(Cartagena, 1907 - Majadahonda, 1996) Poeta y narradora
española cuya obra lírica suscribe las propuestas de la poesía
existencial de los años treinta. Considerada la mejor representante
femenina de su generación, tras publicar sus primeros poemas en las
revistas Ley, Sí y Diario poético, de Juan Ramón Jiménez, en 1929 publicó Brocal,
libro que reúne poemas en prosa, cuyas metáforas de delicada factura y
original imaginación motivaron el elogio de la crítica del momento.
Su poética se articula sobre la base de una
tensión interior que aflora a través de la pasión por la vida y el
sentimiento amoroso. Su relación con el poeta Antonio Oliver Belmás, con
quien se casó en 1931, contribuyó a consolidar su personalidad poética,
que se tradujo en una intensa actividad creadora. En 1933 fundó la
revista Presencia, y por esa misma época conoció a la chilena Gabriela Mistral, quien prologó su siguiente poemario en prosa, Júbilos,
editado al año siguiente e ilustrado por la pintora argentina Norah
Borges. Mistral puso de relieve "la sinceridad, la sobriedad, no sé qué
virginidad de la emoción y de la frase..." en la expresión de la autora.
Tras la guerra civil, en la que ella y su marido
habían tomado partido por el bando republicano, Carmen Conde se vio
obligada a instalarse en Madrid, donde fue vecina de Vicente Aleixandre,
y a publicar con los seudónimos de Florentina del Mar y Magdalena
Noguera o en ediciones particulares. Aun en estas condiciones, libros
como Pasión del verbo, Honda memoria de mí, Signo de amor, Ansia de la gracia y Una palabra tuya, entre otros, tratan el amor de un modo que hace dudar a Dámaso Alonso
que haya otra mujer que lo haya hecho con "tanta verdad, con tanta
despreocupada castidad esencial, con tan sobrecogedora belleza".
En 1967 la publicación de Obra poética 1929-1966
le valió el Premio Nacional de Literatura. Paralelamente, y en ocasiones
con la colaboración de su marido, Carmen Conde escribió libros
infantiles, por los que en 1987 recibió también el Premio Nacional de
Literatura Infantil y Juvenil. Publicó asimismo varias novelas: En manos del silencio (1950), Las oscuras raíces (1953), A este lado de la eternidad (1970) o Soy la madre
(1980), en las que junto a la tendencia psicológica predomina el tono
poético de su prosa. En 1978 se convirtió en la primera mujer que
ingresó en la Real Academia de la Lengua Española.
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(Manchester, Reino Unido, 1785 - Edimburgo, 1859) Escritor, ensayista y crítico británico. El humor cáustico de Jonathan Swift tuvo su más ilustre heredero en la persona de Thomas De Quincey, gracias sobre todo a su corrosiva obra Del asesinato considerado como una de las bellas artes (1829).
Alumno de la Grammar School de su ciudad natal
desde los quince años, a los diecisiete huyó de esta institución para ir
a Gales y de allí a Londres, donde llevó una vida bohemia. Tras
reconciliarse con su familia en 1803, ingresó en la Universidad de
Oxford, aunque abandonó sus estudios en 1808.
Fue en Oxford donde De Quincey tuvo su primer
contacto con el opio, droga a la que sería adicto durante toda su vida.
Sus experiencias como opiómano se vieron reflejadas en la que quizá sea
su obra más célebre, Confesiones de un opiómano inglés. Escrita
en 1820 y publicada un año después en el London Magazine, su inesperado
éxito le procuró una inmediata fama y le ayudó a paliar su maltrecha
situación económica, agravada por la necesidad de mantener una familia
cada vez más numerosa.
Antes, en 1809, llevado por su temprano entusiasmo por las baladas líricas de Samuel Taylor Coleridge y William Wordsworth, se había establecido en Grasmere, donde entabló relación con estos dos poetas, así como con Robert Southey.
También fue allí donde inició su colaboración como crítico y
comentarista con algunos periódicos, dirigiendo él mismo la Westmorland
Gazette.
En 1828 se trasladó a Edimburgo, donde residió
hasta su muerte. Además de las mencionadas, entre sus obras cabe
destacar el ensayo Leyendo a las puertas de Macbeth (1823), uno
de los clásicos de la crítica shakeasperiana del siglo XIX, valioso por
el agudo análisis psicológico que informa sus páginas, Suspira de Profundis (1845), Juana de Arco (1847), El coche correo inglés (1849) y Apuntes autobiográficos (1853).
