jueves, 7 de julio de 2016

7 DE JULIO DE 1884 NACE:

LION FEUCHTWANGER
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(Múnich, 1884 - Los Ángeles, 1958) Novelista alemán. Realizó sus estudios en su ciudad natal, y se licenció en 1907 con una tesis sobre el Rabbi von Bacharach, de Heinrich Heine. La Primera Guerra Mundial lo sorprendió en Túnez, donde fue detenido. Con posterioridad, logró huir, regresar a Alemania y enrolarse en el ejército. En 1918 asistió en Berlín al estallido de la revolución. Datan de poco después sus primeros trabajos, que tuvieron un éxito inmediato; su primera novela histórica fue La fea duquesa Margarita Maultasch (Die hässliche Herzogin Margarete Maultasch, 1923); pero mucho más conocida es Süss el judío(Jug Süss, 1925), reconstrucción novelesca con bases históricas de la vida de un judío que, en el siglo XVIII fue Ministro de Finanzas del Württemberg. No es casual que Feuchtwanger, alemán de origen judío, evocara las vicisitudes de un judío, y de hecho este tema volvería a plantearse en sus siguientes novelas. Durante aquel período, también trabajó para el teatro; es particularmente conocida su adaptación de Eduardo II, de Marlowe, en parte por la colaboración que le prestó Bertolt Brecht, quien fue un excelente amigo suyo, y fue autor de una de las tres partes de la Angelsächsische Trilogie, una afortunada comedia representada en 1927. Después de emigrar en 1933, Feuchtwanger se estableció en Sanary sur Mère, en el sur de Francia. En 1937, un viaje a Rusia en el curso del cual tuvo un encuentro con Stalin, le inspiró, en polémica con Gide, la entusiasta Moskau 1937. Data de aquellos años (1936-1939) la publicación de la revista Das Wort, editada en Moscú junto a Brecht y Willi Bredel. De todos modos, a pesar de sus simpatías por el comunismo (que por otra parte se fueron enfriando poco a poco, aunque no de forma explícita, después de la guerra), Feuchtwanger nunca se afilió al Partido Comunista. En 1940 el Gobierno francés lo detuvo durante cierto tiempo en el campo de concentración de Les Milles, pero mientras la invasión alemana llegaba al sur de Francia, logró escapar y llegar hasta América. En el libro Unholdes Frankreich (1942) presenta un sosegado pero penetrante testimonio de sus vivencias como prisionero. En Estados Unidos prosiguió su afortunada actividad de escritor de novelas históricas, a menudo organizadas en ciclos. Tal es el caso de Der Wartesaal (1930-1939), constituido por las tres novelas, en parte autobiográficas, ErfolgGeschwister Oppenheim y Exil, en las que indaga las causas históricas que condujeron a Alemania al estallido de la barbarie nazi, y acerca de los orígenes del movimiento hitleriano, de los que Feuchtwanger fue testigo en Múnich. La historia de su pueblo, el eterno perseguido, es objeto de la trilogía Jüdischer Krieg(1932), Los hijos (Die Söhne, 1935) y El día llegará (Der Tag wird kommen, 1942), donde narra las vivencias del historiador judío José Flavio, con numerosas alusiones a la actualidad. En otra novela histórica, Der falsche Nero (1936) se encuentran referencias más directas a los personajes principales del Tercer Reich. La búsqueda de analogías con el presente propicia el acercamiento de acontecimientos históricos, que la habilidad narrativa y la finura psicológica del autor ilustran de modo convincente. La fluidez del estilo, la precisión y la riqueza de las descripciones explican el interés que en algunos países siguen despertando sus novelas, sobre todo a partir de 1950.

lunes, 4 de julio de 2016

JORGE LUIS BORGES
La lluvia


Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto

patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.

 



LOLA KOUNDAKJIAN

VIDA

Ella corta las cebollas finamente.
Un obrero de construcción, de 25 años, cae hacia su muerte.

Ella agrega cilantro, clavos y jengibre.
Un soldado, de 21 años, pisa una mina al borde del camino.

