12 DE AGOSTO DE 1955 MUERE
THOMAS MANN
(Lübeck, 1875 -
Kilchberg, 1955) Escritor alemán, premio Nobel en 1929. Criado en Lübeck
en el seno de una familia patricia, a la muerte de su padre en 1893
siguió a su madre a Munich, donde trabajó como aprendiz en una compañía
de seguros. Más tarde, aprovechando en parte las relaciones de su
hermano Heinrich, colaboró con varias revistas, entre ellas
Simplizissimus. De 1895 a 1897 estuvo en Italia, acompañando a su
hermano.
En su juventud, su postura quedó reflejada en
las Consideraciones de un apolítico, planteadas en gran medida contra el
Zola, que había publicado precisamente Heinrich. En 1933, aprovechando
una gira de conferencias, y siguiendo el consejo de sus hijos, no volvió
a Alemania, sino que se exilió primero en Sanary-sur-Mer, cerca de
Marsella, y luego en Küsnacht, junto a Zurich. En esa época no se
definió políticamente, se mantuvo apartado de los círculos de exiliados e
incluso prometió al ministerio de Propaganda alemán, en 1933,
abstenerse de manifestaciones políticas, pues no quería hacer peligrar
la relación con sus lectores alemanes ni la edición de José y sus
hermanos.
En 1938 se trasladó a California, donde
residió hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Desde allí dio una
serie de charlas radiofónicas de propaganda para la BBC bajo el
apelativo común de Deutsche Hörer (1940-1945, ¡Oyentes alemanes!) y
diversas conferencias de orientación antifascista. En 1947 visitó
Alemania y participó en la primera reunión de posguerra del PEN-Club en
Zurich. En 1952, decepcionado por la situación en Estados Unidos a raíz
de la muerte de Franklin D. Roosevelt, volvió a Europa y se estableció
de nuevo en Suiza, vastamente honrado a partir de allí por sus
conciudadanos alemanes.
La producción literaria de Mann
fue enorme y, de entre ella, merece destacarse cronológicamente Los
Buddenbrook (1901), novela subtitulada "decadencia de una familia", que
narra precisamente el progresivo declive de una estirpe hanseática en el
curso del siglo XIX, sobre el fondo de los procesos de cambio
sociológico producidos en esa época. Escrita bajo la influencia del
radicalismo cultural de Nietzsche, en sus páginas aparece la oposición
entre mundo y arte, lo que será un tema recurrente en el autor.
Tonio
Kröger (1903), relato publicado conjuntamente con otros varios, es la
biografía de un artista, temáticamente muy cercana a Los Buddenbrook, y,
según confesión del propio Mann, la obra que afectivamente le era más
próxima. En la novela Alteza real (1909), el heredero de un pequeño
principado alemán se casa con la hija de un millonario estadounidense,
con lo que sanea el erario y, a la vez, da un sentido a su propia
existencia, hasta entonces meramente decorativa: se trata de una
"comedia en forma novelesca", narrada con simpática ironía.
La
muerte en Venecia (1913), sin duda la más acabada síntesis de la
poética del autor, y una cumbre en el género de la novela breve,
presenta a través de sus protagonistas, el músico moribundo y el joven
Tadzio, una sutil relación dialécticta entre el apogeo de la belleza y
la inevitable presencia de la muerte. En La montaña mágica (1924), vasta
novela comenzada en 1912, que pretendía en un principio ser una especie
de sátira de La muerte en Venecia, Hans Castorp, patricio alemán
internado siete años en un sanatorio pulmonar internacional suizo, vive
un proceso formativo: con la excusa de las varias conversaciones que se
entrecruzan en ese mundo cerrado, Mann intercala una serie de ensayos
sobre múltiples cuestiones y traza un cuadro minucioso de la sociedad
europea anterior a la Primera Guerra Mundial.
