jueves, 15 de agosto de 2019

 15 DE AGOSTO DE 1907 NACE

CARMEN CONDE

(Cartagena, 1907 - Majadahonda, 1996) Poeta y narradora española cuya obra lírica suscribe las propuestas de la poesía existencial de los años treinta. Considerada la mejor representante femenina de su generación, tras publicar sus primeros poemas en las revistas Ley, Sí y Diario poético, de Juan Ramón Jiménez, en 1929 publicó Brocal, libro que reúne poemas en prosa, cuyas metáforas de delicada factura y original imaginación motivaron el elogio de la crítica del momento.
Su poética se articula sobre la base de una tensión interior que aflora a través de la pasión por la vida y el sentimiento amoroso. Su relación con el poeta Antonio Oliver Belmás, con quien se casó en 1931, contribuyó a consolidar su personalidad poética, que se tradujo en una intensa actividad creadora. En 1933 fundó la revista Presencia, y por esa misma época conoció a la chilena Gabriela Mistral, quien prologó su siguiente poemario en prosa, Júbilos, editado al año siguiente e ilustrado por la pintora argentina Norah Borges. Mistral puso de relieve "la sinceridad, la sobriedad, no sé qué virginidad de la emoción y de la frase..." en la expresión de la autora.
Tras la guerra civil, en la que ella y su marido habían tomado partido por el bando republicano, Carmen Conde se vio obligada a instalarse en Madrid, donde fue vecina de Vicente Aleixandre, y a publicar con los seudónimos de Florentina del Mar y Magdalena Noguera o en ediciones particulares. Aun en estas condiciones, libros como Pasión del verbo, Honda memoria de mí, Signo de amor, Ansia de la gracia y Una palabra tuya, entre otros, tratan el amor de un modo que hace dudar a Dámaso Alonso que haya otra mujer que lo haya hecho con "tanta verdad, con tanta despreocupada castidad esencial, con tan sobrecogedora belleza".
En 1967 la publicación de Obra poética 1929-1966 le valió el Premio Nacional de Literatura. Paralelamente, y en ocasiones con la colaboración de su marido, Carmen Conde escribió libros infantiles, por los que en 1987 recibió también el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Publicó asimismo varias novelas: En manos del silencio (1950), Las oscuras raíces (1953), A este lado de la eternidad (1970) o Soy la madre (1980), en las que junto a la tendencia psicológica predomina el tono poético de su prosa. En 1978 se convirtió en la primera mujer que ingresó en la Real Academia de la Lengua Española.
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15 DE AGOSTO DE 1785 NACE:
THOMAS DE QUINCEY
(Manchester, Reino Unido, 1785 - Edimburgo, 1859) Escritor, ensayista y crítico británico. El humor cáustico de Jonathan Swift tuvo su más ilustre heredero en la persona de Thomas De Quincey, gracias sobre todo a su corrosiva obra Del asesinato considerado como una de las bellas artes (1829).
Alumno de la Grammar School de su ciudad natal desde los quince años, a los diecisiete huyó de esta institución para ir a Gales y de allí a Londres, donde llevó una vida bohemia. Tras reconciliarse con su familia en 1803, ingresó en la Universidad de Oxford, aunque abandonó sus estudios en 1808.
Fue en Oxford donde De Quincey tuvo su primer contacto con el opio, droga a la que sería adicto durante toda su vida. Sus experiencias como opiómano se vieron reflejadas en la que quizá sea su obra más célebre, Confesiones de un opiómano inglés. Escrita en 1820 y publicada un año después en el London Magazine, su inesperado éxito le procuró una inmediata fama y le ayudó a paliar su maltrecha situación económica, agravada por la necesidad de mantener una familia cada vez más numerosa.
Antes, en 1809, llevado por su temprano entusiasmo por las baladas líricas de Samuel Taylor Coleridge y William Wordsworth, se había establecido en Grasmere, donde entabló relación con estos dos poetas, así como con Robert Southey. También fue allí donde inició su colaboración como crítico y comentarista con algunos periódicos, dirigiendo él mismo la Westmorland Gazette.