15 DE AGOSTO DE 1771 NACE
SIR WALTER SCOTT
(Edimburgo, 1771 - Abbotsford, Reino Unido,
1832) Novelista, poeta y editor británico. La novela histórica romántica
tiene en Walter Scott, si no a su inventor, a su primer y más
influyente representante. Hijo de un abogado, desde su infancia se
sintió fascinado por las leyendas y los episodios históricos,
preferentemente medievales, de su tierra natal escocesa, que
posteriormente constituirían el tema principal de muchos de sus poemas y
novelas.
Licenciado en derecho, sus primeros pasos en la literatura los dio como traductor, vertiendo al inglés obras como Lenore, de Gottfried A. Bürger, y Götz de Berlichingen, de Goethe. La publicación, entre 1802 y 1803, de la recopilación de baladas Trovas de la frontera escocesa
dio a conocer su nombre al gran público, que también acogió con
entusiasmo una serie de largos poemas narrativos entre los que destacan El canto del último trovador y La dama del lago.
De 1814 data su primera novela, Waverley,
publicada anónimamente como la mayoría de las que le siguieron, en
consideración a los cargos públicos de su autor (sheriff de Selkirk
desde 1799 y secretario de los tribunales de justicia de Edimburgo desde
1806) y la dudosa reputación del género. Con ella y con las posteriores
(El anticuario, Rob Roy, Ivanhoe, El pirata, Quentin Durward, El talismán)
estableció los cánones de la novela histórica, tal como ésta iba a
desarrollarse hasta bien entrado el siglo XX. La más famosa de las
citada es Ivanhoe (1820), que desarrolla las contradicciones entre los sajones y los normandos en un argumento de aventuras.
La autoría de estas novelas no se reveló hasta 1826,
año por otro lado especialmente doloroso para Scott, que sufrió la
muerte de su esposa y la quiebra de la editorial Constable, en la que
había invertido dinero y por la que contrajo una deuda de 130.000
libras. Antes, en 1820, había sido nombrado barón de Abbotsford.
Los estudiosos de la obra de Walter Scott lo definen
como el fundador de la novela histórica, y alaban sus facultades para
recrear la realidad del pasado de Escocia y de la Edad Media con vigor y
talento descriptivo, basándose en diálogos y argumentos que fascinan
por la cualidad de crear expectativa en el lector. Por otra parte,
mostró un excelente olfato para discernir los conflictos políticos de su
época y representarlos en la ficción. Maestro del diálogo y la
descripción, poseedor de un estilo vigoroso y poético, Walter Scott
influyó en los novelistas de su época, tanto de su patria como foráneos,
y también en los músicos y pintores que glosaron y recrearon sus temas.
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(Londres, 1757 - 1827) Pintor, grabador y poeta británico, una de las
figuras más singulares y dotadas del arte y la literatura inglesa. Fue
para algunos un místico iluminado, un religioso atrapado en su propio
mundo, y para otros un pobre loco que sobrevivía gracias a los pocos
amigos que, como Thomas Butts, creían en su arte y le compraban algunos
grabados. La posteridad, sin embargo, ha considerado a William Blake
como un visionario.
Su padre era calcetero, y parece haber pertenecido a una secta de
seguidores de Swedenborg. En 1771 Blake empezó a trabajar como aprendiz
con el grabador James Bazire; en 1780 conoció al rígido y frío escultor
neoclásico John Flaxman, de quien aprendió el gusto por la seguridad y
la precisión de contornos en el dibujo.
Durante la primera época de su vida, que llega hasta su matrimonio en
1782 con Catherine Boucher (la cual se reveló para él una esposa ideal) y
la publicación de los Poetical Sketches (Esbozos poéticos, 1783), se
dedicó a la poesía y a las artes plásticas; estudió a los artistas
griegos, a Rafael, a Durero y sobre todo a Miguel Ángel, al que, incapaz
de asimilar en su potencia creadora y volumétrica, tradujo en términos
lineales, con lo cual se aproximó inconscientemente al juego curvilíneo
de los miniaturistas célticos. De su gran entusiasmo por el famoso
escultor participaba también el pintor suizo H. Fuseli (Füssli), que se
estableció en Inglaterra en 1779, fue conservador de la Royal Academy e
influyó indudablemente en Blake.
