miércoles, 29 de julio de 2020

ROBERTO FONTANARROSA UNA NOTICIA QUE SORPRENDE

ROBERTO FONTANARROSA
UNA NOTICIA QUE SORPRENDE
Dañaron el mural de Roberto Fontanarrosa - Infobae
La noticia, cuando menos, sorprende. En Paraná, provincia de Entre Ríos, una mujer, tras treinta años de matrimonio, des­cubrió que su marido era ciego.
¿Cómo podemos interpretar la conducta de esta señora, pre­gunto yo, cómo podemos interpretarla? Porque no estamos di­ciendo que ella descubrió que su marido no tenía visión, diga­mos, para los negocios, o no tenía visión para las grandes empresas, no. Ella descubrió, tras treinta años de matrimonio, que su marido no tenía visión en los ojos, que no veía nada, que era completamente ciego.
Se le preguntó a esta señora, le preguntaron los periodistas cuando la insólita noticia tuvo difusión, cómo era posible que no se hubiese dado cuenta antes. Y ella dijo: "Mi esposo tiene tantas falencias, tantas falencias tiene mi marido que, ésa, la de la ceguera, pasaba desapercibida".
Entonces usted, yo, nosotros, todos, nos preguntamos... ¿No notó doña Asunta -porque así se llama la mujer en cues­tión- durante una convivencia de tres décadas, que su mari­do no veía? Ella se defendió diciendo que sí, que lo había notado. Que a veces observaba a su marido vacilante, al parecer indeciso. Pero como su marido lo era siempre para tomar de­terminaciones, para resolver qué ropa ponerse o incluso para decidir qué deseaba comer, a ella aquello no le pareció sorprendente.
Paso a leerles, ahora, algunos párrafos de las declaraciones de esta señora de Paraná a diarios de Buenos Aires que acu­dieron a entrevistarla.
"Yo notaba que mi José leía poco, es cierto, pero yo tampo­co soy una intelectual. Puedo leer alguna revista vieja, algún diario o las efemérides de los calendarios, pero no es la lectura una cosa que hagamos muy a menudo en mi casa."
Vamos percibiendo, entonces, mis amigas -y algunos ami­gos que advierto por allí, especialmente en las filas del fondo-, cómo esta anécdota francamente extraña que traigo hoy a co­lación se entronca, se contacta, se enclava -en el tema de mi charla "La incomunicación en la pareja moderna". Y surge la pregunta, la curiosidad, la requisitoria... ¿Quién es más ciego en este caso? ¿El marido de la señora Asunta -José- con su fal­ta de visión congénita o la misma señora Asunta, que no supo, o no pudo, o no quiso, enterarse de la anomalía de su esposo?
Veamos este otro dato, francamente notable, que nos entre­ga la prensa: "La señora Asunta -remarca el diario 'El Impre­so' de Nogoyá- no sospechó ni siquiera cuando su marido, pa­ra empezar a concurrir a un gimnasio de la zona, le solicitó la compañía de un perro".
Acá hay una situación concreta. Este hombre austero, poco comunicativo, parco, acostumbrado a no pedir demasiadas co­sas, rompe por fin con su austeridad y solicita algo: un animal, un perro. Recordemos que José, el marido, no trabajaba. Esta­ba ya jubilado de su oficio de relojero, que había ejercido du­rante cuarenta años ayudado solamente por su sentido del tac­to. Y era Asunta la que salía para hacer las compras, pagar los impuestos y visitar a su familia.
"Debo reconocer -dice la señora en este otro recorte de dia­rio- que no me cayó muy bien el pedido de mi esposo. Era co­mo decirme que no le alcanzaba con mi compañía. Era intro­ducir entre nosotros dos, que siempre habíamos vivido solos, que no habíamos querido tener hijos para no dispersar nuestro cariño y que, además, vivimos con un presupuesto muy ajustado, un elemento nuevo, desconocido, costoso y, además, no humano, porque se trataba de un animal."
Es clásica esta situación, queridos amigos: la de la pareja cerrada, simbiótica, en la que no se sabe dónde termina uno de los componentes y dónde comienza el otro. Como también es clásica en estos casos la aparición del temor a que un elemento externo, como el perro, altere la relación. He hablado de esto en mi charla anterior, "La interferencia de Perico", donde toqué el caso de esa pareja venezolana madura que ve destruida toda su intimidad tras la compra de un loro. Recordarán quienes con­currieron a este mismo auditorio a fines de enero que el loro co­menzó a memorizar cortas frases que escuchaba de labios del esposo las pocas veces en que éste estaba solo, y las repetía lue­go frente a la esposa cuando ella llegaba.
Ahora repito yo como un loro, y perdonen el mal chiste, que la pareja de Asunta y José era una pareja simbiótica. Simbió­tica al punto que él suele usar polleras de ella y que ella luce en estas fotografías una sombra de bigote, un bozo, como se de­cía antes, una pelusa grisácea sobre el labio superior. En el marido puede disculparse la confusión, dado que no nos resul­ta difícil imaginarlo tanteando dentro del ropero en busca de su vestuario y sacando al azar una prenda cualquiera. Incluso el tacto más adiestrado puede confundir un cuello de piel de nutria con una corbata de fieltro. O, prestemos atención, un cuello de piel de nutria con un perro lazarillo vivo y coleando.
¿Qué respondía la señora Asunta ante esta particular for­ma de vestirse de su marido? "Mi José sale poco -declara acá-y no era raro que se paseara por el patio con un batón que era de mi madre. Un batón muy lindo, marroncito con pintitas blancas. Por eso tampoco me resultaba demasiado raro verlo en polleras."
"¿No pensó que su marido podía tener tendencias un tanto raras?", -le pregunta el periodista, que trabajaba, sin duda, pa­ra un medio con tendencia al escándalo. "No me pregunte esas cosas", responde ella. Vemos la negativa, el rechazo, el temor ante la intromisión ajena en una pareja blindada. El marido de Asunta entonces solicita un perro, pero no un perro común y silvestre sino un perro lazarillo, un perro adiestrado para conducir no videntes.
Asunta está ajena al mundo animal. Piensa que un perro lazarillo es de una raza determinada, como los perros labrado­res o los perros ovejeros. Y no lo compra sin antes preguntarle a su esposo: "¿Quién habrá de cuidarlo, quién lo sacará a pa­sear, quién limpiará todo lo que ensucie?". "Él me sacará a pa­sear", fue la contestación de José. Y ella no entendió el sentido de la respuesta. Como, al parecer, no entendía un montón de otras cosas.
"Me preguntaba —cuentan que decía doña Asunta— por qué mi marido usaba lentes negros durante la noche, cuando no hay sol ni tanta luz desde los focos de cuarzo de la avenida." Y él tampoco le explicaba nada, le decía que era moda, que esos lentes se los había regalado su padre, que se sentía desnudo sin ellos. Adviertan ustedes la situación. Cómo se va notando que, paso a paso, se debía hacer más evidente ante los ojos de Asunta la condición lamentable de su marido, pero ella se ne­gaba a verla. ¡Ella, que sí podía ver!
Al parecer, en los últimos tiempos, José comenzó a animar­se a salir a la calle conducido por su perro. Ya la simbiosis de la cual les hablaba se iba tornando más y más aguda. Mientras José se vestía casi íntegramente de mujer, Asunta dejaba cre­cer su bigote enormemente, lucía pantalones e incluso cubría el pelo corto de su cabeza con un sombrero de fieltro de su ma­rido, el clásico funyi. Y poco ayudaba a José usar tacones altos, que elegía, uno supone, aturdido por su falta de visión. Se torcía los tobillos, cayendo con facilidad de bruces sobre el animal, que más de una vez lo mordió, ya que era un perro cualquiera, sin adiestramiento alguno. La señora Asunta luego reconoció que no había conseguido uno de esos lazarillos en el negocio del barrio que vendía mascotas y le compró un dálmata ya crecido, segura de que su marido no iba a protestar porque casi siempre se conformaba con todo lo que ella le com­praba. Oigan lo que dice Asunta en esta parte del reportaje: "Una vez le compré a mi José una bufanda verde cuando él me había pedido una gris. Pero la aceptó tranquilamente y sin protestar. Él es así. Se adapta a todo".
En muchas ocasiones José volvió a su casa golpeado y tu­mefacto, ya que el dálmata lo hacía caer y lo arrastraba por la vereda varias cuadras. Pero ese hombre siempre se negó a que lo ayudaran a levantarse porque era muy orgulloso. De un or­gullo casi lindante con la tontería, según un vecino. "No acep­taba ni que le prestaran una taza de azúcar -declara este mis­mo vecino—. Prefería tomar el café amargo antes que pedirnos azúcar a nosotros."
Podrán apreciar ustedes que Asunta y José nunca quisie­ron, pudieron o se atrevieron a hablar de sus problemas más íntimos, a preguntarse cuáles eran sus temores, sus limitacio­nes, sus problemas. "Éramos la clásica pareja de otros tiempos —contó doña Asunta a un programa de televisión por cable-, concertada por nuestros padres. A mí me habían dicho que mi José era un buen partido, y a él le habían dicho que yo era una chica atractiva."
¿Y cómo termina esta historia, mis amigas, que nos deja tantas enseñanzas y sobre la cual cada una de ustedes, cada uno de ustedes, reflexionará largamente en sus casas? Asunta des­cubre la ceguera de su marido. ¿Y cómo la descubre? Muy sim­ple... Un día le pide que le alcance el salero y él le alcanza un si­fón de soda. Un gesto simple, chiquito, doméstico, pero que, al parecer, rebalsa el vaso. Tal vez por la presión misma del sifón. "José, vos sos ciego", le dice Asunta. Y José no puede menos que aceptar esa realidad tan dura.
Amigas, amigos, atrevámonos a mirar de frente nuestra realidad, observemos un poco más detenidamente a la persona que tenemos más cerca. Usted, señora, usted, señor, gire su ca­beza y contemple al semejante que está sentado en la butaca, a su lado, estudie esos rasgos, esa mirada y aprenderá a comprender un poco mejor las cosas de la vida. Aunque cueste, aun­que duela, aunque espante. Es sólo una aventura en busca de la verdad.
La dura verdad que encontró un día la señora Asunta, a quien su marido abandonó tres días después del descubrimien­to de su ceguera. Leamos las palabras de la desolada señora ante el abandono, tanto de su marido como del perro dálmata, al pie de la foto donde se la ve fumando, con el pelo cortito, el bigote ya cano y luciendo una corbata a lunares grandes.
"Mi José es muy orgulloso -dice ella- y no podía soportar la idea de que yo permaneciera al lado de él sólo por lástima, por piedad, o por darme pena. Todavía me parece verlo, yéndose de casa, con la capelina que era de mi tía Fina y ese trajecito sas­tre que a mí me quedaba muy bien y que, ya al final, él usaba tanto que ni me importaba que se lo llevara."
Reflexionemos, mis amigas, mis amigos, sobre este caso de una pareja tan simbiótica que él era ciego y ella no veía. Y nos encontraremos en mi próxima charla de fines de junio, en esta misma sala, con el tema "La comida casera tras la caída del Muro".