En 1828 se trasladó a Edimburgo, donde residió hasta su muerte. Además de las mencionadas, entre sus obras cabe destacar el ensayo Leyendo a las puertas de Macbeth (1823), uno de los clásicos de la crítica shakeasperiana del siglo XIX, valioso por el agudo análisis psicológico que informa sus páginas, Suspira de Profundis (1845), Juana de Arco (1847), El coche correo inglés (1849) y Apuntes autobiográficos (1853).

15 DE AGOSTO DE 1771 NACE

SIR WALTER SCOTT

(Edimburgo, 1771 - Abbotsford, Reino Unido, 1832) Novelista, poeta y editor británico. La novela histórica romántica tiene en Walter Scott, si no a su inventor, a su primer y más influyente representante. Hijo de un abogado, desde su infancia se sintió fascinado por las leyendas y los episodios históricos, preferentemente medievales, de su tierra natal escocesa, que posteriormente constituirían el tema principal de muchos de sus poemas y novelas.
Licenciado en derecho, sus primeros pasos en la literatura los dio como traductor, vertiendo al inglés obras como Lenore, de Gottfried A. Bürger, y Götz de Berlichingen, de Goethe. La publicación, entre 1802 y 1803, de la recopilación de baladas Trovas de la frontera escocesa dio a conocer su nombre al gran público, que también acogió con entusiasmo una serie de largos poemas narrativos entre los que destacan El canto del último trovador y La dama del lago.
De 1814 data su primera novela, Waverley, publicada anónimamente como la mayoría de las que le siguieron, en consideración a los cargos públicos de su autor (sheriff de Selkirk desde 1799 y secretario de los tribunales de justicia de Edimburgo desde 1806) y la dudosa reputación del género. Con ella y con las posteriores (El anticuario, Rob Roy, Ivanhoe, El pirata, Quentin Durward, El talismán) estableció los cánones de la novela histórica, tal como ésta iba a desarrollarse hasta bien entrado el siglo XX. La más famosa de las citada es Ivanhoe (1820), que desarrolla las contradicciones entre los sajones y los normandos en un argumento de aventuras.
La autoría de estas novelas no se reveló hasta 1826, año por otro lado especialmente doloroso para Scott, que sufrió la muerte de su esposa y la quiebra de la editorial Constable, en la que había invertido dinero y por la que contrajo una deuda de 130.000 libras. Antes, en 1820, había sido nombrado barón de Abbotsford.
Los estudiosos de la obra de Walter Scott lo definen como el fundador de la novela histórica, y alaban sus facultades para recrear la realidad del pasado de Escocia y de la Edad Media con vigor y talento descriptivo, basándose en diálogos y argumentos que fascinan por la cualidad de crear expectativa en el lector. Por otra parte, mostró un excelente olfato para discernir los conflictos políticos de su época y representarlos en la ficción. Maestro del diálogo y la descripción, poseedor de un estilo vigoroso y poético, Walter Scott influyó en los novelistas de su época, tanto de su patria como foráneos, y también en los músicos y pintores que glosaron y recrearon sus temas.
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lunes, 12 de agosto de 2019

12 DE AGOSTO DE 1827 MUERE 
 WILLIAM BLAKE

(Londres, 1757 - 1827) Pintor, grabador y poeta británico, una de las figuras más singulares y dotadas del arte y la literatura inglesa. Fue para algunos un místico iluminado, un religioso atrapado en su propio mundo, y para otros un pobre loco que sobrevivía gracias a los pocos amigos que, como Thomas Butts, creían en su arte y le compraban algunos grabados. La posteridad, sin embargo, ha considerado a William Blake como un visionario.
Su padre era calcetero, y parece haber pertenecido a una secta de seguidores de Swedenborg. En 1771 Blake empezó a trabajar como aprendiz con el grabador James Bazire; en 1780 conoció al rígido y frío escultor neoclásico John Flaxman, de quien aprendió el gusto por la seguridad y la precisión de contornos en el dibujo.
Durante la primera época de su vida, que llega hasta su matrimonio en 1782 con Catherine Boucher (la cual se reveló para él una esposa ideal) y la publicación de los Poetical Sketches (Esbozos poéticos, 1783), se dedicó a la poesía y a las artes plásticas; estudió a los artistas griegos, a Rafael, a Durero y sobre todo a Miguel Ángel, al que, incapaz de asimilar en su potencia creadora y volumétrica, tradujo en términos lineales, con lo cual se aproximó inconscientemente al juego curvilíneo de los miniaturistas célticos. De su gran entusiasmo por el famoso escultor participaba también el pintor suizo H. Fuseli (Füssli), que se estableció en Inglaterra en 1779, fue conservador de la Royal Academy e influyó indudablemente en Blake.
