(Villa María del Río Seco, Argentina, 1874 -
Buenos Aires, 1938) Poeta argentino. Hombre de vasta cultura, fue el
máximo exponente del modernismo argentino y una de las figuras más
influyentes de la literatura hispanoamericana. Pasó la niñez y la
adolescencia en su tierra natal, y tras breve temporada en Santiago del
Estero, se estableció en Buenos Aires en 1895. Trabajó en el diario El
Tiempo y en 1897 fundó, con José Ingenieros, La Montaña, periódico socialista revolucionario.
Tras algunos empleos menores, llegó a la
dirección de la Biblioteca Nacional de Maestros. Hizo varios viajes a
Europa y residió en París de 1911 a 1914. Colaboró en La Nación y obtuvo
el Premio Nacional de Literatura en 1926. En 1928 fundó la Sociedad
Argentina de Escritores. Su apoyo al golpe de Estado de 1930, la
posterior desilusión que éste le produjo y quizás una profunda crisis
sentimental lo llevaron a una depresión que culminó en su suicidio.
Es de destacar su particular evolución política.
Leopoldo Lugones se inició como un firme partidario de la ideología
socialista, cuya introducción en Argentina se debe, en parte, a sus
primeras soflamas políticas. Sin embargo, poco a poco fue retrocediendo
hacia posturas más conservadoras: tras un breve período de adscripción
al pensamiento liberal, se inclinó decididamente hacia la derecha y
acabó convertido en uno de los principales valedores del fascismo
argentino, sobre todo a partir de 1924, fecha en la que proclamó que
había llegado "la hora de la espada". Seis años después, ya consagrado
como una de las cabezas pensantes del movimiento reaccionario austral,
colaboró activamente con el golpe de estado militar del general José Félix Uriburu (6 de septiembre de 1930).
La obra de Leopoldo Lugones
Como poeta, Leopoldo Lugones irrumpió en el panorama literario argentino con el poemario Los mundos (1893), que pasó prácticamente inadvertido. Su encuentro con Rubén Darío, en Buenos Aires, en 1896, fue decisivo para reorientar la poesía de Lugones. El retoricismo de Las montañas de oro (1897) no tardó en ser sustituido por el tono irónico, extravagante e imaginativo de Los crepúsculos del jardín (1905) y Lunario sentimental (1909).
En ambos libros se respira una atmósfera
refinada y decadente, plena de languidez y elegancia modernistas, dentro
de una corriente estética claramente influida por la creación de Rubén
Darío. Su estilo se distingue por su originalidad creadora, y la
precisión y la belleza lírica de sus versos.
A partir de 1910 Leopoldo Lugones cambió de registro poético para centrarse en una exaltación de su tierra y sus gentes (Odas seculares,
1910). Posteriormente los asuntos cotidianos, vistos al trasluz de una
rutina íntima, se convirtieron en el objeto de su siguiente entrega
poética, titulada El libro fiel (1912), obra a la que siguieron otros poemarios como El libro de los paisajes (1917), Las horas doradas (1922) y Romancero (1924). Al final de su trayectoria poética, Lugones se decantó por el cultivo de una poesía narrativa: Poemas solariegos (1927) y Romances del Río Seco (que vio la luz, póstumamente, en 1938).
En su faceta de narrador, Lugones sobresalió principalmente por sus relatos, recogidos en Las fuerzas extrañas (1906), La torre de Casandra (1919), Cuentos fatales (1924) y La patria fuerte
(1933). En muchas de estas narraciones breves, Lugones ensayó
diferentes acercamientos fantásticos que pueden considerarse precursores
de los mejores relatos de algunos de los más grandes cultivadores de
este difícil género, como Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges (uno de los mayores admiradores de Lugones) y Julio Cortázar.
Publicó además dos novelas espléndidas: un relato histórico sobre la guerra de la independencia, titulado La guerra gaucha (1905), y unas meditaciones esotéricas que, en forma de novela teosófica, aparecieron bajo el título de El ángel de la sombra (1926). En la década de los años cuarenta, La guerra gaucha
fue objeto de una versión cinematográfica que se convirtió en uno de
los principales referentes del cine argentino de su tiempo.
