(Giuseppe
Tomasi, duque de Palma y príncipe de Lampedusa; Palermo, 1896 - Roma,
1957) Escritor italiano autor de la novela El Gatopardo (1958), en la
que retrató la decadencia de la nobleza rural siciliana durante la época
de la unificación nacional. La magistral adaptación cinematográfica de
Luchino Visconti, estrenada en 1963, contribuyó a la difusión de una
obra que tuvo ya una excelente acogida en el momento de su publicación.
Giuseppe Tomasi de Lampedusa
Descendiente
de una de las más aristocráticas familias sicilianas, Giuseppe Tomasi
de Lampedusa pasó su infancia entre los muros del palacio paterno en la
capital de la isla y las diversas casas de campo. Desde niño aprendió
las principales lenguas extranjeras. A los veinte años, al estallar la
Primera Guerra Mundial, fue obligado a abandonar sus estudios para
participar en la contienda; hecho prisionero, fue internado en el campo
de concentración de Szombathely (Hungría), de donde, tras un primer
infructuoso intento, logró escapar, y, realizada una durísima marcha a
pie a través de Europa, llegó a Italia.
Durante el
período fascista permaneció apartado, coherente con sus inclinaciones de
conservador liberal. Realizó diversos viajes al extranjero; durante uno
de ellos se casó con Alessandra Woll-Stomersee, una de las pioneras del
psicoanálisis en Italia. Con el grado de capitán tomó parte en la
Segunda Guerra Mundial; tras la destrucción de su morada en el curso de
un bombardeo, Tomasi de Lampedusa encontró refugio en el hogar de su
primo, el poeta L. Piccolo, en cuya casa tuvo sus primeros y
fundamentales encuentros literarios (Montale, Bassani).
Entre
1955-56 escribió de un tirón la obra que había de darle una gran fama
póstuma, El Gatopardo (Il Gattopardo), libro escrito, como se ha dicho,
rápidamente, pero gestado durante larguísimos años. Después de algunos
meses se manifestaron los primeros síntomas de la enfermedad que le
llevaría a la muerte, durante su hospitalización en una clínica romana.
El manuscrito de la novela fue publicado en 1958 al cuidado de Giorgio
Bassani.
Fotograma de El Gatopardo (1963), de Luchino Visconti
Ambientada
en el mundo de la aristocracia siciliana de los años comprendidos entre
la campaña garibaldina y finales de siglo, El Gatopardo narra la
historia del príncipe don Fabrizio Salina, astrónomo. Alejado siempre de
toda participación en la vida pública, con la llegada de los
garibaldinos, y bajo la influencia de su amado sobrino Tancredi,
aceptará estoicamente el nuevo curso de las cosas, aunque una inicial
desconfianza no podrá apartarse nunca de su ánimo.
Centrando
el argumento en la historia de don Fabrizio, Tomasi de Lampedusa
consigue presentarnos una amplia panorámica de la vida de las familias
aristocráticas sicilianas de la época, a las que se oponían cada vez
más, al menos en la consecución del poder, los nuevos ricos, es decir,
aquellos que habían sabido sacar provecho de la caída de la dinastía
borbónica. Sin embargo, la amarga conclusión de Tomasi de Lampedusa
será, en las páginas que describen el baile final, que las cosas han
cambiado bien poco y que también la nueva situación muy pronto
cristalizará en la atávica inercia de la vida siciliana.
La
poética de Tomasi de Lampedusa está constituida por el examen tanto del
hombre como de las cosas, por una continua sensación de finísima
moralidad que define el particular tono de la novela. Aunque algunas de
sus páginas, sobre todo hacia el final, pueden parecer un tanto
apresuradas, El Gatopardo, aparecido en pleno auge del neorrealismo,
constituyó (en palabras de un crítico) "una excepción felicísima... una
invitación a enriquecer la narrativa de auténticas motivaciones
críticas, pero sobre todo a reconsiderar, en sus valores más actuales,
la tradición decimonónica". El libro obtuvo un gran éxito, no sólo en
Italia, sino en otros muchos países. En 1961 apareció póstumo un volumen
de Cuentos donde, conforme a la inspiración de su obra mayor, el autor
se confirma como un fino intérprete de la propia memoria.
domingo, 22 de diciembre de 2019
JUAN RULFO
PEDRO PÁRAMO
(Fragmento)
El
calor me hizo despertar al filo de la medianoche. Y el sudor. El cuerpo
de aquella mujer hecho de tierra, envuelto en costras de tierra, se
desbarataba como si estuviera derritiéndose en un charco de lodo. Yo me
sentía nadar entre el sudor que chorreaba de ella y me faltó el aire que
se necesita para respirar. Entonces me levanté. La mujer dormía. De su
boca borbotaba un ruido de burbujas muy parecido al del estertor.