Blake, por otra parte, experimentó además la influencia del gótico, y copió los monumentos sepulcrales de la abadía de Westminster y de otros templos antiguos. Flaxman le introdujo en la tertulia de Mrs. Mathew, donde fueron también apreciadas sus cualidades de poeta. Componía ya versos desde 1768-69, y, aun cuando no estudios regulares, sí había realizado amplias lecturas: Shakespeare, Milton, la Biblia y Ossian. Se inspiraba en el estilo de la época isabelina, y no ocultaba su desprecio por la afectación y los primores de los poetas barrocos.
En 1783 fueron impresos, a expensas de Flaxman y del reverendo Henry Mathew, los Poetical Sketches; pero la gestión de estos mecenas debió de resultar poco grata al autor, ya por las palabras de condescendiente protección antepuestas por Mathew o bien a causa del mismo vocablo sketches (al que Blake daba un sentido peyorativo) del título, acerca del cual no había sido consultado el poeta. A Blake, que ni tan sólo pudo revisar las pruebas, le fue entregada toda la edición para que dispusiese de ella a su gusto; el autor se limitó a distribuir algunos ejemplares de la obra a varios amigos, y no habló ya más del libro.
La segunda etapa de su vida (1783-1803) comprende la maduración de su arte poético y pictórico. En 1784 abrió un negocio de grabados, que mantuvo hasta la muerte de su hermano Robert; luego trabajó para otros: primero con Thomas Butts, quien le ayudó generosamente y fue siempre amigo suyo, y, más tarde (1800), junto a William Hayly, noble que se jactaba de poeta y mecenas y que asignó a Blake como residencia un "cottage" en Felpham, en el litoral de Sussex, donde nuestro autor pasó tres plácidos años y compuso algunos versos que figuran entre los más deliciosos y abstrusos de su producción. Desde 1793 a 1800 vivió en Lambeth, suburbio de Londres. En 1789 habían aparecido los Cantos de inocencia, ilustrados por él mismo, seguido cinco años después por los Cantos de experiencia, donde expresa la caída del hombre en poemas inolvidables, como "La rosa enferma" o "El tigre", de "aterradora simetría."
En su última época (1803-27), pasada en esta capital, reveló en poesía una extravagancia creciente, seguida por veinte años de silencio casi ininterrumpido y un pleno afianzamiento como artista. En Londres cayó primeramente en manos de Richard Cromek, quien lo explotó. Luego, tras la ruptura con éste, trabajó con John Linnell (1813), pintor de paisajes y el mejor de sus patronos; para él grabó Inventions on the Book of Job, su obra maestra, y algunas ilustraciones para la Divina Comedia. En los últimos años de su existencia se vio rodeado por un círculo de amigos y discípulos.
De entre las obras literarias de sus últimos años destacan El matrimonio del cielo y el infierno (1793), y más tarde dos entregas escritas e ilustradas entre 1804 y 1820: Milton (1804-1818) y Jerusalén (1804-1820), en las que abiertamente rechaza toda forma de religión convencional y preanuncia temas caros al simbolismo de fines del siglo XIX, como la atracción por el abismo y la caducidad de la moral burguesa. Blake modificó, además, la métrica y los ritmos ingleses clásicos, al incorporar a la poesía culta los procedimientos populares de las canciones, baladas y sonsonetes infantiles. Sus cuadernos de notas con algunos poemas breves, escritos entre 1793 y 1818, fueron adquiridos en 1847 por el poeta D.G. Rossetti, uno de los primeros artistas en reconocer el excepcional valor de su obra.
Estos acontecimientos externos no permiten reconstruir el carácter extraordinario de William Blake, muy irritable y capaz de dar tanta importancia a una cuestión privada como para llevarla a los libros, donde el problema adquiría grandes proporciones; revolucionario en teoría (quedó intensamente impresionado por las revoluciones de América y Francia) y adversario de los soberanos y las leyes, manifestaba una índole violenta, incluso a través de su aspecto físico: de escasa talla, y con anchos hombros cuadrados y una gran cabeza autoritaria, poseía el tipo de los hombres de la Revolución francesa.