martes, 28 de julio de 2020

28 DE JULIO DE 1927 NACE: DAVID VIÑAS

28 DE JULIO DE 1927 NACE:
DAVID VIÑAS

(Buenos Aires, 1929) Escritor argentino. Su obra narrativa, de corte realista y trasfondo político, aborda las principales escabrosidades de la Argentina actual: el enfrentamiento entre las clases y la represión cultural ejercida por los regímenes totalitarios. De ella destacan Los dueños de la Tierra (1958); Dar la cara (1963); Hombres de a caballo (1968) y Cuerpo a cuerpo (1979). Como ensayista ha publicado La literatura argentina de Sarmiento a Cortázar (1967) y Anarquistas en América Latina (1984).

domingo, 26 de julio de 2020

26 DE JULIO DE 1942 MUERE : ROBERTO ARLT

26 DE JULIO DE 1942 MUERE : 

ROBERTO ARLT

(Buenos Aires, 1900 - 1942) Escritor y periodista argentino, una de las figuras más singulares de la literatura rioplatense. Autodidacta, lector de Nietzsche y de la gran narrativa rusa (Dostoievski, Gorki) y vinculado a principios de la década del veinte con el progresista y didáctico Grupo de Boedo, se le considera el introductor de la novela moderna en su país, aunque su reconocimiento no le llegó hasta los años cincuenta.
El Grupo de Boedo tomó su nombre de una calle de los suburbios proletarios de Buenos Aires. En oposición a las tendencias estéticas más formales del Grupo de la Florida, en el cual desempeñaron un papel determinante primero Ricardo Güiraldes y después Jorge Luis Borges, el Grupo de Boedo constituía una corriente literaria comprometida en la crítica de la sociedad, siendo decisiva para su concepción artística la influencia de Dostoievski, tanto en la elección de los temas como en la visión del mundo, sobre todo en la concepción del destino del hombre.
Biografía
Roberto Arlt se crió en una humilde familia de inmigrantes: su padre era alemán y su madre, una triestina imaginativa y sensible, le recitaba versos de Dante y de Torquato Tasso. Abandonó su hogar cuando era un adolescente a causa de disputas con su padre. Cursó estudios elementales, pero frecuentó las bibliotecas de barrio, donde se inició desordenadamente en la lectura de Rudyard Kipling, Emilio Salgari, Julio Verne, R. L. Stevenson y Joseph Conrad, entre otros, a la vez que desempeñaba diversos oficios: dependiente de librería, aprendiz de hojalatero, mecánico y vendedor de artículos varios.
Ya casado se trasladó a Córdoba, pero el fracaso en su intento de mejorar la situación económica le obligó a regresar con su familia a Buenos Aires: traía consigo el manuscrito de El juguete rabioso. En la capital trabajó como periodista e inventor. En la Revista Popular publicó su primer cuento, Jehová, al que le siguió un ensayo, Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires. Luego colaboró en Patria, periódico nacionalista de derechas, pero dos años después pasó a publicaciones de signo opuesto como Extrema Izquierda y Última Hora. Tras varios intentos logró publicar en la revista Proa dos capítulos de su novela El juguete rabioso (1926), que llegaría a considerarse un hito en la literatura argentina.
El periodismo fue, para Arlt, el medio principal de subsistencia. En 1927 ya era cronista policial en Crítica y un año después pasó a ser redactor del diario El Mundo. Allí aparecieron sus cuentos El jorobadito y Pequeños propietarios. Su columna Aguafuertes porteñas (1933), en la que arrojaba una mirada incisiva sobre la ciudad y sus habitantes, le dio gran popularidad: eran textos llenos de ironía y mordacidad, retratos de tipos y caracteres propios de la sociedad porteña. Dio a conocer artículos, cuentos y adelantos de novelas desde las páginas de las revistas Claridad, El Hogar, Azul y Bandera Roja. Resultado de su labor como corresponsal en Europa y África son Aguafuertes españolas (1936) y El criador de gorilas (1941), cuentos de tema "oriental".
Para muchos su obra más acabada es Los siete locos (1929), una inquietante novela sobre la impotencia del hombre frente a la sociedad que lo oprime y lo condena a traicionar sus ideales. La novelística de Arlt incluye también Los lanzallamas (1931) y El amor brujo (1932). La colección de cuentos El jorobadito (1933) reitera la temática de sus novelas: la angustia, la humillación y la hipocresía de la sociedad burguesa.
Arlt protagonizó un intento de renovación del teatro argentino a través de Trescientos millones (1932), a la que siguieron otras siete piezas dramáticas, Piedra de fuego (1932), Saverio el cruel, El fabricante de fantasmas (1936), La isla desierta (1937), África (1938), La fiesta del hierro (1940) y El desierto entra a la ciudad (1941), presentadas casi todas en el Teatro del Pueblo que dirigía Leónidas Barletta.
Aunque conoció el éxito y fue leído masivamente, los sectores académicos criticaban sus incorrecciones sintácticas. A finales de los años cincuenta su obra comenzó a ser reivindicada como uno de los mayores logros de la literatura argentina. El estilo arltliano se caracteriza por frases cortadas o desestructuradas y por la incorporación de jergas y barbarismos. Su obra refleja la frustración de las clases populares urbanas durante la crisis que culminó en 1930: sus personajes son a menudo marginados que atraviesan situaciones límite; el mundo cotidiano de la gran ciudad aparece vinculado con un universo enrarecido, sórdido y hasta fantástico.
La obra narrativa de Roberto Arlt
A Arlt nunca le interesó mantenerse dentro del "buen gusto", ni se privó de utilizar ninguna herramienta al alcance de su escritura que fuera eficaz para retratar la realidad de un modo descarnado; por ello algunos de sus libros causaron revuelo y escándalo. La "desprolijidad" de su escritura, los "errores ortográficos" que se le imputaban, quedan reducidos a meros detalles anecdóticos a la hora de evaluar una obra que ocupa un lugar esencial dentro de la literatura argentina del siglo XX, justamente por la fuerza de un estilo y de unos argumentos ajenos a toda voluntad estetizante, característicos de otras corrientes dominantes en la literatura nacional. En el prólogo a Los lanzallamas (que suele ser considerado como una manifestación esencial y definitiva de sus ideas en torno a la labor literaria), Roberto Arlt defiende su papel de creador frente al establishment, al tiempo que critica con dureza el sistema de reconocimiento y promoción cultural de la época.
La obra de Arlt ha sido vista como un espacio de confluencia de los discursos más significativos de su tiempo: desde las utopías socialistas y anarquistas de las primeras décadas del siglo XX a la subsiguiente irrupción de los proyectos totalitarios (especialmente, el nazismo y el fascismo), así como un amplio repertorio de saberes vinculados a las ciencias ocultas. En su novela Los siete locos, este último aspecto se evidencia con mayor contundencia, a través de los sueños y las fantasías que encarnan en sus personajes y que se vinculan con toda una iconografía ocultista.
En la casi totalidad de sus obras, el autor presenta unos personajes (las más de las veces desclasados, marginales, humillados) que se enfrentan, en notoria situación de desventaja, con las perversas leyes de la sociedad burguesa. El robo, la traición o la decepción constituyen las preocupaciones temáticas en torno a las cuales gira el destino de los personajes de Arlt. Arlt retrató con exasperado realismo a la pequeña burguesía porteña, a emigrantes sin raíces y seres que bordeaban la marginación. Su primera novela, El juguete rabioso (1926), con abundantes elementos de inspiración autobiográfica, relata la difícil iniciación en la vida de Silvio Astier, un adolescente soñador de origen humilde cuyos fracasos le impulsan a una afirmación por la rebeldía y la delincuencia.
A esta obra siguió el díptico narrativo formado por Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931). Si en su primera novela se daba todavía algo parecido a una estructura y la escritura se sometía a ciertas convenciones literarias, en estas dos nuevas novelas el autor actúa con total libertad (en ocasiones, por ejemplo, no se sabe quién narra) y logra dar el adecuado tono de pesadilla que conviene a su asunto. Un antihéroe, Erdosain, acusado de desfalco y abandonado por su esposa, se asocia con el Astrólogo, insólito personaje que controla el inframundo social y que urde una conspiración para terminar con la sociedad capitalista y salvar a la humanidad. El reto a la sociedad fracasa y, atrapados en la falacia de una revolución irrealizable, los personajes quedan perdidos en su soledad y mueren o desaparecen.
El teatro
Arlt renovó con originalidad el teatro en su país. Se inició en la escena en 1932 con Trescientos millones, "obra en un prólogo y tres actos", a la que le seguirían otras siete piezas dramáticas. Trescientos millones trata de una criada, seducida por el hijo de la casa, cuya triste existencia es sólo soportable gracias a los personajes del folletín y de cuentos de hadas que pueblan su mente. La mezcla de imaginación y realidad se percibe también en El fabricante de fantasmas (1936), sobre un dramaturgo que asesina a su esposa y reproduce el crimen en sus obras hasta ejecutar al fin la sentencia en sí mismo. En Saverio el Cruel (1936), la fantasía degenera en locura y muerte porque los personajes no logran hacer coincidir sus respectivas ensoñaciones.
El conjunto de la obra dramática de Arlt se caracteriza por su esencia fantástica y farsesca, aunque con desenlaces trágicos. Por otra parte, y al igual que en su narrativa, es siempre visible un trasfondo de crítica social. Sus personajes encarnan la proyección de deseos, vivencias, frustraciones, escrúpulos de conciencia o remordimientos, dentro de una estética que aproxima a las obras teatrales de Arlt a tendencias tales como el "teatro dentro del teatro", el "teatro del espejo" y el teatro grotesco.
Si en su narrativa la angustia aparece como motivación recurrente, en el teatro de Arlt el equivalente sería el "soñar despierto". Pero estos sueños se enfrentan con la dura realidad y se desvanecen bruscamente. De ahí que uno de los soportes que más predomina en su propuesta teatral sea el del imprevisto, que irrumpe en mitad del sueño reinstalando violentamente al personaje en la realidad. Estas obras, escritas durante los diez últimos años de la vida de su autor, fueron estrenadas en algunos casos de manera póstuma y muy representadas durante las décadas siguientes.