Ella saca las albóndigas de la nevera.
Un periodista, de 43 años, recibe un tiro en la cabeza.

Ella revuelve la salsa a bajo fuego
y añade algunas lágrimas a la olla.

4 DE JULIO DE 1846 NACE:


LAUREANA WRIGHT GONZÁLEZ


Laureana Wright González (1846-1896) 
Hija de Santiago Wright de ascendencia norteamericana y de Eulalia González, mexicana. Realizó sus primeros estudios y aprendió francés e inglés con profesores particulares en la Ciudad de México. En 1865 empezó a escribir poemas. Contrajo matrimonio con Sebastián Kleinhans y por un año, abandonó sus actividades literarias. Mujer de vigorosa inteligencia, demostró siempre sus ideas liberales que no temió dar a conocer en las diversas publicaciones de su época. Directora de la revista Violetas del Anáhuac de 1887 a 1889, donde se planteó el problema del sufragio femenino y la igualdad de ambos sexos, y que le da carácter de precursora del periodismo femenino en México. Colaboró en el "Diario del Hogar", desde cuyas columnas censuró la política del Presidente, contra los trabajadores, por cuya causa, estuvo a punto de ser expulsada del país. También escribió en "El Estudio" y "El Federalista".

Laureana Wright nació en Taxco, Guerrero. Escribió varios textos bajo la convicción de discutir sobre la educación femenina como el principio que demuestra la igualdad intelectual entre hombres y mujeres. Tenía la certeza de que la capacidad de las mujeres para incursionar en cualquier actividad o profesión desempeñada por un hombre, era demostrable.

Sus ensayos trataron con cierta profundidad el tema y convocó a las propias mujeres a que criticarán sus condiciones y el papel social otorgado. En sus textos describía como causas la sumisión y la falta de preceptos legales que promovieran soluciones a la desigualdad. Fue periodista en publicaciones como: El Monitor Republicano, El Bien Público y El álbum de la mujer. Dirigió la revista Las Violetas del Anahuac, publicación elaborada por mujeres, en donde, Laureana dedicó una sección a la biografía de mujeres mexicanas destacadas, ya sea por su pluma o por algún otro tipo de actividad, con la seguridad de que en dichas biografías se encontrarían ejemplos de otras feminidades diferentes a la de la mujer doméstica o la reproductora biológica. Murió en la Ciudad de México a los 49 años (1).


La prensa feminista fue un importante foro para exponer la demanda del sufragio femenino; destaca la figura de la periodista Laureana Wright González, fundadora de la primera revista feminista de México, Violetas del Anáhuac, así como el periódico Mujeres de Anáhuac (En 1884 nació esta revista con el nombre de Las hijas de Anáhuac, y a partir del número 9 cambió a Violetas del Anáhuac.)


Reconocimientos:
En 1869 nombrada socia honoraria de la Sociedad Nezahualcoyotl a petición de Gerardo Silva y Manuel Acuña. En 1872 ingresó a la Sociedad Científica El Porvenir. En 1873 se le nombró socia del Liceo Hidalgo por petición de Ignacio Ramírez y Francisco Pimentel. En 1885 se le distinguió como socia honoraria del Liceo Mexicano así como del Liceo Altamirano de Oaxaca.  


Obras:
"La emancipación  de la mujer, por medio del estudio",  1891; "Educación errónea de la mujer y medio práctico para corregirla", 1892 y "Mujeres notables mexicanas", 1910.
Poesía:
"A  Cuba", "El  5 de mayo de 1862", entre  otros.

4 DE JULIO DE 1804 NACE: NATHANIEL HAWTHORN

4 DE JULIO DE 1804 NACE:
NATHANIEL HAWTHORN

(Salem, EE UU, 1804-Plymouth, id., 1864) Novelista estadounidense. Nacido en el seno de una familia de vieja estirpe puritana, tanto su vida como su obra se vieron marcadas por la tradición calvinista. Su temprana vocación literaria lo obligó a afrontar numerosos problemas económicos, ya que sus obras no le daban lo suficiente para vivir.