Blake, por otra parte, experimentó además la influencia del gótico, y
copió los monumentos sepulcrales de la abadía de Westminster y de otros
templos antiguos. Flaxman le introdujo en la tertulia de Mrs. Mathew,
donde fueron también apreciadas sus cualidades de poeta. Componía ya
versos desde 1768-69, y, aun cuando no estudios regulares, sí había
realizado amplias lecturas: Shakespeare, Milton, la Biblia y Ossian. Se
inspiraba en el estilo de la época isabelina, y no ocultaba su desprecio
por la afectación y los primores de los poetas barrocos.
En 1783 fueron impresos, a expensas de Flaxman y del reverendo Henry
Mathew, los Poetical Sketches; pero la gestión de estos mecenas debió de
resultar poco grata al autor, ya por las palabras de condescendiente
protección antepuestas por Mathew o bien a causa del mismo vocablo
sketches (al que Blake daba un sentido peyorativo) del título, acerca
del cual no había sido consultado el poeta. A Blake, que ni tan sólo
pudo revisar las pruebas, le fue entregada toda la edición para que
dispusiese de ella a su gusto; el autor se limitó a distribuir algunos
ejemplares de la obra a varios amigos, y no habló ya más del libro.
La segunda etapa de su vida (1783-1803) comprende la maduración de su
arte poético y pictórico. En 1784 abrió un negocio de grabados, que
mantuvo hasta la muerte de su hermano Robert; luego trabajó para otros:
primero con Thomas Butts, quien le ayudó generosamente y fue siempre
amigo suyo, y, más tarde (1800), junto a William Hayly, noble que se
jactaba de poeta y mecenas y que asignó a Blake como residencia un
"cottage" en Felpham, en el litoral de Sussex, donde nuestro autor pasó
tres plácidos años y compuso algunos versos que figuran entre los más
deliciosos y abstrusos de su producción. Desde 1793 a 1800 vivió en
Lambeth, suburbio de Londres. En 1789 habían aparecido los Cantos de
inocencia, ilustrados por él mismo, seguido cinco años después por los
Cantos de experiencia, donde expresa la caída del hombre en poemas
inolvidables, como "La rosa enferma" o "El tigre", de "aterradora
simetría."
En su última época (1803-27), pasada en esta capital, reveló en poesía
una extravagancia creciente, seguida por veinte años de silencio casi
ininterrumpido y un pleno afianzamiento como artista. En Londres cayó
primeramente en manos de Richard Cromek, quien lo explotó. Luego, tras
la ruptura con éste, trabajó con John Linnell (1813), pintor de paisajes
y el mejor de sus patronos; para él grabó Inventions on the Book of
Job, su obra maestra, y algunas ilustraciones para la Divina Comedia. En
los últimos años de su existencia se vio rodeado por un círculo de
amigos y discípulos.
De entre las obras literarias de sus últimos años destacan El matrimonio
del cielo y el infierno (1793), y más tarde dos entregas escritas e
ilustradas entre 1804 y 1820: Milton (1804-1818) y Jerusalén
(1804-1820), en las que abiertamente rechaza toda forma de religión
convencional y preanuncia temas caros al simbolismo de fines del siglo
XIX, como la atracción por el abismo y la caducidad de la moral
burguesa. Blake modificó, además, la métrica y los ritmos ingleses
clásicos, al incorporar a la poesía culta los procedimientos populares
de las canciones, baladas y sonsonetes infantiles. Sus cuadernos de
notas con algunos poemas breves, escritos entre 1793 y 1818, fueron
adquiridos en 1847 por el poeta D.G. Rossetti, uno de los primeros
artistas en reconocer el excepcional valor de su obra.
Estos acontecimientos externos no permiten reconstruir el carácter
extraordinario de William Blake, muy irritable y capaz de dar tanta
importancia a una cuestión privada como para llevarla a los libros,
donde el problema adquiría grandes proporciones; revolucionario en
teoría (quedó intensamente impresionado por las revoluciones de América y
Francia) y adversario de los soberanos y las leyes, manifestaba una
índole violenta, incluso a través de su aspecto físico: de escasa talla,
y con anchos hombros cuadrados y una gran cabeza autoritaria, poseía el
tipo de los hombres de la Revolución francesa.