viernes, 24 de julio de 2020

WALT WHITMAN NO TE DETENGAS

WALT WHITMAN 
NO TE DETENGAS
Poema de Walt Whitman: No te detengas
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,

sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima,

24 DE JULIO DE 1895 NACE : ROBERT GRAVES

24 DE JULIO DE 1895 NACE :

ROBERT GRAVES
Robert Graves, el poeta que se convirtió en novelista
(Londres, 1895 - Deià, 1985) Poeta, ensayista y novelista inglés que combinó la ironía, el intelecto y el clasicismo, muy conocido por sus novelas de corte histórico. Su padre, Alfred Perceval Graves, fue una destacada figura del movimiento literario irlandés. Durante la Primera Guerra Mundial, Robert Graves sirvió en Francia con los "Royal Welch Fusiliers". Precisamente el día que cumplía veintiún años es herido por la esquirla de una granada y es dado por muerto. Esa experiencia, que resulta suficiente para incorporarlo al grupo de poetas denominado por algunos críticos como "Los poetas de la guerra del 14", junto a Wilfred Owen y David Jones, es la que define ese sentimiento y esa aspereza de sus primeros poemas recogidos en Over the Brazier (1916) y Fairies and Fusiliers (1917).
En 1926 fue nombrado profesor de literatura inglesa de la Egyptian University. En 1930 se traslada a Mallorca donde junto con la poetisa y novelista, especializada en temas helenísticos, Laura Riding, funda y dirige la Seizin Press. Retorna a Inglaterra durante la guerra civil española para, una vez finalizada ésta, instalarse definitivamente hasta su muerte en la isla balear.
En 1939 publica su primera colección completa de poesías, Collected Poems. Como poeta Graves siempre participó en las antologías de Georgian Poetry. La popular sencillez de sus primeros poemas irá derivando, con la influencia de Empson y Eliot y la incorporación de las doctrinas de Freud, la metafísica y la psicología, hacia un lenguaje más hermético e introspectivo.
Sin embargo, en sus posteriores colecciones como Poems (1946), Poems and Satires (1951) y Poems (1953) se muestra menos intelectual y agrio y su actitud ante la vida se hace más objetiva, de mayor aceptación y generosidad. En esta línea están orientados Collected poems (1965) y los más recientes, Poems 1965-1968 (1968) y Poems (1970), breves y mezclados de desilusión y rejuvenecimiento.
Graves destacó también el campo del ensayo y la novela histórica. Como ensayista ya es un clásico su estudio La diosa blanca (1948), tratado de mitología literaria donde Graves rastrea la relación existente entre la luna y la creación poética; este texto está a la altura de La rama dorada, de R. Frazer. Dentro de la misma modalidad ensayística está su polémico como monumental Los mitos griegos(1955). Tampoco hay que olvidar su labor como traductor, dentro de la cual es obligado mencionar sus memorables traducciones de El asno de oro, de Apuleyo, La Farsalia, de Lucano y Los doce Césares, de Suetonio.
Debe resaltarse su faceta de autor de novelas históricas. Graves se dedicó a este tipo de novelas porque tenía que mantener a su familia y no podía hacerlo con sus obras en verso. En Yo, Claudio (I, Claudius) y Claudio el dios, ambas de 1934, Graves hace un retrato, bajo una visión muy particular, del primer período del Imperio Romano, desde el punto de vista narrativo de Claudio. En ambas se describe el ambiente de brutalidad, lujuria, violencia, superstición y arbitrariedad de la Roma del siglo I; esta descripción se hace con una voluntad desmitificadora y crítica, como ocurre en general en todas las obras de este tipo que Graves aborda.

Robert Graves True Story: The Laureate – Flux Magazine
Le siguen después, El conde Belisario (1938), La mujer de Milton, La historia de Marie Powel (1943), El Rey Jesús (1946), La hija de Homero (1955), Últimas aventuras del sargento Lamb (1941), El sello que naufragó (1960), El vellocino de oro (1945), Las islas de la imprudencia (1952) y El grito (The Shout and Other Stories, 1963). Sus novelas históricas pueden considerarse como reconstrucciones-interpretaciones de sobrio estilo, generalmente adoptando un punto de vista contemporáneo y demostrando, al lado de su fidelidad historiográfica, una gran capacidad para indagar en la psicología de los personajes. Por último hay que mencionar su relevante narración autobiográfica Adiós a todo eso (1929), en la que Graves barrunta el cambio que se operaba en la civilización occidental.

jueves, 23 de julio de 2020

23 DE JULIO DE 1919 NACE : HÉCTOR GERMÁN OESTERHELD

23 DE JULIO DE 1919 NACE :
HÉCTOR GERMÁN OESTERHELD

(Buenos Aires, 1919 - hacia 1977)
Guionista de cómics argentino. Con dibujos de Francisco Solano y Alberto Breccia creó El Eternauta, obra cumbre del cómic latinoamericano que continúa reeditándose en varios idiomas y cuenta con miles de seguidores en América y Europa.