La
tetralogía José y sus hermanos (1933-1943), recreación del relato
bíblico pero sin ninguna pretensión de historicidad, refleja la
evolución del pensamiento del autor desde el irracionalismo del período
1914-1918, pasando por la democracia burguesa de la década de 1920 y los
planteamientos condicionadamente socialistas de la de 1930, hasta su
admiración por el New Deal de Roosevelt, que se hace evidente en la
última de las cuatro novelas, cuyo eje gira en torno a la síntesis entre
cuerpo y espíritu.
En Carlota en Weimar (1939), donde
se relata el reencuentro de Goethe, en la culminación de su vida, con
Carlota, su amante de juventud, Mann dibuja al representante del
clasicismo alemán como el artista que ha logrado la armoniosa fusión en
sí mismo entre las personalidades del poeta y el ciudadano. Doctor
Faustus (1947), considerada unánimemente su obra maestra, señala en el
subtítulo que se trata de "La vida del compositor alemán Adrian
Leverkühn narrada por un amigo". Centrada en el carácter ambivalente del
dotado compositor, que cae en manos del diablo, refleja la decadencia y
una mezcla de culpa e incapacidad de la sociedad burguesa alemana,
desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, con una madurez que elude
la facilidad de las conclusiones.
Confesiones del
aventurero Félix Krull (1954), finalmente, es una renovación de la
novela picaresca y al mismo tiempo parodia de la tradicional "novela de
formación" alemana. El seductor Félix, hijo de un fabricante de vinos
espumosos, cambia nombre y rol social con un aristócrata en un hotel de
París, donde hacía su aprendizaje y se va, en lugar de aquel, de viaje
por el mundo. El argumento reanuda un tema básico de Mann: la decadencia
y la degeneración no sólo son fronterizas del crimen, sino también una
posibilidad de ampliar los límites de la existencia. Como acompañamiento
de su obra narrativa, aparte de un único drama, Fiorenza (1906), Thomas
Mann fue asimismo autor de una ingente producción ensayística.
Foto: 12 DE AGOSTO DE 1955 MUERE THOMAS MANN
(Lübeck,
1875 - Kilchberg, 1955) Escritor alemán, premio Nobel en 1929. Criado
en Lübeck en el seno de una familia patricia, a la muerte de su padre en
1893 siguió a su madre a Munich, donde trabajó como aprendiz en una
compañía de seguros. Más tarde, aprovechando en parte las relaciones de
su hermano Heinrich, colaboró con varias revistas, entre ellas
Simplizissimus. De 1895 a 1897 estuvo en Italia, acompañando a su
hermano.
En su juventud, su postura quedó reflejada en
las Consideraciones de un apolítico, planteadas en gran medida contra el
Zola, que había publicado precisamente Heinrich. En 1933, aprovechando
una gira de conferencias, y siguiendo el consejo de sus hijos, no volvió
a Alemania, sino que se exilió primero en Sanary-sur-Mer, cerca de
Marsella, y luego en Küsnacht, junto a Zurich. En esa época no se
definió políticamente, se mantuvo apartado de los círculos de exiliados e
incluso prometió al ministerio de Propaganda alemán, en 1933,
abstenerse de manifestaciones políticas, pues no quería hacer peligrar
la relación con sus lectores alemanes ni la edición de José y sus
hermanos.
En 1938 se trasladó a California, donde
residió hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Desde allí dio una
serie de charlas radiofónicas de propaganda para la BBC bajo el
apelativo común de Deutsche Hörer (1940-1945, ¡Oyentes alemanes!) y
diversas conferencias de orientación antifascista. En 1947 visitó
Alemania y participó en la primera reunión de posguerra del PEN-Club en
Zurich. En 1952, decepcionado por la situación en Estados Unidos a raíz
de la muerte de Franklin D. Roosevelt, volvió a Europa y se estableció
de nuevo en Suiza, vastamente honrado a partir de allí por sus
conciudadanos alemanes.