También brilló Leopoldo Lugones en su condición de ensayista, faceta en la que dejó algunos títulos tan relevantes como El imperio jesuítico (1904), Las limaduras de Hephaestos (1910) e Historia de Sarmiento (1911). Las conferencias sobre el Martín Fierro de José Hernández, obra que leyó como poema épico, reunidas en El payador
(1916), constituyen sin duda un hito en la interpretación de la
literatura gauchesca. Además, dejó testimonio impreso de las constantes
mutaciones de su pensamiento político, plasmadas en Mi beligerancia y La grande Argentina.
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(Portsmouth, Reino Unido, 1812 - Gad's Hill,
id., 1870) Escritor británico, máximo exponente de la novela realista
decimonónica en Inglaterra, como lo fueron Stendhal, Balzac y Flaubert en Francia y Galdós y Clarín
en España. En 1822, con diez años, el pequeño Charles se trasladó con
su familia de Kent a Londres, y dos años más tarde su padre fue
encarcelado por deudas. El futuro escritor entró a trabajar entonces en
una fábrica de calzados, donde conoció las duras condiciones de vida de
las clases más humildes, a cuya denuncia dedicó gran parte de su obra.
Autodidacta, si se excluyen los dos años y medio
que pasó en una escuela privada, consiguió empleo como pasante de
abogado en 1827, pero aspiraba ya a ser dramaturgo y periodista.
Aprendió taquigrafía y, poco a poco, consiguió ganarse la vida con lo
que escribía; empezó redactando crónicas de tribunales para acceder, más
tarde, a un puesto de periodista parlamentario y, finalmente, bajo el
seudónimo de Boz, publicó una serie de artículos inspirados en la vida
cotidiana de Londres (Esbozos por Boz).
El mismo año, casó con Catherine Hogarth, hija del
director del Morning Chronicle, el periódico que difundió, entre 1836 y
1837, el folletín de Los papeles póstumos del Club Pickwick, y los posteriores Oliver Twist y Nicholas Nickleby.
La publicación por entregas de prácticamente todas sus novelas creó una
relación especial con su público, sobre el cual llegó a ejercer una
importante influencia, y en sus novelas se pronunció de manera más o
menos directa sobre los asuntos de su tiempo.
En estos años, evolucionó desde un estilo ligero a la actitud socialmente comprometida de Oliver Twist.
Estas primeras novelas le proporcionaron un enorme éxito popular y le
dieron cierto renombre entre las clases altas y cultas, por lo que fue
recibido con grandes honores en Estados Unidos, en 1842; sin embargo,
pronto se desengañó de la sociedad estadounidense, al percibir en ella
todos los vicios del Viejo Mundo. Sus críticas, reflejadas en una serie
de artículos y en la novela Martin Chuzzlewit, indignaron en
Estados Unidos, y la novela supuso el fracaso más sonado de su carrera
en el Reino Unido. Sin embargo, recuperó el favor de su público en 1843,
con la publicación de Canción de Navidad.
Después de unos viajes a Italia, Suiza y
Francia, realizó algunas incursiones en el campo teatral y fundó el
Daily News, periódico que tendría una corta existencia. Su etapa de
madurez se inauguró con Dombey e hijo (1848), novela en la que
alcanzó un control casi perfecto de los recursos novelísticos y cuyo
argumento planificó hasta el último detalle, con lo que superó la
tendencia a la improvisación de sus primeros títulos, en que daba rienda
suelta a su proverbial inventiva a la hora de crear situaciones y
personajes, responsable en ocasiones de la falta de unidad de la obra.
En 1849 fundó el Houseold Words, semanario en el
que, además de difundir textos de autores poco conocidos, como su amigo
Wilkie Collins, publicó La casa desierta y Tiempos difíciles,
dos de las obras más logradas de toda su producción. En las páginas del
Houseold Words aparecieron también diversos ensayos, casi siempre
orientados hacia una reforma social.
A pesar de los diez hijos que tuvo en su
matrimonio, las crecientes dificultades provocadas por las relaciones
extramatrimoniales de Dickens condujeron finalmente al divorcio en 1858,
al parecer a causa de su pasión por una joven actriz, Ellen Teman, que
debió de ser su amante. Dickens hubo de defenderse del escándalo social
realizando una declaración pública en el mismo periódico. En 1858
emprendió un viaje por el Reino Unido e Irlanda, donde leyó públicamente
fragmentos de su obra. Tras adquirir la casa donde había transcurrido
su infancia, Gad's Hill Place, en 1856, pronto la convirtió en su
residencia permanente.