Licenciado en geología, Oesterheld comenzó a escribir guiones y relatos de aventuras para historietas a partir de 1950. Se dio a conocer con Alan y Crazy y después popularizó decenas de personajes como Ray Kitt (1951), Bull Rocket (1952), El Sargento Kirk (1952), Tarpón (1953), Uma-Uma(1953), Dragón Blanco (1955), Scout River (1956), Ticonderonga (1957), Ernie Pike (1957), Joe Zonda (1958), Mort Cinder (1962), Artemio (1970) y Argón el Justiciero (1970), entre otros.
Fundó la editorial Frontera y editó los magazines Hora Cero Mensual y Frontera Mensual, pero fue sin duda El Eternauta, su obra maestra, el guión que convirtió al escritor en referente obligado del cómic argentino. La historieta comenzó a publicarse en 1957 con dibujos de Francisco Solano López. Después el autor modificó algunos detalles del guión y, con los trazos de Breccia, El Eternautaapareció en la revista Gente. Tras un periodo de interrupción por problemas editoriales, la serie reapareció en la década de los setenta en la publicación Skorpio y, nuevamente, con Solano como dibujante.
Comprometido con los ideales democráticos y la lucha contra los regímenes dictatoriales, Oesterheld simpatizó con el movimiento montonero y fue uno de los miembros destacados de la intelectualidad argentina enfrentada al Gobierno militar. Escondido durante meses para huir de los hombres de Videla, el 27 de abril de 1977 fue secuestrado en La Plata por la policía militar. Se cree que después fue trasladado a los centros de detención del Campo de Mayo y La Tablada, donde fue torturado y, finalmente, fusilado en algún lugar de la localidad de Mercedes.
Bajo la dictadura argentina, que se cobró la vida de más de 30.000 personas, la viuda de Oesterheld, Elsa Sánchez Beis, perdió a toda su familia. Su marido, sus cuatro hijas (Estela, Marina, Diana y Beatriz), sus dos yernos (esposos de Diana y Estela) y sus dos nietos (los bebés que esperaban Diana y Marina) desaparecieron sin dejar ningún rastro. De los nueve, sólo pudo recuperar y enterrar el cadáver de Beatriz.



miércoles, 22 de julio de 2020

CAROLINE ELIZABETH SARAH NORTON EL AMOR NO

CAROLINE ELIZABETH SARAH NORTON
EL AMOR NO
¡El Amor no! ¡Escuchen, desgraciados hijos del barro!
La corona alegre de la esperanza se teje con flores terrenales,
Cosas que se hacen para decaer y desaparecer,
Aunque hayan florecido por unas breves horas.
El Amor no.

¡El Amor no! Aquello que amas bien puede cambiar:
Los rosados labios pueden dejar de regalarte sonrisas,
El deseo de sus ojos puede convertirse en una mirada fría,
El corazón aún palpita, sin ser verdadero.
El Amor no.

¡El Amor no! Aquello que amas bien puede morir,
Tal vez se desvanezca en la tierra de la felicidad,
En las estrellas silenciosas, el azul y sonriente cielo
Brilla sobre su tumba, como sobre su nacimiento.
Sobre el Amor no.

¡El Amor no! Una vanidosa advertencia pronunció
Que en estas horas, como en los años que han pasado,
El enamorado dibuja un halo sobre el rostro amado,
Impecable, inmortal, hasta que cambie o muera.
El Amor no.

22 DE JULIO DE 1990 MUERE MANUEL PUIG

22 DE JULIO DE 1990 MUERE 

MANUEL PUIG

(General Villegas, 1932 - Cuernavaca, 1990) Novelista argentino que a través de su afición por el cine y el uso paródico del habla coloquial creó una singular obra literaria. Fascinado por el séptimo arte, su industria y sus estrellas preferidas (Greta Garbo, Marlene Dietrich y Rita Hayworth), se vinculó en Buenos Aires a las vanguardias artísticas; marchó a Italia a estudiar cine y luego a Nueva York, donde amplió sus conocimientos.


Su infancia transcurrió en el aislamiento de la pampa bonaerense. En 1951, una beca le permitió estudiar cinematografía en Roma (asistió a unos cursos de Cesare Zavattini) y trabajó luego en varios films como ayudante de dirección. La influencia del cine sobre su narrativa no es sólo de orden técnico, sino también social y ambiguamente temático, y configura su mensaje en la medida en que, al igual que el serial radiofónico, sirve al autor como marco y modelo que encuadran sentimentalmente la cursilería de la pequeña clase media. Dos rasgos merecen añadirse: el original enfoque del autor, que es implacablemente objetivo y de un humor ambiguo, y su predilección por personajes femeninos.

La propia actriz consintió en que utilizase su nombre en la novela La traición de Rita Hayworth (1968), que relata la iniciación amorosa de un adolescente a través de escenas de comedia rosa de Hollywood. Se trata de una evocación de su infancia pueblerina que resultó finalista en España del premio Biblioteca Breve. El periódico francés Le Monde la proclamó una de las mejores novelas del bienio 1968-1969. La estructura de la obra se basa en la superposición de distintos recursos que ponen de manifiesto las fantasías y alienaciones de los personajes.

Manuel Puig regresó a Buenos Aires, donde publicó Boquitas pintadas (1969), de la que afirmó era un folletín con el cual, sin renunciar a los experimentos estilísticos iniciados en su primera novela, intentaba una nueva forma de literatura popular; esta obra resultó, igualmente, un éxito de público, pero dividió la opinión de los críticos. Su tercera novela, The Buenos Aires Affair (1973) encuentra su marco apropiado en el género policial pero, a su vez, cada capítulo se halla precedido por una cita cinematográfica. Fue secuestrada en Argentina y obligó a Puig a exiliarse, primero en Brasil y después en México.


En El beso de la mujer araña, que fue llevada al cine y adaptada al teatro, abordó los temas del compromiso político y la homosexualidad. La obra transcurre en la cárcel, donde un homosexual refiere casi sin cesar a un preso político argumentos de películas clásicas con cuyas heroínas se identifica plenamente. A continuación publicó Pubis angelical (1979), que relata dos historias paralelas: una imaginaria, situada en los años treinta primero en Europa y luego en Hollywood, y real la segunda, protagonizada por una mujer enferma en una clínica.

Le siguieron Maldición eterna a quien lea estas páginas (1980), Sangre de amor correspondido (1982) y Cae la noche tropical (1988), una pieza teatral (Bajo un manto de estrellas, 1983) y dos guiones cinematográficos, La cara del villano y Recuerdo de Tijuana (ambos de 1985). Murió por falta de atención médica adecuada y dejó inconclusa su novela Humedad relativa: 95%. Su obra es uno de los experimentos mejor logrados de acercar la cultura popular a la literatura.

martes, 21 de julio de 2020

IDEA VILLARIÑO CALLARSE

IDEA VILLARIÑO 
CALLARSE
Ya no será ya no. Un perfil de Idea Vilariño | Una antología poética
Estoy temblando 
está temblando el árbol desnudo y en espejos
cantando
y cantando está la luna
riendo
sin silencios
la lírica y romántica
flauta y en cielo en hoz
por vez primera
se abren su luz cereza y el estiércol.

No se pueden quejar ni las mañanas
ni el ardiente sopor que por lo estéril
no canto más no canto
ni puedo deshacer en primavera
ni negarla y beber
ni matar sin querer
ni andar a tientas
ya que el aire está duro
y hay monedas locuras
esperando
la marca del el agua
en desazón riendo
riéndose riendo.

Ah si encono si entonces
ya no quiero
ya no pude se pasa nunca alcanza
una ola se vaga la marea
se desconcierta así
y el sol no existe aquí más que en palabras
Pero en cambio en el cielo
caben muchas pero muchas. A veces
se molestan se muerden
en los labios. 

