lunes, 26 de diciembre de 2016

26 DE DICIEMBRE DE 1904 NACE:

ALEJO CARPENTIER
(La Habana, 1904 - París, 1980) Novelista, narrador y ensayista cubano con el que culmina la madurez de la narrativa insular del siglo XX, además de ser una de las figuras más destacadas de las letras hispanoamericanas por sus obras barrocas como El siglo de las luces.
Sobre su biografía existen varias lagunas y contradicciones dada la desigual información de la que se dispone. Según el propio autor, nació en La Habana, fruto del matrimonio de un arquitecto francés y una pianista rusa, y se formó en escuelas de Francia, Austria, Bélgica y Rusia. Tras su muerte, sin embargo, se empezó a documentar una muy distinta biografía que situó el nacimiento del autor en Suiza, procedente de una familia humilde que emigró a Cuba instalándose en el pueblo de Alquízar, donde el futuro escritor trabajó como repartidor de leche.

Alejo Carpentier
Lo que sí está fuera de dudas es que Carpentier inició su actividad literaria en simultáneo con la musicología, su otra vocación de toda la vida en la dirección de la revista Carteles, entre 1924 y 1928. Además, colaboró en la fundación de la Revista de Avance, en 1927. En 1928 fue encarcelado bajo la dictadura de G. Machado y a la salida huyó de la isla, hasta que regresó a ella, tras un exilio en París de prácticamente una década. De este período fue su primera obra, Ecué-Yamba-O (publicada en 1933, aunque al parecer la escribió ya en 1927), una novela de temática negra con la que Carpentier inauguró su carrera como escritor.
En 1944 se trasladó a Caracas, donde vivió varios años, dedicándose al periodismo radiofónico y ejerciendo también de profesor universitario y columnista en diarios y revistas, mientras realizaba una interesante difusión de la música contemporánea. Luego de una temporada en Haití, regresó a Cuba tras la Revolución castrista y ocupó varios cargos oficiales hasta que en 1966 fue nombrado embajador en París, donde permaneció hasta sus últimos días.
Su actividad literaria, aunque iniciada en 1933, no tuvo continuidad hasta 1944, año en que vio la luz una compilación de cuentos titulada Viaje a la semilla. Escribió también antes de su siguiente novela un ensayo titulado La música en Cuba (1946). Finalmente, en 1949, apareció uno de sus trabajos literarios más emblemáticos: El reino de este mundo, un ejercicio de excelente rigor histórico, como serán en adelante la mayor parte de sus obras, en el que Carpentier narró un episodio del surgimiento de la república negra de Haití. Precisamente en el prólogo de esta novela, el autor expuso la tesis que definía "lo real maravilloso".
Su definitiva consagración como escritor llegó sin embargo con Los pasos perdidos (1953) novela en la que un musicólogo antillano que reside en Nueva York, casado con una actriz, es enviado a un país sudamericano con el encargo de rescatar y encontrar raros instrumentos.
En el viaje lo acompaña una amante francesa, que parece representar la decadencia europea y a la que el musicólogo abandona por una mujer nativa a través de la cual entra en contacto con la vida de una comunidad indígena, de donde es rescatado y llevado de nuevo a una civilizada ciudad a la que no llega jamás a adaptarse, hasta que regresa a la selva. Un relato abstracto e irreal donde se funden los conocimientos y la inteligencia del autor con las imágenes más profundas de su expresión literaria.
