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DE MARZO DE 1889 NACEOKAMOTO
KANOKO
En 1909 se casó con el mangaka (dibujante de manga) Okamoto Ippei con quien tuvo tres hijos, de los que sólo uno sobrevivió y se convertiría en uno de los más importantes artistas; Okamoto Tarō. Esta época de muertes, crisis nerviosas y sufrimientos como la bancarrota de su padre, la muerte de su hermano, de su madre y sus hijos la calificó ella misma como sus “días en el infierno”. A raíz de ello se refugiaría en la religión; primero en el cristianismo protestante y después en el budismo.
En 1909 se casó con el mangaka (dibujante de manga) Okamoto Ippei con quien tuvo tres hijos, de los que sólo uno sobrevivió y se convertiría en uno de los más importantes artistas; Okamoto Tarō. Esta época de muertes, crisis nerviosas y sufrimientos como la bancarrota de su padre, la muerte de su hermano, de su madre y sus hijos la calificó ella misma como sus “días en el infierno”. A raíz de ello se refugiaría en la religión; primero en el cristianismo protestante y después en el budismo.
Compaginó la ficción y la poesía con ensayos sobre budismo, y escribió sobre un escritor al que admiraba y de quien era amiga; Akutagawa. La obra sobre los últimos días del escritor maldito se llamaba “Tsuru wa yamiki…ù (La grulla enferma). Sus obras de ficción más importantes son “Hahako Jojo”, “Kingyo Ryoran” y “Rogisho”. Y los textos sobre el budismo fueron muy apreciados y reconocidos. Destacan también los cuentos “Historia de una anciana geisha” y “Sushi”.
Curiosidades: Fue su criada quien la tuvo entre algodones y le enseñó a escribir versos waka y a tocar el Koto (instrumento japonés parecido a un harpa). Le gustaba el libro “La historia de Genji” de Murasaki Shikibu. Su vida amorosa no fue nada convencional; su marido y ella permitieron de inquilino en su casa a un joven estudiante con el que Kanoko acabó teniendo una relación amorosa. Sin embargo, su marido, Ippei, permitía el adulterio. No acabaron aquí sus líos; cuando fue ingresada en el hospital por un una operación menor, se enamoró de su médico, Niida Kamezo. Al pobre Niida le echaron del trabajo por ello y tuvo que irse a otra parte de la isla. Kanoko, durante años, viajó para verlo dejando plantados a su otro amante y al marido. Parecía ser una mujer muy pasional.
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