GERLILIBROS-GERLILIBROS-GERLILIBROS

domingo, 19 de julio de 2020

JUAN RULFO MACARIO

JUAN RULFO
MACARIO
Macario (Cuento de Juan Rulfo) Radio Zacatecas - YouTube
Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que amaneció. Mi madrina también dice eso: que la gritería de las ranas le espantó el sueño. Y ahora ella bien quisiera dormir. Por eso me mandó a que me sentara aquí, junto a la alcantarilla, y me pusiera con una tabla en la mano para que cuanta rana saliera a pegar de brincos afuera, la apalcuachara a tablazos… Las ranas son verdes de todo a todo, menos en la panza. Los sapos son negros. También los ojos de mi madrina son negros. Las ranas son buenas para hacer de comer con ellas. Los sapos no se comen; pero yo me los he comido también, aunque no se coman, y saben igual que las ranas. Felipa es la que dice que es malo comer sapos. Felipa tiene los ojos verdes como los ojos de los gatos. Ella es la que me da de comer en la cocina cada vez que me toca comer. Ella no quiere que yo perjudique a las ranas. Pero, a todo esto, es mi madrina la que me manda a hacer las cosas… Yo quiero más a Felipa que a mi madrina. Pero es mi madrina la que saca el dinero de su bolsa para que Felipa compre todo lo de la comedera. Felipa sólo se está en la cocina arreglando la comida de los tres. No hace otra cosa desde que yo la conozco. Lo de lavar los trastes a mí me toca. Lo de acarrear leña para prender el fogón también a mí me toca. Luego es mi madrina la que nos reparte la comida. Después de comer ella, hace con sus manos dos montoncitos, uno para Felipa y otro para mí. Pero a veces Felipa no tiene ganas de comer y entonces son para mí los dos montoncitos. Por eso quiero yo a Felipa, porque yo siempre tengo hambre y no me lleno nunca, ni aun comiéndome la comida de ella. Aunque digan que uno se llena comiendo, yo sé bien que no me lleno por más que coma todo lo que me den. Y Felipa también sabe eso… Dicen en la calle que yo estoy loco porque jamás se me acaba el hambre. Mi madrina ha oído que eso dicen. Yo no lo he oído. Mi madrina no me deja salir solo a la calle. Cuando me saca a dar la vuelta es para llevarme a la iglesia a oír misa. Allí me acomoda cerquita de ella y me amarra las manos con las barbas de su rebozo. Yo no sé por qué me amarra mis manos; pero dice que porque dizque luego hago locuras. Un día inventaron que yo andaba ahorcando a alguien; que le apreté el pescuezo a una señora nada más por nomás. Yo no me acuerdo. Pero, a todo esto, es mi madrina la que dice lo que yo hago y ella nunca anda con mentiras. Cuando me llama a comer, es para darme mi parte de comida, y no como otra gente que me invitaba a comer con ellos y luego que me les acercaba me apedreaban hasta hacerme correr sin comida ni nada. No, mi madrina me trata bien. Por eso estoy contento en su casa. Además, aquí vive Felipa. Felipa es muy buena conmigo. Por eso la quiero… La leche de Felipa es dulce como las flores del obelisco. Yo he bebido leche de chiva y también de puerca recién parida; pero no, no es igual de buena que la leche de Felipa… Ahora ya hace mucho tiempo que no me da a chupar de los bultos esos que ella tiene donde tenemos solamente las costillas, y de donde le sale, sabiendo sacarla, una leche mejor que la que nos da mi madrina en el almuerzo de los domingos… Felipa antes iba todas las noches al cuarto donde yo duermo, y se arrimaba conmigo, acostándose encima de mí o echándose a un ladito. Luego se las ajuareaba para que yo pudiera chupar de aquella leche dulce y caliente que se dejaba venir en chorros por la lengua… Muchas veces he comido flores de obelisco para entretener el hambre. Y la leche de Felipa era de ese sabor, sólo que a mí me gustaba más, porque, al mismo tiempo que me pasaba los tragos, Felipa me hacia cosquillas por todas partes. Luego sucedía que casi siempre se quedaba dormida junto a mí, hasta la madrugada. Y eso me servía de mucho; porque yo no me apuraba del frío ni de ningún miedo a condenarme en el infierno si me moría yo solo allí, en alguna noche… A veces no le tengo tanto miedo al infierno. Pero a veces sí. Luego me gusta darme mis buenos sustos con eso de que me voy a ir al infierno cualquier día de éstos, por tener la cabeza tan dura y por gustarme dar de cabezazos contra lo primero que encuentro. Pero viene Felipa y me espanta mis miedos. Me hace cosquillas con sus manos como ella sabe hacerlo y me ataja el miedo ese que tengo de morirme. Y por un ratito hasta se me olvida… Felipa dice, cuando tiene ganas de estar conmigo, que ella le cuenta al Señor todos mis pecados. Que irá al cielo muy pronto y platicará con Él pidiéndole que me perdone toda la mucha maldad que me llena el cuerpo de arriba abajo. Ella le dirá que me perdone, para que yo no me preocupe más. Por eso se confiesa todos los días. No porque ella sea mala, sino porque yo estoy repleto por dentro de demonios, y tiene que sacarme esos chamucos del cuerpo confesándose por mí. Todos los días. Todas las tardes de todos los días. Por toda la vida ella me hará ese favor. Eso dice Felipa. Por eso yo la quiero tanto… Sin embargo, lo de tener la cabeza así de dura es la gran cosa. Uno da de topes contra los pilares del corredor horas enteras y la cabeza no se hace nada, aguanta sin quebrarse. Y uno da de topes contra el suelo; primero despacito, después más recio y aquello suena como un tambor. Igual que el tambor que anda con la chirimía, cuando viene la chirimía a la función del Señor. Y entonces uno está en la iglesia, amarrado a la madrina, oyendo afuera el tum tum del tambor… Y mi madrina dice que si en mi cuarto hay chinches y cucarachas y alacranes es porque me voy a ir a arder en el infierno si sigo con mis mañas de pegarle al suelo con mi cabeza. Pero lo que yo quiero es oír el tambor. Eso es lo que ella debería saber. Oírlo, como cuando uno está en la iglesia, esperando salir pronto a la calle para ver cómo es que aquel tambor se oye de tan lejos, hasta lo hondo de la iglesia y por encima de las condenaciones del señor cura…: “El camino de las cosas buenas está lleno de luz. El camino de las cosas malas es oscuro.” Eso dice el señor cura… Yo me levanto y salgo de mi cuarto cuando todavía está a oscuras. Barro la calle y me meto otra vez en mi cuarto antes que me agarre la luz del día. En la calle suceden cosas. Sobra quién lo descalabre a pedradas apenas lo ven a uno. Llueven piedras grandes y filosas por todas partes. Y luego hay que remendar la camisa y esperar muchos días a que se remienden las rajaduras de la cara o de las rodillas. Y aguantar otra vez que le amarren a uno las manos, porque si no ellas corren a arrancar la costra del remiendo y vuelve a salir el chorro de sangre. Ora que la sangre también tiene buen sabor aunque, eso sí, no se parece al sabor de la leche de Felipa… Yo por eso, para que no me apedreen, me vivo siempre metido en mi casa. En seguida que me dan de comer me encierro en mi cuarto y atranco bien la puerta para que no den conmigo los pecados mirando que aquello está a oscuras. Y ni siquiera prendo el ocote para ver por dónde se me andan subiendo las cucarachas. Ahora me estoy quietecito. Me acuesto sobre mis costales, y en cuanto siento alguna cucaracha caminar con sus patas rasposas por mi pescuezo le doy un manotazo y la aplasto. Pero no prendo el ocote. No vaya a suceder que me encuentren desprevenido los pecados por andar con el ocote prendido buscando todas las cucarachas que se meten por debajo de mi cobija… Las cucarachas truenan como saltapericos cuando uno las destripa. Los grillos no sé si truenen. A los grillos nunca los mato. Felipa dice que los grillos hacen ruido siempre, sin pararse ni a respirar, para que no se oigan los gritos de las ánimas que están penando en el purgatorio. El día en que se acaben los grillos, el mundo se llenará de los gritos de las ánimas santas y todos echaremos a correr espantados por el susto. Además, a mí me gusta mucho estarme con la oreja parada oyendo el ruido de los grillos. En mi cuarto hay muchos. Tal vez haya más grillos que cucarachas aquí entre las arrugas de los costales donde yo me acuesto. También hay alacranes. Cada rato se dejan caer del techo y uno tiene que esperar sin resollar a que ellos hagan su recorrido por encima de uno hasta llegar al suelo. Porque si algún brazo se mueve o empiezan a temblarle a uno los huesos, se siente en seguida el ardor del piquete. Eso duele. A Felipa le picó una vez uno en una nalga. Se puso a llorar y a gritarle con gritos queditos a la Virgen Santísima para que no se le echara a perder su nalga. Yo le unté saliva. Toda la noche me la pasé untándole saliva y rezando con ella, y hubo un rato, cuando vi que no se aliviaba con mi remedio, en que yo también le ayudé a llorar con mis ojos todo lo que pude… De cualquier modo, yo estoy más a gusto en mi cuarto que si anduviera en la calle, llamando la atención de los amantes de aporrear gente. Aquí nadie me hace nada. Mi madrina no me regaña porque me vea comiéndome las flores de su obelisco, o sus arrayanes, o sus granadas. Ella sabe lo entrado en ganas de comer que estoy siempre. Ella sabe que no se me acaba el hambre. Que no me ajusta ninguna comida para llenar mis tripas aunque ande a cada rato pellizcando aquí y allá cosas de comer. Ella sabe que me como el garbanzo remojado que le doy a los puercos gordos y el maíz seco que le doy a los puercos flacos. Así que ella ya sabe con cuánta hambre ando desde que me amanece hasta que me anochece. Y mientras encuentre de comer aquí en esta casa, aquí me estaré. Porque yo creo que el día en que deje de comer me voy a morir, y entonces me iré con toda seguridad derechito al infierno. Y de allí ya no me sacará nadie, ni Felipa, aunque sea tan buena conmigo, ni el escapulario que me regaló mi madrina y que traigo enredado en el pescuezo… Ahora estoy junto a la alcantarilla esperando a que salgan las ranas. Y no ha salido ninguna en todo este rato que llevo platicando. Si tardan más en salir, puede suceder que me duerma, y luego ya no habrá modo de matarlas, y a mi madrina no le llegará por ningún lado el sueño si las oye cantar, y se llenará de coraje. Y entonces le pedirá, a alguno de toda la hilera de santos que tiene en su cuarto, que mande a los diablos por mí, para que me lleven a rastras a la condenación eterna, derechito, sin pasar ni siquiera por el purgatorio, y yo no podré ver entonces ni a mi papá ni a mi mamá que es allí donde están… Mejor seguiré platicando… De lo que más ganas tengo es de volver a probar algunos tragos de la leche de Felipa, aquella leche buena y dulce como la miel que le sale por debajo a las flores del obelisco…