La gira que inició en 1867 por Estados Unidos
confirmó su notoriedad mundial, y así, fue aplaudido en largas y
agotadoras conferencias, entusiasmó al público con las lecturas de su
obra e incluso llegó a ser recibido por la reina Victoria I de Inglaterra poco antes de su muerte, acelerada por las secuelas que un accidente de ferrocarril dejó en su ya quebrantada salud.
viernes, 31 de mayo de 2019
31 DE MAYO DE 1819 NACE :
WALT WHITMAN
(West Hills, Estados Unidos, 1819 - Camden, id., 1892)
Poeta estadounidense. Hijo de madre holandesa y padre británico, fue el
segundo de los nueve vástagos de una familia con escasos recursos
económicos. Pasó sólo ocasionalmente por la escuela y pronto tuvo que
empezar a trabajar, primero, y a pesar de su escasa formación académica,
como maestro itinerante, y más tarde en una imprenta.
Walt Whitman en una imagen de 1887
Allí se despertó su afición por el periodismo,
interés que le llevó a trabajar en varios diarios y revistas
neoyorquinos. Nombrado director del Brooklyn Eagle en 1846,
permaneció en el cargo sólo dos años debido a su disconformidad con la
línea abiertamente proesclavista defendida por el periódico. Su afición
por la ópera (género que influyó enormemente en su obra poética) le
permitió coincidir en una noche de estreno con un dirigente del
periódico de Nueva Orleans Crescent, quien lo convenció para que dejara Nueva York y aceptase una oferta para trabajar en el diario.
Durante el viaje hacia al Sur, que emprendió en
1848, tuvo la oportunidad de contemplar una realidad, la de provincias,
para él totalmente desconocida y que, en definitiva, sería decisiva para
su carrera futura. Por todo este conjunto de experiencias, cuando
regresó a Nueva York, unos meses después, abandonó el periodismo y se
entregó por completo a la escritura.
La primera edición de su gran obra, Hojas de hierba (Leaves of grass),
no vio sin embargo la luz hasta 1855. Esta primera edición (habría
otras ocho en vida del poeta) constaba de doce poemas, todos ellos sin
título, y fue el propio Whitman quien se encargó de editarla y de
llevarla a la imprenta. De los mil ejemplares de la tirada, Whitman
vendió pocos y regaló la mayoría, uno de ellos a Ralph Waldo Emerson,
importante figura de la escena literaria estadounidense y su primer
admirador. Su crítica, muy positiva, motivó a Whitman para seguir
escribiendo, a pesar de su ruinosa situación económica y de la nula
repercusión que, en general, habían tenido sus poemas.
Al año siguiente apareció la segunda edición, y
cuatro años más tarde la tercera, que amplió con un poema de
presentación y otro de despedida. La noticia de que su hermano George
había sido herido, al comienzo de la Guerra Civil, le impulsó a
abandonar Nueva York para ir a verle a Fredericksburg. Más tarde se
trasladó a Washington, donde, apesadumbrado por el sufrimiento de los
soldados heridos, trabajó voluntariamente como ayudante de enfermería.
Tras el fin de la contienda, se estableció en
Washington y trabajó para la Administración. Allí publicó varios ensayos
de contenido político, en los cuales defendía los ideales liberales y la democracia,
pero rechazaba el materialismo que, a su juicio, impregnaba la vida y
las aspiraciones de la sociedad estadounidense. Aquejado de varias
enfermedades, en 1873 se vio obligado a abandonar Washington y
trasladarse a Camden, en Nueva Jersey, donde permaneció hasta su muerte.
Dedicó los últimos años de su vida a revisar su obra poética, y a
escribir nuevos poemas que fue incluyendo en las sucesivas ediciones de Hojas de hierba.