Salí a la calle para buscar el aire; pero el calor que me perseguía no se despegaba de mí.
Y es que no había aire; sólo la noche entorpecida y quieta, acalorada por la canícula de agosto.
No
había aire. Tuve que sorber el mismo aire que salía de mi boca,
deteniéndolo con las manos antes de que se fuera. Lo sentía ir y venir,
cada vez menos; hasta que se hizo tan delgado que se filtró entre mis
dedos para siempre.
Digo para siempre.
Tengo
memoria de haber visto algo así como nubes espumosas haciendo remolino
sobre mi cabeza y luego enjuagarme con aquella espuma y perderme en su
nublazón. Fue lo último que vi.
-¿Quieres
hacerme creer que te mató el ahogo, Juan Preciado? Yo te encontré en la
plaza, muy lejos de la casa de Donis, y junto a mí también estaba él,
diciendo que te estabas haciendo el muerto. Entre los dos te arrastramos
a la sombra del portal, ya bien tirante, acalambrado como mueren los
que mueren muertos de miedo. De no haber habido aire para respirar esa
noche de que hablas, nos hubieran faltado las fuerzas para llevarte y
contimás para enterrarte. Y ya ves, te enterramos.
-Tienes razón,.Doroteo. ¿Dices que te llamas Doroteo?
-Da lo mismo. Aunque mi nombre sea Dorotea. Pero da lo mismo.
-Es cierto, Dorotea. Me mataron los murmullos.
«Allá hallarás mi querencia. El lugar que yo quise. Donde los sueños me enflaquecieron.
Mi pueblo, levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y de hojas como una alcancía donde
hemos guardado nuestros recuerdos. Sentirás que allí uno quisiera vivir para la eternidad.
El amanecer; la mañana; el mediodía y la noche, siempre los mismos; pero con la diferencia
del aire. Allí, donde el aire cambia el color de las cosas; donde se ventila la vida como si
fiera un murmullo; como si fuera un puro murmullo de la vida... »
-Sí,
Dorotea. Me mataron los murmullos. Aunque ya traía retrasado el miedo.
Se me había venido juntando, hasta que ya no pude soportarlo. Y cuando
me encontré con los murmullos se me reventaron las cuerdas.
-Llegué
a la plaza, tienes tú razón. Me llevó hasta allí el bullicio de la
gente y creí que de verdad la había. Yo ya no estaba muy en mis cabales;
recuerdo que me vine apoyando en las paredes como si caminara con las
manos. Y de las paredes parecían destilar los murmullos como si se
filtraran de entre las grietas y las descarapeladuras. Yo los oía. Eran
voces de gente; pero no voces claras, sino secretas, como si me
murmuraran algo al pasar, o como si zumbaran contra mis oídos. Me aparté
de las paredes y seguí por mitad de la calle; pero las oía igual, igual
que si vinieran conmigo, delante o detrás de mí. No sentía calor, como
te dije antes; antes por el contrario, sentía frío. Desde que salí de la
casa de aquella mujer que me prestó su cama y que, como te decía, la vi
deshacerse en el agua de su sudor, desde entonces me entró frío. Y
conforme yo andaba, el frío aumentaba más y más, hasta que se me enchinó
el pellejo. Quise retroceder porque pensé que regresando podría
encontrar el calor que acababa de dejar; pero me di cuenta a poco de
andar que el frío salía de mí, de mi propia sangre. Entonces reconocí
que estaba asustado. Oí el alboroto mayor en la plaza y creí que allí
entre la gente se me bajaría el miedo. Por eso es que ustedes me
encontraron en la plaza. ¿De modo que siempre volvió Donis? La mujer
estaba segura de que jamás lo volvería a ver.
-Fue ya de mañana cuando te encontramos. Él venía de no sé dónde. No se lo pregunté.
