miércoles, 9 de noviembre de 2022

9 DE NOVIEMBRE DE 1953 MUERE DYLAN THOMAS

 

9 DE NOVIEMBRE DE 1953

 MUERE 

DYLAN THOMAS

(Swansea, Reino Unido, 1914 - Nueva York, 1953) Poeta galés en lengua inglesa, sin duda uno de los poetas británicos de la primera mitad del siglo XX con mayor renombre y resonancia internacional, gracias a la profunda originalidad de su poesía y al humor de sus cuentos y piezas teatrales. Durante un tiempo trabajó como periodista para el South Wales Evening Post y, durante la Segunda Guerra Mundial, como guionista para la BBC. Se dio a conocer como poeta con Dieciocho poemas (1934), al que siguieron los volúmenes Veinticinco poemas (1936) y Mapa de amor (1939), con los que se consolidó como máximo representante del movimiento poético Nuevo Apocalipsis, que practicaba un tipo de poesía de evocación, de tono metafísico y con cierto fondo romántico, en el que Thomas adoptaba el papel de poeta-profeta. Alcanzó su plenitud poética con el volumen Defunciones y nacimientos (1946). Autor de un volumen autobiográfico en el que defiende sus concepciones estéticas, Retrato del artista cachorro (1904), escribió además diversos guiones radiofónicos y cinematográficos.

Dylan Thomas completó su educación básica en una Grammar School de su Gales natal, escuela donde su padre ejercía la docencia, y conoció ya durante su infancia la poderosa atracción de la poesía. Poeta eminentemente precoz, a los doce años asombraba a parientes y amigos con sus composiciones, de fuerte originalidad. Cuando acabó sus estudios de enseñanza media viajó a Londres, y un año más tarde aparecía su primer libro, Dieciocho poemas (1934), publicado después de ganar un premio organizado por la revista Sunday Referee. Tenía diecinueve años cuando se publicó, e incluía trece poemas escritos entre 1933 y 1934 y otros cinco compuestos de mayo a octubre de 1934. Se negó a realizar estudios universitarios y prefirió una formación autodidacta

Al este premiado y poco difundido libro le siguieron Veinticinco poemas (1936) y Mapa de amor (1939). En 1936 contrajo matrimonio con una humilde muchacha irlandesa, Caitlin Macnamara, con quien tendría dos hijos y una hija, y se estableció en Laugahrne, en una casa situada frente al mar. Su nombre apareció cada vez con mayor frecuencia en las antologías poéticas contemporáneas, y fue creciendo en la admiración de críticos y poetas. Sin embargo, como suele ocurrir (y algo también por el carácter tumultuoso del escritor, genuino e intolerable bohemio y bebedor empedernido), su situación económica resultó siempre difícil; así lo revelan las cartas de Thomas que conocemos, en las cuales aparecen continuamente ansiosas peticiones de préstamos y auxilios de todo género.

Por esa época escribió los textos lírico-narrativos del Retrato de un artista cachorro (1940), una colección de diez cuentos, en gran parte autobiográficos, que describen el mundo provinciano en que se desarrollan y rememoran en imágenes transparentes, aunque fragmentarias, las primeras experiencias infantiles del poeta, desde los días de los juegos y de la fabulosa despreocupación hasta el momento en que, todavía adolescente, entró como reportero en el periódico de la ciudad. También es de esos años su poemario más bello y conocido, Defunciones y nacimientos (1946), que incluye las composiciones más representativas de su madurez. Los temas dominantes de este volumen son la añoranza de la edad feliz, de los afectos sencillos y familiares, evocada con acentos elegíacos, y la conciencia dolorosa de los años de guerra.


Dylan Thomas y Caitlin Macnamara

Su personal voz y el poderoso arrastre de su sonoridad hicieron famosas sus lecturas públicas y sus grabaciones para la BBC, por lo que realizó cuatro giras por Estados Unidos para leer su poesía en colegios y universidades. Durante el cuarto de sus viajes, en 1953, sufrió un coma etílico después de una intensa y prolongada depresión y murió en un hospital de Nueva York a los 39 años. Aunque la turbulenta etapa final de su vida quizás haya contribuido a valorarlo de manera especial, no cabe duda sobre su importancia como poeta ni sobre sus elevadas dotes retóricas.