Whitman fue el primer poeta que experimentó las
posibilidades del verso libre, sirviéndose para ello de un lenguaje
sencillo y cercano a la prosa, a la vez que creaba una nueva mitología
para la joven nación estadounidense, según los postulados del
americanismo emergente. El individualismo, los relatos de sus propias
experiencias, un tratamiento revolucionario del impulso erótico y la
creencia en los valores universales de la democracia son los rasgos
novedosos de su poética; en línea con el romanticismo del momento,
propuso en su poesía una comunión entre los hombres y la naturaleza de
signo cercano al panteísmo.
Tanto por sus temas como por la forma, la poesía de
Whitman se alejaba de todo cuanto se entendía habitualmente por poético,
aunque supo crear con los nuevos materiales momentos de hondo lirismo.
Su influencia sería perceptible en las sucesivas generaciones líricas,
tanto en su país (desde William Carlos Williams hasta Allen Ginsberg) como en otras literaturas (Rubén Darío o Federico García Lorca).
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(Omar Jayyam o Khayyam; Nishapur, actual Irán,
1048 - id., 1131) Poeta, matemático y astrónomo persa. Se educó en las
ciencias en su nativa Nishapur y en Balkh. Posteriormente se instaló en
Samarcanda, donde completó un importante tratado de álgebra. Bajo los
auspicios del sultán de Seljuq, Malik-Shah, realizó observaciones
astronómicas para la reforma del calendario, además de dirigir la
construcción del observatorio de la ciudad de Isfahán. De nuevo en
Nishapur, tras peregrinar a la Meca, se dedicó a la enseñanza y a la
astrología. La fama de Khayyam en Occidente se debe fundamentalmente a
una colección de cuartetos, los Rubaiyat, cuya autoría se le atribuye y que fueron versionados en 1859 por el poeta británico Edward Fitzgerald.
Si en Occidente Omar Khayyam tan sólo es
conocido como poeta, Oriente, en cambio, lo conoció casi exclusivamente
durante toda la Edad Media como astrónomo, matemático y filósofo; en el
ámbito de las matemáticas estudió las ecuaciones cúbicas proporcionando
una solución geométrica para algunas de ellas, e intentó clasificar
ecuaciones de diversos grados según el número de términos que aquéllas
contuvieran. Sólo a partir de mediados del siglo XIX, desde que la
traducción de Edward Fitzgerald de los Rubaiyat dio celebridad a
su nombre en Europa y en América, empezó también a ser estudiado y
admirado como poeta por el Oriente persa y árabe.
Pocos hechos de su vida se encuentran
atestiguados históricamente. Nació en Nishapur en año impreciso,
alrededor de 1050. El nombre entero que se da en su Álgebra es
Omar ibn Ibrahim al-Khayyami, de la que fue extraída la forma que él
mismo usa en sus cuartetos como nombre poético: Khayyam (en árabe
"fabricante de tiendas"). La noticia de su amistad de adolescente con el
futuro ministro seleúcida Nizam al-Mulk y con el futuro jefe de los
asesinos Hasan ibn as-Sabbah suscita serias dificultades de cronología.
Pero es indudable que, en 1047, el todavía joven científico fue invitado
por el sultán Malik-Shah, juntamente con otros dos eruditos, a preparar
una reforma del calendario persa, que terminó con la fijación de una
nueva era, la era Gialali, denominación que procede del sobrenombre del
sultán.
En 1112, el compilador Nizami Arudi Samarquandi
recuerda haber encontrado al maestro en Balkh y haber oído de él una
profecía sobre su propia tumba, que él vio después cumplida en Nishapur,
donde el sepulcro de Omar Khayyam, como el mismo poeta había predicho,
estaba cubierto de pétalos de flores y a la sombra de un peral y de un
melocotonero. Un pasaje recientemente descubierto del ilustre
az-Zamakhshari (literato y teólogo fallecido en 1143) atestigua una
relación suya con Omar Khayyam, de la que se desprende la doctrina y la
modestia del científico y poeta persa (otros en cambio lo habían
descrito como intratable y soberbio) y su conocimiento del que puede
considerarse en algunos aspectos como su precursor árabe, Abu al-Ala
al-Maarri.