-Bueno,
pues llegué a la plaza. Me recargué en un pilar de los portales. Vi que
no había nadie, aunque seguía oyendo el murmullo como de mucha gente en
día de mercado. Un rumor parejo, sin ton ni son, parecido al que hace
el viento contra las ramas de un árbol en la noche, cuando no se ven ni
el árbol ni las ramas, pero se oye el murmurar. Así. Ya no di un paso
más. Comencé a sentir que se me acercaba y daba vueltas a mi alrededor
aquel bisbiseo apretado como un enjambre, hasta que alcancé a distinguir
unas palabras vacías de ruido: «Ruega a Dios por nosotros». Eso oí que
me decían. Entonces se me heló el alma. Por eso es que ustedes me
encontraron muerto.
-Mejor no hubieras salido de tu tierra. ¿Qué viniste a hacer aquí?
-Ya te lo dije en un principio. Vine a buscar a Pedro Páramo, que según parece fue mi
padre. Me trajo la ilusión.
-¿La
ilusión? Eso cuesta caro. A mí me costó vivir más de lo debido. Pagué
con eso la deuda de encontrar a mi hijo, que no fue, por decirlo así,
una ilusión más; porque nunca tuve ningún hijo. Ahora que estoy muerta
me he dado tiempo para pensar y enterarme de todo. Ni siquiera el nido
para guardarlo me dio Dios. Sólo esa larga vida arrastrada que tuve,
llevando de aquí para allá mis ojos tristes que siempre miraron de
reojo, como buscando detrás de la gente, sospechando que alguien me
hubiera escondido a mi niño. Y todo fue culpa de un maldito sueño. He
tenido dos: a uno de ellos lo llamo el «bendito» y a otro el «maldito».
El primero fue el que me hizo soñar que había tenido un hijo. Y mientras
viví, nunca dejé de creer que fuera cierto; porque lo sentí entre mis
brazos, tiernito, lleno de boca y de ojos y de manos; durante mucho
tiempo conservé en mis dedos la impresión de sus ojos dormidos y el
palpitar de su corazón. ¿Cómo no iba a pensar que aquello fuera verdad?
Lo llevaba conmigo a dondequiera que iba, envuelto en mi rebozo, y de
pronto lo perdí. En el cielo me dijeron que se habían equivocado
conmigo. Que me habían dado un corazón de madre, pero un seno de una
cualquiera. Ése fue el otro sueño que tuve. Llegué al cielo y me asomé a
ver si entre los ángeles reconocía la cara de mi hijo. Y nada. Todas
las caras eran iguales, hechas con el mismo molde. Entonces pregunté.
Uno de aquellos santos se me acercó y, sin decirme nada, hundió una de
sus manos en mi estómago como si la hubiera hundido en un montón de
cera. Al sacarla me enseñó algo así como una cáscara de nuez: «Esto
prueba lo que te demuestra».
»Tú
sabes cómo hablan raro allá arriba; pero se les entiende. Les quise
decir que aquello era sólo mi estómago engarruñado por las hambres y por
el poco comer; pero otro de aquellos santos me empujó por los hombros y
me enseñó la puerta de salida: «Ve a descansar un poco más a la tierra,
hija, y procura ser buena para que tu purgatorio sea menos largo.»
ȃse
fue el sueño «maldito» que tuve y del cual saqué la aclaración de que
nunca había tenido ningún hijo. Lo supe ya muy tarde, cuando el cuerpo
se me había achaparrado, cuando el espinazo se me saltó por encima de la
cabeza, cuando ya no podía caminar. Y de remate, el pueblo se fue
quedando solo; todos largaron camino para otros rumbos y con ellos se
fue también la caridad de la que yo vivía. Me senté a esperar la muerte.
Después que te encontramos a ti, se resolvieron mis huesos a quedarse
tiesos. «Nadie me hará caso», pensé. Soy algo que no le estorba a nadie.
Ya ves, ni siquiera le robé el espacio a la tierra. Me enterraron en tu
misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tus brazos. Aquí en este
rincón donde me tienes ahora. Sólo se me ocurre que debería ser yo la
que te tuviera abrazado a ti. ¿Oyes? Allá fuera está lloviendo. ¿No
sientes el golpear de la lluvia?
