sábado, 19 de julio de 2014


19 de julio muere
Curzio Malaparte

(Kurt Suckert; Prato, 1898 - Roma, 1957) Escritor italiano. Su padre era alemán, pero desde su infancia fue separado de su familia y confiado a unos pobres campesinos toscanos, en cuyo hogar se mantenía aún viva la tradición popular del republicanismo garibaldino. Seguía con brillantez los estudios secundarios en Prato cuando el 2 de agosto de 1914 se fugó, pasó la frontera y se alistó en el Ejército francés. Hizo toda la guerra, primero en la Legión extranjera y luego en el 408.º regimiento de infantería. Condecorado por méritos de guerra, en 1918 quedó inútil para el servicio militar por acción de los gases.

Entró luego en la carrera diplomática, asistió a la conferencia de la paz en Versalles y después formó parte de la legación italiana en Polonia. En 1921 regresó a Italia y abandonó la carrera administrativa. Atraído por la figura de Mussolini, entonces todavía muy próximo a sus orígenes socialistas, se adhirió al partido fascista en 1922. Un año antes había publicado su primer libro (La revuelta de los santos malditos) y se hacía llamar Malaparte. Un día Mussolini le preguntó por qué había escogido este nombre funesto, a lo que contestó el escritor: "Napoleón se llamaba Bonaparte y terminó mal, yo me llamo Malaparte y terminaré bien".

Durante algún tiempo fue delegado de las "haces" en el extranjero, pero no tardó en presentar la dimisión. La decisión obedeció tan sólo a un deseo de independencia, ya que Malaparte continuó siendo uno de los intelectuales más brillantes del movimiento acaudillado por el Duce. Director del semanario fascista La Conquista dello Stato, publicaba ensayos de títulos virulentos: Las bodas de los eunucos (1922), Italia contra Europa (1923), La Italia bárbara (1925), en los que exponía un nietzcheísmo político basado esencialmente en la antítesis entre la plebe italiana "que no quiere sufrir", y el héroe-superhombre (evidentemente Mussolini) que debía convertirse forzosamente en un tirano si quería llevar al país al desempeño de un gran papel histórico.

Con todo, en ese tiempo, Malaparte ya se permitía pequeñas rebeldías cada vez más frecuentes con respecto a la disciplina del partido y del mismo Duce. Administrador de las célebres ediciones de la Voce, a menudo entraba en conflicto con los dirigentes fascistas. Pero a raíz del pacto de Letrán, en 1929, atacó directamente a Mussolini en un breve libelo aparecido en una revista genovesa bajo el significativo título de Don Camaleón. Las autoridades prohibieron su publicación en volumen y Mussolini decidió alejar a Malaparte de Roma y confiarle la dirección del gran diario turinés La Stampa.

Después de un largo viaje por Europa, África y Asia, nuestro autor abandonó ruidosamente el partido fascista en enero de 1931. Refugiado en París, publicó allí en francés dos obras capitales: Técnica del golpe de estado (1931) y Le Bonhomme Lénine (1932), que le valieron por fin la vasta notoriedad que no había podido alcanzar con su novela Aventure d'un capitano di sventura ni con su libro de poemas, también autobiográfico, L'Archiitaliano, cantate di Malaparte.

Establecido en Londres, Malaparte iniciaba allí su carrera de corresponsal político cuando Mussolini, en 1933, le ordenó que regresara a Italia. Malaparte obedeció, por bravata, pero fue detenido al apearse del tren "por manifestaciones antifascistas en el extranjero". (Sus dos libros Técnica del golpe de estado y Le Bonhomme Lénine estaban prohibidos en Italia y Alemania). Tras un encarcelamiento de algunos meses, el escritor fue condenado a cinco años de confinamiento en las islas Lipari. Allí escribió Fughe in prigione (1936) y Sangue (1937).

Cumplida la condena, pudo establecerse en Roma, pero quedó bajo la vigilancia de la policía y aun fue detenido durante la visita de Hitler a Roma en 1938. Con todo, en 1939 fundaba Malaparte la revista de oposición Prospettive, en la que publicó textos de antifascistas notorios como Moravia y, durante la guerra, poemas de Eluard e inclusive artículos de escritores judíos. Parecía, no obstante, que Mussolini trataba a su antiguo discípulo con cierta benevolencia, por cuanto en 1940, a raíz de la entrada de Italia en la guerra, Malaparte, que acababa de publicar su novela Donna come me, recibió el nombramiento de corresponsal de guerra y fue agregado a un regimiento de tropas alpinas.

Pero, dando una nueva prueba de su incurable espíritu de libertad, Malaparte se puso a escribir su novela Il Sole e' cieco, condenación moral de la agresión contra una Francia que se hallaba ya al borde de la derrota. El libro fue confiscado y Malaparte, enviado al servicio armado, hizo la campaña de Grecia a bordo de un avión de bombardeo. En 1941 pudo reintegrarse a sus funciones de corresponsal de guerra y partió, al frente de Rusia con el cuerpo italiano del general Messe. Pero sus artículos desfavorables a Alemania originaron su expulsión del frente ucraniano a fines de 1941.

Su estancia en la Europa del Este ocupada por los alemanes y sus sorprendentes encuentros con jefes nazis como Franck, gobernador-títere de Polonia, e incluso con Himmler, le suministraron la materia del más conocido de sus libros, Kaputt, que fue publicado en 1944, en Nápoles, ocupado ya por los norteamericanos, y rápidamente traducido a todas las lenguas.

Después de pasar el año 1942-43 en el frente de Finlandia, Malaparte se refugió en Suecia y, a la caída de Mussolini, pasó a la parte de Italia controlada por los aliados y luchó hasta la paz con los resistentes de la División Potente. Asqueado por el espectáculo de la Italia de la inmediata postguerra (La Pelle, 1949), Malaparte decidió en 1945 instalarse en París e incluso pensó en escribir solamente en francés. En francés estrenó con poco éxito dos obras de teatro: Du coté de chez Proust (1948) y Das Kapital (1949). Vuelto a Italia, vivió en su casa de Capri, donde realizó algunas apreciables tentativas cinematográficas.

En 1956 hizo un gran viaje a China y afirmó sus simpatías por el régimen comunista. Pero en 1957, poco después de la aparición de su último libro, Maledetti Toscani, sufrió unos ataques pulmonares y cardíacos, secuela de sus heridas de guerra. Llevado a Roma en avión, empezó entonces una patética lucha de cuatro meses contra la muerte, que afrontó con gran valor y plena conciencia, hasta el punto de registrar en una cinta magnetofónica sus impresiones de agonizante. Días antes de su muerte, Malaparte, que era protestante y había visto su libro La Pelle incluido en el índice en 1949, se convirtió al catolicismo.

Aun cuando es difícil emitir ahora un juicio sobre Malaparte, no parece aventurado afirmar que ha sido uno de los más vigorosos temperamentos literarios de nuestra época. A pesar de las exageraciones voluntarias que contienen, libros como Kaputt y La Pelle quedarán probablemente como testimonios decisivos de la tragedia de los años 1939-45. Se le ha reprochado con razón el cinismo de que hace gala, pero es posible que este cinismo no haya sido para Malaparte más que la máscara tras la que se ocultaba su lúcida desesperación ante la decadencia europea.



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