Rubaiyat no es el nombre de una obra sino
de una forma métrica (en singular, "rubai", que puede traducirse como
"cuarteto"). Tal estrofa, formada por cuatro versos con el esquema de
rima A-A-B-A, era extraña a la poesía árabe clásica, y fue usada sobre
todo en la persa. Se encuentran cuartetos designados con el vocablo
árabe "rubaiyat" desde los comienzos de la lírica persa, en el siglo X;
los vemos después atribuidos a muchísimos poetas, y aun a hombres de
ciencia, como Avicena; entre los más insignes sobresalen los poetas
místicos Abu Saìd de Mehne (968-1049) y su contemporáneo Baba Tahir de
Hamadàn. Pero los Rubaiyat por antonomasia son los atribuidos a Omar Khayyam.
Algunos investigadores sostienen que Khayyam nunca hizo poesía y que los Rubaiyat
se le han atribuido por su fama y erudición. Ciertamente, el número de
poemas atribuidos a Omar Khayyam es excesivo (entre quinientos y un
millar), y es probable que tan sólo alrededor de unos doscientos sean
suyos. Estas breves composiciones tienen sus origen en la literatura
persa preislámica, y suelen condensar en sus versos una descripción
ambiental y un pensamiento. En los poemas de Khayyam, escritos con un
magistral poder de síntesis, el poeta canta aparentemente a los goces
del vino y el amor como refugio a la transitoriedad de la vida, mas bajo
ello subyace una profunda y a menudo pesimista reflexión sobre la
naturaleza del universo, el paso inexorable del tiempo y la relación del
hombre con Dios.
La fisonomía del poeta que estos versos
traslucen es inequívoca, orientada hacia un amable goce de las efímeras
alegrías de la vida y hacia un íntimo y amargo escepticismo sobre las
posibilidades del hombre para alcanzar las verdades supremas, estado de
ánimo que continúa toda una tradición de poesía escéptica oriental que
se remonta ya a Avicena (se sabe que Khayyam fue un apasionado estudioso
de Avicena)
y que es presentado con excepcional fuerza epigramática, no sin una
acentuada nota de intelectualismo. Junto a la hondura con que se tratan
temas metafísicos como la relación del hombre con Dios, la eternidad y
la incertidumbre de la existencia humana, a través de concisas y
tajantes sentencias, Khayyam realza la belleza y sensualidad del mundo
material, la alegría de vivir, la naturaleza y los placeres. Sus versos
son simbólicos y transmiten la sabiduría antigua con sencillez y
voluptuosidad, a menudo con un irresistible hechizo o entre una aureola
de misterio, y son estimados como uno de los más brillantes tributos del
genio persa a la literatura universal.
(Paso de los Toros, 1920 - Montevideo, 2009)
Escritor uruguayo. Mario Benedetti fue un destacado poeta, novelista,
dramaturgo, cuentista y crítico, y, junto con Juan Carlos Onetti, la figura más relevante de la literatura uruguaya de la segunda mitad del siglo XX y uno de los grandes nombres del Boom de la literatura hispanoamericana. Cultivador de todos los géneros, su obra es tan prolífica como popular; novelas suyas como La tregua (1960) o Gracias por el fuego (1965) fueron adaptadas para la gran pantalla, y diversos cantantes contribuyeron a difundir su poesía musicando sus versos.
Mario Benedetti
Mario Benedetti trabajó en múltiples oficios antes de 1945, año en que inició su actividad de periodista en La Mañana, El Diario, Tribuna Popular y el semanario Marcha,
entre otros. En la obra de Mario Benedetti pueden diferenciarse al
menos dos periodos marcados por sus circunstancias vitales, así como por
los cambios sociales y políticos de Uruguay y el resto de América
Latina. En el primero, Benedetti desarrolló una literatura realista de
escasa experimentación formal, sobre el tema de la burocracia pública, a
la cual él mismo pertenecía, y el espíritu pequeño-burgués que la
anima.
El gran éxito de sus libros poéticos y narrativos, desde los versos de Poemas de la oficina (1956) hasta los cuentos sobre la vida funcionarial de Montevideanos
(1959), se debió al reconocimiento de los lectores en el retrato social
y en la crítica, en gran medida de índole ética, que el escritor
formulaba. Esta actitud tuvo como resultado un ensayo ácido y polémico: El país de la cola de paja (1960), y su consolidación literaria en dos novelas importantes: La tregua (1960), historia amorosa de fin trágico entre dos oficinistas, y Gracias por el fuego
(1965), que constituye una crítica más amplia de la sociedad nacional,
con la denuncia de la corrupción del periodismo como aparato de poder.