Por otra parte, era impresionable y sincero, poseía el entusiasmo y el
sentido de la inocencia propios de un eterno muchacho o de un primitivo.
Juzgaba realidades materiales las creaciones de su viva imaginación:
así, el acontecimiento más notable de su vida hubo de ser la visión de
gran número de ángeles sobre un árbol; Blake contaba entonces diez años
escasos, y, en adelante, tuvo coloquios con profetas y santos
encarnados.
La lectura de textos de literatura mística y ocultista le afianzó en sus
creencias sobre el valor de su experiencia de visionario. Su idea
cardinal llegó a ser la desconfianza absoluta en el testimonio de los
sentidos; para William Blake, éstos suponen barreras que se interponen
entre el alma y la verdadera sabiduría y el goce de la eternidad. Al
negar el mundo sensible, no veía las cosas como aparecen, sino
únicamente los tipos y las ideas eternas y más reales que aquellas
mismas: no los corderos, sino el Cordero, ni los tigres, antes bien el
Tigre. Tales arquetipos se presentaban a sus ojos con un relieve
particular, que dio lugar a la manera exaltada de sus grabados. Como
artista, por tanto, Blake resulta un típico "manierista", en la línea de
Fuseli: en él se realiza la disolución de las formas clásicas, y ello
sin que se haya llegado todavía al nuevo equilibrio romántico.
La gran intensidad visionaria de William Blake se refleja tanto en su
obra poética como pictórica. El rechazo a la observación directa de la
naturaleza como fuente creativa le llevó a encerrarse únicamente en su
mirada interior. Así, creaba sus figuras sin preocuparse de la
estructura anatómica o de las proporciones, pues consideraba que
corregir lo que fielmente había plasmado de su visión interior resultaba
demasiado banal, ligero y superficial para un proceso que, como él
mismo dijo, se adentraba en "proporciones de eternidad demasiado grandes
para el ojo del hombre".
En la obra del artista deben señalarse los monotipos realizados a partir
de 1793, entre los cuales destaca Nabucodonosor (1795, Tate Gallery,
Londres). En el tratamiento de este tema, en que un hombre desdichado
sufre la transformación en un animal, el artista pone de manifiesto
cierta frialdad estructurada frente a lo irreal. En esta obra se
aprecian los elementos más característicos del estilo de Blake: el
predominio del dibujo sobre el color, el recurso a los contornos
ondulantes que confieren a las figuras ritmo y vitalidad, la simplicidad
monumental de sus formas estilizadas y la gestualidad de intenso
dramatismo.
Blake utilizó técnicas nuevas de grabado e impresión, como el grabado a
la acuarela en color o miniaturas impresas. Para el artista, el texto y
las ilustraciones debían constituir un todo. Cabe destacar sus
ilustraciones de el Libro de Job; la Divina Comedia de Dante o El
Paraíso perdido de Milton. Ilustró también sus propios libros: Los
cantos de inocencia, impresos por primera vez en 1789, y Los cantos de
experiencia, en 1794. En ellos combina magistralmente texto e imagen con
una técnica que se superpone al aguafuerte y al acabado a mano,
estableciendo una íntima fusión entre el mundo de las ideas y el de los
estímulos visibles. A Blake le interesaba expresar el mundo a través de
las emociones, más allá de la razón, pero esa cualidad de "visionario"
en Blake no fue más que una fuerza mística y espiritual.
La mayor parte de los escritos de William Blake fue publicada en una
forma que él mismo inventó y empezó a emplear hacia 1788. Con arreglo a
este método de illuminated printing (impresión miniada), el texto y sus
ilustraciones eran trasladados en sentido inverso encima de planchas de
cobre con una sustancia no alterable por la acción de los ácidos (una
especie de barniz); luego éstas eran grabadas como un aguafuerte hasta
que, por último, toda la ilustración adquiría relieve. Después se
obtenían con ello los grabados, que más tarde el artista iluminaba
delicadamente a la acuarela, con lo cual cada una de las copias poseía
una individualidad propia.
