sábado, 4 de enero de 2020

4 DE ENERO DE 1785 NACE :

JACOB GRIMM
(Jacob o Jakob Ludwig Grimm; Hanau, 1785 - Berlín, 1863) Filólogo, historiador y escritor alemán. Junto con su hermano Wilhelm Carl (1786-1859), fue una de las figuras intelectuales más relevantes del Romanticismo alemán. Las recopilaciones y estudios sobre los cuentos folclóricos alemanes que ambos realizaron en su juventud les proporcionaron fama mundial, y les convirtieron en dos de los autores más clásicos y conocidos de toda la literatura universal.Jacob Ludwig y Wilhelm Carl eran los dos hermanos mayores de una familia numerosa compuesta en total por cinco hermanos y una hermana. Toda la familia se caracterizaba por su profunda religiosidad calvinista, y varios de sus antepasados y parientes más directos ejercieron como pastores protestantes. El padre de la familia, Philipp Wilhelm, era un jurista que disfrutaba de una posición acomodada de funcionario en Hanau, antes de trasladarse a Steinau, otra pequeña ciudad del estado de Hesse.
La muerte prematura del padre, en 1796, dejó a la familia en una situación económica muy precaria. El fallecimiento de la madre años después, en 1808, dejó al joven Jacob, que tenía entonces 23 años, como responsable de una familia con cuatro hermanos y una hermana menores.Muy unido durante toda su vida a su hermano Wilhelm, ambos habían realizado sus estudios de secundaria en Kassel, y luego estudiaron Derecho en la Universidad de Marburgo entre 1802 y 1806, con la intención de continuar la trayectoria de funcionario de su padre. Un hecho decisivo reorientó, sin embargo, su vocación: el haber conocido al poeta romántico Clemens Brentano, que les transmitió su pasión por la poesía folclórica.Los hermanos Grimm llegaron incluso a colaborar como recolectores en la célebre colección de cantos populares alemanes que, con el título de El cuerno mágico de la juventud, publicaron Brentano y Achim von Arnim entre 1805 y 1808. Y además, comenzaron a recoger, en aquellos años, los cuentos que años después formarían parte de su celebérrima colección Cuentos de la infancia y del hogar. Entre las enseñanzas extraídas de aquella labor estaba el convencimiento, típicamente romántico, de que la "Naturpoesie" o poesía natural o del pueblo era anterior y superior a la "Kunstpoesie" o poesía artística o artificiosa de los escritores cultos.Por la misma época, los hermanos Grimm entraron en contacto también con Friedrich Karl von Savigny, insigne jurista, que les descubrió el mundo de los textos jurídicos antiguos y contribuyó enormemente a su rigurosa formación científica. Menos directa, pero igualmente importante, fue la influencia que por la misma época recibieron de los escritos del filósofo Johann Gottfried Herder (1744-1803), auténtico precursor-fundador del romanticismo alemán que reivindicaba, como Brentano, la cultura popular como la expresión más auténtica del espíritu y de la historia del pueblo alemán.En 1805, Jacob acompañó a Savigny a París para estudiar textos jurídicos de la Edad Media, y un año después ganó un puesto de funcionario en Kassel. Wilhelm Grimm, de salud muy delicada, no se encontraría en condiciones de trabajar de forma estable hasta 1814.El estallido de la guerra contra Napoleón, y el expansionismo francés, que pronto alcanzó al estado de Hesse, obligaron a Jacob Grimm a escapar y a convertirse en bibliotecario privado del rey de Westfalia en 1808. Allí fue donde escribió alguno de sus primeros estudios importantes, como Sobre los maestros cantores de la antigua Alemania (1811).Un año después también se convirtió en auditor del Consejo de aquel estado, pero en 1813, cuando la amenaza francesa se despejó por completo, prefirió reintegrarse a su antiguo puesto de funcionario en Hesse. Poco después hubo de viajar por dos veces a París (en 1814 y 1815) como integrante de una delegación encargada de recuperar obras de arte robadas por el ejército napoleónico en Hesse y Prusia en los años anteriores.Participó igualmente en el Congreso de Viena en 1814 y 1815, y en todos sus viajes encontró siempre tiempo para seguir buscando manuscritos antiguos y profundizando en sus estudios sobre la literatura y el derecho de la Edad Media. A partir de 1816, Jacob Grimm volvió a reunirse con su hermano Wilhelm, y ambos decidieron reorientar sus investigaciones jurídicas hacia el terreno de la literatura antigua y tradicional.La renuncia a la estabilidad de sus trabajos de