Por otra parte, era impresionable y sincero, poseía el entusiasmo y el sentido de la inocencia propios de un eterno muchacho o de un primitivo. Juzgaba realidades materiales las creaciones de su viva imaginación: así, el acontecimiento más notable de su vida hubo de ser la visión de gran número de ángeles sobre un árbol; Blake contaba entonces diez años escasos, y, en adelante, tuvo coloquios con profetas y santos encarnados.
La lectura de textos de literatura mística y ocultista le afianzó en sus creencias sobre el valor de su experiencia de visionario. Su idea cardinal llegó a ser la desconfianza absoluta en el testimonio de los sentidos; para William Blake, éstos suponen barreras que se interponen entre el alma y la verdadera sabiduría y el goce de la eternidad. Al negar el mundo sensible, no veía las cosas como aparecen, sino únicamente los tipos y las ideas eternas y más reales que aquellas mismas: no los corderos, sino el Cordero, ni los tigres, antes bien el Tigre. Tales arquetipos se presentaban a sus ojos con un relieve particular, que dio lugar a la manera exaltada de sus grabados. Como artista, por tanto, Blake resulta un típico "manierista", en la línea de Fuseli: en él se realiza la disolución de las formas clásicas, y ello sin que se haya llegado todavía al nuevo equilibrio romántico.
La gran intensidad visionaria de William Blake se refleja tanto en su obra poética como pictórica. El rechazo a la observación directa de la naturaleza como fuente creativa le llevó a encerrarse únicamente en su mirada interior. Así, creaba sus figuras sin preocuparse de la estructura anatómica o de las proporciones, pues consideraba que corregir lo que fielmente había plasmado de su visión interior resultaba demasiado banal, ligero y superficial para un proceso que, como él mismo dijo, se adentraba en "proporciones de eternidad demasiado grandes para el ojo del hombre".
En la obra del artista deben señalarse los monotipos realizados a partir de 1793, entre los cuales destaca Nabucodonosor (1795, Tate Gallery, Londres). En el tratamiento de este tema, en que un hombre desdichado sufre la transformación en un animal, el artista pone de manifiesto cierta frialdad estructurada frente a lo irreal. En esta obra se aprecian los elementos más característicos del estilo de Blake: el predominio del dibujo sobre el color, el recurso a los contornos ondulantes que confieren a las figuras ritmo y vitalidad, la simplicidad monumental de sus formas estilizadas y la gestualidad de intenso dramatismo.
Blake utilizó técnicas nuevas de grabado e impresión, como el grabado a la acuarela en color o miniaturas impresas. Para el artista, el texto y las ilustraciones debían constituir un todo. Cabe destacar sus ilustraciones de el Libro de Job; la Divina Comedia de Dante o El Paraíso perdido de Milton. Ilustró también sus propios libros: Los cantos de inocencia, impresos por primera vez en 1789, y Los cantos de experiencia, en 1794. En ellos combina magistralmente texto e imagen con una técnica que se superpone al aguafuerte y al acabado a mano, estableciendo una íntima fusión entre el mundo de las ideas y el de los estímulos visibles. A Blake le interesaba expresar el mundo a través de las emociones, más allá de la razón, pero esa cualidad de "visionario" en Blake no fue más que una fuerza mística y espiritual.
La mayor parte de los escritos de William Blake fue publicada en una forma que él mismo inventó y empezó a emplear hacia 1788. Con arreglo a este método de illuminated printing (impresión miniada), el texto y sus ilustraciones eran trasladados en sentido inverso encima de planchas de cobre con una sustancia no alterable por la acción de los ácidos (una especie de barniz); luego éstas eran grabadas como un aguafuerte hasta que, por último, toda la ilustración adquiría relieve. Después se obtenían con ello los grabados, que más tarde el artista iluminaba delicadamente a la acuarela, con lo cual cada una de las copias poseía una individualidad propia.