-Siento como si alguien caminara sobre nosotros.
-Ya déjate de miedos. Nadie te puede dar ya miedo.
(De "Pedro Páramo", 1955.)
G
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(Londres,
1608 - id., 1674) Poeta inglés. Su padre, un notario apasionado por la
música, le animó a estudiar las lenguas clásicas, el hebreo y el
italiano. Tras una estancia en Cambridge, abandonó la carrera
eclesiástica y se retiró en casa de sus padres.En
1638 emprendió un largo viaje por Francia e Italia, donde conoció a
Galileo, pero los acontecimientos políticos de su país, donde se había
declarado la guerra civil, le hicieron regresar al cabo de un año. En su
patria se vio envuelto en cuestiones teológico-políticas, a las que
respondió con polémicos opúsculos en los que defendía un puritanismo a
ultranza.En
1642 se casó con Mary Powell, una joven de diecisiete años que lo
abandonó al poco tiempo debido a la férrea austeridad del régimen
doméstico. Milton reaccionó con una serie de escritos en los que se
manifestaba partidario del divorcio y que le ocasionaron problemas con
la censura parlamentaria, hecho que motivó que en 1644 publicara la
Areopagítica, en defensa de la libertad de expresión.Antimonárquico
y adscrito al sector radical, por un tiempo abandonó la poesía y ocupó
el cargo de secretario del Comité de Asuntos Exteriores del gobierno de
Cromwell. Luego, con la restauración monárquica, se vieron frustrados
todos sus ideales políticos y, por otra parte, su ceguera era ya total.
Se retiró de la vida pública y dedicó los últimos años de su vida a la
poesía.Finalmente
escribió la epopeya que siempre había soñado, El Paraíso perdido
(1667), la más lograda poesía cristiana heroica y una de las obras
cumbres de la poesía inglesa de todos los tiempos. En 1671 publicó El
Paraíso recobrado, de inferior valor literario, y la tragedia Sansón
agonista, con la que se cumplió su deseo renacentista de restaurar la
tragedia griega. Milton fue un humanista cristiano que consiguió
armonizar en sus obras la experiencia vital con la meditación y la
disciplina moral y artística.
9 DE DICIEMBRE DE 1977 MUERE
CLARICE LISPECTOR
Novelista
y cuentista brasileña de origen ruso, nacida en Tchetchelnick (Ucrania)
el 10 de diciembre de 1920 y fallecida en Río de Janeiro en 1977. La
crítica brasileña sitúa su obra en el centro de la narrativa de
vanguardia.Sus
padres emigraron a Brasil y se establecieron en Recife cuando Clarice
tenía tan sólo dos meses; con el fin de facilitar la adaptación al nuevo
continente, cambiaron el nombre de la niña, que al nacer había recibido
el nombre de Hala. Ella y sus dos hermanas mayores recibieron una
educación judía y en el colegio estudiaron yiddish y hebreo. Su madre,
que se había quedado paralítica, murió en 1930.Cuatro
años después, la familia, que atravesaba una severa crisis financiera,
se trasladó a Río de Janeiro. Allí Clarice estudió el curso de
secundaria y los preparatorios. Con tan sólo diez años escribió una obra
teatral y con un año más envió sus primeros cuentos a Diário de
Pernambuco, aunque no se llegaron a publicar. Sí pudo ver publicado su
cuento "Triunfo" en el semanario Pan en 1940. En 1943, siendo aún
estudiante de derecho, escribió su primera novela titulada Perto do
coraçao selvagem (Cerca del corazón salvaje), por la que recibió el
premio Graça Aranha en 1944. En este año fue a Nápoles, donde trabajó en
un hospital de la Fuerza Expedicionaria Brasileña. Entre 1944 y 1960
vivió en Nápoles, Suiza y Estados Unidos, hasta que fijó su residencia
definitiva en Río de Janeiro, tras divorciarse del diplomático Maury
Gurgel Valente, con quien tuvo dos hijosEl
uso constante de la metáfora insólita, la presencia de construcciones
sintácticas anómalas, la entrega al ejercicio introspectivo y la ruptura
con la trama, son características de la técnica narrativa de Clarice
Lispector que, en su manifiesta heterodoxia, recuerda el modelo
bautizado por Umberto Eco como opera aperta.Entre
sus obras, cabe destacar O lustre (1946), A cidade sitiada (1949),
Alguns contos (1952), Loços de familia (Lazos de familia, 1960,
cuentos), A maça no escuro (La manzana en la oscuridad, 1961), A Legiao
Estrangeira (1964, cuentos y crónicas), A Paixao Segundo G.H. (La pasión
según G.H., 1964), Uma aprendizagem ou O livro dos prazeres (Un
aprendizaje o el libro de los placeres, 1969), Felicidades clandestinas
(1971), Água viva (1972), Onde estiveste de noite? (1974) y A hora da
estrêla (La hora de la estrella, 1977). Su obra póstuma Um sopro de vida
(Un soplo de vida, 1978) es su trabajo más complejo e intenso.Además,
publicó cuentos infantiles, realizó traducciones del inglés y del
francés y mantuvo a lo largo de toda su vida el contacto con el
periodismo a través de colaboraciones en distintos periódicos y revistas
de su país.