Nathaniel Hawthorne
Su primera novela, Fanshawe (1928), protagonizada por un héroe de corte byroniano que posee rasgos biográficos del propio Hawthorne, evidencia las influencias del Romanticismo europeo; entre 1837 y 1842 publicó con regularidad los Cuentos narrados dos veces, en que aborda con detenimiento los que serían algunos de sus temas recurrentes, como la idea del pecado y el problema del mal.
Durante este período trabajó en la Aduana de Boston, en una granja comunal cercana a la misma ciudad, y en 1843 se estableció en Concord, tras contraer matrimonio (1842); allí escribió la colección de cuentos Musgos de una vieja granja(1846), que incluye el célebre relato La hija de Rapaccini. En 1846 volvió a trabajar en aduanas, pero al poco optó por aislarse de nuevo en una humilde casa de Massachusetts, donde compuso su obra más célebre, La letra escarlata (1850) y, un año después, La casa de las siete torres.
En 1853 describió su experiencia durante su visita a una colonia de filántropos inspirados por el socialismo utópico en La granja de Blithedale, y ese año fue nombrado cónsul en Liverpool por su amigo Pierce, entonces presidente de Estados Unidos, lo que le permitió viajar por Europa. Durante un viaje a Italia empezó El fauno de mármol (1860), última novela que, además de sus preocupaciones morales, revela una creciente dedicación al estilo narrativo y un acercamiento a la poesía.

domingo, 3 de julio de 2016

NADIA ANJUMAN


POEMA BREVE

Estoy enjaulada en esta esquina
llena de melancolía y pena…
mis alas están cerradas y no puedo volar…
Soy una mujer Afgana y debo lamentarme.


Nadia Anjuman (1980-2005) fue asesinada por su marido, Farid Anjuman, y los familiares de éste, que consideraban que la publicación de un libro de poemas de Nadia “deshonraba” a la familia


NADIA ANJUMAN


No deseo abrir la boca
No deseo abrir la boca
¿A qué podría cantar?
A mí, a quien la vida odia,
tanto me da cantar que callar.
¿Acaso debo hablar de dulzura
cuando es tanta la amargura que siento?
Ay, el festín del opresor
me ha tapado la boca.
Sin nadie a mi lado en la vida
¿a quién dedicaré mi ternura?
Tanto me da decir, reír,
morir, existir.
Yo y mi forzada soledad
con mi dolor y mi tristeza.
He nacido para nada
mi boca debería estar sellada.
Ha llegado, corazón, la primavera,
el momento propicio del festejo.
¿Pero qué puedo hacer si un ala
tengo ahora atrapada?
Así no puedo volar.
Llevo mucho tiempo en silencio,
pero nunca olvidé la melodía
que no paro de susurrar.
Las canciones que brotan de mi corazón
me recuerdan que algún día
romperé la jaula.
Volando saldré de esta soledad
y cantaré con melancolía.
No soy un frágil álamo
sacudido por el viento.
Soy una mujer afgana
Entiéndase pues mi constante queja.

3 DE JULIO DE 1883 NACE:
FRANZ KAFKA
(Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924) Escritor checo en lengua alemana cuya obra señala el inicio de la profunda renovación que experimentaría la novela europea en las primeras décadas del siglo XX. Franz Kafka dejó definitivamente atrás el realismo decimonónico al convertir sus narraciones en parábolas de turbadora e inagotable riqueza simbólica: protagonizadas por antihéroes extraviados en un mundo incomprensible, sus novelas reflejan una realidad en apariencia reconocible y cotidiana, pero sometida a inquietantes mutaciones que sumergen al lector en una opresiva y asfixiante pesadilla, plasmación de las angustias e incertidumbres que embargan al hombre contemporáneo.