Hacia 1793, Blake Introdujo una modificación en el procedimiento
original: el "woodcutting on copper" (talla sobre cobre), empleado junto
con el otro método en casi todas las obras impresas a partir de aquella
fecha. En tal sistema la plancha era recubierta al principio con un
fondo; las partes que habían de ser grabadas, o sea los contornos del
dibujo, eran sacadas con un instrumento puntiagudo; luego se quitaba el
fondo en el espacio destinado al texto, que era llevado sobre el metal
como en el otro procedimiento y, finalmente, se grababa todo el cobre
mediante el ácido. Sólo en algunas de las obras de Blake se utilizó el
método corriente de grabado.
La personalidad de William Blake resultaba demasiado excepcional como
para que pudiera ser incluida en la tradición inglesa y hacer escuela
(siquiera en pintura tuviese algún seguidor, como Samuel Palmer). Con
todo, desde su revalidación en 1863 por obra de los prerrafaelistas,
conoció una amplia fortuna póstuma. Como poeta, Las bodas del cielo y
del infierno es su obra más divulgada. Revela una clara influencia de
Swedenborg, y es una mezcla de visiones apocalípticas y de aforismos
sibilinos.
A pesar de que la perspectiva actual, después de los avances del
psicoanálisis y la antropología, permite acceder a la obra de Blake de
otro modo, ésta evidencia una sabiduría inusual que se caracteriza por
reflejar la oscuridad de lo inaccesible. Como otros contemporáneos,
William Blake descubrió las fisuras y lagunas que la Ilustración dejaba
de lado ante cuestiones de gran trascendencia, y espetó su particular
alegato con una densidad profética y una energía premonitoria que lo
convirtieron en una figura clave para el desarrollo de la poética
romántica.
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(Lübeck, 1875 -
Kilchberg, 1955) Escritor alemán, premio Nobel en 1929. Criado en Lübeck
en el seno de una familia patricia, a la muerte de su padre en 1893
siguió a su madre a Munich, donde trabajó como aprendiz en una compañía
de seguros. Más tarde, aprovechando en parte las relaciones de su
hermano Heinrich, colaboró con varias revistas, entre ellas
Simplizissimus. De 1895 a 1897 estuvo en Italia, acompañando a su
hermano.
En su juventud, su postura quedó reflejada en
las Consideraciones de un apolítico, planteadas en gran medida contra el
Zola, que había publicado precisamente Heinrich. En 1933, aprovechando
una gira de conferencias, y siguiendo el consejo de sus hijos, no volvió
a Alemania, sino que se exilió primero en Sanary-sur-Mer, cerca de
Marsella, y luego en Küsnacht, junto a Zurich. En esa época no se
definió políticamente, se mantuvo apartado de los círculos de exiliados e
incluso prometió al ministerio de Propaganda alemán, en 1933,
abstenerse de manifestaciones políticas, pues no quería hacer peligrar
la relación con sus lectores alemanes ni la edición de José y sus
hermanos.
En 1938 se trasladó a California, donde
residió hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Desde allí dio una
serie de charlas radiofónicas de propaganda para la BBC bajo el
apelativo común de Deutsche Hörer (1940-1945, ¡Oyentes alemanes!) y
diversas conferencias de orientación antifascista. En 1947 visitó
Alemania y participó en la primera reunión de posguerra del PEN-Club en
Zurich. En 1952, decepcionado por la situación en Estados Unidos a raíz
de la muerte de Franklin D. Roosevelt, volvió a Europa y se estableció
de nuevo en Suiza, vastamente honrado a partir de allí por sus
conciudadanos alemanes.
La producción literaria de Mann
fue enorme y, de entre ella, merece destacarse cronológicamente Los
Buddenbrook (1901), novela subtitulada "decadencia de una familia", que
narra precisamente el progresivo declive de una estirpe hanseática en el
curso del siglo XIX, sobre el fondo de los procesos de cambio
sociológico producidos en esa época. Escrita bajo la influencia del
radicalismo cultural de Nietzsche, en sus páginas aparece la oposición
entre mundo y arte, lo que será un tema recurrente en el autor.
Tonio
Kröger (1903), relato publicado conjuntamente con otros varios, es la
biografía de un artista, temáticamente muy cercana a Los Buddenbrook, y,
según confesión del propio Mann, la obra que afectivamente le era más
próxima. En la novela Alteza real (1909), el heredero de un pequeño
principado alemán se casa con la hija de un millonario estadounidense,
con lo que sanea el erario y, a la vez, da un sentido a su propia
existencia, hasta entonces meramente decorativa: se trata de una
"comedia en forma novelesca", narrada con simpática ironía.
