5 DE JUNIO DE 1878 NACE
PANCHO VILLA
José Doroteo Arango Arámbula, también llamado Francisco
Villa; San Juan del Río, Durango, 1878 - Parral, Chihuahua,
1923. Revolucionario mexicano que lideró, junto con Emiliano
Zapata, el sector agrarista en la Revolución mexicana. Campesino pobre,
huérfano y con escasa formación, cuando estalló la Revolución de
1910 llevaba muchos años fugitivo en las montañas
a causa de un asesinato; dedicado al bandolerismo, gozaba de
admiración y popularidad entre los campesinos por sus acciones contra
los hacendados
ricos.
Pancho Villa secundó de inmediato los planteamientos de
Francisco I. Madero, que en su Plan de San Luis llamó a alzarse en
armas,
el 20 de noviembre de 1910, contra el régimen de Porfirio Díaz,
prometiendo a los campesinos la devolución de las tierras
injustamente arrebatadas durante la prolongada dictadura
porfirista (1876-1911), que había reprimido duramente toda oposición
política.
Apodado el Centauro del Norte por sus correligionarios, Pancho Villa contribuyó con su ejército al rápido
triunfo de la Revolución, que en apenas seis meses logró expulsar del poder y del país a Porfirio Díaz (1911).
Pese a la tibieza de sus reformas, Pancho Villa apoyó la
presidencia progresista de Madero (1911-1913) y combatió luego
la dictadura contrarrevolucionaria de Victoriano Huerta
(1913-1914), al que logró derrocar en colaboración con Emiliano Zapata y
con el líder constitucionalista Venustiano Carranza. Pero
después de la victoria de esta segunda revolución, Villa y Zapata
se sintieron defraudados por Carranza, y volvieron a tomar las
armas, ahora contra él. Esta vez la suerte militar no estuvo de su
parte:
en 1915 el general carrancista Álvaro Obregón derrotó a los
villistas, afianzando a Venustiano Carranza en
la presidencia (1915-1920).
Perdido desde entonces su poder político y militar, Villa fue
asesinado en 1923; la misma suerte había corrido, cuatro años
antes, Emiliano Zapata. Pese a la justicia de sus
reivindicaciones (se calcula que, en 1910, un millar de terratenientes
daba empleo a tres millones
de campesinos sin tierras), ni siquiera sus ideales
sobrevivieron a su fracaso. Los sucesivos presidentes se reclamaron
herederos de la Revolución,
pero Venustiano Carranza y sus inmediatos sucesores (Álvaro
Obregón y Plutarco Elías Calles, que dominaría la escena
política hasta 1936) se limitaron a domesticarla, sin llegar
nunca a emprender una verdadera reforma agraria.
Pancho Villa nació en la hacienda de Río Grande,
perteneciente al pueblo de San Juan del Río, en el estado mexicano de
Durango, el 5 de junio de 1878. En realidad, el niño que nació
en la hacienda de Río Grande se llamó Doroteo Arango;
Pancho Villa nacería más tarde, cuando Doroteo se echó al monte y
la necesidad lo llevó a cambiarse de nombre. Su padre,
Agustín Arango, murió pronto, y la herencia que recibió su hijo
Doroteo consistió en ser el máximo responsable
de su familia, compuesta por su madre y cuatro hermanos, dos
varones y dos hembras. Desde niño tuvo que trabajar duro; jamás fue
a la escuela y nunca nadie se ocupó de educarlo.
A los dieciséis años mató a un hombre. Todas las versiones
sobre el caso coinciden en tres puntos: por una parte, en que
el muerto era un personaje de cierta relevancia, al menos de
mucha mayor relevancia que Doroteo Arango; por otra, en que había
intentado
forzar a una de las hermanas Arango; finalmente, en que Doroteo
escapó y se refugió en el monte a resultas de este hecho.