Franz Kafka
Biografía
Nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos, Franz Kafka se formó en un ambiente cultural alemán. Su padre, Hermann Kafka, había obtenido una cómoda posición con un matrimonio ventajoso y pudo costear una buena formación para el primogénito en uno de los colegios alemanes de Praga. Concluido el bachillerato (1901), el cabeza de familia lo obligó a cursar estudios de leyes, materia por la que nunca sintió el menor interés, y se doctoró en derecho en 1906.
Los años universitarios le dejaron tiempo para cultivar sus aficiones filosóficas y literarias; leyó a numerosos autores y conoció al futuro escritor y crítico literario Max Brod, con quien trabó una íntima amistad destinada a perdurar toda una vida. La personalidad enérgica y activa de Brod, totalmente opuesta a la del temeroso e introvertido Kafka, mitigó su soledad y su marcada tendencia al aislamiento.
Finalizados sus estudios, trabajó en diversos bufetes de abogados y, desde 1908, en una compañía de seguros de Praga. Allí desempeño sus tareas con eficiencia y puntualidad, llegando a merecer un ascenso; sin embargo, carecía por completo de ambición profesional. El aburrido empleo (que no abandonaría definitivamente hasta 1920, a causa de su deteriorada salud) le ocupaba solamente las mañanas y podía dedicar las tardes y las noches a la literatura, su verdadera pasión.

Kafka en 1906
En 1911 conoció a Yitzchak Lowy, actor de teatro yiddish; pronto empezó a interesarse por la mística y la religión judías, que ejercieron sobre él una notable influencia y favorecieron su adhesión al sionismo. Su proyecto de emigrar a Palestina se vio frustrado en 1917 al padecer los primeros síntomas de tuberculosis, que sería la causante de su muerte. El diagnóstico decidió a Kafka a romper definitivamente su compromiso matrimonial con Felice Bauer, a la que había conocido en 1912 a través de Max Brod. Durante los cinco años que duró, la relación con Felice había sido repetidamente abandonada y retomada debido a las interminables vacilaciones de Kafka.
La enfermedad obligó a Kafka a pasar largas temporadas en diversos sanatorios, primero en los Alpes italianos y finalmente en Kierling, cerca de Viena. En uno de ellos se enamoró de la joven checa Julie Wohryzek, pero la radical oposición del padre de Kafka imposibilitó el matrimonio. Este episodio originó el más revelador documento de aquella conflictiva relación paternofilial: la célebre Carta al padre que Kafka escribió en 1919. Publicada póstumamente, nunca llegó a ser enviada a su destinatario.
En 1920, el encuentro con la traductora y periodista checa Milena Jesenská se transformó en una relación profunda, testimoniada en las Cartas a Milena, que verían la luz en 1952. Pero ni Kafka ni la propia Milena, casada con otro hombre, tuvieron el aliento necesario para romper el matrimonio, y a partir de 1921 comenzaron a distanciarse. Se estableció entonces en una casa de campo adquirida por su hermana, en la que escribió El castillo. En 1923, con la enfermedad ya muy avanzada, conoció a la jovencísima y vital Dora Diamant, el gran amor que había anhelado siempre, y que le devolvió brevemente la esperanza. Pero en abril del año siguiente sus dolencias se agravaron; en compañía de Dora Diamant, de su amigo Max Brod y de su tío Siegfried, falleció el 3 de junio de 1924 en el sanatorio de Kierling.
La obra de Kafka
A pesar de la enfermedad, de la hostilidad manifiesta de su familia hacia su vocación literaria, de sus cinco tentativas matrimoniales frustradas y de su empleo de burócrata en una compañía de seguros de Praga, Franz Kafka se dedicó intensamente a la literatura. Su obra, que nos ha llegado en contra de su voluntad expresa (ordenó a su íntimo amigo y consejero literario Max Brod que quemara todos sus manuscritos tras su muerte), constituye una de las cumbres de la literatura alemana y se cuenta entre las más influyentes e innovadoras del siglo XX.
En la línea de la Escuela de Praga, de la que es el miembro más destacado, la escritura de Kafka se caracteriza por una marcada vocación metafísica y una síntesis de absurdo, ironía y lucidez. Ese mundo de sueños, que describe paradójicamente con un realismo minucioso, ya se halla presente en su primera novela corta, Descripción de una lucha, que empieza con una lección de danza en Praga, traslada muy pronto al héroe al Japón y le sitúa en el centro de salvajes aventuras espirituales; fragmentos de este relato fueron publicados en 1909 en la revista Hyperion, dirigida por Franz Blei.