La
muerte en Venecia (1913), sin duda la más acabada síntesis de la
poética del autor, y una cumbre en el género de la novela breve,
presenta a través de sus protagonistas, el músico moribundo y el joven
Tadzio, una sutil relación dialécticta entre el apogeo de la belleza y
la inevitable presencia de la muerte. En La montaña mágica (1924), vasta
novela comenzada en 1912, que pretendía en un principio ser una especie
de sátira de La muerte en Venecia, Hans Castorp, patricio alemán
internado siete años en un sanatorio pulmonar internacional suizo, vive
un proceso formativo: con la excusa de las varias conversaciones que se
entrecruzan en ese mundo cerrado, Mann intercala una serie de ensayos
sobre múltiples cuestiones y traza un cuadro minucioso de la sociedad
europea anterior a la Primera Guerra Mundial.
La
tetralogía José y sus hermanos (1933-1943), recreación del relato
bíblico pero sin ninguna pretensión de historicidad, refleja la
evolución del pensamiento del autor desde el irracionalismo del período
1914-1918, pasando por la democracia burguesa de la década de 1920 y los
planteamientos condicionadamente socialistas de la de 1930, hasta su
admiración por el New Deal de Roosevelt, que se hace evidente en la
última de las cuatro novelas, cuyo eje gira en torno a la síntesis entre
cuerpo y espíritu.
En Carlota en Weimar (1939), donde
se relata el reencuentro de Goethe, en la culminación de su vida, con
Carlota, su amante de juventud, Mann dibuja al representante del
clasicismo alemán como el artista que ha logrado la armoniosa fusión en
sí mismo entre las personalidades del poeta y el ciudadano. Doctor
Faustus (1947), considerada unánimemente su obra maestra, señala en el
subtítulo que se trata de "La vida del compositor alemán Adrian
Leverkühn narrada por un amigo". Centrada en el carácter ambivalente del
dotado compositor, que cae en manos del diablo, refleja la decadencia y
una mezcla de culpa e incapacidad de la sociedad burguesa alemana,
desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, con una madurez que elude
la facilidad de las conclusiones.
Confesiones del
aventurero Félix Krull (1954), finalmente, es una renovación de la
novela picaresca y al mismo tiempo parodia de la tradicional "novela de
formación" alemana. El seductor Félix, hijo de un fabricante de vinos
espumosos, cambia nombre y rol social con un aristócrata en un hotel de
París, donde hacía su aprendizaje y se va, en lugar de aquel, de viaje
por el mundo. El argumento reanuda un tema básico de Mann: la decadencia
y la degeneración no sólo son fronterizas del crimen, sino también una
posibilidad de ampliar los límites de la existencia. Como acompañamiento
de su obra narrativa, aparte de un único drama, Fiorenza (1906), Thomas
Mann fue asimismo autor de una ingente producción ensayística.
Foto: 12 DE AGOSTO DE 1955 MUERE THOMAS MANN
(Lübeck,
1875 - Kilchberg, 1955) Escritor alemán, premio Nobel en 1929. Criado
en Lübeck en el seno de una familia patricia, a la muerte de su padre en
1893 siguió a su madre a Munich, donde trabajó como aprendiz en una
compañía de seguros. Más tarde, aprovechando en parte las relaciones de
su hermano Heinrich, colaboró con varias revistas, entre ellas
Simplizissimus. De 1895 a 1897 estuvo en Italia, acompañando a su
hermano.
En su juventud, su postura quedó reflejada en
las Consideraciones de un apolítico, planteadas en gran medida contra el
Zola, que había publicado precisamente Heinrich. En 1933, aprovechando
una gira de conferencias, y siguiendo el consejo de sus hijos, no volvió
a Alemania, sino que se exilió primero en Sanary-sur-Mer, cerca de
Marsella, y luego en Küsnacht, junto a Zurich. En esa época no se
definió políticamente, se mantuvo apartado de los círculos de exiliados e
incluso prometió al ministerio de Propaganda alemán, en 1933,
abstenerse de manifestaciones políticas, pues no quería hacer peligrar
la relación con sus lectores alemanes ni la edición de José y sus
hermanos.