Hacia 1793, Blake Introdujo una modificación en el procedimiento original: el "woodcutting on copper" (talla sobre cobre), empleado junto con el otro método en casi todas las obras impresas a partir de aquella fecha. En tal sistema la plancha era recubierta al principio con un fondo; las partes que habían de ser grabadas, o sea los contornos del dibujo, eran sacadas con un instrumento puntiagudo; luego se quitaba el fondo en el espacio destinado al texto, que era llevado sobre el metal como en el otro procedimiento y, finalmente, se grababa todo el cobre mediante el ácido. Sólo en algunas de las obras de Blake se utilizó el método corriente de grabado.
La personalidad de William Blake resultaba demasiado excepcional como para que pudiera ser incluida en la tradición inglesa y hacer escuela (siquiera en pintura tuviese algún seguidor, como Samuel Palmer). Con todo, desde su revalidación en 1863 por obra de los prerrafaelistas, conoció una amplia fortuna póstuma. Como poeta, Las bodas del cielo y del infierno es su obra más divulgada. Revela una clara influencia de Swedenborg, y es una mezcla de visiones apocalípticas y de aforismos sibilinos.
A pesar de que la perspectiva actual, después de los avances del psicoanálisis y la antropología, permite acceder a la obra de Blake de otro modo, ésta evidencia una sabiduría inusual que se caracteriza por reflejar la oscuridad de lo inaccesible. Como otros contemporáneos, William Blake descubrió las fisuras y lagunas que la Ilustración dejaba de lado ante cuestiones de gran trascendencia, y espetó su particular alegato con una densidad profética y una energía premonitoria que lo convirtieron en una figura clave para el desarrollo de la poética romántica.
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12 DE AGOSTO DE 1955 MUERE 
THOMAS MANN
(Lübeck, 1875 - Kilchberg, 1955) Escritor alemán, premio Nobel en 1929. Criado en Lübeck en el seno de una familia patricia, a la muerte de su padre en 1893 siguió a su madre a Munich, donde trabajó como aprendiz en una compañía de seguros. Más tarde, aprovechando en parte las relaciones de su hermano Heinrich, colaboró con varias revistas, entre ellas Simplizissimus. De 1895 a 1897 estuvo en Italia, acompañando a su hermano.
En su juventud, su postura quedó reflejada en las Consideraciones de un apolítico, planteadas en gran medida contra el Zola, que había publicado precisamente Heinrich. En 1933, aprovechando una gira de conferencias, y siguiendo el consejo de sus hijos, no volvió a Alemania, sino que se exilió primero en Sanary-sur-Mer, cerca de Marsella, y luego en Küsnacht, junto a Zurich. En esa época no se definió políticamente, se mantuvo apartado de los círculos de exiliados e incluso prometió al ministerio de Propaganda alemán, en 1933, abstenerse de manifestaciones políticas, pues no quería hacer peligrar la relación con sus lectores alemanes ni la edición de José y sus hermanos.
En 1938 se trasladó a California, donde residió hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Desde allí dio una serie de charlas radiofónicas de propaganda para la BBC bajo el apelativo común de Deutsche Hörer (1940-1945, ¡Oyentes alemanes!) y diversas conferencias de orientación antifascista. En 1947 visitó Alemania y participó en la primera reunión de posguerra del PEN-Club en Zurich. En 1952, decepcionado por la situación en Estados Unidos a raíz de la muerte de Franklin D. Roosevelt, volvió a Europa y se estableció de nuevo en Suiza, vastamente honrado a partir de allí por sus conciudadanos alemanes.
La producción literaria de Mann fue enorme y, de entre ella, merece destacarse cronológicamente Los Buddenbrook (1901), novela subtitulada "decadencia de una familia", que narra precisamente el progresivo declive de una estirpe hanseática en el curso del siglo XIX, sobre el fondo de los procesos de cambio sociológico producidos en esa época. Escrita bajo la influencia del radicalismo cultural de Nietzsche, en sus páginas aparece la oposición entre mundo y arte, lo que será un tema recurrente en el autor.
Tonio Kröger (1903), relato publicado conjuntamente con otros varios, es la biografía de un artista, temáticamente muy cercana a Los Buddenbrook, y, según confesión del propio Mann, la obra que afectivamente le era más próxima. En la novela Alteza real (1909), el heredero de un pequeño principado alemán se casa con la hija de un millonario estadounidense, con lo que sanea el erario y, a la vez, da un sentido a su propia existencia, hasta entonces meramente decorativa: se trata de una "comedia en forma novelesca", narrada con simpática ironía.