En el segundo periodo de este autor, sus obras
se hicieron eco de la angustia y la esperanza de amplios sectores
sociales por encontrar salidas socialistas a una América Latina
subyugada por represiones militares. Durante más de diez años, Mario
Benedetti vivió en Cuba, Perú y España como consecuencia de esta
represión. Su literatura se hizo formalmente más audaz. Escribió una
novela en verso, El cumpleaños de Juan Ángel (1971), así como cuentos fantásticos como los de La muerte y otras sorpresas (1968). Trató el tema del exilio en la novela Primavera con una esquina rota (1982) y se basó en su infancia y juventud para la novela autobiográfica La borra del café (1993).
En su obra poética se vieron igualmente
reflejadas las circunstancias políticas y vivenciales del exilio
uruguayo y el regreso a casa: La casa y el ladrillo (1977), Vientos del exilio (1982), Geografías (1984) y Las soledades de Babel (1991). En teatro, Mario Benedetti denunció la institución de la tortura con Pedro y el capitán (1979), y en el ensayo comentó diversos aspectos de la literatura contemporánea en libros como Crítica cómplice (1988). Reflexionó sobre problemas culturales y políticos en El desexilio y otras conjeturas (1984), obra que recoge su labor periodística desplegada en Madrid.
También en esos años recopiló sus numerosos relatos breves, reordenándolos, en la colección Cuentos completos
(1986), que sería ampliada en 1994. Junto a la solidez de su estructura
literaria, debe destacarse como rasgo esencial de los relatos de
Benedetti la presencia de un elemento impalpable, no formulado
explícitamente, pero que adquiere en sus textos el carácter de una
potente irradiación de ondas telúricas que recorre a los protagonistas
de sus historias, para ser transmitida por ellos mismos (casi sin
intervención del autor, podría decirse) directamente al lector.
La predilección por este género y la pericia que mostró en él emparenta a
Mario Benedetti con los grandes autores del Boom de la literatura hispanoamericana de los años 60, especialmente con los maestros del relato corto (los argentinos Jorge Luis Borges y Julio Cortázar);
de hecho, por el altísimo nivel del conjunto de su obra, se le concede
la misma relevancia que a los restantes protagonistas del Boom, desde los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes hasta el peruano Mario Vargas Llosa o el premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez .
En 1997 publicó la novela Andamios, de
marcado signo autobiográfico, en la que da cuenta de las impresiones que
siente un escritor uruguayo cuando, tras muchos años de exilio, regresa
a su país. En 1998 regresó a la poesía con La vida, ese paréntesis,
y en el mes de mayo del año siguiente obtuvo el VIII Premio de Poesía
Iberoamericana Reina Sofía. En 1999 publicó el séptimo de sus libros de
relatos, Buzón de tiempo, integrado por treinta textos. Ese mismo año vio la luz su Rincón de haikus,
clara muestra de su dominio de este género poético japonés de signo
minimalista, tras entrar en contacto con él años atrás gracias a
Cortázar.
En marzo de 2001 recibió el Premio Iberoamericano José Martí en reconocimiento a toda su obra; ese mismo año publicó El mundo en que respiro (poemas) y dos años más tarde presentó un nuevo libro de relatos: El porvenir de mi pasado (2003). Al año siguiente publicó Memoria y esperanza,
una recopilación de poemas, reflexiones y fotografías que resumen las
cavilaciones del autor sobre la juventud. También en 2004 se publicó en
Argentina el libro de poemas Defensa propia.