En 1938 se trasladó a California, donde
residió hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Desde allí dio una
serie de charlas radiofónicas de propaganda para la BBC bajo el
apelativo común de Deutsche Hörer (1940-1945, ¡Oyentes alemanes!) y
diversas conferencias de orientación antifascista. En 1947 visitó
Alemania y participó en la primera reunión de posguerra del PEN-Club en
Zurich. En 1952, decepcionado por la situación en Estados Unidos a raíz
de la muerte de Franklin D. Roosevelt, volvió a Europa y se estableció
de nuevo en Suiza, vastamente honrado a partir de allí por sus
conciudadanos alemanes.
La producción literaria de Mann
fue enorme y, de entre ella, merece destacarse cronológicamente Los
Buddenbrook (1901), novela subtitulada "decadencia de una familia", que
narra precisamente el progresivo declive de una estirpe hanseática en el
curso del siglo XIX, sobre el fondo de los procesos de cambio
sociológico producidos en esa época. Escrita bajo la influencia del
radicalismo cultural de Nietzsche, en sus páginas aparece la oposición
entre mundo y arte, lo que será un tema recurrente en el autor.
Tonio
Kröger (1903), relato publicado conjuntamente con otros varios, es la
biografía de un artista, temáticamente muy cercana a Los Buddenbrook, y,
según confesión del propio Mann, la obra que afectivamente le era más
próxima. En la novela Alteza real (1909), el heredero de un pequeño
principado alemán se casa con la hija de un millonario estadounidense,
con lo que sanea el erario y, a la vez, da un sentido a su propia
existencia, hasta entonces meramente decorativa: se trata de una
"comedia en forma novelesca", narrada con simpática ironía.
La
muerte en Venecia (1913), sin duda la más acabada síntesis de la
poética del autor, y una cumbre en el género de la novela breve,
presenta a través de sus protagonistas, el músico moribundo y el joven
Tadzio, una sutil relación dialécticta entre el apogeo de la belleza y
la inevitable presencia de la muerte. En La montaña mágica (1924), vasta
novela comenzada en 1912, que pretendía en un principio ser una especie
de sátira de La muerte en Venecia, Hans Castorp, patricio alemán
internado siete años en un sanatorio pulmonar internacional suizo, vive
un proceso formativo: con la excusa de las varias conversaciones que se
entrecruzan en ese mundo cerrado, Mann intercala una serie de ensayos
sobre múltiples cuestiones y traza un cuadro minucioso de la sociedad
europea anterior a la Primera Guerra Mundial.
La
tetralogía José y sus hermanos (1933-1943), recreación del relato
bíblico pero sin ninguna pretensión de historicidad, refleja la
evolución del pensamiento del autor desde el irracionalismo del período
1914-1918, pasando por la democracia burguesa de la década de 1920 y los
planteamientos condicionadamente socialistas de la de 1930, hasta su
admiración por el New Deal de Roosevelt, que se hace evidente en la
última de las cuatro novelas, cuyo eje gira en torno a la síntesis entre
cuerpo y espíritu.
En Carlota en Weimar (1939), donde
se relata el reencuentro de Goethe, en la culminación de su vida, con
Carlota, su amante de juventud, Mann dibuja al representante del
clasicismo alemán como el artista que ha logrado la armoniosa fusión en
sí mismo entre las personalidades del poeta y el ciudadano. Doctor
Faustus (1947), considerada unánimemente su obra maestra, señala en el
subtítulo que se trata de "La vida del compositor alemán Adrian
Leverkühn narrada por un amigo". Centrada en el carácter ambivalente del
dotado compositor, que cae en manos del diablo, refleja la decadencia y
una mezcla de culpa e incapacidad de la sociedad burguesa alemana,
desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, con una madurez que elude
la facilidad de las conclusiones.
Confesiones del
aventurero Félix Krull (1954), finalmente, es una renovación de la
novela picaresca y al mismo tiempo parodia de la tradicional "novela de
formación" alemana. El seductor Félix, hijo de un fabricante de vinos
espumosos, cambia nombre y rol social con un aristócrata en un hotel de
París, donde hacía su aprendizaje y se va, en lugar de aquel, de viaje
por el mundo. El argumento reanuda un tema básico de Mann: la decadencia
y la degeneración no sólo son fronterizas del crimen, sino también una
posibilidad de ampliar los límites de la existencia. Como acompañamiento
de su obra narrativa, aparte de un único drama, Fiorenza (1906), Thomas
Mann fue asimismo autor de una ingente producción ensayística.