funcionarios implicó que viviesen en condiciones precarias, pero fue aquella la época en que trazaron las líneas maestras de su producción científica, que asentaron sobre dos bases muy bien definidas: el estudio comparado de la tradición antigua y de la moderna a través de la investigación de archivo y del trabajo de campo etnográfico, con el fin de desvelar su continuidad y relaciones en el tiempo; y el estudio comparado de la tradición alemana con otras tradiciones europeas, como la escandinava, eslavas, inglesa, escocesa, holandesa, española o italiana, con el fin de desvelar los contactos multiculturales e intentar trazar mapas y teorías sobre sus fuentes y evolución paneuropea.Pocos años antes, en 1812, los dos hermanos habían publicado la primera edición de sus Cuentos de la infancia y del hogar, que había alcanzado un gran renombre y difusión, y en 1816 decidieron publicar la segunda edición, revisada y modificada. La colección reunía dos centenares de cuentos, la gran mayoría recogida de la tradición oral campesina.Uno de los mayores méritos de los hermanos Grimm fue el de haber sabido respetar la sencillez y espontaneidad del discurso natural de estos cuentos, en vez de transformarlos con los artificios cultistas y moralistas de otras recopilaciones anteriores. Aunque no tuvieron más remedio que intervenir ocasionalmente en algunos de los textos, para resolver ambigüedades o confusiones, la colección de cuentos de los hermanos Grimm está considerada como la primera realizada en la historia con criterios auténticamente rigurosos y científicos, muy cercanos a los que utiliza la etnografía moderna.Ambos hermanos llegaron incluso a defender apasionadamente su método frente a quienes les reprochaban no haber ornamentado o haber sacado más partido literario de aquellos cuentos. Jacob aducía que la belleza incontaminada de la "Naturliteratur" o literatura natural era más pura, trascendental y divina que la de la "Kunstliteratur" o literatura artística, y Wilhelm incorporó a la segunda edición de los cuentos un prólogo titulado Sobre la naturaleza del cuento en que defendía que los cuentos folclóricos contemporáneos descienden directamente de los mitos religiosos antiguos, y que su importancia literaria e histórica están muy por encima de lo que se había tradicionalmente considerado hasta entonces.Algunas de las ideas de los dos hermanos han acabado revelándose posteriormente como falsas y de un idealismo excesivamente romántico. Por ejemplo, toda su teoría sobre el origen divino de la cultura y sobre la decadencia progresiva que la había acompañado a lo largo de su evolución histórica fue desmentida por generaciones de antropólogos posteriores. Pese a ello, los avances realizados por ambos hermanos en el terreno del análisis literario y cultural constituyeron progresos importantes en el panorama de las ciencias humanas de la Edad Moderna, sobre todo si se comparan con los de épocas precedentes.Entre 1816 y 1818, los hermanos Grimm publicaron en varios volúmenes las Leyendas alemanas, que continuaban, en el terreno de la leyendística, la labor iniciada y los métodos ensayados en la anterior colección de cuentos. Aunque esta nueva obra nunca llegó a alcanzar la celebridad y la difusión de la anterior, consolidó su reputación de auténticos precursores en la recopilación folclórica moderna.El interés de ambos hermanos continuó centrado durante bastante más tiempo en la literatura popular. De 1826 es su traducción de las Leyendas y tradiciones de hadas del sur de Irlanda, de Thomas Crofton Croker, para el que escribieron un extraordinario prólogo que resumía sus ideas sobre los cuentos de hadas paneuropeos. También por aquellos años, los dos hermanos Grimm se ocuparon intensamente del estudio de textos literarios arcaicos con fuerte presencia de lo popular, y realizaron importantes trabajos sobre el Cantar de los Nibelungos y sobre la obra El pobre Heinrich del escritor de comienzos del siglo XIII Hartmann von Aue.A finales de la década de 1820, cada hermano eligió seguir caminos intelectuales más diferenciados, aunque nunca dejaron de estar unidos en lo personal y en lo académico. Mientras Wilhelm preparaba su trabajo Las leyendas heroicas alemanas, centrado en la Edad Media, Jacob volvió a los estudios filológicos, y sobre todo a los gramaticales. Pese a que todavía publicaría importantes trabajos literarios, como el dedicado en 1834 al ciclo cuentístico medieval de Reinhart