refinado; hedonista por amar los placeres de la vida".Le debe haber quedado poco por vivir. Fallece en Buenos Aires el 3 de diciembre de 1981.
Ha reunido en varios libros su producción de escritor, entre los que citamos:
1947: Rastro seco (poemas, Salta)
1957: El nombrador (poemas y canciones, Buenos Aires, dos ediciones)
1959: Toro viene el río (relatos, Buenos Aires)
1959: Coplas y canciones o Poemas y canciones (Buenos Aires)
1960: Solalto
1962: Canciones de Jaime Dávalos
1967: La estrella
1974: Cantos rodados
1980: Cancionero
1987: Coplas al vino
29 DE ENERO MUERE
OSVALDO SORIANO
(Mar del Plata, 1943 - Buenos Aires, 1997) Narrador y periodista argentino que reflejó con irónica objetividad la realidad de su país. Pasó su infancia y adolescencia en su ciudad natal y en las provincias de San Luis y Río Negro, cuyos paisajes evocaría en su obra y en sus columnas periodísticas. Fue futbolista y, tras variados empleos, se dedicó al periodismo político, deportivo y cultural.

Osvaldo Soriano

Forjado en las redacciones, trabajó en la revista Primera Plana y en el diario La Opinión. En 1973 publicó la novela Triste, solitario y final; considerada su mejor obra, todavía hoy continúa hoy reeditándose con éxito. Tras el golpe militar de 1976, abandonó Argentina y no regresó a su país hasta el advenimiento del gobierno democrático de Raúl Alfonsín. Vivió en México, Bruselas y París hasta su regreso en 1984. Desde entonces y hasta su muerte colaboró en el diario Página/12.
La narrativa de Soriano se apoya tanto en los artificios clásicos del género novelesco (construcción de personajes y diálogos) como en los lineamientos del periodismo (un estilo llano y fácilmente asimilable para el lector) y en esa combinación obtiene sus mejores beneficios. Sus novelas se basan en tramas de trazado muy profundo, a través de una sintaxis y un léxico descarnados, según modelos narrativos que llevan al lenguaje cinematográfico y a la novela negra americana. En Triste, solitario y final (1973), el cine y la novela policíaca se convierten totalmente en el tema de una narración cuyos personajes son Stan Laurel, Oliver Hardi, John Wayne, Charlot, Marlowe y otros, retratados con la melancolía, el amor y el desencanto propios de un cinéfilo.
Su conciencia estilística, articulada para alcanzar normas, temas y mitos colectivos, y su tono narrativo descuidado y elíptico, que le permite su bagaje de nociones y conocimientos comunes, dan una medida exacta de la obra de Osvaldo Soriano. No habrá más penas ni olvido (1979) y Cuarteles de invierno (1981) están narradas en clave de tango por personas cultas. Con la conciencia de narrar por enésima vez las tragedias públicas y privadas que están destinadas a repetirse, también por enésima vez, afronta el tema de la violencia política en Argentina, del peronismo y del pugilato, rediseñando la figura del campeón deportivo en el ocaso.
Artistas, locos y criminales (1986) es una colección de artículos periodísticos, a través de los cuales se puede hacer un recorrido por los caminos estilísticos y temáticos del autor. Una de sus obras más conocidas es El ojo de la patria (1992), relato de las delirantes aventuras de un agente secreto argentino, Julio Carré, en el París de los años 90.
El resto de su producción incluye, entre otras obras, Rebeldes, soñadores y fugitivos (1987), A sus plantas rendido un león (1988), Cuentos de los años felices (1993), La hora sin sombra (1995) y Piratas, fantasmas y dinosaurios (1996). Sus obras han sido traducidas a numerosas lenguas, y algunas fueron llevadas al cine. El director Héctor Olivera adaptó para la gran pantalla su novela Una sombra ya pronto serás (1990), con guión del propio autor. Al margen de su valorada obra literaria, sus artículos deportivos, centrados sobre todo en el mundo del fútbol argentino, despertaron siempre la admiración de su nutrida hueste de lectores.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...