15 DE SEPTIEMBRE DE 1891 NACE:
AGATHA CHRISTIE
(Torquay,
Reino Unido, 1891-Wallingford, id., 1976) Autora inglesa del género
policíaco, sin duda una de las más prolíficas y leídas del siglo XX.
Hija de un próspero rentista de Nueva York que murió cuando ella tenía
once años de edad, recibió educación privada hasta la adolescencia y
después estudió canto en París. Se dio a conocer en 1920 con El
misterioso caso de Styles. En este primer relato, escrito mientras
trabajaba como enfermera durante la Primera Guerra Mundial, aparece el
famoso investigador Hércules Poirot, al que pronto combinó en otras
obras con Miss Marple, una perspicaz señora de edad avanzada.
En 1914 se
había casado con Archibald Christie, de quien se divorció en 1928.
Sumida en una larga depresión, protagonizó una desaparición enigmática:
una noche de diciembre de 1937 su coche apareció abandonado cerca de la
carretera, sin rastros de la escritora. Once días más tarde se registró
en un hotel con el nombre de una amante de su marido. Fue encontrada por
su familia y se recuperó tras un tratamiento psiquiátrico. Dos años
después se casó con el arqueólogo Max Mallowan, a quien acompañó en
todos sus viajes a Irak y Siria. Llegó a pasar largas temporadas en
estos países; esas estancias inspiraron varios de sus centenares de
novelas posteriores, como Asesinato en la Mesopotamia (1930), Muerte en
el Nilo (1936) y Cita con la muerte (1938).
La
estructura de la trama de sus narraciones, basada en la tradición del
enigma por descubrir, es siempre similar, y su desarrollo está en
función de la observación psicológica. Algunas de sus novelas fueron
adaptadas al teatro por la propia autora, y diversas de ellas han sido
llevadas al cine. Entre sus títulos más populares se encuentran
Asesinato en el Orient-Express (1934), Muerte en el Nilo (1937) y Diez
negritos (1939). En su última novela, Telón (1974), la muerte del
personaje Hércules Poirot concluye una carrera ficticia de casi sesenta
años.
Quizá su
mejor obra es una de las primeras, El asesinato de Roger Ackroyd (1926),
en la que la autora se sirvió del relato en primera persona para
ocultar y al mismo tiempo revelar la identidad del asesino. En El
asesinato de Roger Ackroyd, el médico rural Sheppard no sólo representa
el papel de ayudante del detective belga Hércules Poirot, sino que anota
también los acontecimientos originados por un asesinato por
envenenamiento ocurrido con anterioridad, un suicidio y el crimen
mencionado en el título. Proyecta publicar cierto día su informe como
uno de los pocos casos "no resueltos" por el famoso Poirot, y mantiene
tan refinadamente encubiertos los datos relativos a su propio papel, que
al final permite que el propio Poirot vea sus anotaciones.
Lo que según
sus propias manifestaciones seducía a Agatha Christie de esta
constelación era la necesidad de formular determinados pasajes del
informe de una manera tan ambigua, que al final, cuando Poirot reúne las
piezas sueltas del rompecabezas, el consternado lector tiene que
confesar que erróneamente no incluyó al farsante Sheppard en sus
consideraciones. Esta refinada construcción ha convertido El asesinato
de Roger Ackroyd en una de aquellas raras novelas policíacas cuya
segunda lectura produce en el aficionado a este género más placer
intelectual que la primera.
Agatha
Christie ha tenido admiradores y detractores entre escritores y
críticos. Se le acusa de conservadurismo y de exaltación patriótica de
la superioridad británica. Pero se reconoce también su habilidad para la
recreación de ambientes rurales y urbanos de la primera mitad del siglo
XX de la isla inglesa, su oído para el diálogo, la verosimilitud de las
motivaciones psicológicas de sus asesinos, e incluso su radical
escepticismo respecto de la naturaleza humana: cualquiera puede ser un
asesino, hasta la más apacible dama de un cuidado jardín de rosas de
Kent.
Además de
investigadores ocasionales, como un voluminoso y burocrático detective,
imitación del míster Pond de G. K Chesterton, o una pareja de jóvenes
espías ingleses adiestrados en la Primera Guerra Mundial, inventó dos de
los detectives más famosos del género: Hércules Poirot, belga residente
en Londres, ayudado por un inepto coronel Hastings que homenajea al
Watson de Arthur Conan Doyle, y Miss Marple, una solterona chismosa que
extrae de lo observado en su pueblo natal, St. Mary Mead, el saber
necesario para descubrir, mediante sorprendentes analogías, la autoría
de crímenes misteriosos en las casas de campo o en los hoteles y
balnearios que suele visitar.
Agatha Christie fue también autora teatral de éxito, con obras como La ratonera o Testigo de cargo. La primera, estrenada en 1952, se representó en Londres ininterrumpidamente durante más de veinticinco años; la segunda fue llevada al cine en 1957 en una magnífica versión dirigida por Billy Wilder. Utilizó un seudónimo, Mary Westmaccot, cuando escribió algunas novelas de corte sentimental, sin demasiado éxito. En 1971 fue nombrada Dama del Imperio Británico.