el Zorro, intensificó los trabajos de su monumental Gramática alemana, que había comenzado a publicar en 1819 y culminaría en 1837.La Gramática alemana es un colosal tratado de gramática histórica no sólo de la lengua alemana, sino de todas las lenguas germánicas, en el que sentó las bases de la lingüística comparada moderna. Sus contribuciones a la formulación de leyes fonéticas y etimológicas generales, o al análisis de las relaciones entre la historia de la lengua y los cambios de significado, resultaron trascendentales dentro del panorama científico de su época.En esta obra formuló la llamada primera Ley de Grimm, que demostraba el principio de correspondencia en la evolución de las consonantes en lenguas pertenecientes al tronco indoeuropeo, lo que reforzaba observaciones y estudios previos realizados por el lingüista danés Rasmus Rask. La llamada segunda Ley de Grimm desvelaba el proceso de transformación de determinadas consonantes sonoras en sordas en las lenguas germánicas a partir del siglo V d.C. Sus hallazgos no sólo ejercieron una gran influencia en toda la lingüística histórica germánica, sino también en la románica y en la eslava. Por otro lado, en 1824, Jacob Grimm tradujo al alemán la gramática serbia de su amigo Vuk Stefanovic Karadzic, y en su introducción sobre las lenguas y las literaturas eslavas dejó patente la enorme profundidad de sus conocimientos e intereses.Extraordinaria y muy influyente fue también su gran obra Antiguo derecho consuetudinario alemán, publicada en 1828, que sirvió de modelo a otras obras del mismo tipo publicadas en las décadas posteriores en Francia, Holanda, Rusia, España y diversos países eslavos.En 1829, los hermanos Grimm perdieron el favor del príncipe elector de Hessen-Kassel, por lo que se vieron obligados a trasladarse a la cercana Universidad de Göttingen, donde durante años desarrollaron labores de bibliotecarios y profesores. Fue la época en que Jacob Grimm compuso su monumental Mitología germánica, ambicioso estudio comparativo de los mitos, leyendas, creencias y supersticiones de los pueblos germánicos antiguos y modernos con los de la tradición grecolatina y la cristiana. Aquella obra fue también seguida como modelo por diversas generaciones de mitógrafos posteriores, alemanes (Mannhardt, Müller) y europeos.Pero la inestabilidad política volvió pronto a alterar la tranquilidad de los hermanos cuando el recién coronado rey de Hannover abolió en 1833 una constitución moderada que él consideraba excesivamente liberal. La enérgica protesta de los Grimm, junto con otros cinco profesores, tuvo como consecuencia su destitución fulminante, así como la obligada expulsión de Jacob del reino de Hannover. Los tres años siguientes hubo de pasarlos en Kassel, aunque nunca llegó a sufrir serios problemas de tipo económico, ya que su prestigio era por entonces tan extraordinario que numerosas universidades e instituciones de Alemania y de toda Europa se disputaban su presencia.En 1840, la vida de los hermanos dio un giro definitivo cuando aceptaron la invitación del rey de Prusia, Federico Guillermo IV, para enseñar en la Universidad de Berlín. La estabilidad y tranquilidad que les ofreció su nueva situación les permitió comenzar la empresa más ambiciosa de cuantas se propusieron: el Diccionario alemán, gigantesco elenco de todas las voces alemanas con anotación de etimologías, variantes a lo largo de la historia, desarrollos semánticos, usos diversos, dialectalismos, coloquialismos, y citas de dichos y proverbios. Tan gigantesca empresa no pudo ser culminada: Wilhelm murió cuando la redacción del diccionario había avanzado hasta la letra D, y Jacob cuando alcanzaba a la letra F. Hubieron de ser generaciones de estudiosos posteriores los que lograran concluir su ambicioso empeño, que sirvió de modelo a muchos otros diccionarios históricos que se proyectaron en otros lugares de Europa.En aquella misma cómoda y tranquila etapa berlinesa, Jacob Grimm, que al contrario que su hermano nunca contrajo matrimonio, realizó otra obra monumental más: la Historia de la lengua alemana. Ambos hermanos también realizaron por entonces una serie muy amplia de artículos y prólogos que acabarían siendo reunidos en sus Kleinere Schriften. La muerte de su hermano Wilhelm en 1859, cuatro años antes de la suya propia, dejó a Jacob sumido en un estado de postración anímica en el que sólo la entrega apasionada a su trabajo le pudo servir de alivio.