viernes, 17 de julio de 2020

17 DE JULIO DE 1923 NACE ENRIQUE ÁNGEL ANGELELLI

17 DE JULIO DE 1923 NACE
ENRIQUE ÁNGEL ANGELELLI
Enrique Ángel Angelelli nació en Córdoba el 17 de julio de 1923, aunque fue anotado el 18. Fue el primer hijo del matrimonio que formaron Juan Angelelli y Angelina Carletti. Su bautismo quedó registrado el 30 de agosto en la Parroquia del Corazón de María, de Alta Córdoba, a cargo de los misioneros claretianos, cuya jurisdicción abarcaba la zona de quintas donde vivía su familia. En la misma parroquia recibió el sacramento de la confirmación el 1 de diciembre de 1927. Creció en un hogar de humildes inmigrantes italianos, que cultivaban hortalizas, en la zona norte de la ciudad, donde actualmente están ubicados los barrios Las Margaritas y La France. Allí cursó los primeros grados en la Escuela Misiones, haciendo la primera comunión en el Colegio del Huerto. Luego la familia se trasladó a la zona sudeste, cercana al “Camino a Sesenta Cuadras”. En Villa Eucarística, donde Don Juan se ocupó de la quinta de las Hermanas Adoratrices Españolas, Enrique terminó sus estudios primarios. A los 15 años, en 1938, ingresó al Seminario Metropolitano de Córdoba, donde estudió hasta mediados de 1948. Durante esos años, en 1944 hizo su práctica pastoral como seminarista integrando el grupo de Catecismo Ntra. Sra. de los Desamparados, en el Asilo de Ancianos San Vicente (actual parroquia de barrio Müller). Cursó el último año de teología en el Colegio Pio Latino en Roma, donde fue ordenado sacerdote el 9 de octubre de 1949. En 1951 obtuvo la Licenciatura en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Sacerdote

De regreso a su Córdoba natal, en septiembre de 1951, ejerció como Vicario Cooperador en la Parroquia San José de Barrio Alto Alberdi, atendiendo también a los enfermos del Hospital Clínicas. Fue designado Prosecretario de la Curia Arzobispal. En Europa había conocido el movimiento de la JOC (Juventud Obrera Católica) y a su fundador el P. José Cardjin, por lo que en 1953, canalizando su temprana opción por los pobres, asumió como asesor de JOC, con sede en la Capilla Cristo Obrero, radicándose en el Hogar Sacerdotal de la calle La Rioja 564, lugar de encuentro de sacerdotes, trabajadores y estudiantes. Desde este rol participó del equipo de redacción de la calificada revista “Notas de Pastoral Jocista”, donde quedaron registrados sus primeros escritos. Su diagnóstico de la realidad obrera contribuyó a generar nuevas condiciones de acercamiento luego de la persecución desatada tras el derrocamiento del presidente Juan Perón en 1955. Y ayudó a proteger a militantes del gremialismo perseguido.
A nivel eclesiástico fue designado en la Dirección Central Catequística Arquidiocesana y profesor en el Seminario Mayor de Córdoba y otros institutos de estudios. Colaboró como asesor de la pastoral universitaria y se desempeñó en cargos de su especialidad en la Curia Arquidiocesana.
Su temprana calvicie le valió el apodo de “Pelado”, que recibía con cariño de sus compañeros, colaboradores y amigos. Compenetrado con la realidad local, de la que asumió su cultura, también reflejada en la “chispa” de tonada cordobesa, tuvo relevantes actividades como sacerdote, lo que sumado a su carácter alegre, comunicativo, servicial y comprensivo, le generaron un amplio consenso tanto en el clero como entre los trabajadores, estudiantes y sectores barriales, adonde acostumbraba trasladarse en su moto Puma –2da.serie, a la que bautizó “Providencia”, porque “sólo arrancaba con la ayuda de Dios”. Fervoroso “hincha” de Instituto, siguió las alternativas de su club favorito durante todos los años de su vida cordobesa, pero también desde las lejanas tierras riojanas, donde le tocó después ejercer su apostolado episcopal.

Obispo Auxiliar

En diciembre de 1960 fue designado obispo titular de Listra y auxiliar de la arquidiócesis de Córdoba. Fue rector del Seminario Mayor y como obispo tuvo destacada participación en los diversos conflictos gremiales de los trabajadores mecánicos y municipales. Marcando una presencia episcopal diferente a las pomposidades propias de la época, se acercó a los sectores más humildes del campo y la ciudad. Ante las situaciones de dolor y miseria producto de las injusticias sociales, se hizo vocero en sus predicaciones y pronunciamientos públicos, para convocar a “campañas de solidaridad” que mitigaran el hambre y el abandono de los desposeídos. Definió su postura episcopal cuando, llamado a bendecir viviendas para los obreros en las canteras de cal de Malagueño, frente a patrones y obreros subrayó el valor del compromiso con “el Cristo sufriente encarnado en los obreros”;y prefirió almorzar con ellos, en lugar del espacio reservado junto a la patronal. Apoyó con firmeza la actuación de sacerdotes y religiosas comprometidos con los pobres, lo que en ocasiones le provocó conflictos con sectores de poder de la alta sociedad cordobesa.
Identificado con la renovación de la iglesia promovida por el Papa Juan XXIII, participó en los debates del Concilio Ecuménico Vaticano II en Roma, donde en 1965 junto a otros cuarenta y dos obispos firmó el “Pacto de las Catacumbas”, por una Iglesia servidora y pobre. Impulsó la renovación conciliar en Córdoba y acompañó a los sacerdotes en ese empeño, mediando en el conflicto de estos con el Arzobispo Castellano, lo que le acarreó la difamación del tradicionalismo cordobés y otros grupos como “Tradición, Familia y Propiedad”. En 1965, después de asumir el Arzobispo Raúl Francisco Primatesta lo volvió a designar como obispo auxiliar. Siguió predicando la renovación conciliar y acompañando a las parroquias del interior provincial, especialmente a las más alejadas. En el Episcopado Argentino, Mons. Angelelli integró desde 1967 a 1970 la COEPAL, Comisión Episcopal de Pastoral, y al finalizar el período fue responsable de Pastoral Popular.
Obispo de La Rioja
En julio de 1968 al trascender a la prensa la designación como obispo de La Rioja, el diario Córdoba publicó: “en la actualidad es considerado una de las figuras eclesiásticas de real gravitación en los medios obreros y gremiales del país”. A los 45 años de edad, el 24 de agosto de 1968 asumió como titular de la diócesis de La Rioja. En su escudo episcopal sintetizó su misión: “Justicia y Paz”.
En el nuevo escenario episcopal movilizó a los amplios sectores riojanos sumidos en la postergación. Plasmó la renovación conciliar en una pastoral diocesana con y desde el pueblo, invitando a la “corresponsabilidad” de sacerdotes, religiosas y laicos. Valorizando la historia y la cultura riojana potenció la religiosidad popular como afirmación de su identidad en la lucha por su propia dignidad. Promovió la formación de cooperativas de campesinos y alentó la organización sindical de los peones rurales, los mineros y las empleadas domésticas, con la participación de los cuatro decanatos en que se organizó la diócesis.
Su voz profética en defensa de los más débiles se hizo sentir. “La tierra es para todos; el agua es para todos, el pan es para todos”, dijo; y desde el Movimiento Rural Diocesano se creó la cooperativa CODETRAL reclamando la expropiación del latifundio Azzalini.
Los terratenientes y los sectores de poder ligados a la usura, la droga y la prostitución, que Mons. Angelelli denunció, promovieron campañas de difamaciones a través del diario El Sol. Y agresiones físicas, como las sufridas en Anillaco en junio de 1973 en ocasión de las fiestas patronales de San Antonio, cuando fue apedreado junto a sacerdotes y religiosas. Ante las calumnias, el Papa Pablo VI envió al Arzobispo Vicente Zazpe para confirmarlo en su fidelidad al Evangelio y alentarlo en su servicio a los más pobres.
La persecución a la iglesia riojana se incrementó luego de instaurada la dictadura militar en marzo de 1976, con el hostigamiento y las detenciones de sacerdotes, religiosas y laicos, y hasta con torturas. Le aconsejaron al Obispo que se alejara del escenario riojano pero rechazó la propuesta diciendo: “Eso es lo que quieren, que me vaya para que se dispersen las ovejas:” El 18 de julio del 76 fueron asesinados Fray Carlos Murias y el P. Gabriel Longueville en Chamical; y el 25 el dirigente cooperativista laico Wenceslao Pedernera, en Sañogasta en presencia de su esposa e hijas.
El 4 de agosto de 1976, cuando el obispo Angelelli retornaba a La Rioja, proveniente de Chamical, fue asesinado cerca de Punta de Los Llanos. En la sentencia del juicio realizado en el 2014, el Tribunal dijo: “Tenemos por cierto que la maniobra brusca que ocasionó el vuelco del vehículo que conducía Monseñor Angelelli y que desencadenó la muerte del Obispo y las heridas que pusieron en riesgo la vida de Arturo Pinto, se produjo por la intervención voluntaria e intencional del conductor no identificado de un vehículo color claro (blanco o gris) presumiblemente Peugeot 404, que se interpuso en la marcha”. Los jueces definieron que, según los informes y pericias médicas, la muerte fue instantánea al producirse el fuerte impacto de su cabeza sobre el asfalto, luego de ser expulsado por la puerta lateral izquierda con motivo de los vuelcos. Explicitaron también los móviles del crimen: “La relevancia que tenía para el poder militar la Pastoral de la Iglesia Riojana que desarrollaba Enrique Angelelli”; y “la documentación que celosamente guardaba Angelelli, producto de la investigación que días previos había llevado a cabo sobre el asesinato de los curas de Chamical y del laico de Sañogasta”.Agregaron que: “La Diócesis riojana – encabezada firmemente por la visión humanizante, de compromiso social junto a los pobres y auténticamente cristiana de Angelelli – conmovió, a partir de 1968, a una provincia marcada por grandes diferencias sociales, sectores rurales y poblaciones de extrema vulnerabilidad socioeconómica.”
La certeza judicial selló la convicción popular desde el mismo día del crimen. Y cada año las comunidades de La Rioja, Córdoba y otros lugares del país celebraron la memoria martirial en Punta de Los Llanos, el lugar de los hechos. En 1986 el juez Aldo Morales resolvió que la muerte del Obispo había sido un “homicidio fríamente premeditado y esperado por la víctima”. Luego se paralizaron las investigaciones hasta su definitiva reapertura en el 2006, que finalizó con la sentencia condenatoria a algunos de los responsables en el 2014.
En septiembre de 2016 concluyó en La Rioja la instrucción diocesana de la causa de canonización, a cargo del obispo Marcelo Colombo. En octubre ingresó en Roma a la Congregación para las Causas de los Santos, que decidió unificarla a la de los otros tres mártires riojanos. Concluida en 2018 la Positio, resumen de la causa canónica, con la documentación pertinente, será analizada por las comisiones de Teólogos y de Cardenales, quienes elevarán su dictamen al Papa Francisco para la resolución final en este proceso de beatificación.