Ese mismo año fue investido doctor honoris causa
por la Universidad de la República del Uruguay; durante la ceremonia de
investidura recibió un calurosísimo homenaje de sus compatriotas. En
2005 fue galardonado con el Premio Internacional Menéndez Pelayo. Sus
últimos trabajos fueron los poemarios Canciones del que no canta (2006) y Testigo de uno mismo (2008), el ensayo Vivir adrede (2007) y el drama El viaje de salida (2008).
lunes, 6 de mayo de 2019
6 DE MAYO DE 1980 MUERE
MARÍA LUISA BOMBAL
(María Luisa Bombal Anthes; Viña del Mar, 1910 -
Santiago de Chile, 1980) Escritora chilena que perteneció a la
narrativa de la llamada Generación de 1942, en la que la presencia de lo
tradicional, junto al elemento social y lo innovadoramente creativo,
eran características comunes a pesar de las distancias entre sus
autores, a menudo muy diversos. En ocasiones se censuró, injustamente,
su falta de compromiso, cuando en realidad su obra se adentra en la
condición femenina para resaltar su radical soledad ante a la
racionalidad masculina que domina el entramado social, empleando para
ello técnicas narrativas renovadoras que profundizan en la psicología de
sus personajes y se alejan del realismo.
De padre argentino y de madre con ascendencia
del norte de Europa, María Luisa Bombal creció entre la literatura
castellana y las germánicas, por lo que conoció prontamente las obras de
Goethe, entre otros autores. Uno de sus escritores preferidos en la infancia fue Hans Christian Andersen,
lo que quizá le marcó la preferencia por los ambientes y situaciones
maravillosas. A la muerte de su padre (1923), la familia se trasladó a
París, donde cursó sus estudios secundarios y universitarios. Su tesis
de licenciatura, presentada en la Universidad de la Sorbona, trató sobre
la obra de Prosper Merimée.
De vuelta en Chile en 1931, Pablo Neruda,
entonces cónsul en Buenos Aires, la invitó dos años después a viajar al
país vecino, donde la autora residió hasta 1940. Allí conoció a
escritores como Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo, Silvina Ocampo y Manuel Mujica Láinez
y desarrolló una intensa actividad en el círculo de la revista Sur. Ya
en Chile, un desengaño amoroso la motivó a viajar de nuevo y se desplazó
a los Estados Unidos, donde un tiempo después contrajo matrimonio con
el francoamericano Rafael de Saint Phalle.
Su producción literaria no fue amplia en cuanto
al número de obras publicadas, pero sí singular por la intensidad de sus
contenidos. Además de evocar parte de sus experiencias, sobre todo las
de los primeros viajes, su tema preferente es el de la soledad de la
mujer en un mundo dominado por la racionalidad de los varones. Influida
por la obra de Selma Lagerlöf y de Virginia Woolf, la presencia soterrada del conflicto y el tratamiento de lo psicológico son dos constantes de sus obras.
Lo más destacado de su producción se halla reunido en La última niebla (1934) y La amortajada
(1941); en 1942 recibiría el Premio Municipal de Novela por la edición
chilena de ambos libros. Estas dos obras marcaron la renovación de la
novela latinoamericana, ya que respondían a una idea diferente de lo que
debía ser la narración, y anticiparon el clima que está en la base del
movimiento de literatura fantástica que promoverían Borges y Adolfo Bioy Casares en los años cuarenta.
En estas obras, María Luisa Bombal rechazó la
novela como mera narración de los hechos, abandonó el relato testimonial
(naturalista) y se acercó poéticamente a las motivaciones ocultas de la
conciencia individual. Aunque algunos críticos tildaron su obra de "no
comprometida" con la realidad, sus textos constituyen un documento para
la historia social y cultural de Latinoamérica. En sus obras se repiten
situaciones de pérdida, acoso y búsqueda en sus protagonistas,
reflejando el conflicto entre lo femenino y lo masculino.
La última niebla
En La última niebla, además del extenso
relato de este nombre, figuran otros cuatro: "El árbol", "Trenzas", "Lo
secreto" y "Las islas nuevas", acompañando la novela corta que da título
al segundo libro, "La historia de María Griselda", que la complementa.
Narrada por su protagonista, "La última niebla"
es la historia de una mujer recién casada con un primo suyo, fuertemente
unido al recuerdo de su primera mujer, muerta pocos meses antes,
después de sólo tres de matrimonio. La recién casada se ve obligada por
el marido a imitar a su difunta mujer, que sigue considerando perfecta.
Una noche, durante una estancia en la ciudad, la mujer acompaña a un
silencioso desconocido hasta una casa abandonada donde se le entrega. A
partir de este momento, nunca dejará de pensar en él; será el recuerdo
de su aventura nocturna lo que le ayudará a soportar su tediosa vida.