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sábado, 28 de diciembre de 2019

28 DE DICIEMBRE DE 2018 MUERE 
AMOS OZ
(Amos Klausner; Jerusalén, 1939 - Tel Aviv, 2018) Escritor israelí en lenguas hebrea e inglesa considerado el mejor prosista en lengua hebrea moderna. Tras cursar estudios en la Universidad de Jerusalén y en Oxford (Inglaterra), sirvió como oficial en el ejército israelí y participó en la guerra de los Seis Días (1967) y en la del Yom Kipur (1973); posteriormente se convertiría en destacado militante del movimiento Paz Ahora, que aboga por el entendimiento pacífico entre israelíes y palestinos. Desde 1954 hasta 1986 residió en el kibutz Hulda, y a partir de 1987 ejerció la docencia como profesor de literatura hebrea en la Universidad Ben Gurión, en Beersheva.
Junto con Shmuel Yosef Agnon, Amos Oz figura entre los novelistas esenciales y más representativos de las moderna literatura israelí. En su obra narrativa, Oz se ocupó de las inquietudes y la diversidad ideológica de los israelíes de las diferentes tendencias políticas y espirituales que coexisten en su país, así como de la tensión y el delicado equilibrio de la sociedad en la que viven, apresada entre el horror del inmediato pasado anterior a la creación del Estado y el presente e interminable conflicto bélico con sus vecinos.
Su estilo es intensamente apasionado, de atmósfera casi febril en ocasiones y, por momentos, profundamente poético. Siempre comprometido con la realidad y sus personajes, subyace en su voz un desencanto que se advierte también en sus artículos periodísticos, en los que se aprecian, a partes iguales, retratos objetivos de la realidad del Medio Oriente y un permanente pesimismo sobre el futuro de la región.
Entre sus novelas más conocidas figuran En otro lugar (1966), sobre la vida del kibbutz; Mi Michael (1968), una de las más famosas, en que se analiza el amor como dominación, contraponiendo la tolerancia, el optimismo y la visión positiva de la vida del protagonista con la negativa y pesimista de su esposa, que se siente siempre amenazada; Tocar el agua. Tocar el viento (1973), sobre el destino del pueblo judío y la diáspora a Israel; La caja negra (1987), en forma de cartas, telegramas y notas mediante las que se pasa revista a la vida de los protagonistas y sus relaciones; Las mujeres de Yoel (1990), novela de suspense sobre un antiguo agente del Mossad que se plantea el sentido de la vida; y La paz perfecta (1982), sobre las motivaciones para vivir en un kibbutz.
En uno de sus más recientes ensayos sobre literatura, In the beginning (1999), Amos Oz esboza una interesante teoría acerca del "contrato" que compromete a un autor con sus lectores, cuyas condiciones se establecen al comienzo de una obra y deberán cumplirse en su desarrollo.
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lunes, 23 de diciembre de 2019

23 DE DICIEMBRE DE 1896 NACE GIUSEPPE TOMASI DE LAMPEDUSA

23 DE DICIEMBRE DE 1896 NACE
GIUSEPPE TOMASI DE LAMPEDUSA
(Giuseppe Tomasi, duque de Palma y príncipe de Lampedusa; Palermo, 1896 - Roma, 1957) Escritor italiano autor de la novela El Gatopardo (1958), en la que retrató la decadencia de la nobleza rural siciliana durante la época de la unificación nacional. La magistral adaptación cinematográfica de Luchino Visconti, estrenada en 1963, contribuyó a la difusión de una obra que tuvo ya una excelente acogida en el momento de su publicación.