Con Felice Bauer
En 1913, el editor Rowohlt accedió a publicar su primer libro, Meditaciones, pequeños fragmentos en prosa de una inquietud espiritual penetrante y un estilo profundamente innovador, a la vez lírico, dramático y melodioso. Los textos eran en realidad extractos de su diario personal: a instancias de su amigo Max Brod, Kafka seleccionó una serie de pasajes del Diario que había iniciado en 1910 y que continuaría, casi sin interrupciones, hasta el mismo año de su muerte. El libro pasó desapercibido; los siguientes tampoco obtendrían ningún éxito, fuera de un círculo íntimo de amigos y admiradores incondicionales.
El estallido de la Primera Guerra Mundial y el final del noviazgo con Felice Bauer señalaron el inicio de una etapa creativa prolífica en la que redactó las obras más características de su producción. Su legado, que plantea numerosas dificultades de interpretación, se caracteriza en cambio por una extrema y deliberada claridad estilística, como se observa en la más conocida de sus narraciones, La metamorfosis (1915). Su protagonista es un mediocre viajante de comercio, Gregorio Samsa; un mañana, al despertarse, Samsa descubre que se ha transformado en un enorme insecto, lo que es narrado con normalidad pese a la monstruosidad de la situación. Este doble juego será una constante en la creación del autor, y en él reside en buena medida su singularidad y eficacia.

Primera edición de La metamorfosis
Casi contemporáneo al anterior y escrito en una sola noche es el relato de un conflicto paternofilial: La condena (1913), en el que un padre viejo y aparentemente enfermo recobra de repente su vitalidad y autoridad opresiva para maldecir a su hijo, que tan sólo deseaba vivir su propia vida. Años después aparecerían impresos el cuento En la colonia penitenciaria (1919) y el volumen de relatos Un médico rural(1919). Todas las restantes obras de Kafka no serían publicadas hasta después de su muerte. Títulos esenciales de su producción, como El proceso o El castillo, se hubiesen perdido para siempre de no haber incumplido Max Brod su orden de quemar los manuscritos; de hecho, el propio Brod se encargó de preparar las ediciones.
Su primera novela propiamente dicha (las narraciones anteriores deben considerarse cuentos o novelas cortas por su extensión) es El proceso, que había comenzado a escribir hacia 1914 y fue publicada póstumamente en 1925. El protagonista de El proceso es Joseph K., empleado en un banco. Una mañana, dos individuos de uniforme le notifican su detención en virtud de un proceso que se ha incoado contra él. Es inútil que quiera conocer el delito de que se le acusa: son simples funcionarios que se limitan a cumplir su cometido, a saber, notificarle su detención. Pese a ello, es dejado provisionalmente en libertad; será citado en domingo para los interrogatorios a fin de no perturbarle en su trabajo.

Fotogramas de El proceso (1962), de Orson Welles
En sus intentos de probar su inocencia, Joseph K. penetra en los entresijos de un inquietante sistema judicial. Las sesiones del juzgado de instrucción se celebran en casa de un carpintero; los libros de la ley no son más que novelas sádicas e indecentes; los archivos judiciales están instalados en el granero de una casa miserable, en cuya irrespirable atmósfera escriben incesantemente los empleados sobre sus pupitres. Un tío de Joseph K. le presenta a su abogado, un viejo enfermo que recibe a sus clientes en la cama y cuya enfermera se siente atraída eróticamente por todos los procesados; tampoco él consigue adelantar el asunto. Se cuenta que la absolución es posible, que hace muchísimos años se dictó una sentencia absolutoria, pero es una leyenda de dudoso crédito, pues, en realidad, los fallos del tribunal no se publican nunca. Un pintor retratista de jueces le informa de que podría ser aparentemente absuelto, lo que equivale a decir que el día menos pensado podría volver a ser detenido.Todo ello va minando la inicial determinación de Joseph K. Obsesionado por el caso, descuida su trabajo en la oficina para pasar largas horas perdido en el examen de las varias posibilidades de salvación que aparentemente se le ofrecen, o bien va corriendo de un lado a otro de la ciudad para confiar su defensa a un abogado o para buscar afanosamente la ayuda de cualquier persona que conozca a los jueces que se hacen cargo de su proceso. Al mismo tiempo, percibe miradas y sonrisas maliciosas en los escenarios donde se desarrollaba su metódica vida (el banco, la pensión, el café); de forma inexplicable, todos están enterados de su proceso.
Sus medios de defensa resultan insuficientes y equivocados; al cabo de casi un año, sin haber llegado nunca a conocer cuál era la acusación, y extenuado e impotente tras una lucha imposible y absurda, Joseph K. es llevado sin resistencia a la afueras de la ciudad y ejecutado. El centro de la obra es el crecimiento del sentimiento de culpa y los tormentos que éste desencadena. La novela fue dramatizada en 1947 por André Gide y Jean-Louis Barrault, mientras que Gottfried von Einem hizo con ella una ópera, con libreto de Boris Blacher y Heinz von Cramer, que se estrenó en 1953. En 1962, Orson Welles rodó una soberbia adaptación cinematográfica.