A partir de estas coincidencias, la leyenda empieza a actuar:
el muerto podía haber sido un funcionario gubernamental, un hacendado,
un capataz o el propietario de unas tierras que los Arango
trabajaban como medieros; Doroteo llegó a tiempo para ver el asalto
contra su
hermana, fue a buscar un arma y disparó antes de que se
consumara la violación, o bien ésta se consumó y al muchacho
no le quedó otro remedio que vengarse.
El hecho de haber cometido un asesinato no ponía fuera de la
ley por mucho tiempo a un mexicano de 1894, aunque el matador fuera un
"pelado" y
la víctima un personaje relevante. Pero la vida en las montañas
tampoco era fácil y había que robar para sobrevivir.
Y ese delito se perseguía con dureza, sobre todo cuando un
antiguo peón tenía la osadía de robar ganado a los hacendados
ricos.
Doroteo Arango, a cuya cabeza se había puesto precio, cambió
de nombre y adoptó el de Pancho Villa, un nombre como cualquier
otro pero con alguna peculiaridad, pues, si bien hay muchos
Panchos en México, el apellido era el que debería haberle correspondido
si su abuelo Jesús Villa hubiera reconocido como legítimo a
Agustín, su padre. Acababa de nacer Pancho Villa, un hombre con
una legitimidad recuperada por la fuerza, que rápidamente se
convirtió en un bandido generoso, en una especie de Robin Hood mexicano.
Era el "amigo de los pobres", como recoge John Reed en su libro México insurgente;
sus hazañas se difundían
oralmente con rapidez y se convertían en letras de los corridos
que se cantaban en las haciendas, las plazas y las cantinas.
Así las cosas, se le atribuían todo tipo de gestas o de
delitos, según la óptica de cada cual, independientemente
de su simultaneidad en el tiempo o de su distancia en el
espacio. Hacia 1900 se estableció en el estado de Chihuahua, donde
terratenientes
y empresarios, al amparo de inicuas leyes, incrementaban sus
grandes propiedades con nuevas y mejores tierras.
La Revolución mexicana
En el arranque de la Revolución nexicana confluyeron las diversas fuerzas que había concitado en su contra la férrea dictadura
de Porfirio Díaz, particularmente favorable a la oligarquía agraria, los privilegios de la Iglesia
(interrumpida la dinámica reformista que había ensayado Benito Juárez)
y las inversiones extranjeras. La longeva dictadura
de Díaz
da nombre y fechas a todo un periodo de la historia de México:
el Porfiriato (1876-1911), que tuvo en la pacificación del país
y en el desarrollo económico sus vertientes positivas; en el
extremo opuesto, incrementó brutalmente las desigualdades sociales
(especialmente
en el campo, a causa de una nefanda política agraria que puso
las tierras en manos de grandes compañías y latifundistas) y
eliminó toda posible disensión política, reduciendo las
instituciones de la República a meras marionetas que el dictador
manejaba a su antojo.
Por ello, y mientras paralelamente crecía la exasperación de las masas campesinas, el frente de oposición político
centraba sus ataques contra la reelección presidencial. En 1910, Francisco I. Madero
presentó su candidatura
a la presidencia de la República frente a Díaz, que mediante
sucesivas parodias electorales se había hecho reelegir durante
décadas. Díaz
impidió por la fuerza el triunfo de Madero, pero no pudo evitar
la propagación de las ideas del Plan de San
Luis, el difuso programa político que lanzó Madero al verse
forzado al exilio, cuyo tercer punto prometía a los campesinos
la restitución de las tierras arbitrariamente arrebatadas
durante el Porfiriato.
El Plan de San Luis incluía asimismo un llamamiento a alzarse
en armas contra el dictador el 20 de noviembre de 1910. La presión
a la que estaba sometida la sociedad mexicana estalló y se
generalizaron los alzamientos. Madero, pese a sus vacilaciones, se
convirtió en
el aglutinador de la rebelión, y uno de sus hombres de
confianza, Abraham González, invitó a sumarse a la rebelión
a Pancho Villa, el "amigo de los pobres", de esos pobres que se
habían levantado.