jueves, 16 de julio de 2020

16 DE JULIO DE 1943 NACE REINALDO ARENAS

16 DE JULIO DE 1943 NACE
REINALDO ARENAS
Las agonías de Reinaldo Arenas, el escritor que desafió a Fidel Castro
(Holguín, 1943 - Nueva York, 1990) Novelista cubano cuya obra inicial se inscribió en la narrativa del boom latinoamericano, y cuyas últimas producciones son un testimonio doloroso y satírico de su vida, como en Antes que anochezca(1992).
Criado en el seno de una familia humilde y campesina, su adolescencia estuvo marcada por su unión a la insurrección castrista desde 1958. Con el triunfo de la Revolución, tuvo oportunidad de participar en el programa de educación del nuevo gobierno, donde su formación autodidacta se vio enriquecida por la frecuentación de dos maestros, J. Lezama Lima y V. Piñera, que avalaron sus tempranas publicaciones.
En 1962, cuando sólo contaba diecinueve años, apareció su primera y última novela editada en la isla, Celestino antes del alba, ya que el resto de su producción se publicó en el extranjero. Entrada la década de los años sesenta, fue víctima de las medidas del gobierno cubano contra los homosexuales y el acoso contra él aumentó hasta que en 1973 fue acusado de abuso sexual y arrestado: huyó y se convirtió en fugitivo por el interior de la isla, pero poco después se le detuvo y encarceló en la prisión de El Morro.
Finalmente, en 1980, por una amnistía gubernamental, pudo optar por el exilio. Se trasladó primero a Miami, donde no tuvo suerte, y luego a Nueva York, ciudad en la que se instaló definitivamente y continuó escribiendo, hasta que, enfermo de sida, decidió quitarse la vida en 1990, dejando más de veinte libros, que incluyen diez novelas, algunos poemas, relatos breves y obras de teatro.
En esa densa producción corresponde destacar El mundo alucinante (1965), Otra vez el mar y la autobiográfica Antes que anochezca, cuya versión cinematográfica se estrenó en 2001. El mundo alucinante fue llevada de contrabando a Francia, hecho que acentuó la hostilidad del gobierno cubano hacia el escritor; la obra es una recreación mítica de la vida del cura mexicano Servando Teresa de Mier. Otra vez el mar, una de sus novelas fundamentales, fue confiscada por la policía política; Reinaldo Arenas se vio obligado a reescribirla tres veces.
Otras obras que cabe mencionar son El palacio de las blanquísimas mofetas (1980), El central(1981), Termina el desfile (1981), Arturo, la estrella más brillante (1984), El color del verano (1991) y El asalto (1991). Arenas, junto a S. Sarduy, está considerado uno de los principales continuadores del neobarroquismo cubano inaugurado por la obra de Lezama Lima.

16 DE JULIO DE 1989 MUERE NICOLÁS GUILLÉN

16 DE JULIO DE 1989 MUERE
NICOLÁS GUILLÉN
5 poemas de Nicolás Guillén - Zenda
(Camagüey, 1902 - La Habana, 1989) Poeta cubano, considerado el máximo representante de la llamada poesía negra centroamericana, y poeta nacional de la isla por su obra ligada a la cultura afrocubana. Nicolas Guilléncursó un año de derecho en La Habana, antes de abandonar la universidad y volver a su ciudad donde trabajó como tipógrafo y se dedicó al periodismo en la redacción de El Camagüeyano, en cuyas páginas inició también su actividad literaria.
A partir de 1925 Nicolas Guillén se instaló en la capital donde participó activamente en la vida cultural y política de protesta, lo que le supuso breves arrestos y períodos de exilio en varias ocasiones. En 1937, cuando había publicado ya sus primeros tres libros, ingresó en el Partido Comunista de Cuba, fundado por su amigo y también poeta R. Martínez Villena, y participó en el célebre Congreso por la Defensa de la Cultura, realizado en Valencia en plena Guerra Civil española, donde conoció a P. Neruda, R. Alberti, F. García Lorca y O. Paz, y su obra alcanzó difusión europea.
A su regreso a Cuba, Nicolas Guillén dirigió la revista Mediodía y participó de los movimientos de vanguardia en las tribunas de Gaceta del Caribe y Revista Avance. Pasó luego años de exilio, viajando por Sudamérica, y en 1956 recibió el Premio Lenin de la Unión Soviética, hasta que el triunfo de la Revolución castrista, en 1959, le permitió regresar a la isla, donde desempeñó distintos cargos, como la presidencia de la Unión de Escritores, desde 1961, y misiones diplomáticas de relieve.
                                     