Más tarde llegó El acoso (1956), tras su experiencia en Venezuela, una novela corta de temática entre política y psicológica, donde se refleja fielmente el círculo de represión y violencia de la Cuba anterior a la Revolución, en la década de 1950, aunque no fue una novela documental: en esta obra los episodios se suceden en coincidencia con los cuarenta y seis minutos que dura la interpretación de la Sinfonía Heroica de Beethoven.
Le siguió el volumen Guerra del tiempo (1958), donde el autor reunió tres relatos que suponían otras tantas variaciones sobre el tiempo en una ambientación pretérita: Camino de Santiago, una reedición de Viaje a la semilla y Semejante a la noche. Fueron tres breves incursiones de Carpentier en el mundo de lo fantástico y de la ficción, protagonizadas por la irreversibilidad de lo ocurrido. Posteriormente, regresó a la novela histórica con El siglo de las luces (1962), ambientada en Francia y las Antillas en el período de la Revolución Francesa.
En esta obra narró la peripecia de un personaje llamado Víctor Hugues que llevó a la isla de Guadalupe la ideología de los revolucionarios franceses y también la guillotina. Una novela cautivante que confirmó el poder de convocatoria visual de su autor, en la que presenta personajes y ambientes lejanos en la historia y los acerca al lector atrapándolo en un asombroso tejido verbal.
A esta célebre novela siguió Concierto barroco (1974), una obra breve donde reconstruyó con minucioso detalle y estricto rigor histórico y musicológico, el viaje de un criollo por la Europa dieciochesca, acentuando la funcionalidad de la música en su narrativa, ya que el libro está organizado y estructurado sobre fundamentos musicales, y el mismo año El recurso del método, en la que recrea la imagen del tirano ilustrado, en versión latinoamericana.
Cronológicamente se sitúa luego La consagración de la primavera (1978), novela en la que recreó una historia ambientada en tiempos de la Revolución Cubana y que había anticipado en forma de relato breve en Los convidados de plata (1973). La consagración de la primavera muestra su proceso autorreflexivo acerca de las revoluciones, a lo largo de un período que abarca desde la soviética hasta la castrista, incluyendo los hechos de Playa Girón, y donde además aparecen la Guerra Civil española y los ecos de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, El arpa y la sombra (1979), supuso una visión desmitificadora de Cristóbal Colón a través del relato de una íntima confesión en la que el Almirante, a las puertas de la muerte, decide hacer una especie de inventario de sus hazañas y debilidades.
En su totalidad, la narrativa de Carpentier no se caracterizó por los análisis psicológicos, dada la vastedad de una propuesta que planteaba más bien la diversidad de lo real. No mostró por tanto con excesivo detalle los aspectos de la vida individual, más allá de arquetipos como el Libertador, el Opresor o la Víctima. Su propósito central fue acaso cambiar la perspectiva del lector, trasladarlo hasta un universo más amplio, un cosmos donde la tragedia personal queda adormecida dentro de un conjunto que, aun siendo sencillo, es mucho más vasto y profundo.
Cabe recordar también sus títulos teóricos, tales como Tientos y diferencias (1964), Literatura y conciencia política en América Latina (1969) y Razón de ser (1976), ensayos recogidos en un volumen publicado póstumamente en La Habana, precisamente bajo el título genérico de Ensayos (1984). En 1977 se le concedió el Premio Cervantes.