Al frente de sus tropas en Ojinaga, en los inicios de la Revolución (1911)
Enseguida Pancho Villa se unió a Madero en su lucha contra la
dictadura de Porfirio Díaz, y demostró una habilidad innata
para la guerra. Aprovechando su conocimiento del terreno y de
los campesinos, formó su propio ejército en el norte de México.
Casi dos décadas en las montañas, burlando a todos los que le
perseguían y desconfiando de aquellos que podían traicionarlo,
fueron su escuela guerrillera. Para unos, Pancho Villa apoyó la
causa revolucionaria para que quedaran olvidados sus delitos; para
otros,
lo hizo porque no podía dejar de luchar junto a los suyos. El
hecho es que, después de todos esos años de bandolerismo, la
fortuna de Villa ascendía a poco más de 350 pesos; mucho más
valor tenían su carisma y su poder de convocatoria.
Las fuerzas de Villa contribuyeron al rápido triunfo del
movimiento revolucionario. En solamente seis meses, pese a algunos
fracasos
iniciales, fue reducido el ejército del viejo dictador, que tras
la decisiva toma de
Ciudad Juárez hubo de renunciar a la presidencia y partir al
exilio. Villa viajó a la capital con Madero, convertido ya en presidente
efectivo (1911-1913). En Ciudad de México, con la esperanza de
que se convirtiera en el respetable ciudadano Francisco Villa, Pancho
Villa fue nombrado general honorario de la nueva fuerza de
rurales.
La rebelión de Orozco
Sin embargo, la situación no estaba ni mucho menos
consolidada. Al temor de una contrarrevolución conservadora había que
sumar las exigencias de otros revolucionarios agraristas que
habían apoyado a Madero: Emiliano Zapata, líder de la rebelión
en el sur, y Pascual Orozco, protagonista con Pancho Villa de la
toma de Ciudad Juárez. Frente a la prudencia y moderación reformista
de Madero, ambos exigían la inmediata ejecución de la reforma
agraria prometida en el Plan de San Luis.
Ante la ausencia de avances reales, Zapata desconoció la
autoridad de Madero, al que tachó de traidor (noviembre de 1911). Lo
mismo hizo Pascual Orozco: acusando a Madero de incumplir el
Plan de San Luis, encabezó una sublevación en marzo de 1912. Pese a
haber liderado también a los campesinos, Pancho Villa se mantuvo
fiel al presidente. Pero el ingenuo Madero cometió el error de confiar
a Victoriano Huerta, general del viejo ejército porfirista y uno
de los personajes más siniestros de la historia mexicana, el mando
de las tropas que debían sofocar la rebelión de Orozco.
El alzamiento de Pascual Orozco
se había producido en la zona de la que eran originarios tanto
Orozco como Villa, por lo que Huerta no dudó en sumar las
huestes de Pancho Villa a su ejército. Victoriano Huerta puso a Villa al
frente de las fuerzas avanzadas, compuestas por maderistas, en
tanto que él mismo, al frente de los federales, se mantenía en la
retaguardia. Villa, que comandaba la guarnición de Parral,
derrotó a Pascual Orozco en Rellano, con una fuerza inferior en número
y en la única
batalla decisiva librada entre maderistas y orozquistas.
Villa (en el centro) con sus compañeros de armas
Pero Victoriano Huerta no estaba tan seguro de poder
convertir a Villa en lo que él entendía por respetable ciudadano,
máxime después de esa victoria sobre Orozco; sospechaba que
Villa estaba de algún modo implicado en la rebelión de
Orozco en defensa de las aspiraciones sociales del campesinado,
que Madero había postergado. Huerta acusó a Villa de insubordinación
por no haber obedecido una orden suya y lo hizo comparecer ante
un consejo de guerra, el cual decidió en quince minutos que debía
ser fusilado. Algunas versiones aseguran que tal orden
especificaba que Villa debía devolver a su legítimo propietario, un
personaje
local, un caballo pura sangre del que se había adueñado,
mientras que otras hablan vagamente de una orden transmitida por
telégrafo
y que Villa negó haber recibido.