La muerte en Venecia (1913), sin duda la más acabada síntesis de la poética del autor, y una cumbre en el género de la novela breve, presenta a través de sus protagonistas, el músico moribundo y el joven Tadzio, una sutil relación dialécticta entre el apogeo de la belleza y la inevitable presencia de la muerte. En La montaña mágica (1924), vasta novela comenzada en 1912, que pretendía en un principio ser una especie de sátira de La muerte en Venecia, Hans Castorp, patricio alemán internado siete años en un sanatorio pulmonar internacional suizo, vive un proceso formativo: con la excusa de las varias conversaciones que se entrecruzan en ese mundo cerrado, Mann intercala una serie de ensayos sobre múltiples cuestiones y traza un cuadro minucioso de la sociedad europea anterior a la Primera Guerra Mundial.
La tetralogía José y sus hermanos (1933-1943), recreación del relato bíblico pero sin ninguna pretensión de historicidad, refleja la evolución del pensamiento del autor desde el irracionalismo del período 1914-1918, pasando por la democracia burguesa de la década de 1920 y los planteamientos condicionadamente socialistas de la de 1930, hasta su admiración por el New Deal de Roosevelt, que se hace evidente en la última de las cuatro novelas, cuyo eje gira en torno a la síntesis entre cuerpo y espíritu.
En Carlota en Weimar (1939), donde se relata el reencuentro de Goethe, en la culminación de su vida, con Carlota, su amante de juventud, Mann dibuja al representante del clasicismo alemán como el artista que ha logrado la armoniosa fusión en sí mismo entre las personalidades del poeta y el ciudadano. Doctor Faustus (1947), considerada unánimemente su obra maestra, señala en el subtítulo que se trata de "La vida del compositor alemán Adrian Leverkühn narrada por un amigo". Centrada en el carácter ambivalente del dotado compositor, que cae en manos del diablo, refleja la decadencia y una mezcla de culpa e incapacidad de la sociedad burguesa alemana, desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, con una madurez que elude la facilidad de las conclusiones.
Confesiones del aventurero Félix Krull (1954), finalmente, es una renovación de la novela picaresca y al mismo tiempo parodia de la tradicional "novela de formación" alemana. El seductor Félix, hijo de un fabricante de vinos espumosos, cambia nombre y rol social con un aristócrata en un hotel de París, donde hacía su aprendizaje y se va, en lugar de aquel, de viaje por el mundo. El argumento reanuda un tema básico de Mann: la decadencia y la degeneración no sólo son fronterizas del crimen, sino también una posibilidad de ampliar los límites de la existencia. Como acompañamiento de su obra narrativa, aparte de un único drama, Fiorenza (1906), Thomas Mann fue asimismo autor de una ingente producción ensayística.
Foto: 12 DE AGOSTO DE 1955 MUERE THOMAS MANN
(Lübeck, 1875 - Kilchberg, 1955) Escritor alemán, premio Nobel en 1929. Criado en Lübeck en el seno de una familia patricia, a la muerte de su padre en 1893 siguió a su madre a Munich, donde trabajó como aprendiz en una compañía de seguros. Más tarde, aprovechando en parte las relaciones de su hermano Heinrich, colaboró con varias revistas, entre ellas Simplizissimus. De 1895 a 1897 estuvo en Italia, acompañando a su hermano.
En su juventud, su postura quedó reflejada en las Consideraciones de un apolítico, planteadas en gran medida contra el Zola, que había publicado precisamente Heinrich. En 1933, aprovechando una gira de conferencias, y siguiendo el consejo de sus hijos, no volvió a Alemania, sino que se exilió primero en Sanary-sur-Mer, cerca de Marsella, y luego en Küsnacht, junto a Zurich. En esa época no se definió políticamente, se mantuvo apartado de los círculos de exiliados e incluso prometió al ministerio de Propaganda alemán, en 1933, abstenerse de manifestaciones políticas, pues no quería hacer peligrar la relación con sus lectores alemanes ni la edición de José y sus hermanos.
