18 DE FEBRERO DE 1931 NACE
TONI MORRISON
(Chole Anthony Wofford; Lorrain, 1931) Narradora afroamericana. En 1949, egresada de la escuela pública de su ciudad natal, comenzó estudios universitarios en filología inglesa y más tarde en humanidades, que cursó en diversos centros. Se graduó en Howard University y se doctoró en Cornell. Fue profesora de filosofía y letras en las universidades de Yale, Howard, Texas y en la State University de Nueva York.
También enseñó escritura creativa en la Rutgers University de New Jersey, al mismo tiempo que trabajaba como editora de Random House, labor que venía desarrollando desde antes para pagarse los estudios. A su trabajo editorial se debe el descubrimiento de varios de los más representativos escritores de la joven literatura afroamericana de los Estados Unidos. Entre 1958 y 1964 estuvo casada con Harold Morrison, un arquitecto cuyo apellido adoptó (Toni es su apodo familiar) y con el que tuvo dos hijos.
Tenía casi cuarenta años cuando en 1970 se publicó su primera novela, Ojos azules. El juego de palabras contenido en el título es revelador de la trama de la obra (en inglés blue es azul y también triste), pero no alcanza a preparar al lector para la terrible historia que relata Morrison: una niña negra, llamada Pecola, que desea tener los ojos azules de Shirley Temple o de las muñecas de las niñas blancas, a la que su padre viola y que termina enloqueciendo.
La crítica no prestó demasiada atención a esta primera novela como tampoco lo hizo con la segunda, Sula, aparecida en 1973. Ambientada en la década de 1940, al igual que la anterior, cuenta el crecimiento paralelo y opuesto de dos mujeres negras: una, Nel, se adapta pasivamente al estereotipo de madre; la otra, Sula, elige vivir su propia vida incluso pagando el precio de la infelicidad y la muerte. El motivo que se encuentra en la base de esta obra, centrada en el tema del doble (Sula define a Nel como "otra versión de sí misma"), es la amistad entre mujeres dentro del universo variopinto y complejo del "neighborhood", el suburbio urbano habitado sólo por negros
En cambio, La canción de Salomón, publicada en 1977, obtuvo el National Books Critic Award, el premio oficial de la crítica, y tuvo asimismo éxito de público, consagrando a Morrison como una de las más importantes autoras contemporáneas de Estados Unidos. Construida en forma de "Bildungsroman", se basa en la leyenda del "africano volador", y sigue las etapas de la "quest" de Milkman, un chico negro de la ciudad de Detroit (que en la década de 1960 estaba siendo sacudida por la lucha por los derechos civiles), que se aventura en el Sur rural, tierra de sus antepasados, donde se reconcilia con su pasado familiar y racial, gracias al descubrimiento del mítico vuelo de su antepasado Solomon, inmortalizado en las palabras de una canción para niños.
En 1981 se publicó La isla de los caballeros, en la que la escritora profundiza en el tema de la identidad y del desarraigo a través de la historia mágica del amor entre Son y Jade, dos jóvenes afroamericanos que, en la década de 1980, miran de forma antitética los modelos culturales y de comportamiento impuestos por la sociedad de los blancos. En 1987 apareció Beloved, con la que obtuvo el premio Pulitzer. Esta obra estremecedora sintetiza varios siglos de dolor y desesperación del pueblo negro esclavo, con la descarnada decisión que se ve obligada a tomar una madre cuando el amo, cargado de cadenas, viene a buscar a su hijita para llevársela a su plantación: matar a la niña para evitar su esclavitud. La siguiente novela de Morrison fue Jazz, aparecida en 1992.
Toni Morrison no es la primera escritora negra de Norteamérica, pero sin duda es la fundadora de una literatura escrita desde y para los negros que, como ella misma, se identifican como afroamericanos, sin concesiones, traducciones ni alivios para blancos o negros integrados. Su narrativa es asimismo genuina y genéticamente femenina: uno de sus personajes es una mujer sin ombligo, lo que hace de ella una "primera" de la especie, acaso una demiurga y vehiculizadora de la mítica y los sueños de su pueblo, sin caer jamás en la tentación de convencer a nadie de que sus diferencias o de que sus peculiares señas de identidad supongan bondad o supremacía alguna.
De ahí quizá la grandeza de su narrativa que respira una lucidez de testigo y actora de sucesos de la vida que sencillamente ocurren (lo mismo si resultan trascendentes, maravillosos o miserables) sin asombro ni heroismos. Y acaso éste sea uno de los rasgos que se evaluaron en la concesión de uno de los más justos premios Nobel de la historia de este galardón, que recayó en ella en 1993.
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