Su amor por el desconocido es tal que sobrevive
por encima del dolor y la ausencia, y sólo el pensamiento de que existe y
de que, en algún rincón del mundo, piensa en ella algunas veces, le
hace la vida tolerable. Un día incluso cree descubrirle en el interior
de un coche que se acerca y luego pasa sin detenerse. Pero cuando le
confiesa a su marido su vieja aventura, éste le dice que jamás ha salido
sola de casa por la noche, que el día al que se refiere se propasó en
la bebida y que tal vez vio un fantasma.
Al volver a la ciudad en la trágica
circunstancia del suicidio de su cuñada, se dedica a buscar la casa
donde hace unos diez años vivió su aventura, y cuando la encuentra, la
mujer que habita en ella le dice que el dueño de la misma lleva muerto
más de quince y que era ciego. Después de esto sólo resiste la tentación
de matarse porque se da cuenta de cuán ridículo resultaría hacerlo a su
edad, y sigue a su marido para entregarse insensiblemente a una vejez
sin entusiasmos ni recuerdos, mientras la niebla inmoviliza las cosas a
su alrededor, borrando incluso el pasado.
"El árbol" tiene por protagonista a Brígida, la
menor de seis hermanas, a quien su padre considera tonta, casada con un
amigo de éste. Pero tampoco en el matrimonio encuentra la comprensión
esperada, y únicamente resiste al lado de su marido porque se refugia en
la intrincada selva de sueños que despiertan en la pared de su vestidor
las ramas de un gomero que se levanta frente al mismo. Cuando lo
derriban, Brígida, que sin el abrigo de las sombras de las ramas del
árbol se siente desnuda en la habitación también desnuda, ya no es capaz
de seguir junto a su marido y lo abandona.
En "Trenzas", después de algunas disquisiciones acerca de algunas trenzas famosas (las de Isolda, Melisandra, la María de Jorge Isaacs)
se nos habla de dos hermanas completamente distintas y de una lenta
agonía contemporánea al incendio que acaba con un bosque lejano del
lugar. En una atmósfera mágica y al mismo tiempo lírica, también se
desarrolla "Lo secreto", narrada en primera persona por el antiguo
grumete de un barco pirata que se perdió en los fondos marinos.
En un ambiente rural, con lagunas en las que
aparecen nuevas islas que luego desaparecen con igual facilidad,
visitadas por apasionados cazadores de aves marinas, se desarrolla "Las
islas nuevas", que tiene por protagonista a Yolanda, una extraña mujer
en uno de cuyos hombros se insinúa el ala de la gaviota.
La amortajada
La protagonista de La amortajada acaba de
morir cuando el relato comienza; pero por la noche, mientras sigue
amortajada encima de la cama, se le entreabren los ojos y, sin que los
demás lo adviertan, ve cuanto pasa a su alrededor; la vista de quienes
van a visitarla le trae recuerdos de su pasado, como a éstos se los trae
la visión de la muerta. Así, a base de sus recuerdos y los recuerdos de
sus allegados, del primer hombre a quien se entregó siendo aún muy
joven, del padre, el marido, los hijos, la hermana... se va
entretejiendo la historia; hasta que llega un momento en el cual la
protagonista, tras sufrir "la muerte de los vivos", anhela "la segunda
muerte: la muerte de las muertos". Se trata de una historia tensa, de
incomprensiones e irresistibles anhelos, en la que no faltan momentos
estremecedores.
Esta narración se complementa con la "Historia
de María Griselda", nuera de "la amortajada", contada por esta última;
una mujer perseguida que, debido a su extraordinaria belleza, ha de
sufrir que su marido la relegue a un lejano fundo de tierras sureñas.
Extraordinarios retratos, sobresalen en todas estas historias los
personajes femeninos, que en no pocas ocasiones se debaten entre la
realidad y el sueño; son mujeres casi siempre incomprendidas, con una
rica vida interior, que persiguen algo indescriptible que se les escapa,
algo evanescente que se halla más allá de su propia conciencia; mujeres
que, ajenas a cuanto les rodea, intentan defender su libertad y su
condición de mujer.
G
M
T
Y
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