26 DE DICIEMBRE DE 1891 NACE:

HENRY MILLER
(Nueva York, 1891 - Los Ángeles, 1980) Escritor norteamericano. Henry Miller es sin duda uno de los talentos más destacados de la literatura norteamericana contemporánea y el paradigma del disidente y anarquista pacífico de su tiempo. Toda su obra es autobiográfica y vivencial; de ahí lo profundo de sus convicciones, expresadas en su entrega a la literatura como camino personal irrenunciable. Su naturalidad para tratar temas como el sexo y su denuncia de la hipocresía social en esta materia le valió la admiración de infinidad de lectores de todo el mundo y el tener entre sus adeptos incondicionales a las generaciones de inconformistas de su propio país de las décadas de los años cincuenta y sesenta de la pasada centuria.

Henry Miller
Sus padres eran judíos. Su asistencia, en 1901, al City College sólo dura dos meses: lo abandona para emplearse en una fábrica de cemento. Luego de una serie de viajes por el sur de los Estados Unidos, durante los que se mantiene realizando cualquier tipo de trabajo, regresa a Nueva York en 1914 y se emplea en la sastrería de su padre. En 1923 realiza su primer viaje a Europa con su segunda esposa, June Edith Smith. Pero no es hasta 1930 que Miller decide establecerse en París, donde encontró bastantes temas para sus libros y un ambiente propicio para su vida bohemia y turbulenta.
En 1934 publica Trópico de Cáncer (Tropic of Cancer), obra que será editada simultáneamente en inglés y francés. Los conflictos con la censura mantendrán esta obra inédita en Norteamérica hasta 1961; en esta época, Miller será ungido maestro de la proclamada revolución sexual del momento, pues trataba sin tapujos las situaciones de sexo explícito y mostraba una corrosiva ironía al referirse a los supuestos valores del puritanismo, ya sea en su versión francesa o norteamericana.
Trópico de Cáncer es una crónica sobre la vida del propio autor en París, sus andanzas de artista pobre y mujeriego, en la que se entrelazan una suerte de picaresca de sabor europeo con el irónico humor americano. La novela tiene una estructura poco convencional y está escrita en un lenguaje descarnado y hasta obsceno, pero indudablemente revolucionario y vital; en ella se manifiesta la preocupación de Miller por la búsqueda de identidad y la liberación del individuo de la maraña de mitos sociales que lo apresan.
Su estadía en París significa el comienzo de amistades fundamentales en lo que a su vida y obra se refiere; conoce a Jean Giono, a Anaïs Nin y a Lawrence Durrell, quien compartía con Miller la postura vitalista que enseñaba la práctica y la celebración de lo corporal por encima de todas las adversidades, fórmula que tanto influiría a lo largo de toda su literatura. En 1936 publica el libro de narraciones Primavera negra (Black Spring).
En 1939, junto con Durrell, realiza un viaje por Grecia del que es fruto la novela El Coloso de Maroussi (1941). También en 1939 publica Trópico de Capricornio (Tropic of Capricorn), en la que, al igual que en el anterior Trópico, Miller expone cómo su estancia en París estuvo marcada por una agobiante pobreza. No faltan críticos que sostienen que ambos Trópicos representan, respectivamente, la crónica de una liberación y el cuadro del infierno del cual el escritor escapa. En ambas obras hay la misma ausencia de estructura, el mismo caos verbal, abierta utilización de monólogo interior, ruptura de ritmos, utilización de flashback, extensas catalogaciones a lo Whitman y sobre todo abundantes metáforas e imágenes de raigambre surrealista.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, su obra comienza a obtener cierta difusión, lo cual le permite trasladarse a vivir definitivamente a su entrañable California. Allí escribe Big Sur y las naranjas de Hieronymus Bosch (Big Sur and the Oranges of Hieronymus Bosch, 1957) y termina una obra cuyos apuntes había traído de París: Sexus (1949). Primera pieza de La crucifixión rosada (Plexus, 1953, y Nexus, 1959, son las otras), esta serie retoma la temática autobiográfica y cubre el período que va de 1923 a 1928.
Más relajado, acabados definitivamente sus pleitos con la censura y sin sobresaltos económicos, Miller se dedica a la pintura con gran intensidad. Publica sus cartas con Anaïs Nin y continúa explotando su propio pasado en Mi vida y yo.
Lo que se expresa en las obras de Henry Miller es una filosofía de la vida absolutamente transgresora, irreverente para con los clichés morales y estéticos de nuestra sociedad. La literatura de Miller es refractaria a cualquier credo específico; aboga por una especie de sincretismo estético y filosófico entre Occidente y Oriente. De ahí su enfático interés por la astrología, la teosofía, el ocultismo, el hinduismo y sobre todo el budismo. Miller es uno de los más claros ejemplos de literatura hecha de desesperación, de amor a todo sin cortapisas, de fe en el lenguaje como lugar de conocimiento. Herederos de su forma de entender la existencia fueron beatniks y hippies.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...