Giuseppe Tomasi de Lampedusa

Descendiente de una de las más aristocráticas familias sicilianas, Giuseppe Tomasi de Lampedusa pasó su infancia entre los muros del palacio paterno en la capital de la isla y las diversas casas de campo. Desde niño aprendió las principales lenguas extranjeras. A los veinte años, al estallar la Primera Guerra Mundial, fue obligado a abandonar sus estudios para participar en la contienda; hecho prisionero, fue internado en el campo de concentración de Szombathely (Hungría), de donde, tras un primer infructuoso intento, logró escapar, y, realizada una durísima marcha a pie a través de Europa, llegó a Italia.
Durante el período fascista permaneció apartado, coherente con sus inclinaciones de conservador liberal. Realizó diversos viajes al extranjero; durante uno de ellos se casó con Alessandra Woll-Stomersee, una de las pioneras del psicoanálisis en Italia. Con el grado de capitán tomó parte en la Segunda Guerra Mundial; tras la destrucción de su morada en el curso de un bombardeo, Tomasi de Lampedusa encontró refugio en el hogar de su primo, el poeta L. Piccolo, en cuya casa tuvo sus primeros y fundamentales encuentros literarios (Montale, Bassani).
Entre 1955-56 escribió de un tirón la obra que había de darle una gran fama póstuma, El Gatopardo (Il Gattopardo), libro escrito, como se ha dicho, rápidamente, pero gestado durante larguísimos años. Después de algunos meses se manifestaron los primeros síntomas de la enfermedad que le llevaría a la muerte, durante su hospitalización en una clínica romana. El manuscrito de la novela fue publicado en 1958 al cuidado de Giorgio Bassani.

Fotograma de El Gatopardo (1963), de Luchino Visconti

Ambientada en el mundo de la aristocracia siciliana de los años comprendidos entre la campaña garibaldina y finales de siglo, El Gatopardo narra la historia del príncipe don Fabrizio Salina, astrónomo. Alejado siempre de toda participación en la vida pública, con la llegada de los garibaldinos, y bajo la influencia de su amado sobrino Tancredi, aceptará estoicamente el nuevo curso de las cosas, aunque una inicial desconfianza no podrá apartarse nunca de su ánimo.
Centrando el argumento en la historia de don Fabrizio, Tomasi de Lampedusa consigue presentarnos una amplia panorámica de la vida de las familias aristocráticas sicilianas de la época, a las que se oponían cada vez más, al menos en la consecución del poder, los nuevos ricos, es decir, aquellos que habían sabido sacar provecho de la caída de la dinastía borbónica. Sin embargo, la amarga conclusión de Tomasi de Lampedusa será, en las páginas que describen el baile final, que las cosas han cambiado bien poco y que también la nueva situación muy pronto cristalizará en la atávica inercia de la vida siciliana.
La poética de Tomasi de Lampedusa está constituida por el examen tanto del hombre como de las cosas, por una continua sensación de finísima moralidad que define el particular tono de la novela. Aunque algunas de sus páginas, sobre todo hacia el final, pueden parecer un tanto apresuradas, El Gatopardo, aparecido en pleno auge del neorrealismo, constituyó (en palabras de un crítico) "una excepción felicísima... una invitación a enriquecer la narrativa de auténticas motivaciones críticas, pero sobre todo a reconsiderar, en sus valores más actuales, la tradición decimonónica". El libro obtuvo un gran éxito, no sólo en Italia, sino en otros muchos países. En 1961 apareció póstumo un volumen de Cuentos donde, conforme a la inspiración de su obra mayor, el autor se confirma como un fino intérprete de la propia memoria.

domingo, 22 de diciembre de 2019

JUAN RULFO
PEDRO PÁRAMO 
(Fragmento)
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El calor me hizo despertar al filo de la medianoche. Y el sudor. El cuerpo de aquella mujer hecho de tierra, envuelto en costras de tierra, se desbarataba como si estuviera derritiéndose en un charco de lodo. Yo me sentía nadar entre el sudor que chorreaba de ella y me faltó el aire que se necesita para respirar. Entonces me levanté. La mujer dormía. De su boca borbotaba un ruido de burbujas muy parecido al del estertor.
Salí a la calle para buscar el aire; pero el calor que me perseguía no se despegaba de mí.
Y es que no había aire; sólo la noche entorpecida y quieta, acalorada por la canícula de agosto.