La producción literaria de Mann
fue enorme y, de entre ella, merece destacarse cronológicamente Los
Buddenbrook (1901), novela subtitulada "decadencia de una familia", que
narra precisamente el progresivo declive de una estirpe hanseática en el
curso del siglo XIX, sobre el fondo de los procesos de cambio
sociológico producidos en esa época. Escrita bajo la influencia del
radicalismo cultural de Nietzsche, en sus páginas aparece la oposición
entre mundo y arte, lo que será un tema recurrente en el autor.
Tonio
Kröger (1903), relato publicado conjuntamente con otros varios, es la
biografía de un artista, temáticamente muy cercana a Los Buddenbrook, y,
según confesión del propio Mann, la obra que afectivamente le era más
próxima. En la novela Alteza real (1909), el heredero de un pequeño
principado alemán se casa con la hija de un millonario estadounidense,
con lo que sanea el erario y, a la vez, da un sentido a su propia
existencia, hasta entonces meramente decorativa: se trata de una
"comedia en forma novelesca", narrada con simpática ironía.
La
muerte en Venecia (1913), sin duda la más acabada síntesis de la
poética del autor, y una cumbre en el género de la novela breve,
presenta a través de sus protagonistas, el músico moribundo y el joven
Tadzio, una sutil relación dialécticta entre el apogeo de la belleza y
la inevitable presencia de la muerte. En La montaña mágica (1924), vasta
novela comenzada en 1912, que pretendía en un principio ser una especie
de sátira de La muerte en Venecia, Hans Castorp, patricio alemán
internado siete años en un sanatorio pulmonar internacional suizo, vive
un proceso formativo: con la excusa de las varias conversaciones que se
entrecruzan en ese mundo cerrado, Mann intercala una serie de ensayos
sobre múltiples cuestiones y traza un cuadro minucioso de la sociedad
europea anterior a la Primera Guerra Mundial.
La
tetralogía José y sus hermanos (1933-1943), recreación del relato
bíblico pero sin ninguna pretensión de historicidad, refleja la
evolución del pensamiento del autor desde el irracionalismo del período
1914-1918, pasando por la democracia burguesa de la década de 1920 y los
planteamientos condicionadamente socialistas de la de 1930, hasta su
admiración por el New Deal de Roosevelt, que se hace evidente en la
última de las cuatro novelas, cuyo eje gira en torno a la síntesis entre
cuerpo y espíritu.
En Carlota en Weimar (1939), donde
se relata el reencuentro de Goethe, en la culminación de su vida, con
Carlota, su amante de juventud, Mann dibuja al representante del
clasicismo alemán como el artista que ha logrado la armoniosa fusión en
sí mismo entre las personalidades del poeta y el ciudadano. Doctor
Faustus (1947), considerada unánimemente su obra maestra, señala en el
subtítulo que se trata de "La vida del compositor alemán Adrian
Leverkühn narrada por un amigo". Centrada en el carácter ambivalente del
dotado compositor, que cae en manos del diablo, refleja la decadencia y
una mezcla de culpa e incapacidad de la sociedad burguesa alemana,
desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, con una madurez que elude
la facilidad de las conclusiones.
Confesiones del
aventurero Félix Krull (1954), finalmente, es una renovación de la
novela picaresca y al mismo tiempo parodia de la tradicional "novela de
formación" alemana. El seductor Félix, hijo de un fabricante de vinos
espumosos, cambia nombre y rol social con un aristócrata en un hotel de
París, donde hacía su aprendizaje y se va, en lugar de aquel, de viaje
por el mundo. El argumento reanuda un tema básico de Mann: la decadencia
y la degeneración no sólo son fronterizas del crimen, sino también una
posibilidad de ampliar los límites de la existencia. Como acompañamiento
de su obra narrativa, aparte de un único drama, Fiorenza (1906), Thomas
Mann fue asimismo autor de una ingente producción ensayística.
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