La intervención de Gustavo Adolfo Madero, hermano del
presidente y miembro del estado mayor de Huerta, impidió que la
sentencia
se cumpliera, pero Villa fue internado en la prisión de la
capital. Aprovechó la ocasión para aprender a leer y escribir y
en noviembre de 1912 protagonizó una fuga sospechosa: por una
parte, Huerta se mostraba cada vez más poderoso y, por otra, sectores
opuestos a este general reclamaban una investigación sobre el
consejo de guerra a Villa; en estas condiciones, nada podía ser menos
conflictivo que la salida del escenario de Villa, el cual, sin
ningún tipo de problemas, se refugió en la población estadounidense
de El Paso.
Gobernador de Chihuahua
En aquel fuego cruzado entre reaccionarios porfiristas y
revolucionarios agraristas, el gobierno de Madero parecía destinado a
sucumbir.
Y cayó de la mano de un personaje de mezquina doblez: su hombre
de confianza, el general Victoriano Huerta.
En febrero de 1913, con la connivencia
de Estados Unidos, Huerta depuso a Madero (al que mandó
asesinar) y se hizo con el poder. Pancho Villa, que siempre había sido
fiel
a Madero, regresó en abril a territorio mexicano con cuatro
acompañantes, tres caballos y un poco de azúcar, sal y café.
Al cabo de un mes ya había reunido a tres mil hombres, con los
que inició la lucha contra Victoriano Huerta; a lo largo de 1913 liberó
el
estado de Chihuahua, al que seguiría luego todo el norte del
país.
En su zona, Villa llevó a la práctica dos de sus ambiciosos
proyectos: la creación de escuelas (sólo en Chihuahua
capital fundó más
de cincuenta) y el establecimiento de colonias militares.
Consideraba que "los ejércitos son los más grandes apoyos de la tiranía"
y
que los soldados debían trabajar en colonias agrícolas o
industriales tres días a la semana ("sólo el trabajo
duro produce buenos ciudadanos"); el resto del tiempo lo
dedicarían a la instrucción militar propia y a instruir a su vez a
los ciudadanos.
Pero esas primeras colonias no pudieron cuajar
definitivamente porque la lucha continuaba. Y continuaba también en el
estado de Chihuahua,
donde el comercio languidecía por falta de dinero en
circulación. Villa resolvió el problema rápidamente: emitió su
propia moneda, con la única garantía de su firma. Nadie daba
crédito a tal moneda hasta que Villa promulgó un decreto
que castigaba con dos meses de cárcel a todo aquel que no la
aceptara.
El comercio se reavivó, pero la plata y el papel moneda
oficial seguían ocultos. Dos decretos consecutivos lograron hacer que
afloraran los capitales. Por el primero, se condenaba a prisión a
quien hiciera circular otra moneda que no fuera la villista; por el
segundo,
se fijó un día a partir del cual no se cambiaría más plata
acuñada ni moneda mexicana. Como la posición
de Villa se fortalecía en el terreno político y militar, el
cambio se efectuó, su moneda fue aceptada y Villa pudo comprar
suministros con la moneda oficial que había obtenido a cambio de
la suya.
La alianza contra Huerta
Entretanto, la ignominiosa traición a Madero y la subsiguiente instauración de una sangrienta dictadura contrarrevolucionaria
había tenido la virtud de unir a los revolucionarios contra el régimen de Victoriano Huerta (1913-1914). Venustiano
Carranza,
gobernador del estado de Coahuila, recogió la legalidad
constitucional a la muerte de Madero, se proclamó "primer jefe del
ejército
constitucionalista" y pasó a dirigir la que se conoce como
revolución constitucionalista o etapa constitucionalista del Revolución
mexicana, cuyo primer objetivo era derrocar a Huerta y
restablecer la legalidad constitucional.