G
M
T
Y
La función de sonido está limitada a 200 caracteres
(Capriasca, Suiza, 1892 - Mar del Plata, Argentina, 1938) Poetisa
argentina de origen suizo. Alfonsina Storni pasó a ocupar un lugar
destacado en el panorama literario hispanoamericano por la fuerza con
que aparece en sus versos la afirmación de una mirada femenina sobre el
mundo. Junto a la chilena Gabriela Mistral y la uruguaya Juana de
Ibarbourou, contemporáneas suyas, conformó la primera avanzadilla en la
lucha de las mujeres por ocupar lugares de reconocimiento en los
espacios de la literatura de América.
A los cuatro años se trasladó con sus padres a
Argentina, y residió en Santa Fe, Rosario y Buenos Aires. Se graduó como
maestra, ejerció en la ciudad de Rosario y allí publicó poemas en las
revistas Mundo Rosarino y Monos y Monadas. Se trasladó luego a Buenos Aires y fue docente en el Teatro Infantil Lavardén y en la Escuela Normal de Lenguas Vivas.
En 1917 fue nombrada maestra directora del
internado de Marcos Paz. Por esa época comenzó Alfonsina Storni a
frecuentar los círculos literarios y dictó conferencias en Buenos Aires y
Montevideo; colaboró en las publicaciones Caras y Caretas, Nosotros, Atlántida, La Nota y en el periódico La Nación. Compartió además la vida artística y cultural del grupo Anaconda con Horacio Quiroga y Enrique Amorín y obtuvo varios premios literarios.
En la década de 1930 viajó a Europa y participó de las
reuniones del grupo Signos, donde asistían figuras importantes de las
letras como Federico García Lorca y Ramón Gómez de la Serna. En 1938 participó en el homenaje que la Universidad de Montevideo brindó a las tres grandes poetisas de América: Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou
y ella misma. Víctima de una enfermedad terminal, el 25 de octubre de
ese mismo año decidió suicidarse en Mar del Plata.
Madre soltera, hecho que no era aceptable en su época,
Alfonsina Storni fue sin embargo la primera mujer reconocida entre los
mayores escritores de aquel tiempo. Su trayectoria literaria evolucionó
desde el romanticismo hacia el intimismo sintomático del modernismo
crepuscular para desembocar en la vanguardia. El rasgo más
característico de su producción fue un feminismo combativo en la línea
que se observa en el poema Tú me quieres blanca, el cual se halla motivado por las relaciones problemáticas con el hombre, decisivas en la vida de la poetisa.
La obra poética de Alfonsina Storni se divide en
dos etapas: a la primera, caracterizada por la influencia de los
románticos y modernistas, corresponden La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920) y Ocre (1920). La segunda etapa, caracterizada por una visión oscura, irónica y angustiosa, se manifiesta en Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938).
Storni hizo también incursiones en la dramaturgia: en 1927 estrenó en el Teatro Cervantes El amo del mundo, y en 1931 aparecieron Dos farsas pirotécnicas, que incluían Cimbellina en 1900 y pico y Polixena y la cocinerita. En 1950 se editó Teatro infantil,
pero varias de sus obras para niños permanecen inéditas. En 1936
colaboró en el IV Centenario de la fundación de Buenos Aires con el
ensayo Desovillando la raíz porteña.