En 1938 se trasladó a California, donde residió hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Desde allí dio una serie de charlas radiofónicas de propaganda para la BBC bajo el apelativo común de Deutsche Hörer (1940-1945, ¡Oyentes alemanes!) y diversas conferencias de orientación antifascista. En 1947 visitó Alemania y participó en la primera reunión de posguerra del PEN-Club en Zurich. En 1952, decepcionado por la situación en Estados Unidos a raíz de la muerte de Franklin D. Roosevelt, volvió a Europa y se estableció de nuevo en Suiza, vastamente honrado a partir de allí por sus conciudadanos alemanes.
La producción literaria de Mann fue enorme y, de entre ella, merece destacarse cronológicamente Los Buddenbrook (1901), novela subtitulada "decadencia de una familia", que narra precisamente el progresivo declive de una estirpe hanseática en el curso del siglo XIX, sobre el fondo de los procesos de cambio sociológico producidos en esa época. Escrita bajo la influencia del radicalismo cultural de Nietzsche, en sus páginas aparece la oposición entre mundo y arte, lo que será un tema recurrente en el autor.
Tonio Kröger (1903), relato publicado conjuntamente con otros varios, es la biografía de un artista, temáticamente muy cercana a Los Buddenbrook, y, según confesión del propio Mann, la obra que afectivamente le era más próxima. En la novela Alteza real (1909), el heredero de un pequeño principado alemán se casa con la hija de un millonario estadounidense, con lo que sanea el erario y, a la vez, da un sentido a su propia existencia, hasta entonces meramente decorativa: se trata de una "comedia en forma novelesca", narrada con simpática ironía.
La muerte en Venecia (1913), sin duda la más acabada síntesis de la poética del autor, y una cumbre en el género de la novela breve, presenta a través de sus protagonistas, el músico moribundo y el joven Tadzio, una sutil relación dialécticta entre el apogeo de la belleza y la inevitable presencia de la muerte. En La montaña mágica (1924), vasta novela comenzada en 1912, que pretendía en un principio ser una especie de sátira de La muerte en Venecia, Hans Castorp, patricio alemán internado siete años en un sanatorio pulmonar internacional suizo, vive un proceso formativo: con la excusa de las varias conversaciones que se entrecruzan en ese mundo cerrado, Mann intercala una serie de ensayos sobre múltiples cuestiones y traza un cuadro minucioso de la sociedad europea anterior a la Primera Guerra Mundial.
La tetralogía José y sus hermanos (1933-1943), recreación del relato bíblico pero sin ninguna pretensión de historicidad, refleja la evolución del pensamiento del autor desde el irracionalismo del período 1914-1918, pasando por la democracia burguesa de la década de 1920 y los planteamientos condicionadamente socialistas de la de 1930, hasta su admiración por el New Deal de Roosevelt, que se hace evidente en la última de las cuatro novelas, cuyo eje gira en torno a la síntesis entre cuerpo y espíritu.
En Carlota en Weimar (1939), donde se relata el reencuentro de Goethe, en la culminación de su vida, con Carlota, su amante de juventud, Mann dibuja al representante del clasicismo alemán como el artista que ha logrado la armoniosa fusión en sí mismo entre las personalidades del poeta y el ciudadano. Doctor Faustus (1947), considerada unánimemente su obra maestra, señala en el subtítulo que se trata de "La vida del compositor alemán Adrian Leverkühn narrada por un amigo". Centrada en el carácter ambivalente del dotado compositor, que cae en manos del diablo, refleja la decadencia y una mezcla de culpa e incapacidad de la sociedad burguesa alemana, desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, con una madurez que elude la facilidad de las conclusiones.
Confesiones del aventurero Félix Krull (1954), finalmente, es una renovación de la novela picaresca y al mismo tiempo parodia de la tradicional "novela de formación" alemana. El seductor Félix, hijo de un fabricante de vinos espumosos, cambia nombre y rol social con un aristócrata en un hotel de París, donde hacía su aprendizaje y se va, en lugar de aquel, de viaje por el mundo. El argumento reanuda un tema básico de Mann: la decadencia y la degeneración no sólo son fronterizas del crimen, sino también una posibilidad de ampliar los límites de la existencia. Como acompañamiento de su obra narrativa, aparte de un único drama, Fiorenza (1906), Thomas Mann fue asimismo autor de una ingente producción ensayística.