El líder constitucionalista disponía de su propio ejército, la potente División del Nordeste, y de hombres de confianza
que en la lucha se habían revelado como competentes estrategas, como Álvaro Obregón.
Carranza logró dar cierta cohesión a las fuerzas que se oponían a Huerta al obtener la colaboración de Pancho
Villa y Emiliano Zapata. El otro gran líder agrarista de la Revolución, Emiliano Zapata,
había
desarrollado un programa político
coherente y un plan agrario sólido, y comandaba un motivado
ejército de campesinos. El programa de Pancho Villa era menos
hilvanado, pero tenía a su mando la División del Norte.
Si habían de producirse luchas internas en el sector
revolucionario, parecían más probables entre Villa y Carranza, pues
los zapatistas, que contaban con aportaciones anarquistas y
comunistas, tenían su propio proyecto, bien diferenciado del de los
demás,
así como su propia zona de operaciones al sur de la capital.
Aunque Villa acató la jefatura de Carranza, las sucesivas maniobras
del líder constitucionalista para encargarle a él y a su
División del Norte las misiones más peligrosas y para impedir que tomara
las plazas
estratégicas lo llevaron a un progresivo distanciamiento.
Pancho Villa en una imagen tomada en 1914
Ello no impidió el triunfo revolucionario. Pancho Villa tomó
Zacatecas en junio de 1914, victoria decisiva que abría el
camino a Ciudad de México; Victoriano Huerta firmó la renuncia y
partió al exilio. La toma de Zacatecas, efectuada por
Villa contrariando las órdenes de Carranza, que quería evitar
que Villa se acercase a la capital, tuvo como consecuencia serias
fricciones
entre los dos dirigentes, resueltas con la firma del pacto de
Torreón. Entre otras cosas, se acordaba que Carranza, al asumir el
poder,
establecería un gobierno con civiles tanto villistas como
carrancistas y que ningún jefe podría ser candidato a la presidencia.
Ello obstaculizaba las ambiciones políticas de Carranza.
El distanciamiento entre Carranza y Villa se hizo
especialmente visible cuando, en agosto de 1914, los constitucionalistas
entraron en Ciudad
de México y el general carrancista Álvaro Obregón taponó la
entrada de villistas y zapatistas. Obregón, que
intentó una aproximación entre Carranza y los villistas, fue
hecho prisionero por Villa, que llegó a condenarlo a muerte para
finalmente indultarlo.
La ruptura con Carranza
Para limar las asperezas se convocó en octubre de 1914 la
Convención de Aguascalientes, que no hizo sino poner de relieve las
insalvables diferencias. Carranza y su brazo derecho, Álvaro
Obregón, representaban el constitucionalismo moderado; Villa y Zapata,
la revolución campesina y la exigencia de una inmediata
distribución de tierras. La Convención de Aguascalientes tan sólo
consolidó el acercamiento entre villistas y zapatistas; se
adoptó un programa político claramente zapatista, aunque dio el
predominio político y militar a Villa.
Ante la negativa de los líderes agraristas a disolver sus
tropas y reconocer su autoridad, Carranza optó por retirarse a Veracruz
y establecer allí su gobierno. En diciembre de 1914, habiendo
dejado Carranza expedito el camino hacia la capital, Villa y Zapata
entraron
en Ciudad de México al mando de las tropas de la Convención, y
confiaron la presidencia del gobierno revolucionario a Eulalio Gutiérrez y luego a Roque González Garza. Pero tampoco los intereses de Villa y Zapata podían concordar, y las fisuras se hicieron patentes;
Zapata regresó al sur, y Carranza pudo tomar la iniciativa.
Pancho Villa y Emiliano Zapata en el Palacio Presidencial (1914)
En enero de 1915, el general Álvaro Obregón ocupó la
Altiplanicie Meridional mexicana y dirigió sus fuerzas contra
Villa. El "perfumado", como llamaba Villa al hombre al que
estuvo a punto de fusilar, deseaba plantear batalla en el centro del
país.