Sylvia Plath, llamada Sivvy
familiarmente, nació el 27 de octubre de 1932 en Boston, Massachusetts
(Estados Unidos). Era hija de los maestros Otto Emil Plath, profesor
universitario de alemán y biología en la Universidad de Boston (además
de especialista en abejas), y Aurelia Schober, profesora de inglés y
alemán. Ambos eran de ascendencia alemana. Sylvia tenía un hermano menor
llamado Warren, nacido en 1935. Tras el nacimiento de Warren, la
familia Plath se trasladó a Withdrop, localidad costera que provocó un
vital contacto con el mar para la pequeña Sylvia.
Con pocos años
comenzó a escribir poesía. Era una niña frágil, sensible, inteligente e
insegura, inseguridad que fue amplificada cuando en 1940 falleció su
padre a causa de la diabetes. Sufrió habituales depresiones y varios
desórdenes mentales desde su adolescencia. Tras la muerte de Otto, la
familia Plath se mudó a Wellesley.
En
el instituto publicó su primer texto, un relato corto titulado “And
Summer Will Not Come Again” que vio la luz en la revista “Seventeen”.
“Sunday At The Mintons”, publicada en 1952 durante su etapa
universitaria en la revista “Mademoiselle”, fue su primera historia
galardonada. Dos años antes, Sylvia había ingresado en el Smith College
de Northhampton. En este centro permaneció entre 1950 y 1955, período en
el que se intentó suicidar por primera vez. Más tarde, tras conseguir
una beca Fulbright, viajó a Inglaterra para acudir a la Universidad de
Cambridge.
En 1956, y en el Reino Unido, conoció y se casó con el
británico Ted Hughes (nacido en 1930). Ambos tuvieron dos hijos, Frieda,
nacida en 1960, y Nicholas, nacido en 1962. Su luna de miel la pasaron
en España.
El primer título publicado por Sylvia Plath fue el poemario “El Coloso” (1960). Su principal libro es su novela “La Campana De Cristal” (1963),
de carácter autobiográfico y firmada con el seudónimo de Victoria
Lucas. Poco tiempo después de la aparición de este libro, Sylvia, poeta y
novelista de gran sensibilidad y rica imaginería que se convertió en un
icono feminista, se suicidó el 11 de febrero de 1963 en Londres. Está
enterrada en el cementerio de la iglesia de Santo Tomás de la localidad
británica de Heptonstall. Tenía 30 años de edad en el momento de su
muerte, y su depresión crónica, su inestabilidad emocional y el affaire
amoroso de Hughes con Assia Guttman, la esposa del poeta David Wevill,
acrecentaron una vulnerabilidad que llevó a la muerte a la joven Sylvia.
Assia también se suicidó, ella en el año 1969.
De manera póstuma
aparecieron los libros de poemas “Ariel” (1965), uno de los títulos
clave en su bibliografía, “Cruzando El Agua” (1971) y “Árboles
Invernales” (1972). En 1977 se publicó una colección de cuentos,
fragmentos de sus diarios y ensayos titulada “La Caja De Los Deseos”
(1977), libro titulado en su versión original “Johnny Panic And The
Bible Of Dreams”.
En el año 1981 se le otorgó el Premio Pulitzer
por su obra poética recogida en “Poemas Completos” y un año después
aparecieron sus “Diarios” (1982). También ha sido publicado un libro de
relatos titulado “Johnny Panic y La Biblia De Sueños”.
Leer sus citas y frases
Guía de sus adaptaciones cinematográficas
Comentarios de Libros
La Campana De Cristal (1963)
sábado, 19 de octubre de 2019
19 DE OCTUBRE DE 1745 MUERE
JONATHAN SWIFT
(Dublín, 1667-1745) Escritor irlandés. Estudió
teología en el Trinity College de Dublín, y tras estallar la guerra
civil se trasladó a Inglaterra, donde obtuvo el puesto de secretario del
diplomático sir William Temple,
pariente lejano de su madre. Conoció a Esther Johnson, la hija de
Temple, quien se convertiría en la destinataria de una serie de cartas
íntimas, publicadas póstumamente en 1766 con el título de Cartas a Stella (Journal to Stella); algunos biógrafos sostienen que llegó a casarse con ella en secreto.