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6 DE AGOSTO DE 1945 EE.UU. LANZA UNA BOMBA ATOMICA
SOBRE HIRISHIMA
Hibakusha (被爆者) es una palabra que muchos conocen en Japón, y
que sin duda fuera del país del sol naciente se desconoce por,
probablemente, poco interés en que dicho calificativo se comprendiese en
otras partes del mundo. Una de las peores consecuencias de las decenas
de guerras que el hombre ha organizado durante toda su historia, fueron
los lanzamientos en terreno urbano de armas nucleares. Japón,
lamentablemente, es el único país del mundo que ha sufrido las
consecuencias de una bomba nuclear explosionada en terreno habitado por
miles de personas, y además lo ha sufrido por partida doble.
El presidente de Estados Unidos en 1945, Truman, ordenó finalizar la guerra contra el Imperio de Japón demostrando la superioridad americana y, para ello, permitió los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki. Entre el 6 de agosto y el 9 de agosto de 1945 las bombas mataron o condenaron a muerte a unas 246.000 personas. Muchas murieron en el bombardeo, otras tardaron tiempo en morir de sus heridas o por los efectos de la radiación. Sin embargo, otros lograron sobrevivir a las bombas nucleares durante muchos años, aunque la mayoría quedaron marcados por las abrasiones producidas por la radiación, mostrando grandes cicatrices en el cuerpo. Estos sobrevivientes son los llamados Hibakusha, que podríamos traducir como “persona bombardeada” (hibaku – bomba y sha – persona).
Lamentablemente, la historia de los Hibakusha no termina aquí.
Esta palabra, con el que se designa a los supervivientes de los
bombardeos nucleares, ha sido para muchas personas un peso aún mayor en
sus vidas. El sentido común indicaría que estas personas, la mayoría con
lesiones físicas o psicológicas, debían ser cuidadas y amparadas por la
sociedad. Sin embargo, durante un tiempo en Japón ser Hibakusha significaba obtener el rechazo de gran parte de la sociedad.
Se estima que el número de hibakushas podría haber rondado los 360.000,
de los cuales la mayoría tenía secuelas evidentes o cánceres
procedentes de la radiación. Entre los Hibakusha no sólo se cuentan las
víctimas directas, sino también los hijos de dichas personas que padezcan algún tipo de problema físico relacionado con la radiación.
Al
dolor físico y psicológico se le añadió un rechazo social, provocado
por el desconocimiento. En dicho momento, pocos años después de
finalizar la guerra, habían un gran temor a las armas nucleares y a la
radiación. El mundo había visto, a grandes rasgos, lo que podía hacer la
radiación, y eso que muchos de sus efectos a largo plazo eran
desconocidos en aquellos tiempos. Los amigos, familiares y vecinos de
los Hibakusha rechazaron a estos supervivientes, pensando que quizás la
radiación o las enfermedades provocadas por la misma podrían
contagiarse a otras personas. El rechazo fue tan generalizado que
muchos supervivientes tuvieron grandes problemas, no solo sociales,
también económicos, pues no conseguían empleo de forma fácil.
Por este motivo, muchas victimas de los bombardeos guardaban
el secreto y no se lo contaban a nadie, si sus heridas no los delataban
de forma sencilla. De esta forma, y aunque el gobierno destinó ayudas a
los Hibakusha, el miedo a ser rechazados por sus vecinos provocó que
muchos supervivientes o damnificados por la radiación no cobrasen sus
respectivas ayudas. Este rechazo duró muchos años y, aunque en los
tiempos modernos nuestro conocimiento sobre la radiación y las
enfermedades mejoró mucho, hasta hace muy poco muchas personas aún
seguían teniendo cierto reparo de los Hibakusha.
Algunos de los supervivientes formaron en 1956 el grupo Nihon Hidankyō (日本被団協).
Se trata de una organización de hibakushas que, desde dicho año,
presiona al gobierno japonés y a otras naciones para que ayuden a los
supervivientes de las bombas nucleares y trabajen para la abolición de
las bombas nucleares y las bombas termonucleares.