Franz Kafka en 1917
El argumento de su segunda novela, El castillo (escrita entre 1921 y 1922 y publicada en 1926), es en ciertos aspectos similar. Un agrimensor llamado K. llega a una aldea gobernada por un conde que vive en un castillo sobre la colina; el agrimensor ha sido llamado por el conde para trabajar a su servicio, y su intención es establecerse allí y ejercer su profesión.
Sin embargo, topa de inmediato con inesperadas e insuperables dificultades. Por un lado, el castillo parece ser la sede de una monstruosa e incomprensible maquinaria burocrática a la que es casi imposible acceder; cuando parece lograrlo, no obtiene sino comunicaciones contradictorias. Por otro, no obtiene ninguna cooperación de las gentes del pueblo, que aceptan con naturalidad los absurdos dictados del castillo y parecen dejarlo de lado. A pesar de su empeño y sus esfuerzos, K. nunca logra más que aparentes avances en su propósito de iniciar su trabajo e integrarse en la comunidad, seguidos de retrocesos que lo devuelven una y otra vez al punto de partida. Max Brod hizo una versión dramática de esta obra en 1953.
América (1927), por último, es una novela inconclusa, además de fragmentaria, que presenta dos grandes saltos y carece de final. Aunque en la publicación póstuma ocupa el tercer lugar, fue la primera que escribió: su primer capítulo, "El chófer", se había impreso en 1913 como relato independiente. Su protagonista es Karl Rossmann, un muchacho de dieciséis años que, a consecuencia de una desdichada aventura con la criada de sus padres, se ve obligado a separarse de ellos y de Alemania, su patria, para emigrar a América, donde uno de sus tíos debe recibirle.
Pronto se encuentra abandonado a sus propias fuerzas en aquel inmenso y complicado país. Karl trata de trabajar en diversos oficios, pero dura poco en ellos; conoce así numerosos aspectos de aquella sociedad y pasa por múltiples experiencias que ponen claramente de relieve su imposibilidad de adaptarse. Como en las novelas antes reseñadas, el lector tiene la impresión de seguir al héroe a través de un oscuro laberinto indescifrable, donde los acontecimientos cobran un valor simbólico, pero sin que jamás se aclare la significación de los símbolos ni el efecto que puedan tener en la vida del personaje.
La muralla china (1931) es un volumen que recoge relatos y textos en prosa escritos a partir de 1917; además del cuento que le da título, abarca dieciocho narraciones diversas y dos colecciones de notas y pensamientos. Los Diarios 1910-1923 se publicaron en 1948-1949, aunque una selección de ellos y de las cartas del autor ya se habían impreso en 1937 en Praga. Estos textos son de gran importancia para la interpretación de la persona y la obra de Kafka, e incluyen un proyecto inconcluso de obra aforística que Max Brod compiló con el título Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el verdadero camino.
La existencia atribulada y angustiosa de Kafka se refleja en el pesimismo irónico que impregna su obra, que describe, en un estilo que va desde lo fantástico de sus obras juveniles al realismo más estricto, trayectorias de las que no se consigue captar ni el principio ni el fin. Sus personajes, significativamente designados con una inicial (Joseph K. o simplemente K.), son zarandeados y amenazados por instancias ocultas, materializadas en las autoritarias estructuras burocratizadas y anónimas creadas por la misma sociedad. Así, el protagonista de El proceso no llegará a conocer el motivo de su condena a muerte, y el agrimensor de El castillo buscará en vano el rostro del aparato burocrático en el que pretende integrarse; ambos padecen la angustiosa desorientación, la impotencia y finalmente el sentimiento de culpa y desamparo frente a un mundo ininteligible y deshumanizado que escapa a todo intento de control y que acaba degradando y sometiendo al hombre.
Tan singular es la opresiva atmósfera que emana de sus más características narraciones, que incluso la lengua común ha incorporado el adjetivo kafkiano para referirse a una situación particularmente absurda y angustiosa. Los elementos fantásticos o absurdos, como la transformación en escarabajo del viajante de comercio Gregorio Samsa en La metamorfosis, evidencian la alienación del individuo e introducen en la realidad más cotidiana aquella distorsión que permite desvelar su propia y más profunda inconsistencia, un método que se ha llegado a considerar como una especial y literaria reducción al absurdo.
Por su trascendental influencia, Franz Kafka se coloca a la cabeza de la renovación que emprendió el género novelístico en las primeras décadas del siglo XX, en la que también han de ubicarse grandes maestros como el francés Marcel Proust, el irlandés James Joyce y el estadounidense William Faulkner. Pero su originalidad irreductible y el inmenso valor literario de su obra le han valido a posteriori una posición privilegiada, casi mítica, en la literatura contemporánea. Cien años después de La metamorfosis, las múltiples interpretaciones trazadas desde los más variados puntos de vista (desde el enfoque existencialista al sociológico o psicoanalítico, pasando por las que parten del judaísmo o de la biografía del autor) siguen pareciendo reducciones o simplificaciones de una obra que, por su riqueza significativa, apenas tiene parangón en la literatura universal.

