jueves, 2 de junio de 2016

2 DE JUNIO DE 1740 NACE:


EL MARQUÉS DE SADE

(Donatien-Alphonse-François, marqués de Sade; París, 1740 - Charenton, Francia, 1814) Escritor y filósofo francés. Conocido por haber dado nombre a una tendencia sexual que se caracteriza por la obtención de placer infligiendo dolor a otros (el sadismo), es el escritor maldito por antonomasia.
El marqués de Sade
De origen aristocrático, se educó con su tío, el abate de Sade, un erudito libertino y volteriano que ejerció sobre él una gran influencia. Alumno de la Escuela de Caballería, en 1759 obtuvo el grado de capitán del regimiento de Borgoña y participó en la guerra de los Siete Años. Acabada la contienda, en 1766 contrajo matrimonio con la hija de un magistrado, a la que abandonó cinco años más tarde.
En 1768 fue encarcelado por primera vez acusado de torturas por su criada, aunque fue liberado al poco tiempo por orden real. Juzgado y condenado a muerte por delitos sexuales en 1772, consiguió huir a Génova. Regresó a París en 1777, donde fue detenido a instancias de su suegro y encarcelado en Vincennes.
En 1784 fue trasladado a la Bastilla y en 1789 al hospital psiquiátrico de Charenton, que abandonó en 1790 gracias a un indulto concedido por la Asamblea surgida de la Revolución de 1789. Participó entonces de manera activa en política, paradójicamente en el bando más moderado. En 1801, a raíz del escándalo suscitado por la publicación de La filosofía del tocador, fue internado de nuevo en el hospital psiquiátrico de Charenton, donde murió.
Escribió la mayor parte de sus obras en sus largos períodos de internamiento. En una de las primeras, el Diálogo entre un sacerdote y un moribundo (1782), manifestó su ateísmo. Posteriores son Los 120 días de Sodoma (1784), Los crímenes del amor (1788), Justine (1791) y Juliette (1798).
Calificadas de obscenas en su día, la descripción de distintos tipos de perversión sexual constituye su tema principal, aunque no el único: en cierto sentido, Sade puede considerarse un moralista que denuncia en sus trabajos la hipocresía de su época. Su figura fue reivindicada en el siglo XX por los surrealistas.



2 DE JUNIO DE 1933 NACE:

HORACIO FERRER

Llegó al tango con sus letras locas cuando éste ya no podía darle la fama y la devoción popular que había derramado sobre otros creadores, que para entonces estaban muertos o se resignaban al ocaso. Pero se abrió paso de todas formas, y hasta logró ser el letrista adoptado por Astor Piazzolla, único vanguardista que no desdeñó el tango canción. Por momentos consiguió conectar con esas grandes masas ya alejadas del género, y le regaló a Piazzolla la multitudinaria repercusión popular que le había faltado. De todas formas, nunca incurrió en una lírica directa y plana, empecinamiento por el que todo artista paga un precio. Creador de una obra incesante, aplaudida o rechazada, ha sido y es el letrista más resuelto a escribir versos nuevos cuando ya todos los versos del tango parecían haber sido escritos.

Horacio Ferrer vio la luz en un hogar montevideano impregnado de arte. De muy niño escribía ya versos, obras para títeres y, algo después, milongas que cantaba, acompañándose en guitarra, para sus amigos del barrio en el sótano de un almacén. Quien le enseñó a sacar tangos de oído en la guitarra fue un tío materno que vivía en Buenos Aires, en la margen occidental del Río de la Plata, adonde viajaba con sus padres frecuentemente. Fue ese mismo tío quien le haría conocer la noche porteña, con toda su galería de personajes bohemios.

Sus primeros tangos surgieron a comienzos de los '50, apareciendo en ellos la temática y el estilo por momentos surreal de sus obras posteriores. Con amigos de la carrera de arquitectura y el coleccionista Víctor Nario inició en Uruguay un programa radial semanal: Selección de Tangos, desde el cual se propuso defender a las resistidas tendencias vanguardistas. De esa audición insurgente nacerá en 1954 El Club de la Guardia Nueva, que organizaba conciertos con Aníbal Troilo, Horacio Salgán y el revolucionario Octeto Buenos Aires de Astor Piazzolla. A éste lo conoció en 1955, al regresar Astor de Francia. Ese encuentro alcanzaría gran trascendencia.