Las malas relaciones con su protector lo
llevaron otra vez a Dublín, donde se ordenó sacerdote en 1694. Después
de trabajar un año en la parroquia de Kilroot, y reconciliado con
Temple, regresó a Londres para participar activamente en la vida
política, religiosa y literaria de la ciudad.
Aunque en un primer momento estuvo cercano a los
whigs, tras la subida al poder de los tories escribió una serie de
panfletos en su favor y contra los whigs que se caracterizaron por su
gran agudeza y mordacidad, y que le llevaron finalmente a dirigir el Examiner, periódico del Partido Conservador. En su panfleto La conducta de los aliados (The Conduct of the Allies,
1711) acusaba al Partido Liberal de alargar en interés propio la guerra
de Sucesión española, lo que motivó la dimisión del comandante de las
fuerzas armadas.
La habilidad como satírico de Swift se evidencia en sus primeros libros: La batalla de los libros (The Battle of Books,
1697) ridiculiza las discusiones literarias en boga que contraponían la
calidad de las obras de la Antigüedad a las modernas, adoptando el
autor una posición favorable a los clásicos, mientras que Historia de una bañera (Tale of a Tub,
1704), sátira sobre la pretenciosidad e hipocresía en el terreno de la
religión y la literatura, le supuso la pérdida de sus prerrogativas en
la Iglesia Anglicana.
Tras la muerte de su protector, en 1699, se había
trasladado a Irlanda, donde tras ejercer diversos cargos eclesiásticos
fue nombrado deán de la catedral de San Patricio (1713-1745). Realizó
por entonces numerosos viajes a Londres para mantener su actividad
política, hasta que en 1718, con la caída del gobierno, perdió toda su
influencia.
Entre 1724 y 1725 publicó una serie de panfletos a favor de la moneda irlandesa, las Cartas de un pañero (Drapier's letters, 1724), que significaron la revocación del permiso para acuñarla, y más tarde Una modesta proposición (A modest proposal,
1729), en la que ironizaba sobre la posibilidad de vender a los hijos
de los irlandeses pobres como alimento para los ingleses ricos, para el
bien de la patria y de ambas clases sociales. Por estas obras sería
considerado más adelante como un héroe del nacionalismo irlandés.
Afectado al parecer por un tumor cerebral, sus últimos años se vieron
marcados por una progresiva demencia.
La obra que indiscutiblemente aseguró a Jonathan Swift la gloria literaria fue su novela Viajes de Gulliver
(Gulliver's Travels, 1726), sátira imaginativa y pesimista de la
sociedad que se convertiría, curiosamente, en un éxito de la literatura
infantil. El descubrimiento por parte del protagonista de países
imaginarios, integrados por ejemplo por seres minúsculos (Lilliput) o
gigantes (Brobdingnag), le sirve al autor para lanzar una sátira aguda e
inmisericorde sobre la política y las relaciones sociales de su época,
de un tono negativo rayano en la misantropía. El estilo de Swift,
austero y directo, alcanza sus mejores resultados en la sátira, el
género que siempre cultivó y en el cual demostró sus inmensas dotes
imaginativas y para la crítica social.
19 DE OCTUBRE DE 1899 NACE
MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS
(Guatemala, 1899 - París, 1974) Poeta, narrador,
dramaturgo, periodista y diplomático guatemalteco considerado uno de
los protagonistas de la literatura hispanoamericana del siglo XX.
Precursor de la renovación de las técnicas narrativas y del realismo
mágico que cristalizaría en el posterior «Boom» de la literatura
hispanoamericana de los años 60, con su personalísimo empleo de la
lengua castellana construyó uno de los mundos verbales más densos,
sugerentes y dignos de estudio de las letras hispánicas.
Se graduó de abogado en la Universidad de San
Carlos, en Guatemala, donde participó en la lucha contra la dictadura de
Estrada Cabrera, hasta que éste fue derrocado en 1920. Dos años después
fundó y dirigió la Universidad Popular; ya en ese entonces había
publicado sus primeros textos. Partió luego a Europa, donde vivió
intensamente los movimientos y sucesos que la transformaban, y estudió
lingüística y antropología maya en la Sorbona con el americanista
Georges Raynaud; de esa época es su traducción del Popol Vuh, junto con José María Hurtado de Mendoza.