sábado, 2 de julio de 2016

YOLANDE MKAGASANA

LA LOCURA

Este sol malévolo y cómplice
Que osa sonreír a los asesinos
Que osa iluminar este país maldito
Donde la ley que dirige es la de la sangre
En la que no veo más que el abismo
Donde todo el mundo se hundirá
Un hueco negro donde no hay más que la muerte
Ningún destello, ningún rayo de esperanza
La ausencia de las víctimas es la de los verdugos
La ausencia de los verdugos es la de las víctimas
Tenemos toda la vida en común
Graciosa especie es la humana
Besaba al viento que se ha llevado a mis hijos
Quería besarlo para sentirlos
Estrecharlos muy fuerte entre mis brazos
Para decirles que más nada podrá arrebatármelos
Los seguiré hasta el más allá del más allá
Seguiremos juntos por la eternidad
Esta eternidad que sólo yo comprendo
Porque mi eternidad es también mi presente
El viento sopla sobre mi cuerpo
Quería estar desnuda para sentir su frescura
Tendría calor de estar en lo irreal de lo real
Transpiraba fuerte de ver lo irreal de mi vida
Yo hubiera querido que ese viento me cosquilleara
Poder reír, como antes, de mi tontería
Reír de mi bobada al pensar que el mal es fuerte
Poder aun reír de mí misma.
Reír de dicha en una desgracia demasiado fuerte
Debo salir lo más rápido
De estos sufrimientos que me esterilizan
Que reducen mi cuerpo y mi alma
Cuando el mundo piensa que vivo
Sin embargo fui muerta el día aquel
Los 100 días sin respuesta del más alto
Me hicieron dudar de su existencia
Hasta el desprecio de los que me lo han enseñado
YOLANDE MUKAGASANA nació en Ruanda en 1954. Sobrevivió el genocidio de 1994, donde perdió a sus tres hijos, a su marido y a sus hermanos.
ADELA ZAMUDIO


NACER HOMBRE

Cuánto trabajo ella pasa
Por corregir la torpeza
De su esposo, y en la casa,
(permitidme que me asombre)
tan inepto como fatuo
sigue él siendo la cabeza,
porque es hombre.

