18 DE MAYO DE 1048 NACE :
OMAR KHAYYAM
(Omar Jayyam o Khayyam; Nishapur, actual Irán,
1048 - id., 1131) Poeta, matemático y astrónomo persa. Se educó en las
ciencias en su nativa Nishapur y en Balkh. Posteriormente se instaló en
Samarcanda, donde completó un importante tratado de álgebra. Bajo los
auspicios del sultán de Seljuq, Malik-Shah, realizó observaciones
astronómicas para la reforma del calendario, además de dirigir la
construcción del observatorio de la ciudad de Isfahán. De nuevo en
Nishapur, tras peregrinar a la Meca, se dedicó a la enseñanza y a la
astrología. La fama de Khayyam en Occidente se debe fundamentalmente a
una colección de cuartetos, los Rubaiyat, cuya autoría se le atribuye y que fueron versionados en 1859 por el poeta británico Edward Fitzgerald.
Si en Occidente Omar Khayyam tan sólo es
conocido como poeta, Oriente, en cambio, lo conoció casi exclusivamente
durante toda la Edad Media como astrónomo, matemático y filósofo; en el
ámbito de las matemáticas estudió las ecuaciones cúbicas proporcionando
una solución geométrica para algunas de ellas, e intentó clasificar
ecuaciones de diversos grados según el número de términos que aquéllas
contuvieran. Sólo a partir de mediados del siglo XIX, desde que la
traducción de Edward Fitzgerald de los Rubaiyat dio celebridad a
su nombre en Europa y en América, empezó también a ser estudiado y
admirado como poeta por el Oriente persa y árabe.
Pocos hechos de su vida se encuentran
atestiguados históricamente. Nació en Nishapur en año impreciso,
alrededor de 1050. El nombre entero que se da en su Álgebra es
Omar ibn Ibrahim al-Khayyami, de la que fue extraída la forma que él
mismo usa en sus cuartetos como nombre poético: Khayyam (en árabe
"fabricante de tiendas"). La noticia de su amistad de adolescente con el
futuro ministro seleúcida Nizam al-Mulk y con el futuro jefe de los
asesinos Hasan ibn as-Sabbah suscita serias dificultades de cronología.
Pero es indudable que, en 1047, el todavía joven científico fue invitado
por el sultán Malik-Shah, juntamente con otros dos eruditos, a preparar
una reforma del calendario persa, que terminó con la fijación de una
nueva era, la era Gialali, denominación que procede del sobrenombre del
sultán.
En 1112, el compilador Nizami Arudi Samarquandi
recuerda haber encontrado al maestro en Balkh y haber oído de él una
profecía sobre su propia tumba, que él vio después cumplida en Nishapur,
donde el sepulcro de Omar Khayyam, como el mismo poeta había predicho,
estaba cubierto de pétalos de flores y a la sombra de un peral y de un
melocotonero. Un pasaje recientemente descubierto del ilustre
az-Zamakhshari (literato y teólogo fallecido en 1143) atestigua una
relación suya con Omar Khayyam, de la que se desprende la doctrina y la
modestia del científico y poeta persa (otros en cambio lo habían
descrito como intratable y soberbio) y su conocimiento del que puede
considerarse en algunos aspectos como su precursor árabe, Abu al-Ala
al-Maarri.
Rubaiyat no es el nombre de una obra sino
de una forma métrica (en singular, "rubai", que puede traducirse como
"cuarteto"). Tal estrofa, formada por cuatro versos con el esquema de
rima A-A-B-A, era extraña a la poesía árabe clásica, y fue usada sobre
todo en la persa. Se encuentran cuartetos designados con el vocablo
árabe "rubaiyat" desde los comienzos de la lírica persa, en el siglo X;
los vemos después atribuidos a muchísimos poetas, y aun a hombres de
ciencia, como Avicena; entre los más insignes sobresalen los poetas
místicos Abu Saìd de Mehne (968-1049) y su contemporáneo Baba Tahir de
Hamadàn. Pero los Rubaiyat por antonomasia son los atribuidos a Omar Khayyam.
Algunos investigadores sostienen que Khayyam nunca hizo poesía y que los Rubaiyat
se le han atribuido por su fama y erudición. Ciertamente, el número de
poemas atribuidos a Omar Khayyam es excesivo (entre quinientos y un
millar), y es probable que tan sólo alrededor de unos doscientos sean
suyos. Estas breves composiciones tienen sus origen en la literatura
persa preislámica, y suelen condensar en sus versos una descripción
ambiental y un pensamiento. En los poemas de Khayyam, escritos con un
magistral poder de síntesis, el poeta canta aparentemente a los goces
del vino y el amor como refugio a la transitoriedad de la vida, mas bajo
ello subyace una profunda y a menudo pesimista reflexión sobre la
naturaleza del universo, el paso inexorable del tiempo y la relación del
hombre con Dios.
La fisonomía del poeta que estos versos
traslucen es inequívoca, orientada hacia un amable goce de las efímeras
alegrías de la vida y hacia un íntimo y amargo escepticismo sobre las
posibilidades del hombre para alcanzar las verdades supremas, estado de
ánimo que continúa toda una tradición de poesía escéptica oriental que
se remonta ya a Avicena (se sabe que Khayyam fue un apasionado estudioso
de Avicena)
y que es presentado con excepcional fuerza epigramática, no sin una
acentuada nota de intelectualismo. Junto a la hondura con que se tratan
temas metafísicos como la relación del hombre con Dios, la eternidad y
la incertidumbre de la existencia humana, a través de concisas y
tajantes sentencias, Khayyam realza la belleza y sensualidad del mundo
material, la alegría de vivir, la naturaleza y los placeres. Sus versos
son simbólicos y transmiten la sabiduría antigua con sencillez y
voluptuosidad, a menudo con un irresistible hechizo o entre una aureola
de misterio, y son estimados como uno de los más brillantes tributos del
genio persa a la literatura universal.