El "reaccionario, traidor y bandido", como llamaba Obregón a
Villa, no quiso seguir los consejos de replegarse hacia el norte,
hacia su base natural, donde podía reunir gran número de hombres
y tener el terreno a su favor.
Villa confió excesivamente en las cualidades de sus "dorados"
y de su División del Norte, y, entre abril y julio de
1915, fue finalmente derrotado en cuatro grandes batallas entre
Celaya y Aguascalientes, batallas en las que llegaron a enfrentarse
hasta cuarenta
mil hombres de cada uno de los bandos contendientes. En la
tercera, una granada villista hizo pedazos el brazo derecho del general
Obregón.
Recuperada la capital, Carranza instaló de nuevo en ella su
gobierno.
De general a guerrillero
En julio de 1915, un derrotado Pancho Villa tuvo que
retirarse hacia el norte, y su estrella empezó a declinar. Regresó a
Chihuahua,
pero ya no como general en jefe de un poderoso ejército, sino a
la cabeza de un grupo que apenas contaba con mil hombres. En octubre de
1915, tras obtener el gobierno de Carranza el reconocimiento de
los Estados Unidos, Villa decidió jugar una carta arriesgada: atacar
intereses
estadounidenses para mostrar que Carranza no controlaba el país y
enemistarle con el presidente norteamericano, Woodrow
Wilson.
Se trataba de provocar una intervención norteamericana que
obligara a Carranza, como representante del gobierno mexicano, a pactar
con los
invasores, para poder así presentarse él mismo como jefe máximo
de la lucha patriótica y recuperar el terreno perdido.
El 10 de enero de 1916 los villistas pararon un tren,
hicieron bajar a los dieciocho viajeros extranjeros (quince de los
cuales eran norteamericanos)
y los fusilaron. Como el incidente sólo dio lugar a protestas
diplomáticas, el 9 de marzo una partida al mando del propio Villa se
presentó a las cuatro de la madrugada en la población
estadounidense de Columbus, mató a tres soldados e hirió a otros
siete, además de a cinco civiles, y saqueó e incendió varios
establecimientos.
Pancho Villa (c. 1920)
Esta vez sí se produjo la intervención, pero fue definida
como "punitiva", y en teoría quedaba restringida a
capturar a los rebeldes. Wilson envió un ejército bajo el mando
del general Pershing al norte de México para acabar con Pancho
Villa; pero el conocimiento del terreno y la cobertura que le
daba la población campesina le permitirían sostenerse durante cuatro
años, a medio camino entre la guerrilla y el bandolerismo.
Aunque se produjeron enfrentamientos entre villistas y norteamericanos, y
entre
norteamericanos y constitucionalistas, la fuerza estadounidense
se retiró de México en febrero de 1917 sin mayores consecuencias.
Tras el asesinato de Venustiano Carranza en 1920, el presidente interino Adolfo de la Huerta
(junio-noviembre
de 1920) le ofreció una
amnistía y un rancho en Parral (Chihuahua), a cambio de cesar
sus actividades y retirarse de la política. Villa depuso las armas
y se retiró a la hacienda El Canutillo, el rancho que le había
regalado el gobierno; allí, con casi ochocientas personas,
todos ellos antiguos compañeros de armas, trató de formar una de
sus soñadas colonias militares.
Durante tres años sufrió numerosos atentados de los que salió ileso. Sin embargo, cuando el 20 de julio de 1923 entraba
en Parral con su coche acompañado de seis escoltas, fue tiroteado y muerto desde
una casa en ruinas por un grupo de hombres al mando de Jesús Salas.
El asesinato fue instigado por el entonces presidente Álvaro Obregón (1920-1924) y por su sucesor, Plutarco
Elías Calles (1924-1928), temerosos del apoyo que Villa pudiera brindar a Adolfo de la Huerta, que aspiraba a suceder a Obregón
en la presidencia.