La obra poética de Nicolás Guillén

En cuanto a su actividad literaria, Guillén se inició en el posmodernismo, aunque pronto su producción se inscribió dentro de la llamada línea realista de los múltiples vanguardismos cubanos, cultivando como ningún otro autor la llamada poesía negra o antillana.
Desde su condición de mulato expresó con un peculiar sentido rítmico la temática del mestizaje, en un contexto social y político que manifestaba la dura opresión y servidumbre sufrida por el pueblo. En sus comienzos le caracterizó incluso una fonética afrocubana, que más tarde abandonó para desmarcarse de la tradición oral folclórica.
A esta primera época pertenecen Motivos de son (1930) y Sóngoro cosongo (1931). Poco después, con West Indies Limited (1934) se alejó del mero ejercicio rítmico para incorporar la protesta política y antiimperialista, orientándose hacia una cólera militante y comprometida con el hombre.
El poema más conocido del libro, Balada de los dos abuelos, indicó la madura aceptación de lo africano y de lo español en una misma sangre: el abuelo blanco y el abuelo negro, que evocan además la crueldad del tráfico de esclavos. En poemas como Sensemayá y La muerte del Ñeque se inspiró en ritos y creencias africanos, sin que ello supusiera un rechazo de la cultura blanca.
Nicolas Guillén siguió evolucionando en la dirección de las preocupaciones políticas y sociales con Cantos para soldados y sones para turistas (1937), donde todavía conservó formas propias del canto y de la danza afrocubana al mismo tiempo que se hicieron ya evidentes algunos de los rasgos estilísticos que predominaron en su lírica posterior, como el uso frecuente que hizo de onomatopeyas "jitanjáforas" que aparecieron abundantemente en la obra del fundador del futurismo, el italiano F. Marinetti, y la creada por el vanguardista cubano M. Brull, así como la rima aguda, las reiteraciones o la enumeración.
En el mismo año de 1937 lanzó una acusación hacia el impacto y la injusticia de la Guerra Civil española y del asesinato de F. García Lorca, en Poemas en cuatro angustias y una esperanza. Después, aunque conservó siempre una particular claridad expresiva popular, el elemento rítmico fue decreciendo en beneficio de un tono más elevado y ambicioso desde El son entero (1947) hasta La paloma de vuelo popular (1958) y sus poesías en sazón revolucionaria de Antología mayor (1964), donde mostró su compromiso con la Revolución cubana y los desheredados del mundo.
Además, su poesía se hizo eco también de las inquietudes neorrománticas y metafísicas del momento, como la trascendencia del amor y la muerte que ocuparon un espacio importante en su obra. Otras obras en esta dirección fueron: Tengo (1964), donde manifestó su júbilo ante la Cuba revolucionaria y Poemas de Amor, que apareció el mismo año. Más tarde publicó títulos como El gran zoo (1967), La rueda dentada (1972), El diario de a diario (1972) y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (1977). Además, en Prosa de prisa (1975-1976) recogió una selección de sus trabajos periodísticos. Y aún dentro de su poesía cabe destacar el singular Poemas para niños y mayores de edad (1977), donde siguió demostrando su gran capacidad para conjugar preocupaciones diversas y encontrar formas de expresión constantemente renovadas.

miércoles, 15 de julio de 2020

15 DE JULIO DE 2003 MUERE: ROBERTO BOLAÑO

15 DE JULIO DE 2003 MUERE:
ROBERTO BOLAÑO

(Santiago, 1953 - Barcelona, 2003) Escritor chileno afincado en España desde finales de la década de 1970. Autor de extraordinario talento, forzó los límites de la literatura en una serie de novelas con las que se consagró como una de las voces más importantes y personales de la narrativa latinoamericana. En sólo una década, en una suerte de carrera contra la adversidad, Bolaño dejó atrás la marginalidad y “se convirtió en un cuentista y novelista central, quizás el más destacado de su generación, sin duda el más original y el más infrecuente”, en palabras del también escritor chileno Jorge Edwards.
Roberto Bolaño Ávalos nació en Santiago el 28 de abril de 1953, hijo de León Bolaño, transportista, y de Victoria Ávalos, profesora. Pasó su infancia en Viña del Mar, donde cursó sus primeros estudios, en Quilpué y en Cauquenes. En Quilpué realizó a los diez años su primer trabajo como boletero en una línea de autobuses que cubría el trayecto Quilpué-Valparaíso.

Roberto Bolaño
En 1968 la familia se trasladó a Ciudad de México, donde Roberto pasó su adolescencia concentrado en la lectura, encerrado durante horas en la biblioteca pública. Pronto decidió que quería ser escritor y empezó a trabajar como articulista en diferentes medios. Al cumplir los veinte años quiso regresar a Chile. Corrían los días previos al golpe de estado y Bolaño se incorporó a la resistencia, pero fue arrestado. Tras ocho días en la cárcel (fue liberado gracias a la intercesión de dos detectives que resultaron ser ex compañeros de colegio), decidió volver a México y dedicarse de lleno a la literatura.
En México fundó, junto con un grupo de poetas mexicanos, un movimiento de vanguardia denominado infrarrealismo, y en 1975 vio finalmente publicados sus primeros trabajos, reunidos en la antología poética Poetas infrarrealistas mexicanos. Sin embargo, “hastiado de lo literario”, abandonó México y partió primero para El Salvador, donde conoció al poeta Roque Dalton, y posteriormente a Europa. Tras viajar por varios países europeos y por el continente africano, finalmente decidió establecerse en España.
No fue una época fácil; estaba solo, sin papeles, tenía dificultades económicas… Trabajó en múltiples oficios (fue lavaplatos, camarero, vigilante nocturno, basurero, descargador de barcos, vendimiador...) hasta que pudo mantenerse mediante su participación en certámenes literarios. Todas estas experiencias las convertiría, más adelante, en materia de su ficción.
En 1984 publicó, en colaboración con Antoni García Porta, su primera novela,Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, con la que obtuvo el premio Ámbito Literario. Ese mismo año lanzó La senda de los elefantes, que fue galardonada con el premio Félix Urabayen.
Dos años después fijó su residencia en la población costera de Blanes (Girona), donde, sin abandonar su interés por la poesía, se centró cada vez más en la narrativa. Trabajaba en un pequeño estudio apenas a cincuenta metros de su casa, siguiendo algunos rituales imprescindibles: música de rock de la década de 1970, una infusión de manzanilla con miel y tabaco, muchísimos cigarrillos. Escribía tres folios al día; si las cosas iban bien, hasta diez. Cuidaba mucho de la estructura de sus libros y reescribía mucho.
En 1993 los médicos le diagnosticaron una grave enfermedad hepática. A partir de entonces Bolaño se obsesionó con dejar un legado literario de importancia y se dedicó aún con mayor ahínco a la escritura y multiplicó sus publicaciones. Ese mismo año vieron la luz Los perros románticos, un recopilatorio de la obra poética creada entre 1977 y 1990, y la novela La pista de hielo. En 1996 presentó La literatura nazi en América y Estrella distante, y en 1997 la compilación de cuentosLlamadas telefónicas, que le valió el premio Municipal de Santiago de Chile, el más importante en su país.
Producción desenfrenada
El año 1998 fue sin duda un año clave en la vida de Roberto Bolaño, que poco antes había empezado a publicar en Anagrama. Aquel año su novela Los detectives salvajes recibió dos importantes distinciones: el premio Herralde de novela y el premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos “por la calidad de la obra y su novedosa apuesta narrativa”. La novela, en la que destaca “el humor derrochado, poco frecuente en la literatura escrita en español”, narra las aventuras de dos hombres embarcados en la búsqueda de una escritora mexicana desaparecida durante la revolución. Los esfuerzos por encontrarla se prolongarán desde 1976 hasta 1996.
Poco después de este reconocimiento público, y tras veinticinco años de ausencia, Bolaño visitó Chile. A raíz de esta visita surgió una nueva novela, un cuadro alegórico del Chile pinochetista, cargado de fantasmas, torturadores y toques de queda, titulada Nocturno de Chile (2000) y calificada por el editor Jorge Herralde de “pequeña obra de arte escalofriante”.
El mismo año de la aparición de Nocturno de Chile, Bolaño entró en lista de espera para un trasplante de hígado. Su estado de salud empeoraba, y decidió consagrar “lo que me quede de vida” a la que debía ser su obra cumbre, 2666. “Consciente de la sombra que la muerte había proyectado sobre él” (Enrique Vila-Matas), siguió escribiendo hasta su fallecimiento, el 14 de julio de 2003, víctima de una insuficiencia hepática. Pocos días antes había asistido en Sevilla al I Encuentro de Autores Latinoamericanos, su última aparición pública, y había entregado a su editor el manuscrito del libro de cuentos El gaucho insufrible.
En 2004 Anagrama publicó 2666, la novela póstuma de Bolaño, una pentalogía de más de mil páginas, centrada en la figura de un enigmático escritor alemán llamado Von Archimboldi, en la que el autor muestra su gran variedad de registros literarios. Según el crítico Ignacio Echevarría, se trata de la “obra maestra” del autor, una “novela total, sin ningún matiz intimidante o plúmbeo, que toca los grandes temas, como la muerte, el mal o la trascendencia […] una obra polifónica, donde los registros cambian mucho, desde lo policiaco hasta lo épico”.
2666 mereció el premio Salambó, que otorgan los propios escritores a la mejor novela escrita en castellano, “por abrumadora mayoría” (Rosa Montero, miembro del jurado). El jurado la definió como “el resumen de una obra de mucho peso, donde se decanta lo mejor de la narrativa de Roberto Bolaño”, una novela que “contiene mucha literatura, que supone un gran riesgo y lleva al extremo el lenguaje literario de su autor”. 2666 fue galardonada además con el premio a la novela “con mejor acogida entre la prensa especializada” concedido por la Fundación José Manuel Lara Hernández.
También en 2004 se publicó Entre paréntesis, un recopilatorio de artículos, conferencias y otros textos publicados en varios medios de comunicación y producto de la actividad periodística y pública de Bolaño entre 1998 y 2003. Otras obras del autor son Amuleto (1999), Monsieur Pain (1999), Putas asesinas (2001), un libro de relatos protagonizados por personajes extremos, Una novelita lumpen (2002) yAmberes, publicada en 2002 pero escrita veintidós años antes, cuando Bolaño, recién llegado a Barcelona, trabajaba por las noches en un camping de Castelldefels.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...