Si alguna versos escribe
-?De alguno esos versos son
que ella sólo los suscribe?;
(permitidme que me asombre)
Si ese alguno no es poeta
¿por qué tal suposición?
-Porque es hombre.

Una mujer superior
en elecciones no vota,
y vota el pillo peor;
(permitidme que me asombre)
con sólo saber firmar
puede votar un idiota,
porque es hombre.

Él se abate y bebe o juega
en un revés de la suerte;
ella sufre, lucha y ruega;
ella se llama ?ser débil?,
y él se apellida ?ser fuerte?
porque es hombre.

Ella debe perdonar
si su esposo le es infiel;
mas, él se puede vengar;
(permitidme que me asombre)
en un caso semejante
hasta puede matar él,
porque es hombre.

¡Oh, mortal!
¡Oh mortal privilegiado,
que de perfecto y cabal
gozas seguro renombre!
para ello ¿qué te ha bastado?
Nacer hombre.

(La Paz, 1854 - Cochabamba, 1928) Poetisa y novelista boliviana. Su notable figura representó en su país la transición del romanticismo al modernismo.
MOHBOBAH EBRAHIM


AZUL

Para mi hija Mehraneh

Pensaba
en el océano al despuntar el sol,
en el velamen en el azul oleaje,
¡sí!
pensaba en ti,
¡mi bebita!
En los días en que flotabas en mi –
¡como un pececillo
sin mar!


Deseo para ti
mares y mares de felicidad
tranquilízate mi amor,
este no es el sonido de una bala,
son los granados floreciendo en el jardín
¡anhelantes de tus labios!
Las faldas del monte Baba
esperan que corras confiada
para cazar sus conejos


¡Tranquilízate mi niña!
Las bombas fueron sólo una pesadilla,
pertenecen a un tiempo en que mamá temía
a los explosivos que escondían dentro de reidoras muñecas,
tranquila.
El mundo es mi seno
guardando tu sueño con amor.


Mahbobah Ebrahimi nació en Kandahar, Afganistán, en 1976. Desde su temprana infancia la guerra la llevó a vivir el desplazamiento hasta Irán, donde se graduó en cciencias básicas de la salud en la Universidad de Teherán. Escribe poesía desde su adolescencia, está casada con un poeta afgano y tiene tres hijos. Su primer libro de poesía es El viento es mi hermano. Trabajó como Jefe de Redacción del periódico cultural "Farkhar" y como Jefe de Redacción de la revista mensual Neda, dedicada a las mujeres. Desde 2007 vive en Afganistán con su familia, en medio de la zozobra de la guerra.


WISLAWA SZYMBORSKA
La habitación del suicida 
Seguramente crees que la habitación estaba vacía.
Pues no. Había tres sillas bien firmes.
Una lámpara buena contra la oscuridad.
Un escritorio, en el escritorio una cartera, periódicos.
Un buda despreocupado. Un cristo pensativo.
Siete elefantes para la buena suerte y en el cajón una agenda.
¿Crees que no estaban en ella nuestras direcciones?
Seguramente crees que no había libros, cuadros ni discos.
Pues sí. Había una reanimante trompeta en unas manos negras.
Saskia con una flor cordial.
Alegría, divina chispa.
Odiseo sobre el estante durmiendo un sueño reparador
tras las fatigas del canto quinto.
Moralistas,
apellidos estampados con sílabas doradas
sobre lomos bellamente curtidos.
Los políticos justo al lado se mantenían erguidos.
No parecía que de esta habitación no hubiera salida,
al menos por la puerta,
o que no tuviera alguna perspectiva, al menos desde la ventana.
Las gafas para ver a lo lejos estaban en el alféizar.
Zumbaba una mosca, o sea que aún vivía.
Seguramente crees que cuando menos la carta algo aclaraba.
Y si yo te dijera que no había ninguna carta.
Tantos de nosotros, amigos, y todos cupimos
en un sobre vacío apoyado en un vaso.
 

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