Regresó a Guatemala en 1933, donde ejerció la docencia universitaria, fundó el Diario del Aire,
primer radio periódico del país, y vivió una agitada vida cultural y
académica. En el período revolucionario de 1944 a 1954 desempeñó varios
cargos diplomáticos. En 1966 recibió el Premio Lenin de la Paz, y en
1967 el Premio Nobel de Literatura. Murió en Madrid el 9 de junio de
1974, pero sus restos reposan en el cementerio de Pere Lachaise, en
París.
La obra de Miguel Ángel Asturias
Asturias es considerado precursor del «Boom»
hispanoamericano por su experimentación con las estructuras y recursos
formales propios de la narrativa del siglo XX, patente en autores como Mario Vargas Llosa, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Ernesto Sábato o Julio Cortázar, y por anticipar en su tratamiento de lo fantástico el realismo mágico, que tendría su realización más emblemática en Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Para comprender la producción de Asturias se debe tomar en cuenta el profundo influjo que ejercieron en él tanto la cultura maya
como la vida europea. Lo maya se arraiga en la cosmovisión de un mundo
que está asentado en un profundo y auténtico pensamiento mágico y que
atrapa en sus relatos. Por otro lado, el influjo del surrealismo, la
amistad con Paul Éluard y el contacto con el Ulises de James Joyce son las otras fuerzas que marcan su escritura.
Su obra se inserta en la vanguardia literaria y abarca
géneros diversos. Según Albízurez Palma, un exhaustivo estudioso de la
trayectoria de Asturias, "Como poeta lírico, ha dejado constancia de sus
ricas posibilidades en variedad de creaciones, algunas de temas
íntimos, otras vinculadas a temas folclóricos, otras políticos, otras
con sugestiones mágicas, barrocas y de sorprendente fuerza imaginativa.
Como dramaturgo, creó un teatro tocado por el realismo mágico, denso en
significación humana y de notable poderío verbal. Como narrador,
Asturias alcanzó su máximo prestigio. Sus novelas y cuentos revelan una
apasionada y subjetiva captación de la realidad en diversas facetas: la
tragedia de las dictaduras, el mundo mágico del indígena, el mundo de
magia y ensueño de la niñez, las tradiciones de Guatemala; en sus
novelas asoman los influjos entremezclados de diversas tendencias,
movimientos y corrientes literarias".
Su primer libro importante es Leyendas de Guatemala (1930), conjunto de relatos entre lo mágico y lo legendario que apareció en París con un prólogo de Paul Valéry, y que pertenece a su primer ciclo junto con las novelas El Señor Presidente (1946) y Hombres de maíz (1949).
El Señor Presidente tiene como asunto la vida
en Guatemala durante la dictadura de Estrada Cabrera; el tema del
dictador se desarrolla con un estilo riquísimo y una técnica
expresionista y onírica que refleja la influencia de las vanguardias
europeas. Sobre esta novela dijo el autor: "a través de mi piel se
filtró el ambiente de miedo, de inseguridad, de pánico telúrico que se
respira en la obra". En Hombres de maíz se puede ver el realismo
mágico que subyace en toda su creación literaria. Representa, además,
una consideración acerca del desarrollo de la humanidad desde una
sociedad primitiva, analfabeta, y desde el mundo actual, liberal y
capitalista.
En el género del cuento escribió además Week-end en Guatemala, (1955), El espejo de Lida Sal (1967) y Tres de cuatro soles
(1971). Junto a las novelas mencionadas merece destacarse su trilogía
sobre la explotación bananera llevada a cabo por las compañías yanquis:
Viento fuerte (1950), El Papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960). Completan su obra narrativa El alhajadito (1961), Mulata de tal (1963), Maladrón (1969) y Viernes de dolores (1972).
En teatro merecen citarse Soluna (1955), La audiencia de los confines (1957), Chantaje (1964) y Dique seco (1964). En poesía, Anoche, 10 de marzo de 1543 (1943), Sien de alondra (1948), Ejercicios poéticos en forma de soneto sobre temas de Horacio (1951), Alto en el sur (1952), Bolívar, Canto al libertador (1955), Nombre custodio e imagen pasajera (1959) y Clarivigilia primaveral (1965). En ensayo, El problema social del indio (1923), Arquitectura de la vida nueva (1928), Carta aérea a mis amigos de América (1952) y Latinoamérica y otros ensayos (1968).