No había aire. Tuve que sorber el mismo aire que salía de mi boca, deteniéndolo con las manos antes de que se fuera. Lo sentía ir y venir, cada vez menos; hasta que se hizo tan delgado que se filtró entre mis dedos para siempre.
Digo para siempre.
Tengo memoria de haber visto algo así como nubes espumosas haciendo remolino sobre mi cabeza y luego enjuagarme con aquella espuma y perderme en su nublazón. Fue lo último que vi.
-¿Quieres hacerme creer que te mató el ahogo, Juan Preciado? Yo te encontré en la plaza, muy lejos de la casa de Donis, y junto a mí también estaba él, diciendo que te estabas haciendo el muerto. Entre los dos te arrastramos a la sombra del portal, ya bien tirante, acalambrado como mueren los que mueren muertos de miedo. De no haber habido aire para respirar esa noche de que hablas, nos hubieran faltado las fuerzas para llevarte y contimás para enterrarte. Y ya ves, te enterramos.
-Tienes razón,.Doroteo. ¿Dices que te llamas Doroteo?
-Da lo mismo. Aunque mi nombre sea Dorotea. Pero da lo mismo.
-Es cierto, Dorotea. Me mataron los murmullos.
«Allá hallarás mi querencia. El lugar que yo quise. Donde los sueños me enflaquecieron.
Mi pueblo, levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y de hojas como una alcancía donde
hemos guardado nuestros recuerdos. Sentirás que allí uno quisiera vivir para la eternidad.
El amanecer; la mañana; el mediodía y la noche, siempre los mismos; pero con la diferencia
del aire. Allí, donde el aire cambia el color de las cosas; donde se ventila la vida como si
fiera un murmullo; como si fuera un puro murmullo de la vida... »
-Sí, Dorotea. Me mataron los murmullos. Aunque ya traía retrasado el miedo. Se me había venido juntando, hasta que ya no pude soportarlo. Y cuando me encontré con los murmullos se me reventaron las cuerdas.
-Llegué a la plaza, tienes tú razón. Me llevó hasta allí el bullicio de la gente y creí que de verdad la había. Yo ya no estaba muy en mis cabales; recuerdo que me vine apoyando en las paredes como si caminara con las manos. Y de las paredes parecían destilar los murmullos como si se filtraran de entre las grietas y las descarapeladuras. Yo los oía. Eran voces de gente; pero no voces claras, sino secretas, como si me murmuraran algo al pasar, o como si zumbaran contra mis oídos. Me aparté de las paredes y seguí por mitad de la calle; pero las oía igual, igual que si vinieran conmigo, delante o detrás de mí. No sentía calor, como te dije antes; antes por el contrario, sentía frío. Desde que salí de la casa de aquella mujer que me prestó su cama y que, como te decía, la vi deshacerse en el agua de su sudor, desde entonces me entró frío. Y conforme yo andaba, el frío aumentaba más y más, hasta que se me enchinó el pellejo. Quise retroceder porque pensé que regresando podría encontrar el calor que acababa de dejar; pero me di cuenta a poco de andar que el frío salía de mí, de mi propia sangre. Entonces reconocí que estaba asustado. Oí el alboroto mayor en la plaza y creí que allí entre la gente se me bajaría el miedo. Por eso es que ustedes me encontraron en la plaza. ¿De modo que siempre volvió Donis? La mujer estaba segura de que jamás lo volvería a ver.
-Fue ya de mañana cuando te encontramos. Él venía de no sé dónde. No se lo pregunté.
-Bueno, pues llegué a la plaza. Me recargué en un pilar de los portales. Vi que no había nadie, aunque seguía oyendo el murmullo como de mucha gente en día de mercado. Un rumor parejo, sin ton ni son, parecido al que hace el viento contra las ramas de un árbol en la noche, cuando no se ven ni el árbol ni las ramas, pero se oye el murmurar. Así. Ya no di un paso más. Comencé a sentir que se me acercaba y daba vueltas a mi alrededor aquel bisbiseo apretado como un enjambre, hasta que alcancé a distinguir unas palabras vacías de ruido: «Ruega a Dios por nosotros». Eso oí que me decían. Entonces se me heló el alma. Por eso es que ustedes me encontraron muerto.
-Mejor no hubieras salido de tu tierra. ¿Qué viniste a hacer aquí?