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martes, 6 de agosto de 2019

6 DE AGOSTO DE 1945 EE.UU. LANZA UNA BOMBA ATOMICA
SOBRE HIRISHIMA

Hiroshima bombardeada
Hibakusha (被爆者) es una palabra que muchos conocen en Japón, y que sin duda fuera del país del sol naciente se desconoce por, probablemente, poco interés en que dicho calificativo se comprendiese en otras partes del mundo. Una de las peores consecuencias de las decenas de guerras que el hombre ha organizado durante toda su historia, fueron los lanzamientos en terreno urbano de armas nucleares. Japón, lamentablemente, es el único país del mundo que ha sufrido las consecuencias de una bomba nuclear explosionada en terreno habitado por miles de personas, y además lo ha sufrido por partida doble.
El presidente de Estados Unidos en 1945, Truman, ordenó finalizar la guerra contra el Imperio de Japón demostrando la superioridad americana y, para ello, permitió los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki. Entre el 6 de agosto y el 9 de agosto de 1945 las bombas mataron o condenaron a muerte a unas 246.000 personas. Muchas murieron en el bombardeo, otras tardaron tiempo en morir de sus heridas o por los efectos de la radiación. Sin embargo, otros lograron sobrevivir a las bombas nucleares durante muchos años, aunque la mayoría quedaron marcados por las abrasiones producidas por la radiación, mostrando grandes cicatrices en el cuerpo. Estos sobrevivientes son los llamados Hibakusha, que podríamos traducir como “persona bombardeada” (hibaku – bomba y sha – persona).

Hibakusha
Lamentablemente, la historia de los Hibakusha no termina aquí. Esta palabra, con el que se designa a los supervivientes de los bombardeos nucleares, ha sido para muchas personas un peso aún mayor en sus vidas. El sentido común indicaría que estas personas, la mayoría con lesiones físicas o psicológicas, debían ser cuidadas y amparadas por la sociedad. Sin embargo, durante un tiempo en Japón ser Hibakusha significaba obtener el rechazo de gran parte de la sociedad. Se estima que el número de hibakushas podría haber rondado los 360.000, de los cuales la mayoría tenía secuelas evidentes o cánceres procedentes de la radiación. Entre los Hibakusha no sólo se cuentan las víctimas directas, sino también los hijos de dichas personas que padezcan algún tipo de problema físico relacionado con la radiación.
Al dolor físico y psicológico se le añadió un rechazo social, provocado por el desconocimiento. En dicho momento, pocos años después de finalizar la guerra, habían un gran temor a las armas nucleares y a la radiación. El mundo había visto, a grandes rasgos, lo que podía hacer la radiación, y eso que muchos de sus efectos a largo plazo eran desconocidos en aquellos tiempos. Los amigos, familiares y vecinos de los Hibakusha rechazaron a estos supervivientes, pensando que quizás la radiación o las enfermedades provocadas por la misma podrían contagiarse a otras personas. El rechazo fue tan generalizado que muchos supervivientes tuvieron grandes problemas, no solo sociales, también económicos, pues no conseguían empleo de forma fácil.

Por este motivo, muchas victimas de los bombardeos guardaban el secreto y no se lo contaban a nadie, si sus heridas no los delataban de forma sencilla. De esta forma, y aunque el gobierno destinó ayudas a los Hibakusha, el miedo a ser rechazados por sus vecinos provocó que muchos supervivientes o damnificados por la radiación no cobrasen sus respectivas ayudas. Este rechazo duró muchos años y, aunque en los tiempos modernos nuestro conocimiento sobre la radiación y las enfermedades mejoró mucho, hasta hace muy poco muchas personas aún seguían teniendo cierto reparo de los Hibakusha.
Algunos de los supervivientes formaron en 1956 el grupo Nihon Hidankyō (日本被団協). Se trata de una organización de hibakushas que, desde dicho año, presiona al gobierno japonés y a otras naciones para que ayuden a los supervivientes de las bombas nucleares y trabajen para la abolición de las bombas nucleares y las bombas termonucleares.

ROBERTO ARLT AGUAFUERTES PORTEÑAS YO NO TENGO LA CULPA

     ROBERTO ARLT        AGUAFUERTES PORTEÑAS     YO NO TENGO LA CULPA   Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se...