Ferrer redacta, ilustra y dirige durante siete años la revista Tangueando, mientras sus versos y sus tangos permanecen inéditos. En esa misma época, entre 1956 y 1959, estudia bandoneón y comparte una pequeña orquesta. Durante este último año publica su primer libro El Tango. Su historia y evolución, editado por la casa Peña Lillo. Por las dos ondas del SODRE, la radio oficial uruguaya, pone en el aire hasta 1967 ciclos orgánicos sobre la evolución del tango. En lo sucesivo conduciría numerosos programas radiales y televisivos en las dos orillas del Plata.

Tras abandonar sus estudios de arquitectura ingresó como redactor a los suplementos del matutino montevideano El Día, y por pedido de Troilo escribió “La última grela”, tango con el que iniciara su trayectoria de letrista consagrado. Los años que siguieron abundaron en hechos significativos, y entre éstos la celebración del Primer Festival Universitario de Tango, con la participación de Piazzolla, Julio De Caro, César Zagnoli, Prudencio Aragón y otros.

En 1967 graba los poemas de su “Romancero canyengue” para el sello argentino independiente Trova, acompañado por la guitarra de Agustín Carlevaro. El disco provoca que Piazzolla lo invite a escribir juntos, lo que harán intensamente hasta 1973. Así surge, como primer gran fruto, la operita “María de Buenos Aires”, que en 1968 estrenan, en la sala Planeta de Buenos Aires, Piazzolla con su orquesta de diez músicos, las voces de Héctor de Rosas y Amelita Baltar, y el propio Ferrer como recitante en el papel de El Duende. Trova la edita en dos LP, mientras van surgiendo los primeros tangos del binomio, como el ya clásico “Chiquilín de Bachín” y “Juanito Laguna ayuda a su madre”, mostrando un claro compromiso social.

A lo largo de 1969 surge la serie de tangos llamados baladas, de los cuales “Balada para un loco” constituirá un éxito resonante, el primero auténticamente masivo que disfrutará Piazzolla. Entre varias obras en que Ferrer despliega su peculiar imaginario, con un lenguaje que lo distingue absolutamente de cualquier otro letrista (“Canción de las venusinas” y “La bicicleta blanca” son ejemplos de ello), sobresale “Fábula para Gardel”, una emocionada introducción al arte del genial cantor, con la poética excusa de un padre que le habla de él a su pequeño. En su estreno, el poema fue recitado insuperablemente por el propio Ferrer en el Luna Park de Buenos Aires, acompañado por ocho bandoneones y una gran orquesta bajo la batuta de Piazzolla, en una noche apoteótica. Aquellas producciones quedaron plasmadas en el disco Astor Piazzolla y Horacio Ferrer en Persona.

Entre un extenso número de obras, presentaciones y premios en varios países, Ferrer colaboró con importantes artistas del género, como Roberto Grela, Leopoldo Federico, Raúl Garello y Horacio Salgán, con quien en 1975 compuso el “Oratorio Carlos Gardel”. Al año siguiente escribió con figuras ya míticas del tango, como Julio De Caro (“Loquita mía”), Pedro Laurenz (poniendo versos a “Esquinero”), Armando Pontier (“El hombre que fue ciudad”), Osvaldo Pugliese (“Yo payador me confieso”) y Aníbal Troilo (“Tu penúltimo tango”).

Además de prolífico letrista (“Balada para mi muerte”, “El Gordo triste” y “El hombrecito blanco” son ejemplos de su poder creador), Ferrer es autor, entre otras obras, de El Libro del Tango, Arte Popular de Buenos Aires, cuya primera edición data de 1970. Sobre todo en su edición de 1980 en tres tomos (Antonio Tersol Editor), con más de dos mil páginas, es la referencia obligada de cualquier estudioso.


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