-Ya te lo dije en un principio. Vine a buscar a Pedro Páramo, que según parece fue mi
padre. Me trajo la ilusión.
-¿La ilusión? Eso cuesta caro. A mí me costó vivir más de lo debido. Pagué con eso la deuda de encontrar a mi hijo, que no fue, por decirlo así, una ilusión más; porque nunca tuve ningún hijo. Ahora que estoy muerta me he dado tiempo para pensar y enterarme de todo. Ni siquiera el nido para guardarlo me dio Dios. Sólo esa larga vida arrastrada que tuve, llevando de aquí para allá mis ojos tristes que siempre miraron de reojo, como buscando detrás de la gente, sospechando que alguien me hubiera escondido a mi niño. Y todo fue culpa de un maldito sueño. He tenido dos: a uno de ellos lo llamo el «bendito» y a otro el «maldito». El primero fue el que me hizo soñar que había tenido un hijo. Y mientras viví, nunca dejé de creer que fuera cierto; porque lo sentí entre mis brazos, tiernito, lleno de boca y de ojos y de manos; durante mucho tiempo conservé en mis dedos la impresión de sus ojos dormidos y el palpitar de su corazón. ¿Cómo no iba a pensar que aquello fuera verdad? Lo llevaba conmigo a dondequiera que iba, envuelto en mi rebozo, y de pronto lo perdí. En el cielo me dijeron que se habían equivocado conmigo. Que me habían dado un corazón de madre, pero un seno de una cualquiera. Ése fue el otro sueño que tuve. Llegué al cielo y me asomé a ver si entre los ángeles reconocía la cara de mi hijo. Y nada. Todas las caras eran iguales, hechas con el mismo molde. Entonces pregunté. Uno de aquellos santos se me acercó y, sin decirme nada, hundió una de sus manos en mi estómago como si la hubiera hundido en un montón de cera. Al sacarla me enseñó algo así como una cáscara de nuez: «Esto prueba lo que te demuestra».
»Tú sabes cómo hablan raro allá arriba; pero se les entiende. Les quise decir que aquello era sólo mi estómago engarruñado por las hambres y por el poco comer; pero otro de aquellos santos me empujó por los hombros y me enseñó la puerta de salida: «Ve a descansar un poco más a la tierra, hija, y procura ser buena para que tu purgatorio sea menos largo.»
»Ése fue el sueño «maldito» que tuve y del cual saqué la aclaración de que nunca había tenido ningún hijo. Lo supe ya muy tarde, cuando el cuerpo se me había achaparrado, cuando el espinazo se me saltó por encima de la cabeza, cuando ya no podía caminar. Y de remate, el pueblo se fue quedando solo; todos largaron camino para otros rumbos y con ellos se fue también la caridad de la que yo vivía. Me senté a esperar la muerte. Después que te encontramos a ti, se resolvieron mis huesos a quedarse tiesos. «Nadie me hará caso», pensé. Soy algo que no le estorba a nadie. Ya ves, ni siquiera le robé el espacio a la tierra. Me enterraron en tu misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tus brazos. Aquí en este rincón donde me tienes ahora. Sólo se me ocurre que debería ser yo la que te tuviera abrazado a ti. ¿Oyes? Allá fuera está lloviendo. ¿No sientes el golpear de la lluvia?
-Siento como si alguien caminara sobre nosotros.
-Ya déjate de miedos. Nadie te puede dar ya miedo.
(De "Pedro Páramo", 1955.)