Sus Collected Poems (Poemas completos) vieron la luz en 1952 y comprenden toda su producción poética hasta dicho año, más siete poemas inéditos. Thomas escribió también el guión cinematográfico de The Doctor and the Devils (1953), la comedia radiofónica Under Milk Wood (Bajo el bosque lácteo, 1954, galardonada con el premio Italia este mismo año), la novela incompleta Adventures in the Skin-Trade (1955, póstuma), y dos volúmenes de ensayos, conversaciones radiofónicas y narraciones tituladas respectivamente Quite Early One Morning (1954) y A Prospect of the Sea (1955, póstumo).

Dylan Thomas pertenece a una generación de poetas que ya apuntaron sus inquietudes poco antes de la Segunda Guerra Mundial, pero que después de ella cobró madurez. Con Henry Treece, Anne Ridler, David Gascoyne y otros, Thomas participó (aunque con mucha independencia) en el movimiento poético llamado "Nuevo Apocalipsis", grupo que reaccionó contra la generación anterior, la que se hizo famosa alrededor de 1930 y que se conoce como la generación de Oxford: a ella pertenecieron W. H. Auden, Day-Lewis, MacNeice y Spender. Frente a esta generación, que prefería el realismo, el tema social y la sátira política, y que derivaba, aunque con reservas, de la actitud desolada y crítica de Tierra baldía de Eliot, la de Dylan Thomas revaloriza el poder creador de la imaginación y la gran función alumbradora que el mundo cotidiano y el mítico, entremezclados, tienen para la poesía.

Thomas depura su lírica de todo lo que, según su teoría poética, sea bastardo: prosaísmos, evocación no transfigurada de la realidad, lenguaje coloquial y todo lo que sea sórdido y desquiciado y no conserve un hálito elemental de lirismo puro, romantizante. Si a veces el desgarro y la vulgaridad del mundo moderno aparecen en sus versos es de una manera indirecta, simbólica, antieliotiana, como para justificar que no es un esteta y que vive los problemas de su tiempo. En la poesía de Dylan Thomas la fusión de su ardor vital y de su verbo creador y casi fabuloso levantan un mundo alucinante: es el camino iluminado de William Blake, Arthur Rimbaud y otros visionarios. La claridad meridiana, sin embargo, no es su norma; con razón se le ha calificado de oscuro y se le ha adscrito a la línea poética que va desde Vaughan a Hopkins y W. B. Yeats.

Como para muchos artistas, el surrealismo supuso para él una liberación sensorial y expresiva, si bien la tremenda fuerza imaginativa y el sentido de la musicalidad y el ritmo ya le eran propios. El mundo de Dylan Thomas está próximo a un cierto surrealismo, pero más apasionado y humano, menos onírico y sin la carga de elementos impuros que aporta el subconsciente. En su mundo la vida y la muerte son los extremos de un mismo arco, el contrapunto eficaz que mueve su energía creadora. Para el poeta la sola existencia es ya algo extraordinario, una sorpresa renovada cada minuto, y canta sus goces y sus pesares como algo inseparable, como un don glorioso que hay que agradecer al Creador que nos lo brinda. El misterio ontológico, la pasión por el hombre, los sueños prenatales, la niñez paradisíaca, son temas que Thomas evoca con magia de bardo. El sentido alusivo o críptico de algunas de sus metáforas, imágenes o estrofas lo emparenta con la Biblia y con Joyce.

Su verbo es tan prístino, tan virginal, que parece llegar directamente de las fuentes no enturbiadas del lenguaje. Cada verso es una aventura, la lógica poética permite que todo sea una continua sorpresa. El lector intuye que el poema se ha concebido sin un esquema previo; el impulso creador lo ha puesto en marcha como un fuego que avanza con todas sus alas. Por eso no hay en sus poemas zonas intermedias o grises, de descanso, o poco inspiradas. El meollo de su mundo son las imágenes que se suceden, se contradicen, se interfieren y se destruyen. Poeta de inspiración auténtica y creador de imágenes vigorosas y llenas de color, en su intento destinado a alcanzar, a través del caos, una expresión espontánea y total de los elementos humanos conscientes e inconscientes, supo trasladar sus principales obsesiones a sus versos y consiguió dotarlos de resonancias mágicas y de gran aliento.

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