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lunes, 9 de diciembre de 2019

9 DE DICIEMBRE DE 1608 NACE
JOHN MILTON
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(Londres, 1608 - id., 1674) Poeta inglés. Su padre, un notario apasionado por la música, le animó a estudiar las lenguas clásicas, el hebreo y el italiano. Tras una estancia en Cambridge, abandonó la carrera eclesiástica y se retiró en casa de sus padres. En 1638 emprendió un largo viaje por Francia e Italia, donde conoció a Galileo, pero los acontecimientos políticos de su país, donde se había declarado la guerra civil, le hicieron regresar al cabo de un año. En su patria se vio envuelto en cuestiones teológico-políticas, a las que respondió con polémicos opúsculos en los que defendía un puritanismo a ultranza. En 1642 se casó con Mary Powell, una joven de diecisiete años que lo abandonó al poco tiempo debido a la férrea austeridad del régimen doméstico. Milton reaccionó con una serie de escritos en los que se manifestaba partidario del divorcio y que le ocasionaron problemas con la censura parlamentaria, hecho que motivó que en 1644 publicara la Areopagítica, en defensa de la libertad de expresión. Antimonárquico y adscrito al sector radical, por un tiempo abandonó la poesía y ocupó el cargo de secretario del Comité de Asuntos Exteriores del gobierno de Cromwell. Luego, con la restauración monárquica, se vieron frustrados todos sus ideales políticos y, por otra parte, su ceguera era ya total. Se retiró de la vida pública y dedicó los últimos años de su vida a la poesía. Finalmente escribió la epopeya que siempre había soñado, El Paraíso perdido (1667), la más lograda poesía cristiana heroica y una de las obras cumbres de la poesía inglesa de todos los tiempos. En 1671 publicó El Paraíso recobrado, de inferior valor literario, y la tragedia Sansón agonista, con la que se cumplió su deseo renacentista de restaurar la tragedia griega. Milton fue un humanista cristiano que consiguió armonizar en sus obras la experiencia vital con la meditación y la disciplina moral y artística.
9 DE DICIEMBRE DE 1977 MUERE
CLARICE LISPECTOR
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Novelista y cuentista brasileña de origen ruso, nacida en Tchetchelnick (Ucrania) el 10 de diciembre de 1920 y fallecida en Río de Janeiro en 1977. La crítica brasileña sitúa su obra en el centro de la narrativa de vanguardia. Sus padres emigraron a Brasil y se establecieron en Recife cuando Clarice tenía tan sólo dos meses; con el fin de facilitar la adaptación al nuevo continente, cambiaron el nombre de la niña, que al nacer había recibido el nombre de Hala. Ella y sus dos hermanas mayores recibieron una educación judía y en el colegio estudiaron yiddish y hebreo. Su madre, que se había quedado paralítica, murió en 1930. Cuatro años después, la familia, que atravesaba una severa crisis financiera, se trasladó a Río de Janeiro. Allí Clarice estudió el curso de secundaria y los preparatorios. Con tan sólo diez años escribió una obra teatral y con un año más envió sus primeros cuentos a Diário de Pernambuco, aunque no se llegaron a publicar. Sí pudo ver publicado su cuento "Triunfo" en el semanario Pan en 1940. En 1943, siendo aún estudiante de derecho, escribió su primera novela titulada Perto do coraçao selvagem (Cerca del corazón salvaje), por la que recibió el premio Graça Aranha en 1944. En este año fue a Nápoles, donde trabajó en un hospital de la Fuerza Expedicionaria Brasileña. Entre 1944 y 1960 vivió en Nápoles, Suiza y Estados Unidos, hasta que fijó su residencia definitiva en Río de Janeiro, tras divorciarse del diplomático Maury Gurgel Valente, con quien tuvo dos hijos El uso constante de la metáfora insólita, la presencia de construcciones sintácticas anómalas, la entrega al ejercicio introspectivo y la ruptura con la trama, son características de la técnica narrativa de Clarice Lispector que, en su manifiesta heterodoxia, recuerda el modelo bautizado por Umberto Eco como opera aperta. Entre sus obras, cabe destacar O lustre (1946), A cidade sitiada (1949), Alguns contos (1952), Loços de familia (Lazos de familia, 1960, cuentos), A maça no escuro (La manzana en la oscuridad, 1961), A Legiao Estrangeira (1964, cuentos y crónicas), A Paixao Segundo G.H. (La pasión según G.H., 1964), Uma aprendizagem ou O livro dos prazeres (Un aprendizaje o el libro de los placeres, 1969), Felicidades clandestinas (1971), Água viva (1972), Onde estiveste de noite? (1974) y A hora da estrêla (La hora de la estrella, 1977). Su obra póstuma Um sopro de vida (Un soplo de vida, 1978) es su trabajo más complejo e intenso. Además, publicó cuentos infantiles, realizó traducciones del inglés y del francés y mantuvo a lo largo de toda su vida el contacto con el periodismo a través de colaboraciones en distintos periódicos y revistas de su país.
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ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...